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Ahora que tengo a Levienna de mi lado, o por lo menos eso espero, aunque a juzgar por su mirada de adoración creo que las cosas van por buen camino, era tiempo de abandonar el campo de entrenamiento. Esto representó un reto, pues mi fiel sirvienta insistió en seguirme a la bañera para limpiarme la espalda y yo tuve que aceptar para mantener las apariencias. No fue porque deseara ver su sensual figura en una apretada toalla de tal modo que dejaba muy poco a la imaginación. Mi sentido de la decencia es inquebrantable. Esos pechos maravillosos y relucientes por el agua del baño no me distrajeron de mis objetivos, ni tampoco el dulce modo en que sus dedos esparcieron aceite perfumado sobre mi cuerpo, casi como si me acariciaran, cuando terminamos.
Después tuve que vestirme con mi uniforme, lo que implicó un nuevo desafío porque aparentemente varias criadas tenían el deber de ayudarme a vestir, pero conseguí imponer mi voluntad para que me dejasen solo un par de minutos y así poder vestirme yo solo. Luego tuve que rendirme y llamarlas de regreso, porque no sabía cómo colocarme algunas de las piezas de ropa: Una camisa de lino con la ropa interior; medias de seda y calzado de cuero fino; pantalones ajustados y un chaleco de terciopelo; y finalmente, la chaqueta y una capa por si el clima lo requería. En mi defensa, ellas se demoraron apenas unos minutos en ayudarme a colocarme todo; mientras que yo me habría demorado horas.
Muy bien, admito que no es una buena defensa.
Luego fuimos al enorme comedor, bellamente decorado que parecía extremadamente solemne… sobre todo por el hecho de que yo era la única persona que desayunaría. No había rastros de la madre o el padre de Zenón, algo que en ese momento agradecí, pues sus familiares directos seguramente notarían más los cambios en la personalidad.
Lo que más me levantó el ánimo fue la comida. Me enorgullezco de la cocina japonesa que está entre las mejores del mundo. Pero los panes recién horneados con aromas dulces, acompañados con mantequilla y mermeladas hechas en la propia mansión. Una bandeja de uvas, manzanas y peras de estación. Varios tipos de quesos tanto duros como cremosos. Jamón, salchichas y otras carnes curadas. Huevos cocidos. Y para beber, café, chocolate caliento o vino ligero.
Sí, nunca había desayunado tan bien en mi vida.
Por fin salí de la residencia y me encontré con que en el patio ya me estaba esperando un gran carruaje, decorado con un escudo de armas en el que relucía un perro de tres cabezas con una víbora por cola. Era Cancerbero, el guardián del inframundo, que también era el emblema de la familia Baskerville.
- ¡Que tengas un buen día, joven amo! -
- Si… Gracias… -
Cuando me subí al carruaje, Levienna agitó la mano con entusiasmo y me despidió con alegría. En su mano llevaba un pañuelo blanco que ondeaba como si fuese una bandera y siguió haciéndolo incluso cuando el carruaje ya estaba atravesando la verja de la mansión.
Eso fue demasiado exagerado. Quiero decir, no estaba yéndome a una larga campaña militar de la cual quizá no volvería, sino que iba a la ceremonia de entrada en la Academia. ¡Si no pasaba nada, tal vez estaría de regreso para la hora de almuerzo! No pude evitar suspirar. Cuando la conocí por primera vez, Levienna me pareció una mujer fría y melancólica, capaz de soportar los mayores dolores sin alterar su expresión. Pero bastaron unas palabras relativamente amables para convertirla en una brillante protagonista de telenovela.
- Ella no es normal… Es demasiado simple. No se si es por el condicionamiento o el síndrome de Estocolmo, pero en mi mundo ese tipo de mujeres eran las que siempre aparecían muertas por culpa de un hombre enfermo. -
Casi siempre las víctimas de la violencia doméstica eran mujeres que no entendían que sus maridos tenían problemas psicológicos que solamente un buen terapeuta puede resolver. Bastaban unas palabras amables y algunas lágrimas de cocodrilo del abusador para que ellas se engañasen a sí mismas pensando que podían cambiarlos con su amor.
