279 Primer Muriente

La ciudad de Puerto Viejo era exactamente como su nombre indicaba. Originalmente era uno de los pueblos costeros más ricos porque en su momento fue la principal entrada para el comercio marítimo en una de las provincias occidentales del Imperio Itálico, pero se volvieron complacientes porque asumieron que los impuestos generados por el embarcadero siempre estarían disponibles y no invirtieron en mejorar el muelle para proteger a los barcos del viento ni ampliaron el fondeadero para que los navíos con cargas pesadas pudiesen atracar con seguridad, lo cual habría multiplicado sus ingresos. Ni siquiera prestaron atención a las constantes quejas de los mercaderes respecto a lo difícil y riesgoso que era transportar sus mercancías por mar.

Embarcadero de Puerto Viejo

Entonces ocurrió lo que tenía que pasar: Un emperador estaba teniendo un bajo índice de popularidad y necesitaba congraciarse con el pueblo, así que decidió construir enorme puerto de lujo que pudiesen usar tanto la Armada como los barcos civiles y mercantes. Para eso refundó una ciudad costera mucho más al sur y ahí construyó el Gran Puerto Occidental de Itálica.

Para cuando Puerto Viejo quiso reaccionar ya era demasiado tarde.

Incluso ahora Puerto Viejo seguía teniendo un embarcadero mediocre que apenas recibía mantenimiento y casi ninguna remodelación, pero si antes no lo hacían por dejadez ahora era porque no tenían el dinero para hacerlo ni tampoco había motivo, ya que casi nadie con una carga importante llegaría desde mar hacia su pueblo cuando tenían tan cerca el otro.

Puerto Viejo se convirtió en un lugar abandonado, donde poco a poco las leyes se fueron dejando de lado.

Generalmente los escasos aristócratas vivían en sus mansiones privadas y solamente recibían castillos o fortalezas cuando les daban un cargo militar, que siempre expiraba después de un año. En cambio, las ciudades y pueblos eran gobernadas por Tribunos Civiles que eran elegidos entre la misma población de un modo “cuestionable” en el sentido en que jamás un plebeyo podría ganar un alto cargo, pero por lo menos esto era aceptado tradicionalmente.

Sin embargo, un día el Señor Colbert, quien en teoría solo tenía autoridad sobre el castillo defensivo y los legionarios en su interior, decidió arbitrariamente mudarse a la ciudad, suspender las elecciones de Tribunos y directamente gobernar a placer. Esto era algo muy parecido a lo que en su momento hizo Odón Ascher, solo que Puerto Viejo estaba muy lejos de la capital y no le importaba a nadie, hasta el punto en que si le preguntaran a cualquier ciudadano su opinión sobre lo ocurrido seguramente la respuesta sería: “¿Hay un lugar llamado Puerto Viejo?” y luego seguirían su camino.

Debido a que ninguna autoridad vino a reclamarle, Colbert se acostumbró a hacer lo que se le daba la gana, sobre todo con las mujeres plebeyas del pueblo y lo que es peor, con las niñas. Al principio hubo algunos padres que intentaron avisar de lo que ocurría e incluso organizaron una revuelta, pero como se trataba de simples pescadores contra un Caballero de la Tierra, todos acabaron atados a una roca y luego arrojados a lo profundo del mar.

Luego, como un castigo adicional, Colbert ordenó instalar una gruesa cadena que colgaba de lado a lado sobre las aguas, a unos cincuenta metros de la costa, justo a la entrada de la bahía. De este modo podía bloquear el ingreso o salida de cualquier embarcación en el puerto con el fin de evitar que los pescadores pudiesen hacerse a la mar sin su consentimiento, terminando así con cualquier esperanza de rebelión. Esta fue la primera remodelación que se hizo en el embarcadero de Puerto Viejo después de mucho tiempo, pero irónicamente fue para oprimir a su población.

Sin embargo, la justicia imperial a veces puede tardar, pero siempre acaba llegando.

*****

Julio Guzmán era una rata cobarde. Su difunto padre fue un gran legionario y le puso ese nombre en memoria de uno de los emperadores más valientes, Julio Augusto el Conquistador, pero lejos de emularlo, Julio Guzmán se dedicó a ser el perro rastrero de cualquier persona con algo de fuerza para beneficiarse de forma indirecta. De modo que, cuando Colbert se hizo con el poder, fue el primero en acercársele voluntariamente y luego se ganó un lugar a su lado literalmente vendiendo a sus vecinos, pues era el primero en denunciarlos cuando alguno de ellos intentaba salir del pueblo para pedir auxilio, enviar una carta o directamente tomar las armas.

Como premio por sus servicios, Colbert le entregó el control del puerto y de la gruesa cadena con la que podía cerrarlo por completo. Ahora Julio Guzmán se dedicaba principalmente a extorsionar a todos los pescadores, que en ese pueblo representaban el 80 % de las personas con un trabajo. Si ellos no lo complacían, Julio ordenaba a sus esbirros bloquear la entrada al puerto, de manera que no pudiesen conseguir alimento.

En pocas palabras podía abusar todo lo que quisiese sin ninguna consecuencia.

El día anterior algunos pescadores lo habían desairado al expresar en voz alta lo que pensaban de él cuando creían que nadie los estaba escuchando. En represalia, Julio Guzmán los había dejado salir a pescar, pero luego ordenó que levantasen la cadena y no volviesen a bajarla sin importar quién quisiese ingresar. Su objetivo era que la madera de las rústicas embarcaciones de estos humildes pescadores se pudriese por estar tanto tiempo en el agua. De ese modo, perderían su única herramienta de trabajo, pues en esa costa rocosa no había ninguna otra playa cercana en donde pudiesen sacar sus botes del agua para que se secasen en la orilla. Tampoco tenían el dinero para costear unos nuevos. Su única opción sería arriesgarse a navegar en bote hasta el Gran Puerto Occidental, lo cual era imposible únicamente remando.

