• Excursión 1365. 10 Enero de 2022. Lunes.
Añaza. Costanera. Boca Cangrejo. Las Caletillas
Municipios: El Rosario. Santa Cruz.
De 14.52 a 18.41h. De 170 a 40 a 100 a 0 a 130 a 40 a 160 a 100 a 140 a 30m.
Distancia: 14,1km. Duración: 3h 49m
Principalmente recorrido urbano con el paso de dos barrancos salvajes, uno al nivel del mar, cerca de la costa casi todo el rato, y encontrando una vieja pista y un antiguo sendero intacto y aislado entre la Costanera y Boca Cangrejo con una parte final de senderos peatonales hasta Las Caletillas
Cada vez mirando menos mi lista de “Futuras Excursiones” me decido hoy por seguir por el recorrido desde Santa Cruz hacia Arona, hoy, la re-segunda etapa desde Santa M.ª del Mar (Añaza). Y para simplificar voy en coche y lo dejo aparcadito en la cuarta planta del Centro Comercial. Por no pasar por el interior del Centro salgo directamente a la calle que va paralela a la autopista y tuerzo a la izquierda y enseguida a la izquierda, otra vez, para empezar a bajar por una calle ancha con paseo central (Avenida Bentacayse). Por la uniformidad de estos edificios correctos, pero sin gracia, por su cómoda acera bajo hasta que cerca de un colegio (Escuela Infantil Tacoror) cruzo y bajo por largas tiradas de escaleras, por las que no parece que baje mucha gente. Y bajo hasta llegar a los muros del colegio, se oyen gritos de muchachos y voces femeninas. Lo evito por la izquierda y poco después (90m, esquina Decano Insular con Luis Celso) me echo a la derecha entre un parking y el borde de un descampado. Pronto llego al límite del mundo, al puro campo, a una zona de vegetación, la original, está regada de desechos urbanos y escombros. Más interesante, a pesar de todo, que el recorrido urbano. Me cuesta dar con el camino que rodea, a distancia, el colegio vallado. Bajo demasiado por la ladera hasta que me doy cuenta de que el barranco (Barranquillo de los Alcaravanes) a mi derecha se ha hecho muy profundo y tengo que volver a subir por la ladera rocosa, con cardones, tabaibas y balos hasta que doy con el camino que al cruzar al otro lado se convierte en una vieja pista abandonada (conserva el bordillo), una carretera que se quedó muy a medias y que se dirige hacia el gran mamotreto, el gran edificio del que sólo se construyó la estructura, la mole. La pista por dónde voy está muy deteriorada, erosionada, con hoyos profundos. Mejora la pista al llegar a una desviación que baja a un asentamiento de playa (Los Pocitos), yo sigo y paso por delante del hotel fantasma y subo un poco hacia una urbanización (Acorán).
Hasta ahora no llevaba un plan muy preciso de por dónde ir y ahora, a la aventura, decido ver a dónde me lleva una calle sin salida (Bentaguayre). Un coche comercial tiene las puertas abiertas, me imagino que el conductor ha buscado un sitio tranquilo para descansar. Yo sigo hasta el final oyendo a unos obreros que se hablan en un edificio, que me gusta, anguloso, que están haciendo en la calle de arriba. Salto la barandilla, pero no veo ninguna posibilidad, razonable, de ir por la costa hasta la desembocadura del barranco grande (El Pilar) que limita el crecimiento de Acorán. Es una riscadera de lo más irregular. Regreso por la calle y subo hasta la primera calle a la izquierda (Achamán) para intentarlo desde arriba. Uno de los obreros sí me saluda, el otro sólo me mira con suspicacia. No las veo, las grandes casas están ocultas tras muros altos. En el extremo de la calle encuentro un mirador (90m) al barranco del Pilar. Paso la barandilla y tras echar un vistazo veo que hay posibilidades de bajar directamente hasta el nivel del mar por el borde del barranco. Primero por entre escombros inestables y el material de obra desechado junto a restos de vegetación de la gran casa de al lado (que parece desocupada) logro bajar hasta un terreno intacto, con las rocas y la vegetación de la zona. Hay un medio camino, simplemente un terreno algo hollado por el que baja una tubería de plástico. Y despacio, despacio, con mucho cuidado voy descendiendo, cada vez más contento por la perspectiva de poder conseguirlo. Al otro lado, por el sendero, veo una persona bajando, me paro y me fijo bien para ver si puedo enlazar con ese sendero sin tener que subir demasiado por la ladera, lo descarto. En la parte más baja me encuentro con un terreno de escorias