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El estallido de fuego ascendió como un tornado ardiente que parecía capaz de devorar el cielo. La espiral infernal se expandió con un rugido ensordecedor. El sol ardía sobre la selva devastada, pero su fulgor parecía perder ante la furia resplandeciente de las llamas de Cabiria, que cegaba a quien intentase mirarla.
Y lo peor era que la devastación recién estaba comenzando.
Bryan sintió que el suelo temblaba y lo escuchó resquebrajarse bajo un calor intolerable. Poco después, desde las entrañas de la tierra, emergieron columnas de fuego que se abrieron paso rompiendo la piedra con estruendos secos. Pilares de llamas rugientes se alzaron en todas direcciones, consumiendo la cordillera como los colmillos de una bestia.
Estas columnas se elevaron, se curvaron, se atrajeron entre sí, enredándose en un abrazo de llamas vivas. Su resplandor creció con cada segundo, y el aire comenzó a distorsionarse como si la misma realidad se estuviera derritiendo. La presión del calor hizo crujir las rocas, agrietando la tierra en una red de fisuras incandescentes.
Entonces, la fusión se completó. En lo alto del cielo, . Su luz provocaba que los ojos dolieran al mirarla, su calor deformaba el horizonte. Cabiria, bajo el núcleo del cataclismo, contempló su obra con una sonrisa demencial.
“Eso es… ¡Un sol en miniatura!” Dedujo Bryan mientras invocaba llamas púrpuras a su alrededor para protegerse del calor abrasador. La poca vegetación que aún resistía tras el enfrentamiento se marchitó en cuestión de segundos.
- ¡Ataquen! - Ordenó rápidamente a los Caballeros del Mal, al mismo tiempo que se cubría los ojos con las manos para defenderse del resplandor mientras se alejaba a toda velocidad, seguido por los Zombis Elementales.
Los Caballeros del Mal, con Khaal'Qtza a la cabeza, rugieron y cargaron al frente, quebrando el suelo con cada pisada, ignorando el calor que caldeaba sus armaduras. Pero Bryan realmente no esperaba que ellos ganasen. Su intención era ganar algo de tiempo y evaluar el verdadero alcance del Dominio Incandescente.
No tardó mucho en averiguarlo.
Cabiria notó a las Criaturas Oscuras aproximándose y bufó con desdén. Luego extendió una de sus manos hacia el pequeño sol que flotaba junto a ella y una gran cantidad de fuego dorado fluyó hacia su palma extendida, desde ahí viajó hacia la punta de sus uñas, donde se concentró hasta formar unas diminutas esferas de fuego extremadamente concentrado.
- ¡Desaparezcan! - Susurró Cabiria.
En cuanto terminó de hablar, tres lenguas de fuego salieron disparadas con la potencia de lanzallamas directamente contra los Caballeros del Mal. El primero de ellos recibió el impacto de lleno en la cabeza, la cual se desintegró al instante, dejando tras de sí un torso carbonizado. El segundo alcanzó a bloquear con su grueso Escudo de Torre, pero este apenas pudo resistir un momento antes de fundirse como si fuera mantequilla. La criatura acabó con un enorme agujero en el pecho antes de desvanecerse.
Khaal’Qtza consiguió reaccionar a tiempo y esquivó en lugar de bloquear. Cabiria no se inmutó y redirigió el haz de fuego, pero el Caballero del Mal consiguió avanzar unos cuantos metros más, saltando de lado a lado, con los ojos fijos en la Gran Maga, hasta que por fin una ráfaga lo alcanzó en un pie, desintegrando la articulación al instante.
El Caballero del Mal cayó de rodillas. No obstante, en un último acto de desafío, Khaal’Qtza arrojó su alabarda como una jabalina directamente contra Cabiria.
- Es inútil. - Murmuró la Gran Maga, chasqueando los dedos. Entonces un anillo de llamas doradas envolvió el arma y la redujo a cenizas antes de que pudiera alcanzarla.