Mapa de la bahía de Puerto Viejo, la cadena y el Castillo de Colbert

Tal vez se mueran de sed antes de perder sus naves.” Pensó Julio Guzmán malévolamente mientras imaginaba sus rostros deshidratados y quemados por el sol. Por supuesto que podrían regresar nadando, pero eso significaría perder sus botes definitivamente.

Julio Guzmán entró a su habitación para relajarse y complacerse. Las familias de los pescadores le habían suplicado, pero él lanzó a sus matones sobre ellos y luego anunció que no vería a nadie que no fuese un delicioso regalo. Ahora, finalmente estaban aquí. Cuatro de sus matones llegaron escoltando a dos jóvenes que apenas tenían quince años. Las pobres vinieron a suplicar por la vida de sus padres, pero ahora estaban desnudas y maniatadas por la espalda. En su desesperación estas tristes mozas, arrodilladas, hundían su cabeza en el suelo y respiraban con dificultad.

- ¡Mírenme! ¡Quiero ver sus rostros! ¡Debo saber el tipo de presente que sus familias me han mandado! -

Las dos jóvenes temblaban. Eran muy parecidas. Quizás hermanas. Rasgos suaves, labios carnosos, tez morena, ojos oscuros, pelo negro y lacio, piel tersa. El ansia creció en el cuerpo de Julio Guzmán.

De pronto, uno de sus asistentes descubrió la tela de acceso a su habitación.

- ¡¿Por qué me molestas, imbécil?! ¡¿No ves que estoy ocupado?! -

- Patrón, un barco se acerca al puerto y parece que quiere entrar. -

- ¡¿Y qué?! ¡¿Acaso no he dejado claro que NADIE entra?! -

- Pero… es que ese barco es grande… ¡Y no se parece a ninguno que haya visto! -

- ¿Es distinto? ¿Cómo? - Preguntó Julio frunciendo el ceño.

- Tiene muchos remos… ¡Tantos que se pueden ver a pesar de que es de noche! ¡Y parece que en sus velas hay una especie de pájaro amarillo pintado! -

Julio Guzmán se pasó la mano por el pelo. Las muchachas volvieron a agachar sus rostros.

- ¿Muchos remos has dicho? ¿Cómo de grande es? -

- Mas grande que cualquier bote. ¡Mas grande que cualquier barco que haya visto! -

Julio Guzmán era vanidoso, orgulloso e impulsivo, pero no era imbécil. De inmediato saltó del lecho en el que estaba sentado, apartó a las muchachas de un golpe, y salió de la tienda maldiciendo.

Pero lo que vio cuando llegó al balcón desde donde podía ver el puerto… lo dejó sin palabras.

*****

Bryan alzó la vista siguiendo la línea del mástil que se elevaba en el puente, mientras se acostumbraba al repentino silencio que imperaba. La inmensa galera en que viajaba era impulsada por una combinación de grandes velas de lino blanco, sobre las que habían pintado el emblema del águila coronada, que era el símbolo del Imperio Itálico; pero la principal fuerza propulsora eran los más de trescientos remeros profesionales, dispuestos en cinco filas a cada lado, que batían las aguas a un ritmo constante. Eso le permitía al barco moverse con una flexibilidad que ningún navío de velas tendría por si solo y menos aún uno de 42 metros de largo como era este. Cuando consultó al respecto le dijeron que ese modelo se llamaba Quinquerreme y era un barco de guerra capaz de llevar a una tripulación 120 legionarios más 50 marineros. Eso sin contar los hombres que remaban.

- ¿Qué te contaron esos hombres? - Preguntó Bryan bajando la vista del cielo.

- Si, Ejecutor Imperial. - Respondió el Centurión Silano: - Aparentemente son pescadores a quienes no los dejan volver al puerto. -

- ¿Por qué nuestra nave no puede avanzar? -

- Hay una cadena bloqueando la entrada. No se la ve bien porque está parcialmente bajo el agua, pero si un barco avanza la proa acabaría golpeándola. -

- ¿Es esto algo normal en los puertos? - Preguntó Bryan sorprendido.

- No soy experto en defensas marinas, pero creo que no. - Respondió Silano: - Este no es un puerto militar y no tendría que tener semejante artilugio. Esa es mi opinión. -

Cayo Silano era el nombre de este adusto Centurión. Cándido se lo había asignado junto con un pelotón de 150 Legionarios para que actuaran como sus asistentes. A Bryan le caía muy bien porque siempre era preciso, no perdía el tiempo y obedecía las ordenes sin cuestionarlas. Lamentablemente también era frío como el hielo, así que no servía para conversar durante el viaje. -

- Este maldito lugar está tan al oeste que no hay matrices de transporte cerca y la única forma de acortar la ruta es por mar. - Comentó Bryan: - Quizá sea por eso que está defendido. -

- Según los pescadores que hemos rescatado, esa cadena fue puesta por el Señor Colbert para poder mantenerlos esclavizados. Todos son plebeyos y sus testimonios no son confiables, pero creo que están diciendo la verdad. - Comentó Silano.

- Bueno, lo sabremos pronto. ¿verdad? -

- En efecto, Ejecutor. - Confirmó Silano. - El bote que enviamos para trasmitir sus instrucciones ya está por regresar. -

Silano se marchó para conversar con los mensajeros que envió y Bryan se quedó mirando a los pescadores que habían recogido de las embarcaciones. Cuando los vio por primera vez creyó que realmente tenían la costumbre de echar sus redes de noche, pero entonces recordó que eso no tenía sentido, porque en este mundo no existía medios satelitales para orientarse y el riesgo de perderse debería ser grande. En su Quinquerreme había un astrolabio mágico que permitía calcular el rumbo por la posición de las estrellas, pero dudaba que estos pobres hombres tuviesen algo parecido. Y cuando los vio abalanzarse sobre el agua dulce que les ofrecieron, ya no tuvo dudas: Esos hombres no habían estado flotando en la entrada de la bahía por voluntad propia.

