Cuaderno Nº 57

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 5 de Febrero de 1995 CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 57
QUINQUELA … EL BARATO ARGENTINO Y UNA ESQUINA CON HISTORIA- El Encargado- La esquina1867 CALLE DEL PUERTO .Y SE COLOCÓ LA PRIMERA PIEDRA …LA MIRADA, UNA LEYLOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV ( edición impresa)- Entre Letras y Pinturas (Carlos María Castiglione)- Platería, un culto universal – La imaginería- (Aurelio Gómez Hernández)

QUINQUELA…

Marco Aurelio Rodríguez Otero 

Benito Quinquela Martín

El 21 de marzo de 1890, la Casa de Expósitos recogía, como fugada hoja del otoño, a un pobre niño abandonado. Entre los pañales, había una esquela emblemática: 

Este niño ha sido bautizado y se llama Benito Juan Martín

Ese niño del portal nacido en la tristeza, seis años después recibió los prolijos cuidados y el profundo amor maternal, en los brazos y en la alegría de una gualeguaychuense, Justina Molina. Ella con su esposo don Manuel Chinchella, lo adoptaron en calidad de hijo que no tienen en su hogar, en el Barrio de la Boca.

Benito fue a la escuela, jugó, corrió con los amigos y pintó, pintó mucho; creció envuelto en la felicidad del hogar bendito y en ese colorido barrio de inmigrantes.

En los años 20, castellanizado ya el apellido, Benito Quinquela Martín inició la senda de una célebre trayectoria artística: el pintor, que al decir de un periodista, “le puso color al pueblo”.

Quinquela contó en una oportunidad: 

“Mi padre adoptivo era genovés. Mi madre era entrerriana, de Gualeguaychú. Tenían un negocio en Irala al 1500 y despachaban comestibles, bebidas y carbón.

Ella no tenía la menor idea del tamaño del mundo y al volver de mis largos viajes se quedaba sorprendida de que hubiera tardado tanto (…)”

 Rafael Squirru ha observado: 

De lo que no cabe ninguna duda es que Quinquela ocupa un lugar en nuestro arte más allá de las discusiones bizantinas y de que nadie que mire con capacidad contemplativa el mundo de la Boca, lo hará sin que se le cuele en la retina ese paisaje, tal como lo interpretó Benito Quinquela Martín.

Quinquela ocupa un lugar en nuestro arte más allá de las discusiones bizantinas

EL BARATO ARGENTINO Y UNA ESQUINA CON HISTORIA 

Fabián Magnotta 

Vista histórica de la esquina de 25 de Mayo e Italia, hacia el Oeste.


Nacido en los años veinte, EL BARATO ARGENTINO, aún con algunos cambios de razón social, sería uno de los comercios prestigiosos en la ciudad de Gualeguaychú.

Inventiva comercial, buen gusto, fuente laboral, inserción popular, fueron los principales elementos que supo amalgamar. EL BARATO, como le diría la gente por años, quizás simplificando el nombre completo de la tienda, acaso con un dejo de cariño. 

Cvadernos rescata aquella historia, basándose en gran medida en el relato de Alberto Badaracco, que desde los doce años hasta su jubilación estuvo ligado a la ya legendaria tienda. 




EL ENCARGADO

Alberto Badaracco tiene hoy 82 años. Los cumplió el 8 de enero, no ya entre cajas de zapatos y facturas para hacer, sino rodeado del calor de su familia, con la memoria intacta y con un álbum grávido de recuerdos. No tuvo casi estudios, como confiesa, pero es un hombre culto, formado por el trato social y la sana costumbre de leer: La Nación y EL ARGENTINO, no faltan a su lado. Durante años fue identificable este personaje de bigotes, de mirada viva y hablar claro. 

-Allá va Badaracco, el del Barato…!! Decían los vecinos.

Claro, don Alberto era reconocido en las calles como el encargado de la zapatería de la afamada tienda El Barato Argentino, ubicada en el salón de 25 de Mayo y Humberto Primo, hoy Italia. El comercio, que por su tamaño y prestigio conseguiría ser más conocido que el intendente, abrió sus puertas en 1921. En el lugar, José Sensarrichi había tenido una confitería y salón de masas. El codiciado local fue alquilado a los hermanos Saturnino y Guillermo Azcárate, dos porteños emprendedores que años más tarde lograron adquirir esa y otras propiedades linderas.

Alberto Badaracco tenía doce años y pantalones cortos cuando fue a pedir trabajo, siguiendo los consejos de su madre, que no se cansaba de repetir: 

Tiene que trabajar en una farmacia o en una tienda, m’hijo, para

 hacerse un hombre de bien.

