Cuaderno Nº 64

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 21 de Mayo de 1995 CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 64
EL 25… ¡TODOS A LA PLAZA!DESPUÉS DEL CENTENARIO…- Entretelones- Celebración en 1912- La fiesta en 1913- Ceremonias en 1915- El baile social y el reparto de víveres 1945. CUANDO ANGEL VIERA CRUZÓ EL RÍO DE LA PLATA¿QUÉ RECUERDOS PUEDO RELATARLE? (Ernesto Sábato)LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV- Entre Letras y Pinturas (Carlos María Castiglione)- Platería, un culto universal – El facón – (Aurelio Gómez Hernández)

EL 25… ¡TODOS A LA PLAZA!

Nati Sarrot

Al extenderse Gualeguaychú en el andar del tiempo escapó, como fuerte y constante corriente de agua, de los rígidos cauces que le marcó su fundador Don Tomás de Rocamora. Núcleos y caprichosas vías de enlace creó el habitante obedeciendo a su interés, a su necesidad, a su forma de pensar, a su posibilidad económica, etc. 

El crecimiento fue lento y por mucho tiempo el centro del poblamiento fue LA PLAZA. No solo el centro físico, sino el de la actividad general de los gualeguaychuenses: Iglesia, cementerio, mercado, oficinas, escuela, comandancia, todo era en la Plaza o a su alrededor.

Cuando el número de personas superaba el que se reúne en un salón; cuando el objeto convocante abarcó a muchos, la reunión tuvo como escenario la Plaza Mayor, luego Independencia y desde 1936, San Martín. ¡Todos a la Plaza! Significó la invitación para encontrarse en ella. 

En especial los 25 de Mayo y 9 de Julio, los soles se esperaron en la Plaza siempre en la Plaza desde que se empezaron a celebrar esas fechas, tal como si el lugar siguiese siendo equidistante a los escolares, a los vecinos, a las autoridades, a los hombres de las fuerzas armadas y de seguridad, etc. Es que La Plaza es el lugar de todos. 

Por eso, para expresar el sentimiento común a todos y mostrarnos cultores de los símbolos, de los fastos patrios de la Argentina, lo seguimos haciendo en la Plaza, la misma en la que Rocamora plantara una gran cruz para dar por fundada la Villa de San José de Gualeguaychú el 18 de octubre de 1783. 

(Fotografía del 1900) . 

Plaza Mayor, luego Independencia, desde 1936 San Martín. 

Sin monumentos que se fueron agregando desde 1910. Al centro la Columna. Quiosco en la manzana frente a la Policía. 

Referencias de la Fotografía:

1

Manzana de Urquiza- Belgrano- Luis N Palma y San José. Hasta 1940, la más ornamentada de la Plaza.

2

Local construido para escuela de primeras letras. Desde 1853 fue Iglesia hasta inaugurar el templo parroquial. Situado en San José y Urquiza esquina nor-oeste. 

3

Iglesia San José inaugurada en 1890. En el atrio, estatua en mármol de carrara del Párroco Luis N Palma. Torres y ornamentos del pórtico fueron agregados en la década siguiente. 

4

Sociedad Mutual Entre Argentinos y Orientales. Inaugurado a fines del siglo XIX sobre calle Luis N Palma entre Seguí y Santiago Díaz

5

Casa de la familia Galeano. Construída sobre sitio del primer templo parroquial y cementerio de la Villa, en San José y Luis N Palma, esquina sur-oeste 

6

Escuela Graduada Mixta. Se construyó de altos en 1913. Actual escuela Nº 1 Guillermo Rawson.

7

Casa del Coronel Juan José Borrajo situada en Colombo esquina San José, ángulo nor-oeste.

