• Excursión 985. 21 Agosto de 2019. Miércoles.
Presa Barranco del Río. Arico.
Municipio: Granadilla
De 15.41 a 18.05h. De 460 a 600 a 460m.
Distancia: 6,1km. Duración: 2h 24m
Recorrido por el interior de la escultural y fantástica presa del Barranco de El Río. Salida por un canal. Localización de un viejo sendero empedrado con cruce del cauce y bajada al Río por una pista
Salgo de Santa Cruz (14.30h) en un día soleado. De camino veo que el mar está encrespado, hace mucho viento, no me preocupa hoy voy recorrer un barranco por dentro y el interior de una presa. La idea para esta excursión surgió en la anterior vez que estuve en la presa (excursión 946), hace tres meses. Unos jóvenes pasaban por la presa cuando la visitaba, uno me dijo que se podía entrar y las misteriosas palabras “siempre a la derecha”. Desde entonces tenía muchas ganas de volver para entrar, pero, al mismo tiempo, mucho temor de “tener” que entrar. Conociéndome sabía que si me ponía en la puerta iba a entrar y el único remedio para mi parte miedosa era retrasarlo, pero tres meses después me ha llegado la hora. Voy de lo más emocionado, con sentimientos encontrados, con una ilusión tremenda y un poco asustado. La presa es alta y debe tener muchos pasillos. Vamos a ver.
Llego a San Isidro (15.11h). Tomo un taxi a El Río (15.32h, 16,5€). Aquí también hace mucho viento, subo por la carretera estrecha unos quince minutos (1,2km) y en los 595m tuerzo a la izquierda por una pista de tierra que baja. Tras una curva a derechas paso al lado de un bonito horno de tosca y sigo por la pista que se transforma en un sendero cuando accedo a la ladera del barranco del Río. Qué emocionado voy, qué miedo tengo. El tiempo está estupendo, mejor así que en un día triste y nublado. Llego a la presa. La cruzo. Pero hay tanto desnivel que tengo que acceder a la puerta por una pista que baja a la derecha y tras dos tramos de pista llego al punto decisivo. La puerta está abierta, como si nada. Me pongo el casco, la luz funciona. Nervioso pero decidido entro. Qué oscuro está. En la cabeza me suena todo el rato el lema “siempre a la derecha”. Hay humedad en el ambiente, todo está muy gris. Recorro un pasillo recto y llego a un pasillo lateral, tuerzo a la derecha, y enseguida de nuevo a la derecha y descubro unas escaleras largas de las que no veo el fondo, los escalones altos y grises, a la izquierda una barandilla metálica pero que no toco, me concentro en ir bajando los escalones despacio y apoyando bien los pies, voy en vilo, y empiezo a contar los escalones, voy a cámara lenta, parece que reconociendo cada escalón como un inspector de trabajo, y … llego al final de la escalera, 54 escalones, ha sido una bajada recta, no quiero pensar en lo que supone un tropiezo aquí. Tuerzo a la derecha, llego a un pasillo, que va paralelo al que hice primero al entrar, tuerzo a la derecha, sigo unos pasos y tuerzo a la derecha otra vez y encuentro otra escalera sin fondo y ahí que me echo, esta vez sí me agarro a la barandilla metálica, fría pero fuerte, sólida. Bajo más deprisa y también contando los escalones, llego al final, esta vez “sólo” 45 escalones. Tuerzo a la derecha, llego a otro pasillo, tuerzo a la derecha y aquí ya veo la luz, todavía tengo que bajar un poco. Veo algo de agua bajo unas tuberías, pero la cosa ya está hecha. Qué bueno. Qué bien me siento. Y salgo al exterior bajo la gran lengua de la presa.
Qué calor más agradable fuera. Estoy eufórico. Ha sido corto, pero tan intenso. Y el lema: “siempre a la derecha”: impecable, perfecto. En el exterior sigo por un canal pegado a la pared rocosa y algo expuesto. Tengo que pasar una esquina angosta pero ya no temo nada. Es realmente un sitio muy estrecho y profundo en el barranco, la presa está situado muy estratégicamente, al otro hay una columna, parte de algún sistema de manejo de agua. Paso una cortada, excavada en la pared para el paso del canal. Y sigo al lado del canal ancho y seco con vegetación seca pero pasable. Me gusta tanto este barranco con esa sección en uve tan afilada, y del que no veo el fondo. El canal me va llevando siguiendo los contornos de las paredes del barranco. Al llegar a un saliente rocoso que forma un gran balcón con las rocas cubiertas de líquenes de color naranja y gris, donde también hay un acebuche, me desvío del canal y empiezo a bajar hacia el cauce, todavía muy abajo. Ahora estoy buscando un viejo camino que baja al cauce y que vi desde el otro lado en la excursión 946. Es zona de viejas terrazas tipo natero que aprovechaban la escorrentía de las aguas y con muros de sustentación. Las voy atravesando y bajando, no es difícil. Y encuentro el camino. Hoy todo me sale bien.
