• Excursión 1064. 11 Marzo de 2020. Martes.
Risco de la Garañona.
Municipio: Tacoronte
ENP: Paisaje Protegido Costa Acentejo
De 15.03 a 19.30h. De 340 a 0 a 340m.
Distancia: 10,4km. Duración: 4h 27m.
Bajada por el acantilado de la Garañona hasta una plataforma marina elevada y recorrido hasta la gran playa de la Garañona. El regreso es por la costa hasta Mesa del Mar y después subida por la carretera serpenteante completando el circuito
Mi objetivo hoy es bajar hasta la playa de la Garañona (excursión 175, junio del 2014), recorrerla hasta el final e investigar la subida hacia El Sauzal. Tengo un segundo objetivo, más ambicioso si cabe, encontrar un sendero que pasa el barranco de Guayonje por el cauce (a una altitud de unos 150 metros) y después llega al castillito de Óscar Domínguez. La bajada hasta la playa por el risco de la Garañona (Los Loros) es un sendero de pescadores. Y a pesar de la experiencia acumulada en estos años de senderismo todavía me sigue pareciendo todo un reto. Creo que he retrasado esta excursión porque le tengo mucho respeto. Con poco sol hoy este es un día propicio, en el risco el sol puede pegar muy fuerte.
Salgo al filo de las tres de la tarde en una de las excursiones en las que no necesito ni coche ni ningún medio de trasporte. Es tan liberador salir por la puerta de casa y estar YA de excursión. Callejeo desde casa hasta el pasadizo en la calle La Jara aquí en la urbanización Jardín del Sol. El pasillo va entre dos muros blancos y de repente se abre el paisaje y tengo una vista diáfana y abierta del mar. Bien. Los escalones son muy altos y me cuesta sintonizar y un traspiés. En el primer relleno con barandilla me salgo por la derecha por un estrecho sendero. Aquí mismo está el abismo, aunque no se ve, está oculto por las plantas que crecen y sujetan el borde. Enseguida hay una bajada por una piedra resbaladiza, otro trozo de sendera y el primer obstáculo, una bajada entre zarzas, espineros y yerba moras donde han puesto una soga. No me hace falta la soga, pero me gusta que esté. Desde abajo hay que subir trepando a una roca para seguir por el sendero que bordea unos metros, por debajo, las parcelas de los chalets de primera línea del Jardín del Sol. Después hay otro tramo expuesto rodeando rocas. El recorrido mejora ahora en ligera bajada hacia una plataforma llana con vistas estupendas hacia el barranco de Guayonje, Mesa del Mar, El Prix, y el castillito de Óscar Domínguez, en ruinas, en la parte inferior de una serie de terrazas con árboles frutales. En realidad, no hace falta pasar por esta terraza, que el sendero bordea, pero me da un respiro y me preparo para lo que me espera. Ya este primer tramo que acabo de hacer, aunque corto y llano le da el tono a la bajada: es un sendero salvaje, un sendero de pescadores, no es un sendero de lavanderas, ni de paseo.
Las pelotillas son las plantas que se dan muy bien aquí, racimos de hojas gordas, hinchadas, que crecen de las grietas de las rocas, colgando. También hay espinero negro, tabaiba, verode, matorrisco, magarza, guaydil, incienso, sobre todo incienso que con su aroma fuerte, penetrante me recuerda a tantas tardes paseando por el risco desde que vivo en el Jardín del Sol. Tras otro pequeño balcón a la derecha la cosa ya se pone seria. Es una bajada casi vertical de unos 12 metros de tierra suelta con piedras movedizas haciendo de escalones y otra cuerda. De momento prefiero obviarla, y con el culo al suelo bajo de cara sujetándome con las manos y los pies. Llego abajo y el sendero vira a la izquierda para abandonar la cresta, que va a ser el referente durante toda la bajada. Así el sendero reparte el desnivel en más recorrido. No se ve, de lejos, por dónde va el sendero, pero a medida que voy bajando lo voy encontrando. Que retorna a la derecha para volver a bajar y acercarme a la cresta. Hay varias partes donde tengo que deslizarme usando las manos y los pies. En general, no hay muchas alternativas donde equivocarse. En los 185m después de una bajada sujetada con piedras que no se ve desde arriba hay una falsa desviación a la derecha. Paso otras zonas en las que tengo que destrepar y llego de nuevo a la cresta. La rodeo por la derecha y bajo cerca de ella hasta que el sendero vira (invisible sobre roca) a la izquierda pasando al lado de una gran cueva. De plantas por aquí veo algunas chajorra de risco, salado, y corona de la reina, además de matorrisco y magarza.
