• Excursión 729. 5 Diciembre de 2017. Martes.
Roque del Conde.
Municipios: Arona. Adeje
ENP: Reserva Natural Especial Barranco del Infierno
De 15.54 a 18.10h. De 714 a 1005 a 714m.
Distancia: 5,8km. Duración: 2h 16m
Subida al roque del Conde por el lado norte, el menos usado. Empiezo a las afueras de Arona, cruzo el cauce del barranco de El Rey, y por sendero subo hasta una degollada y después por una arista hasta lo alto del roque del Conde donde descubro además de maravillosas vistas gracias a un día de calima un viejo almácigo
En un día estupendo y soleado (30º) salgo con la 110 (14.28h) de Santa Cruz rumbo al sur. Me tengo que cambiar de sitio en la atestada guagua porque un pureta ha cogido por banda a un inocente estudiante y le está comiendo el tarro con sus batallitas, no lo soporto. Yo mismo he sido tantas veces la víctima que no lo soporto ni por un segundo más. En el nuevo sitio al lado de una mujer marroquí de unos 35 años, se cambia inmediatamente de sitio con su marido (sin comentarios). En San Isidro se llena a tope la guagua con un grupo de senderistas extranjeros que ocupan hasta el pasillo, mientras el hombre marroquí consulta su teléfono, con letras árabes. Llegamos bien a Los Cristianos donde hay calima y algo de viento (28º). Encuentro pronto la parada de taxis después de preguntar a un taxista y no tengo que esperar mucho a que aparezca uno (15.40h). No acabo de localizar el acento del taxista que tiene un ligero olor a cacahuetes y no resulta muy hablador. Me deja al lado del comienzo de mi ruta (frente al hogar canino El Ancón, 15.54h, 714m, 12,5€).
La luz de la tarde está preciosa, tan cálida, tan tibia, todo resalta maravillosamente. Después de pasar, enseguida, el primer barranco me trabo un momento en dos pistas con barrera, es la de la derecha. El sendero de roca es fantástico y llego pronto, después de pasar una casa antigua alargada con horno, al borde del barranco del Rey, donde las vistas son estupendas y enfrente hay una subida zigzagueante entre dos diques. Es un barranco no muy profundo con sección en forma de u. Bajo por el sendero parcialmente empedrado hasta el cauce (16.11h, 660m), está señalizado con hitos por donde entrar y por dónde salir. Subo rápidamente el barranco y salgo al sendero claro que en un par de minutos se une con el que viene de abajo y sigo, a la derecha, hacia la degollada por el borde de un pequeño barranco que tiene algunas paredes con muritos de piedra por encima, no soy capaz de descifrar para qué serían. El tramo se me hace un poco largo. Me resulta impresionante la ladera del Conde toda llena de terrazas, ahora vacías. No me dejo tentar por algunos desvíos y sigo por un sendero de firme irregular y un último tramo serpenteante y pedregoso, pero siempre mejor que campo a través, hasta una degollada (Gollada los Frairitos, 16.26h, 765m) donde hay una bifurcación. Me echo a la izquierda, hacia el roque del Conde.
El camino está señalizado con puntos verdes y bastante claro, me vuelvo continuamente para admirar el roque de Imoque y el roque de Los Brezos, la luz cálida del atardecer lo hace maravilloso, se notan muy bien todas las grietas, todas las curvas, fantástico también la serie de riscos (Riscos de Fañabé) que parten del doble roque de Los Brezos. La subida es por una arista. Además de a la ladera del Conde y el picudo roque Imoque (a la izquierda) tengo vistas (a la derecha) hacia Adeje, aunque no se ve claramente, la calima es densa. Sin embargo, se ven bien tanto Vilaflor como Arona. Hace viento en la subida, un poco fuerte por momentos, en otros momentos desaparece. Descubro una pequeña era (10m Ø) en la subida en un lugar algo más llano (790m), es una sorpresa muy agradable, qué sitio para aventar el grano, la era está en perfecto estado, parece que se fueron ayer. Después de la era el camino se hace más pedregoso y empinado, tengo que trepar en varios puntos, sigue bien señalizado con los puntos verdes grandes que me van guiando entre las rocas.
El hecho de que vaya subiendo a la sombra le quita parte de la mordiente a la subida, no sudo prácticamente a pesar del esfuerzo grande. En una esquina de la subida el sendero vira hacia la izquierda, por encima es demasiado vertical para subir, por aquí las trepadas por las rocas son continuas, es un sendero bastante salvaje, pero bien de firme entre las trepadas. Llego a una segunda esquina y veo que todavía tengo que subir mucho, no sabía que iba a ser tan grande este ascenso (una vez hablé con un pastor cerca de la degollada que me habló de este camino y me hizo pensar que era corto). El camino a veces es por pura roca y sólo los puntos verdes me hacen ir de un punto a otro, ninguna otra señal, a veces sí es claro cuando va por terreno arenoso, pero con muchos desniveles. Por encima el risco domina vertical. Pero ya voy viendo donde termina el camino y se llega a lo alto de la meseta. Cuando llego a lo alto (16.53h, 981m) vuelvo a ver el sol y ¡cómo luce aquí arriba! es fantástico, destacan los grupos de tuneras indias con sus frutos de color carmesí, también las tabaibas, los verodes. Veo otra era aquí arriba, algo más grande que la otra (13m Ø). He memorizado el sitio por donde he accedido a la (mesa) del roque del Conde, un grupito de piedras lo señaliza.