En secreto comenzó a escuchar lo que esos pescadores decían a los legionarios que los interrogaban. Esto le trajo a Bryan algunos recuerdos de su vida anterior, porque su familia originalmente venía de Fujian en un pueblo costero llamado Lieyu y cuando de niño le preguntó a su padre cómo era su hogar ancestral, este le dijo sin vacilar: - Mira hijo, Lieyu es un pueblo de pescadores y de ladrones... - Luego se quedó pensando por un momento y finalmente añadió: - Que viene a ser lo mismo. -

En ese momento la respuesta de su padre le pareció de lo más divertida y durante años pensó que se trataba de una broma, hasta aquella vez que acompaño a su padre ahí por un asunto de herencia. Ese día, caminando por el puerto, comprobó con sus propios ojos que todo el mundo te robaba algo: Desde un pescado hasta tu tiempo. Al Partido no parecía importarle en lo más mínimo lo que ocurriese en un lugar tan lejano de las ciudades principales, siempre y cuando no resaltaran ni atrajesen a curiosos, así que pasaban todo tipo de cosas incluso a plena luz del día.

Puerto Viejo se parecía mucho a lo que Bryan recordaba de sus tiempos como Han Shuo, por eso al ver a estos pescadores también desconfió inicialmente, pero el hecho de que existiese una cadena impidiéndoles el paso, junto con los antecedentes de Colbert, lo hacían concluir que ellos hablaban con la verdad.

Finalmente, Silano regresó y detrás venía el mensajero. Entonces el Centurión le informó con un tono especialmente frío, como si estuviese enojado: - Ejecutor, la persona con la que conversaron, un tal Julio Guzmán, pidió tiempo para transmitir su petición de ingresar a su jefe o algo así. Imagino que se refiere al Señor Colbert. -

- ¿Tiempo para trasmitir mi “petición”? - Repitió Bryan entornando los ojos de un modo peligroso y entonces se volvió hacia el soldado que había hecho de mensajero: - ¿Esas fueron sus exactas palabras, legionario? -

- Fueron esas, Ejecutor Bryan. - Confirmó el legionario con total certeza: - Aunque ese tipo balbuceó un poco, puedo jurar que eso fue lo que me dijo. -

- Ya veo. - Respondió Bryan con un tono sombrío.

Y no era el único enojado. Todos los legionarios en la cubierta que habían escuchado esa respuesta ahora tenían expresiones hostiles, igual que los marineros. El motivo era simple: ¡Su Quinquerreme claramente lucía en sus velas el emblema Imperial! ¡Eso tendría que ser evidente para todo el mundo! ¡¿Cómo podía ser que un simple puerto civil se atreviese a tenerlos esperando en vez de obedecer inmediatamente?! ¡Esto era un ultraje en la mente de cualquiera que formase parte del ejército!

- Un Ejecutor Imperial es el máximo representante de la autoridad de nuestra nación. Un Ejecutor Imperial no hace “peticiones” … ¡hace DEMANDAS! ¿Y encima quieren que los espere? ¿También debería traerles presentes y luego darles las gracias como si me estuviesen haciendo un favor? - Dijo Bryan en voz alta mientras leía las emociones de todos los presentes.

- ¡No, Ejecutor Imperial! ¡Tienen que pagar por su insolencia! - Respondieron los legionarios.

- Deben ser castigados. - Sentenció Silano inexpresivo como una estatua, aunque se podía percibir peligro en su frialdad.

- ¿Qué armas tenemos? - Preguntó Bryan.

Un marinero se acercó y dijo: - ¡Respondo al Ejecutor!  Dos Balistas con quince rocas incandescentes, un Escorpión y el Espolón. -

- ¿El Espolón? -

- Todos los quinquerremes tienen un espolón de madera forrado en bronce y reforzado con matrices, justo sobre la línea de flotación. - Explicó Silano señalando hacia la parte delantera del barco: - Generalmente se usan al final de la batalla, para terminar de hundir a los barcos enemigos haciéndoles un agujero mediante la embestida como lo haría un pez espada. -

- Ya veo. Eso parece muy interesante. - Respondió Bryan: - ¡Pues quiero verlo en acción! ¡Embistan ahora mismo esa maldita cadena! -

- ¡Si, Ejecutor Imperial! - Respondió el Capitán que esperaba las ordenes en silencio y partió a toda prisa a la torre de mando para comenzar a dirigir el barco.

Quinquerreme: Una galera de Guerra con un espolón de bronce en la proa que puede atravesar un barco enemigo.

Con un solo movimiento los remeros profesionales sacaron sus remos y batieron las aguas agitadas. Bryan notaba como el barco ascendía y descendía rítmicamente, pero el espolón de bronce y la fuerza de los hombres que impulsaban el barco conseguían que la nave cortase las olas, mitigando la sensación de mareo. De pronto la nave avanzó con una velocidad sorprendente que los obligó a todos a luchar para no caer hacia atrás y entonces se dirigió directamente hacia la playa, agarrando la cadena en su camino con el espolón, la cual fue arrancada de cuajo y se precipitó al fondo.

Los legionarios rieron, pero los gritos eufóricos de los pescadores sobre el barco fueron más fuertes y a sus voces se sumaron muchas otras: Las de cientos de personas que observaban lo que ocurría desde el puerto y celebraban lo que acababa de suceder.

Son sus familiares y amigos.” Pensó Bryan mientras observaba los rostros de las personas que aplaudían en la playa con su vista sobrehumana, los cuales se hacían más claros conforme su barco poco a poco se aproximaba al atracadero.

Cuando bajó del barco seguido de sus soldados, un hombre desagradable se le acercó, rodeado de una turba que parecían más matones que guardias.

