• Excursión 1556. 15 Febrero de 2024. Jueves
Caminos Abama, Vera de Erques. Los Charquitos. Vera de Erques. Guía
Municipio: Guía de Isora
De 11.20 a 19h. De 500 a 85 a 840 a 550 a 600m.
Distancia: 20,4k. Duración: 7h 40m.
Recorrido de varios caminos tradicionales en Guía, primero alrededor del hotel Abama, estos muy perdidos y deteriorados. Y después en las cercanías de Vera de Erques donde se conservan un gran número de estos caminos, todavía con muros dobles y empedrados
Mi objetivo hoy es recorrer algunos caminos tradicionales en torno al hotel Abama. Hubo muchos caminos entre la carretera general y la costa, hoy en día están todos prácticamente desaparecidos debido a la ocupación agrícola y en menor medida residencial. Visité recientemente uno (Camino Real- Camino Santiago, excursión 1548) entre el Varadero y Chío. Y pretendo recorrer otros dos, uno por cada lado del Abama y si me da tiempo, recorrer otros caminos en torno a Vera de Erques.
Con la habitual manera de llegar a este sitio (Guía de Isora) tan alejado de mi casa (Tacoronte) voy en coche hasta Icod, después donde tomo una guagua (la 460, 10h) y me bajo más allá de Tejina de Isora (parada Granero Negro). Esta parada está al lado de una gasolinera (Shell). Me cuesta ubicar la pista o camino, todavía no lo sé, por donde empezar a bajar. De entrada, voy a pie hacia Guía y cuando llego a un gran barranco (Cuéscaro) me doy cuenta que no voy bien. Regreso a la gasolinera y por su derecha bajo por una pista con pinta de muy poco tránsito hacia la autopista. El día está despejado y alegre, la temperatura buena. La pista es ancha y bien trazada, la sigo sin dificultad hasta justo antes de la autopista (TF-1) que me veo obligado a cruzar, no hay túneles ni puentes, aunque con poco tráfico y bien concentrado lo hago rápidamente. Es una autopista muy nueva, de arcenes amplios, y con mucha visibilidad a ambos lados. Después de haber roto una de mis reglas: jamás cruzar una autopista sigo hacia abajo. Enseguida tengo que cruzar otra carretera (la que lleva a Los Gigantes/Puerto Santiago). De nuevo, muy concentrado la cruzo. Después de romper la regla una vez, la segunda me cuesta menos. Ninguna de estas carreteras tiene vallas, sólo defensas de cemento.
Al otro lado no encuentro ningún camino y campo a través me dirijo hacia una gran balsa (Presas de Abama). Mi única referencia es una caseta abandonada y un viejo muro por el que camino. Sigo, en parte, al lado de una vieja atarjea, hecha de bloques excavados de tosca beis. A la izquierda ya veo parte de las instalaciones del hotel Abama donde destaca el verde del campo de golf. También a la izquierda paso al lado de una obra donde están haciendo movimiento de tierras. De momento, nada emocionante, lo mejor es la vista hacia un barranco de buen tamaño (Llanitos) y caminar entre tabaibas y magarzas sin sendero ni camino. Cuando llego al lado de la presa puedo ver bien lo enorme que es (unos 200 x 150 metros) y después cuando la vea por debajo me impresionará la altura de su muro de contención, tan grande como el de la presa de Tahodio. La balsa está muy llena y unos patos nadan tranquilos de un lado para otro. A la derecha de la balsa, por donde voy, sí hay un camino ancho definido. Al otro lado ya empiezo a ver lujosas villas de paredes acristaladas y coches y camiones que se mueven por sus calles. Hay bastante actividad. Tras la presa sigo por una pista ancha pedregosa y abandonada hace mucho de la que me salgo para seguir por la arista de una loma que culmina en un saliente rocoso con plantas (Morra el Cuervo, 245m), con grandes piedras de color beis por las que tengo que saltar con cuidado. Desde lo alto de la morra puedo ver mejor las fabulosas casas que hay dentro del recinto del hotel, son diferentes entre sí, con diseños diáfanos de paredes de cristal y tumbonas blancas. Es un puro lujo observado desde un terreno salvaje.
