• Excursión 1380. 14 Febrero de 2022. Lunes.
Eras de San José de los Llanos.
Municipio: El Tanque
De 15.12 a 17.32h. De 1100 a 1080 a 1140 a 580m.
Distancia: 8,3km. Duración: 2h 20m.
Excursión accidentada por la lluvia y el mal tiempo en este caserío situado en una zona muy alta de la ladera norte de la isla, más una larga bajada por carreteras mojadas hasta El Tanque
Consigo aparcar el coche, por suerte, en la misma calle de la estación de guaguas con cuatro minutos sobre el horario de salida de la 360 rumbo a San José de los Llanos. Y cuando estoy entrando por la puerta de la estación todavía tengo que renovar el carnet senior. Todo sale bien y cuando me monto en la guagua ya está muy llena, lo cual me sorprende y me gusta al mismo tiempo. Moradores de los caseríos de las medianías y estudiantes. Delante de mí un niño de unos tres o cuatro se va a pasar todo el trayecto jugando con su consola. Con el cielo muy nublado y gris recorremos las calles angostas, grises, y reviradas de Icod camino a El Amparo. En cada parada los pasajeros tardan en bajar. Por La Vega ya se despeja bastante pero quedan muchos hasta San José, donde llueve cuando llegamos y cuatro estudiantes de unos dieciséis años bajan conmigo y se dispersa hacia todos lados.
Ya me he preparado para la lluvia y salgo preparado: los pantalones impermeables puestos y el paraguas en la mano. Y con una camiseta en el cuello a modo de bufanda creo estar preparado para el agua. Además de llover hay niebla y un frío considerable. Camino por la calle (Avenida Venezuela) desde el auditorio de El Tanque hacia la carretera por donde hemos accedido al pueblo y me doy cuenta de que el mapa con las eras que he preparado no es lo suficientemente bueno, le falta contexto, le falta ser más amplio y me cuesta bastante trabajo ubicarme en él. Tras unos 300 metros casi llego a la rotonda (de la carretera). Me doy la vuelta y regreso por la calle hasta que me meto en la primera calle a la derecha (El Sol, menudo nombre en un día como hoy) y en unos dos minutos tuerzo a la izquierda por la calle San Gregorio donde, por fin, me ubico en el mapa. Sigo por ella. Un hombre joven que lleva un suéter con capucha, pero sin paraguas, pasa a mi lado, no descifro su mirada, va demasiado apurado, seguramente a tomar la guagua, la misma que me trajo que volverá a pasar en unos diez o quince minutos de vuelta a Icod.
Ubicado empiezo a buscar una de las eras (trece) de las que tengo la ubicación en el mapa. La primera que tengo a mano está por detrás de unas casas y al no ver ningún pasillo sigo adelante, hacia otras que están más allá del final de la calle. Llueve fino y constante. Termina la calle y continuo recto por una pista con mucha yerba alta y entre hinojos secos y troncos secos de brezos y escobones. Al ir caminando sobre las plantas los zapatos se me empiezan a mojar. No le doy importancia. Avanzo después al lado de un muro de piedra de unos dos metros de alto, pero no logro localizar ninguna de las dos eras cercanas entre sí, ya muy próxima a la carretera que circunvala el pueblo. Regreso luchando con los troncos secos y mojándome hasta la calle S Gregorio. Realmente llueve bastante. Tuerzo por la segunda calle a la derecha y en unos pocos metros me meto, a la izquierda, en un solar en construcción y rodeando por fuera su muro exterior sigo hacia una zona de campo asalvajado. Entre viejos muros y arbolillos me muevo buscando la era que supuestamente está detrás de las casas de la calle S Gregorio. No la veo. Deambulo por estos campos semi abandonados por las traseras de las casas que se organizan en los bordes de las calles (la tuve cerca, ahora que repaso la crónica la puedo ver en la foto aérea). Giro y giro y voy a dar, por casualidad al mismo sitio por donde entré. Atravieso un aparcamiento y sigo hacia la izquierda por una calle (Trinidad) y paso al lado de un edificio llamativo que me gusta, me acerco, es el tanatorio. Cerrado, sin actividad, dado el ambientazo del pueblo hoy lo tomo como un buen augurio. Una iglesia (San José de El Tanque) está por encima al lado de una plaza grande y un espacio cubierto para representaciones.