- ¡Maldita sea! - Exclamó Bryan al sentir cómo el vínculo con sus Criaturas Oscuras se desvanecía. Entonces apretó los dientes y decidió que enfrentar a Cabiria directamente era demasiado problemático.
“Lo mejor será huir hasta que su Dominio desaparezca y entonces asesinarla cuando esté agotada.”
Incluso con su resistencia sobrehumana, Bryan estaba sudando profusamente por el calor, y su visión comenzaba a distorsionarse. Una retirada temporal parecía la mejor opción.
- No te dejaré escapar. - Sentenció Cabiria: - ¡Cerco del Infierno Dorado! -
El sol en miniatura expulsó una ráfaga de energía que se extendió con una velocidad impresionante. Bryan lo sintió más que verlo, pero instintivamente supo que necesitaba apresurarse y aceleró con toda la velocidad que tenía. Pero aún así no fue suficiente. La energía pasó sobre su cuerpo y se detuvo a unos metros delante suyo. Inmediatamente Bryan dio un pisotón para retroceder e indicó a sus Zombis que hiciesen lo mismo.
Lo hizo justo a tiempo.
Una barrera de fuego dorado acababa de aparecer en frente suyo. Cuando lo examinó, vio que estas llamas no estaban quemando nada ni tampoco emitían calor, casi como si fuesen alguna ilusión. Pero Bryan ya había visto algo similar en su enfrentamiento contra Helena Teia: un fuego que solo quemaba lo que su invocador quería.
“¿Tendrá algún límite?” Pensó, levantando la vista, aunque inmediatamente se desanimó. La barrera se extendía como un domo hermético. Miró al Zombi Élite de Tierra, pero este negó con la cabeza, indicándole que la prisión se hundía también bajo tierra.
Bryan maldijo entre dientes, pero se giró con determinación. No tenía otra opción: debía enfrentar a Cabiria y su maldito Dominio. Sin embargo, aún no tenía claro cómo hacerlo.
“¿Debería invocar a mi Pequeño Esqueleto y todas las Criaturas Oscuras que pueda para tratar de abrumarla? No, una estrategia así es lo que ella espera. Además, no sé qué efecto tendrá este dominio sobre mis criaturas. Afortunadamente, no invoqué al Zombi Élite de Madera o lo habría puesto en peligro. Lo mejor será observarla un poco más... pero ya no puedo seguir ocultando todas mis capacidades.”
Bryan dio una orden mental a sus criaturas para que lo apoyasen y se envolvió a si mismo en un manto de Fuego Glacial púrpura para contrarrestar el calor.
- Ese poder tuyo me interesa, maldito ladrón. - Comentó Cabiria, mientras levitaba en su dirección: - Luego de matarte te disecaré para aprender todos tus secretos. -
- ¿En serio? Pues aquí te estoy esperando. - Respondió Bryan, alzando el Desgarrador Sombrío en lo alto, desafiante.
******
Cabiria sonrió mientras hacía un gesto y el sol en miniatura comenzó a calentar el campo de batalla. El Zombi Élite de Tierra inmediatamente hizo un túnel para escapar, seguido por el Zombi Élite de Fuego. La Gran Maga miró a este último con ira y era evidente que estaba a punto de atacarlo para desahogar su frustración por haber perdido su tesoro, pero en ese momento Bryan invocó una cantidad mayor de fuego congelante para contrarrestar el calor, atrayendo su atención.
- Exterminio de Cien Lanzas Óseas. -
Desde la tierra brotaron las cabezas de varias púas afiladas que se dirigieron contra Cabiria en un círculo mortal, pero esta tenía tanto poder a su disposición que ni siquiera necesitaba conjurar para generar oleadas intensas de calor invisibles capaces de destruir casi cualquier cosa que se le acercase. Al final todos esos proyectiles desaparecieron convirtiéndose en cenizas cuando estaban a unos diez metros de la Gran Maga.