8

Casa del Canónigo Juan Carlos Borques en Rivadavia esquina San José, ángulo nor-este

9

Casa de la familia Haedo en Rivadavia esquina San José, ángulo noroeste

10

Casa de la familia de Cándido Irazusta, hogar de Julio y Rodolfo Irazusta. Actual I.S.P.E.D. Situada en Rivadavia esquina Belgrano ángulo nor-oeste

11

Columna levantada en 1879 y demolida en 1910 para base del monumento al General San Martín. Honor del Gobierno de la Provincia y Municipalidad de Gualeguaychú a la Libertad. 

DESPUÉS DEL CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN…

Fabián Magnotta

Más que interesantes son los datos que se descubren al repasar la forma de celebrar la fiesta patria después del Centenario. La gente se enojaba si los actos eran pobres. Había bailes y reparto de víveres. En plena calle 25 al atardecer, seguramente muchos se emocionaban con el paso de las antorchas.

Cvadernos cuenta en esta nota algunos aspectos de aquellos festejos, con un respeto que no descarta la curiosidad.

Tarjeta Postal de Mayo de 1910 - Foto Elizalde

ENTRETELONES

Quienes pensaban que los años siguientes a la celebración del Centenario de la Revolución despertarían ideas nuevas para conmemorar esa fecha nacional, se equivocaron de punta a punta. Pese a los sueños de algunos, el Centenario no removió demasiado las iniciativas. Por ello las fiestas en los primeros años de la década del diez, encontraron más críticas que elogios. 

“Como de costumbre, muy poco novedosa” la celebración del 25 de Mayo de 1912; “Poco o nada de nuevo” en 1913. Así se rezongaba desde las columnas de EL ARGENTINO. 

Sin embargo, un par de años más tarde, el matutino describió que algo estaba cambiando. Ese es apenas un elemento para tener en cuenta. Más novedoso y rico resulta conocer entretelones de la fiesta; tratar de descubrir detalles de la ciudad cuando el siglo amanecía. Al fin y al cabo, para el rompecabezas de la historia sirve tanto detectar una conversación de esquina como intuir un prejuicio, una crítica o una costumbre de época. 

CELEBRACIÓN EN 1912

Si una fiesta cívica como la que se desarrolló el 25 de Mayo de 1912 se realizara hoy, no estaríamos tan disconformes. No obstante, en aquellos años se deslizaron críticas en medio de la celebración. 

Con el tibio sol de la mañana estallaron las bombas para que despertara el día. A las 9 horas, el Regimiento 10 de Infantería, al son “de una alegre marcha guerrera” se dirigió al centro de la ciudad para los festejos. El Tedeum en la Iglesia San José estaba previsto para las 10. Allí no hubo más: por una reciente resolución se había abolido la oración patriótica y la gente sintió más que nunca que faltaba la palabra vibrante del querido párroco Luis N Palma. En la Plaza Independencia se efectuó la condecoración al soldado del Regimiento que mostró mejor conducta y habló el Comandante Pereira. El Cuerpo se retiró al Cuartel poco antes del mediodía. Mucha gente concurrió a ver el desfile militar en esa jornada de otoño y acompañó el paso por la arteria principal hasta la esquina de 25 de Mayo y Rocamora. 

En horas de la tarde, la Escuela Normal centralizó la atención. El acto patrio preparado por esa comunidad educativa abrió con la palabra de la profesora Mercedes Mójica.

Finalmente, en el Teatro 1º de Mayo cerró la celebración Se inició la velada nocturna con la disertación del Mayor Smith Pedernera y continuó con un concierto de los estudiantes del Conservatorio Santa Cecilia. Entre el público asistente se encontraban las familias: Rodríguez, Cinto, Villalba, Correa, Franco, Iriarte, Ríos, Zuloaga, Buschiazzo, Carabelli, Montero, Díaz Olivera, Daneri, Fontana, Secchi, Boggiano, Etchebarne, Harispe, Hornos, Siboldi, Barcia, Parma, Dumón y De la Cruz. 