Aquel niño ingresó a la tienda en 1926. Los primeros tiempos, más que un cadete era un polifuncional. El gerente Emilio Córdoba, que privilegiaba la disciplina y la honestidad, lo convocó a su escritorio el primer día.

- Quiero que usted sea un hombre formal, de bien. Acá va a tener que barrer y trapear el piso, lavar los vidrios y llevar los paquetes.

Así, la niñez convertida en adolescencia encontraría a Alberto unas noches durmiendo en la tienda, como un improvisado sereno; y las tardes lo verían transitar apurado con géneros o zapatos para las clientas. 

Entonces, no había problemas de estacionamiento en el centro, ni inconvenientes con los horarios para descargar mercadería. Veamos:

La mercadería llegaba por tren desde Buenos Aires hasta la Estación… Desde allí, la traía hasta la tienda, don Benjamín Zonis en un carro con dos caballos. Después nosotros nos pasábamos las tardes desclavando los enormes paquetes. 

Salvo alguna que otra reprimenda, Alberto no merecería sino elogios y ascensos en el comercio. Una noche que se quedó con otro joven compañero, se entretenían tirándose paquetes de almanaques, con tan mala suerte que un calendario voló hacia la vereda y fue observado por el gerente, que vivía enfrente. Como sanción, por un buen tiempo debió trabajar los domingos. Sin embargo, pocos años después el mismo gerente diría con orgullo mirando a Badaracco: Este es un pollo de mi nidal. Describe nuestro entrevistado que Emilio Córdoba se casó con una mujer de Gualeguaychú; era un hombre de gran disciplina y rigor, pero sabía reconocer cuando uno hacía las cosas bien. Le sucedieron en la gerencia, Gonzalo Díaz, Eulogio Giménez y Francisco Pereyra. 

No sólo para los directivos tiene buenos recuerdos. Don Alberto, esboza una sonrisa melancólica cuando rememora las inolvidables cenas del grupo de empleados, los nombres de sus compañeros Oscar Badano, Lorenzo Fazzio, José Uriarte y Modesta Urriste.

-Badano era boxeador y futbolista. En Independiente, un año terminó con la valla invicta. Como boxeador me acuerdo haberlo visto pelear en El Lírico, un cine al aire libre que estaba donde hoy están las oficinas de Daroca, Vicco y Verón en 25 de Mayo y Pellegrini ángulo sur-oeste. Yo le llevaba el equipo y me dejaban entrar gratis a ver las peleas.

- La tienda fue una institución. Trabajar allí era un prestigio. Tengo mil cosas para contar; por ejemplo que a fin de año íbamos a la zona rural a repartir almanaques y mates ya que del campo teníamos mucha clientela que compraba para toda la familia. Íbamos con el gerente en un Ford “a bigotes”. 

- Los hermanos Azcárate se separaron y quedó al frente Saturnino. Los éxitos comerciales siguieron. El Barato traía las novedades de la moda y cada clienta tenía su empleado preferido: - Buenas tardes… ¿Está Acosta?... preguntaba una señora - Buenos días… ¿Se encuentra Badaracco? Inquiría otra.

En el local ubicado sobre “la 25”, entonces empedrada, el buen trato era la mejor siembra. El comercio tuvo la virtud además, de insertarse en el reconocimiento popular. La gente sabía que allí encontraba buenos precios, calidad y créditos; además, recibía almanaques u otra gentileza de buen gusto. Para dos generaciones, vestirse allí fue un inolvidable componente de la vida. 

La oferta de El Barato era vasta. La tienda estaba dividida en secciones: tejidos, ropería, estilo para hombres, mercería y zapatería. En los mejores tiempos, la cantidad de empleados ascendía a veinte. Había un responsable de vidriera, que día por medio realizaba modificaciones. Años más tarde, cuando cerró la talabartería de Huarte en la esquina nor-este, El Barato instaló allí la zapatería, con don Alberto Badaracco como encargado.

En cuanto al crédito, señala que fue de alguna manera pionero en el sistema de “tarjetas” pero utilizando “libretas”. No solo para las familias de clase media, sino para las más pudientes; en los dorados tiempos sin inflación, la tienda otorgaba una libreta anual. Al llegar el mes de diciembre, el responsable preguntaba cuánto se debía y abonaba. 

El "Barato Argentino" funcionó donde posteriormente lo hizo la Tienda "Los Vascos", en 25 e Italia e Italia
Vista histórica de las calle 25 de Mayo e Italia

LA ESQUINA 

Por lo demás, el comercio lograba estar presente en las grandes fiestas populares. En un famoso carnaval, colocó un palco aéreo de vereda a vereda en plena calle 25 para mirar el espectáculo. Y la gente se disputaba la esquina, porque sabía que el corazón de Gualeguaychú palpitaba allí. Era la esquina del comercio y de las conquistas. En las legendarias caminatas de los domingos por “la 25” las chicas preferían la vereda “de la derecha”, los varones, vestidos de traje se apostaban en la esquina de El Barato. Ahí cruzaban piropos y miradas prometedoras. Fue también la esquina de los grandes actos políticos; allí fue ovacionado Arturo Frondizzi; en ese lugar Ricardo Balbín pronunció un discurso ante una multitud absorta.

