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Finalmente llegué al quinto piso de El Patio de Juegos del Sabio tras derrotar a una serie de monstruos que intentaron interponerse en mi camino. Mi espada había sido destruida en el enfrentamiento con la Gárgola, pero con ella muerta, ya no quedaban enemigos lo suficientemente poderosos como para representar una amenaza. Además, bebí un elíxir de maná a mitad de camino, así que mi magia oscura bastaba para lidiar con cualquier obstáculo.
- Vaya, que coincidencia… - Murmuré, alzando una ceja.
- ¡Tu…! ¡Eres Baskerville! - Exclamó alguien con sorpresa.
- El que viste y calza. - Canturreé con una mueca irónica.
Justo cuando estaba a punto de entrar en la cámara más profunda del laberinto, me crucé con un grupo que intentaba salir a toda prisa. No era otro que León Brave, el protagonista de esta historia, acompañado por las heroínas, Ciel y Nagisa.
Sus rostros eran la viva imagen de la fatiga. El sudor y el barro los cubrían, sus trajes estaban desgarrados en varias partes y algunas heridas aún sangraban, aunque ninguna parecía grave. Estaba claro que acababan de recuperarse tras su desesperado enfrentamiento con la Gárgola y ahora se disponían a perseguirla, luego de haber descansado apenas lo suficiente.
- Parece que no salieron tan mal parados… ¡Tal como se esperaba del descendiente de un héroe! -
- ¿Qué dices? - Preguntó León, mirándome confundido, pero entonces una terrible sospecha ensombreció su expresión antes de añadir: - ¿Cómo supiste que estábamos en peligro? -
“Mierda.”
Retrocedí un paso por precaución y adopté una postura en la que exponía mis manos, asegurándome de que quedaran a la vista para demostrar que no llevaba nada sospechoso, pero también para poder reaccionar de inmediato si era necesario. Con lo prejuicioso que era este héroe, no sería extraño que ahora sospechara de mí como el cerebro detrás del incidente de la Gárgola.
Era cierto que Zenón pertenecía a una familia de villanos… pero de ahí a pensar que podría controlar a un sirviente del Rey Demonio, eso era pasarse demasiado. Una cosa era que los demonios se disfrazaban de humanos para manipularlos, pero asociarse con ellos conscientemente no tenía ningún sentido. Todos sabían que el único deseo colectivo de esa raza era destruir el mundo. No había ganancia alguna en ayudarlos. Ni el peor de los criminales intentaría algo así a menos que estuviera completamente desquiciado o fuese el ejemplar más tonto de la especie humana. Y los Baskerville dirigían el crimen organizado. Podrían ser muchas cosas, pero jamás locos o estúpidos.
Lamentablemente, el héroe justiciero que tenía enfrente también parecía ser del tipo que asumía como cierta la primera conclusión que se le venía a la cabeza y, para colmo, era lo bastante imprudente como para expresarlo. Ahora mismo no lo hacía con palabras, pero lo que pasaba por su mente estaba escrito en todo su rostro. Más le valía no jugar al póker o acabaría arruinado el primer día.
Por otro lado, su forma simple de pensar también podía ser una ventaja. Su mente aún no terminaba de encajar las piezas de sus suposiciones, así que todavía tenía margen para maniobrar.
- ¿Cómo lo supe? - Repetí, mirándolo directamente mientras lo señalaba: - Cualquiera lo sabría con solo ver su apariencia. Hace poco, un enorme monstruo emergió de las profundidades del laberinto, así que supongo que ustedes también se lo encontraron. -
- ¡¿Ese monstruo también te atacó?! - Exclamó León, y sospecha en su mirada fue reemplazada por asombro: - Me sorprende que hayas sobrevivido. -
- Si, yo estoy bien. - Respondí, adoptando una postura más relajada: - Aunque algunos de nuestros compañeros no tuvieron la misma suerte. -
- ¡¿Qué?! Oh, no… ¡Es mi culpa por dejar escapar al monstruo! -
De repente, León se desplomó de rodillas y comenzó a golpear el suelo con el puño. Su rostro parecía desfigurarse por el profundo arrepentimiento que sentía. Su amiga de la infancia, Ciel Uranus, inmediatamente se agachó a su lado y le sujetó la mano con cariño.
- ¡No es tu culpa, León! Si no hubieras estado con nosotras, Nagisa y yo bien podríamos haber muerto. ¡Fuiste tú quien valientemente nos protegió y…! -
- Pero si lo hubiera derrotado, mis compañeros no habrían sido atacados. ¡¿Qué clase de descendiente de héroe soy…?! ¡Les he fallado a todos! -
- ¡León…! -
- … -
El grupo de León había iniciado una conmovedora representación de arrepentimiento y disculpas. El actor principal era el héroe, quien parecía Son Gokú justo después de que Freezer mató a Krilin, mientras la hermosa Ciel Uranus lo abrazaba llorando, consolándolo del mismo modo en que Athena lo hacía con Seiya.