Después sigo bajando por la arista hasta que llego a un llano, antaño ocupado por terrazas, y ya sin camino y campo a través por un terreno de textura blanda, de esos que parecen de hojaldre, en los que mis pies van haciendo huellas y quebrando la superficie crujiente. Al otro lado del barranco se extienden grandes fincas de plataneras, en plena producción, con un aspecto fantástico; una zona tiene nuevos plantones de un verde más intenso. El sol da para todo, para los turistas y para los plátanos.
Este “camino” teórico que he estado siguiendo es el camino de Abama, escribo “teórico” porque lo he obtenido de una relación de caminos tradicionales de Guía de Isora, pero en la práctica apenas existe y llega más o menos hasta la Morra el Cuervo, no continúa hasta la costa. Por debajo, por la izquierda me cierra el paso las instalaciones del hotel Abama, justo por debajo se extienden invernaderos, mi única posibilidad es bajar al cauce del barranco (Llanitos) y por él salir a una carretera. Para allá que voy. La bajada es complicada, la ladera es muy pendiente y aunque me parece ir viendo algo que podría ser un sendero y restos de cagadas de cabras, no tiene continuación y me tengo que emplear a fondo en ir sorteando todas las pequeñas trampas. Con mucha paciencia logro llegar al cauce, lo recorro unos metros y me salgo por la izquierda a una pista (lleva a un pozo abandonado -Abama). La pista en ascenso me lleva en unos 250 metros a una calle entre invernaderos. Temeroso de meterme en terreno privado estudio a la derecha mis posibilidades de bajar de nuevo al cauce. Y entonces, para mi sorpresa, veo un somier apoyado contra la pared. No me lo pienso, me parece una buena señal. El somier forma una escalera por la que bajo hasta un terreno de vegetación densa y más bien seca por donde existe una manera organizada de bajar al cauce. En un momento y no sé cómo pierdo el equilibrio y caigo sobre una piedra grande saliente y consigo no seguir cayendo por la ladera apoyándome de mala manera con mi mano en el borde de la piedra. Me salvo de milagro. “Sólo” me doblo un dedo, el anular de la mano izquierda (cinco días después todavía me estoy recuperando) y me doy un buen golpe en un tobillo izquierdo, también, con una herida sangrante y del que también me estoy recuperando cinco días después. El resto de la bajada es laboriosa y consigo bajar a una pista (un viejo camino) y por un puentito cruzo el cauce del barranco, sigo un poco y me salgo por la izquierda por una zona de piedra y tierra suelta y salgo a una carretera. Bien. Bien. Muy bien.
(La inflamación del dedo creció durante varios días y después empezó a remitir. Tardé meses en recuperarme de la torcedura del dedo y durante todos esos meses me pareció que no había vuelto de esa excursión, que seguía en Abama).
En el arcén de la carretera me curo las heridas. Estoy un poco abollado psicológicamente, y me cuesta un rato recuperarme. Me da la impresión de que va a traer cola la caída, aunque de momento puedo seguir. Vamos a ver. En la carretera hace mucho calor. Me echo a la izquierda. Unos operarios están arreglando el firme y un empleado con un cartel y walkie talkie regula el tráfico y le dice a otro la marca, tipo y color del último coche de la fila. Paso por delante de la entrada al hotel por debajo de un puente y tras un km por la carretera (TF-47) con tráfico fuerte y coches que van muy deprisa (es una larga recta) tuerzo a la izquierda por otra carretera (TF-465) que sube hacia la carretera general del sur. Son momentos malos, me duele, me pica bastante la herida en el tobillo, aunque pienso que lo peor es lo del dedo, que afortunadamente sólo me duele cuando lo trato de usar. Subo a la sombra de grandes invernaderos. El siguiente camino que quiero recorrer (Camino Vera de Erques) empieza más arriba, no sé exactamente dónde. El mapa que llevo al no empezar desde la carretera TF-47, sino más arriba, no me sirve para ubicarme y entre el calor fuerte, el entorno hostil de invernaderos, y no querer usar la mano para sacar otro mapa mejor que llevo dentro de la mochila tienen que pasar dos km para que por fin me decida. Cuando lo saco me ubico y un poco después del km 2 en una curva a derechas muy cerrada me salgo por la izquierda y siguiendo la trazada teórica del camino y tras unos dos o tres minutos por fin lo encuentro. Está muy erosionado, ocupado por plantas, destrozado y lo reconozco gracias a que tiene más piedras blancas que el entorno. Encontrada la continuación paro para comer (14h) bajo la sombra de unas tabaibas grandes.
