• Excursión 589. 19 Enero de 2017. Jueves.
Los Canos. Barranco el Río. Las Vegas.
Municipio: Arico. Granadilla.
ENP: Parque Natural Corona Forestal
De 12.04 a 18.30h. De 1090 a 1600 a 650m.
Distancia: 23,2km. Duración: 6h 26m.
Subida por pista hasta acceder al barranco de El Río. Paso por un desfiladero hasta una zona amplia siguiendo el cauce del barranco que lleva agua. Regreso por pistas forestales y senderos PR hasta Las Vegas
En Las Vegas (11.34h) espero al taxi que me ha a llevar hasta Los Canos (Arico). Los Canos está al final de una carretera que sube desde El Río. Cerca del destino el taxista, que es cazador de perdices, se muestra interesado por este sitio. Deseándome suerte el taxista (15€) empiezo la subida (12.04h, 1100m). El día está nublado, irá empeorando. Con esta temperatura, algo fresca, la subida no se me hace dura. Me desvío a la izquierda (12.30h, 1300m, punto A) por una pista bastante llana que rodea una loma y que apenas se ve al principio. En unos dos minutos llego a una bifurcación y tomo a la izquierda por otra pista que baja y que, describiendo dos curvas, se acerca al borde del barranco de El Río. Esta zona es parque del parque natural de la Corona Forestal y se nota, abundan los pinos. Cuando llego al final de la pista (sin salida) me salgo por la derecha y en unas decenas de metros llego al borde (1275m). Está despejado de pinos y tengo unas magníficas vistas del profundo barranco de El Río. Descubro en la otra ladera un sendero que va poco a poco recorriéndola y bajando. Debe ser un sendero para bajar a alguna galería. (Por la noche me devano los sesos tratando de localizar por dónde puede empezar ese sendero en Granadilla. Llego a la conclusión que debe salir desde los 1050 metros y que debería buscarla desde el sendero que va de Las Vegas hasta la montaña Tames -excursión 489.) (Conseguiré encontrar ese sendero en la excursión 1011, dos años y medio después).
Vuelvo a la pista (12.56h) por donde me desvié (punto A). Sigo subiendo a ritmo constante y llego bastante entero a una bifurcación (13.16h, 1500m), tomo a la izquierda (hacia la derecha sigue una pista forestal -excursión 576- que lleva hacia Los Riscos). Enseguida llego a una barrera metálica en una llanurita con buenas vistas del barranco. Paso la barrera y sigo por una pista que se mete por la ladera del barranco. La sigo y en menos de cinco minutos me desvío, a la izquierda, por un sendero. Es pedregoso e inseguro. Llego al cauce del barranco (13.28h, 1420m). Estoy muy emocionado. Es la tercera vez que vengo y por fin voy a recorrerlo. El día está cada vez más gris. Una pena porque no se puede ver el barranco profundo y no va a haber vistas al otro lado. Pero para lo que tengo que hacer ahora no importa demasiado. Al llegar al cauce empiezo a subirlo hacia la derecha.
El cauce no es muy ancho y lleva agua, lo cual es maravilloso. En el cauce crecen arboles no muy grandes de hojas alargadas, que no conozco. Alrededor de los charcos crecen muchas plantas (codeso, escobón, malpica, chahorra, bejeque). Hay charcos por todos lados. Es un paisaje denso de plantas. Enmarañado. Tengo que ir con mucho cuidado buscando el camino que va pasando de un lado a otro del cauce entre rocas y charcos de fondo arenoso. Marcas verdes de spray señalan el sendero en los sitios complicados. Es una maravilla de sitio. Impresionante. Un poco temible. Desperdigadas hay rocas pulidas de todos los tamaños. Las paredes del barranco se van acercando, llega un momento en que tiene menos de cinco metros de anchura y una altura considerable, es todo un desfiladero. Voy muy atento al color y las formas de las rocas, más bien cayados, en el suelo. Busco señales de desprendimientos recientes. Sólo veo uno. Son rocas de color gris pálido de formas irregulares y con mucho polvo de roca. Tengo que ir a paso ligero. Este es un recorrido para hacer con casco, sin duda. La zona estrecha no es muy extensa, pero a mí se me hace muy larga. Cuando llego a una zona amplia me siento más aliviado. Pero todo el rato es bastante complicado ir buscando el sendero entre el agua y las rocas. Es una buena aventura esta. Me nuevo me empiezo a fijar, esta vez con más detalle, en unos árboles que nunca había visto antes. Parece que son de hoja caduca (cosa muy rara en la flora de Tenerife), y tienen flores alargadas de color amarillo pálido. Los árboles no son muy grandes. Son sauces, crecen en terrenos muy húmedos y es uno de los dos únicos árboles canarios que pierden sus hojas en invierno. Las brumas, los árboles sin hojas y las grandes rocas hacen que parezca un paisaje de cuento. Y cada vez hay más bruma. Sigo subiendo.
