• Excursión 549. 10 Noviembre de 2016. Jueves.
Vento. Roque Imoque. Valle Suárez
Municipios: Arona. Adeje. Vilaflor
ENP: Reserva Natural Especial Barranco del Infierno
De 12.25 a 17.50h. De 650 a 1020 a 940 a 1107 a 650m.
Distancia: 13,2km. Duración: 5h 25m
Excursión circular subiendo por un viejo camino real entre dos barrancos. Descenso al cauce y hallazgo de una fuente. Después de varios intentos encuentro el camino correcto para llegar a la degollada del Roque. Subo a lo alto del puntiagudo roque de Imoque. Desciendo hasta un hermoso valle escondido (Suárez) donde hubo una gran actividad agrícola. Finalmente por sendero señalizado cruzo el barranco del Rey y regreso a Vento donde empecé
Hoy voy a seguir una excursión de Wolfsperger (véase la bibliografía).
Dejo el coche en Vento en un día soleado con algunas nubes. Empiezo dubitativo olvidando cosas como el paraguas y agua en abundancia y tengo que regresar al coche después de más de un km de caminata. De nuevo en Vento subo hasta la carretera de Vilaflor sin pasar por Arona. Qué difíciles se me hacen a veces los principios. Dar el primer paso bien equipado qué difícil es, hay que tener mucha disciplina.
Salgo a la carretera de Vilaflor (TF-51) y cerca, a la izquierda (700m), me gusta el salto hondo y estrecho del barranco de la Arena. Sigo por la carretera muy recta y en unos 200 metros me meto a la izquierda por una pista donde una señal me indica el circuito que rodea el roque de Imoque. (Mi intención es más ambiciosa que hacer ese circuito, pretendo ir hasta Adeje por Ifonche y después por la parte de arriba del barranco del Infierno). Por la pista rodeo el cauce de un barranco (Ancón) y en la bifurcación cercana tomo a la derecha para empezar a subir por un camino que empieza al lado de un depósito. Subo en pendiente constante por una franja ancha entre los barrancos Ancón y del Rey, voy por el borde del barranco del Ancón con vistas al interior, el barranco cubierto de plantas con algunos almácigos en las laderas rocosas.
En unos 600 metros la franja se estrecha (825m) y empiezo a tener vistas a ambos barrancos que cada vez se hacen más profundos y espectaculares. Voy siguiendo unas tuberías y canales y paso al lado de una casa abandonada (825m). Me salgo del sendero y me acerco al borde del barranco del Rey, al otro lado destaca piramidal el roque de Imoque. En el fondo del barranco del Rey primero oigo y después veo a un grupo de cabras. Espectacular porque el barranco hace un salto grande aquí. Charlo un rato con dos ingleses que están completando el circuito “have a good walk” me dice él y yo le cuento mis planes. Más arriba me salgo hacia la derecha del sendero para ver el también profundo barranco del Ancón, aunque no tan impresionante. El roque de Imoque domina todas las vistas.
Paso el bar/restaurante el Refugio (13.45h, 950m). Confirmo que he llegado al término municipal de Vilaflor al preguntárselo a un trabajador que arregla el suelo de una finca: “sí, sí, claro, esto es Vilaflor”, dice. Para mí es un momento muy emocionante porque ya he estado al menos una vez en todos los municipios. Aunque por supuesto me falta todavía muchísimo de Vilaflor, Arona, Adeje y Guía. El día está soleado y hace hasta calorcito. Por aquí tengo mi primer fallo al pasar de largo del atajo que tengo que tomar (a la izquierda). Más de un km recorro hasta que me doy cuenta. Regreso y encuentro la casa (970m) por donde debo torcer a la derecha (ahora que bajo) para descender al cauce del barranco del Rey. No entiendo bien las instrucciones de W. y bajo por el cauce del barranco un rato hasta un sitio donde veo unos carteles en madera con la leyenda “Fuente de Las Pilas” en un tramo pedregoso del cauce del barranco. Además, flechas blancas pintadas en las piedras redondeadas me van guiando hacia la fuente. En este momento estoy un poco confuso porque me estoy desviando de mí plan, pero tengo que tener flexibilidad y aprovechar la oportunidad inesperada de ver una fuente en este entorno tan árido. No me da tiempo a dudar porque cada diez metros otra gran flecha me anima a seguir.
