• Excursión 736. 2 Enero de 2018. Martes. (Anaga 118ª)
Blas Núñez.
Municipio: Tegueste.
ENP: Parque Rural de Anaga
De 15.28 a 18.18h. De 594 a 550 a 720 a 594m
Distancia: 6,6km. Duración: 2h 50m
Exploración de la loma izquierda del barranco Guerra/Blas Núñez y del pequeño enclave de Blas Núñez al principio de la bajada de la carretera de Las Canteras a Pedro Álvarez. Loma con vistas hacia Pedro Álvarez y los montes de Anaga, loma asilvestrada, antiguo terreno de pastoreo, prácticamente inaccesible hoy en día
En mi afán de conseguir nuevas excursiones me ha acordado de algunas montañas que hay en la subida de Pedro Álvarez justo antes de llegar a la rotonda de Las Canteras y en las que ya había pensado en explorar sin muchas esperanzas, pensaba que no había caminos que subiesen al monte y por esa razón había pospuesto durante meses venir por aquí. Por fin le llega su día.
En La Laguna hay un viento desagradable en la indefensa planicie de la estación de guaguas en un día completamente despejado de nubes. Seguimos con el anticiclón. En la 274 (15.12h) salgo hacia Las Canteras. Pocos pasajeros en la guagua, debe ser que estamos en vacaciones de navidad. En un cuarto de hora me bajo en Las Canteras (15.28h) un poco despistado. Traigo un mapa, pero sólo la idea de bajar hacia Pedro Álvarez. Entre un tráfico intenso paso caminando por el estrecho paso excavado en la piedra, es tan primitivo con su pared porosa llena de bejeques y las cuevas con sus puertas negras que parecen abandonadas. Paso ligero y al llegar delante del Super Dino ya me relajo. Una escalera que sube hacia la montaña parece prometedora pero la desecho de entrada y simplemente sigo bajando sorteando los coches aparcados. Me meto por una calle que sale a la derecha (Manchón de las Toscas) y pronto los perros de las casas separadas en sus fincas empiezan a ladrarme, avanzo por la calle hasta que me doy cuenta de que no tiene salida.
Regreso y justo cuando vuelvo a la carretera me echo a la derecha y sigo bajando por una calle estrecha (Isabel Hernández) que pronto da a una carretera después de una corta bajada. Es una carretera local (TF-141, Las Canteras a Pedro Álvarez) también con mucho tráfico. Las dos siguientes callejuelas que veo a la derecha ni las intento porque veo enseguida que son sin salida, pero cuando llego a un barranquillo (Barranco de Guerra) veo un sendero que sale y baja al cauce, lo sigue un rato y remonta por el otro lado. Fantástico, creo que ya he encontrado mi campito, un sendero por un barranquillo. El cauce del barranquillo está ocupado de vegetación impenetrable, así que me meto y subo por el sendero al otro lado que después va al lado de los muros de dos fincas y llego a una calle (Camino Pedro Santana) y sigo hacia la derecha. Enseguida las casas se terminan y en un gran llano empieza una pista que sólo identifico por la forma. Desde aquí miro a la ladera de la montaña y veo una cantera, que debe estar abandonada y ahora me propongo subir hasta ella. Sigo la pista hasta un grupito de árboles y un muro de piedra, pero no sigue más hacia arriba, entonces atravieso un campo por sembrar que está al lado. Atravieso el campo por el borde para no estropear los surcos y cuando termina empiezo a subir por una loma, después de 30 metros negociando mi paso entre tuneras, bejeques y tuneras desisto de seguir porque está muy cerrado. La loma es preciosa, pero el camino ya hace mucho que se perdió.
