• Excursión 924. 21 Marzo de 2019. Jueves.
Pista Anocheza. Galería La Paloma. Mil Ventanas. Pájara.
Municipio: Güímar
ENP: Parque Natural Corona Forestal
De 11.27 a 19.45h. De 870 a 1645 a 218m.
Distancia: 18,1km. Duración: 8h 18m.
Mi objetivo es hacer el sendero de las Mil Ventanas accediendo desde arriba, desde la galería de La Paloma, bajando por el cauce del barranco de Badajoz.
En una mañana despejada y con buen tiempo y algo de viento logro dejar el coche en un callejón de Güímar, cerca de la estación de guaguas. Tomo un taxi en la parada frente a la estación. El conductor me dice que hay un precio fijo (15€) para subir a las antenas. Acepto. De ojos claros y sociable. En cuanto le empiezo a hablar de mis planes me va comentando cómo están los caminos y las pistas por donde voy a ir. De la pista de las curvas, la que baja desde la pista Anocheza a la galería La Paloma me dice que es muy empinada y peligrosa, y que el sendero que comunica el final de esa pista (Camino de la Paloma) con el canal de las Mil Ventanas tiene dos saltos que sólo se pueden pasar con cuerda, que ni lo intente porque son muy peligrosos. Como esa era mi intención resulta que el casco que llevo en otra mochila ya no me sirve, se ofrece para guardármelo, trabaja hasta las ocho de la noche de hoy y que le llame cuando vuelva. Me da su teléfono (609692877), se llama Luis. Que vaya con mucho cuidado, me dice al bajarme. Gracias. Lo haré.
Aquí arriba (11.27h, 890m) las nubes suben por las laderas y hace algo de fresco. Estoy al lado de las antenas, al final del tramo con cemento de la pista (Anocheza) de subida. De entrada la pista Anocheza va sobre roca con arena fina por encima, al menos en subida no es peligrosa. Hacia Güímar no se ve nada, las nubes siguen subiendo. A unos 250 metros del inicio me desvío por una pista estrecha que sale a la izquierda (930m), tiene un cartel nuevo de madera que dice “Camino sin salida”. Por un momento lo dudo, pero debe ser para los coches que no tiene salida. Esta pista no es por donde normalmente se sube al principio de la ruta de las Mil Ventanas, y tengo la sensación de que puede tener un firme menos destrozado y peligroso. La pista sube muy empinada, llanea un poco y tras otra buena subida (150 metros desde el principio) me desvío a la derecha (920m) por otra pista rocosa, de roca beis, con tramos empedrados y que termina y sigo por un sendero también empedrado que va a dar a otra pista. Al llegar a esta pista un perrito encadenado me ladra. Sigo subiendo y llego a una barrera metálica cerrada con el signo de prohibido el paso (por el lado opuesto), la paso, me echo a la derecha y enseguida llego a la pista de Anocheza a dónde hay más antenas.
En menos de un minuto llego al principio de la ruta de las Mil Ventanas. Un cartel advierte del peligro y que el cabildo no se hace responsable de los posibles daños. Pero no es por aquí por dónde yo quiero acceder a esta maravillosa ruta sino por otro sitio: por el barranco de Badajoz y desde arriba. Así que sigo pista arriba pasando por la bonita avenida de los cipreses con la gran tubería a un lado. Siempre me agrada esta doble fila larga de estos árboles puntiagudos. Parece la entrada a una gran hacienda. Unos diez minutos después del cartel me desvío de la pista por la derecha (1170m), me desvío por un camino recto que sube entre jaguarzos (jaras), en realidad es una pista, que conserva los vestigios de una doble rodada, hay un doble sendero entre los jaguarzos. Paso una barrera metálica cerrada y sigo subiendo. Me llama la atención que estas barreras (veré más) estén bastante alejadas del principio del camino. En subida (pendiente) constante y ya con el tiempo despejado y agradable pero no caluroso voy a ritmo. Procuro no rozar los jaguarzos porque todavía tengo las canillas doloridas y con rasguños y me hace daño el simple roce (consecuencia de una excursión desastrosa y accidentada). No voy deprisa, no voy despacio, muy concentrado, y es que tengo por delante una gran ascensión, casi ochocientos metros de desnivel entre donde me dejó el taxi y el principio de la pista de las curvas (Camino de la Paloma). Además de jaguarzos hay pinos que dan algo de sombra y algunos amagantes. Amagantes y jaguarzos son de la misma familia (cistáceas). Es un tramo muy largo por medio del monte en subida constante y de una intensidad parecida. Llego de nuevo a la pista de Anocheza (12.33h 1400m) tras pasar otra barrera metálica cerrada.