En mi opinión, Levienna era un caso textual. Quiero decir, Zenón debe haberla maltratado física y emocionalmente durante años, pero ahora que yo le digo un par de cosas bonitas, ella abrió su corazón con una facilidad absurda.
- Ahora voy a tener que hacerme cargo de ella y cuidarla, de otro modo, no podré vivir conmigo mismo. Yo creí que lo mejor era darle la oportunidad de empezar una nueva vida lejos de la ciudad, creándole una posición acomodada. Pero ahora he cambiado de opinión. Tengo que mantenerla cerca o acabará siendo engañada por alguien y quizá hasta la vendan como esclava -
Esa fue la decisión que tomé en secreto mientras le devolvía el saludo discretamente desde la ventanilla del carruaje. Había otras criadas y mayordomos que también estaban ahí para despedirme, pero todos parecían asombrados por la transformación de Levienna. De hecho, ella gritaba tan fuerte, que incluso algunos transeúntes de la calle comenzaron a acercarse para ver qué estaba pasando.
- Chochero… ¡Vámonos ahora! -
- ¡S… sí! -
No dejé de sonreír y despedirme de Levienna, pero conseguí dar una orden al cochero y este debió darse cuenta de la tención en mi voz, porque inmediatamente espoleó a los caballos que tiraban del carro.
- Joven Maestro. ¡Cuídate mucho por favor! -
- … -
- ¡No te lastimes y regresa a casa sano y salvo! -
- ¡Más rápido, cochero! -
- ¡Entendido, mi señor! ¡Arre! ¡Arre! -
Por fin los gritos dramáticos de aquella mujer se perdieron en la distancia, así que respiré con alivio y apoyé todo mi peso contra el respaldar de mi asiento. Soy la única persona dentro del carruaje, a excepción del conductor. Pero él dirige a los caballos desde un asiento en el exterior, así que no hay nadie que me moleste.
Ahora lo más importante que tengo que hacer es decidir que partes del escenario del juego debería seguir. La historia de DunBrave comienza exactamente en la ceremonia del día de hoy, y el héroe, León Brave, pasará dos años preparándose ahí, junto con la heroína principal y las secundarias, viendo todo tipo de aventuras hasta que se vuelva lo bastante fuerte como para derrotar al Rey Demonio. De momento yo también tengo que estar ahí, como compañero de clase del héroe, pero ¿hasta qué punto debería involucrarme en el escenario principal?
Obviamente ya he decidido que no voy a robarme a ninguna de las novias del héroe. Nunca he disfrutado la infidelidad, ya sea real o ficticia, es desagradable, así que no tengo ningún deseo de seguir la ruta Netorare de Dungeon Brave Souls II. Esto no es solamente una cuestión ética o de gustos, sino que tiene que ver con la parte más deprimente de aquella infame secuela que todo el mundo detestó. Uno podría llamarlo la cereza en la punta de aquel pastel de mierda que hicieron los desarrolladores.
Si robo a las heroínas de León… literalmente el mundo llegará a su fin.
Con eso en mente, me atreví a susurrar los acontecimientos principales y la escena final del maldito Dungeon Brave Souls II.
- En la primera entrega, el héroe salva al mundo sellando al Rey Demonio. Pero Zenón Baskerville pervierte o arruina a todos sus seres queridos. Entonces, el héroe León Brave resucitará al Rey Demonio... -
Así es. Después de ser condenado a cadena perpetua debido a unos cargos falsos, una noche León Brave es sacado de su celda y encadenado en una habitación, donde observa con impotencia como su supuesto amigo Zenón está disfrutando de una orgía con todas las heroínas que antes amaban a León, pero que ahora sonreían lascivamente mientras que una por una abría sus piernas para recibir el miembro de Zenón e incluso se reían de su antiguo amante o lo insultaban directamente.
En ese momento el héroe comprendió que lo había perdido todo. Entonces, completamente enloquecido por el dolor, León Brave escapó de prisión y rompió el sello que había erigido para aprisionar al Rey Demonio al final de Dungeon Brave Souls. En cuanto estuvo libre, la criatura utilizó todo el poder que había acumulado para desatar un conjuro mágico masivo que destruyó el mundo entero, incluyendo a Zenón y las heroínas que había esclavizado.
