Cuaderno Nº 51

Índice Temático


GUALEGUAYCHÚ, Domingo 6 de Noviembre de 1994 CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 51
LA FORZADA SERVIDUMBRE DEL NEGRO O EL FATAL DESIGNIO DEL HOMBRE BLANCO (Segunda Parte)- Legislación sobre esclavos- Debilitamiento de la población negra- Venta de esclavos en Gualeguaychú- La morena Petrona- Piezas de Indias: Calificación - Los negros vestían…FRIGORÍFICO GUALEGUAYCHÚ. APUNTES DE UNA HISTORIA QUE TERMINA LOS HABITANTES DE LA MANSIÓN IV- Entre Letras y Pinturas (Carlos Castiglione)- Platería, un culto universal – La bombilla – (Aurelio Gómez Hernández)

LA FORZADA SERVIDUMBRE DEL NEGRO O EL FATAL DESIGNIO DEL HOMBRE BLANCO 

(Segunda Parte) 

Nati Sarrot

Aurelio Gómez Hernández 

LEGISLACIÓN SOBRE ESCLAVOS

Desde la Real Cédula de 1789 de S.M. el rey Carlos IV de Borbón, sobre educación, trato y servicio de los esclavos en sus dominios de Indias y Filipinas, no hubo cuerpo legal tan abarcador que marcara a los amos cómo debían “hacer” la vida de los negros. Es un documento interesante cuyo cumplimiento fue relativo y tardío. Los viajeros de la época – cuya mirada se juzga más amplia- destacaron que en el Río de la Plata, la condición del negro fue de privilegio en comparación de los del Brasil o de América del Norte. Diferente calidad de vida y de trabajo, resultado quizás, del carácter del poblador y las posibilidades del territorio.

Argentina está entre las naciones pioneras en otorgarles derechos. La Asamblea General Constituyente del año 1813 declaró la Libertad de Vientres. Sin embargo, los criados y libertos – hijos de esclava- quedaban bajo el patronazgo del dueño hasta los 14 o 15 años, según fueran mujer o varón. Si la madre era vendida, la oferta se hacía “al bulto”, es decir, con hijo incluido, lo que alzaba el precio de “la pieza”.

En Gualeguaychú, de acuerdo al derecho de adaptar la legislación a la región, rigieron disposiciones que prohibían tratos y contratos con hijos de familia, esclavos y morenos de edad bajo la pena de multa de 4 Pesos. Según normativas del gobierno provincial en 1822-1825-1827, a los hijos y esclavos que se veían en las calles públicas, en las carreras y aún en el monte, se los entregaba al cuartel de donde lo retiraban sus padres. Y si así no sucedía, eran llevados al Escuadrón Nacional o donde el Superior Gobierno dispusiera. 

La Constitución de 1853 derogó en sus artículos 15,16 y 20 las prerrogativas de sangre o de nacimiento, la venta y compra de personas; pero entre las costumbres y el determinismo, en especial de las “clases altas” hicieron lenta la llegada al goce pleno de sus dictados. En 1860, Buenos Aires se incorporó a la adopción de la Carta Constitucional del ’53; el Código Civil de 1869 prolongó, con “criados” y “conchabados”, condiciones de sumisión.

Juan Bautista Alberdi, vuelto de Europa en 1879, observó: “Los hombres de color que habían dejado sus huesos y su sangre en los campos de batalla” (…) eran aún “los pobres hombres de color”.

DEBILITAMIENTO DE LA POBLACIÓN NEGRA

A principios del siglo XIX, negros y mulatos representaban la cuarta parte de la población en ciudades y pueblos. La activa participación de pardos y morenos en Batallones de Infantería, en las luchas de la Independencia, en la Guerra del Brasil, en las campañas de Caseros, Cepeda, Pavón, en la Guerra del Paraguay y en las expediciones al Desierto, fue copiosa sangría en la población de color. Sus hombres y sus mujeres integraron legiones; fueron requisados 1 de cada 3 o más, de los esclavos de cada señor. Si volvían del campo de batalla su destino era otra vez, la esclavitud. 

En carta desde Concordia, Mariano de Haedo pregunta a Pedro Haedo residente en Gualeguaychú, sobre aquel 

(…) Coronel negro, Haedo que murió frente a la Plaza (casa de Haedo), soldado de la independencia después, de Urquiza y que fue esclavo del tío Manuel (…) / (…) Este negro se le huyó cuando la guerra de la Independencia. Tío lo perdonó por haberse plegado a un acto tan lindo. Siguió su carrera, estuvo en Vences, Pago Largo (…) si mal no recuerdo, se llamaba Jerónimo. / (…) Perdone la cargocidad (…)” 

Concordia, 1 de mayo de 1913 Papeles de la familia Haedo. Copia.