“Bueno, eso ya me lo esperaba.” Pensó Bryan con una sonrisa irónica mientras se daba la vuelta para correr hacia la derecha, siguiendo la dirección del domo que lo aprisionaba. Unos segundos después escuchó el impacto de múltiples haces de fuego en estado de plasma detrás suyo, el cual provocaba terribles explosiones que no le daban tiempo para reaccionar.
Los impactos se hicieron más veloces y precisos conforme pasaban los segundos, incrementando la presión sobre Bryan. Sin embargo, cuando parecía que lo alcanzarían, una pared de rocas se elevó desde el suelo. No era lo bastante gruesa como para detener el poder del rayo de plasma, pero lo importante fue que bloqueó la vista de la Gran Maga. Esta asistencia oculta del Zombi Élite de Tierra le regaló a Bryan unos preciosos segundos para conjurar.
- ¡Espectros Encadenados! -
La legión de fantasmas con cráneos felinos y cuerpos como serpientes inundaron por completo el espacio dentro de la barrera. De repente el brillo del sol en miniatura se vio opacado por aquel enjambre espectral que lo abarcaba todo. Entonces, como si tuviesen una sola mente, todos se coordinaron para atacar a Cabiria.
En respuesta, la Gran Maga se volvió hacia la esfera de fuego para extraer más energía. Segundos después hubo un intenso resplandor dorado, seguido de una auténtica marea de llamas doradas parecidas a las que componían la barrera, que arrasaba con todo lo que había a su paso.
- ¡Escudo de Hueso! -
Bryan concentró una gran cantidad de Fuerza Mental y formó a su alrededor el caparazón óseo más resistente que había conjurado hasta entonces. De alguna manera, logró contener las llamas doradas, aunque la superficie de su escudo quedó bastante dañada. Sin embargo, antes de que pudiera respirar aliviado, un mal presentimiento se apoderó de él. Apenas unos segundos después, un rayo de plasma incandescente enviado por Cabiria lo atravesó como si su defensa no existiera.
Tal vez habría muerto de no haber concentrado de antemano una gran cantidad de Fuego Glacial Púrpura en Desgarrador Sombrío, con el cual cortó de inmediato aquella energía, antes de que lo golpease. Pero, aunque consiguió rechazar el ataque, sintió claramente que su arma mágica se estaba calentando hasta el límite de su capacidad. De hecho, era un milagro que hubiera resistido, pues cualquier otra espada un poco menos poderosa habría sido destruida en el acto.
Además, esta vez Bryan no salió indemne. Su antebrazo derecho estaba cubierto de llagas en carne viva, al igual que su mejilla izquierda. A pesar del dolor atroz, toda su atención se centró en analizar el poder de su oponente.
Aquellas llamas doradas eran las mismas que utilizó la Fénix mientras estuvo fusionada con Helena Teia, y solo quemaban aquello que el mago de fuego deseaba destruir. Ahora estaba seguro: se trataba de Fuego Purificador, un tipo de llama especial con propiedades similares a la Magia de la Luz, capaz de atacar tanto a entes físicos como intangibles. Sin embargo, se suponía que utilizar incluso un poco de este fuego consumía cantidades anormales de energía. Hasta una Gran Maga debería sentirse exhausta tras mantenerse activa por tanto tiempo, y más aún al emplearlo con un doble propósito: sostener una enorme barrera mágica y, al mismo tiempo, lanzar las oleadas necesarias para destruir a sus Espectros Encadenados.
Bryan había estado convencido de que, luego de bloquear ese ataque, el domo dorado que los encerraba desaparecería o, al menos, se debilitaría. Pero no parecía ser el caso.
Luego estaban los ataques de plasma. Cuando Cabiria utilizó por primera vez aquel Quinto Estado del Fuego, Bryan había sido quien estaba a la ofensiva. Si desde el principio Cabiria lo hubiese atacado con una oleada de aquel fuego líquido, quizá habría conseguido matarlo en el segundo o tercer ataque. Pero la Gran Maga lo atacó con pequeñas gotas, como si intentara economizar energía. Solo cuando las oleadas de bestias aéreas llegaron, aumentó su poder, como si quisiera acabar con la batalla rápidamente. Sin embargo, ahora parecía haberse olvidado por completo del riesgo de consumir demasiado poder.