Se me ha pasado el tiempo volando, no me he dado cuenta de que ya ha pasado una hora desde que empecé. Sigo por la pista subiendo un par de curvas, paso por delante de otra que sale a la izquierda y tras ver una pista que sale en oblicuo a la izquierda me vuelvo a desviar por la derecha por un camino (1440m) que de entrada es poco visible, y que empieza justo en una esquina de la pista. El tiempo está estupendo y despejado y en algunos sitios hay buenas vistas del valle, no muchas, el pinar es denso pero en algunas esquinas se puede ver hacia el mar. En uno de estos miradores me detengo para escudriñar con los prismáticos la subida desde la montaña de la Eslora al pico de Cho Marcial (Excursión 884). Hay que tener mucha imaginación para entender que pasé por allí, por una tira rocosa que se eleva tras una mancha de pinar y que va a dar a un borde afilado, el del pico que hay antes del de Cho Marcial. Por lo demás la vista es fastuosa, logro ver el roque de Ayesa, enfrente del de Cho Marcial, todo el enorme barranco de Badajoz, el valle en donde destaca la mancha blanca de Arafo, los caseríos diseminados, la costa hasta Santa Cruz y Anaga. Este segundo atajo también tiene su barrera alejada del principio y es una pista que va siguiendo el tendido eléctrico que va por encima, y que no me molesta en absoluto.
Esta pista no tiene apenas amagantes, está despejada y muy clara de seguir, eso sí tiene tramos de mucha pendiente, pero yo voy a ritmo bien de forma. Lo cual me parece milagroso después de la excursión traumática del lunes. Este camino va por el borde del barranco de Badajoz, aunque apenas tiene vistas hacia el interior. Se me hace un poco costoso al final después de pasar la barrera, abierta y por un tramo muy ancho llegar de nuevo a la pista (13.14h, 1630m). Y casi inmediatamente de llegar a la pista me desvío por otra a la derecha que es el principio de la pista de las curvas, la que baja al cauce del barranco, a la galería La Paloma. Por aquí y a la izquierda hay dos pinos monumentales muy juntos, son grandes y copudos, destacan claramente de los otros pinos más rectos y pequeños. Poco después me sorprende ver el mismo cartel que vi al principio de la ruta de las Mil Ventanas, el mismo cartel advirtiendo del peligro. Esto me hace dudar de las palabras del taxista, porque este cartel parece indicar otro acceso a la ruta de las Ventanas. Pero ahora no estoy para eso, simplemente para bajar por esta pista que se augura complicada.
Todavía tengo que subir un poco más (1650m) para empezar a bajar. Hay una barrera metálica verde cerrada y una cadena, también un cartel informativo de la galería La Paloma y en el mapa veo que esta pista (la de las curvas) se llama Pista Galería de la Paloma. Las vistas son maravillosas, hacia el barranco, hacia el pico de Cho Marcial y hacia el valle de Güímar, con vistas cambiantes enmarcadas por los tajinastes azules cuyas flores están empezando a despuntar. El día está muy luminoso y la sensación de optimismo y de alegría que siento es inmensa. ¿Qué más puedo pedir? La bajada enseguida se torna muy fuerte, de mucha pendiente, aunque, de entrada, el firme es arenoso y blando, tiene una capa de varios centímetros de tierra mullida que me va sujetando en el descenso. Las curvas son innumerables y en las esquinas, en cada esquina las vistas muy buenas. Pero también a medida que bajo el firme se va haciendo más peligroso, ya hay tramos rocosos con piedrecitas sueltas por encima, y tengo que empezar a bajar de lado e ir muy despacio. En una ocasión la pendiente es tan fuerte repentinamente que para evitar caerme tengo que correr hacia abajo, y me da tiempo a ir haciendo cábalas sobre el resultado catastrófico de este slalom. Logro frenar, pero, así y todo, al poner las manos en unas plantas me hago sendas heridas, una buena cortada en la muñeca izquierda y me arranca una lasca de piel en el meñique de la mano izquierda, y ambas manos empiezan a sangrar aparatosamente. Me paro y me pongo tiritas. Y eso que no me he caído.