compactadas rojizas, su superficie con millones de aristas, como un gran papel de lijar de lo más abrasivo, y voy encontrando un camino, un sitio por donde bajar sin exponerme nunca, sólo yendo despacio. Cerca de la desembocadura del barranco me echo a la izquierda para visitar un espacio cubierto con una gran lona, un pequeño refugio de pescadores, en el extremo de la bahía veo otro. El mar bate apenas, y no huele ni a yodo, ni a mar. Me gusta el sitio. No tiene nada, sólo la lona y un gran espacio a la sombra debajo, que hoy no se nota porque el cielo está gris. Me doy la vuelta y bajo hasta la pequeña playa de cayados, las olas apenas levantan espuma, todo está muy calmado. Lo he conseguido. La alternativa era subir mucho más por Acorán y bajar por un sendero al otro lado del barranco del Pilar, el sendero por el que acabo de ver bajar a un hombre, y entonces me acuerdo de que yo bajé por ahí una vez.
Cruzo el cauce y encuentro un sendero, que fácilmente me lleva hasta el sendero por el que bajaba el hombre. Fantástico. Claro, los que van al espacio bajo la lona, deben ir por la costa, no desde arriba. (Estoy escribiendo esta excursión el sábado de la misma semana en que la hice y ya siento una nostalgia tremenda, como de cosa muy antigua, ya inalcanzable, irrepetible). (Dos años y medio después, cuando releo la excursión para publicarla siento la misma nostalgia). El sendero me lleva en paralelo y no muy lejos del mar, sobre las pequeñas casetas que están desperdigadas cerca de la costa, medio escondidas, todas de auto construcción, artesanales, cuidadas, no veo a nadie, no oigo a nadie. Paso dos pequeños barrancos (Las Lagarteras y El Humilladero) y antes de llegar a una pista con mejor firme me echo a la derecha por un espacio rocoso y pronto encuentro una vieja pista/camino que sube la ladera. La he localizado gracias al mapa de OSM, desde abajo no se ve en absoluto, al menos el principio, se hace algo más ancha después y tras una curva pronunciada a la izquierda (ya cerca de la urbanización de la Costanera) termina abruptamente, está sepultada por los movimientos de tierras que hicieron al construir las calles de la urbanización. Subo malamente por las piedras sueltas, rodeo la valla de una depuradora y salto la barandilla para ponerme en la calle (Avenida del Atlántico).
Sigo hacia la izquierda, quiero bajar de nuevo por otro viejo camino, uno que empieza al final de esta calle, aunque ya veo claramente en el mapa que no tiene conexión con este barrio, también lo debieron sepultar al hacer la calle. Vale. De momento me gusta este paseo por un firme fácil, y un sitio tranquilo y despejado, las casas quedan mucho más arriba, es un buen sitio para venir con el coche simplemente para ver el mar, un lugar tranquilo sin agobios. Pasado un pequeño barranco (Barranquillo de Boca Cangrejo) salto la baranda (110m) y me echo cuesta abajo por una ladera con mucha pendiente de materiales sueltos, por poco no me caigo rodando, todo está de lo más inestable pero pronto doy con el viejo camino, casi irreconocible, oculto por la vegetación. Qué bueno. Hoy todo me sale bien. Si el que hice para subir era más una pista que un camino este es un auténtico viejo camino, que baja en tramos largos y curvas de 180 grados y con sus piedras cúbicas marcando el borde exterior del camino. Estoy emocionado. Me encanta. No me acuerdo de ningún camino tan bueno como este en toda la costa. (Más tarde consulto el mapa de IGN del año 1957 y compruebo que era el camino que comunicaba el barrio de San Isidro y el Chorrillo con Boca Cangrejo, en la foto aérea del año 1951 se ve claramente). A pesar del abandono de decenas de años aquí está, muy reconocible y en muy buen estado. En una de las esquinas hay una antena, quizás todavía se usa el camino para acceder a la antena, y cuando estoy llegando a la calle de Boca Cangrejo me doy cuenta de que no tiene comunicación, tengo que saltar un murito para ponerme abajo, en la calle. Desde abajo no se ve nada de nada por dónde va el camino. Sólo por tener una referencia, miro la casa pequeña de enfrente pero no tiene número. Enfrente hay un callejón que baja y la casa sin número tiene una palmera dentro, bajo por el callejón y veo un cartel en una casa que dice: 8 Vriens. Vale. Esta sí es una buena referencia para encontrar el camino desde abajo.
