• Excursión 779. 9 Mayo de 2018. Miércoles.
Abades (Los Abriguitos). La Jaca. Tajao.
Municipio: Arico
De 14.51 a 17.15h. De 25 a 55m.
Distancia: 8,4km. duración: 2h 24m.
Recorrido por la costa árida y de piroclastos tanto lisos como rugosos y con remates como de espuma entre Abades y Tajao especialmente bellos y espectaculares cerca de Tajao. Se pasa por el pequeño pueblo marinero de La Jaca
Cuando aparco el coche al lado de unos chalets en Abades/Los Abriguitos luce el sol y cuando salgo ya me parece que me va a hacer bastante vientito. Vamos a ver. Para combatir el viento me pongo la chaqueta-forro y la bufanda gruesa. Hace calor, pero temo más al viento que al sol. Enseguida salgo un aparcamiento de la urbanización y campo a través hacia la derecha me dirijo hacia la costa por donde he divisado un sendero. El tránsito hasta la costa es por terreno de piroclastos, terreno que me gusta mucho por las formas espumosas de las crestas, los colores suaves y las formas redondeadas de los piroclastos, que forman grandes olas y remansos petrificados. Simplemente la propia textura de las piedras ya me encanta, así como las piedras y piedrecitas sueltas. Todo está tan perfilado, tan definido, aquí no hay nada borroso, como ocurre en el monteverde, aquí todo resalta y sale nítido y contrastado en las fotos. Al mismo tiempo voy dudando si podré hacer la excursión por las rachas fuertes de viento que me azotan en algunos tramos. Rodeo algunas cuevas-casa donde parece vivir gente y un aparcamiento para roulottes que parece vigilado. Un hombre me mira suspicaz al pasar, no dice nada.
Llego a la costa y me encaramo por el sendero que sube por una pequeña colina soportando las rachas de viento, este principio de excursión se me está haciendo muy difícil. Por aquí las tabaibas dulces están echadas (parecen arrastrarse, agazapadas) y veo también alguna lechuga de mar con sus hojas carnosas con muchos pliegues. Al lado del beis y el ocre de las piedras y el marrón y el gris de las tabaibas está el azul y el blanco de las olas que baten con cierta fuerza sobre la costa de escoria volcánica negruzca y marrón oscuro. Llego a una gran ensenada (Abades) y el sendero me lleva a subir por el extremo izquierda de una elevación (montaña de Abades) un volcán que emergió en el borde del mar, desde el lado opuesto tendré una vista completa, ahora simplemente subo por la montaña (Abades) hasta la punta y veo la hermosa bahía con olas suaves en la playa de cayados, no hay nadie de nadie aquí, está más que desierto. En los extremos de la bahía sí bate el mar. Bajo hasta la playa por otro sendero directo y la rodeo pasando por terrenos de arena quebradiza, la lluvia reciente ha formado charcos y alisado la tierra y el agua al evaporarse ha dejado superficies costrosas quebradizas que se hunden con mis pisadas. También mucha piedra y mucha roca. Voy viendo cada vez mejor la montaña rojiza de Abades a medida que rodeo la bahía y la veo desde enfrente. En el centro de la bahía y por encima de una pista de tierra hay un gran depósito de cemento, me imagino que vacío.
Sigo mi camino rodeando la bahía, cada vez más acostumbrado al viento lo voy tolerando mejor. Voy rodeando los bordes de la costa siempre a una cierta altura y con constantes subidas y bajadas y el paso por algún barranquillo reseco. El agua bate debajo sobre la costa que no veo en muchas ocasiones. Paso debajo de dos grandes aerogeneradores con su ruido sibilante y sordo, las aspas parecen inmensos radios de una noria invisible, y cómo no, imagino que una se desprende y me parte en dos con su descomunal fuerza. Debe ser el viento y el sol que me trastornan la mente. Paso al lado de una finca donde crecen unas plantas trepadoras que se esparcen más allá de los límites de la finca, todo un contraste junto a este aire reseco. Sigo subiendo y bajando y pierdo el camino un par de veces en el paso de una pequeña vaguada donde una vez se cultivó en terrazas, ahora abandonadas, y donde ahora hay muchos caminos, demasiados. Cerca del caserío de La Jaca tres pescadores están faenando, uno lanza la caña y los otros dos, resguardados del viento trasiegan cosas en cubos de plástico, ni me ven. Cerca de La Jaca vuelvo a encontrar el sendero, clarito entre muros de piedra y tabaibas. Llego a La Jaca (16.11h), un pueblo de casas de una y dos plantas, casas nuevas en una rejilla regular. Es grande el pueblo, pero sólo veo a dos personas, tiene una pequeña playa de arena negra donde veo algunas barcas de pescadores. Casas funcionales cuidadas en la Avenida Marítima. No veo ningún bar ni ningún restaurante.
A la salida del pueblo sigo por la costa y doy un pequeño rodeo para ver una pequeña piscina natural con escalera de acero para bajar, ahora está casi vacía. Está en una zona de rocas lisas donde poder tomar el sol. Enseguida dejo el pueblo atrás y sigo por la costa con más encarames y bajadas, pero ahora el camino es prácticamente inexistente y voy por las superficies de piedra ocre sin alejarme mucho de la costa, aunque, no sé por qué, tiendo a irme hacia el interior. Y el viento, a rachas, batiendo y sigo viendo preciosas formaciones rocosas acabadas en esa filigrana de espuma, es un descubrimiento continuo de nuevas formas y también bien atento al suelo irregular y áspero. En una gran playa hay un aparcamiento con algunos coches y roulottes, parece que alguien vive permanentemente en ellas. Ahora me acerco a la costa y veo que hay piedras por todos lados formando filas al lado de los senderos y más abajo hay muchísimas más (es el Museo de la Piedra) donde veo a una persona de un lado para otro, pero no me da para acercarme y preguntarle. Las piedras están decorando todas las superficies y en formaciones más o menos artísticas, en sí mismas las piedras son preciosas y más en estas formaciones. El hombre debe estar todo el día ocupado llevando piedras de un lado para otro. Lo dejo atrás y me subo a una gran colina de piroclastos y desde lo alto veo una espectacular bahía formada por paredes altas de esta piedra lisa que tiene embutida miles de pequeñas piedrecitas de muchos colores. Estos piroclastos están formados por arena fina compactad trufada de piedrecitas y de lejos parecen paredes muy uniformes de color beis claro. Son como inmensas esculturas.
Ya muy cerca del pueblo de Tajao un colosal trozo de pared se ha desgajado y forma un pequeño roque batido por el mar. Qué pena que no luzca el sol para sacarle buenas fotos. Espero un rato, pero las nubes no me dan tregua. Llego al pueblo (16.58) caminando por encima de una de las paredes, hoy sí puedo porque no hay tanto viento como la otra vez que estuve por aquí. Llamo a un taxi y me dice que tardará una hora y media en venir, paso. En su lugar voy caminando hasta la parada de la autopista (17.13h) que en realidad no está tan lejos. La 111 aparece unos veinte minutos después (17.31h), el conductor viene muy estresado y más cuando tiene que esperar para acceder a la autopista y más cuando un motorista (que se ha tenido que desviar) le hace un gesto feo con la mano y le pita. Cuando me toca bajarme en la siguiente parada el conductor me obliga a bajarme por la salida de atrás. Salgo en la parada de Abades/Los Abriguitos y camino muy deprisa soportando el viento desagradable por estos parajes desangelados de urbanizaciones nuevas y llego a mi cochito (17.42h) donde hago mis estiramientos reglamentarios.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Abades a La Jaca a Tajao