- ¡¿Por qué hizo eso?! ¡¿Quién eres…?! Digo… ¿puedo saber su nombre? -

Julio Guzmán era un cobarde rastrero y normalmente no se habría atrevido a criticar a nadie antes de estar seguro de que esa persona no podía contraatacar, pero se acostumbró demasiado a hacer lo que se le daba la gana y por eso se demoró un poco en darse cuenta de las armas y armaduras que llevaban las personas que bajaban detrás de Bryan, así como la forma en que marchaban. Para cuando reconoció a los legionarios, era demasiado tarde.

- ¿Preguntas quién soy? ¡¿Quién carajo eres tú y por qué crees tener derecho a cuestionarme?! - Le respondió Bryan, mirándolo como si fuese un insecto.

- Yo soy… yo soy Julio Guzmán y he sido nombrado patrón del puerto por el jefe… no… ¡soy un servidor del Señor Colbert! - Respondió Guzmán balbuceando mientras retrocedía unos pasos hacia sus matones en un intento por darse algo de valor.

- ¿Eres un servidor? ¡Qué bueno! - Dijo Bryan sonriendo: - ¡Entonces me servirás para mandar un mensaje! -

Acto seguido desenvainó una espada corta y la clavó profundamente en el cuello de Julio Guzmán, luego lo agarró por los cabellos mientras torcía la mano para separar la cabeza. Su movimiento fue tan rápido que tanto los matones como los pescadores que observaban no entendieron lo que estaba sucediendo, hasta que vieron el cuerpo decapitado en el suelo.

- Maten a sus amigos. - Ordenó Bryan señalando al resto de la escolta: - Luego arrójenlos al agua. ¡Que sirvan como cebo para peces! -

Los legionarios desenvainaron sus armas y se lanzaron sobre los matones como lobos sobre un montón de ovejas. Los hombres del difunto Guzmán eran más de doscientos, pero frente a los legionarios experimentados no tenían oportunidad y lo entendieron rápidamente cuando las primeras decenas murieron. Entonces trataron de escapar dispersándose como ratas y Bryan estuvo a punto de invocar unas cuantas Gárgolas para acelerar la persecución, pero no tuvo que hacerlo.

Cuando los pescadores vieron que los recién llegados eran solados que no estaban alineados con Colbert, entraron en un frenesí violento y rodearon a los matones. Entonces comenzaron a matarlos con palos, cuchillos y arpones, evitando que ninguno de ellos escapase. “¡Por mi hijo!” “¡Por mis hijas!” “¡Te lo mereces!” gritaban todos mientras desahogaban años de furia contenida.

- ¡Vaya! -  Exclamó Bryan sorprendido, pero luego se volvió hacia Silano y ordenó: - Ayuden a estos hombres y terminen con estas lacras. -

­- ¡Entendido! -

En poco tiempo todos los matones del puerto fueron capturados y ajusticiados. Poco después los legionarios le trajeron a Bryan a dos jóvenes mujeres que habían encontrado atadas en un cuarto, así que ordenó que las liberaran. En ese momento uno de los pescadores que seguían en los Quinquerremes gritó: “¡Hijas!” y saltó de cubierta enloquecido para abrazar a las jóvenes que ahora lloraban de alegría.

Cuando todo se calmó, la playa estaba llena de cuerpos que flotaban, pero esta terrible visión era recibida con algarabía por todos los pescadores, los cuales aplaudían a los legionarios.

- ¿Quién es usted, mi Señor? - Preguntó uno de los pescadores cuando se hizo el silencio.

- Soy Bryan el Necromante, un Ejecutor Imperial. - Respondió con un tono alto para que todos los presentes escucharan su declaración, lo que arrancó suspiros de asombro y temor reverente: - ¿Saben dónde puedo encontrar a un tal Colbert? -

Después de tanto tiempo sufriendo aterrorizados, muchos todavía tenían miedo de denunciar a Colbert, pero uno de los más jóvenes pescadores respiró profundamente y proclamó: - Está en la casa más grande del pueblo, Señor Ejecutor. Yo… ¡yo puedo guiarlo hasta ahí! -

- Muy bien… - Asintió Bryan y entonces tuvo una idea: - ¿Hay aquí familiares de las niñas que fueron asesinadas? -

Sus palabras despertaron el dolor y la ira de los pecadores, que inmediatamente comenzaron a llamar a varias personas hasta que tuvo a representantes de las siete familias en frente suyo, todos suplicando a gritos que hiciera justicia.

- ¿Qué hacen con los muertos aquí? - Preguntó Bryan.

- Los quemamos. - Respondió uno de los pescadores.

- ¿Y las cenizas? -

- Las guardamos durante un tiempo y luego las enterramos. -

- ¿Tienen las urnas con ustedes? -

- Si… no podíamos enterrarlas… no así… ¡Sin que reciban justicia! -

- Entonces vayan a traer las urnas y llévenlas al centro del pueblo. - Ordenó Bryan mientras dejaba escapar su aura mágica con tanta intensidad que incluso esos humildes pescadores pudieron sentir su gran poder: - ¡Hoy la justicia será satisfecha! -

*****

Colbert era un criatura despreciable pero sus instintos eran muy buenos, por eso había sobrevivido durante tanto tiempo pese a ser malvado como era. El escándalo de los pescadores reunidos en el puerto era lo bastante grande como para llegar a su mansión e inmediatamente sintió un escalofrío. De modo que salió de su cama y llamó a gritos a sus sirvientes para que le ayudasen a ponerse su armadura a toda prisa. Su casco había sido enviado al armero para que le sacasen brillo, así que debía esperar a que le trajesen otro del almacén, pero su mal presentimiento empeoraba por momentos, de modo que decidió no esperar un segundo más.

- ¡Traigan a mi cochero! - Ordenó Colbert mientras se ceñía la espada.