Doscientos metros más tarde siguiendo por el incómodo fondo pedregoso llego a la fuente. Y ha merecido la pena, entre culantrillos mana agua de la pared. Un cartel conmina a ser respetuoso con el lugar: “Qué bonita está la fuente cuando está verde, así que de ti depende”. Algunas buenas personas han hecho un jardín alrededor de la fuente, hay yerba huerto, tomo una hoja y la estrujo entre los dedos para sacarle el aroma. Bueno mi segundo intento no me ha llevado al atajo, pero la fuente me ha dado un respiro.
Regreso a la casa por donde tenía que bajar y tomo otro sendero que va más o menos paralelo a la pista hasta el cauce del barranco. Lo cruzo, pero poco después pierdo el camino (tercer intento). No hay camino. Trepo por la ladera del barranco. Cuando ya tengo una vista buena veo a unos senderistas que están empezando a cruzar el barranco por el sitio correcto, el que yo debería haber hecho. Destrepo algo nervioso por la pared sin sendero entre bancales abandonados hasta llegar al cauce del barranco que es un caos de plantas y rocas. Bajo por el cauce y por fin (cuarto intento) encuentro el atajo.
Ya más tranquilo puedo empezar a disfrutar del paso al lado de una casa abandonada (Casa el Roque, 965m) y llego a una degollada (Degollada el Roque, 15h, 985m). A mi izquierda el roque Imoque, a la derecha el roque de Los Brezos (no tan puntiagudo como Imoque). En la degollada destaca una preciosa era (15m de Ø), de firme empedrado, muy cuidada, muy fotogénica. Ya está claro que estoy fuera de tiempo para completar mi ambicioso plan de llegar hasta Adeje. Puede que me diese tiempo, pero sería muy justo y no iría tranquilo. Así que cambio el plan y decido hacer el circuito que rodea el roque Imoque.
Me siento un poco más arriba de la era (Era el Roque) y me tomo el bocata disfrutando de cada bocado después de las frustraciones para llegar hasta aquí, como mirando arrobado el roque piramidal perfecto y en primer plano la era empedrada con el murito bajo en perfecto estado. El bizcocho de frutos secos me saca una sonrisa cuando lo empiezo a saborear. No me lo puedo tomar con más calma. Dos alemanes con bastones descienden por el sendero que viene de Ifonche. Mientras como cada vez me gusta más el roque de Imoque, y se me va ocurriendo que podría intentar subirlo. Realmente lo veo muy puntiagudo, y me decido, al menos lo voy a intentar. Repuesto en todos los sentidos encaro la montaña (15.25h) por un sendero más o menos claro que va recorriendo una arista del roque. A paso tranquilo voy ascendiendo sin esfuerzo aparente. El sendero, más o menos claro, se sigue bien. Cuando ya estoy muy arriba y me faltan unos 30 metros de desnivel para llegar a lo alto tengo que empezar a usar las manos para ayudarme a subir y voy metiendo la punta de los zapatos en unos agujeros que parecen hechos a propósito. Así sigo subiendo memorizando el camino y con una determinación increíble. La parte final es muy vertical y me tengo que abrazar y enroscarme en las rocas sin pensar en cómo voy a bajar, sólo pensando en subir y subir. Qué ansia. Por fin llego a lo alto (15.40h, 1107m). Procuro no memorizar el nombre de alguien que lo dejó allí escrito en el año 1991, qué mal gusto.
