• Excursión 886. 19 Diciembre de 2018. Miércoles.
San Felipe. San Marcos.
Municipio: Icod de los Vinos.
De 14.50 a 18.05h. De 240 a 40 a 240m.
Distancia: 5,9km. Duración: 3h 15m
Recorrido por la costa abrupta y acantilada cerca de San Marcos y San Felipe. Un paseante me cuenta cosas muy interesantes del lugar
Hoy voy a visitar la zona de Icod entre la TF-5 y el mar, la que está antes de San Marcos. Es una zona de riscos sobre el mar, sin casas y con muchos entrantes y cuevas al nivel del mar. Para acceder a esa zona voy a usar lo que me dijo, en la excursión 735a un trabajador, en esa misma excursión, que estaba limpiando un coche en un taller y que dejó lo que estaba haciendo para ayudarme. Además, traigo un mapa de la zona de Grafcan y otro de OSM. Dejo el coche en Icod, al principio del camino de Las Charnecas cerca de una iglesia llamativa (San Andrés) de piedra blanca. Sigue el tiempo fantástico de días soleados y agradables.
La calle estrecha baja entre casas modestas de una y dos plantas. Un poco antes de alcanzar el puente sobre la autovía hay una vista fantástica de la costa hacia Teno (la Isla Baja) donde sobresalen el roque de Garachico y la montaña cónica de Taco. Es uno de esos lugares, algo caprichosos, en donde todo coincide para tener una vista diáfana, un poco antes o más abajo y ya no es lo mismo. Regreso un poco y me meto por la calle Camino Tarajal. Cerca de otro puente que salva la autovía (TF-5) y dentro de una finca (El Burgado) me sorprende ver un precioso almácigo, grande, ramificado, con sus hojas compuestas muy pequeñas. Cruzo por el puente y paso algunos chalets aislados. Paso una barrera, más simbólica que otra cosa y empiezo a bajar por una pista de tierra que termina pronto en un talud, pero a la izquierda distingo un sendero que baja por la arista de una loma, el sendero va sobre una valla caída. La valla que antes separaba se ha convertido es un sendero cómodo que protege de la rugosidad de las rocas, si acaso un poco resbaladizo. Alrededor la vegetación es baja, lengua de pájaro, cornical, incienso y matorrisco. Estoy en una zona abandonada de terrazas donde antes se cultivó el plátano. Terrazas de muros altos y sólidos.
Sigo bajando y localizo un sendero que sale a la derecha, justo al lado del muro de una terraza, pero yo sigo bajando, simplemente porque puedo, hasta un saliente amplio que entra en el mar, pero sin continuación. A la izquierda hay una entrada de mar, en forma de u, de paredes altas de basalto gris negruzco donde las olas dan con fuerza y al retirarse descubren una zona blanca en su base. Me quedo fascinado por la fuerza del mar. Entre las dos puntas hay un roque solitario e inalcanzable (22m de altitud según el mapa, el roque de los Garajaos). Por aquí veo una cruz de madera, de las que recuerdan a pescadores accidentados. Mirando y mirando para todos los lados, por fin, me doy cuenta que a la derecha, a una cierta distancia, y para salvar un desnivel, hay una escalera de hierro de unos cuatro o cinco metros y pienso que, si hay una escalera allí, en un sitio tan extraño, es porque debe haber un sendero. Desde lo alto parece bastante peligroso, pero, como tantas veces, pienso que puede ser solo una falsa impresión. Regreso del saliente hasta el sendero que salía al lado de un muro de terraza. Y me meto por él. Va descendiendo poco a poco, y me tengo que parar algunas veces para localizar la continuación con menor desnivel, hay otras, pero son más salvajes y peligrosas. Con paciencia las voy encontrando y llego a la escalera de hierro. Efectivamente era una impresión falsa, se puede bajar bien y seguro.
