• Excursión 1120. 4 Agosto de 2020. Martes.
De San Andrés a Santa Cruz
Municipio: Santa Cruz de Tenerife
De 15.24 a 19.31h. De 0 a 20m.
Distancia: 16,8km. Duración: 4h 7m.
Por la avenida marítima y una larga escollera un recorrido semi urbano histórico para la isla de Tenerife
Esta excursión es la continuación de la que hice entre Igueste y San Andrés (la 1016) y me ha costado decidirme porque siempre la he visto demasiado urbana. Pero siempre a la búsqueda de más oportunidades para recorrer la isla y con la ventaja (por una vez) de evitar los problemas de desorientación y perdida del camino me decido por fin a hacer el recorrido entre San Andrés y Santa Cruz.
El cielo está despejado cuando salgo en la 910 de Santa Cruz y también lo está cuando llego a San Andrés y me bajo de la guagua al principio de la playa. Aunque con restricciones está muy animado de bañistas. Un grupo de policías en ropa deportiva hacen ejercicios físicos. Aquí están, por si acaso. Camino por el paseo, lejos de la playa hacia el extremo final. Parece que hace viento fuera, aquí no llega. Vestido de excursionista me siento realmente alejado psicológicamente del ambiente playero. Me llaman la atención algunas mujeres que en los bordes de la playa están atareadas metiendo y sacando cosas de grandes neveritas. Cuando llego al final de la playa me meto por una valla que rodea un espacio removido y encuentro una manera de acercarme a la pared. Estoy buscando el viejo sendero que comunicaba esta playa con la de Las Gaviotas (que en línea recta están muy cerca -apenas 300 metros). Me acerco a la ladera y cuando estoy trepando y he localizado un sitio por donde subir (veo el sendero un poco más arriba) un hombre desde una furgoneta me dice que por ahí no se puede pasar, no sé qué tipo de autoridad puede tener pero su tono es lo suficientemente convincente para que le haga caso. Tendré que venir otro día con menos gente en la playa y menos vigilancia. Salgo del recinto y me acerco al principio del espigón. El viento es tan fuerte que descarto la idea de recorrerlo, es corto y podría darme una buena vista de la costa y la playa desde el extremo. Desde detrás del murito que limita la arena puedo hacer algunas fotos de la playa con una palmera fotogénica en primer plano. Me queda bien el ambiente relajado de la playa, de la gente tumbada, de la gente tumbada leyendo, de la gente tumbada tomando el sol o de pie cerca del agua charlando. Es una buena perspectiva con el gran arco amarillo rematado con las casitas de San Andrés subiendo por la ladera y a la izquierda sobresaliendo las grandes grúas del puerto. Hoy no muchos barcos por fuera. Vuelvo a recorrer el paseo. Los policías siguen esforzados haciendo tablas de ejercicios. No oigo mucho jaleo de voces ni de niños. Al terminar la playa está el cementerio de San Andrés, es un viejo cementerio, no muy grande, con un pequeño muro y donde las tumbas son muy antiguas, muy modestas y muy blanqueadas. Parece un buen lugar para descansar eternamente. Atravieso el paseo marítimo mirando las pinturas de artistas pintadas en las rocas del borde, todas parecen hechas por la misma mano, me gusta este homenaje a la cultura (el pintor se llama Stoiko Gaganov).
No me llega el olor a fritanga que suele haber cerca de los restaurantes. Mejor. Salgo por la rotonda y sigo por una acera hasta los primeros edificios del puerto pesquero. Me salgo del paseo bajando entre piedras por la ladera y poco después me encaramo por encima de las grandes piedras que son la barrera del terreno ganado al mar. Y después sigo por encima de un gran muro de cemento protegido por enormes cubos de cemento. Me resulta una sorpresa muy agradable que pueda estar aquí. Y más me gusta cuando al terminar de recorrer tengo la vista larguísima de la escollera con el mar tranquilo y la perspectiva de un largo paseo sobre el muro sin interrupciones. A la derecha hay un gran espacio llano organizado por calles e inaccesible desde este muro, vallado y revallado. En el mapa de Grafcan de 2006 ya está el muro por dónde voy, pero ese espacio llano es agua todavía, no lo habían rellenado entonces. Sólo veo a un pescador en las piedras y a un bañista. Ambos me parecen unos viejos usuarios, de los que saben exactamente lo que quieren. La sensación de libertad a pesar de ir entre el agua y el vallado es enorme. Por aquí no hay apenas viento y todo es alegría en lo que veo, incluso la bruma marina que envuelve el puerto comercial más allá. Y mirando al fondo sobre los edificios de Santa Cruz y un primer perfil de elevaciones se eleva un gran muro de montañas bastante horizontal y alto entre los que sobresale en el centro el pico del Teide. La escollera se va poco a poco acercando a la costa y tras haber recorrido casi dos kilómetros desde la carretera llego a una valla que me impide seguir, es donde está la entrada a la zona donde están los barcos amarados. Esto es un lujo. Acepto que no hay salida, tampoco hacia abajo desde el muro y no me importa recorrerlo todo de nuevo hasta que puedo salir a una calle aproximadamente donde están los primeros edificios del puerto. En esta calle (Espaldón Darsena Pesquera) está el instituto oceanográfico en la primera manzana a la izquierda.
