Cuaderno Nº 34

Índice Temático

Gualeguaychú, domingo 20 de febrero de 1994. 

CVADERNOS DE GUALEGUAYCHÚ Nº 34
GUALEGUAYCHÚ DA LAS GRACIAS POR UN GRAN REGALO: UN PARQUE     - El Parque que no fue     - El Parque Unzué     - Al fin ¡el puente!     - El Náutico y El Neptunia      - Y… ¿el Parque es nuestro?      - Andrade en el Parque     - Calle Bernardo L. Peyret     - El agua para riego     - Un jarro de leche     - Le chateau vert     - Las bicicletas en el Parque 
ADIVINA ADIVINADOR (Conde de Gená)DON ISMAEL DESENREDÓ LA BANDERA Y ALGO MÁS…EL PESEBRE DE GIUSTO (Antonio Romero Frávega)

Gualeguaychú da las gracias por un gran regalo: UN PARQUE

Nati Sarrot 

Ha pasado el tiempo en que las salidas de paseo consistían en visitas entre familiares o amigos; los ­que hasta podían alojarse por días, aprovechando la comodidad de las grandes casas, chacras o estancias. 

Sólo las fiestas religiosas o cívicas tenían el carácter de populares. La Plaza Mayor o Independencia (San Martín) servía de escenario para reu­nir a "toda la gente del pueblo" (retre­tas, festejos, alguna exhibición acrobá­tica, etc.). 

En documentos de 1840 se cita como Paseo Público al lugar ribereño en la zona del Puerto (puerto de Los Vascos entonces). Es decir, Gualeguaychú tomó ese lugar de sitio para ver a otros, para hacerse ver y trabar rela­ción social más abierta que la permi­tida a cada núcleo en la época.

El Parque que no fue

Se conoce, en 1916 el proyecto de Ordenanza de los vocales del Concejo Municipal: M. Pereda y F. Bergara, para la creación del Parque Cente­nario sobre calle Primera Junta, desde San Juan hacia el Norte. Ten­dría unas 12 Ha. de extensión, ilumi­nado profusamente, calles pavimen­tadas (macadán) desde Francia (Co­lombo). Se levantaría ahí un monumento importante: Homenaje del Pueblo y Autoridades de Guale­guaychú al Congreso de Tucumán. 

Con exención de impuestos se pro­piciaba la construcción de edificios tipo chalet, "para servir de kioscos, restaurantes, salón de juegos y fun­ciones acrobáticas... "se prolongaría la línea del tranway desde Veinticinco y Rocamora, etc.” 

No se levantó el monumento, ni los chalets, ni llegó el pavimento o la luz o el tranway a pesar de que en septiem­bre del mismo año se aprobara el proyecto con la anuencia de los Voca­les: Juan Goldaracena, R L. Nieto, A Cánepa y A. Casareto.

El Parque Unzué 

Movidos por la misma motivación que Bergara y Pereda: la necesidad de un Paseo Público para Gualeguay­chú, los dueños de la Estancia EL PO­TRERO (ubicada paradójicamente en el departamento Concepción del Uruguay) de­terminan donar un área de terreno de gran extensión, cruzada de arroyos y sobre la ribera del Río. 

El 26 de diciembre de 1922 ante el Escribano Pú­blico Felipe T. Ibáñez, en Buenos Aires, se labra la Escritura Nº 396 por la que los hijos de Don Saturnino E. Unzué, donan al Municipio de Gualeguaychú, 115 Ha. 68 a. para un parque que "sirva de solaz y esparcimiento de toda la población"... Firman: Ángela Unzué de Alzaga, María Unzué de Alvear, Concepción Unzué de Casares y Saturnino J. Unzué, en memoria de su padre. 

Los límites del área son: al N. arro­yo El Zapallo; al E. S. y al O. estable­cimiento El Potrero; al O. y al N. el Río Gualeguaychú. 

En abril de 1927, recién se toma posesión del bien y se protocoliza la Escritura Nº 307 que autoriza Ladislao García, el 29 de diciembre de 1927. 

El Intendente Jacobo Spangenberg nombra una Comisión para aco­meter el desmonte, nivelación, relle­nado, con explotación de la leña y paja que de ahí se extraiga. Asumen los nombrados: Bernardo L. Peyret, Ju­lián Irazusta, Carlos Méndez Casa­riego, Juan J. Buschiazzo y Ricardo Irigoyen. 