Repuesto sigo por la pista hasta una casa abandonada hecha de bloques de tosca por donde pierdo la trazada del camino que encuentro poco después y que me lleva a la carretera al lado de una casa antigua de bloques de tosca (Casa La Cumplida). Todo este entorno parece tan antiguo, tan primitivo, y tan abandonado y polvoriento. Tras cruzar la carretera por la izquierda de la casa sigo por una pista y así sigo subiendo y cruzando la carretera varias veces sin apenas encontrar restos del viejo camino y por viejas terrazas por donde sólo crecen ahora tabaibas, tuneras indias, y algunas gramíneas hasta que llego a la autopista. Alcanzo la autopista por la derecha de una rotonda y sobre un gran talud cubierto de cemento. Por un senderillo tomo a la derecha y por el borde del talud desciendo hasta el nivel de la autopista. De nuevo me enfrento al cruce de la autopista. Esta vez lo hago con más decisión y deprisa. Tengo que pararme unos instantes en la mediana para evitar el tráfico rápido. Al otro lado sigo por una pista de tierra que asciende y desde lo alto tomo a la derecha, cruzo otra carretera y sigo por el borde de otro talud hacia la izquierda. El trazado de la autopista y de los ramales se ha hecho a base de excavar las colinas y han producido unos tremendos tajos en el terreno. Desde lo alto del borde puedo ver una casa en ruinas que ha quedado aislada (Casa Los Maguenes), me gusta pensar que los diseñadores de la autopista la respetaron. Sin apenas construcciones y terrenos baldíos por aquí me imagino que tendrían libertad para respetar esa vieja casa. Casa que ha quedado aislada y además vallada y que tiene dos hermosas eras, una con el diseño radial intacto. No me empeño mucho en entrar y dejo sin visitar las eras. Ahora superada la autopista subo por la ladera hacia la carretera general y me llama la atención que hayan plantado tabaibas en hileras en el terreno removido y que tuberías de plástico les suministren el agua que necesitan para empezar. Fantástico.
Sigo hacia arriba atravesando incontables muros de viejas terrazas, sin encontrar ningún camino concreto. El terreno de rocas, tabaibas y pencas me gusta mucho, tiene una belleza salvaje que me impresiona, el resultado de la actividad humana siendo recuperado por la naturaleza, aunque creo que los muros seguirán aquí cientos de años a no ser que los quiten para construir algo. En la carretera ¡qué curioso! otra vez unos operarios (también del Cabildo) regulan el tráfico por otra obra de reparación del firme. Y usan el mismo sistema de comunicación, me resulta asombroso como identifica rápidamente la marca y el modelo de los coches. El operario está más bien agobiado, aburrido y abrumado por la tarea y apenas me presta atención. Cruzo la carretera y sigo hacia arriba. Ya me he decidido a seguir subiendo hasta Vera de Erques y tratar de recorrer otros caminos por allí. Lo del pie me molesta todo el rato, pero es soportable y lo del dedo no me duele.