Sólo el grado y el nombre salvó la memoria de quien, por propia determinación y exponiéndose a castigos, formó en las filas de la Patria, haciendo carrera. ¡Tantos otros debió haber!

Si bien el clima del Río de la Plata era suave, para el negro era frío; el trabajo impuesto de sol a sol y dos horas más para trabajar en su beneficio; la condición precaria de vida, la alta mortalidad por enfermedades y epidemias, la escasa reproducción con prematura mortalidad, mermaron el volumen poblacional de la raza. Y se fueron diluyendo sus rasgos peculiares en las evidentes cruzas. 

VENTA DE ESCLAVOS EN GUALEGUAYCHÚ

Valiosos documentos testimonian las características de venta, legado de esclavos en Gualeguaychú. Desde principios y hasta mediados del siglo XIX, las operaciones se hacían con constancia o escritura, como que se trataba de un bien particular y hereditario. Las líneas generales de los contratos obedecían a reglas establecidas pero en cada lugar tomaban formas propias. Los Alcaldes fijaban precio por medio de tasadores de acuerdo a: sexo, edad, estado de salud, dentadura, vicios, habilidades, defectos físicos. Oscilaba entre 300 Pesos para varón y algo menos si era mujer. En venta de persona a persona podían convenirse los precios más bajos. Se legaban por sucesión familiar o por amistad. El precio podía saldarse con especies. Nos sirve para palpar la equivalencia: un negro pagado con 90 reses de un año. 

En caso de recibir maltrato, el esclavo podía pedir al Alcalde, ser de otro dueño. Por esta autoridad se cumplían los pactos de la venta pública de los que tenemos un parte muy completo que resumimos: Se hacía revisar “la pieza” por un facultativo que producía un informe. Se nombraba a tasadores entre personas notables de la Villa. Conocidas estas condiciones los aspirantes hacían ofertas y el Alcalde determinaba, labrando acta, a quién se vendía. Podían inclusive darse en prueba, por unos días. Se avisaba por los medios existentes.

Los tasadores José Antonio de Haedo y José Nadal se pronuncian: “Visto el   informe del facultativo la hemos tasado en 200 pesos moneda metálica por creer éste es el verdadero precio de la citada esclava”. Ofertan en la subasta: Victorio Doello, 133 y luego 138; Leoncio Martínez 136. Joaquina es vendida a Victorio Doello. 

Documento obrante en Archivo Registro de la Propiedad Inmueble de Gchú

EL PROGRESO DE ENTRE RIOS, Gualeguaychú 14 de abril de 1849, p3 col 2

Las escrituras, por espacio de cuarenta años otorgan la libertad a los negros esclavos de Gualeguaychú o la prometen para cuando su amo fallezca. Todas formas de disponer de un bien que a cambio devolvía fidelidad y un gran apego.

Los amos confiaban al negro el transporte de mensajes, las amitas o niñas sus “billetes” para la amiga o el enamorado. El valor del negro se mostró en su contracción a la faena, en su actuación en la guerra. Las mujeres de color amamantaban y cuidaban celosamente al niño blanco. Negras y mulatas marchaban a orillas del río, donde se inicia la calle Bolívar, a una costa de grandes piedras, llevando sobre la cabeza los atados o las canastas de ropa sucia para lavar y volvían luego, con su ritmo propio y diferente, con el lavado que colgarían a secar en el último patio, mientras saboreaban los comentarios y bromas que con sus iguales se habían permitido mientras fregaban y palmeteaban cada prenda. Hasta el canto podía largarse libremente en la ribera del Gualeguaychú. 

El negro parecía un elemento decorativo conduciendo el coche de paseo o el fúnebre; lucía en la puerta de los clubes como portero, hasta que fue corrido en sus oficios por el inmigrante que hacia 1870 llegó en masa para ganarse el pan con el trabajo. 