El año 27 se termina, corren tam­bién los años 28 y 29. El Parque, está a la vista de la población pero el Río los separa. El cruce por medio de las balsas encarece y hace lenta la tarea en el lugar. La llegada de paseantes no es fluida.

Al fin ¡el Puente!

En 1930 las gestiones para encla­var el puente que una a la ciudad y el Parque hacen que el sueño se vea como un hecho. Se han descargado, en la margen izquierda del río, las partes de un tremendo "juego de mecano” que apoyado sobre 6 pilares cilíndri­cos, rellenos de hormigón, sostendrá sus 180 m. de largo. El 14 de julio de 1931 el Puente 6 de septiembre (La Balsa, Hi­pólito Yrigoyen y ahora Claudio Méndez Casariego) se habilita para el cruce. 

Esto promueve la activación en el Parque Unzué. El 8 de enero de 1932, se integra una nueva Comisión con Bernar­do L. Peyret como presidente, acompañado de Federico Rossi, Manuel Pesado, Remedios Avigliani y Víctor lriarte. Dedican todo su esfuerzo y su tiempo al trabajo. Salen cientos de cartas, cientos de entrevistas se realizan. Los temas: presupuestos de obras, solicitud de donaciones en árboles, plantas, cercos, puertas, guardagana­dos, madera, postes, cordones de vere­da, material de demolición, obras es­cultóricas, mástil, molinos, tanques, etc. 

Se trazan planos, gráficos de columnas, casillas, bancos, tanto que, con lograr una parte sea bastante para embellecer y funcionalizar el Parque Unzué. 

Y… el Parque: ¿Es nuestro?

La Comisión debe cumplir los pasos para resolver un delicado pro­blema. El Parque "con destino de bien público y utilización general para Gualeguaychú" tiene su área en el departamento de Concepción del Uru­guay. Luego de fatigosas gestiones, la Legislatura de Entre Ríos vota lo que con Nº de Ley 3074 del 24-8-1936 asegura: LA FRACCION DE TIERRA CEDIDA POR LOS UNZUE AL MUNICIPIO QUEDA COMPRENDI­DA DENTRO DEL DEPARTAMEN­TO DE GUALEGUAYCHU, a partir de esta fecha. 

En 1946 el Gobierno de Entre Ríos acepta la Escritura y eI 31-1-1947, con las firmas de Héctor D. Maya y el Ministro Luis Capriotti se aprueba la donación. Pero, aceptada o no escritu­ra y donación, en el Parque crecen: morera, álamo, brachichita, eucalip­to, ciprés, pino, fresno, aguaribay, palmera y los rosales que ya han flore­cido varias veces. Fueron traídos desde grandes viveros como el de Gualeguay o de Paraná o de las casas de familia de los que visitan el lugar o de los que simplemente responden a las notas de EL ARGENTINO o EL CENSOR que en sus columnas hablan del trabajo de la Comisión Pro-Parque y quieren po­nerle el hombro. 

Aún queda frente al Club Neptunia una parte del palomar que se ins­taló en la zona. Las palomas mensaje­ras que donó D. Miguel Oliva se mul­tiplicaron en un ámbito apropiado. 

La Cía. Entrerriana de Teléfonos dona un mástil, dinero, agradeciendo el lugar que se le ha cedido para el uso de sus empleados. Los clubes Neptunia y Náutico toman parte de costa de la que dejan tramos libres al público en general y se plantan kioscos, parrillas, confiterías y un balneario muni­cipal (espacio que hoy custodia el Club Juventud Unida). 

La calle Bernardo L. Peyret (así se llama desde 1942 como reconocimien­to al sueño, al ímpetu, a la entrega de este distinguido miembro de la Comi­sión Pro-Parque) separa la ribera, del corazón del paseo donde se instalan el vivero, el parque infantil, Racing Club, etc. 

Los subsidios conseguidos por me­diación de funcionarios, se han inver­tido sabia y prolijamente, rindiendo con balances que da a conocer la pren­sa. El Ingeniero Juan Francisco Morrogh Bernard, como diputado de la Nación, es un buen puntal desde Buenos Aires. Cada gualeguaychuense tiene un compromiso con el paseo público de su pueblo. 

Puente sobre el río Gualeguaychú y el Parque Unzué

El agua para riego

La naturaleza no reparte el agua cuándo y dónde el hombre quiere. El Parque es perforado para clavar el Molino del Matadero Viejo o el de la Plaza Ramírez. Hay que plantar tan­ques de reserva, cañerías, etc. las que se ubican al costado del balneario aquel ya citado. 