Vale, a partir de ahora voy todavía más despacio, más de lado y con más cuidado. Lo peor de las heridas no son ellas mismas, sino la preocupación que me causan, y que me restan disfrute de la excursión. En los tramos con más pendiente han puesto tiras de cemento, para que se agarren las ruedas de los coches y una de las rectas está empedrada, pero por lo demás es enervante todo el rato. Sólo se compensa con las vistas fantásticas a los paredones del barranco. Y tras bajar cuatrocientos metros de desnivel y con un tiempo maravilloso llego al cauce (14.27h, 1214m). Aquí está una caseta de la galería La Paloma y un chorro grueso sale de un agujero de la pared al lado de la bocamina cerrada con una puerta de rejas. El rumor del agua es maravilloso, hay muchas flores alrededor de la caseta, de los tajinastes, algunos geranios, cerrajones también. Es tan bucólico. No hay latas ni suciedad, en un lateral de la caseta veo unas botas de trabajo al lado de una fila de botellas vacías de vino, de esas botellas que pueden llevar ahí mil años. Me siento a comer en un banquito de madera. Mientras como mi bocadillo deambulo por los alrededores, por encima de una montaña de piedra y arena, procedente de la excavación de la galería. Unos rieles van por encima y están los restos de una vagoneta rota. Y no veo la manera de acceder al barranco, es una ladera de arena fina y que se debe desprender en cuanto pises encima. Pero por ahora mi plan es volver por donde he venido así que no me importa.
Como tranquilamente disfrutando del sitio y del día. Por la ladera por donde he bajado no logro ver el recorrido de la pista, señal de lo complicado que es. Los pinos aquí y allí están por todos lados, sus hojas brillando. El borde superior del barranco parece quedar tan lejos. Pero si esa ladera es empinada la que tengo enfrente, la otra, es vertical, y está compuesta por capas alternadas de un material marrón (tierra o barro) y basalto gris. Erupción tras erupción iba cubriendo todo de capas gruesas de lava y entre ellas en periodos largos de tiempo la tierra se iba depositando y creando gruesas capas. Es un corte del pasado geológico de la isla. Tras comer me preparo y de una manera un poco automática, sólo por explorarlo, empiezo a buscar una manera razonable y poco estresante de entrarle al cauce del barranco. La encuentro sobre un lecho de troncos secos de vinagreras que sigue por una ligera pendiente de arena y gravilla del interior de la galería. Empiezo a bajar mientras, mentalmente, me voy diciendo: “sólo hasta el salto, ve sólo hasta el salto, así le podrás hacer un informe al taxista, tienes que intentarlo”. Y tras pasar toda la falda de los derrubios de la galería ya sigo por el puro cauce al lado de una tubería negra de plástico con rumor de agua y otra tubería metálica oxidada mucho más ancha pero vacía. Es un sendero que no se ve, pero que existe y que va serpenteando por el cauce entre plantas altas que ocultan la vista. Y yo simplemente sigo hacia abajo sin ninguna expectativa. Pero sigo. Las paredes son muy verticales y muy altas y tengo que pasar por debajo de tramos ahuecados de pared de donde puede caer una piedra en cualquier momento, pero apenas lo pienso, yo trato de ir deprisa en esos tramos. Y voy siguiendo y siguiendo.
Ahora voy tratando de localizar, al menos, el sitio por donde accedí en la otra excursión que hice la ruta de las ventanas (la 825), en la que bajé a este cauce desde el Pico Grande, para, al menos, encontrar un retorno menos gravoso que tener que volver por la pista de las curvas. Y no debe haber muchos sitios por donde salir, las paredes son casi todo el rato muy altas y muy verticales, pero también me doy cuenta de que no debe ser fácil, no recuerdo que hubiese hitos ni ninguna marca concreta, y en todo caso yo voy más entretenido en seguir bajando que en encontrar esa salida. Veo una camiseta tirada, después otra, y más adelante una linterna (que funciona) antigua en el suelo. No la tomo, la dejo ahí, me da cosa. Y cuando me vengo a dar cuenta ya me suenan algunas de las curvas y los sitios por donde voy pasando, me empieza a sonar de la excursión 825, así que no había salto impasable, así que se podía seguir, me da una alegría enorme cuando lo confirmo al llegar al pequeño tramo de túnel con ventanas que hay justo antes del canal. Lo he conseguido.