 “Quedan pocos jóvenes de color, los cuales ocupan el servicio como cocheros de tono, como porteros de las oficinas públicas y otros empleos lucrativos; pero como elemento social no son sino un accidente pasajero, habiendo desaparecido del todo en las provincias y no habiendo podido establecerse fuera de la ciudad… Dentro de veinte años, será preciso ir a Brasil para verlos en toda la pureza de su raza”

Sarmiento (1882) Conflictos y armonías de razas

LA MORENA PETRONA

Con fecha 8 de agosto de 1851, obra en el Libro del Registro de la Propiedad Inmueble de Gualeguaychú, la escritura de venta de una morena, de Santiago Bullo a Manuel Gianello, llamada Petrona.

La pequeña historia de Petrona Marcelina se puede reconstruir por su partida de bautizo adjunta: “fue cedida en Santo Domingo de Soriano en venta perfecta, el 13/01/1838, a Doña Clemencia Paredes”… Entonces la morena tenía 18 años.

Petrona Marcelina nació el 19 de setiembre de 1823 y era hija de la esclava Reducinda y de Don Patricio Gadea… Fueron sus padrinos José María Ramos y Bárbara Riquelme. Extendió el certificado de bautizo el Presbítero Fermín Fernández, Teniente Cura de la Parroquia de Santo Domingo Soriano, en fecha 8 de junio de 1824.

Cuando la esclava pasó a poder del italiano Bullo no consta en los libros, pero sí cuando pasa a pertenecer a Manuel Gianello, con 28 años de edad, sin defectos ni enfermedades conocidas, contra el pago de 28 pesos; un precio seguramente acordado, ya que la cotización de “la pieza” era más alta.

Por vía materna Petrona heredó la esclavitud. Así marcaba la legislación, aunque el padre fuera blanco. 

PIEZAS DE INDIAS: CALIFICACIÓN


LOS NEGROS VESTÍAN…

“Estaban por lo general, muy mal vestidos. Llevaban un chaquetón de bayetón, pantalón de lo mismo o chiripá. Andaban descalzos o con tamangos, especie de ojotas hechas de suela o de cuero crudo de animal vacuno o de carnero, envuelto antes el pie en la bayeta, trapos o pedazos de jerga. Más adelante solía verse (especialmente los domingos) algunos ataviados con los despojos de sus amos, 

presentando muchas veces una figura muy ridícula. Por ejemplo, un sobretodo de largos faldones, una levita de talle corto cuando se usaba larga, un pantalón del amo alto o gordo en un esclavo bajo o delgado, un sombrero de copa alta y bastón, porque eso sí, el bastón con puño de metal jamás faltaba en los días de gala. 

Algunos gastaban reloj de cobre con cadenas y sello de lo mismo. En fin, parecían monos vestidos (…) Las mujeres vestían casi siempre, enaguas de bayeta prefiriendo los colores verdes, azul o punzó; rara vez usaban zapatos.

Sin embargo, en casa de varias familias pudientes se veían negras jóvenes muy bien vestidas y calzadas, sentadas en el suelo cosiendo inmediato a sus amas en el estrado”. 

Este párrafo que hemos tomado de “Buenos Aires 70 años atrás” de José Antonio Wilde, es aplicable perfectamente a los negros de Gualeguaychú. Los estrados eran plataformas elevadas con respecto al piso de la habitación, por lo general construidos en madera.

De la lectura de Testamentos de la primera mitad del siglo XIX, se desprende que no era abundante la cantidad y variedad de ropa de los pobladores nuestros por lo que no podía serlo tampoco la de sus esclavos.

El bastón fue como un atributo al que los negros no renunciaron y los datos de testigos nos confirman vivió hasta con los descendientes de aquellos, en el Gualeguaychú del siglo XX.

Cuenta el señor Hugo M. Isola que MARCO, criado de las señoritas Clavarino, pasaba lentamente por su casa allá por 1930 y saludaba a su abuelo con voz pausada diciendo: “Don Alderisio ¿cómo va, cómo pasa?, vestido con sobretodo y munido de un bastón. 

FRIGORÍFICO GUALEGUAYCHÚ. APUNTES DE UNA HISTORIA QUE TERMINA

Fabián Magnotta

La historia comenzó en las primeras décadas del siglo XX. En realidad, la imponente planta de más de 45 mil metros cuadrados cubiertos, nacería como una reacción ante la crisis ganadera de los años veinte y a la vez como una defensa de los capitales nacionales.

 La Sociedad Anónima de Abastecimiento Urbano, Saladeril y Frigorífica Gualeguaychú, constituida en asamblea el 10 de septiembre de 1923, surgió tras una convocatoria de la Sociedad Rural Gualeguaychú para buscar soluciones a la crisis de entonces… Julián Irazusta, Beltrán Morrogh Bernard, Carlos Cinto, Rafael Emiliani, Gustavo de Deken, Francisco Troise y Sixto Vela, formaron la comisión de la Asamblea de Ganaderos del Litoral. 