Ya en la década del ’50 cuando la tienda tomó el nombre de GRANDES TIENDAS AZCÁRATE, los jóvenes Numa Frutos y José Munafó idearon la carroza que se convertiría en la semilla del Desfile de Carrozas Estudiantiles. No fue fácil que la gente se acostumbrara al nuevo nombre. Seguían refiriendo El Barato… Luego, Azcárate se convirtió en Los Vascos. Sus últimos dos Gerentes fueron los estimados don Julio César Guzmán y don Rodolfo Giunti. Sobre finales de 1994 se instaló un comercio de videos. A la misma esquina donde llegaba cansino el carro de Zonis, arribaba medio siglo más tarde un moderno y sofisticado camión cargado del misterio del cine y la magia del color. 

Don Alberto Badaracco recuerda con nostalgia aquellos años de trabajo. Seguramente es válido recordar con él entonces, a uno de los comercios prestigiosos del siglo XX en Gualeguaychú. 

1867 CALLE DEL PUERTO… Y SE COLOCÓ LA PRIMERA PIEDRA

Nati Sarrot 

Actual calle Alem entre Av. Del Valle y Concordia 

La esquina de calles Del Puerto (Alem) y La Paz (Del Valle), fue lugar de la ceremonia, un 24 de febrero de 1867. Eran las 5 de la tarde de un hermoso domingo.

La Banda de Música amenizó la fiesta que significaba comenzar a empedrar las calles de la ciudad de Gualeguaychú. Para ello, nada mejor que empezar por la Del Puerto, vidriera de los pasajeros que llegaban por el río y debían ingresar por ella hasta el centro.

La actual calle Alem “era la principal entrada al pueblo, y carros y carruajes sufrían con su pésimo estado, sobre todo en tiempo de invierno, llevándose una impresión desastrosa”.

Sin existir aún la Municipalidad, el vecindario formó Comisión que presidió don Narciso Gómez y el 15 de febrero anterior firmó con el empresario don Francisco García un contrato para empedrar 15 cuadras por el precio de 9 y medio reales bolivianos la vara cuadrada. Damos los nombres de los demás miembros de la Comisión de empedrado: Vicepresidente, José María Martínez; Tesorero, Miguel Zamora; Secretario, Asisclo Méndez y Vocales: José Iglesias, Manuel Magnasco, doctor Francisco Bergara y Pedro Fernández. 

El trabajo fue intenso y sin demora. A ocho días de firmado el contrato de 16 artículos, se colocó la primera piedra del adoquinado de Gualeguaychú. Entonces, se hizo un brindis, se pronunciaron discursos y se concluyó con un lunch y un baile en la misma esquina de la celebración.

Consultados:

EFEMÉRIDES. Archivo del Instituto Magnasco, Gualeguaychú.SAMEGHINI, Andrea (1974) Página del Domingo. EL ARGENTINO 24 de marzo/ 7 de abril. Gualeguaychú. 

LA MIRADA, UNA LEY 

Charles Chaplin y Jackie Coogan, en el filme El Pibe le dan flama a la ley de la mirada.

Los poetas, sobre todo los antiguos, usaron la mirada de la mujer (presuntamente amada) como el artesano a su estilete. La mirada de la bella, iluminando y deslumbrando con “el fulgor de sus glaucos ojos” (fulgor: resplandor, brillo propio; glauco: verde claro). O también, “tu mirada princesa, me lastima”; o “el halo gris de tu mirada ausente” (halo: corona solar o lunar, círculo irisado que aparece alrededor y a bastante distancia del sol o de la luna). Vale, como dicen los madrileños. 

Más allá y más acá del entusiasta estro poético, la mirada es muy cierto que asume de pronto los plenos poderes de una fijación humana; ése, el instante palpitante, ternuroso, resolutivo, amoroso, caritativo, en que con toda la sangre desde las entrañas y desde la mente, revienta como una flor púrpura la ley final y casi inapelable de la mirada. La mirada, que puede venir con dos puñales, con dos luceros, con todo el embrujo, con la dulce candidez, con la belleza de la caridad y la solidaridad entre iguales o parecidos.

La mirada, señoras y señores, tan vital y autorizada que es capaz de alcanzar con su lazo la más asombrosa lejanía y entibiar con su húmedo delirio la más pequeñita cercanía entre dos almas. 


Marco Aurelio ‘95



INVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ
TRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – Mayo 2020-  DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
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