El sol se porta, su luz fuerte sólo me tapa algunas montañas en la lejanía. La vista es absolutamente espectacular: Vilaflor, Arona, el campo de volcanes, los barrancos, la cadena de picos comenzando por el de Los Brezos, el roque del Conde. Todo diáfano y despejado sólo moteado por unas pocas nubes y tan bien está la cosa que ni siquiera hace viento. Voy saltando con la mirada entre los picos rocosos en todas direcciones. Es casi como estar volando. Después empiezo lentamente el regreso destrepando por dónde subí y con pocas dificultades, casi más fácil que subir.
A partir de aquí el día cambia radicalmente, me siento fantásticamente bien después de haber subido a este picacho. Algunos senderistas abajo se hacen fotos en la era. Cuando desciendo a la degollada donde la era sigo bajando por un sendero con barandilla de modera que rodea Imoque por la derecha, un sendero precioso con vistas muy buenas de un risco (Caído) y de un barranco (Fañabé). La luz dorada mejora todo el paisaje y los pompones de las altabacas brillan y resaltan cuando el sol les da desde atrás. También las tabaibas y los verodes en flor. Tras un km por el sendero de firme rocoso y complicado, bastante complicado de recorrer por incómodo llego a un hermoso valle (Suárez). Un valle con señales de haber tenido una gran actividad agrícola, grandes muros de piedra concéntricos en forma de media luna sujetando bancales abandonados están a ambos lados de una vieja casa abierta, desierta y abandonada (Casa Suárez, 800) con una era grande al lado del camino. Además, veo varias cuevas grandes y vacías. Tuvo que ser una gran finca. Preocupado por la hora le pregunto a un corredor con perrillo que pasa por cuánto tiempo se tarda en llegar a Arona y me dice que unos treinta minutos, y añade que se tarda cincuenta minutos hasta la era de arriba.
Más tranquilo entonces me paseo por el terreno buscando ángulos para fotografiar el roque de Imoque y encuentro una hilera de piteras florecidas para colocar en el primer plano. Sigo por el camino hacia Arona en ligero ascenso y en unos 600 metros llego a una degollada (Los Frailillos) de donde sale un sendero para subir al roque del Conde. Yo no subo, sino que tomo a la izquierda hacia el barranco del Rey. En la bajada me encuentro con un pastor con dos perrotes grandes. Primero un poco suspicaz cuando le empiezo a preguntar por la subida al Conde, poco a poco me va contando de senderos por los lugares. Desaprueba que los extranjeros lleven niños subidos a sus hombros bajando por el sendero que va por el risco debajo del roque del Conde. En realidad, lo que me quiere decir, sin hacerlo expresamente, es que ese sendero es muy fácil. Y es menos pedregoso que el camino que va hacia Arona.
Dejo al pastor sentado con sus perros. Más abajo paso el rebaño de cabras que está a lo suyo ramoneando. El sendero es rocoso e incómodo. En unos 450 metros tomo a la izquierda en dos bifurcaciones y llego al borde del barranco del Rey, me gusta muchísimo. Lo bajo por una gran canal, mi segundo lugar por dónde lo cruzo. El cauce es estrecho, unos cuatro o cinco metros con un lecho muy pedregoso, no es muy profundo, quizás unos veinte metros. De paredes verticales un sendero empedrado baja y otro también empedrado lo sube. Antes de subir por la otra ladera lo recorro un rato hacia arriba, voy entre grandes rocas muy pulidas y me pregunto la cantidad de agua que ha tenido que pasar por aquí para redondear las piedras para conseguir esta lisura. Algunas piedras son de basalto negro, otras grandes como coches. Paso al lado de otra casa abandonada (Casa del Ancón, 700m) y sigo el sendero y en cinco minutos cruzo de nuevo el barranco del Ancón. Poco después llegar a Vento con la luz cálida de poco antes del atardecer.
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Track orientativo, no obtenido durante la excursión, elaborado después de realizarla
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