De nuevo en la avenida Venezuela me echo a la derecha a ver si localizo desde otro acercamiento las dos eras próximas entre sí. En el segundo callejón a la derecha me meto. Bajo hacia una huerta y un cobertizo del que parece que alguien se acaba de marchar y tras recorrer una curva hacia la izquierda llego a… una era. Fantástico, he encontrado una era. Es grande (16m Ø), con el suelo de pequeñas piedras redondeadas e identifico tiras de piedras hacia el centro (radios), con un pequeño muro exterior. En bastante buen estado. Me doy cuenta de que he pasado antes por debajo, estoy sobre el muro de piedra de dos metros de alto. Creo que no he elegido un buen día para estar buscando eras, pero estoy tan entusiasmado tras haber localizado una que dejo de lado ese pensamiento. Y al regresar hacia la calle me doy cuenta de que la curva está para evitar la otra era próxima. Esta segunda (17m Ø) está en mal estado, con muchas plantas creciendo sobre el firme, sin vestigios del suelo y con tuberías y otros restos. Pero aquí está todavía, reconocible por el llano que le da forma. Y cuando oigo pasar la guagua que vuelve a Icod decido no tomarla y seguir buscando eras. Este doble descubrimiento me ha dado moral.
Al llegar a la calle (Avenida de Venezuela) tuerzo a la derecha y en unos 60 metros me meto a la izquierda por una calle (Tres de Mayo) estrecha. Avanzo unos 20 metros y me meto a la derecha por la entrada a una finca. Está cerrada con puerta de rejas, pero puedo meterme por la derecha subiendo un murito pequeño. Y tras la puerta de hierro localizo una tercera era (10m Ø), su suelo es de piedra pequeña pero apenas visible entre la vegetación, y me parece distinguir parte del murito. Y estando aquí veo a un hombre en el patio de una finca cercana. Le llamo y le pregunto por otra era que hay un poco más arriba. Soy muy consciente de la locura de preguntarle con esta lluvia y con esta niebla por una era. Tarda en verme y un rato en contestarme, pero no reacciona mal, y me da indicaciones. Gracias. Muchas gracias. Podría intentar subir desde aquí a una pequeña elevación, pero hay demasiada vegetación y algunas vallas. Regreso a la Avenida Venezuela por donde sigo unos cien metros y tuerzo a la izquierda por una calle (Corsino Cairós). Sigue lloviendo y empiezo a notarme los pies mojados. En cien metros y cuando la calle hace una curva a la derecha yo me meto a la izquierda por un viejo camino hacia unas casas de piedra en ruinas y de repente veo un grupo de copetes amarillos, son flores de bejeques. Su amarillo intenso sobresale del ambiente gris y tengo el momento de la excursión, el momento más emocionante. Me tengo que parar y asegurar ambos pies para poder admirar este espectáculo, su amarillo es tan intenso que ilumina todo el entorno. Con las manos frías y medio entumecidas logro tomar algunas fotos. Avanzo por este campo que me lleva a una parcela amplia desocupada con piedras ocultas bajo las plantas, pero solo veo muros, los muros de las casas, pero ninguna era (la tuve muy cerca, ahora lo puedo ver en la foto aérea). Por otro lado, no me resulta nada fácil interpretar el mapa que se me ha empezado a mojar y desteñir con las gotas de agua. Regreso a la calle de Corsino y sigo a la izquierda (subiendo), giro a la izquierda en la primera calle y después por la calle Brisas del Teide (qué nombre) y regreso a la plaza del pueblo (la plaza con la iglesia y el escenario).