Un auténtico aristócrata habría ido inmediatamente a resolver el conflicto, uno con pocas luces por lo menos se pondría a organizar a sus sirvientes para defender la casa, un cobarde se escondería mientras dejaba todo lo peligroso al resto, pero por lo menos se habría quedado para que su dignidad no se desplomase del todo.

Pero Colbert hizo lo que hacen las personas despreciables: No se preocupó por su deber, dignidad o las vidas de su gente. Simplemente eligió correr hacia el castillo fuera del pueblo, donde tenía hombres armados y muros reforzados que lo hacían sentir seguro.

Sus criados y servidores se habían acostumbrado a este tipo de cosas, pero el que su amo huyese de este modo rastrero todavía fue un poco chocante para ellos.

- ¡Al Castillo! ¡Rápido! - Ordenó al cochero en cuanto se apeó y luego cerró la puertezuela.

El carruaje tirado por seis caballos avanzó a toda prisa. En el interior Colbert se mordía los labios mientras trataba de pensar en su próximo movimiento, cuando repentinamente hubo una sacudida violenta que lo hizo perder el equilibrio y cayó al suelo desde su asiento.

Por algún motivo el carruaje acababa de dar giro violento de dirección, pero seguía corriendo.

- ¡¿Qué sucede?! ¡Oye! - Gritó Colbert, pero el violento vibrar del carro, la velocidad y el estrecho interior, sumado al hecho de que llevaba su armadura, le dificultaron mucho recuperar el equilibrio. Estaba a punto de usar su Aura de Batalla para destruir el vehículo, cuando este se detuvo de forma repentina.

Inmediatamente Colbert dio una patada a la puertezuela para abrirla, luego salió al exterior con ganas de asesinar al cochero ahí mismo y este le devolvió la mirada… Aunque algo se sentía extraño e incongruente, tanto que se detuvo en seco. Colbert no estuvo seguro de lo que era hasta que miró con atención y se dio cuenta de que la cabeza de su cochero estaba volteada en un ángulo imposible. Claramente estaba muerto y su expresión apenas mostraba sorpresa, como si no hubiese notado el momento en que le rompieron el cuello.

De inmediato Colbert miró a su alrededor como un depredador acorralado, descubriendo que estaba en la plaza, rodeado de un círculo de legionarios con los escudos preparados y las espadas en ristre.

Detrás de ellos, estaba todo el pueblo.

- ¡¿Quién se atreve a matar a mi cochero y rodearme así?! ¡¿Acaso no saben que soy el Señor de esta ciudad?! - Gritó mirando furioso a su alrededor.

- Bueno, eso es interesante. - Dijo una voz encima suyo: - Que yo sepa en nuestras ciudades gobiernan Tribunos Civiles y no “Señores” … Menos aun la patética excusa de aristócrata que estoy viendo ahora. -

Colbert levantó la vista. Se había acostumbrado a hacer y decir lo que quisiese sin que nadie le replicase, por eso su expresión se llenó de una ira homicida e incluso se podía ver una vena palpitando en su frente. Pero lo que vio hizo que su ira se transformase en cautela.

Un joven de ojos oscuros vistiendo una túnica de mago estaba sentado descuidadamente sobre el techo de su carruaje y lo observaba con una sonrisa sarcástica. Había algo en su mirada que transmitía una inexplicable sensación peligro.

- ¿Quién eres tú? -

- Mi nombre es Bryan… “Ejecutor Bryan.” - Susurró el joven poniendo énfasis en su título mientras levitaba en el aire y aterrizaba enfrente suyo: - No tengo que explicar por qué estoy aquí. ¿No es verdad, Señor violador de niñas y usurpador de funciones? -

Colbert sintió que todo su cuerpo temblaba cuando las miradas de todos los presentes se concentraron en él y por primera vez supo lo que era el que sus actos malvados fuesen conocidos públicamente.

- Pru… pruebas… ¡¿Dónde están las pruebas?! - Gritó con voz entrecortada.

- Oh, las pruebas se encontrarán. - Canturreó Bryan sonriendo: - Apuesto que estarán en tu castillo, en tu mansión o en algún agujero… ¡Habrá mucho tiempo para reunirlas luego de que estés muerto! -

- ¡¿Vas a matarme sin pruebas?! -

- Yo no necesito “pruebas” señor violador. ¡A mí me basta con saber que tengo razón! - Respondió Bryan soltando una carcajada: - Y sólo necesité darte un vistazo para juzgar que eres culpable de muchas más cosas de las que sospechamos. -

Bryan entonces dejó de sonreír y extendió sus manos mientras avanzaba lentamente. Al verlo aproximarse Colbert llevó sus manos a la empuñadura de su espada de forma inconsciente, pero no se atrevió a sacar su arma por el miedo que sentía.

- ¡Desenvaina! - Ordenó Bryan mirándolo con frialdad: - ¡Es la única oportunidad que tendrás! -

Colbert finalmente sacó su arma y activó su Aura de Batalla mientras cargaba hacia adelante, pero su tajo fue fácilmente interceptado por la espada corta de Bryan con pura fuerza física, y antes de que Colbert pudiese preguntarse cómo era posible, recibió una patada en el estómago que lo mandó a volar varios metros.

- ¿Eso es todo? Tu pulso es bastante más débil de lo que imaginé. -

Aunque estaba asustado por el golpe, Colbert se levantó de un salto. El Aura de Batalla de color blanco volvió a resplandecer cuando se lanzó con una estocada, pero Bryan lo atajó fácilmente con un bloqueo invertido y ni siquiera necesitó mover los pies para desviarlo. El Caballero de la Tierra dio media vuelta e intentó dar un segundo golpe, pero cada una de sus técnicas era fácilmente interceptada por Bryan, quien incluso se daba lujo de contraatacarlo ligeramente, dándole pequeñas punzadas en los lugares que su armadura no podía protegerlo.