Un auténtico final de mierda, que ahora él debía evitar a toda costa. Por ningún motivo podía hacer algo que fuese en la dirección de la ruta Netorare.
- Siendo prácticos, lo mejor que puedo hacer es no involucrarme con León o con su heroína principal. Debo evitarlos a ambos como la peste. Simplemente observaré desde lejos y dejaré que los acontecimientos ocurran como se supone y esperaré a que León derrote al Rey Demonio. Entonces, me iré lo más lejos posible para que no haya ni una posibilidad de que el mundo sea destruido. -
Viéndolo así, el problema es mucho más sencillo de lo que parece. Lo único que tengo que hacer es… nada. Sólo tengo que asegurarme de no involucrarme o hacer algo innecesario, como si fuese parte de la escenografía. Disfrutaré mi vida en la Academia, sin involucrarme con la trama principal.
- Es una fantasía hecha realidad. Puedo disfrutar el mundo de DunBrave y rascarme la panza, sin molestar a nadie. Casi parece una vida de jubilado. -
Me di una palmada en la rodilla con una sonrisa en la cara.
Por un momento pensé que había algún propósito mayor por el cual me había reencarnado en Zenón Baskerville, pero ahora me doy cuenta con mucha satisfacción de que no soy necesario para salvar el mundo. Mi único deber es preocuparme por mí mismo y vivir como me plazca. Además, soy un aristócrata asquerosamente rico. Disfrutaré la vida, haré algunos amigos, me buscaré una novia… en fin, simplemente voy a pasarla bien sin hacerle daño a nadie.
- Cuando me desperté estaba furioso por no ser León, pero si bien me encantaría tener muchas amantes hermosas y vivir aventuras, eso no vale la responsabilidad de cargar con el peso del mundo sobre mis hombros. ¡Hurra por no ser el héroe! -
Justo en ese momento el carruaje se detuvo, así que miré por la ventanilla y confirmé que había llegado a mi destino. El cochero se bajó de su asiento para abrirme la puerta, pero antes de que llegara yo ya estaba bajándome emocionado.
- ¡Vaya! - Exclamé admirado.
Frente a mí se extendía un palacio colosal, su fachada se desplegaba en un perfecto equilibrio de piedra clara y detalles dorados, evocando una elegancia atemporal. Columnas y relieves ornamentales recorrían las paredes, mientras que los ventanales, altos y arqueados, atrapaban la luz en sus cristales, generando un delicado juego de reflejos. En el centro de la fachada, un majestuoso reloj se alzaba sobre el edificio. Tras las ventanas, se intuían movimientos y sombras que sugerían secretos antiguos ocultos en las profundidades del lugar.
Era la Academia de Artes Arcanas y Bélicas, el orgullo del Reino Slayer. El lugar donde se desarrollan los primeros acontecimientos de Dungeon Brave Souls, la historia que tanto amé en mi vida anterior.
Academia de Artes Arcanas y Bélicas
Hola, queridos lectores. Espero que hayan disfrutado de este capítulo tanto como yo al escribirlo. Como siempre, he adaptado toda la narrativa para que fluya mejor en nuestro idioma, añadiendo algunas referencias que, si prestan atención, estoy seguro de que les arrancarán una sonrisa al descubrirlas.
También me tomé el tiempo de enriquecer las descripciones de las vestimentas y la comida del protagonista, con la intención de ofrecerles una experiencia más inmersiva. No es solo cuestión de contar lo que sucede, sino de hacer que sientan el ambiente, los sabores y las texturas, como si estuvieran junto a los personajes. Me he esforzado en crear imágenes más vívidas y detalladas, que los transporten al mundo de la historia.
Además, ajusté todos los diálogos para que tengan mayor coherencia en nuestro idioma, sin perder la esencia de los personajes. Creo que esto ayuda a que las interacciones se sientan más naturales y auténticas, permitiendo que la trama fluya con mayor fluidez.
Por último, decidí generar una imagen IA de la a
En resumen, espero que hayan disfrutado tanto como yo al construir este mundo y estos personajes. No olviden estar atentos a las pequeñas sorpresas y guiños que he dejado por ahí. ¡Nos vemos en el próximo capítulo!