Al día siguiente, pese a las expectativas generadas, el Regimiento no salió. Entonces, EL ARGENTINO expresó:

“Aunque es triste confesarlo, muy poco nuevo presentaron”

LA FIESTA EN 1913

Según el matutino consultado, las fiestas mayas de 1913 merecían una celebración importante. Sin embargo, la Jefatura de Policía no brindó el marco adecuado ya que todo el frente careció de iluminación. El único acto popular concurrido fue el Tedeum en la Iglesia San José. Esa mañana hubo reparto de víveres a los humildes. El acto de “más calor” se desarrolló en la Escuela Normal. En esa institución, inició la ceremonia el profesor Alfredo Villalba; la señorita María Luisa Venturino leyó un texto de don Luis Doello Jurado; María Eloísa de Elía recitó el poema “Espadas y Plumas”; Matilde Batmalle leyó su composición titulada “Mayo” y el profesor Schemizzérico Cristiano interpretó los temas musicales.

En la Escuela Nº 5 dirigida entonces por la notable educacionista Serafina M de Vasallo, se realizó un acto participativo. Era un establecimiento educativo ubicado en suburbio norte; diferente a la Escuela Normal en su perfil socio-económico. La fiesta logró un notable colorido que mereció comentarios de EL ARGENTINO. La alumna Carmen Felsioni leyó el poema “A la Patria”; los alumnos Florencio Sosa, Olegario Spandre, Delia Guirín, Cándido Sosa, Carlos Sosa, María Viegas, María Julia Vasallo, Elida Rébora, Celia Giusto, Juan Rébora y Martín Felsioni, desarrollaron una comedia. 

CEREMONIAS EN 1915

El martes 25 de mayo de 1915 amaneció con las calles húmedas. La noche del 24 llovió y por el mal tiempo reinante se suspendió la Procesión de antorchas. La Comisión de Fiestas Mayas organizó el reparto de víveres a las familias humildes en un local contiguo al Teatro 1º de Mayo Para que el lector se ubique, el teatro se encontraba en calle Urquiza frente a la plaza Independencia, actual San Martín. Niños y adultos llegaron desde diferentes barrios de la ciudad, en procura de comida, ropa y calzados. El objetivo era que al menos en ese día tan importante, no faltara el bocado en ningún hogar de Gualeguaychú. La entrega se hizo durante la mañana. En las primeras horas de esa tarde, se desarrolló en la Escuela Normal un acto literario-musical; luego en el centro social Recreo Argentino se reunieron en un baile los socios acompañados de sus familias. El baile se prolongó hasta las siete y minutos del siguiente día. Entre otras participaron de la fiesta las familias: La Rosa, Luciano, Etchazarreta, Borrajo, Botani, Elías, Vela, Borg, Ballester, Savignón, Podestá, Muñoz, Bernard, Trelles, Sobral y Garbino. 

Tras las bombas disparadas en la plaza al amanecer del 25, se congregó la concurrencia. Al pie de la estatua del Libertador se escuchó el mensaje de Policarpo De la Cruz, designado por el Centro Patriótico. El orador destacó que la fecha encontraba a Europa en guerra y a la Argentina en franco crecimiento. Poco después de mediodía se efectuó el Tedeum. Luego, se realizó el desfile por calle 25 hasta plaza Libertad, actual Urquiza. . Algunas horas más tarde, la asistencia a la función de gala en el Teatro logró agotar las entradas. Con una humedad obstinada y los ecos de los festejos terminó la jornada. 

Así eran entonces los 25: presencia del Regimiento, desfiles, procesiones de antorchas, bombas, poemas, participación popular, discursos, bailes, sol tibio, humedad, alguna llovizna. 