De la cueva el camino vira a la izquierda y de nuevo a la derecha para alcanzar la cresta de nuevo en una zona de almagre (145m), una capa rojiza horizontal donde hay una bifurcación. Lo memorizo y ahora me echo a la derecha, por aquí puede ir el sendero que atraviese el cauce del barranco de Guayonje, al principio está claro, después no, va por una zona de derrumbes con la tierra suelta, apenas cambio de altitud. Y llego a una zona de roca rojiza que forma una gran hornacina. Tendría que trepar para subir a una especie de cornisa para seguir. Desisto y vuelvo por donde he venido. A la mitad de la vuelta y voy evaluando posibles alternativas, pero no veo nada. Así que regreso de nuevo a la cornisa y ahora sí que me subo y la rodeo. Aquí hay un sendero que va por una pared en curva, pero no me atrevo a hacerlo, la pared al otro lado es completamente vertical y tengo que atravesar una zona con plantas. Puede ser que exista el sendero, tantas veces me ha dado esa impresión, y después sí había sendero, pero no me quiero meter en líos. Lo dejo para otro día. Con lo de bajar a la playa ya tengo por hoy. Regreso a la zona con el almagre y sigo hacia abajo. El sendero vira a la izquierda para hacer un tramo recto y después a la derecha para llegar a una bifurcación que no tiene salida a la izquierda. Estando aquí no me puedo creer que sea por la derecha, y es por la derecha, hay que bajar por unas rocas grises. Más abajo hay otra bifurcación. A la izquierda no es, es por la derecha para bajar por grandes rocas grises con puntos blanquecinos que forman una escalera para gigantes y son dos así. Ya a la vista de la plataforma al lado del mar el tramo final va por una grieta en la roca. Y llego a la plataforma tras el paso por una pequeña cornisa algo emocionante. Durante la bajada he visto varios puntos blancos, sobre todo en la mitad inferior, algunos con una “t” inscrita. Vale.
Ya estoy en la plataforma (16.52h). Casi dos horas en bajar. Pero teniendo en cuenta el rodeo para encontrar el sendero hacia el castillito puede ser mucho menos tiempo lo que se tarde en bajar a la plataforma (después de haber hecho esta bajada muchas veces puedo decir que se tarda un poco menos de una hora). En la plataforma tIro para la izquierda. El mar ruge abajo y las olas grandes golpean contra el acantilado y levantan mucha espuma. Ahora es un repertorio de todo tipo de rugosidades y texturas de rocas las que tengo que atravesar. Un sube y baja continuo. Con restos evidentes más o menos recientes de derrumbes de columnas basálticas y también de piedras menudas marrones. Hay dos pasos complicados. Uno con cuerda. Se trata sólo de ir más despacio y no apresurarme, cualquier caída puede tener muy malas consecuencias. Hay que pasar no menos de cuatro bahías y llego a una playa de cayados, la supero y paso por encima de un arco en unas rocas salientes (también se puede ir por dentro) y alcanzo después de otra pequeña zona de cayados, por fin, la playa de arena (17.12h).