- Furia Dracónica. - Murmuró Cabiria, extendiendo ambas manos.
En respuesta a su conjuro, el sol en miniatura expulsó una gran cantidad de llamas que comenzaron a concentrarse sobre ella. El fuego tomó la forma de una colosal cabeza de dragón, que abrió sus fauces apuntando directamente hacia Bryan.
“Bueno, no necesito ser un genio para saber lo que viene ahora.” Pensó con ironía, mientras imbuía a Desgarrador Sombrío con más poder congelante y envolvía su cuerpo en llamas púrpuras. Luego activó su Esencia Mágica al máximo y saltó hacia un costado.
Un segundo después, un chorro de fuego impactó el suelo donde había estado, dejando tras de sí un cráter incandescente.
Sin perder tiempo, Bryan conjuró una Sierpe del Abismo y la lanzó contra Cabiria. Esta criatura era mucho más eficaz cuando se usaba para ataques sorpresa, pero Bryan la eligió por otra razón: su elevada regeneración le permitiría atravesar la barrera de fuego más allá de los diez metros que parecían ser el límite de su enemiga.
Las Lanzas de Hueso y los Caballeros del Mal ya habían demostrado que ningún objeto físico podía acercarse sin ser incinerado y en ese momento no quería arriesgarse a tener lejos al Desgarrador Sombrío, porque era lo único capaz de resistir y desviar los ataques de la Gran Maga.
Así que, en lugar de usar proyectiles, decidió contraatacar con criaturas de naturaleza espiritual o con una regeneración lo suficientemente alta como para resistir las llamas.
- ¡Maldita sea! - Exclamó Cabiria, enfadada.
Con su experiencia, la Gran Maga ya había comprendido desde hacía mucho que Bryan era un oponente demasiado inusual. No solo dominaba la nigromancia con gran habilidad, sino que además peleaba esencialmente como un asesino especializado y poseía poderes completamente desconocidos, como aquel fuego congelante o la espada voladora. Enfrentarse a él requeriría una concentración absoluta; Desviar la mirada, aunque fuera por un instante, podría ser fatal.
Sin embargo, la Sierpe del Abismo era una amenaza demasiado peligrosa. Ya la había visto una vez y dedujo que aquella criatura podría matarla en cuestión de segundos si le daba la menor oportunidad. Su única opción era reunir una gran cantidad de plasma y destruirla cuanto antes. Pero para hacerlo, tenía que centrar toda su atención en la bestia.
“No puedo dejar que ese joven tenga tiempo para pensar en algo.” Se dijo la anciana.
Así que, mientras extraía poder del sol en miniatura para formar un remolino de plasma destinado a aniquilar a la Criatura Oscura, también realizó una serie de símbolos con sus manos, reforzando su conjuro de Furia Dracónica.
De repente, Bryan se percató de que varias matrices mágicas resplandecientes flotaban en el cielo a su alrededor. En un parpadeo, de cada una de ellas nació una colosal cabeza de dragón, con las fauces abiertas y listas para dispararle.
- ¡Vaya! - Exclamó, admirado.
Sin perder un instante, comenzó a moverse a toda velocidad pese al dolor de sus heridas, esquivando ráfagas de rayos calóricos que venían a diestra y siniestra, con una precisión asombrosa. Al mismo tiempo, decidió probar una nueva táctica y le envió una orden mental al Zombi Élite de Tierra, que permanecía oculto bajo el suelo junto con su hermano.
Obedeciendo a su amo, la Criatura Oscura utilizó su poder para levantar desde el suelo unos gruesos pilares de la tierra más dura que consiguió reunir. Los ataques de las cabezas de dragón eran devastadores, pero no tan letales como el Quinto Estado del Fuego, así que logró bloquearlos por unos valiosos segundos.