Dos años más tarde, la sociedad tomaría el nombre de FRIGORÍFICO GUALEGUAYCHÚ S. A y se dedicaría a construir la planta junto al río, para lo cual se reunieron aportes propios, del gobierno provincial, un crédito del Banco de la Nación y otro de las casas proveedoras. Francisco Troise, Domingo Carabelli, Julián Irazusta, Beltrán Morrogh Bernard, Ignacio Olaechea y Pastor Britos formaron el directorio.

El que sería el primer frigorífico exportador creado íntegramente con capitales nacionales, realizó su primera faena en 1931 y el 12 de enero de 1932 la primera destinada a la exportación. 

Desde entonces, la empresa comenzaría a transitar un camino de prosperidad. El puerto alcanzaría una actividad sin descanso durante años. Barcos con toneladas de carne navegarían hacia el mundo. Centenares de familias conocerían la maravilla simple de una vida digna gracias al Frigorífico. 

Por años, la empresa ofreció innumerables beneficios sociales para los obreros y sus familias. A mediados del siglo XX, trabajar allí era un orgullo personal, una tranquilidad y una automática tarjeta de crédito. 

La capacidad de faena llegó a ser de seiscientas cabezas por turno, la capacidad de congelado de dos mil seiscientas toneladas y las de congelamiento de quinientas diez toneladas. Se llegaron a despostar, en la sala destinada a esta tarea, cuarenta mil kilos por día. En 1968, la planta estable de personal era de 1200 trabajadores.

Pero los entendidos creen que ese mismo año llegan las primeras señales del proceso de decaimiento, tras vaivenes económicos en el país y cambios en el directorio de la empresa.

Diez años más tarde, ya en los tristes tiempos de la llamada “plata dulce”, un grupo de inversores foráneos no ligados a la actividad desplazó a los accionistas locales en el directorio. El proceso se profundizaría en 1983, con la llegada de otro grupo. Una década después, la deuda llegaría a superar largamente el valor de la planta. 

Es triste, pero parece cierto que todo verdor perecerá.

Con la misma certeza con que navegó hacia la gloria, el Frigorífico empezaría a acariciar sin ganas, pero inexorablemente, el rostro del ocaso: la luz de los largos años de prosperidad, no podría vencer la macabra mueca de los fantasmas de la noche. 

Crisis mundial en el comercio de las carnes, reiterados desaciertos empresarios, problemas del país. Lo cierto es que el final arribó lento, como una tormenta que avisa y se prepara con tiempo.

¿Quién podría imaginar, cuando los barcos llegaban a cargar, que también un día arribaría la muerte? ¿Quién podía pensar entonces, cuando las faenas eran una fiesta, que sobrevendría la decadencia y la soledad fatal?...

Pero así fue. Donde caminaban obreros crecieron sin gracia los yuyos; donde se detenían los barcos el río empezaba a enfermarse de tristeza. 

El 15 de diciembre de 1994 será el remate. Cuando caiga la tarde se cerrará definitivamente la historia de una empresa que conoció la gloria de los príncipes y la miseria de los mendigos, que supo de la sonrisa eterna que asomaba imborrable y también de las lágrimas cuando caen lentamente.

Descenderá el telón con una pesadez de muerte, pero ya nada se podrá escribir sobre la historia de este siglo en Gualeguaychú sin nombrar al Frigorífico. No se podrá hablar de Pueblo Nuevo, de barcos, de vacas y de chimeneas sin nombrar al Frigorífico. No se podrá hablar siquiera de respeto social sin mencionarlo.

Queda la esperanza, al fin y al cabo la historia es un repaso pero también una apuesta por el futuro, de que hoy otros hombres, herederos de aquellos audaces ganaderos de los años veinte, descubran cómo transformar las ruinas en un sueño.

EDICIÓN IMPRESAINVESTIGACIÓN Y TEXTOS. Nati SarrotCarpetas de Andrea SAMEGHINIJEFE DE REDACCIÓN: Marco Aurelio RODRIGUEZ OTEROREDACTOR INVITADO: Fabián MAGNOTTACOLUMNISTAS: Carlos M. CASTIGLIONEAurelio GOMEZ HERNANDEZ 
TRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
Gualepedia: Índice de la página