Regreso a la calle Camino Pedro Santana y sigo hacia la carretera de Las Canteras. En unos metros llego a una calle que sube (Zoilo Rodríguez, 590m) el nombre no lo veo y me lo dirá más tarde una mujer, sigo por la calle hacia arriba. La calle serpentea con algunas pocas casas en fincas rodeadas de muros altos, un perro mayor me ladra desde el otro lado de una verja. Sigo subiendo y llego a una casa de buen aspecto asustando a unas gallinas que están a su aire. En una pared de tosca hay grabados unos grandes círculos y otras formas. Me acerco a la casa (650m) donde veo a mujer con sombrero de paja que trajina. Le pregunto si hay un sendero para subir a lo alto. Me dice que es privado, que es su terreno, pero con mi entusiasmo por fin le saco que arriba es muy “vistoso”, y me permite pasar. Eso sí, me tiene que acompañar por los primeros escalones de la subida para protegerme de los dos perros que aunque encadenados me alcanzarían fácilmente. Me da unas someras instrucciones y me dice que por arriba está todo muy cerrado. El primer tramo es muy resbaladizo de arena suelta en los escalones excavados, pero después de una curva el sendero tiene mejor firme. Las gallinas sueltas están por todos lados le dan al lugar un aire anárquico y doméstico al mismo tiempo. El sendero mejora mucho de aspecto, rodeado de plantas, piteras, tuneras, incienso, bejeques, tabaibas. Tiene todo un ambiente muy serrano, muy montuno. (El track de la excursión no es exacto en este tramo, aunque el sendero sí lo es).
Más arriba hay unas barandillas hechas de retales metálicos y en buen estado. Las vistas son cada vez mejores. El barranco estrecho y largo por mi derecha debe llegar hasta la Hija Cambada. Sigo subiendo. Ahora la única molestia es un viento racheado que me azota de vez en cuando. Más arriba hay un gran eucaliptus casi paralelo al suelo, pero vivo y en plena forma. Llego a lo alto de la loma (Risco el Castillejo, 728m). Mirando hacia la carretera de Pedro Álvarez a Las Canteras hay dos lomas totalmente cubiertas de vegetación por donde no parece haber caminos y hacia el lado opuesto veo una sucesión de degolladas y picos hacia Anaga. Este risquito es un lugar fantástico. Por fin entiendo cabalmente el sentido de la palabra “vistoso” que me ha dicho la mujer del sombrero. Rodeo la loma y veo unas vallas metálicas que me permiten el paso hacia arriba por la loma. No es que haya un sendero, pero puedo avanzar al lado de la valla. Sólo tengo que sortear los enormes inciensos que están por todos lados. Sigo la valla un buen trecho y después cuando empieza a bajar la sigo hacia otro valle, hacia Pedro Álvarez. Sin embargo, la pendiente se hace muy fuerte y tengo que volver a subir a donde empezaba la valla. Sigo hacia arriba por la loma.
Esto es un monte salvaje con algunos eucaliptus y otros árboles. Las vistas ahora son hacia los dos lados, al barranco por dónde subí y hacia Pedro Álvarez. Todo esto es realmente otro mundo. Tantos picos y valles que no conocía. En la valla veo un agujero, lo atravieso y sigo por la parte de arriba de la loma, a la derecha en la ladera veo una casa en ruinas debajo del camino, pero imposible llegar a ella, está rodeada de vegetación. Sigo por un sendero por la loma y lo sigo, pero no puedo avanzar mucho más, unos escasos 200 metros solo, la vegetación lo ha cerrado todo. Regreso soportando el viento recio, aunque no frío. Vuelvo al lado de la valla y llego a un paso vallado a ambos lados hasta lo alto de la montaña. Me cercioro bien de que no hay más senderos y bajo. Ha sido toda una sorpresa.
Cuando regreso por la escalera la mujer me está esperando y sube unos escalones para protegerme de sus perros, les habla para tranquilizarles, uno tiene pinta de ser fiero. Al sol charlamos un rato. Me dice que antes todos estos montes se podían recorrer, que estaba todo limpio, pero que ahora las plantas lo han tapado todo, que su marido es el que ha hecho el sendero y las barandillas y los círculos, pero que ahora se pasa todo el día echado y no se quiere mover, que tiene una cosa de corazón, que ella hace tiempo que no sube a lo alto, y que su hijo cuando viene sí sube. Me pregunta mi edad y cuando se la dijo (65) me dice “pero usted está nuevo”. Cuando una racha de viento le quita el sombrero veo su abundante pelo pelirrojo. Me dice que no se puede llegar a la cantera desde su terreno que eso es privado. Le agradezco mucho que me haya dejado pasar y me despido de ella. En la bajada el perro mayor que me ladraba por dentro ahora está por fuera, pero con un par de voces me deja en paz después de perseguirme un rato. Alguien lo llama más tarde.