¿No nos llegan deseos de espiar con la libertad de un anónimo en el importante acto de la Escuela Normal y la inolvidable fiesta de la Escuela 5? ¿Cómo se habrán preparado? ¿Con qué expectativa se esperó la jornada? La historia a veces no puede llegar a los patios, pero logra unir las piezas del rompecabezas. Y en ese sentido, es indudable que el mensaje que nos dejan aquellos 25 es que no siempre es incorrecto retroceder. Máxime si se trata de reencontrarse con los sueños. Ello puede parecer trivial, simple, sin sentido para algunos. No importa. Igual vale preguntarse si no seremos capaces hoy de rescatar el vuelo de aquella Bandera, de recuperar el malestar cuando la fiesta sea pobre, de atrapar en los ojos el contraste formidable de las antorchas encendidas en un húmedo crepúsculo de mayo. 

EL BAILE SOCIAL Y EL REPARTO DE VÍVERES

Había una vez dos ciudades dentro de una ciudad (Ray Bradbury)

De la lectura de los diarios, apenas una mirada sobre la celebración del 25, se obtienen algunas conclusiones interesantes referidas no solo a la forma de recordar la fecha, sino también a características salientes de la sociedad local.

Fabián Magnotta ‘95

1945. CUANDO ÁNGEL VIERA CRUZÓ EL RÍO DE LA PLATA

Angel Viera (Fotografía acnrp.com)

En los primeros días de febrero de 1945, Daniel Carpio un peruano radicado en Buenos Aires, superó el récord de Lilian Harrison, cruzando a nado el Río de la Plata en 22 horas 52 minutos.

El 4 de marzo, prácticamente un mes después, dijo LA PRENSA” (…) El nuevo récord duró poco. Anoche un aficionado relativamente desconocido en nuestro medio ANGEL VIERA pero dotado de notables aptirudes para la práctica de la natación, finalizó con el más amplio de los éxitos el cruce del estuario y lo hizo estableciendo una nueva marca, 22 horas 18 minutos o sea 34 minutos menos que el tiempo de Carpio.”

Nativo de Gualeguay, por razones de trabajo a la par que por un accidente, Angel Viera decidió radicarse en Gualeguaychú cuando “ya había hecho sus primeras armas” en la natación de largo aliento. En febrero del ’39, en acción de entrenamiento unió Paso de Alonso, paraje aguas arriba de Gualeguay con Las Toscas, cercano a Puerto Ruiz en ocho horas. Por espacio de 24 horas, diez días después unió el Parque Quintana con la Boca del Gualeguay.

Radicado en Gualeguaychú, a poco andar ya era conocido como “El Yacaré”. Apoyado fundamentalmente por el doctor Alejandro R Bugnone, como médico y como deportista náutico. Al prepararse para el más codiciado propósito de cruzar el Río de la Plata, Viera intentó unir las ciudades de Gualeguaychú y Concepción del Uruguay. 

Cuando llevaba cumplidas 12 horas de nado, una fuerte tormenta frustró el raid. A ello se unió un incidente casual que pudo tener un desenlace trágico. De regreso por el río la flotilla de acompañantes fue tiroteada por guardacostas uruguayos que confundieron con contrabandistas a los canoeros y lancheros que luchaban con el embravecido Uruguay. No dieron en el blanco, felizmente. En su activa preparación para el gran cruce, Viera unió en 14 horas Gualeguaychú con Fray Bentos y poco después un récord de campanillas: 50 horas nadando en aguas del río Gualeguaychú.

Como decíamos al comienzo, todavía andaba la prensa grande con los ecos del cruce récord del gran estuario del Plata por el peruano Carpio, cuando nuestro entrerriano Angel Viera se lanzó al agua el 2 de marzo de 1945 en Colonia, a las 22.15 horas dirigido por el veterano Romeo Maciel y el Dr. Bugnone, el Capitán Crispín Maidana como director de ruta, Fuad Al Jarrad, Daniel S Gadea y otros deportistas de Gualeguaychú y Gualeguay. La flotilla fue acompañada por El Corado, embarcación de la Prefectura Marítima. A las 20.33 del día siguiente 3 de marzo, luego de bracear denodadamente contra factores adversos como el oleaje generado por vientos de entre 40 a 45 kilómetros hora y a posteriori pronunciadas bajantes del río, el Yacaré Viera “tocó tierra en la playa del semáforo del puerto de La Plata, a unos 800 metros de éste, tras 22 horas y 18 minutos de lucha con las corrientes, el viento y la bajante”, como dice el historiador gualeyo Carlos Ricardo Altinier en Todo es Historia nº 80 de enero de 1974.