Abajo hay un sendero estrecho que hago despacio, porque a la derecha del sendero hay una gran resbaladera de arena fina, de la que no se ve el fin, posiblemente, tras la resbaladera haya una caída a plomo al mar desde más de cuarenta metros. Por todos lados hay rocas en cascadas y torrenteras de piedras además de la arena fina y suelta. Con seguridad y sin ponerme nervioso alcanzo una zona de riscos volcánicos, de escoria solidificada de formas caprichosas donde veo algunas bolsas de plástico y botellas, que seguro que son útiles de los pescadores. Ahora veo mejor el entrante donde golpea el mar con olas rítmicas. Entre las escorias adivino más recovecos para acercarse al borde y lanzar la caña. Me muevo a cámara lenta entre la escoria roja, todo corta y es abrasivo. No hay bajada. Regreso y antes de llegar al muro de la terraza me voy hacia el lado opuesto hacia otro borde donde hay muros de piedra. Me asombra ver estos muros tan cerca del mar. Y al llegar al borde derecho, y mirando hacia la punta de La Centella, veo una gran cueva (Cueva del Rey), está al nivel del mar, es inmensa, una oquedad circular con derrumbes de basalto donde entran las olas y también pájaros gritando. Es tan aparatosa.
Regreso hacia el muro de la terraza. El tiempo está maravilloso, cálido, sin viento, todo despejado. Ya vista esta parte derecha de los riscos ahora empiezo a ir por debajo del muro por un sendero que va pegado entre la vegetación baja, sendero que tiene sus partes expuestas y peligrosas por las resbaladeras que hay hacia abajo, pero no lo pienso mucho, sigo sin apresurarme fijándome bien donde piso. Logro superar un gran tramo en forma de arco y llego a otra zona de terrazas por donde baja a una llanura. Parece un llano artificial. Me acerco de nuevo al mar. Por esta zona veo cebollas almorranas, bejeques (pocos), jaguarzos, tabaibas, cerrajas, matocostas, ajinajos y también yerbas secas. Veo a un hombre. Le hago señas. Se para. Me acerco a él. Le pregunto. De unos sesenta años, zapatillas deportivas, pantalón corto y chándal. Está paseando. Vive cerca, en San Marcos. Viene muchos días con su mujer a caminar por aquí, hoy, ella, está mala. Es el perfecto anfitrión. Me pregunta si tengo tiempo. Me hace un verdadero tour por la zona. Se llama Juvenal, tiene 61 años, está de baja por una operación en la mano y es inspector de aguas, de los que van de depósito en depósito, en Icod hay 22, sacando muestras y controlándola. Está zona fue una planta de extracción de áridos y de elaboración de cementos, y además hubo, también, un desguace de coches. Me dice que debajo de nosotros hay una montaña de coches y camiones. Fueron dos verdaderos desastres ecológicos, que gracias a la presión de los vecinos lograron cerrar, hace unos diez años. Ahora lo han allanado y tapado, aunque todavía quedan restos de casetas de cemento e instalaciones. Pero lo que me impresiona son tres cruces que vemos. Son de tres accidentes. De pescadores que murieron, o bien porque se cayeron al agua, o porque un golpe de mar los arrojó al agua. “En uno murieron dos pescadores, primero uno y después el otro al arrojarse para salvarlo, pudieron rescatar sus cadáveres; en otro el cuerpo apareció en Bajamar, y en el tercero jamás lo encontraron, desapareció”. Y hay varias cruces más por la zona. Me habla de una charca bajo una roca, del mar traicionero que golpea por la espalda a los pescadores, que se acercan intrépidos al puro borde, que pasan toda la noche en un risco y que llevan de todo para pasarla. Me muestra otra gran cueva (La Caldera) y unos pitones que sobresalen ante la costa (Los Pilares). Tengo que volver otro día para acabar de ver las cosas que me ha mostrado.
Me acompaña hacia San Marcos y me muestra así otra manera de acceder a la zona, menos peligrosa que por dónde he venido. En una gran terraza, en un nivel inferior, hay una gran finca de calabazas (43 mil kilos, el año pasado, me dice). Gracias, Juvenal. Salimos a la carretera de San Marcos y enseguida me salgo a la izquierda para empezar a subir por el borde de una loma, por un camino muy clarito, que ya recorrí, en parte, una vez (excursión 320). Y voy cogiendo altura y vistas sobre el barranco con grandes piedras (Barranco Preceptor) que está al otro lado de la carretera. Paso un depósito de agua y sigo al lado de una gran muralla rota y con muchos huecos, con grandes contrafuertes, y en los vanos y bien enmarcado voy viendo el Teide, bañado por la luz suave del atardecer. En esta vista del Teide el Pico Viejo parece sólo un saliente y la degollada entre ambos está muy exagerada.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Costa por San Felipe