• Excursión 818. 2 Agosto de 2018. Jueves.
Boca Tauce. Iserse. Tijoco Alto.
Municipio: Adeje
ENP: Parque Rural Corona Forestal. Parque Nacional del Teide
De 10.38 a 17.25h. De 2040 a 2105 a 950m.
Distancia: 13,8km. Duración: 6h 47m
Largo descenso desde Boca Tauce (en el parque Nacional del Teide) por un sendero complicado de seguir al principio y después entre escobones mejor, aunque no del todo desciendo por una larga ladera. En los 1600m sigo por pistas y visito varios viejos caseríos (Pino el Tarro, Iserse, El Trigo) con eras y hornos. En los 1100m la niebla me hace pasar una pequeña crisis que logro resolver y llegar intacto al caserío de montaña de Tijoco Alto
Estoy tan emocionado cuando llego a Los Cristianos (9.07h), por fin voy a poder tomar la guagua que sube al Teide desde el Sur (la 342). Me he tenido que levantar a las siete, que tampoco parece una hora demasiado temprana, pero desde mi jubilación estar despierto a estas horas es algo violento. He encontrado fácilmente un parking (Valdés) donde dejar el coche. Está soleado en Los Cristianos y hay un ambiente animado en la avenida desde la que salen las guaguas. En el aparcamiento chequeo y re chequeo lo que necesito llevar, me parece que tardo demasiado en esto. Como si estuviese en una excursión voy encontrando la salida a la calle por los sótanos del aparcamiento y memorizando el recorrido. En la avenida hay gente desayunando en las terrazas al aire libre. Cruzo y a las 9.18h estoy en la parada de la 342, necesito este tiempo para saber cuánto margen necesito para llegar a tiempo. La guagua llega puntual (9.30h) pero cuando ya todos los pasajeros se han montado y no sale le pregunto al conductor. Una pasajera no tenía efectivo para pagar (no sirve la tarjeta, ninguna tarjeta) y ha tenido que ir a un cajero y … ha dejado a su hija, una niña, en la guagua. El perfecto chantaje. El conductor espera tranquilo y cuando regresa le da las gracias profusamente al conductor.
Por fin salimos (9.38h). La guagua es moderna con una suspensión perfecta y yo disfruto mucho del viaje en el asiento delantero, y mira que tiene curvas la subida de Arafo a La Escalona. Me llama la atención las grandes rectas y el terreno llano tras La Escalona. Al pasar Vilaflor veo el enorme pino Gordo, lo identifico por el aparcamiento que hay al lado y la gente que se acerca. Sigo disfrutando del día claro y las interminables curvas que recorremos ingrávidos con esta suspensión de chicle. Curva tras curva de terreno de montaña con pinos hasta el borde. Tardamos más o menos una hora en llegar a Boca Tauce (10.32h) donde soy el único pasajero en bajar. Está despejado y a pesar de los 29º tengo la sensación de que hace fresco. Me recibe la espectacular vista del Teide enmarcado por el cielo sin matices, totalmente azul, y los marrones y negros de las escorias y las lavas de la gran llanura de Ucanca. Aquí va todo de superlativos.
Por el borde de la carretera y por el arcén, cuando se puede, regreso por la carretera por la que he venido. Ya hay muchos coches en el pequeño aparcamiento al lado del museo de Juan Évora. El escaso tráfico en la carretera me permite pararme y hacer fotos, sobre todo, de la pared marrón y beis que hay a la izquierda, parte exterior del circo, del edificio Cañadas, dos picos con un barranco vertical entre ellos, muy espectaculares. A la derecha, un barranco grande baja (es el principio del barranco de Erques que llega hasta el mar), y por encima veo otra montaña (Gongarro, 2220m), ésta cubierta de pinos, es muy regular, sin nada especial. En los bordes de la carretera, además de retamas, rosalitos y pajoneras crecen unos cardos blancos preciosos (cabezón de cumbre) que no recordaba haber visto nunca (de hecho, sólo lo identifico cuando vuelvo a casa y lo busco en el libro de Schönfelder). Tras una recta llego a una curva pronunciada, me salgo y prácticamente en la misma dirección que traía llego hasta un mirador sobre un saliente que es el punto geodésico “Roque de Ucanca” (2106m). Desde aquí tengo una vista estupenda de un roque cilíndrico y muy definido, el roque de Ucanca, que me tapa (todavía no lo sé) otro roque mucho más cilíndrico y definido, el roque de Ucasme, pero que iré viendo según baje por el sendero.