La desesperación se adueñó de Colbert. Alguien con Aura de Batalla debería poder cortar fácilmente a uno que no la tenía. Este tendría que ser un combate sencillo de ganar. Pero ni uno solo de sus golpes podía acertar a su objetivo y la extraña espada que usaba el Ejecutor Imperial no solamente parecía inmune a sus poderes, sino que se abría paso en su armadura como si esta fuese de mantequilla, aunque la estaba reforzando con Aura de Batalla. Y lo más aterrador de todo era que todo este tiempo Bryan no se había movido de su posición y se limitaba a contraatacarlo, haciendo evidente que de haber querido podría haberlo matado con facilidad al inicio del encuentro.

- Que decepción. - Comentó Bryan después de un rato: - Pensé que podrías ser una buena referencia, pero no llegas ni a los talones de Clark Ascher. ¡Por el trueno, he conocido a Caballeros Veteranos que son más hábiles que tú! ¿Por qué sucede esto? ¿Acaso estás enfermo o simplemente eres patético? Tendré que suponer que incluso entre los Caballeros también hay alguna que otra basura de bajo nivel. -

- ¡¿Me estás llamando basura?! - Preguntó Colbert mirándolo enfurecido mientras trataba de recuperar el aliento.

- ¿Hay alguien más en frente mío? - Respondió Bryan con sorna: - Por favor use un poco más su cerebro, señor violador de niñas. Ahora es mi turno de atacar, así que te sugiero que te protejas lo mejor posible… ¡no quisiera matarte tan rápido! -

Bryan finalmente se movió y le salió al paso de un salto para volver a darle una terrible patada en el estómago. Mientras Colbert pasaba de largo tropezando, le lanzó sendos cortes al riñón y el gemelo. El Caballero de la Tierra alcanzó a proteger su cuerpo con el Aura de Batalla, pero aun así soltó gritos de dolor por la fuerza de los impactos y cayó en el suelo escupiendo saliva.

Después de esto Bryan dio un vistazo a su alrededor esperando que la multitud aplaudiese, pero nadie lo hizo y más bien miraban confundidos o perplejos en su dirección. Esto era problemático porque parte de su objetivo era incrementar su fama y no entendía lo que estaba sucediendo. ¿Por qué los pescadores no celebraban la paliza que le daba al tirano?

En ese momento Silano se acercó rápidamente y le dijo: - Ejecutor Bryan, creo que serviría más a sus propósitos si diese un poco más de espectáculo. -

- No comprendo. ¿Acaso no lo he hecho? -

- Lo que ocurre es que sus movimientos son muy rápidos, Ejecutor Bryan. - Explicó Silano inmediatamente: - Yo y algunos de mis hombres podemos verlo, pero esta multitud está compuesta por almas sencillas que simplemente vieron el primer ataque del criminal Colbert y luego un borrón. -

- Ya veo. - Dijo Bryan comprendiendo por fin.

Entonces se cruzó de brazos para esperar tranquilamente a que Colbert se levantase. Cuando lo hizo, Bryan siguió el consejo de Silano y comenzó a jugar con su enemigo, esquivando fuertes mandobles en el último momento, intercalando patadas giratorias, haciendo acrobacias y, en pocas palabras, saltándose todo lo que Cyrano Constantino le había enseñado. “Contra un rival competente” decía el Maestro: “Nunca intentes una patada por encima de la rodilla. Sería demasiado lenta. Y ten siempre un pie en el suelo. Saltar te compromete con una trayectoria que no puedes cambiar.” En efecto, Bryan había confirmado muchas veces que el único uso de una patada voladora era el que tenía cuando la inventaron: desmontar a la caballería desde el suelo cuando no quedaba más opción.

Pero las payasadas funcionaron bien. La multitud enloqueció y comenzó a gritar vítores de alegría. En cambio, Colbert, que no dejaba de besar el suelo cada tres minutos, miraba a Bryan como si fuese la serpiente más vil. Sin embargo, aunque finalmente se las arregló para dar algunos golpes gracias a las ultimas fintas de Bryan, sus contraataques llevaban demasiado ímpetu y al final simplemente sirvieron para que gastase energía.

- ¡Maldito miserable! - Gruñó Colbert con cara de asco mientras luchaba por levantarse tras haber caído de rodillas: - ¡Solo estas jugando conmigo! ¡¿Acaso no tienes orgullo?! -

- Tu pregunta implica que hay alguna gloria en vencerte a ti. - Respondió Bryan con sarcasmo: - Solamente eres una mancha que tengo que limpiar. Pero al menos puedes morir sabiendo que eres el primer escalón de mi carrera como Ejecutor. ¡Felicidades! -

- ¡¿Me estás usando?! -

- Es justo. ¿A cuántos has usado como si fuesen objetos en lugar de personas? ¿Cuántas vidas has arruinado? ¿Cuándo te importó algo que no fueses tú mismo, maldito enfermo? ¿De verdad pensaste que nadie podía hacer lo mismo contigo? -

- ¡Ja! La chusma no es más que chusma. - Replicó Colbert: - Los fuertes hacen lo que quieren y los débiles sufren lo que merecen. ¡Así es como funciona el mundo! -

- Estoy completamente de acuerdo contigo. - Dijo Bryan mirándolo divertido: - Pero esas palabras son algo que sólo los fuertes tienen derecho a decir. Y créeme que te entiendo en este punto al menos. ¡A mí también me encanta abusar de los débiles! Sobre todo, de pequeñas mierdas como tú que se creen la gran cosa, cuando únicamente son escoria. -

- ¡¿Sigues con eso?! ¡¿Acaso disfrutas irrespetándome?! - Preguntó Colbert escupiendo en el suelo y mostrando una expresión de hastío.