Regreso al barranquillo. Miro el reloj (17.04h), todavía queda mucho para el atardecer, por lo menos una hora, regreso por la carretera y cuando paso al lado del Super Dino subo por la escalera (17.26h). Llego a una calle (Cañada de Arriba) y tras una curva a la izquierda veo una bifurcación, la de la derecha (Cañada de Arriba) ya la recorrí otra vez así que ahora me voy a la izquierda (Camino Blas Núñez), es una calle bastante llana con casas al borde. Al llegar a un de un grupo de adosados le pregunto a un hombre que va a entrar a su casa con su mujer embarazada por el nombre de la calle. Desde aquí veo fantásticamente bien la cantera que antes intenté explorar, de hecho, son dos, ambas excavadas en la tosca rojiza. Unos 250 metros después de los adosados cruzo un puente y empiezo a subir por una pista. Un perro atado me ladra, vale, después un perro pequeño me ladra y me acosa, le hablo y sigo. Más arriba por el sitio por dónde se puede acceder a la cantera resulta que está vallada y con montones de perros ladradores, vale, hoy no es mi día para ver la cantera, ya lo he captado.
Pero subiendo por la pista veo la casa en ruinas que vi en la ladera antes, está al final de la pista por dónde voy. Con una buena pendiente y canteros a la derecha voy subiendo por una pista de tierra hasta que llego a la casa (17.43h, 685m) (el track de la excursión no es correcto en esta subida, la pista es muy clara in situ). La casa tiene un frente bonito con una decoración vertical, parece más una casa urbana que una casa para estar en medio del monte. Está abandonada, tiene una cueva grande al lado. Entro a la casa, tiene pequeñas habitaciones y una cocina, me dan tanta melancolía estas casas abandonadas, estas casas que no están mancilladas, que no han sido vandalizadas, a las que nadie ha metido basura y que no se han okupado. Lo que veo es un deterioro natural, como la casa se va deshaciendo, quizás pasen más de veinte años hasta que se caiga el techo. Es un lugar muy húmedo, veo jaulas para animales. Debía ser la casa que dominaba los campos, los canteros por debajo. Me pregunto sin responderme porqué la casa de la mujer del sombrero de paja está tan bien y está tan abandonada.
Regreso a la calle Blas Núñez y sigo hacia la izquierda, sigo hasta unas casas donde se termina la calle, previamente he pasado delante de una casa almacén donde un perro bardino se ha lanzado hacia mí y le ha dado tremendos jalones a la cadena de hierro que lo ata a la pared. No me puedo permitir el lujo de pensar en qué pasaría si se rompiese la cadena. En las casas del final y después de tocar a la puerta mucho rato porque he visto una escalera por arriba desisto, oigo las voces de las personas que están dentro, pero no me abren. Regreso temeroso al lado del perro que vuelve a tirar de la cadena y dar círculos como un poseso, qué peligro. Ya se va haciendo muy tarde cuando regreso por la calle de los adosados, adosados que “cantan” como gallos al amanecer en este entorno de casas aisladas, es impresionante como pueden caber tantas viviendas en tan poco espacio. El atardecer es maravilloso, es una luz cálida, que me da de cara, el sol tarda un rato en ocultarse tras la Mesa Mota. La ladera por encima parece que no se puede recorrer. Despacio regreso por la calle Blas Núñez hasta la rotonda de Las Canteras. A la carrera tomo la 076 que está en la parada (18.18h).
En La Laguna decido hacer mis compras navideñas. Cuando estoy cruzando un paso de peatones un coche me pita, me señala, me dice algo, por fin lo entiendo, llevo la mochila abierta y se me ha caído un sombrero y en este momento se me cae la cámara al asfalto. Gracias, muchas gracias señor conductor. Me dirijo hacia La Concepción y después de unas diez tiendas logro conseguir los dos encargos que tenía. De repente y cuando regreso por la Avenida Trinidad hacia la estación de guaguas me entra una sensación tremenda de soledad, de ser un perro solitario, de que no tengo familia. Ya en el coche me doy cuenta de porqué he tenido esa sensación, ha sido la maldita calle peatonal de Herradores con su multitud de familias y gente ocupada haciendo compras, y yo solo. He caído en una trampa psicológica, ha sido un espejismo. Nunca me siento solo yendo por el monte, jamás siento soledad por esos montes de dios.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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