Se hacen alcantarillas para que las corrientes de agua no socaven los caminos interiores. Muchos tambores averiados y sanos recibe la Comisión donados para enderezar o torcer el curso que el nivel del terreno origina. 

El camión y el tractor que hacen jornadas provechosas son préstamos que se compensan pagando sólo el jornal del conductor y el combustible. 

La Comisión de Damas hace y colo­ca escarapelas en las fiestas patrias para recaudar fondos, confecciona la Bandera Nacional que se alzará en el mástil. Se asocia con la Sociedad La Caridad y realizan las Fiestas Prima­verales en el Parque compartiendo a medias los beneficios. 

Se licita la concesión de kioscos, parrillas y lugares de baile. El Recreo Los Sauces y el de la Sociedad Anóni­ma Lusera (que el uso simplificó en sólo "Lusera") fueron lugares de di­versión con historia propia. 

Diagramar, construir, plantar, sembrar, renovar ejemplares secos, escuchar ofertas, aceptar, desechar, recibir, agradecer, volver a pedir. Hacer y cuidar lo hecho "para po­nerle el moño" al magnífico regalo que Gualeguaychú había recibido de los hermanos Unzué para solaz de su gente toda. 

El Parque Unzué fue preocupación de los sucesivos Intendentes de la ciudad hasta el día de hoy. Tantos proyectos se soñaron para mejorarlo, conservarlo, hacerlo funcional, para extender su uso al turista que cada vez vino llegando en mayor número y exigiendo más comodidades, mejor servicio, a partir del cese insular con el complejo Brazo Largo - Zárate. El Parque se ha iluminado profusamente, las calles en tesonera lucha contra las crecidas del río ­obligan a constante mantenimiento, costoso y por qué no decir, fatigoso trabajo; renovación de especies arbóreas, poda, nuevos juegos para niños, limpieza general, habilitación de sanitarios, nuevas confiterías y múltiples llamadas a licitación, estudios, ensayos, etc. 

Este, nuestro Parque Unzué el magnífico regalo de los cuatro hermanos en homenaje a su padre Don Saturnino E. a la ciudad de Gualeguaychú, recibe del habitante del pueblo el orgullo de tenerlo, de saberlo suyo. Toda su historia lo hace de Gualeguaychú. 

Poco queda en el aspecto de aquel agreste pedazo de tierra recibido (al que luego se le agregaron dos parcelas). Existe una promesa vedada pero intensa, que hiciera nacer la carta del entonces Director del Museo Argentino de Ciencias Naturales, Dr. Martín Doello Jurado, cuando mandó, según él, un humilde aporte en dinero para la obra del Parque -HACER LO IMPOSIBLE PARA QUE EL AREA CONSERVE, AUNQUE EN UNA PEQUEÑA PARTE, SU FLORA AUTÓCTONA, MUESTRA DE SU CARACTER PARTICULAR, DE SU FUERZA TELÚRICA. ¡Sea cumplida!... 

El Náutico y El Neptunia

A pedido de agrupaciones sociales y deportivas la Municipalidad cede en condición precaria y con compromiso de embellecerlas y cuidarlas, áreas de tierra sobre la costa. El 16-11-1931 se sanciona la Ordenanza que otorga al Club Náutico, 420 m2 más o menos. Firman Ricardo L. Nieto y Manuel Portela como Presidente. y Secretario del Honorable Concejo Deliberante.. 

Para el 28-8-1935, desde el límite N. del Náutico, con 134m. en esa dirección, se da al Club Social y Deportivo Neptunia otro tramo de costa fijando como en el caso anterior precisas condiciones. Firman la Ordenanza Luis M. Daneri y Manuel Portela. 

Inauguración del Balneario del Club Náutico - Diciembre de 1931

Andrade en el Parque 

En 1933, la Comisión que integran, entre otros, Bernardo L. Peyret, Carlos C. Daneri, María Felisa Obispo Murature, como presidente, secretario y tesorera... se aboca a levantar en el Parque, un monumento al Poeta de América, Olegario V. Andrade. 

Sobre proyecto del arquitecto Bartolomé Tasso, el constructor Silvio J. Izetta elige piedra de cantera de la zona, la pica a la bucharda, lustra las juntas de hormigón, adapta los cordones del Mercado Viejo demolido y alza a una plataforma de tierra natural extraída del lugar, el sobrio y armonioso, como sólido monumento, que la Municipalidad aprueba. 