Es un camino ancho con algo de empedrado, aunque bastante cubierto de vegetación: malpica, tabaiba, penca, tedera, bejeque. Todo en tonos pajizos beis, casi dorados. Baja poco a poco, rodea la ladera y enfila hacia abajo y unos metros antes del cauce, tuerce a la derecha y desemboca en el cauce, cauce de rocas pulidas de color gris acero. Fantástico. Y si un camino baja al cauce debe haber otro que remonta, de momento lo dejo. Ahora quiero explorar el cauce. Tiro para arriba. Las piedras del fondo tienen la forma de ondas suavizadas, del paso del agua, pulidas durante miles de años, este es un barranco de cumbre, que nace al lado de la montaña de Guajara, a más de 2000 metros de altitud y que tiene en varios tramos un curso permanente de agua. Lo sigo un rato, recorriendo varias curvas y casi saltando de piedra en piedra. Las paredes no son muy altas, pero sí verticales. Vale. Regreso al lugar por donde accedí y ahora lo exploro hacia abajo. Tiene más desnivel y tramos más largos y pulidos de roca gris, tengo que hacer muchas operaciones mentales para evitar tener que saltar, simplemente deslizarme sobre las rocas lisas. En una curva muy cerrada a izquierda hay un salto, no muy alto, pero ya no sigo más, me doy la vuelta. De nuevo en el punto por dónde accedí no veo el camino que continua al otro lado, pero sí lo encuentro simplemente subiendo y trepando por las rocas de esta esquina, no está tan claro como el otro, este serpentea subiendo y sólo tiene algunos muros de sustentación que lo delatan. No importa porque la ladera no tiene mucha pendiente ni demasiada vegetación.
Y llego a la pista de tierra, la pista que conecta la carretera general con la presa. Hoy sigo bajando por la pista, no por el sendero que descubrí, a la izquierda de la pista, y por donde bajé en la excursión 946. Todavía cargado de adrenalina no me molestan unos perros que me ladran en una finca miserable. Más o menos a la altura de una curva a derechas de la pista (470m) encuentro la traza del camino real y lo tomo hacia la izquierda. Bien. Hay un trozo de camino empedrado antes de cruzar un barranquillo (barranco Era La Tosca) y otro en el remonte. Paso la loma por donde baja otro sendero, sigo hacia adelante y llego a un punto que me encanta, es cuando llego a la ladera del barranco de El Río, en un tramo empedrado al que le falta el borde izquierdo, es un tramo recto en bajada con bejeques a los lados, y ya con vistas al pequeño puente sin barandillas que salva el barranco. Cómo me gusta esto. El puente, no muy ancho, tiene un pequeño agujero, me entretengo un rato mirando las paredes cubiertas de pencas en cascada y tratando de adivinar donde está el fondo alongándome al borde, bien. Paso el puente decidido. Al otro lado hay que pasar por un pasadizo bajo árboles con el suelo cubierto de hojas secas y algunas gallinas que corren. Todo un lugar. El taller del fetichista de objetos viejos sigue intacto y un coche ocupa casi todo el paso.
Ya salgo al mundo real por una calle en subida y bajo hasta la carretera general (18h). Hace mucho viento, me refugio en una parada de la guagua. Por debajo una mujer recoge uvas y una niña no le pierde comba y siempre va muy cerca de ella. La mujer habla con un hombre que cuida un campo. Con una gran bolsa repleta de uvas y la niña en su estela sale a la carretera, la saludo, me contesta, y sigue hacia el pueblo. Llamo a Titsa, la guagua va a tardar demasiado, llamo al taxi. Los diez “minutitos” que me dice el taxista son más de quince minutos. Es un conductor joven, estudia fisioterapia y ayuda a la familia turnándose con su padre. También le gusta el senderismo y me habla de la famosa caminata que se hace en Anaga por el año nuevo. Muy agradable. Me lleva a Granadilla (18.25-18.50h). En la estación de guaguas un joven despeinado bebe del gollete de una botella de ron. Un conductor prueba hasta tres guaguas hasta que da con una que funciona. No deja entrar al joven de la botella. Salimos para Isidro (19.05h). Una mujer que se monta poco después le habla al conductor de unas cremas muy baratas que venden en Hiperdino para la urticaria. El conductor de la 408 es muy amistoso. Me dice que no ha dejado entrar al joven porque es un riesgo muy grande. En quince minutos me bajo en la estación de San Isidro (19.20h). Con algo de viento desagradable espero en esta estación que da muy poca protección, era mejor antes con la caseta al lado de la autopista. La 110 aparece pronto (19.32h). Llegamos a Santa Cruz (20.15h). Y a mi casa a las 20.40h. Toda una tarde para una aventura a la carta.
---------
Pulsar en el siguiente enlace para descargar el track de la excursión
Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
drive.google.com/file/d/10V2nw7rrdVLvVysqzIDxVY3kj-VwC1qw/view?usp=share_link
El Río a la presa del Barranco de El Rïo