Me llama la atención una placa en la roca en la pared del risco, me acerco y veo que está en recuerdo de un jefe guanche (Mencey Ichasagua, el Alzado). Veo que hay una cornisa que va por el risco (a la derecha según he subido) y como rata siguiendo al flautista me meto por ella, no es muy ancha, pero suficientemente segura, quizás un metro y medio de anchura, va pegada a la pared vertical lisa. En la cornisa hay muchas plantas y tengo que ir esquivándolas sin acercarme al borde, las vistas hacia abajo son estupendas, es muy excitante este paso. Cuando ya he avanzado un cierto trecho me fijo en que hay un árbol no muy lejos en la cornisa, ahora tengo un propósito claro. Sigo la cornisa unos 100 metros y logro llegar hasta el árbol, el tronco es grueso, un buen tronco, tiene placas pequeñas, un ejemplar viejo, pero no tiene ni una sola hoja, sólo frutos rojos y negros, me fijo bien en el suelo y localizo algunas hojas secas, ¡es un almácigo! Maravilloso, un almácigo, me pone súper contento. De este árbol me habló otro taxista y me dijo que estaba sobre unas cuevas donde un grupo de guanches se refugió de los conquistadores. Efectivamente las cuevas están por debajo. (Más tarde el taxista que me llevará de vuelta a Los Cristianos me dirá que los taxistas lo ven desde abajo y se preguntan de dónde crecerá). Crece pegado al risco, en el borde interior de la cornisa, y tiene buen tamaño, unos cuatro metros de alto y bastante copudo, el tronco de unos 25 centímetros de diámetro. Es un prodigio. Sin apenas lluvia debe vivir de la humedad que le aporta las nubes que muchas veces cubren el roque.
Cumplida la misión, aunque se puede seguir un poco más por el risco regreso algo temeroso, grandes trozos de la cornisa se han desprendido y caído sobre la cornisa. Es un lugar espectacular. Salgo de la cornisa con las piernas temblando. Ahora me concentro en subir entre piedras y vegetación densa hasta lo más alto del roque y llego al punto geodésico (17.05h, 1008m). Un pájaro negro alza el vuelo cuando llego y emite sonidos alarmados, grazna y se lanza como un misil por el abismo hacia abajo. En el punto más alto me acerco al borde para admirar Imoque, el doble roque de Los Brezos, Arona, Adeje, … es una vista maravillosa, sobre todo a esta hora, todo se ve tan clarito hacia arriba. Pero soy consciente de que no me puedo quedar mucho aquí si quiero llegar a terreno seguro antes de que anochezca, así que apuro unos minutos y empiezo a bajar (17.10h). La bajada la hago escuchando la extraña música del álbum “Rain” de Luciftias, una mezcla de sonido de lluvia, con drones largos y repetitivos. Paso la segunda esquina (17.18h, 930m) después de que un corredor que aparece de la nada me sobrepase y desaparezca sendero abajo con la misma rapidez. La bajada es muy demandante y tengo que usar las manos para las destrepadas. A la sombra bajo. Con viento algo fuerte por momentos. Poco después paso la primera esquina (17.18h, 930m) y empiezo a bajar por la arista por un terreno todavía muy abrupto. Pero lo mejor es que ahora bajo de cara a Imoque y el doble roque de Los Brezos y puedo ir viéndolos y disfrutándolos de continuo con una luz cálida y maravillosa de este atardecer especial gracias a la calima. Llego y paso la era (17.33)) y los puntos verdes me continúan guiando hasta la degollada (17.40h). Ya parece que voy a completar el camino con luz de día. Voy súper concentrado en no caerme, ni resbalarme. Cuando me meto por el sendero pedregoso y arenoso tengo que decir adiós a la vista sobre Imoque. Voy bajando totalmente sintonizado con el lugar. Vuelvo por donde he venido.
Llego al cauce (17.57h) y encuentro las piedras para empezar a subir, ya no luce el sol, el sol ya se escondió hace rato, aunque todavía no ha anochecido. Cada vez hay menos luz, pero me da tiempo bien para hacer el último tramo con luz antes de llegar a la carretera (18.10h), enfrente del hogar canino. Llamo a un taxi. Qué civilizado es esto. Espero con fresco y el taxi aparece pronto (18.17h). Cuando me monto en el taxi me agrada encontrarlo tan limpio, tan nuevo, oliendo muy bien. Además, el taxista es muy amistoso y hablador, con gafas de astigmatismo. Me dice que no ha llovido nada, y que el fin de semana suspendieron todos los partidos de fútbol por la alerta naranja pero que no cayó ni una gota. Le hablo del almácigo. Me deja en Los Cristianos (18.32h, 12,4€). Gracias. En la parada me mezclo entre la gente para evitar el viento desagradable, qué es raro aquí. La guagua aparece no mucho más tarde y me monto en ella con muy pocos pasajeros, todos absortos mirando sus móviles que les reflejan la luz en la cara. La guagua es nueva, de grandes ventanales tintados y de doble cristal, un lujo, y se desliza ingrávida en el nuevo asfalto que están poniendo en la autopista. Todo es fantástico. Me pongo a escuchar el disco “Zulu” de John Barry, es música de películas. En Santa Cruz compro en el Corte Inglés un fantástico panetone: Gran Galup.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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