Capitulo 1

Prólogo


"Señorita Cyrene, suba por favor. ¨

Ante las palabras del hombre, Cyrene dudó. Todos iban vestidos de negro al igual que ella.


-Mamá ha muerto y mi nana me ha dicho varias veces que eso significa que ya no podré verla más o reunirme con ella, ¿Por qué no podemos reunirnos?, ¿Por qué mi madre se fue a un lugar que no puedo seguirle? O ¿Por qué me dejo sola? -


Cyrene absorta en sus pensamientos recordó el rostro pálido y hermoso de su madre muerta. Mientras tanto en el interior del carruaje, un hombre sacó la cabeza como si estuviera mirando hacia afuera. Cyrene levanto la cabeza y en cuanto las miradas se cruzaron, Cyrene sujetó con fuerza el dobladillo de la ropa con ambas manos.


A veces, cuando está de buen humor, le llama "padre", pero normalmente es un hombre al que hay que llamar "criado o mayordomo".


-Recuerdo que mi madre se alegraba siempre cuando él venía. -


¿Por qué no puede Su Majestad conocer a su madre?


Cyrene le dirigió una mirada.


"Su Majestad".


"Si no quiere seguirme, déjeme en paz".


"Sin embargo, ¿no es su hija?"


"Como una hija ilegítima".


A lo fondo se oía una carcajada. Cyrene no pudo averiguar quién era esa persona, pero sí notó que no era algo bueno.


"Vamos. Es tarde".


"Señorita Cyrene, suba".


El hombre la empujó por la espalda como si tuviera prisa.

¨Sabía que soy una niña todo el tiempo. Y el hecho de que nunca me dijo su nombre. ¨


"¿Y tú?"


Se rio avergonzado por su pregunta.


"Ya no puedo ver al marqués".


"Pero, aquí está".


¨Mi madre está aquí. ¨


El hombre suspiró mientras la Cyren murmuraba. Luego la subió, la metió en el carro y cerró la puerta.


Cyrene miró a Su Majestad, que era la única persona de color que no llevaba ropa negra. Podía ver sus cejas ligeramente levantadas.


"Su Majestad, ¿qué pasa con la villa?"


"Ciérrala".


Con una respuesta tranquila, se cruzó de brazos y cerró los ojos.


"¿Qué va a hacer, señorita?"


"...... No lo sé. ¿Cómo está el marqués?"


"Dijo que no quería preocuparse después de dejar al marqués".


"Ya veo".


Cyrene se sentó en su propia silla. La punta de los dedos de los pies revoloteando. No entiendo muy bien de qué hablan los dos, pero sabía que estaba hablando de ella.


¨ ¿Crees que ahora vive contigo? ¨


-Su Majestad era el único que entraba y salía de la casa donde vivía con mi madre. Y vamos juntos en un carruaje. -


"No sería mala idea tener un matrimonio apropiado si es necesario".


"Todavía tiene cinco años".


"¿Qué significa eso? La hija de Deméter, habrá una fila de gente para llevarla".


"...... eso es cierto".


El hombre respondió con una mirada de consternación. Cyrene puso los ojos en blanco.


¨ ¿Llevarle? ¿A quién? ¨


Miró la cara del rey.


La verdad es que nunca lo había visto así. Siempre estaba con su madre. Cyrene pensó que tenía un aspecto un poco aterrador.


"Es suficiente, lo pensaré entonces si alguien quiere llevarla ".


El hombre que hablaba a través de las ventanas la miró. Había una clara señal de lástima. Cyrene inclinó la cabeza ya que no sabía por qué el hombre la mirada con pena.


El carruaje se alejó mucho. Una bonita villa se alejaba de la ventana y Cyrene se dio cuenta de que no volvería a ver a su madre, ni a su villa.

Sólo entonces Cyrene, ahora un poco consciente del por qué la miraba con pena aquel hombre, asiéndose un nudo en su garganta brotando pequeñas lágrimas por su mejilla en silencio.


Capitulo N° 1

¨Arreos¨

Al llegar a ese lugar sus ojos no podían dejar de ver el espléndido y deslumbrante lugar que no tenía comparación con la villa donde ella vivía. Cuando Cyrene escuchó la conversación que mantuvieron, supo que este lugar se llamaba el "Imperio".


Un castillo tan alto que es un largo camino por recorrer.


Las paredes blancas y los millones de personas eran suficientes para que el niño no se sintiera atraído. Cyrene se aferró a la ventana y miró frenéticamente hacia el exterior.


Tras pasar por una puerta muy grande, el carruaje se detuvo después de un largo rato. Su Majestad preguntó bruscamente al bajarse.


"¿Qué pasa con la Emperatriz?"


"No hay ninguna reacción".


"Debe estar contenta".