Fue entonces cuando Bryan apuntó a Cabiria y disparó su conjuro de Fuego Glacial Místico… ¡En su variante Carmesí!
Mientras tanto, la Gran Maga lanzaba un poderoso rayo de plasma incandescente para terminar de destruir a la Sierpe del Abismo, que se había acercado peligrosamente. En ese instante, por el rabillo del ojo, vio las esferas de fuego que avanzaban hacia ella e intentó bloquearlas con una oleada de calor. Sin embargo, al instante descubrió que no eran las llamas congelantes que Bryan había usado hasta el momento, sino un fuego mágico ardiente.
Y no podía ser detenido por una barrera de calor.
“¡Imposible! ¡¿También puedes usar fuego mágico incandescente?!” Pensó Cabiria, con el rostro desencajado de asombro. Otros quizá no se hubiesen sorprendido tanto, pero la Gran Maga conocía muy bien los misterios de la piromancia. La llama púrpura congelante era algo insólito, sí, pero podía explicarse como algún tipo de magia necromántica desconocida hasta el momento. Sin embargo, el fuego propiamente dicho era una de las debilidades de las Criaturas Oscuras. Solo la Luz era un elemento aún más opuesto.
Pero aún así, Bryan lo había utilizado para atacar.
Las bolas de fuego carmesí volaron directamente hacia la Gran Maga. Cuando ella finalmente las notó, estas ya estaban a tan sólo tres metros de distancia. Esquivarlas resultaba imposible. O al menos, eso parecía.
Porque de forma misteriosa, todo el fuego mágico de Bryan cambió de dirección y fue absorbido por el sol en miniatura.
Luego de unos instantes, Cabiria finalmente se recuperó del asombro y comenzó a reírse, mientras se burlaba de Bryan.
- ¡¿Realmente creíste que me tenías?! ¡Estúpido! ¡Mientras mi Dominio esté funcionando no hay forma de que algún fuego me dañe! Controlo totalmente la realidad de cualquier fuente de calor que esté cerca de mí. Ni siquiera tengo que poner una barrera defensiva o intentar apoderarme de tus llamas. ¡Mientras tenga calor, mi Dominio Incandescente lo controlará! -
Bryan la observó en silencio. No parecía frustrado. Al contrario, su mirada se clavó en ella con una calculadora de intensidad, como si buscara confirmar algo.
- ¿Qué pasa? ¿No dices nada? ¿Algunas últimas palabras? - Continuó provocándolo Cabiria.
- Me alegro. - Respondió Bryan al fin, luego de que su Astro Proyección le confirmase que Cabiria no estaba mintiendo.
- ¿Qué? - Preguntó la Gran Maga, desconcertada.
- Originalmente, pensaba seguir lanzando llamas incandescentes para que tu sol en miniatura las absorbiera, con la intención de averiguar si es posible sobrecargarlo. Pero acabas de confirmarme que eso no va a suceder. - Le explicó Bryan, esbozando una sonrisa de alivio: - Era una idea interesante, pero hacerlo significaría un duelo de llamas en el que la temperatura aumentaría demasiado… ¡Gracias por avisarme! -
El semblante de Cabiria se ensombreció. Claramente, le disgustaba la actitud de su enemigo. Debería haber estado a su merced, pero aun así se atrevía a hablarle con semejante ligereza.
- Ya tuve suficiente. - Murmuró la Gran Maga.
Cabiria alzó una mano y, con un movimiento seco, apuntó al suelo. Su sol en miniatura resplandeció con una intensidad cegadora, liberando un torrente de plasma ardiente. La energía incandescente descendió como un juicio divino, golpeando la tierra con una explosión devastadora.
Bryan reaccionó al instante y se impulsó hacia arriba con una velocidad abrumadora, dejando tras de sí una estela oscura. Apenas logró elevarse cuando la tierra bajo sus pies se derritió en un océano de lava burbujeante. La temperatura en el interior de la barrera se disparó, y un vapor denso ascendió en columnas, distorsionando la visión del entorno. Ahora no podía tocar el suelo.
