• Excursión 1594. 1 Julio de 2024. Lunes.
Barranco El Río
Municipio: Granadilla. Arico
De 15.45 a 19.36h. De 250 a 290 a 240 a 330 a 50 a 70m.
Distancia: 8,4k. Duración: 3h 51m.
Corto recorrido por un tramo estrecho del barranco de El Río y por un desfiladero con charcos de agua permanentes que se pueden evitar con cuerdas y picas. Más charcos me impiden continuar y trepo por la ladera hasta salir. Después una larga bajada por terrenos antiguos agrícolas y áridos hasta la autopista del Sur
Como culminación de la serie de excursiones por los barrancos de Arico voy a hacer un intento de recorrer el cauce del barranco de El Río (el límite entre los municipios de Arico y Granadilla) desde un poco más arriba de La Hendidura (excursión 931) y hacia arriba. Y voy a entrar por enfrente de La Hendidura.
Conseguir traer mi cuerpo al principio de la excursión es una pequeña movida para una excursión de medio día. En coche hasta Santa Cruz. En la 010 hasta San Isidro y después un taxi (20€) para que me suba por la carretera que va desde la autopista hasta El Río hasta un determinado sitio (Las Bolas) que he estudiado previamente, situado en los 260m de altitud. Unas dos horas.
El día está soleado, me gusta. Una vez que bajo del taxi antes de una casa y la entrada a una pista a la derecha empiezo a subir por la carretera asfaltada. Estoy un poco confuso y no tengo claro por dónde entrar al barranco. Paso un depósito de agua (El Río II). Tras una curva me meto a la izquierda por unas terrazas abandonadas con cables por los suelos, parte de la instalación que sujetaba los plásticos del techo. Avanzo hasta el borde de un muro alto y desde aquí tengo una buena perspectiva de mi situación. Tengo un pequeño barranco delante (Barranquillo Las Piedras) y el barranco de El Río está a la izquierda, distingo el saliente (La Hendidura) por donde accedí en la excursión 931 al barranco. Vale. Salgo de los invernaderos abandonados y justo después de pasar el depósito de agua me meto a la derecha por una pista ancha de tierra. Es por aquí. Sigo la pista y pronto atajo por un sendero que parece trillado y que se va echando hacia la izquierda para atravesando una zona de material blanco y suelto descender por un sendero claro hasta el cauce donde hay grandes piedras de aristas redondeadas. Ha sido más fácil de lo esperado. La parte izquierda de la ladera de enfrente es una zona de escalada, este debe ser el sendero de acceso.
Me echo a la derecha y empiezo a recorrer el cauce del barranco que por aquí es ancho y de paredes altas. Entre piedras grandes y rabo de gato el tránsito no es demasiado complicado. En dos o tres minutos el barranco se estrecha y por aquí veo una incongruente valla que parece cerrar el paso, tiene una abertura por la derecha, debe ser una valla para encerrar animales, ya sin uso. Tras este pequeño desfiladero llego a otra zona de cauce ancho rodeada por paredes altas y verticales (entre 40 y 50 metros). La cosa va bien. Sin problemas. No es fácil caminar entre el rabo de gato y las piedras, tampoco difícil. La zona ancha, un tramo recto de 200 metros, termina en otro desfiladero y este mucho más estrecho, de paredes basálticas redondeadas, casi claustrofóbico, con palomas revoloteando, me imagino la fuerza del agua para haber creado estas formas. Y… me topo con un charco. (Todo este desfiladero es de basalto, y es muy impermeable, y sin que le llegue sol los charcos no se secan.) De entrada, me quedo chafado. El suelo está cubierto de excrementos de paloma, y veo dos palomas muertas, tiradas en el suelo. Menudo ambiente. Entonces veo que, por la izquierda del charco, bastante largo, hay una cuerda sujeta en agarres metálicos, y poco después veo que sobre el agua sobresalen unas picas de hierro de unos 20 cm de largo, parecen de hierro forjado, están hincadas en el basalto. Ya empato lo uno y lo otro y me parece estar leyéndolo en unas instrucciones sobre la ruta: “sujetarse a las cuerdas e ir apoyando los pies en los hierros”. Por un lado, tengo la solución para continuar, por otro, me da una gran pereza mental toda esta movida, y al mismo tiempo sé que no voy a dejar de intentarlo, es inevitable. Es mi destino. Vale. Allá vamos.