Ahora, sin embargo, sólo tengo un pequeño problema, no tengo el casco, y sin casco no puedo arriesgarme a pasar los túneles. Y en este momento tomo una decisión, si tengo mi linternita en la mochila sigo, si no me doy la vuelta. Nervioso rebusco en la mochila, y… la encuentro, ahí está al fondo, al lado del silbato y las tiritas. ¡Bien, coño, bien, sigo! Y para la cabeza lo que se me ocurre es llevar la mochila en lo alto. Por el lugar que accedo al canal hay un túnel, pero no es este por donde hay que meterse, porque ese va hacia el otro lado (hacia el barranco del Río), sino que hay que seguir hacia la izquierda unos metros al aire libre y llegar al principio del túnel noveno. En total son diez. Cuando llego estoy emocionado y nervioso y ahí que me meto de cabeza. Algo encorvado, con una mano sujetando la mochila sobre mi cabeza y en la otra la linternita iluminando el paso. El canal de cemento ocupa más de la mitad del suelo y yo voy a su izquierda, entre la pared y el murito del canal. Despacio, despacio, raspando el techo con la mochila, del que se desprende tierra suelta y, a veces golpeando con el hombro en la pared. No tengo ninguna sensación de claustrofobia, sólo voy preocupado del siguiente paso, y se me hace largo pero termina y empieza lo bueno: el tramo en curva que recorre la fuga de los Cuatro Cuartos, el tramo más hermoso y más espectacular, con muchísimas ventanas, enormes, de lo alto del túnel hasta el suelo, son como inmensos ventanales con vistas… al abismo, a las paredes verticales de esta fuga de sección semicircular. Y son muy expuestas, ninguna barandilla ni reborde te protege de una caída. Al mismo tiempo que veo un espectáculo impresionante me siento amenazado por esta precariedad y exposición y es imposible relajarse para disfrutar de esto, estoy un poco, bastante, en vilo.
Casi en continuo al túnel octavo, el de la fuga, va el séptimo, también con muchas ventanas. El paso del séptimo al sexto está en una esquina donde hay una acumulación de arena o piedra fina a la que tengo que subirme para meterme en el otro túnel (el sexto) de 150 metros y sólo con algunas ventanas pequeñas. El quinto de 115 metros está próximo al final del sexto. No hay respiro en todo esto, y voy intercambiando la mano con la que sujeto la mochila sobre la cabeza con la que llevo la linternita, que a veces tarda en encenderse. Hay un gran tramo en el que el canal va al aire libre y aquí es donde veo una explosión botánica y reconozco una cantidad impresionantes de plantas: sanguino, jazmín silvestre, bejeque, bencomia de monte, brezo, poleo de monte, tusilago, palomera, espinero, morgallana, cerrajón, bicacarera, escobilla de Güímar, pajonera canaria, crestagallo, tajinaste azul, vinagrera, malpica, codeso, cañaheja, cruzadilla, culantrillo, amagante, incienso, capitana, tasaigo, raspilla, afollao, retama, faya, nevadilla, madroño, acebuche, chicharilla canaria florida, chicharilla canaria mayor, balillo alspispillo, bejeque arbóreo, corregüelón de monte, apio de risco, tostonera, rosalito salvaje, cerrillo peludo,….y otras tantas que no identifico. El sendero va alejándose y acercándose del canal porque las plantas lo han ido ocupando y se siente el abismo muy cerca todo el tiempo. Pero si voy despacio sé que es seguro, el camino está muy trillado y liso. Pasan muchos senderistas por aquí.