El hombre se limitó a inclinar la cabeza sin responder. Cyrene se asomó a la puerta y la dejó de nuevo. Pensaba que era como un castillo dorado que había visto en un cuento de hadas, un camino pavimentado con piedras lisas, personas con ropas elegantes, Caballeros con armaduras brillantes y un mundo deslumbrante.


Su majestad caminaba hacia algún lugar. Cyrene dudó un poco y fue tras él. Las únicas personas que conocía aquí eran Su Majestad y un hombre que ni siquiera sabía su nombre. Mientras caminada sentía las miradas de la gente y seguía sin saber qué hacer.


-Oí un pequeño murmullo. Y unas palabras se clavaron en mis oídos. –


¨ Es la hija del marqués. que vulgar¨


Cyrene encogió los hombros. Su Majestad ni siquiera miró a su alrededor para ver si le importaba alguna de las palabras.


"Padre".


Un niño se interpuso en el camino. Era un chico que se parecía a Su Majestad. La primera vez que veía a un hombre no adulto, Cyrene lo miró fijamente.


"He oído que el marqués ha muerto".


"Sí."


"Debe estar muy decepcionado".


"¿Estás aquí para asegurarte de que Deméter ha muerto?"


"¿No sabes que tu madre se preocupa?"


El chico sonrió.


"Se preocupa por todo".


"Es muy famosa, ¿no? Porque es la marquesa".


"Ahora que ha muerto, estoy bien".


"He oído que has traído a tu hija".


Los ojos de un niño parecido a Su Majestad observaban a Cyrene de pies a cabeza. Sus hombros se encogieron solos. Cyrene pensó que su mirada era un poco más aterradora que la de Su Majestad.

"¿Es su hija?"


"Sí".


La respuesta fue clara.


El niño se acercó y se puso delante de Cyrene. ¿Qué edad tendría? Era un chico mucho más alto que ella.


"Estás muy guapa".


Un largo dedo tocó la barbilla de Cyrene. Cuando Cyrene trató de evitarlo, su mandíbula fue agarrada hasta el punto de dolerle.


"¡Ah!"


Tras un breve gemido, pero ella que sólo tenía cinco años, no pudo escapar de la mano del chico que parecía tener más de diez años.


"¿De verdad?"


Su Majestad inclinó ligeramente la cabeza como si no lo hubiera oído nunca.


"Debe ser bonita porque es la hija de Deméter".


"No se parece mucho a su padre".


Su pulgar presionó sus suaves mejillas. Como si mirara a la muñeca, presiono cuidadosamente a la cara de Cyrene. Sonreí y baja lentamente la mano.


"Puedes quedártelo si quieres".


"Pero sigue siendo un hijo ilegítimo de mi padre. ¿No la has traído para usarla?"


"Porque ya hay uno. No hay que darle estatus a un hijo ilegítimo".


"Bueno".


Un corto sonido salió de la boca del chico como si estuviera agonizando. Cyrene lo miró. Y sus ojos sonrientes eran escalofriantes.


Extendiendo la mano de nuevo, esta vez le acarició el pelo. La brillante cabellera dorada fluyó suavemente entre los dedos y emitió un sonido de aleteo.


De repente se acordó de su madre. Tenía el mismo pelo platino que ella, y Cyrene volvió a echar de menos a su madre. Pero no puedo volver a verla. Las lágrimas brotaron de sus ojos azules.


"Mamá......."


Cuando parpadeo, las lágrimas fluyeron por sus mejillas. nadie la abraza, aunque está llorando. Su Majestad no le da mucha importancia a Cyrene. No esta su nana o La criada que estaba con ella en la villa. No hay nadie que la pueda consolar.


¿La muerte de tu madre significa que no volverás a ver a todos? Cyrene comprendió el peso de esas palabras poco a poco.


Estando quieta y llorando, todos se limitaron a mirarla y nadie se acercó. Alguien la levantó en cuanto Cyrene se frotó la manga alrededor de los ojos.


Era un chico que se parecía a Su Majestad. Su mano le frotó la mejilla con un poco de brusquedad. Con la mirada perdida y sin dejar de llorar, lo miró fijamente a la cara.


"Te ves linda llorando".

Sonriendo, tocó las mejillas húmedas de Cyrene.


- ¿Llorar es un cumplido? Tal vez. Parpadeé ante las confusas palabras. -


El pulgar frotó las pestañas húmedas con brusquedad para secar las lágrimas.


"¿Está bien si me la quedo? Es su hija... ¿No la has traído de otra manera?"


Su majestad frunció el ceño ante las risueñas palabras. Agarró el cuello del chico sin darse cuenta, con una mirada distorsionada en su rostro como si hubiera escuchado algo desagradable.


"Es suficiente, no la necesito".