Ya he tenido suficiente. Ya me he decidido por abandonar. Y es que me he dado cuenta de que el problema no es tanto (que también lo es) que tenga los pies mojados sino los malditos hongos que viven entre los dedos de mi pie izquierdo, que tengo que mantener a raya procurando que siempre estén secos los pies, ya se revivieron un poco cuando me mojé los pies en el canal del barranco Las Yedras (excursión 1370), así que ese es el motivo definitivo para terminar con esta búsqueda. Me han fallado los zapatos, necesito zapatos impermeables, así podría haber seguido a pesar del frío y la lluvia. En la plaza subo al escenario techado y sentado contra el muro me quito los calcetines mojados, los seco, me pongo papeles secos entre los dedos, calcetines secos y más papeles para que absorban la humedad de los zapatos. A unos metros y en otro pequeño espacio bajo techo una mujer y un hombre están charlando, no puedo entenderles bien, apenas les oigo, bastante tengo con lo mío, pero me llama la atención el tono de ella, un tono como de pedirle consejo y aprobación y él, seguro y tranquilo, hace sus pausas para contestarle. Hace un tiempo de perros, ¿qué harán aquí? ¿por qué no están a resguardo? Pero si son habitantes de San José este tiempo de perros les ha de parecer la cosa más normal del mundo. En ningún momento me miran ni se giran, no es que yo esté cantando, pero es evidente que estoy aquí.
Con los pies secos y calcetines nuevos me pongo en camino. A buen ritmo y bajo el paraguas y con ráfagas de viento me echo por la calle principal y pronto estoy pasando el espacio recreativo y la rotonda. Tomo por la carretera que baja hacia El Tanque, que me parece que tiene menos tráfico que la de La Montañeta. A pesar de que tengo los zapatos mojados me empiezo a sentir bien sólo por transitar por esta zona, por el olor a pinocha mojada, por el ambiente húmedo, el shsss de los coches al pasarme, el bosque de pinos. Logro sintonizar con el ambiente y me encanta estar aquí, no en mi casa cómodamente sentado, sino estar en medio de los problemas y resolverlos. Es una larga bajada (1,2km) hasta que me puedo desviar a la derecha por una pista (900m). Paso unas ruinas (Casa Canales), no bajo por una pista a la izquierda, sino que sigo más o menos recto hasta otra pista que baja. Es una pista que ya he recorrido varias veces, pero con tiempo soleado, hoy es otra cosa, hoy es otro paisaje. Y me gustan mucho también, los pequeños pinos, la vegetación salvaje impasable tanto a la izquierda como a la derecha, las corriente de lava ocultas por los árboles. Caminando ligero y un poco deslizándome en los zapatos con los pies mojados voy haciendo esta larga bajada (unos dos kilómetros) hasta un pabellón deportivo que es lo primero que alcanzo de El Tanque.
Salgo a la rotonda y me echo a la derecha por la carretera hacia San Juan del Reparo. Todavía con el plan en la cabeza de volver caminando a Icod me doy cuenta de que la 460 debe de estar al pasar y tras una curva y relativamente cerca me paro cuando veo un viejísimo signo de parada de guaguas. Llamo por teléfono a información de Titsa y cuando me dice el telefonista (Sergio) que cuatro minutos para la 460 me quedo clavado en el sitio. Todavía lloviendo.
La 460 tarda, en realidad, diez minutos, pero no me lo tomo a mal. El cambio es demasiado bueno para quejarme. Me acoplo a los asientos abatibles centrales de cara a la salida y ahí ya voy reviviendo y recomponiéndome. Me resulta maravillosa la velocidad y la seguridad del conductor con todo el curverío por la vieja carretera: San Juan del Reparo, Genovés, Las Canales, la vista fantástica hacia Icod, el túnel y en Icod me bajo bastante entonado. Enseguida estoy en mi coche y me puedo cambiar el calzado, llevo siempre en el coche unos viejos zapatos de senderista con sus correspondientes calcetines para estas ocasiones. En el asiento del copiloto y a cámara lenta hago el cambio y me siento otro con zapatos secos. Para celebrarlo me paso por el Dragón de Oro, mi bazar chino preferido de Icod.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Eras en San José de Los Llanos
Parte final de la excursión