Campo a través primero y después por un viejo camino convertido en surco subo hacia una curva de la carretera que va a Vera de Erques (TF-465). La vegetación es mucho más densa por aquí y el terreno más complicado, parece que corre más agua que cerca del mar. Logro llegar a la curva (está en el km 7,5 aprox.). Cruzo y me meto por una pista que sale de la curva, pasa al lado de una casa y después sigue pegada, por la izquierda, al vallado de esa casa-finca. La pista es ancha, y de los alrededores emana olor a animales encerrados. La pista recta me lleva en unos 300 metros a las cercanías de un depósito de agua. Aunque hay una pista que rodea el depósito, pista que sale a la carretera yo atajo por la izquierda subiendo por la ladera y llego enseguida a la carretera de nuevo (pasado el km 8). Pero no accedo a la carretera, sino que sigo a la derecha por otra pista (con cable a la entrada, Camino Cueva la Toja/Pista Acceso a Vera de Erques) que sigue en ligero ascenso. Lleva a una chabola que la pista evita echándose a la derecha y después a un sitio donde hay varias rulot, una de color verde claro es antiquísima. El lugar me fascina, parece abandonado. La pista sigue describiendo una curva a la izquierda y pasando una caseta humilde y tras otra curva a la izquierda vuelvo a confluir con el trazado del camino Vera de Erques por donde sigo subiendo y me lleva a la carretera (pasado el km 10).
Todo este lío de pistas y atajos me gusta mucho, es la salsa de la excursión. Ni el paisaje, ni el tiempo hoy son particularmente espectaculares, pero ir de un lado para otro me llena con creces. Al llegar otra vez a la carretera enfrente veo un precioso camino tradicional con doble muro (es también el camino Vera de Erques) y por él sigo subiendo. Tiene firme rocoso. Está algo invadido de plantas. Me gusta. Sólo recorro un tramo corto de este camino porque un poco antes de una casa y cerca de la carretera tuerzo a la derecha para seguir por otro camino tradicional (Los Charcos – Las Tosquitas), camino que no se ve de entrada. Tengo que subirme a unas rocas y aparece el precioso camino tradicional con muro a un lado, está muy cubierto de plantas, tanto que tengo que ir por encima del muro. Después en un tramo entre magarzas mejora. Y también resulta corto y sin continuación y tengo que subir campo a través por un talud y llego a la carretera (que ha debido borrar el camino cuando la construyeron). Bajo un poco por la carretera y me meto (690m) a la izquierda por una pista asfaltada, es la continuación del camino de Los Charcos.
El asfalto termina en unos cien metros, al llegar a la puerta de una parcela con casa. Después el camino hace una curva para salvar el cauce de un barranquillo (La Araña) y sube sobre rocas y murito con muchas plantas alrededor (bejeques, magarzas, matorriscos, tabaibas). El camino y cuando llega a lo alto tuerce a la izquierda. Bien definido sobre roca y con muro sigue en ligera subida (en el mapa de Grafcan me encanta encontrar dos sonoros topónimos: Chiñeñe y La Chachuela). Tras unos 100 metros en una bifurcación sigo a la izquierda y en unos 20 metros en otra bifurcación me echo a la derecha (esta es una parte confusa). Ahora sigo en llano sobre unas terrazas, un terreno llano y vuelvo a encontrar el sendero claro que va pegado al terreno de una finca. Me gusta que sea largo y me gustan las sorpresas. En unos 150 metros en otra bifurcación sigo a la izquierda (a la derecha el camino no dura mucho) y paso el cauce de otro barranquito (Los Charcos) por una zona de vegetación muy densa y entre pencas subo por firme rocoso y en otros cien metros en otra bifurcación elijo a la izquierda. Ya veo cercanas las casas de la Vera de Erques y en unos 200 metros y tras una curva a la izquierda y otra a la derecha me da pena cuando llego al asfalto (calle Puerto Rico, 780m) y se termina este precioso camino tradicional. Se conservan tantos viejos caminos tradicionales en torno a Vera de Erques. Esto es Guía de Isora, el paraíso de los caminos tradicionales.