Una pequeña fuente con espaldar donde un medallón perpetúa la cabeza con el apellido ANDRADE. 

El 21 de octubre de aquel año subió la corta escalera para decir bellamente el poeta Andrés Chabrillón inaugurando la obra. El ministro Giandana representó al Gobernador Etchevehere. Corría 1958 cuando la Comisión de Monumentos y Lugares Históricos de Gualeguaychú colocó seis mojones de piedra (a modo de entrada) de los que por muchos años habían servido para atar las riendas de algún caballo que debía esperar en el lugar, el regreso de su dueño. 

Calle Bernardo L. Peyret 

Corre 1942. EI Concejal Manuel Pesado, su compañero en la Comisión Pro-Parque, somete a consideración el Proyecto de nombrar a la calle que, comenzando en el entonces Balneario Municipal, pasa por frente a los Clubes Náutico y Neptunia, Bernardo L. Peyret, explayándose en una fundamentación que nadie mejor que él que trabajó al lado del infatigable Presidente, podía sostener. Este Proyecto de Ordenanza fue aprobado. Veamos una pequeña parte: "... fue Bernardo L Peyret quien Junto a la Comisión hizo delinear las primeras calles, dispuso las primeras plantaciones, instaló los primeros ornatos… todo en un terreno que hasta entonces no era más que un monte virgen.” 

Un Jarro de leche 

Pasado el Recreo Los Sauces, a mano derecha de la calle Peyret, fue instalado entonces un Puesto en donde se podía beber un jarro de leche. Más de un gualeguaychuense debe recordar la aventura infantil de ser llevado al Parque para gustar la tibia y natural bebida que, como la cerveza, tenía más espuma según la habilidad del ordeñador que la servía, directamente y a la vista del consumidor. 

Le Chateau Vert 

El Castillo Verde (Recreo Los Sauces), un ambicioso edificio para confitería, parrilla, cine y bar se levantó sobre calle Bernardo L. Peyret, en 1942. 

El Intendente Claudio Méndez Casariego materializó así una estructura que deseaba para el lugar. A su costado hoy se adosa una cancha de paddle; luce sombrillas o parasoles coloridos pero “Le Chateau” sigue inflexible representando un símbolo de buen gusto de aquella época. 

Las bicicletas en el Parque 

En 1956 los Clubes El Nacional, Dedal Club Gualeguaychú y Club Ciclista Gualeguaychú, piden y se les otorga (en el llamado Parque Grande) una sección para construir un velódromo. Agreguemos que en 1974 también hacen la misma gestión (sin concretarse), para ocupar el predio al Este del Club Hípico, con un autódromo. 

Don Ismael desenredó la Bandera y Algo Más…

Corría el año 1954. La Plaza Belgrano era entonces "el centro" del barrio Oeste. Allí paseaban las familias, allí jugaban los niños, allí se encontraban los amigos y caminaban los novios de la mano. 

Un día, quiso el viento juguetón que la Bandera Nacional se enredara en lo más alto del mástil. Los colores patrios se observaban mezclados allá, a 26 metros, con el cielo de fondo, pero sin vuelo. 

Se dice que funcionarios munici­pales se reunieron en la plaza para analizar la forma de desenredar la Bandera, pero "la solución" no apare­cía. Un poco distante, se mostraba interesado en el tema el vecino Ismael ViIlemur, un hombre que demostró a lo largo de su vida múltiples recursos, maestro en métodos autodidactas, llegó dos veces a ser concejal munici­pal. Don Ismael escuchó que alguien propuso directamente voltear el más­til para desenredar la Enseña. Enton­ces se acercó y se ofreció subir "para solucionar el inconveniente plan­teado". 

Se le dijo que era peligroso, y que si algo le ocurría la responsabilidad sería de la Municipalidad, lo que lo llevó a firmar un compromiso para dejar en claro que la comuna no debía preocu­parse, porque todos los riesgos eran asumidos por él. 

El día que Don Ismael subió, fue un acontecimiento. De las escuelas, con las maestras al frente, llegaron filas de chicos a ver al voluntarioso y audaz vecino. 

¿Cómo lo hizo? 

Ideó un sistema de escaleras de madera de cinco metros cada una. Instaló la primera y a medida que subía, la ataba al mástil para asegu­rarla. Cuando terminó de ascender la primera, pidió la segunda y así sucesi­vamente hasta que su delgado cuerpo arribó a la cima. 

