Capítulo 1

El día que el niño llegó a las puertas de Clette había sido nevado y sin incidentes. Él llevaba prendas que hacían ver más pequeño su mal nutrido cuerpo. Sus mechones dorados no tenían brillo ni volumen, y su piel era seca y opaca.

A pesar de su apariencia andrajosa, la elegancia de sus raras facciones no podía esconderse. Clette casi lo confunde con una niña a primera vista. En efecto, el niño compartía muchas facciones con su promiscuo padre. Ahora, sin embargo, no era momento de contemplar la gracia del niño.

─ ¿Acabas de decir que eres el hijo de… su majestad el emperador?

Edmund, el mayordomo más viejo, estaba al principio sorprendido, pero rápidamente se repuso y comenzó a enfocar su atención en el niño que asentía y extendía una carta.

─ Aah

Un pequeño suspiro escapó de los labios de Clette.

─ Nos retiramos entonces, bruja. Nuestro trabajo termina contigo recibiendo las órdenes del emperador

La delegación que escoltó al niño se apresuró a irse, el hombre que estaba al frente se veía especialmente indispuesto a pasar más tiempo en esa ciudad. El emblema grabado en su capa indicaba su posición como mago imperial. Su deseo por irse era muy evidente. De hecho, ni siquiera solicitó calentarse dentro con una taza de té caliente junto al fuego, a pesar de que hicieron un viaje muy helado hasta aquí. Pero había una razón para su comportamiento, ya que resistir la cantidad de mana en el territorio de Velos era un asunto difícil. Las personas normales que no podían sentir el mana generalmente desconocían este detalle, pero magos y brujas a menudo hablaban de la aplastante presión que esas tierras emitían. Aunque eso explicaba su grosera actitud, no lo excusaba.

─ ¿Dónde están sus modales? ¡Cómo puede ni siquiera arrodillarse a pesar de estar en presencia de la única e inigualable Gran duquesa! Incluso si son una delegación enviada por su majestad el emperador, esta clase de comportamiento es inexcusable.”

Clette escuchó la guerra verbal que Edmund tenía con la delegación y miró al niño que seguía en la puerta. Estaba perdida, no sabía cómo aceptar. El niño se había agachado mientras la disputa entre el viejo mayordomo y la delegación se hacía cada vez más tensa. Tenía una expresión temerosa y sus pequeñas manos estaban rojas por el frío aire.

─ Basta de esto, regresemos adentro, Edmund.

─ Pero, su gracia…

─ El niño debe tener frío.

El pequeño chico que había estado viendo al piso de pronto alzó su cabeza a su respuesta, viendo apropiadamente a Clette por primera vez. Su rostro se reflejó en sus claros ojos púrpura. La expresión en su rostro era temblorosa.

Qué chico intrépido.

Incluso entre los guerreros más experimentados, pocos podían verla a los ojos como él.

─ Son ellos quienes sufrirán las consecuencias de su prisa. Recemos por su partida a salvo.

Clette suspiro y volvió su mirada hacia la delegación. El mago no era exactamente hábil. No tomaba más de un vistazo saber que no sería capaz de resistir el feroz mana de su territorio. Cuando pasaron por primera vez a esas tierras tuvieron suerte de estar protegidos por el destino del niño. Tal suerte no lo tendrán, dado que han completado su misión de entregar al niño, y deben salir ahora sin la protección de su destino. Si el destino es generoso, tal vez la mitad de ellos sobreviva.

Que tontos. De haber sido educados, Clette les habría dado su bendición para cruzar la tierra y habrían estado a salvo.

Edmund y el pequeño niño siguieron titubeantes a Clette. Ella miró al niño detrás de ella y dejó escapar un pequeño suspiro.

« ¿Qué debería hacer contigo, pequeño problemático? »

***

Su vida pasada llegó a un abrupto final por un accidente de auto. Y cuando ella abrió los ojos ya estaba en el cuerpo de la centenaria bruja, Clette, de la novela romántica “El corazón del tirano”. Era una experiencia absurda para ella, alguien que había sido una universitaria de 20 años hace apenas unos segundos.

Clette.

Traducción: Leslie

Corrección: Smiley