Llego a un espacio despejado donde confluyen dos barrancos, un lugar rodeado por tres enormes riscos. Hasta este claro he recorrido aproximadamente un kilómetro por el cauce del barranco. Es un lugar de cataclismos. Hay niebla y no puedo ver bien las extraordinarias dimensiones de las paredes. Cuando llueva con intensidad aquí tienen que confluir dos corrientes muy fuertes que después bajan por el encajonado barranco de El Río, sólo de pensarlo me acojono. Siguiendo las marcas verdes empiezo a subir por el barranco de la izquierda. Voy subiendo cerca del cauce. Cuando llego bastante arriba en un gran pedregal ya no veo más señales verdes y decido no seguir más hacia arriba y regresar (14.16h, 1550m). (Van a pasar años hasta que sepa que un poco más arriba está la cascada del barranco de El Río y más todavía cuando regrese y llegue hasta la cascada - excursión 1478).
Ya está bueno. Vuelvo con un poco de temor por tener que volver a pasar por el angosto barranco. Disfruto del ambiente misterioso. Casi cada vez que veo las marcas verdes y el sendero fantaseo con grupos de aguerridos senderistas transitando maravillados y conducidos por un guía. Con igual cantidad de temor y de asombro empiezo a bajar. El lugar es único. Tan salvaje. Estoy retrasando la comida para después de la travesía de vuelta. Mala decisión. Tengo que ir sorteando los charcos por todos lados. Pero en uno meto el pie y al tratar, un poco histérico, de salir meto el otro pie completamente en el agua. Resultado: un pie completamente mojado y el otro a medias. Encuentro la base de cemento del puente que jamás se puso aquí (excursión 484, lo que me contó Arsenio). Al menos es un sitio cómodo para cambiarme. Me quito los zapatos y los calcetines. Me seco los pies con una camiseta de repuesto y la bufanda. Afortunadamente encuentro en el fondo de mi mochila unos calcetines secos y gruesos. Me los pongo. Saco las plantillas de goma de los zapatos y las exprimo para sacarles el agua. Seco lo mejor que puedo el interior de los zapatos. Entonces recuerdo lo que hacen los ciclistas para no resfriarse en las bajadas después de sudar a mares en las subidas: se meten periódicos bajo el maillot. Relleno los zapatos con las hojas de la guía de Titsa, me los pongo. La idea es que poco a poco y al ir caminando, la humedad restante la irá absorbiendo el papel del folleto. Vale. Ahora puedo tranquilizarme y reponerme un poco con mi bocadillo y mi bizcocho. Estoy en lo profundo del barranco con agua alrededor, el día cada vez más gris, ¿me lloverá?