El epicentro del impacto se volvió un cráter rugiente, del cual surgieron violentos chorros de magma como si un volcán entero hubiera despertado en un solo punto. La roca fundida comenzó a elevarse, acumulándose en un montículo hirviente que crecía con una rapidez increíble. En segundos, la formación alcanzó varios metros de altura, asemejándose a una montaña recién nacida, moldeada por la furia de las llamas.
Cabiria continuaba levitando junto a su pequeño sol, inmóvil e indiferente en apariencia. Sin embargo, de algún modo parecía más imponente que nunca. Sin apartar la vista de Bryan, la Gran Maga alzó ambas manos y extendió sus huesudos dedos como si quisiera tomar algo en frente suyo. Bryan frunció el ceño, desconcertado. No entendía qué estaba ocurriendo, hasta que la montaña de lava se agitó.
La masa candente en el centro del campo de batalla se deformó, como si algo dentro de ella estuviera despertando. Luego, con un rugido de piedra quebrándose y fuego burbujeante, el magma comenzó a extenderse. No de forma caótica, sino con una estructura definida, como si respondiera a la voluntad de la Gran Maga. Bryan vio cómo dos colosales extremidades emergían del núcleo fundido, cada una con varios metros de largo. Eran brazos. Enormes, viscosos, ardientes como el corazón de un volcán, y se alzaban hacia él con una lentitud espeluznante.
“¡Mierda!”
Los brazos de lava se sacudieron y, de repente, se lanzaron hacia él con una velocidad letal, dispuestos a atraparlo y reducirlo a cenizas. Lo más peligroso era que, conforme avanzaban, las palmas de aquellas manos se hacían más grandes.
Bryan se impulsó en el aire con todas sus fuerzas, esquivando por un margen considerable las colosales manos de lava que intentaban cerrarse sobre él. Sin embargo, el mero calor que irradiaban era insoportable. Sus ropas se chamuscaron, y su piel sintió el mordisco cruel de las llamas sin necesidad de contacto directo. Una corriente de aire abrasador, desplazada por la violencia del ataque, lo envolvió como un vendaval infernal y lo lanzó volando sin control. Giró en el aire, incapaz de estabilizarse de inmediato, hasta que su cuerpo fue arrastrado peligrosamente cerca de la barrera de fuego dorado. La incandescente prisión de Cabiria ardía con un fulgor cegador, y Bryan apenas logró recuperar el control a tiempo para evitar estrellarse contra ella.
Entonces, la Gran Maga giró una de sus manos con la palma hacia arriba, moviendo los dedos lentamente, como si tratara de palpar algo invisible en el aire. La respuesta fue inmediata. Las colosales manos de magma, que aún ardían con un resplandor incandescente, se desplomaron de golpe, convirtiéndose en un torrente de lava líquida que descendió con estrépito hacia la tierra ardiente bajo ellos. Sin embargo, el respiro duró apenas un instante. Antes de que Bryan pudiera siquiera pensar en un contraataque, la lava comenzó a agitarse de nuevo, como un ser vivo.
Del rugiente océano de fuego surgieron nuevos fragmentos de roca fundida, pero esta vez no adoptaron la forma de brazos gigantescos. En su lugar, la masa incandescente se alzó en múltiples extremidades retorcidas y alargadas, como si fueran tentáculos surgidos de las entrañas de un volcán. Estos látigos de fuego se alzaron en el aire, oscilando con un movimiento serpenteante y antinatural, cada uno chisporroteando con un brillo carmesí. Luego, sin previo aviso, todos se lanzaron a la vez hacia Bryan con una velocidad aterradora.
El necromante intentó alejarse, pero los tentáculos de magma eran más rápidos de lo que había anticipado. Uno de ellos pasó tan cerca de su pierna que sintió cómo el aire ardiente calcinaba parte de su ropa, otro rozó su brazo, dejando un dolor punzante por la cercanía extrema del calor. No podía permitirse un solo error. Si esos apéndices lo atrapaban, ni su resistencia sobrenatural lo salvaría de ser reducido a cenizas en cuestión de segundos.
