• Excursión 1037. 18 Diciembre de 2019. Miércoles.
Añaza. Radazul.
Municipios: Santa Cruz de Tenerife. El Rosario.
De 15 a 17.56h. De 150 a 0 a 130 a 10m.
Distancia: 7,3km. Duración: 2h 56m
Descenso desde el centro comercial de Añaza hasta el edificio fantasmal y monstruoso pegado al mar, visita a varios pueblecitos costeros precarios con sus pequeña playas de cayados, travesía de una urbanización exclusiva, cruce de un precioso barranco y descenso hasta el nivel del mar con pequeñas casas pegadas al mar y una interminable sucesión de pequeñas calas y un recorrido muy barroco entre casas
Sin una idea clara de si voy a lograr llegar o no a Candelaria (no lo voy a conseguir) emprendo esta segunda etapa de la travesía de Santa Cruz a Candelaria por la costa.
Dejo el coche en el aparcamiento del centro comercial de Santa María del Mar. Un lugar seguro para no preocuparme por la integridad del coche. Ya caminando bajo por la gran calle (Avenida Principal Añaza) de nuevas edificaciones con casas de seis y más pisos, la calle que bordea el campo. Llego a la placita a donde estuve en la anterior excursión por aquí (sin nombre, entre Nisamar y Nanino Díaz Cutillas), la atravieso. Intento bajar hacia el mar por una escalera que va al lado de un edificio, pero no tiene continuación, entonces sigo por la calle Nanino Diaz Cutillas hasta que terminan las casas. Después continúo por la calle hacia abajo, con la vista sobre una gran planicie al lado del mar, artificial me parece. La calle asfaltada describe una gran curva para alcanzar la planicie. Mi intención es recorrer toda la costa para visitar los pequeños pueblecitos marineros, los asentamientos precarios, de manera que, al llegar abajo, tuerzo a la izquierda para visitar uno que vi desde lo alto en otra excursión (la 1032). El sendero, cerca del mar, enseguida llega al pueblecito de casas pequeñas, pegadas entre sí, con materiales variopintos, la mayoría sin habitar, y por un pasillo estrecho bajo hasta una playita de cayados con un poquito de arena (Playa de Santa Ana/La Santana), el pueblito es un conjunto de casas arracimadas bajo el acantilado, tan humildes, un lugar acogedor a su manera. Las bordeo y más allá todavía hay otra playa más (Del Recanto/Payitos) más bravía y de cayados y que termina en una pared vertical donde bate el mar y, por lo tanto, sin posibilidad de comunicación con la playa del Muerto y la salida del barranco Grande.
Regreso por mis pasos y cuando estoy saliendo del sendero para llegar a la planicie dejo pasar a dos mujeres que van cargadas con bolsas y cacharros, deben habitar alguna de las casitas. Muy amables, me sonríen cuando les cedo el paso. Me asombra como busco estos pequeños contactos humanos en mis excursiones, yendo solo una sonrisa es algo casi tangible. Atravieso toda la planicie, de lejos veo el siguiente pueblecito en la costa, pero ahora tengo que atravesar una zona salvaje de grandes piedras bajo una pared alta, piedras medio ocultas por el rabo de gato y otras plantas, es un paso estrecho. Atravieso una playa sin nombre y sin casas y poco después llego al pueblecito, con coches en el exterior. Este tiene casas más grandes, y está más separado del mar (Playa Los Pocitos) e incluso tiene una pequeña ermita. Un hombre silba en la azotea de su casa y me saluda. Se nota que aquí vive permanentemente más personas que en los otros dos asentamientos. Lo paso y sigo por la costa. Ya voy sintiendo (y viendo) la enorme presencia del tremendo edificio de más de veinte plantas, el que está abandonado y que iba a ser un hotel. Paso otra pequeña playita (Las Arenitas) y bajo hasta un grupo de casas, solo unas pocas, pegadas al mar, donde varios hombres pescan, tienen varias cajas con todo tipo de artilugios de pesca. Todavía sigue un poco más la costa donde veo más pescadores de caña, pero yo no sigo por ahí, no tiene salida y es bastante peligroso, de paredes de aristas de escorias.