La continuación por la calle tiene mucha pendiente, casas pequeñas a ambos lados, muchas antiguas están remozadas. En la subida paso al lado de un pozo y un hombre expectante sentado al lado, tengo la sensación de que podría hablar con él si le preguntase algo, cualquier cosa, pero estoy algo cansado mentalmente y no quiero esforzarme más. Más arriba cuando llego a la calle principal (845m) me gusta recordar las veces que pasé por aquí en excursiones que empecé en el pueblo justo al lado del colegio de primaria (ahora cerrado). Le pregunto a otro hombre mayor, que yo, por una fuente y sólo me dice un escueto no. Parece el rey de los aburridos. Camino hacia la derecha y le pido agua a un hombre que habla por teléfono en el patio de su casa, sin dejar de hablar entra en su casa y me da, me regala, una botella pequeña de agua, muchas gracias, sí, muchas gracias. Él no me hace caso y sigue hablando. Vale. Ya he llegado a Vera de Erques.
Tenía pensado llamar a un taxi para que me llevase a Guía pero como todavía me queda mucho tiempo (para tomar la 460) decido bajar caminando. Me meto por la calle Los Parederos y bajo por ella. En los angostos y abruptos cauces de pequeños barrancos que cruzan Vera de Erques (de arriba abajo) crecen las pencas y veo algunas pequeñas huertas, todo es muy caótico. Por la calle Parederos y entre fincas mejores y casas de dos plantas le hago señas a un hombre que va en un viejo land rover, se para y me dice que esta calle tiene salida a la carretera. Cuando llego a la carretera (la TF-465) la cruzo. Al otro lado empieza otro camino tradicional (Cueva la Teja) por donde me meto. Es un viejo camino empedrado y claro que baja en paralelo al cauce de un barranco (Bicácaro). Después de haber caminado un rato por el liso asfalto me gusta volver a lo irregular de un camino empedrado. Camino con vistas al barranco muy verde. Tras unos 400 metros en una finca (720m) con gallinas y otros animales me echo a la derecha, cruzo el cauce del barranco y sigo por otro camino al otro lado del barranco. Hay que ir ahora por un camino que va por la izquierda y bastante pegado a una casa aislada.
En unos dos o tres minutos tomo a la izquierda en una bifurcación y sigo hasta llegar a una pista sin salida y en menos de cinco minutos llego otra vez a la carretera de la que me salgo por la derecha por otra que va hacia Tejina y con mucha pendiente baja y cruza un precioso barranco (Cuéscara) y ya por ella sigo hasta Tejina de Guía en constante y ligera bajada más de un km por sitios cada vez más urbanos. En la bonita plaza con laureles de Tejina hago una parada para tomar unos frutos secos y después sigo hasta que muy cerca de la carretera me meto por la calle Cruz Alta y paso las últimas casas de Tejina, una tiene tres estatuas clásicas, hombre, mujer y joven, son de tamaño natural y del marrón de barro de las estatuas destacan los ojos pintados de blanco. De lo más llamativo. Después salgo del pueblo y sigo por un camino que va muy pegado y expuesto sobre la carretera y en una finca abandonada tuerzo a la izquierda y bajo hasta la carretera. Tomo a la derecha y sigo por el asfalto de la carretera pasando dos túneles larguitos, una experiencia intensa, después paso algunos puentes sobre barrancos grandes y ya en la entrada a la carretera de El Pozo – El Jaral doy la cosa por concluida cuando veo que me puedo refugiar en una parada techada y esperar a la 460.
El dedo no me duele, pero está mal, en cuanto lo uso me duele mucho, el tobillo me ha estado molestando todo el rato, pero al verlo sólo como un rasguño no me ha preocupado. En la guagua y algo apalizado (19.35h) me siento y enseguida a escuchar música. Y así paso el largo pasaje (a las ocho el conductor apaga las luces interiores de la guagua): Chiguergue, Tamaimo, El Molledo, Santiago, Puerto de Erjos, Erjos, Ruigómez, El Tanque, San Juan del Reparo, Genovés, Las Canales… Icod de los Vinos. Me bajo en la parada de la Cruz Roja y le doy unas sinceras “muchas gracias” al conductor. Realmente me parece un trabajo de lo más valioso, es una travesía muy complicada, con miles de curvas, y lo ha hecho de maravilla.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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