“No hay más opción.” Pensó Bryan, dando una orden mental a sus criaturas.
El suelo rugió con un estruendo ensordecedor antes de partirse en una erupción de fuego y piedra fundida. La fuente de lava de la que surgían los tentáculos incandescentes estalló como si una fuerza descomunal la hubiera hecho implosionar desde dentro. Fragmentos de magma endurecido volaron en todas direcciones, y por un instante, las extremidades de lava que amenazaban con atrapar a Bryan quedaron paralizadas en el aire, como si hubieran perdido su fuente de energía.
Desde las profundidades emergió una silueta envuelta en llamas vivas, alzándose en medio del caos con un rugido vibrante.
El Zombi Élite de Fuego finalmente hacía su aparición.
Su caparazón de obsidiana incandescente se fracturaba con cada movimiento, liberando brasas y ríos de magma que caían de su cuerpo como si fuera un volcán en plena erupción. Su piel, cubierta por escamas ígneas, crujió al reacomodarse, preparándose para la batalla.
Bajo tierra, su hermano, el Zombi Élite de Tierra, había trabajado cuidadosamente, tallando túneles invisibles en la roca y el suelo fundido, permitiéndole a la criatura de fuego moverse sin obstáculos, incluso en medio del infierno ardiente que Cabiria había desatado. Gracias a esta estrategia, el Zombi Élite de Fuego no solo había emergido en el punto exacto donde su amo más lo necesitaba, sino que lo había hecho absorbiendo la energía de la propia lava de la Gran Maga. La fuerza que alimentaba sus tentáculos ahora ardía dentro de su propio núcleo, y con esa misma energía había detonado la base de los apéndices ígneos, desarmándolos antes de que pudiera cumplir su propósito.
Cuando la nube de cenizas y fuego comenzó a disiparse, la criatura alzó la mirada hacia Cabiria. Sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y júbilo.
Estaba listo.
Por fin, su amo requería su ayuda en la batalla.
El Zombi Élite de Fuego flexionó sus garras incandescentes, dejando que la roca derretida se deslizara entre sus dedos antes de alzarlas en una postura amenazante. Con cada inhalación, su cuerpo exhalaba una oleada de calor abrasador, y la temperatura dentro del domo de fuego aumentó de manera alarmante.
Cabiria observó la escena con el ceño fruncido, mientras luchaba por contener la ira. Cada vez que creía tener a Bryan contra las cuerdas, este encontraba un modo de escapar, dejándola en ridículo. Y ahora, para empeorar aún más su estado de ánimo, le dejaba ver de nuevo a esa aberración fusionada con el precioso tesoro mágico que tanto tiempo llevaba buscando… y que jamás podría recuperar.
Mientras tanto, Bryan aprovechó los breves instantes de tregua que le brindó la aparición del zombi para recuperar el aliento. Su Esencia Mágica trabajaba a toda velocidad para regenerar sus heridas más graves, aunque su piel aún no lo reflejaba. Sin embargo, esto era apenas un inconveniente para él; Estaba acostumbrada a dolores mucho peores. En realidad, se sentía bastante complacido, aunque se cuidaba bien de no demostrarlo.
El motivo era simple: finalmente había terminado su análisis.
“El Dominio Incandescente funciona como un horno o una fuente de energía inagotable.” Pensó mientras examinaba el sol en miniatura de Cabiria: “Es el apoyo perfecto para un Mago de Fuego, incluso sin la Ejecución Irrefutable.”
Normalmente, un mago debía reunir Fuerza Mental para ejercer control sobre su elemento, manipularlo, darle forma y, finalmente, usarlo. Pero ese sol en miniatura parecía encargarse de los primeros procesos por ella, reuniendo constantemente la energía de fuego y dejándola lista para que la Gran Maga solo tuviese que darle los últimos toques al conjuro.