Precisamente, recuerda Altinier que Mateo Martínez colaboró eficazmente con Viera en Gualeguaychú. ¿Quién fue Mateo Martínez?... Pues aquel inolvidable deportista nuestro, futbolista, maratonista pedestre y nadador de prolongada actuación, que en fútbol vistió la casaca de Rácing local, de Sociedad Sportiva de Gualeguay y de Estudiantes de La Plata donde jugó al lado de Alberto Zozaya.

FAKIR Y NADADOR

Viera tenía un raro hobby: magia y faquirismo. Eran frecuentes, en el núcleo de sus amigos, las sesiones dedicadas a la esotérica “ciencia”, en cuyas prácticas solía introducirse un clavo en la nariz. A causa de una de estas demostraciones sufrió una seria lesión que lo obligó a trasladarse a Gualeguaychú para hacerse atender con el doctor A. Bugnone, quien además de dedicarse a su especialidad – otorrinolaringología- tenía particular predilección por el deporte náutico. En este conocido deportista encontró Viera un verdadero puntal para la prueba máxima de la natación.

Ricardo Altinier.

Todo es Historia Nº 80

QUÉ RECUERDOS PUEDO RELATARLE?

Al menos le diré que me estoy viendo en mi escuela primaria, dibujando en el pizarrón, con tizas de colores, al general Belgrano haciendo jurar por su pobresucho ejército dos franjas de género celeste con una blanca en el medio, que por aquel acto mágico sería capaz de convocar batallas y arrastrar a sus hombres a la muerte o a la victoria. 

Tendría yo unos once años y era el “dibujante” de la clase. Grave compromiso en días tan emocionantes como el de la Independencia, unido al recuerdo del chocolate calentito que nos daban después de haber izado la bandera en el patio de la escuela, ateridos de frío pampeano. No sé si porque el dibujo y el color fueron mi primera forma de sentir o imaginar la realidad – como ahora es mi última- o acaso por las desventuras que siguieron a aquellas felicidades, esa memoria vuelve a mi espíritu… Así, cada vez que veo a un chiquito jugar con un muñeco de trapo desearía que para siempre permanezca tal cual… Pero, sacrílegamente, esa idea vuelve a mi mente en alguna plaza, cuando contemplo a los chicos que levantan castillos de arena o que mantienen entre sí sus fantásticas conversaciones… ¡Detente! Deja a esos niños para siempre ahí, en esa plaza, en ese reducto inmortal. No permitas que los seres humanos lo echen abajo o siquiera lo resquebrajen. Permite que para siempre subsistan las líneas punteadas de la Expedición Libertadora al Alto Perú; que para siempre permanezcan aquellos hombres frente al Cabildo de Buenos Aires, esperando, bajo la fría llovizna de mayo la Libertad de los Pueblos; que esa Revolución sea pura y perfecta, que no haya debilidades ni traiciones; que no muera miserablemente solo y enfermo el general Belgrano; que jamás deje de ser inmaculado el general San Martín, señalando con su dedo enérgico hacia Chile sobre su hermoso caballo blanco; que nunca sepan esos chiquitos que en aquellas inmensas montañas heladas marchaba sobre una mula… con un simple poncho, encorvado y caviloso, con terribles dolores en su cuerpo y que tampoco sepan que ese hombre terminó solitario, del otro lado del océano, apoyado sobre su bastón de anciano, melancólicamente mirando hacia esta tierra desdichada”.

Ernesto Sábato

Aquella remota infancia

La Nación, 1987

INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
TRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – Mayo 2020-  DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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