Me sujeto con fuerza a la cuerda, que tiene holgura, y voy poniendo los pies en los hierros, que están bastante separados entre sí, y voy recorriendo la pared, no sé, pueden ser seis o siete hierros cerca del agua. Supero el charco. E inmediatamente viene otro. De similares características. El agua está muy negra, debe ser corrosiva, con todo el guano de las palomas macerándose, no es un lugar para caerse. Los charcos no deben ser muy profundos, quizás lleguen por la cintura en su parte más profunda. Con determinación paso el segundo charco. Y entonces me topo con otro reto diferente. Ahora hay que subir (unos dos o tres metros) por una cuerda para superar un saliente rocoso. Y antes está el jeroglífico de como pasar una esquina del charco. Tiene tres piedras que sobresalen ligeramente, y es donde hay que ir poniendo los pies. En la base del pequeño saliente tomo la cuerda con fuerza y trepo, pero arriba no encuentro agarre, la pared es muy resbaladiza, y me veo obligado a descender. Tomo aliento después del esfuerzo físico y me doy cuenta de que hay un pequeño hueco en la esquina derecha de la pared, vale, trepo de nuevo por la cuerda, pongo el pie en el huequito y entonces ya le doy la vuelta a la pequeña pared y puedo descender y mojándome un pie un poco superar el último charco.
Todo el rato tengo la sensación de andar metiéndome en líos, si no puedo seguir hacia arriba porque haya un salto o lo que sea voy a estar atrapado y sólo el pensamiento de volver a pasar por las cuerdas me deja exhausto. Vale. Sigo hacia arriba por un tramo seco del barranco y enseguida me topo con un pequeño salto, unos tres o cuatro metros de alto. En otras circunstancias me habría dado la vuelta, pero pensar en regresar me da fuerza para seguir. Es un salto producido por la acumulación de grandes piedras y han creado una concavidad por debajo. Lo intento, pero me topo con una piedra que sobresale sobre mí. Vale. A la derecha del salto hay varias piedras que forman una especie de escalera y teóricamente parece posible. Pero todas están inclinadas y son muy pero que muy resbaladizas. No encuentro agarre. Me quito el zapato, tampoco funciona en calcetines, y menos con el pie desnudo. Con una determinación brutal logro subir al primer “escalón” pero cuando trato de trepar el segundo no encuentro sujeción y caigo. Afortunadamente no me pasa nada, sólo un rasguño en el codo. En estas escucho un ruido fortísimo que se prolonga en varios más, sonidos metálicos, no lo había escuchado nunca, ha debido ser una piedra grande que ha caído por la zona de los charcos. Todavía esto me da más fuerza para volver a intentarlo.
Logro subirme al primer “escalón”, agarrándome con todo meto el pie en un agujerito y me impulso y supero un segundo “escalón”. Ahora estoy medio agachado en una piedra redondeada pequeña ocupada por un rabo de gato que crece en la esquina. Pongo una rodilla en esta piedra, después la otra y agarrándome al rabo de gato (salvador) no con mucha fuerza me vuelvo a impulsar y supero el tercer “escalón” y logro superar el salto. Estoy exhausto. Ha sido una combinación de trabajo físico y mental que me ha dejado turulato. He salido a una zona muy seca y más ancha del barranco y rodeada de paredes muy verticales por los dos lados, unas paredes verticales preciosas de piedras beis y marrones de una fuerza plástica increíble. Por aquí veo que por la derecha la pendiente no es muy fuerte y se podría salir o entrar al barranco, no lo intento. Y no he avanzado ni un minuto cuando me topo con otro charco. Este no tiene ni cuerda ni hierros, nada. No está tan sucio como los otros. Por la derecha no se puede rodear. Trepo por rocas por la izquierda y cuando supero el charco no encuentro la manera de volver a bajar al cauce. Todo es pura verticalidad. Es un barranco tan salvaje. Este barranco nace en la degollada de Guajara, en los 2500m de altitud, el agua que puede llegar a transportar es inimaginable. Estando aquí decido intentar salir del barranco subiendo por esta ladera. Podría volver a bajar al cauce e intentar el sitio que me pareció posible pero ya que estoy aquí arriba prefiero seguir por aquí. Vamos a ver. (Ahora que escribo esta crónica puedo ver que hay unos 60 metros de desnivel entre el cauce y la parte superior). Empiezo a subir medio trepando por la pared, es complicado pero posible, el entorno es maravilloso, las plantas, las rocas, la forma de las rocas, la pared de enfrente, de igual altura, el día soleado. Cuando voy superando partes más verticales surgen otras. Poco a poco logro ascender hasta que llego a la base de una pared completamente vertical, incluso invertida. Y entonces veo que un poco por debajo de mí hay un pequeño andén, una cornisa por donde se podría seguir hacia arriba. Este andén debe estar a unos quince metros por debajo del borde superior de la pared del barranco. Bajo hasta el andén y empiezo a recorrerlo hacia arriba (hacia la izquierda), apenas sube, a veces baja un poco, y tiene continuidad, con mucha imaginación se podría pensar que esto es un viejo sendero de acceso al cauce. Me da fuerza este pensamiento. Supero una primera esquina de la pared y veo que la pared vertical por arriba sigue siendo imposible de trepar. Sigo por el “andén” y tras unos cien metros doy la vuelta a una segunda esquina y ahora sí, ahora veo que a unos cien metros hay una lomita por la que podría subir hasta lo alto. Qué fe hay que tener. Sigo con más calma ahora y cuando alcanzo la lomita puedo subir por ella hasta lo alto (340m) y salir del barranco. Todavía me da tiempo a echarle otro vistazo al cauce del barranco del que veo un tramo recto largo. Otro día tengo que regresar y cruzar el charco.