Recorro la calle de parcelas desocupadas con más carteles indicativos que edificios, todo está compartimentado. El sol se hace más fuerte aquí lejos de la influencia de la brisa marina. Nada emocionante, desde luego. Llego hasta el agua del interior de la dársena. Giro a la derecha por Vía Transversal 2 y después giro a la izquierda por la Vía de Servicios. A la derecha puedo ver el inmenso desmonte en la ladera de la montaña (Cantera de los Pastos), todo con lo que han rellenado el espacio ganado al mar. Todo son superlativos por aquí: una inmensa ladera vaciada, un enorme llano creado El tráfico de los camiones grandísimos y pasando muy cerca por la vía de Servicio me empequeñece, como la barrera no tiene vigilantes puedo seguir un rato hasta que en una rotonda (Plaza de los Coreanos) cruzo la carretera por un túnel y después por la vía de acceso, por el puro asfalto de la vía de acceso salgo a la avenida marítima, cruzo y ya por el otro lado por una acera sigo hacia Santa Cruz. A la izquierda están unos enormes depósitos de color claro con escaleras enroscadas subiendo por fuera y números extra grandes. A la derecha las casas de Cueva Bermeja suben por dos laderitas con la cementera gris como un inmenso tapón. La verdad es que por aquí hay todo tipo de tropelías urbanísticas. Y con tan poco espacio entre las montañas y el mar está todo muy junto. En la curva siguiente hay una placita con una escultura que simula el oleaje y el gran silo, que es imponente visto desde cerca y desde abajo. Parece desocupado. Tenía la idea de entrar en el puerto comercial pero no lo consigo, tendría que tener algún tipo de permiso, me gustaría pasearme por los pasillos de contenedores que vienen de todos los lugares del mundo y aquí esperan a ser descargados o a salir de nuevo. Sigo de nuevo y empiezo a ver paseantes, corredores y ciclistas por la acera. Algunos llevan mascarillas, pocos. Paso la encajonada María Jiménez y otra cantera (La Jurada) más pequeña antes de Valleseco. Me gusta la ladera de casas subiendo por la montaña en Valleseco. También los pequeños y antiguos muelles (Alemán, Cory) que se proyectan al mar. Un joven sube desde el agua como un escalador por una hendidura en la pared de uno de los muelles. Se arrojan al mar desde una gran altura y después suben como perenquenes por la pared. Al acercarme al barranco de Tahodio ya hay más animación y gente en el paseo. En la desembocadura del barranco de Tahodio un artista (Stoiko Gagamov), el mismo de las rocas de San Andrés, ha pintado un gran mural recordando la gran batalla de Santa Cruz, la victoria de Gutiérrez sobre Nelson. Nelson con 400 cañones y 3700 hombres armados fue derrotado por la organizada defensa con 200 cañones y 1700 hombres. En varios lugares a lo largo de mi ruta veo placas en castillos y otras defensas de la gran defensa de Santa Cruz. Del resto del pasaje por la avenida más que concurrida me queda al pasar por la plaza de España la sensación de ingravidez y gracia de los patinadores jóvenes, niñas y niños que entre conos de plástico se giran y mueven. Pero ya voy demasiado agobiado por tanta presencia humana, que es lo razonable en una ciudad, una ciudad que trata de relajarse y liberarse de la pandemia que solo ha hecho empezar.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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San Andrés a Santa Cruz