En otras palabras, mientras el Dominio de Cabiria estuviera activo, ella no se cansaría ni agotaría su magia, sin importar cuán poderosos fueran sus hechizos. Además, sus llamas se verán amplificadas por el efecto de la Alteración Potenciada.
“Seguramente esta vieja aún no ha mostrado sus mejores trucos... y no estoy seguro de querer verla hacerlo.” Bryan desvió la mirada hacia Cabiria, enfocándose en la expresión de furia que deformaba su rostro al observar al Zombi Élite de Fuego.
“Tal vez esta sea la forma más eficiente de ganar.”
Después de todo, si algo había aprendido Bryan de su experiencia como comandante militar era que los combates de vida y muerte se decidían en gran parte por la cantidad de información que uno tenía de su oponente.
Y Cabiria, en realidad, no sabía hasta qué punto llegaba su poder.
Bryan observando a Cabiria sin miedo
Hola amigos. Soy Acabcor de Perú, y hoy es sábado 29 de marzo del 2025.
Escribo estas líneas con dificultad, ya que la herida en mi ojo no me permite avanzar al ritmo de siempre. Aun cuando las ideas llegan, no siempre tengo la resistencia necesaria para plasmarlas. Además, algunos de mis recursos están fallando, lo que me ha obligado a salir a buscar trabajo, incluso en este estado. Y no me refiero únicamente al ojo.
Resulta que los viajes que tuve que hacer a Lima, tanto para atenderme con el oculista como para buscar trabajo, han reavivado viejas dolencias que creía superadas. Así que, apenas un día después de haber gastado una suma considerable en el oftalmólogo, tuve que regresar al hospital por otro motivo y gastar en fuertes antibióticos.
Sin embargo, de todo esto surgió algo positivo: logré bajar de peso. Así que decidió mantener el ritmo e iniciar una dieta para mejorar mi salud por completo, mientras atiendo todo lo demás.
En cualquier caso, esto significa que tengo que hacer algunas modificaciones generales en mi vida. Ya no me es posible pretender que podré publicar un capítulo en día determinado. Naturalmente, voy a hacer todo lo posible por publicar semanalmente, pero no puedo garantizar que lo haré todos los miércoles como siempre. En ese sentido, agradezco mucho la creación del grupo de Whatsapp, porque permitirá que los lectores sepan rápidamente cuando haya un capítulo publicado.
Nuevamente quiero disculparme por los inconvenientes, especialmente con mis patrocinadores cuya invaluable ayuda es lo que mantiene este proyecto funcionando. No piensen que estoy dejando GDK ni nada parecido, es sólo que mis publicaciones no serán tan regulares como antes.
Y si lo meditamos, si tuviese que publicar este mismo miércoles luego de publicar este sábado, significa que tendría 4 días para inventar la historia, transcribirla y generar las imágenes… todo mientras trato de recuperarme y mantener otro trabajo.
Así pues, espero poder publicar el próximo sábado, si todo sale bien. De no poder hacerlo, les pido su comprensión durante este tiempo en que estoy convaleciente.
Espero que les haya gustado esta capítulo, que está inspirado en muchas peleas de Solo Leveling y Jujutsu Kaisen. Así como las imágenes que conseguí generar. Al final resulta que Seaart si funcionaba solo que el VPN que estaba usando no era lo bastante bueno. ¡Que fastidio que el proveedor de internet se ponga a bloquear páginas para moderarte como si fuesen tus padres! ¡¿Quién se han creído que son?! Una cosa es bloquear páginas de narcotraficantes o contrabando infantil… ¿Pero una IA que genera imágenes? ¿Tanto les molesta que Helena Teia se parezca a Asuka sin que le paguen yenes a Ideaki Anno?
En fin, mejor lo dejo hasta aquí. ¡Ah, me olvidaba! También hay un nuevo capítulo del Villano que Desafía su Destino. Lo había preparado antes del accidente, pero con todo lo ocurrido terminé olvidándolo. Sé que es corto, pero espero que lo disfruten.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!