El contraste es brutal, después de un mundo de abismos, senderos expuestos y rugosidades de toda clase llego a una lisura cálida, la arena grisácea casi negra con miles de brillitos que tintinean según avanzo. La marea está subiendo, pero en esta playa tan llana, las olas rompen con una suavidad extrema y se deslizan hacia mí y yo las evito fácilmente. Paso la gran roca que como una barcaza a punto de echarse al agua penetra en el mar y es rodeada por las olas. Es un referente del estado de la marea. Cuando está baja del todo, en bajamar, la roca queda al descubierto toda ella. Por encima de mí se alza un acantilado vertical, imposible de subir. De hecho, sólo hay un sitio para bajar en toda esta ladera, por donde he bajado. Paso la roca-barcaza y sigo hacia adelante hasta que unas rocas caídas en la playa me impiden seguir, están llenas de algas resbaladizas. Quizás con marea baja se pueda pasar, hoy ya no puedo seguir. Lo del plan de buscar la subida al Sauzal lo dejo para otro día. El olor a mar es intenso, hay un ambiente nuevo, fresco, de domingo por la mañana, con todo tipo de promesas. Las olas suben lentamente y voy cerca de ellas por el terreno más duro para caminar, más arriba la arena es muy blanda. Vuelvo enajenado por este ambiente tan agradable, tan amistoso, aunque no me paro, no descanso, no me tiendo, simplemente sigo hacia las rocas.
A la vuelta paso por el agujero y la travesía por la plataforma me resulta más sencilla. Ni me planteo volver a subir por donde he bajado, lo veo demasiado complicado, y es que no se ni por dónde he bajado, no lo reconozco al pasar. En vez de subir voy a seguir hasta Mesa del Mar. Ahora todavía me falta dos sitios complicados. El primero, el paso por una cornisa totalmente expuesta con caída hacia el mar y con un saliente en la pared me resulta más sencillo de lo esperado, pero el segundo, bajar por una cuerda unos tres o cuatro metros hasta una playa de cayados, resulta de lo más tenso. Y es que la cuerda es doble, y está cerrada por abajo. Y cuando me sujeto con fuerza a la cuerda y empiezo abajar en plan rappel por la pared me doy cuenta de que he metido la pierna por dentro de la cuerda y que no puedo bajar así hasta la playa. Tengo que subir por la cuerda (tiene nudos), sacar la pierna, y volver a bajar. Me sorprende mi determinación, no sabía que podía subir tan bien por una cuerda. Y llego a la playa de cayados (18.01h).
Después de vencer este último obstáculo la travesía por la larga playa de cayados no me resulta ningún reto, es simplemente pesada y laboriosa. Y llego a la parte de debajo de la finca donde está el castillito (18.21h). Subo hasta la puerta de la finca entre cañaverales secos, pero está cerrada con un candado. Me encanta el olor de los cañaverales, tan polvoriento y seco. Desde aquí ya hay un paseo hasta la playa de La Arena, donde algunas personas se bañan. Un ruso descamisado y en calzoncillos habla apasionadamente por teléfono. Los socorristas también hablan animados en su caseta. Atravieso el túnel, muy fresco y con corriente y empiezo la subida pasando por encima de los apartamentos. En lo alto del edificio del antiguo hotel hay una vista fantástica de la playa de La Arena. Después ya encaro la larga subida de la carretera por los tramos rectos y las curvas de 180 grados. El tráfico es soportable. Y no me dejo de asombrar por el trazado de esta carretera, cosa de locos. Subo a ritmo fuerte. El desnivel está bien repartido y es constante. Las nubes altas me protegen del sol y sobre la línea del horizonte hay como un halo de vapor sutil que borra la línea. A medida que subo las nubes del horizonte se van enrojeciendo. Es una vista apoteósica con un sol pálido que apenas calienta y la vista del Teide en los tramos que van de izquierda a derecha. Así entretenido no siento el esfuerzo de la subida. Salgo a la carretera por la calle Guillermo Graham y sigo pasando la escuela de agricultura, el barranco de San Jerónimo, la pequeña urbanización Flores y Sol y el gran drago con la casa antigua, los adosados y cada vez más cerca de completar el circuito. Cerca de la torre de electricidad bajo al cauce del barranco de Guayonje. Ya está bastante oscuro. Lo atravieso. Sigo por el sendero con las pequeñas sabinas, los acebuches, las vinagreras y los sauces para empezar a subir a la urbanización. Bajo por la calle Jardín del Sol hasta llegar a mi casa (19.30h).
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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Risco La Garañona con playa y retorno por Mesa del Mar