Ahora soy un zombi, estoy apaleado, cansado. Ha sido tan intenso. Decido bajar campo a través por las lomas. Poco a poco, según bajo atravesando los muros bajos de antiguos cultivos, me voy recuperando. No tengo ningún plan, sólo descender sin alejarme mucho del barranco de El Río. En los 300m me acerco al borde del barranco para echarle un vistazo a la zona de los charcos, apenas la puedo ver. Tras atravesar una zona extensa de terrazas sigo un poco por una pista ancha y cuando tuerce a la derecha yo sigo recto bajando. Paso al lado de una vieja caseta de bloques beis de tosca. Sigo bajando. En los 230m me echo a la derecha (la loma por dónde voy no tiene salida) y voy recorriendo pequeñas lomas separadas por barranquillos (Hoyo del Tablero, Hoyo de Elvira, Hoya Eras El Río) sobre materiales piroclásticos con nateros en casi todos los cauces y muchos muros bajos de terrazas. En uno de los nateros encuentro una higuera estupenda con montones de higos, tomo uno, lo abro, tiene un aroma intenso, en esta aridez es maravilloso, me lo tomo con gusto. Poco a poco me va capturando la belleza de este entorno tan árido y seco, ¡y aquí se cultivó! Es una travesía trabajosa sobre el material abrasivo y con mucho rodeo. En los 180m sobre otro barranquillo (Hoyo Viejo) que tiene una presa seca bajo por placas de piroclasto hasta el cauce, lo rodeo por nateros y tras una esquina encuentro un viejo camino (160m) y sigo por él. El camino lo recuerdo de otra excursión (la 896) y me lleva a una pista muy destrozada, cosa de motoristas, hasta el cauce del barranco de El Río.
Creo no estar muy lejos de la autopista, estoy equivocado. Por eso se me hace muy largo el tránsito por el cauce. El cauce es de piedras redondeadas con mucho rabo de gato. El cauce es llano y cuando lo miro a lo lejos parece una calzada. Va describiendo curvas y más curvas, a veces una pista ataja tramos del cauce y se sale tanto por la izquierda como por la derecha. En los 110m veo a la izquierda un interesante risco (La Cagada) de paredes claras de color beis. Y sigue, y sigue. Se me hace eterno. Voy intercalando tramos por cayados con trozos de pista de tierra hasta que por fin empiezo a ver los coches en la autopista que atravieso por un túnel doble, evito el pasar al lado de un coche con personas dentro que está en uno de los dos túneles. Al otro lado tiro a la derecha y bajando y subiendo y al lado de una bonita tubería gruesa de color violeta. Cuando paso otro barranquillo me echo a la derecha y recorro el último tramo antes de la parada de la guagua por el arcén.
Cuando consulto la app de Titsa y me dice que la 111 pasará en… 27 minutos me da un bajonazo. El otro día fueron 2, hoy 27. Pasa cada media hora. Entre cambiarme la ropa y hacer los estiramientos voy pasando los minutos y cuando ya solo faltan cinco minutos me pongo cerca de las defensas para que me vea la guagua. Emocionante hasta el final.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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