• Excursión 1343. 11 Noviembre de 2021. Jueves.
Espigón Vera del Brezal. Camino Chirigel.
Municipios: Candelaria. El Rosario
ENP: Parque Natural Corona Forestal
De 10.26 a 18.29h. De 630 a 520 a 1600 a 950m.
Distancia: 17,4km. Duración: 8h
Por un sendero poco usado bajo al cauce del barranco de Araca, y por otro más transitado y en zigzag subo hasta un canal (con agua), lo sigo un rato y después subo por una loma con mucha pendiente, sin sendero ninguno al principio, hasta una vieja zona de terrazas por dentro del pinar denso hasta una loma horizontal (Espigón Vera del Brezal), después rodeo un roque (Yese) y voy a dar a una degollada desde subo por la arista de una cresta (primero recto, después en zigzag por su izquierda, más adelante por su derecha) hasta una pista ancha (Boca del Valle) por donde sigo hasta la carretera de La Esperanza por Las Lagunetas y camino por la carretera hasta Las Rosas en La Esperanza
Qué buena sensación tengo cuando me bajo de la guagua moderna, molona, de asientos negros de la línea 120 a Candelaria en El Borrachito (subida a Barranco Hondo). En esta mañana de jueves a eso de las diez de la mañana me siento un verdadero explorador, hoy tengo un buen reto: conectar con el camino de Chirigel desde el barranco de Araca. Llamo por teléfono al taxi de Candelaria. Desde el puente lo veo llegar y me llaman para ver dónde estoy. Me recoge en el puente y me deja en el camino de los Márgenes, en la parte alta de Igueste de Candelaria, un taxista de pocas palabras en un coche moderno que me lleva ligero (10€, 10.26h, 630m). Me deja en una parte ancha de la carretera, en una curva, justo por donde empieza un sendero que baja hacia el cauce del barranco de Araca. El día está nublado. Amenaza lluvia. Vengo preparado para el agua, traigo de todo. Y me siento todavía mejor cuando empiezo a bajar por el sendero en zigzag que me lleva cerca del cauce, hacia un pequeño salto donde el camino se bifurca. Yo tomo a la izquierda y pronto me topo con unos palés puestos de pie impidiéndome el paso. Anticipaba que iba a tener problemas. Por aquí hay pequeñas huertas cultivadas. No importa. Las salto y sigo bajando por sendero poco claro hasta llegar por un sitio donde hay muchos bidones de plástico al cauce del barranco. Al cauce por una zona rocosa que tras pasarla es arenosa y llana. En la parte derecha en un saliente hay un hermoso almácigo de ramas largas y bien cargado de hojas. Cuando llego al canal (doble) me doy cuenta de que el acceso al cauce es mucho más fácil por el canal, empezando bastante más abajo de por dónde lo he atacado yo. Vale. Tomo nota por si tengo que volver por aquí. Que pueda conseguir conectar con el camino del Chirigel es bastante incierto. El sendero que sube por la ladera de enfrente no lo veo al bajar, pero sí fácilmente al subir desde los canales (sobre un pequeño salto rocoso).
Es un maravilloso sendero que va subiendo por el borde con vistas fantásticas al barranco a medida que voy ganando altura. Me siento tan privilegiado de poder estar hoy, ahora, aquí, en este sitio tan espectacular mientras el mundo mundial está trabajando, estudiando, faenando, lo que sea y yo aquí como un verdadero aventurero, sobre todo hoy. Al otro lado destaca el canal expuesto que va por la parte alta de la pared, bastante más arriba del canal doble. Todo el desarrollo del canal es fantástico, y eso que hoy el día gris le quita relieve y detalle a las paredes e iguala los colores. Así y todo, es un sitio espectacular. Un pequeño saliente, como un balcón, es un mirador estupendo. El sendero está despejado y zigzaguea entre antiguas terrazas, con viejos muros de piedra seca. Todo va bien. En los 670m en una bifurcación me echo a la izquierda siguiendo un canal pequeño y cubierto (a veces hay aquí agua saliendo, un escape de la tubería, hoy no). (He estudiado la situación de las lomas para alcanzar el camino Chirigel, hay dos, convergen en una loma llana y estrecha -Espigón Vera del Brezal-, a la que después le sigue una montaña afilada y alargada -Roque Yesa/Pico de la Collada de la Osa). Por el canal ya estoy en la (base de la) primera de las dos lomas y veo dos posibles sitios por dónde subir, pero antes avanzo un poco para echarle un vistazo a la siguiente loma. La veo más empinada que esta, así que me retraso un poco e intento subir por un sitio por dónde parece haber un camino, no me lleva muy lejos, no tiene continuación. Avanzo de nuevo y subo por un sitio arenoso, erosionado. La pendiente no es muy fuerte y puedo subir, pero solo hasta un punto. Llaneo hacia la izquierda y entonces sí que veo una posibilidad de seguir subiendo y veo también que la tira rocosa por dónde puedo subir viene desde abajo, desde el canal. Vale.
