• Excursión 957. 13 Junio de 2019. Jueves.
Montaña El Cerrillar. Alto el Guamaso.
Municipio: La Orotava.
ENP: Parque Nacional del Teide
De 10.45 a 15.56h. De 2030 a 2347 a 2200 a 2300 a 2030 a 2070 a 2030m.
Distancia: 15,2km. Duración: 5h 11m.
Ascenso al pequeño volcán del Cerrillar por sendero y campo a través atravesando sus laderas de retamas. Después del rodeo del volcán paso un sorprendente barranco de sección perfecta en uve y bajada a las cañadas por una zona de escorias negras pequeñas. Visita al botánico del Teide con una representación muy amplia de todas las plantas que crecen en el parque nacional. Por último una vuelta por la montaña Alto el Guamaso, otro pequeño volcán
Subiendo en la guagua hacia el parque nacional del Teide desde La Orotava voy un poco encogido porque las nubes lo envuelven todo, incluso muy arriba, mucho más arriba de la rosa de piedra. Y me emociono cuando empiezo a ver que aquí arriba brilla el sol un par de kilómetros antes de llegar al Portillo. Hoy pretendo hacer la ruta 2 (Arenas Negras) y si me da tiempo, también la ruta 14 (Altos del Guamaso). Lo he retrasado varias veces porque me parecía que no iba a ser gran cosa, pero ahora ya sólo busco excusas para venir aquí arriba, y el hecho de que esté todavía en floración las retamas y los rosalitos es una buena razón.
Llego al Portillo (10.48h) y sobre la marcha cruzo la carretera y me meto por un sendero al otro lado que va paralelo a la carretera por una ligera depresión del terreno. Pronto empato con el final de la ruta 4 (Las Cañadas) y sigo por una pista ancha en ligera subida y en menos de cinco minutos llego a la ruta 2, señalizada. Alrededor hay una vegetación lustrosa de retamas grandes, con flores todavía y rosalitos que están empezando a florecer. En el ambiente hay un perfume vago y delicioso. La pista ancha sube por la izquierda de una montaña (para rodearla). Es la montaña del Cerrillar. Voy encantado con este perfume sutil y el color rosa pálido de los rosalitos salvajes. También voy tomando perspectiva del Teide y el atrio a medida que voy elevándome. La pista ancha termina en una bifurcación donde un cartel advierte de que hay abejas trabajando. De hecho llevo puesto una bufanda como defensa contra las abejas. Sigo por un sendero a la izquierda evitando totalmente las colmenas que deben estar por la derecha, no lo investigo. El sendero es de firme liso y fácil de transitar, no tengo que prestar atención al suelo, la subida constante pero gradual no me cuesta nada. Cuando me fijo más en el suelo me doy cuenta de lo bien, de lo nítidamente que se ven las marcas de las diferentes suelas de zapatos de los senderistas. Hay muchas y no hace falta ningún molde de películas de policías para distinguirlas. Yo voy dejando las mías. Las vistas hacia la izquierda son del mar de nubes que parece que quieren subir, e incluso ha cubierto una parte de El Cabezón, la montaña al lado de La Fortaleza. No puedo ver nada en absoluto del valle de La Orotava, bien visible si no estuviesen las nubes.
Tras unos quince minutos desde la bifurcación decido subir (en perpendicular al sendero) a lo alto de la montaña del Cerrillar, sé que la ruta no llega arriba y me parece que este puede ser un buen punto para iniciar la subida. Entre las retamas abundantes hay muchos espacios, no puedo ir en línea recta pero sí puedo ir subiendo con ligeros rodeos, a veces tengo que cruzar las telarañas finas entre las retamas, pidiendo mentalmente disculpas a las arañitas, que nunca acabo de ver, pueden ser telarañas abandonadas que permanecen en esta época por falta de viento. El terreno es más trabajoso que el sendero, todo está más suelto. Paso una zona sin retamas con piedras pequeñas dispuestas en tiras paralelas, que creo que son un fenómeno natural que se produce en el deshielo de la nieve. Me resulta difícil pensar que no se trata de un juego de niños. A la derecha y lejos dejo un saliente y sigo subiendo atravesando más campos de retamas. ¡Qué largo se me hace! voy pensando que quizá no haya sido el mejor sitio para abordar esta subida. Pero mi obstinación y perseverancia me hace simplemente seguir y no reprocharme cosas en vano. Además, la forma de la montaña me toma el pelo, me hace pensar un par de veces que ya he llegado, pero no.