Sacudió la mano hacia el caballo de su hijo y lo pisó. - Debía seguir a Su Majestad. Luchaba pensando en ello por encima-. El chico que la sujetaba firmemente volvió a reírse.


"Ahora eres mía".


-No pude entender por qué era suya. -


"Su Majestad..."


"Porque mi padre me la dio".


El hijo de Su Majestad, Cyrene, puso los ojos en blanco. - No sabía cómo llamarlo, así que me callé. También me pregunté por qué Su Majestad la dejaría atrás y se convertiría en una persona a la que ya no podría conocer. -


"¿Cómo te llamas?"


"Cyrene".


"Cyrene".


El chico dijo el nombre de Cyrene como si hubiera cincelado cada letra.


Ella pensaba que era una persona temible. Mucho más que Su Majestad. Pero es una persona muy noble, y su cara sonriente era muy bonita, pero el miedo que sentía en esos momentos le subió por la columna vertebral.


Los hombros de Cyrene retrocedieron ligeramente, pero sus piernas no se movían. No puede escapar.


No sé qué va a pasar. Todo era difícil. La muerte de su madre la obligó a romper con todo conocido que la pueda ayudar. Ahora lo único que tiene es un chico frente a ella.


-Su majestad me entrego a él como si fuera un objeto, no sé qué decir porque él fue el único que me miró de frente. -


"¿Cómo te llamas?"


"¿Cómo te atreves a querer pronunciar mi nombre, hija ilegítima?


La forma en que hablaba con una sonrisa joven era brillante, pero había una espina de puchero en ella.


- Encogí los hombros para ver si había hecho algo mal. -


"Su Alteza el Príncipe Heredero".


¿Es eso un nombre? Su Alteza Real la sacudió ligeramente como si quisiera que pronunciara dichas palabras.


"Su Alteza el Príncipe Heredero".


"Sí, o puedes llamarme simplemente Su Alteza".


"Su Alteza, Su Alteza el Príncipe Heredero".


-Me pareció un nombre difícil. –


El príncipe heredero le dio unas ligeras palmaditas en el pelo, como si lo hubiera hecho bien.


Cyrene sonrió débilmente. - Todo mi cuerpo se estremeció incluso con el toque de cortesía. -


Así fue como se decidió su vida ese día.



***


Cyrene tomo una taza de té bien fría y se levantó de la cama. Las doncellas, que ya estaban preparadas en su recamara, se acercaron sigilosamente y le quitaron el pijama, la lavaron y la vistieron con ropa bonita.


Sentada frente al espejo, Cyrene se quedó mirando a la criada que le cepillaba el pelo. Abriendo un joyero y rebuscando en él, sacó un broche de mariposa.


"Por favor, ponme esto".


"Su Alteza, el Príncipe Heredero, será bendecido con flores hoy. Usted lo hizo".


"Oh... sí".


Cyrene inclinó la cabeza con un ligero disgusto. Han pasado casi siete años desde que empezó a vivir en el palacio. Ya tiene doce años, no es lo suficientemente mayor para saberlo todo, pero sí para conocer su situación.


-Sólo dos años después de entrar en el palacio del príncipe heredero supe su nombre Arreos -


Sabiendo que "el príncipe heredero" no es un nombre, sino un cargo, Cyrene comprendía tan bien su situación que resultaba doloroso.


El hijo ilegítimo del emperador. Era sólo un hijo ilegítimo que ni siquiera la aceptaba. Todos se volvieron en su contra y siempre se quejaban de ella.


El príncipe heredero era el único que se preocupaba por Cyrene en todo el mundo. Significará lo que significará, también significaba que era lo única a lo que había que aferrarse ya que Cyrene no sabía cómo vivir fuera de aquí.


- Nunca había salido del palacio desde que entré en la Ciudad Imperial. -


"Su Alteza está llegando".


La criada miró por la ventana y la retocó un poco más rápido. Cyrene jugueteó con un alfiler de mariposa. Lo que estaba clavado en la cabeza era un alfiler brillante hecho de joyas rojas.


El castillo se volvió un poco ruidoso. También significaba que el príncipe heredero había llegado.


Cyrene bajó rápidamente las escaleras.


"Ha vuelto. Su Alteza".


"Sí".


Su pelo estaba mojado de sudor, como si hubiera pasado por un entrenamiento matutino. El príncipe heredero de 20 años hacía tiempo que se había quitado por completo la camiseta de chico. Un cuerpo mucho más alto y más apretado que el del Emperador. Y un rostro apuesto.


Cyrene era consciente de que todo el mundo quería relacionarse con él de alguna manera. Las mujeres resplandecían ante la vacante de la princesa heredera, y los hombres estaban entusiasmados de que fuese el príncipe heredero.


"Es bonito".


"Gracias".