Estoy en los 700m aprox. y, en una primera etapa, tengo que subir hasta los 1000m, el Espigón, que me imagino que ha de ser fácil de reconocer. Pero las cosas se complican cuando empieza a llover fino y esto sumado a las brumas que me ocultan las montañas hacia arriba no es muy halagüeño. No obstante, no cejo, subo entre antiguas terrazas y voy encontrando que puedo seguir subiendo. Es la habitual incertidumbre de tantas veces: no hay camino claro, pero puedo progresar, con tramos muy claros, con tiradas rectas. Si hay terrazas es que por aquí se podía transitar. Sin ninguna esperanza de conseguir nada, pero insistiendo voy subiendo y subiendo hasta los 800m aprox. donde terminan las terrazas y empieza el pinar denso, con todo el suelo cubierto de pinocha. Un gran pino me sirve de referencia para ir acercándome a una arista con una pared de varios metros vertical por mi lado. Y logro llegar a la arista con mucha paciencia. Ya estoy en la arista, en la parte más clara de la loma y aquí encuentro mi primer hito (850m), ¡fantástico! (El Roque). Puede que exista un camino más claro, sea como sea he convergido en el camino ¿correcto? Me da moral.
Ha dejado de llover y tengo las dos manos libres. Todavía me encuentro con más muros de terrazas en la pura arista que trepo y voy encontrando algunos hitos. Y cuando la pendiente se suaviza ya voy por un sendero claro, bueno, una muesca en el terreno, cubierta de pinocha. Y ya diviso la loma llana, el Espigón, a mi izquierda. Y el camino me va llevando, con hitos ocasionales que voy pasando. El sendero no sube a lo alto del Espigón, pero yo lo hago simplemente por la vista, que no es muy buena hoy, las laderas están muy cubiertas de nubes, el día muy gris. Y la parte superior está llena de pequeños pinos que con sus ramas bajas me impiden el paso.
Bueno, ya he completado mi primera etapa. Ahora vamos por la segunda, que consisten en rodear el pico afilado y estrecho (Roque Yese), me imagino y alcanzar la degollada (Gollada Roque Yese) por donde pasa el camino Chirigel. Efectivamente, así, en ligero ascenso voy siguiendo los contornos del roque Yese, en un momento puntual algo expuesto, poca cosa, pero emocionante. Las partes claras de sendero que he pasado en el acceso al Espigón y estas que paso al lado del Roque son estupendas, me siento disfrutando con cada paso por este sendero claro, con todo controlado y gozando de la montaña. Pero la cosa dura demasiado y me empieza a resultar largo. Cerca de completarlo dejo de ver el sendero y sigo a la misma altitud hasta que me doy cuenta de que la degollada está unos 80/100 metros por arriba de mí. Puedo ver la conclusión del Roque y la degollada. Menos mal que las nubes no están tan cerradas. También y en un par de veces tengo vistas, hacia abajo, a las huertas alrededor del camino de Los Márgenes. Estoy tranquilo. He perdido el camino, pero no pasa nada. Ahora “sólo” tengo que trepar por esta maldita ladera resbaladiza de pinocha. Me lo tomo con calma. Es de lo más cansado y laborioso. Y logro llegar a la degollada (13.15h, 1150m) prácticamente por el sitio por donde pasa el camino de Chirigel. Estupendo, he completado la segunda etapa, todo va bien, muy bien.
Ahora viene la tercera etapa, que ya he recorrido una vez (en descenso y en un día maravilloso de luz y temperatura, excursión 1313). Lo he recorrido, sí, pero hoy tengo que subirlo y sé que el zigzag de la izquierda es algo traicionero y todavía me faltan unos 400 metros de desnivel, no es moco de pavo, aunque es mi menor preocupación. Encaro bien de entrada las partes rocosas más empinadas, trepándolas, rodeándolas, subiendo todo el rato hasta que en los 1270m aprox. y señalizado con hito me desvío a la izquierda por un sendero (que ya me costó encontrar en la bajada), pero me paso de largo del giro a la derecha (señalizado con hitos) y avanzo demasiado y subo hasta que ya no hay camino. No me desmoralizo. Vuelvo por dónde he venido. Lo encuentro, hallo el giro y sigo subiendo en zigzag en tramos más cortos y más largos aproximándome y alejándome de la cresta (de la arista) hasta que en los 1300m aprox. el sendero va por el otro lado de la loma (por el lado derecho) y ahora ya me relajo muchísimo porque recuerdo que esta parte es más sencilla. Pero no es así. Me despisto y sigo demasiado de largo hasta que recuerdo que el sendero iba pegado a un risco. Allá que subo y ahora sí que no tengo más percances. Pero en ningún momento me puedo relajar del todo, siempre vigilante, siempre atento, por este pinar salvaje, por este camino para súper personas, el camino de Chirigel que lleva hasta lo alto de la montaña de Chirigel. La parte final es maravillosa, me siento tan bien, un superviviente, cuando logro llegar a la pista (Boca del Valle, 14.38h, 1550m).