Terminado de comer enseguida me pongo en camino. Todavía tengo un gran plan por hacer. El incidente del agua no me va a detener. Sigo bajando por el barranco. Paso el sitio por dónde accedí y unos metros más abajo encuentro el sendero que sube por el otro lado. Sube con mucho zigzag salvando el desnivel. Pedregoso, pero claro de seguir. Llego a la pista (15.33h, 1485m). Primero un poco estrecha, al salir del barranco ya es ancha. Una pena que el día esté tan gris y las brumas hasta arriba porque desde aquí debería tener una vista fantástica del barranco de El Río. Rebaso una barrera metálica. Ahora tengo que encontrar a unos cinco kilómetros una pista que baja hacia el pino del Guirre y de ahí a Las Vegas donde tengo el coche. En la mano llevo un mapa y voy contando y siguiendo las curvas. Se me hace larguísimo. Todavía me estoy reponiendo del temor del barranco y del charcazo. Voy cómodo con los zapatos. De vez en cuando salen trozos verdes del folleto. Los recojo. Nada de basura en el monte. Me esfuerzo en sintonizar con el ambiente, pero entre el día gris y la monotonía del monte de pinos me cuesta trabajo. Por esta pista se va al campamento de la Madre del Agua (lugar muy popular de acampada). Esta pista, más allá del campamento, la atravesé cuando subí al paisaje lunar. Pinos y pinos. No llueve. Casi todo el rato en ligera subida. El olor es agradable, aunque no muy intenso. Voy a buen ritmo. Cuando encuentro la pista que estaba buscando (16.10h, 1600m) me da un alegrón tremendo. Un cartel dice “Montaña Tamé”. Esta montaña (Tamé o Tames) está por encima del pino del Guirre. Otro cartel indica el campamento de la Madre del Agua.
Empiezo a bajar por la pista, es muy sinuosa y va descendiendo, pero muy poco a poco. Veo algunos hornos de brea: pequeños muros circulares hechos con rocas. Se venían hasta aquí arriba para transformar los hermosos pinos canarios en apestosa brea. Duro trabajo para el que tuviese que hacerlo. Mandados, seguro. Voy chequeando que las curvas del camino se corresponden con la de mi mapa. Como el pinar no es denso puedo ver hacia lo lejos las otras curvas y también cuando hace una de 180 grados. Sigo un atajo que salva una gran curva (no está reflejado en el track de la excursión). Después en una bifurcación (1260m) me arriesgo por el ramal de la izquierda, que me desespera cuando empieza a subir, pero no dura mucho y pronto empieza a bajar con una gran pendiente pero por un terreno muy pedregoso y complicado. Pero si baja mucho no me importan las rocas, el caso es seguir bajando. En alucinante la cantidad de pistas y medias pistas que hay en el monte. Ni que decir tiene que no he visto absolutamente a nadie desde que el taxista me deseó una buena excursión.
La vegetación se empieza a hacer más variada: amagantes, jaguarzos. Pero no he llegado a tener vistas sobre el barranco de El Río en ningún momento. Otra tremenda alegría me da cuando veo la primera señalización de sendero oficial (17.20h, 1195m) hacia Las Vegas. Sé que debo estar ligeramente por encima de la montaña Tamé.
Desde aquí ya me puedo tranquilizar completamente en lo del sendero, es claro y bien delimitado. Pero ahora me asalta la otra inquietud que traía ¿me dará tiempo a llegar a Las Vegas antes de que anochezca? Esta excursión se está convirtiendo en un verdadero tour de force. Tengo una hora y diez minutos de luz. Pero todavía me deben faltar unos seis kilómetros para llegar. Procuro no agobiarme pensando que mejor es ir entero y seguro que rápido pero con un tobillo torcido. Me concentro en la bajada que es muy demandante, rocosa y revirada. Llego a la montaña de Tamé: una suave elevación a la izquierda, debajo tiene restos de muros de terrazas. Llego al pino del Guirre (17.32h, 1066m, faltan 4,1km). Después veo los restos del pino quemado, con su correspondiente cartel. Más tarde la casa de El Seco (17.50h, 780m, faltan 3,2km) con su perro ladrador y su larga atarjea abrevadero en un llano. Desde aquí sigue bajando por una pista de la que me salgo hacia la derecha (17.56h, 782m, faltan 2,5km) por un sendero. Llego a una loma que bajo. Paso una finca con perros que me ladran desde muy lejos. Conozco bien el camino, pero no es cómodo en casi ningún momento, quiero decir que no es liso. Después de llanear bastante casi veo Las Vegas (18.17h, 720m, falta 1,1km). Ya estoy muy cerca. Tras el horno de higos ya la veo bien y llego a la carretera (18.30h, 650m). Ha sido una bajada impresionante. Estoy entero. Ni un rasguño. Los pies completamente secos. Incluso hago mis estiramientos. Qué bueno. Lo de la travesía del barranco de El Río es para repetirlo, claro que sí (Tardaré seis años en volver).
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Los Canos al desfiladero del barranco de El Río y regreso a Las Vegas