La mañana sigue estupenda de clara y soleada. Y si giro la cabeza puedo seguir viendo el Teide. Regreso por el saliente hasta prácticamente llegar a la carretera y me empiezo a enfrentar con el reto de la excursión, un reto fuerte: encontrar un sendero que desciende por la ladera. De entrada, no veo nada. Tengo el mapa y la forma del sendero, pero aquí, in situ, no está marcado en absoluto. Es una ladera cubierta de pinocha, pinos pequeños y arbustos, aunque la vegetación no es muy densa y no cubre toda la superficie. Voy encontrando algunos hitos, que me empiezan a reforzar la existencia del sendero, también me sirven los cauces de los barranquillos para orientarme, pero tras unos cien metros me veo bajando demasiado entre rocas y sin hitos. Dudo, dudo mucho entre darlo por perdido y regresar o insistir. Cuando empiezo a recordar mis últimos fracasos con este tipo de senderos (los que sólo están marcados por montañitas de piedras) me sale el amor propio del explorador y entonces regreso al último hito y con mucha paciencia voy encontrando la continuación, y con cada nuevo hito memorizo la altitud. No es nada obvio el recorrido, pero la diferencia entre “ir por el sendero” y campo a través es abismal.
Me tengo que detener varias veces y cuando me encuentro con el filo de una loma con mucha pendiente y bastante pinos vuelvo a perder el sendero, pero bajando por el único sitio posible lo voy encontrando y cuando llego a la vista del cauce de un barranco (barranquillo de Erques/barranco de Peguero), bajo al cauce (1975m) lo cruzo y subo por el otro lado la cosa se hace sencilla, el sendero va por el borde del barranco, bajando suavemente y muy definido entre la vegetación baja, de gramíneas, malpica de cumbre, retama, escobón, codeso. Me voy felicitando por haber insistido y recorrido la parte complicada, que ahora que la he pasado me digo que no ha sido tan larga ni complicada (auto engaño). (Cuando escribo esas líneas y sólo por curiosidad lo mido: 700 metros.)
En el sendero claro ya me puedo relajar un poco y empiezo a ver bien claro el roque de Ucasme (que todavía confundiré con el de Ucanca durante mucho tiempo), un cilindro perfecto y sobresaliente de la arista de la loma, de unos cuarenta metros de alto. La mañana sigue maravillosa, muchas abejas. Voy sin música. El sendero está un poco cerrado de malpicas de cumbres que me pican y me pinchan repetidamente. Voy por el borde de un barranco (Ucasme) con sección en forma de uve muy regular, en lo alto de la otra ladera está el roque de Ucasme. Además de los ocasionales hitos hay también algunas flechas blancas, no muchas. Después de cruzar un pequeño barranquillo (Charcos de Ucasme) me alejo del barranco de Ucasme y voy por una zona bastante llana (Lomo el Retamar) con brezos, pinos y empiezo a oler a bizcochos (el típico olor de los pinares a una cierta altura en el sur). Ahora procuro ir bien concentrado y más bien deprisa, concentrado en seguir, en intuir, por donde va el sendero, que sólo muy de vez en cuando está marcado por filas de piedras pero que va por terreno cubierto de pinocha y terreno rocoso. Llega ese momento en que ya no razono por dónde va el camino, sino que lo sigo intuitivamente sin pensarlo mucho, para eso necesito estar descansado e ir rapidito. Sólo me confunde una vez una línea de rocas que no van a ningún lado (creo que todavía no se ha escrito el libro o hecho la película donde asesinen a alguien con marcas falsas en la montaña, marcas que le lleven a un abismo, sin retorno). Y cuando va pasando mucho tiempo me ayuda encontrar un hito o una marca blanca para reforzarme que voy bien. Procuro no pensar en qué me pasaría si lo perdiese y tuviese que volver por mis pasos, y menos pienso en eso cuanto más abajo estoy.