Sigo por la calle y en unos pocos metros empiezo a subir por una carretera, una carretera con un par de grandes edificios en la subida. Quiero subir por aquí, primero porque nunca he venido por aquí y segundo por tener vistas hacia el gran salto del barranco de San Isidro/Jagua/Los Berros. Y las tengo al final del primer tramo de subida (60m), en un ramal sin salida, es un gran salto de unos 110 metros de altura, de forma semicircular con columnas basálticas, esplendido. A esta hora y sin luz directa, a la sombra, todavía es imponente. Sigo subiendo por la carretera y al final del siguiente tramo que se acerca al barranco hay una vista mejor, más impresionante. Me meto al lado de una caseta de electricidad y compruebo que no puedo pasar al otro lado, las paredes bajo otra caseta enfrente, unos diez metros quizás, son completamente verticales. Me fascinan estos abismos y estas paredes inabordables para mí. Me salgo de la carretera en otra curva (120m) y sigo subiendo por la ladera, en paralelo al barranco, y encuentro una vieja carretera que sigo hasta debajo de un puente, uno que cruza la carretera y aquí hay un lugar que me asusta, un lugar donde confluyen la naturaleza y las obras de los humanos. El barranco está muy encajonado y limitado al otro lado por los muros de casas. Además de los pilares, esbeltos, que sustentan el puente, hay otros, algo más pequeños, y también gráciles, que sustentan una gran tubería y tras ellos, un túnel grande y oscuro que atraviesa la autopista por debajo. Un lugar que me fascina, pero me resisto a bajar hasta el túnel y atravesarlo, aunque parece que es posible, me da susto, toda esta fuerza reprimida de la naturaleza y estas construcciones que las salvan, ¿cuánto dinero se tuvo que gastar en la construcción de la autopista?, una cantidad fabulosa. Además, no sé lo que me puedo encontrar al otro lado del túnel. Regreso un pequeño tramo y subo, a la izquierda, campo a través por entre el rabo de gato que lo tapa todo hasta una carretera de acceso a la autopista. Cruzo una rotonda y sigo por una carretera, por la que apenas pasan coche, que va pegada a la autopista y protegido del ruido por mamparas que realmente lo eliminan en gran medida. En unos diez minutos cruzo una carretera (que cruza por debajo de la autopista) y sigo en paralelo a la autopista por un camino que va bajando hasta llegar a la parte superior de Tabaiba (Baja). Esta parte, en realidad, es puro relax para mí, simplemente la sigo con curiosidad, nunca la había recorrido. Paso una rotonda con puente y después sigo en paralelo por otra carretera donde veo algunas personas corriendo o caminando, hasta El Borrachito (Montaña Bermeja). Paso las instalaciones del Club XII de Enero y por la pasarela con un estruendo de tráfico tremendo y pegado a la autopista sigo hasta el McDonald’s y ya por dentro de Las Caletillas cuando veo que se acerca una guagua en dirección contraria ya me paro y decido terminar la excursión. Me subo y enseguida me deja en Santa M.ª del Mar donde dejé el coche. Para no haberla planeado esta excursión me ha quedado fantástica.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Añaza a Las Caletillas