- Eres un maldito que violó y asesinó a niñas de trece años. ¿Crees que te queda algún tipo de dignidad que presumir? -

- ¡Ay por favor! ¡Seguramente les hice un favor! - Exclamó Colbert.

Al oír esas palabras, la multitud estuvo a punto de enloquecer y los legionarios apretaron con fuerza las empuñaduras de sus armas con ganas de abalanzarse ahí mismo contra Colbert. Pero todos guardaron silencio cuando sintieron algo parecido a un frío espantoso brotando del propio Bryan, que miraba a Colbert como si fuese algo que tenía que aplastar ahí mismo, en ese momento.

Generalmente Bryan no tenía mucha empatía con otros, pero hasta él podía sentirse conmovido con la muerte de una niña… ¡Y este tipo había matado a siete! El cinismo de este supuesto noble era tan grande, que todavía no terminaba de procesarlo.

- ¿Qué fue lo que dijiste? - Preguntó apretando los dientes con furia.

Colbert lo miró un momento y luego respondió con una sonrisa tan asquerosa que no parecía real: - Estoy enfermo, “Ejecutor Bryan”. Desde hace años tengo llagas que no duelen, sarpullidos que no pican y estoy perdiendo la vista lentamente. Las articulaciones me duelen. También escucho voces raras. -

La asquerosa sonrisa del herido Colbert

Sífilis.” Pensó Bryan de inmediato: “Así que existe en este mundo. ¿O quizá es un castigo de los dioses?... ¡Espera! ¡Él lo sabía! ¡Sabía que estaba enfermo y aun así…!

Antes de que pudiese terminar de procesar la información, vio que Colbert le sonreía de un modo francamente asqueroso antes de decir: - A esas putas les esperaba mucho sufrimiento, porque les di una gran revolcada. Tú me entiendes. ¡Tuvieron suerte de que se los ahorrara al matarlas! -

Esta declaración arrancó una serie de gritos desgarradores, seguramente eran las madres de las niñas que clamaban a los dioses por justicia, mientras que varios hombres comenzaron a luchar para superar el circulo de legionarios e intentar matar a ese malnacido.

- Ya veo. - Susurró Bryan con una mirada más gélida que la propia muerte: - Entonces permíteme que te haga un favor ayudándote a expiar tu crimen. -

En el preciso instante que terminó de hablar, Bryan saltó hacia adelante con el pie dirigido hacia la boca abierta de Colbert, arrancándole varios dientes en la embestida. Luego se colocó encima suyo, le agarró brazos, los unió de un tirón a su espalda y los sujetó con una mano. Con la otra lo cogió del pelo y le estrelló la cara contra el suelo, una y otra vez, mientras recurría a todo su autocontrol para no reventarle el cráneo. Después comenzó a golpear con saña el riñón izquierdo de Colbert y después el derecho usando el Desgarrador Sombrío. En todo momento empleó la parte plana de la hoja, así que no lo cortó, pero aun así los golpes fueron como garrotazos.

Bryan se levantó con la espada apuntando al suelo y barrió a la multitud con la mirada. A través de la magia de Deimos podía sentir las emociones de intenso odio de la multitud, absorberlas y hacerlas su fuerza sin que se diesen cuenta. No era necesario que dijesen nada, todos sabían de algún modo misterioso que Bryan entendía lo que deseaban y que lo cumpliría, porque ese también era su deseo.

Oyó un ruido a su espalda y vio que Colbert había logrado ponerse a cuatro patas. Estaba luchando por levantarse. Le sangraba la cara por un centenar de minúsculos cortes abiertos y tenía la mirada vidriosa.

Bryan elevó entonces su espada hacia la multitud. Después giró sus talones y estrelló la parte plana de la hoja contra la nuca de Colbert, quien inmediatamente se vino abajo, inconsciente. Posteriormente susurró un conjuro e invocó a cuatro Abominaciones. La multitud soltó un grito ahogado, pero los enormes y obesos gigantes no les prestaron atención y avanzaron para cumplir la orden de su invocador: Cada uno aferró una pierna o un brazo de Colbert y lo levantaron para que todos pudieran ver que estaba derrotado.

Entonces Bryan se dirigió a la multitud: - No puedo devolverles la vida a sus hijas muertas.  Tampoco puedo borrar todo el tiempo de abusos y humillaciones que han tenido que soportar hasta ahora. Pero sí puedo mostrarles un poco de justicia, cortesía de su majestad, el Emperador Juliano. -

Después de decir eso, ordenó a las Abominaciones jalar en direcciones diferentes.

El dolor fue tan terrible, que Colbert se despertó de su estado de inconciencia para soltar un alarido, pero no pudo hacer nada y al poco tiempo sus extremidades fueron arrancadas de cuajo. Había sangre por doquier, pero la multitud gritaba emocionada. Entonces Bryan cauterizó las heridas aplicando con precisión el Conjuro de Fuego Glacial, asegurándose así de que Colbert no muriese desangrado, lo cual arrancó un nuevo alarido de dolor a su víctima. Seguidamente ordenó que las acercaran las cenizas de las niñas muertas, las cuales habían sido traídas desde sus hogares por sus madres, en humildes urnas de cerámica. Los legionarios acompañaron a las familias mientras las madres depositaban los siete francos justo en frente del hombre mutilado, que ya no era ni una sombra de lo que fue.

En efecto, por primera vez Colbert maldijo su constitución física superior de Caballero de la Tierra, que impedía que se muriese rápidamente pese la intensidad de ese dolor, como ocurriría con un hombre normal.

- Yo, Bryan el Necromante, Ejecutor del Emperador… - Comenzó a declamar Bryan usando la fórmula que Cándido le había enseñado: - Aquí declaro que Colbert es un falso aristócrata y culpable de matar y deshonrar a inocentes. ¡Yo lo denuncio! ¡Yo lo deshonro! ¡Yo lo privo de todo honor, dignidad y pleitesía! ¡¿Cuál debe ser su sentencia?! -

- ¡Muerte! ¡Muerte! ¡Muerte! ¡Muerte!... - Comenzó a gritar la multitud cada vez con más fuerza y odio.