Esta parte del recorrido de la excursión de hoy, este tramo de sendero es de unos cuatro kilómetros y un desnivel de unos 400 metros. Hay que tener valor. Hay mucho jaleo de avispas y abejas, esto es una escandalera de zumbidos, luz a tope, pleno sol, y algo de brisa ligera. En los 1670m veo, tirado en el suelo, un paquete de pañuelos, con algunos dentro, le doy las gracias a este descuidado o descuidada, es una señal de que el final del sendero no está muy lejano. Tras una parte más cerrada de escobones me da un subidón cuando llego a un trozo de pista y enseguida a una bifurcación de pistas (13.12h, 1600m) que señala el final del tramo complicado. Maravilloso. Hace bastante calor, pero ahora nada me molesta. Me repongo a la sombra de un pino y estudio bien mis mapas para ver por dónde hay que seguir. Es un terreno bastante llano a la izquierda donde veo un helipuerto bien marcado con líneas blancas. Ya voy conociendo mejor esta parte y tengo como referencia, a mi izquierda y hacia arriba la montaña Colorada y la izquierda también, pero altura en la que estoy tengo la montaña Teresme (excursión 802). La pista que tengo que seguir continua la dirección que traía con muy ligera bajada por un terreno sin apenas pinos y atorrado de sol. Desde esta pista (Pista Iserse-Tijoco) hay una insólita vista del Teide con la Montaña Blanca, y el roque de Ucasme a su derecha. Poco después llego a una casa antigua abandonada (Pino El Tarro, 13.45h, 1540m) con techo, pero sin tejas, con marco de madera en la puerta, pero sin puerta. Consiste en una sola habitación de unos cuatro por cuatro metros. Al lado hay una era con el suelo de lajas. Me quedo a comer bajo el dintel de la puerta de la casa, del interior de la habitación sale un fresquito buenísimo, y sentado a la sombra mirando hacia arriba me como el bocadillo y el bizcocho.
En el interior de la casa hay una nevera tumbada de lado, por fuera veo un infernillo eléctrico de dos fuegos tirado en el suelo. En un pequeño patio sólo crece un tipo de plantas, que lo ocupan todo, son varas erectas con borlas que salen a distancia regular de la vara, alguna planta invasiva me imagino (ya la identificaré, ok, es el lamio común). Sigo mi camino (14.24h) y en unos cien metros tuerzo a la izquierda en una bifurcación para seguir descendiendo. El so está fuerte y me agrada (es muy prometedor) ver que hay mar de nubes. Este mar de nubes está relativamente cerca y cubre completamente Guía y la costa. De momento sigo a pleno sol, por aquí hay muchos tajinastes azules con sus penachos completamente renegridos. A mi derecha, a unos cien metros, veo un canal abierto que baja con mucho rumor de agua (la bajante de Fyffes, me entero por la noche, al volver a casa, que un sendero va a su lado).
Me encanta el olor suave de las jaras. La pista es muy pedregosa cuando paso una barrera metálica cerrada y llego a una bifurcación (14.44h, 1430m) por donde sigo recto descendiendo. Ahora la pista va con vistas (a la derecha) a un barranco (Iñoñe) con una loma al otro lado. Tras una curva, un poco más abajo (1380m), me desvío a la izquierda por una pista que sale y que va hacia el barranco (el de Iñoñe). No le quiero hacer fotos a la calavera de una cabra que alguien ha puesto en lo alto de un arbusto, me resulta maléfico. La pista se convierte en camino tradicional, muy invadido y llego al cauce. Sin una perspectiva concreta de qué hacer en este cauce regreso a la última bifurcación. Desde la bifurcación descubro, con los prismáticos, que al otro lado hay camino que lleva a una era que tiene la mitad cubierta de plantas y otra era un poco más allá, pero hoy sin paraguas para defenderme del sol no me atrevo a hacer este desvío y todavía me queda bastante con el recorrido programado (eso lo haré en la excursión 1502). Me resulta tan sugerente la existencia de ese camino, un camino sujeto con murito de piedras. Puedo ver bien que lleva hacia las eras. Dos lomas más allá está la montaña de Teresme.
