Don Ismael desenredó la Bandera y Algo Más…
Corría el año 1954. La Plaza Belgrano era entonces "el centro" del barrio Oeste. Allí paseaban las familias, allí jugaban los niños, allí se encontraban los amigos y caminaban los novios de la mano.
Un día, quiso el viento juguetón que la Bandera Nacional se enredara en lo más alto del mástil. Los colores patrios se observaban mezclados allá, a 26 metros, con el cielo de fondo, pero sin vuelo.
Se dice que funcionarios municipales se reunieron en la plaza para analizar la forma de desenredar la Bandera, pero "la solución" no aparecía. Un poco distante, se mostraba interesado en el tema el vecino Ismael ViIlemur, un hombre que demostró a lo largo de su vida múltiples recursos, maestro en métodos autodidactas, llegó dos veces a ser concejal municipal. Don Ismael escuchó que alguien propuso directamente voltear el mástil para desenredar la Enseña. Entonces se acercó y se ofreció subir "para solucionar el inconveniente planteado".
Se le dijo que era peligroso, y que si algo le ocurría la responsabilidad sería de la Municipalidad, lo que lo llevó a firmar un compromiso para dejar en claro que la comuna no debía preocuparse, porque todos los riesgos eran asumidos por él.
El día que Don Ismael subió, fue un acontecimiento. De las escuelas, con las maestras al frente, llegaron filas de chicos a ver al voluntarioso y audaz vecino.
¿Cómo lo hizo?
Ideó un sistema de escaleras de madera de cinco metros cada una. Instaló la primera y a medida que subía, la ataba al mástil para asegurarla. Cuando terminó de ascender la primera, pidió la segunda y así sucesivamente hasta que su delgado cuerpo arribó a la cima.
En lo alto, Don ViIlemur pensó: "Ya que pude subir para esto, lo voy a pintar...”
Y así fue. No mucho tiempo después, el mástil, ya con la Bandera flameando en un paisaje celeste, comenzó a lucir un sobrio color aluminio.
Quizás para algunos -incluso para el protagonista- el hecho consiga escasa importancia.
Sin embargo, la anécdota es válida para pintar "de cuerpo entero" a Don Ismael Villemur, un hombre multifacético, creativo, activo, audaz tanto para ascender un mástil como para expresar sus convicciones políticas.
Don Ismael, nacido en la ciudad de Montevideo, que cumplirá 94 en abril, conserva como la mayor riqueza de sus años, su familia y sus oficios. Fue dirigente político -primero del Socialismo de Nicolás Repetto y luego radical-concejal, integrante de instituciones de bien público, agricultor, lechero, colono, carpintero, realizador de planos, y entre uno de sus sueños se inscribe el de realizar una Avenida de circunvalación en las actuales vías del Ferrocarril, proyecto que fundamentó hace años y hoy parece acariciar la concreción de la mano de otros hombres.
Cabe apuntar, que la misma valentía que tuvo para subir al mástil, la demostró al trabajar en la cúpula de la Catedral San José, o al denunciar en los años 40 lo que entendió como el "peligro nazi".
Apenas fue a la escuela cuatro meses, según lo confiesa. No obstante, supo aprender cada "clase" de la vida hasta llegar a ser un "maestro" no del sentido común, sino -como él define-del "Buen sentido", porque afirmó la clave del hombre práctico: hay que descubrir los secretos que tienen las soluciones.
Por eso, CVADERNOS rescata aquella rica anécdota de la Bandera de la Plaza Belgrano como un recuerdo de la historia chica del pueblo, pero también como reconocimiento a un vecino que hizo bastante más por la gente que pintar el mástil.