En algunos tramos, tengo la impresión, de que las plantas parecen querer arrojarte al vacío. El cuarto canal (160 metros) también tiene muchas ventanas. El tercero y segundo túnel son más cortos (100 y 140 metros). Todas estas mediciones las he sacado del libro de W. Y tras el segundo hay un tramo largo al aire libre en el que el sendero baja un poco del nivel del canal y vuelve a subir a él y aquí veo algunos ejemplares de acebiños, naranjeros, laureles, adernos y muchísimas bicacareras en flor. Cuando logro pasar el canal uno (200 metros) tengo la sensación de haber pasado una gran prueba. No me he golpeado la cabeza con la roca del techo, sólo me he golpeado con algunos arbustos. Todavía hay un tramo muy expuesto y pegado al precipicio al salir del primer canal y la vista sobre el valle es sobrecogedora. En este momento se está formando una ligera capa nubosa, como una veladura con tonos anaranjados. Distingo dos paseantes por el cauce del barranco de Badajoz. Ya después el sendero abandona la ladera y se adentra en el pinar y aquí dominan totalmente, en el sotobosque, los jaguarzos y los amagantes. Hay que ir por encima del canal, sobre losas rotas, sobre el borde del canal, o al lado de él. Llego a la pista de Anocheza (18h) e inicio la larga bajada. Paso el primer grupo de antenas. Y por la pista de firme resbaladizo hacia el segundo grupo de antenas. Por un momento me planteo llamar al taxi cuando llegue a las antenas de abajo, pero me decido por seguir bajando y no por la pista de Anocheza. Paso el tramo más peligros de la pista con firme rocoso y arena fina y después el segundo grupo de antenas.
Al llegar a una bifurcación (890m) tomo a la derecha (Camino Lomo del Arrastradero), esta pista también es de cemento acanalado. Muy pendiente con vistas a las lomas vecinas. Fincas cada poco valladas, y cuanto más bajo más carteles de perros peligrosos en las fincas. Un canal descubierto me acompaña toda la bajada, el agua fluye a golpes. En la parte inferior algunos depósitos de agua son inmensos, la mayoría están vacíos o con muy poca agua. Se levanta un viento desagradable, pero yo ya hace tiempo que he entrado en calor, parece que estoy en combustión. Llego a la carretera general del Sur (490m), a la altura de Pájara, Tuerzo a la izquierda por la carretera y puedo ver algunas bonitas casas cuevas durante mi recorrido hacia la ladera de Güímar. Antes de que la carretera de un giro y aparezca el valle me meto por un camino señalizado (el camino real de Güímar) con un tramo de empedrado. Tras cruzar una carretera va por pista, y al iniciar la bajada por la ladera voy por el mejor tramo de camino real, conserva su empedrado perfectamente y las vistas sobre Güímar y el valle son muy buenas, aunque ya se ha ocultado el sol y no luce el paisaje. Cruzo la carretera y sigo bajando por el viejo camino real. El tramo tras la carretera está en un estado horrible, todo de piedras sueltas, tierra y rocas. Muy peligroso y cada vez hay menos luz. La parte final sí es un camino real ancho y muy bueno, tan ancho como el del Ciprés en La Orotava.
Me siento muy liberado cuando llego a la parte llana (210m) y ya por asfalto y por una pista en desuso, está cortada por desprendimientos, tras cruzar una pista ancha (Camino el Badén) paso al lado de la granja de gallinas, que he estado oliendo mucho antes, el viento viene hacia mí. Unos 150 metros tras el camino del Badén en una bifurcación tomo a la izquierda. Es una calle en subida (sigue siendo el Camino Real). Me emociono al reconocer una casa cochambrosa de la otra vez que estuve por aquí recorriendo este camino real (Excursión 408). Llego ya de noche a las primeras casas en la calle Camino Real y delante de un club social (19.45h, 245m) donde algunas mujeres están practicando yoga y unos hombres jugando al scalextric llamo al taxista, a Luis. He estado pensando en él durante la última hora y me lo he imaginado ligeramente preocupado por mi tardanza en llamarle. Se muestra aliviado y contento cuando le digo que estoy bien y le pido que me venga a recoger. Viene, me trae el casco, claro. Me deja en donde dejé el coche. Perfecto. Maravilloso.
En la vuelta a casa en coche cuando voy por la autopista casi me vuelvo ronco de gritar como un loco siguiendo las canciones que escucho, diciendo cosas sin sentido. Estoy en una nube.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Parte superior del recorrido
Parte inferior del recorrido