De pie y con un frío creciente me como el sándwich y el bizcocho de frutos secos. Antes de ponerme a comer me he cambiado la camisa y la camiseta por otras secas que llevo en la mochila. Así, sequito, puedo capear mejor el mal tiempo y la lluvia que empieza pronto. Con una mano sujeto el sándwich, con la otra, el paraguas. Paciente, metódicamente mastico, sin prisas, lleva su tiempo todo. No me siento, no puedo sentarme, hace demasiado frío, me quedo de pie. Cuando termino con el limpiado de dientes consabido me he quedado muy frío, no es que esté tiritando, pero hace un frío fuerte y húmedo. Media hora después (15.13h) sigo mi camino hacia la derecha por la pista, al principio en ligera subida, lo cual me sirve para calentarme un poco. Hoy no he traído el chaquetón. Los primeros pasos me cuestan mucho, estoy molido, tieso, voy despacio, no puedo ir deprisa, lo que me gustaría más para poder entrar en calor. Con una mano en el bolsillo y la otra sujetando el paraguas. Mejora la cosa cuando acaba la subida (1600m) y puedo ir más deprisa. Pensaba al llegar a la pista buscar el sendero de conexión con la carretera de La Esperanza (excursión 952) pero se me han quitado todas las ganas, además, hoy, con este tiempo es más complicado. No obstante, cerca de la loma las Chajoras/El Lere, en una parte con pendiente muy suave hacia arriba lo intento, pero no consigo nada, sólo caerme en la pinocha resbaladiza y darme un sustito. De repente aparece un perro cazador en la pista, lo pierdo al rato, otro perro de cazadores perdido. Esta subida, sin embargo, me permite ver que por aquí se podría subir hasta la carretera del Teide por esta loma (El Diablito).
Más animado después de mi intento de encontrar el sendero sigo cada vez mejor, con menos frío, pero a ritmo suave. Llego al corta fuego y sigo muy bien hasta la carretera del Teide (Las Lagunetas, 1400m. 17h) por el km 16. Intento llamar al taxi, pero no hay cobertura. Más abajo en el km 15 sí contacto con Tom (taxista de La Esperanza), pero no está de servicio, y no encuentra a nadie para recogerme. Vale. Hoy es el día de bajar hasta La Esperanza caminando. A ritmo despacioso, trece o catorce minutos por km (menos de 5 km por hora) y rememorando las partes complicadas de la subida voy anestesiado y en paz por la carretera, con tráfico algo ruidoso per escaso, ahora ya no quiero ir por ninguna pista, ahora quiero la lisura del asfalto, de la pinocha blanda y mullida de los bordes, y con mucha luz los coches me ven bien y me evitan. A este rimo puedo disfrutar de la gran curva excavada en el picón de un viejo volcán antes del mirador de la Montaña Grande, que hoy no tiene ninguna vista, ni nadie parado. Pasada la terraza de Betty (bien pasado el km 10) me salgo de la carretera y me echo a la derecha por una pista estrecha hacia Las Rosas. Sé que la guagua sale a las en punto y a las y media, y así y todo tengo que llegar a la carrera a la parada para tomar la de las 18.30, logro llegar un minuto antes. Sin estiramientos ni nada me siento en la tercera fila y, puedo, por fin, dejar mi destino en otras manos. Con tráfico pesado llegamos a La Laguna casi media hora después (18.55h) y todavía me falta la 015 (19.05h) para lograr llegar a Santa Cruz donde dejé el coche. Pero este trayecto, el de la 015 de La Laguna a Santa Cruz siempre me gusta mucho, ya sea sentado en un asiento hacia adelante, en otro hacia atrás o en uno, pequeño, de lado, siempre disfruto mucho. Ahora es cuando al compararme con los jóvenes ejemplares humanos que llenan la guagua siento que he hecho algo valioso, ha sido toda una hazaña esa subida.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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