Capítulo 6

Los ojos morados de Rubellus seguían mirándome.

¿Por qué sonríes así?

¡No entiendo!

─ ¿Sabes a qué me refiero, Ira?

No, no lo se.

Parpadeé de nuevo. Inclinó su cabeza hacia la izquierda y me miró a los ojos

─ No estoy segura de a qué te refieres…

Susurré.

─ Mi secreto.

Oh.

Mis ojos se abrieron.

El secreto de Rubellus…

Hubo un momento en que me sentí especial sabiendo eso.

Miré mi brazalete, el secreto que no le he contado a nadie desde que lo conocí cuando tenía cuatro años.

¿Por qué me haces recordarlo?

Su secreto puede parecer ridículo a las puertas de muchos, pero para la familia real, era peligroso.

Y estaban dispuestos a matar por ello.

Los hermosos ojos morados de Rubellus… no eran el verdadero color de sus ojos.

Cuando era niño, se crearon lentes especiales que eran capaces de oscurecer la realidad. Porque cualquiera que viera el color rojo en su iris no podría soportarlo.

Roja como la sangre.

Me atraganté, quería decir algo, pero realmente no pude hacerlo.

No lo he visto en mucho tiempo y esta podría ser la última vez que lo vea.

Bueno, tal vez… Lo volveré a ver cuando decida casarse…

Y la mujer con la que camine por el pasillo también conocerá su secreto, estará cerca de él y logrará a su lado todo aquello con lo que yo solo podía soñar.

─ Entonces, ¿entiendes?

Rubellus me tendió la mano con una sonrisa en los labios.

Lo miré perpleja mientras mi cerebro trataba de procesar toda la información.

¿Por qué estás tendiendo la mano?

¿Quieres que tome tu mano?

¿Qué deseas?

Miré su mano por segunda vez y parpadeé torpemente.

Rubellus me mira y sonríe.

¿Esto es una broma? ¿Te estás burlando de mí?

¡Ayuda!

─ Ahora sabes lo que significa ese brazalete, lra.

¡No sé nada!

¿Será que soy una tonta?

─ No te entiendo…

Mi tono de voz se hizo cada vez más bajo mientras hablaba.

¿Quieres mi pulsera?

¡Pero esta pulsera me la regaló mi hermano!

¿Por qué querrías una pulsera?

¡Con tu fortuna puedes comprar diez de estos!

Luego, como si Rubellus entendiera mi confusión, dejó de sonreír. Tengo la sensación de que lo he ofendido de alguna manera.

─ ¿Ira?

Murmuró mi nombre en voz baja.

No quiero molestarlo.

Realmente lo estoy dando todo, pero no entiendo nada.

─ N-No lo sé...

Y luego la expresión de Rubellus fue un rostro sombrío.

Parpadeó por un momento, como si no pudiera entender, y luego dijo:

─ ¿No lo entiendes?

Dudé en responder por un momento, pero al final fui honesta.

La joya de esta pulsera es rubelliete

─ Sí, es cierto.

─ Sé que el color de la rubelliete es el mismo que el color de tus ojos.

─ Sí, lo es

─ Pero esta pulsera me la dio mi hermano…

─ Sí, yo era… ¿Tu… hermano?

Fue entonces cuando Rubellus frunció el ceño. Su expresión era tan aterradora que no pude mirarlo directamente.

No sé dónde mirar.

¡Qué espantoso!

─ Esta pulsera es mi regalo de cumpleaños y mi hermano me la dio, yo… ¿Cómo está conectada esta pulsera con Su Alteza?

─ ….

─ ¿Conoces a Elpine? Mi hermano… La conociste en la ceremonia, ¿verdad?

La expresión del rostro de Rubellus se volvió aún más aterradora cuando terminé de hablar.

¡Oh Dios mío! ¡Quiero vivir!

─ Tu hermano…

Mantuve la cabeza gacha y comencé a parpadear rápidamente

Estaba tan avergonzada.

Si hubiera sabido que todo esto pasaría, no habría venido a este lugar.

─ Lo siento…

Murmuré.

Sentí que debía disculparme, no sabía por qué, pero lo hice.

Tal vez no quería que se enojara…

Pero de repente mis ojos estaban borrosos.

¡No! ¡Para!

No quiero llorar, pero tengo mucho miedo.

No, no llores, por favor…

─ Lo siento, no quise enfadar a Su Alteza.

Al final de la oración, mi voz tembló y las lágrimas comenzaron a fluir por mis mejillas.

─ Ira, no tienes que disculparte, ¿por qué debería estar enojado?

Me encogí de hombros y solté un bufido.

Quería salir de allí lo antes posible, no quería que me viera llorar.

Pero antes de que pudiera correr, lo escuché llamarme.

─ Ira…

Podía sentir sus dedos acariciando mi barbilla y levantándola hasta que cruzamos los ojos. Mis ojos todavía estaban borrosos, así que al principio pensé que era un error.

¿Cómo podía el Emperador de este país mirarme así?

Espera un minuto, Su Majestad está de rodillas, ¿verdad?

¡¿En qué momento terminé en el suelo?!

Abrí los ojos de par en par por la sorpresa y las grandes lágrimas que habían estado en mis ojos cayeron al suelo.

Estaba sobre una rodilla, mirándome.

Dios mío… un Emperador nunca debería hacer algo así, la etiqueta no lo permite, porque… tu, no puede ser real…

Rubellus tomó mis manos entre las suyas.

─ Lo siento.

Dijo con una voz llena de pesar.

— No llores, por favor, no estoy enojado contigo.

Creo que me estoy volviendo loca

Incluso está suplicando.

Si alguien nos viera, ¡nunca lo creerían!

Parpadeé, sin entender lo que estaba pasando frente a mí.

Fue tan irreal…

─ Príncipe Rubellus

Estaba a punto de decir algo, pero alguien se me adelantó.

Giré mi cabeza hacia la voz que había escuchado.

Pero Rubellus me tomó en sus brazos, me levantó del suelo y se paró frente a mí, como tratando de protegerme.

─ ¿Quién está ahí?

Traducción: Jenny

Corrección: Smiley