Sigo descendiendo (15.11h). Ahora estoy emocionado porque ya debe quedar muy poco para llegar al caserío de Iserse, del que hoy hablar por primera vez a un senderista que subía al roque del Conde, y hablaba del caserío como una cosa mítica (el senderista no había estado en el caserío). Enseguida lo veo, pero lo veo y no lo veo, las nubes que suben pegadas al suelo, a ráfagas, lo cubren y lo descubren caprichosamente. No me lo puedo creer, estamos en agosto, en el sur, y las nubes están cada vez más arriba, el tiempo atmosférico es una lotería. Hoy pintan bastos. Me cuesta un rato aceptarlo. Al menos descubro una gran era, una enorme era (21m Ø) el suelo es de pequeños cayados. La era está por encima del caserío que aparece y desaparece. Me acerco al caserío. El caserío son dos casas alargadas y paralelas (15.23h, 1265m). La casa de la izquierda tiene delante y pegada una cuadra grande con pesebres Después está la hermosa casa tradicional con suelos y techos de madera, con un patio parcialmente cubierto y lleno de hinojos y plantas crasas enormes. Una lavadora volcada y círculos hechos con botellas clavadas en el suelo. La casa está todavía en buen estado, intacta, aunque abandonada, me meto dentro, pero caminando pegado a la pared cuando siento que debajo hay otra planta, las ventanas tienen delante banquitos de madera. Bajo a la planta inferior y aquí el techo es más bajo, el suelo es de tablones y el techo de vigas de madera. Salgo al exterior y veo un horno. La casa de la derecha, sin embargo, es una casa renovada, sin ningún encanto, vacía, excepto por una habitación con ropas arrugadas y llenas de polvo. Qué tristeza tan grande. La cocina tiene una chimenea con ramitas al lado, alguien ha hecho fuego aquí no hace mucho. Me sale una buena foto del pequeño fregadero con el pinar enmarcado por la ventana encima del fregadero.
Sigo bajando (15.56h) por una pista pedregosa de color anaranjado que va por debajo de la casa y ahora ya voy como en un túnel, las nubes lo cubren todo y no tengo ninguna visión de las lomas ni de los barrancos. Creo que hay varios, pero como mi mapa (OSM) tiene muy débiles las líneas de nivel me cuesta mucho trabajo saber la forma de los alrededores. En una esquina paso un farrobo junto a un pino, que parece que están en simbiosis en la captura de humedad. Por la pista va una tubería metálica que lleva agua. A la derecha descubro un grupo de casas en ruina total (El Trigo, 1190m), sin techos, sólo algunos dinteles conservan algunas piedras en equilibrio inestable por encima, debe ser porque al ser el muro muy grueso el vano tiene un doble marco (interior y exterior) y entre ambos dan soporte a las piedras redondeadas (cayados del barranco) que hay encima. El conjunto es un museo de la piedra, piedras anaranjadas de todos los tamaños que riegan un espacio abierto entre las casas y donde quedan los restos de un horno de leña. Vistos entre la niebla resultan más espectrales todavía. Continúo descendiendo por una pista ancha que debe ir cerca de un barranco que no veo, en la pista están las huellas de camiones en la tierra suelta. En una curva en forma de horquilla (1060m) tengo que salirme de ella y seguir a la izquierda, pero no encuentro la continuación, estoy buscando una pista, pero, no lo sé todavía, debería estar buscando un sendero.