Por fin, alcanzo la cima (2343m). Aquí hay un sendero hecho con doble fila paralela de piedras y un gran monolito de piedras. Deben ser vestigios de viejos senderos, hoy en desuso. Y la vista hacia el Teide es gloriosa, me acerco al borde, hacia Las Cañadas, para tener mejor vista de la gran planicie (el atrio) entre la pared sobre las cañadas y el Teide. Y claro que hay una vista fantástica, la ligera corriente de viento no me molesta mucho. Por este lado la montaña es mucho más abrupta (más tarde cuando acabe el circuito lo confirmaré), aunque el sendero parece seguir bajando recto hacia las cañadas y el Portillo. No sigo. Vuelvo por donde he subido, aproximadamente por el mismo recorrido y de nuevo disculpándome con las arañitas. Sigo por el sendero rodeando la montaña, y subiendo con muy poco desnivel, de hecho, hay una gran curva para distribuir más la subida. Llego a la parte opuesta de la montaña a por donde empecé, a un valle estrecho entre esta montaña y otra (Maja) de altura similar. Y ahora me doy cuenta de que este hubiese sido el punto óptimo para subir a la montaña, es donde menos desnivel hay, apenas 50 metros y no 150 como por donde ascendí. Por aquí debió haber un sendero, pero ahora no ni trazas.
Salgo a terreno más abierto a un gran llano (Llano Maja) con yerba pajonera en flor, lo cual es un poco insólito porque en otros sitios florece en abril y ya estamos en junio. En todo caso una visión estupenda, por las flores y por el llano. Ahora el sendero tuerce y sigue rodeando la montaña de la que me separa un barranco (Del Llano de Maja). Es un barranco extraordinario, con una sección en uve limpia, neta, lisa, formada por paredes arenosas sin cubierta vegetal, en el lado derecho hay un ligero tajo vertical formado por placas en la parte superior. Lo que me resulta más notable del barranco además de la forma es cómo enmarca el Teide. No lo esperaba. Otra sorpresa. (Como lo fue la sorpresa de descubrir la montaña Rajada a los pies de la Montaña Blanca. )Y después de pasar el barranco por la izquierda empiezo a bajar por un volcán de arenas negras (de aquí debe venir el nombre de la ruta) de zahorra negra y suelta (Montaña Arenas Negras de las Cañas).
Bajo unas grandes rocas con unas pocas bencomias y vistas a las cañadas y a la planicie hago la comida (13-13.30h), no puedo estar más relajado. La planicie es un maremágnum de coladas de diferentes erupciones y llena de pequeños cráteres y monturrios. A lo lejos veo como algunas parejas de senderistas pequeños como hormigas suben por el sendero claro entre la arena negra. Pasan a mi lado cuando estoy terminando de comer. Sigo bajando hasta las cañadas y después sigo por la ruta 4 hasta el Centro de Visitantes del Portillo. Como tengo bastante tiempo hasta las 16.30h que es cuando pasa la guagua decido además de ir después a los altos del Guamazo echarle ahora un vistazo al jardín botánico. Me gusta muchísimo. Con carteles de las plantas y por grupos puedo ver casi todas las plantas que crecen en el parque nacional. Tienen hasta tajinastes picantes, y también tajinastes rojos, rosalitos del guanche (bencomias), yerba pajonera de Ayosa, jopillo de cumbre, pinillo, chahorra del Teide, corazoncillo, malpica, cabezón, cedro, rosalito salvaje, mazorrilla del Tedie, jara de las Cañadas, alhelíes del Teide, retama del Teide, tonática, pajonera de cumbre, cardo de plata, pompón de las Cañadas, cañaheja, perejil de cumbre, poleo de pinar, cerrillo de ajo, rilla, estornudera, tomillo de cumbre, escaramujo, y lo que más me descoloca es un gran sauce al lado de un charco donde dice que en las zonas más húmedas se puede encontrar menta. ¡Fantástico el jardín botánico! Muchas de esas plantas son muy raras de ver, de hecho, en la zona donde supuestamente han plantado moralitos no hay ni uno, planta que solo he logrado ver, de lejos, en un risco en Teno (excursión 864). A la salida veo el invernadero donde cuidan las plantas.
Salgo a la carretera, paso al lado del restaurante donde para la guagua, cruzo y encuentro el principio del sendero que va hacia la montaña del Guamazo, no muy claro, de entrada. En una bifurcación sigo a la derecha. A la izquierda, sigue el famoso GR-131 en su bajada hacia La Orotava (excursión 548). Con muchas retamas y en ligera subida llego a la parte inferior de la montaña y la rodeo hacia la izquierda. Realmente es una pena lo nublado que está todo hoy en el Norte, es que no se ve nada. Y aquí, al menos en este día radiante en las alturas hay una mezcla estupenda del típico olor a bizcochos de los pinares del Sur y el sutil perfume de las retamas y los codesos, que empiezo a ver. No cedo a la tentación de subir a lo alto de la montaña, sobre todo porque con las nubes no voy a ver nada. Sigo por un sendero estrecho y cuando he rodeado un lado de la montaña tengo una vista original de la montaña del Joco y la cresta donde empieza el pinar, y también de la montaña Limón. Me gusta el paisaje agreste de esta zona, el sendero pasa al lado de un roque bonito y de una hoya en la base de la montaña. La rodeo completamente y paralelo a la carretera vuelvo a bajar, pasando por un gran círculo de piedra, un tagoror restaurado. Bajo hasta el sendero por donde accedí al principio y ya de ahí vuelvo al Portillo (15.54h) donde espero paciente a la guagua (16.30h), la 348.
Al poco de empezar a bajar, mentalmente digo “bye, bye, sol”.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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