Bryan entonces asintió e hizo un gesto dramático a sus Abominaciones, que inmediatamente blandieron sus gruesos garrotes y comenzaron a golpear a Colbert en el suelo. Primero fueron por los lados para prolongar su sufrimiento, luego fueron acercando sus golpes hasta llegar al pecho y para entonces el ex Caballero se había convertido en una mancha sanguinolenta del suelo que era imposible de reconocer.

Finalmente, Bryan lo incineró con una llama del Fuego Glacial Místico.

La multitud enardecida gritaba que se había hecho justicia, mientras que las madres recogían las cenizas de Colbert para enterrarlas como ofrenda bajo la tumba que harían para sus hijas, pues ahora que estas habían sido justamente vengadas, finalmente podrían descansar en paz. Cuando todo se calmase, el pueblo de Puerto Viejo estaría abierto para que cualquiera pudiese ir a comerciar o pescar, y aquellos que viajasen en busca de productos inevitablemente esparcirían las noticias de lo que acababa de suceder.

- Misión cumplida. - Dijo Bryan: - Preparen el barco para irnos al amanecer. -

Las Abominaciones golpearon a Colbert hasta convertirlo en una mancha sanguinolenta

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú, hoy es miércoles 15 de Febrero del 2023.

Este capítulo fue modificado completamente, tanto en nombres como en locación y concepto. Es el primer blanco así que me pareció que debía ser menos espectacular y al mismo tiempo satisfactorio, por eso basé al personaje de Colbert en criminal de la serie Justicia Ciega (Boston Legal) que precisamente es un abusador de niñas que es condenado a muerte.

El personaje de Julio Guzmán está basado en cierto político peruano bastante infame que mentía tanto que hay videos en YouTube mostrando cómo en un canal de tv decía una cosa, pero en otros decía otra completamente diferente. En pocas palabras era un auténtico mitómano. Pero durante un tiempo parecía que el pueblo realmente lo aceptaba y quienes entendíamos algo de política sudamos frío durante un par de años… Hasta cierto día de San Valentín, cuando lo grabaron escapando de un incendio.

Resulta que el tipo estaba teniendo una aventura con una mujer y le llevó una especie de torta con velas que accidentalmente prendió fuego a las decoraciones. El tipo ni siquiera llamó a los bomberos o trató de sacar a su novia, sino que escapó directamente como una rata. Preciso es aclarar que el sujeto es casado y encima es un mantenido. O sea que no solamente le es infiel a la esposa que paga sus gastos, sino que encima es un cobarde.

Luego de eso, el tipo desapareció de las encuestas. Y yo me puse a pensar: ¿Y si alguien como él estuviese en GDK que tipo de rata sería?

El Quinquerreme en realidad es un navío real de la edad antigua desarrollado por griegos, cartagineses y romanos como una evolución del Trirreme y en efecto tenía un espolón de madera forrado en bronce con el que podía abrir huevos en barcos enemigos. El hecho de cerrar un puerto con una cadena era algo que se hacía bastante en la Antigüedad y la Edad Media. Por ejemplo, en Constantinopla (Estambul) se bloqueaba todo el estrecho del Bósforo con una enorme cadena de 180 metros de largo y el Puerto de Cartago también lo hacía. Por supuesto que un navío pequeño como un bote pesquero no sería detenido, pero es una licencia fantástica que me estoy tomando, así que digamos que alguna magia habría en la cadena. Lo mismo con el hecho de que el espolón del Quinquerreme pueda romperla, porque no podría, de hecho, la cadena se diseñó específicamente para detenerlos, pero aquí podemos justificarlo diciendo que la magia del espolón pudo vencer.

Creo que queda claro que Bryan llegó a la mansión de Colbert justo cuando este estaba saliendo en su coche, así que voló, mató al cochero y luego él condujo el carruaje rápidamente hasta el centro del pueblo. Por eso Colbert lo ve por primera vez justo en el techo de su vehículo.

Por cierto, me tomó como 4 horas editar la imagen del mapa para poder poner en contexto todo el escenario. ¡Espero que les guste! También encontrar una imagen lo bastante desagradable como para representar al maldito de Colbert.

Yo detesto a los violadores y el único motivo por el cual no apruebo la pena de muerte para ellos es la probabilidad de que algún inocente pueda ser inculpado, pero de no ser por esa duda razonable y si de mí dependiera, haría que los ejecuten de la peor manera disponible, tal como hice en este capítulo: Un Fatality de Mortal Combat.

El personaje de Silano es también un agregado mío porque necesitaba la presencia de alguien más para Bryan no se viese sobrecargado, por eso incluí a los legionarios. Esto también sirve para que nuestro protagonista adquiera más experiencia. Por cierto, que tanto Marcio y Silano son mis personajes introducidos, pero no pienso introducir muchos más y los tenía planificados desde hace mucho.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Te gustaron las imágenes? ¿Qué opinas de los cambios? ¿Te esperabas una nave de guerra? ¿Qué te pareció el personaje de Silano? ¿Qué piensas del modo en que Bryan lidió con Colbert? ¿Es creíble el personaje de Colbert?

Muchas gracias a Jaime Beltrán, Gabriel Morffes y Carlos Álvarez Sánchez por todo el apoyo con la corrección y revisión de la versión beta, sus consejos, sugerencias y correcciones fueron invaluables.

Si deseas colaborar con este proyecto por favor usa los enlaces de mi cuenta Patreon. La cosa está mal en Perú y hasta un dólar me sería de gran ayuda. También puedes señalar cualquier falta de ortografía que se me haya pasado y por supuesto que compartas este historia con todos los que puedas para atraer a más lectores.

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!