Subo hacia la valla que rodea el edificio monstruoso. Al llegar a la valla la recorro hacia abajo, pero no veo manera de rodearla, desde abajo, los pescadores me dicen que siga hacia arriba. No les entiendo muy bien, pero lo hago y pronto encuentro un gran hueco en la valla, entro y empiezo a rodear el edificio que, visto desde abajo, desde la propia base es todavía más imponente, cuento los pisos: 23. Sólo está el esqueleto, con los huecos como celdillas y sus pequeñas terrazas, las de las habitaciones. Se puede entrar, no lo hago. Me dan respeto estos edificios vacíos. Sigo hasta que me topo con el otro lado de la valla. Como no encuentro hueco para salir, me encaramo por la valla, muy rígida, y viéndome ensartado por las puntas de arriba, la paso y salgo, indemne por el otro lado. El sendero, claro, sigue un rato, pero lo abandono por otro pequeño que encuentro, que sube, por la costa no se puede seguir mucho más. Es un terreno degradado donde la vegetación de costa está recuperándose. Y llego a la parte inferior de una urbanización de chalets grandes y edificios de dos y tres plantas, aquí es donde terminé la excursión 1032 (calle Mayantigo). Ahora sigo por la calle Bentaguayre y en unos cien metros me desvío a la derecha para subir por unas escaleras tapiadas con placas metálicas, que sorteo por la derecha.
La escalera, de cemento, está destrozada y los escalones descascarillados y desintegrándose. Con aprensión la subo, sé que me tendré que enfrentar a otra valla de placas en lo alto. Así es. En los últimos escalones hay bolsas y colillas, gente viene aquí, mini botellón. Puedo saltarla por la izquierda. El propietario del terreno a la izquierda, exagerado, ha puesto hasta alambre de espino. El pilar donde me sujeto está suelto. Salto abajo y sigo por la calle (Achamán) hacia la derecha. El siguiente tramo de escaleras (a unos cien metros) sí está libre de paso. En la calle de arriba (Abora) sigo a la izquierda. Las casas tienen muy buena pinta. Un lugar exclusivo. Esto es la urbanización Acorán. Y todo este recorrido que estoy haciendo es para encontrar un paso de cruce del barranco (De la Fuente Juana/del Pilar).
Más o menos frente a la calle Morelba (130m) me meto por una pista llana y después por un camino entre dos muritos, que más parece un canal que un paseo. He tenido que subir desde 0 hasta los 130m sobre el nivel del mar. El paseo-canal termina y ahora sigo como puedo cruzando el cauce del barranco, somero aquí y, qué lujo, guiado por puntos rojos para pasar una parte confusa. Paso otro cauce somero y entonces pierdo las señales. Me cuesta un rato encontrar el sendero, poco visible, que empieza a bajar. Como me gusta este sendero, baja serpenteante, y me resulta maravilloso que siga existiendo, debe ser un antiguo sendero de pescadores, o quizás un viejo camino para bajar a Boca Cangrejo, el siguiente pueblo que quiero visitar. Con vistas hacia la izquierda al barranco del Pilar/Fuente Juana va descendiendo por el sendero apenas visible entre las rocas y las plantas, aunque en comparación con un “no sendero” resulta muy claro. Voy nervioso. Voy “haciendo fuerza” para que no termine el sendero, quiero que dure mucho, no quiero llegar abajo. Y llego, claro que llego, y muy pronto, a las primeras casas muy cerca del mar. Después sigo por un sendero cada vez de mejor aspecto hasta una calle donde hay coches y las casas son mucho mejores, casas de una planta reformadas y bien cuidadas, pertenecen al municipio de El Rosario, una mujer me lo confirma. Las casas se agrupan entorno a pequeñas calas con senderitos cerca del mar, pero sin continuación, la costa es de lava de escoria negra. Muchas tienen terrazas hacia el mar. Ya me parece verlas anunciadas en Airbnb “hermosa y recoleta casita pegada al mar”. Me meto en callejones que llevan hasta el mar, recorro un poco la costa, vuelvo a salir y así, en una sucesión casi interminable voy recorriendo toda la costa. Me resulta muy entretenida esta distribución barroca y enrevesada de estrechos pasillos y paseítos marineros, más de un kilómetro, hasta que llego a una playa grande (Playa La Nea), que tiene forma arqueada. Por encima tiene un gran salto, el final del barranco de Jagua/San Isidro, barranco que he recorrido muy arriba en el pinar (excursiones 867 y 898). Me gusta ver su conclusión en un tremendo salto. Paso la playa y enseguida llego a la parte baja de Radazul, y justo al lado de una parada de guaguas, y aparece una, la 139 (17.55h) y no me importa el tremendo rodeo que hace por la parte alta de Tabaiba, para volver a descender hacia la autopista. En la guagua escucho más alemán que otra cosa. Por último, me bajo en la parada del centro comercial en Santa María del Mar (Añaza). Aquí es donde dejé el coche.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Añaza a Radazul