En lo alto, Don ViIlemur pensó: "Ya que pude subir para esto, lo voy a pintar...”

Y así fue. No mucho tiempo des­pués, el mástil, ya con la Bandera fla­meando en un paisaje celeste, comen­zó a lucir un sobrio color aluminio. 

Quizás para algunos -incluso para el protagonista- el hecho consiga escasa importancia. 

Sin embargo, la anécdota es válida para pintar "de cuerpo entero" a Don Ismael Villemur, un hombre multifa­cético, creativo, activo, audaz tanto para ascender un mástil como para expresar sus convicciones políticas. 

Don Ismael, nacido en la ciudad de Montevideo, que cumplirá 94 en abril, conserva como la mayor riqueza de sus años, su familia y sus oficios. Fue dirigente político -primero del Socialismo de Nicolás Repetto y luego radi­cal-concejal, integrante de institucio­nes de bien público, agricultor, leche­ro, colono, carpintero, realizador de planos, y entre uno de sus sueños se inscribe el de realizar una Avenida de circunvalación en las actuales vías del Ferrocarril, proyecto que fundamentó hace años y hoy parece acariciar la concreción de la mano de otros hom­bres. 

Cabe apuntar, que la misma valentía que tuvo para subir al mástil, la demostró al trabajar en la cúpula de la Catedral San José, o al denunciar en los años 40 lo que enten­dió como el "peligro nazi". 

Apenas fue a la escuela cuatro meses, según lo confiesa. No obstante, supo aprender cada "clase" de la vida hasta llegar a ser un "maestro" no del sentido común, sino -como él define-del "Buen sentido", porque afirmó la clave del hombre práctico: hay que descubrir los secretos que tienen las soluciones. 

Por eso, CVADERNOS rescata aquella rica anécdota de la Bandera de la Plaza Belgrano como un recuer­do de la historia chica del pueblo, pero también como reconocimiento a un vecino que hizo bastante más por la gente que pintar el mástil. 

Adivina adivinador

De las adivinanzas recopiladas por Cármelo Romero (Conde de Gená) y Encuesta de Folclore de 1921, realizada por maestros de Escuelas Láinez, hoy extraemos estas: 

26)   Soy uno entre otros hermanos 

Terrible al par que sutil 

Que nadie implorar me toca 

Ni mi ser puede oprimir 

No tengo cuerpo y devoro

Cuanto se aproxima a mí 

y repartiendo me aumento 

En lugar de disminuir.

27)   Una señora -muy aseñorada -cubierta de remiendos y ni una puntada.

28)   En Granada hay un convento con más de mil monjas dentro, con hábito colorado y como cien de un bocado.

 

26) El fuego. 27) La gallina. 28) La granada.

El pesebre de Giusto

En medio del inmenso, plural materialismo

que esconde en estos tiempos la llama del amor,

con máquinas e ingenio, tal como ajusta al siglo,

un hombre nos ilustra la palabra de Dios.

 

Ese niño en los brazos de una móvil María

traduce un fiel milagro de dulce realidad,

y las nubes que pasan y las estrellas que titilan

dan vida a la divina noche de Navidad.

 

La ofrenda de los pastores que bajan la montaña

reverenciando al Niño, se luce tan genial

como el exacto ciclo de la vaca ordeñada,

la gallina o el salto del feliz manantial.

 

Salud, don Eclio Giusto, que al fin de cada año

muestra acaso una forma moderna de creación…

que las máquinas mismas que este hombre ha inventado

también son instrumentos para alabar a Dios.

Antonio Romero Frávega

EDICIÓN IMPRESAINVESTIGACIÓN Y TEXTOS: ANDREA SAMEGHINI NATI SARROTJEFE DE REDACCIÓN: MARCO AURELIO RODRÍGUEZ OTEROCOLUMNISTAS: CARLOS M. CASTIGLIONE - AURELIO GÓMEZ HERNÁNDEZ -DISEÑOS DEL SUPLEMENTO DE LA ÚLTIMA PÁGINA Y ROSTRO DE JUAN PABLO DOMINGO: RAÚL A. SARROT
TRANSCRIPCIÓN Y ACTUALIZACIÓN Silvia RAZZETTO DE BROGGI – DISEÑO Y DESARROLLO WEB: PATRICIO ALVAREZ DANERI
Gualepedia: Índice de la página