Sin ninguna idea clara de donde estoy avanzo entre la niebla hacia abajo campo a través, pero enseguida me topo con un gran desnivel que me impide seguir, es realmente irritante, la niebla me impide tener cualquier visión general (estos intentos no están reflejados en el track de la excursión). Vuelvo a la horquilla de la pista y sigo por la pista hacia la izquierda, pero como sube demasiado no me da buena sensación y regreso a la horquilla y hago un segundo intento avanzando más hacia una fuerte pendiente. Realmente estoy pasando un mal rato, muy mal rato, siempre me queda la posibilidad de regresar por donde he venido, pero se me antoja monstruosa esa posibilidad, la falta de luz me hace sentir que se me va a echar la noche. Me dan ganas de arrodillarme y llamar a mi madre ¡mi madre! para que me saque de este trance. Solo me tranquilizo un poco darme cuando tomo conciencia de que son solo las cinco de la tarde, todavía queda mucha luz. Se me pasa por la cabeza la idea de que estoy perdido, pero me aferro al mapa después de estudiarlo más rato. La niebla inesperada me está matando. Me repongo un poco, compruebo que la pista, aunque suba al menos me puede llevar a Tijoco Alto dando un ligero rodeo. Por otro lado, el hecho de que un recorrido en bajada continúe con un tramo en subida no es algo tan extraño, suele ocurrir para evitar una fuga o un barranco profundo. (Lograré encontrar el sendero de bajada en la excursión 828).
Con el mapa en la mano, para que me dé seguridad, voy siguiendo la forma de la pista rodeada de pinos y poco a poco, con cada curva, me reafirmo en que estoy bien ubicado en el mapa. Veo un canal abierto que baja vertical (debe ser el mismo de antes, la bajante de Fyffes) con un sendero al lado, pero no me quiero arriesgar a que no tenga salida, así que opto por la estrategia más conservadora: seguir por la pista que tiene una barrera abierta un poco después. La niebla sigue espesa todo el rato y hasta empieza a hacer un poco de fresco. Debo estar cerca de otra pista, más estrecha, que recorrí en una excursión desde Tijoco Alto (excursión 521). Y cuando llego al asfalto me relajo completamente, ya es seguro que esto tiene salida (17.24h, 1070m). Más abajo reconozco el principio del sendero que lleva a una fuente (de la excursión 521) e inmediatamente después hay una bifurcación: a la derecha asfalto, a la izquierda un sendero tradicional empedrado. Sigo por el sendero con muchas plantas entre las piedras y hasta me acuerdo del perro que atado me ladra al pasar a su lado. Fue hace dos años y puede que sea el mismo perro.
Llego al asfalto y sigo bajando. En aquella ocasión (mes de septiembre) hacía un calor mortal e iba con el paraguas abierto, me acuerdo bien porque unos niños se rieron de mí. Hoy las nubes espesas son un cambio radical. Cerca de la carretera (17.35h, 925m) veo a un hombre joven que está saliendo de una casa (calle Tijoco Alto, número 25) y le pregunto por la parada de la guagua y me dice que ya no suben hasta aquí. Trabaja en el turno de noche de un hotel (¿Harrods?). Me dice que aquí hay muy mala cobertura, que sólo funciona Vodafone. Una mujer, también joven, que sale se ofrece a llamarme a un taxista que conoce. El hombre me habla de los inviernos duros aquí, con hielo un poco más arriba. Me dice que es de La Laguna y que le gusta pasear con sus perros por la Mesa Mota y la montaña de las antenas (Español). A la mujer le cuesta trabajo conseguir que venga un taxista. Se van. Espero en la parada de la guagua. Pasa un hombre en un coche que me dice, también, que aquí no hay servicio de guagua y hablamos un poco de los alrededores del barranco de Erques. Espero y espero al taxi y un poco enfadado me lanzo a la carretera y a los cinco minutos aparece (18.08h). Es Fernando, con un acento muy agradable, muy tranquilo y me dice que ha tardado tanto porque ha venido detrás de uno que iba a diez por hora. Y me lleva con una conducción nerviosa pero muy eficaz sorteando todos los atascos. Me deja en Los Cristianos (18.36h, 24.5€).
---------
Pulsar en el siguiente enlace para descargar el track de la excursión
Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
drive.google.com/file/d/1WH-85dABilEqkpQbdVTZf2TuMlSxgQNi/view?usp=sharing
Boca Tauce a Pista Iserse
Pista Iserse a Tijoco Alto