A su lado, erguida en silencio como una escultura que adornaba esta trágica escena, estaba la belleza oriental Nagisa Seikai. Su rostro permanecía inexpresivo, pero el temblor de sus labios delataba las intensas emociones que intentaba contener. Con ella no estaba del todo seguro de a quién me recordaba. Su aura digna se asemejaba a la de Kikyo, de Inuyasha, pero con ese cuerpo también podría ser Saeko Busujima, de Highschool of the Dead.
En cualquier caso, los tres habían creado una composición francamente conmovedora, capaz de tocar hasta el corazón más cínico.
Solo había un pequeño problema con esta obra.
- Lamento interrumpir todo este… entusiasmo, pero los que fueron atacados por la Gárgola no están muertos. Solo sufrieron heridas graves. Además, el monstruo ya fue derrotado. En cuanto a nuestros compañeros, les di suficientes medicinas para que pudieran regresar con tranquilidad, así que a estas alturas ya deben estar a mitad de camino hacia la superficie. -
León, Ciel y Nagisa quedaron paralizados por un instante. Uno podría haber escuchado el sonido de una gota de agua cayendo al suelo desde una estalactita. Por un instante realmente comencé a preocuparme de que les estuviese pasando algo, pero en ese momento comenzaron a vitorear.
- ¿Es cierto? ¿Están a salvo?... ¡Gracias a los dioses! - Exclamó el héroe, sonriendo como si hubiese recibido una segunda vida.
- ¡Es maravilloso! ¡Estoy seguro de que el daño que León le infligió al monstruo lo debilitó y por eso los demás consiguieron vencerlo! ¡Al final sí nos protege a todos! - Dijo Ciel alegremente antes de lanzarse a abrazar a su amigo de la infancia.
Era una escena conmovedora, pero en sentido contrario. Sin embargo, yo solo podía observarlos con amargura.
Originalmente, el intenso arrepentimiento por haber dejado que un enemigo asesinara a sus compañeros de clase debía convertirse en el combustible que impulsaría el crecimiento de León Brave. Incluso había una cinemática en la que el Héroe juraba, sobre la sangre de los caídos, que nunca más permitiría que los demonios lo derrotaran.
Sin embargo, la persona que tengo delante no parece demasiado afectada. Ahora, realmente me preocupa que no se desarrolle a tiempo para cuando despierte el Rey Demonio.
“Entonces, ¿qué debería hacer al respecto?”
Sigo creyendo que salvar a mis compañeros fue lo correcto, pero ahora no puedo ignorar el problema que tengo enfrente. ¡Necesito tomar medidas para que León pueda cumplir con su papel en este mundo!
“En cualquier caso, realmente no puedo hacer nada en este preciso momento.” Pensé, frunciendo el ceño y negando con la cabeza “Por ahora, me concentraré en fortalecerme. Ya jugaré lo mejor que pueda con las cartas que tenga más adelante.”
Con eso en mente, decidí despedirme.
- Bueno, será mejor que me vaya. Cuídense en el camino de regreso. -
- Ah… ¡Baskerville! -
Justo cuando estaba a punto de continuar, León me detuvo con una expresión nerviosa.
Aspiré y exhalé profundamente para tranquilizarme antes de darme la vuelta, adoptando la expresión más diplomática de la que era capaz. Pero el Héroe permaneció en silencio, mirando al suelo mientras parecía luchar con emociones encontradas.
Al principio lo soporté, pero pronto comenzó a irritarme. Después de todo, estaba a solo unos pasos del final del Laberinto y no quería perder más tiempo.
- Tengo prisa. - Dije finalmente: - Si tienes algo que decir, por favor, que sea rápido. -
- Gracias. - Dijo León al fin: - Te lo agradezco. Les diste tus medicinas a los compañeros que resultaron heridos, ¿verdad? De cierto modo, me ayudaste a limpiar el desastre que provoqué. -
Sinceramente, esto no me lo esperaba y abrí muchos los ojos por la sorpresa.
Todo este tiempo, León había sido abiertamente hostil conmigo desde el primer día que nos encontramos en la Academia. Nunca pensé que llegaría a expresarme su gratitud, a pesar de su evidente incomodidad al hacerlo.
“Bueno, a fin de cuentas, es un héroe.” Pensé al verlo: “Al final, siempre hará lo que siente que es correcto, incluso si no le gusta.”
- Pero… no me malinterpretes, ¿de acuerdo? - Añadió con el ceño fruncido: - ¡Nunca perdonaré a alguien tan malvado como tú! ¡Si cometes fechorías, algún día recibirás tu merecido! -
- ¡Ah, espérame León! - Exclamó Ciel, siguiéndolo apresurada.
Tras esas palabras, León caminó rápidamente hacia la salida, seguido por su amiga.
“Eso sonó un poco tsundere.” Pensé, negando con la cabeza mientras me burlaba de él en mi interior.
Luego me dispuse a continuar, pero en ese momento…
- ¡Baskerville! -
“¡¿Y ahora qué?!” Pensé, irritado.
Por alguna razón, Nagisa Seikai no se había movido de su sitio y ahora me miraba como si me estuviera viendo por primera vez.
- ¿Fuiste tú quien derrotó a la Gárgola? - Preguntó sin rodeos.
- ¿Y qué si lo hice? - Respondí, encogiéndome de hombros.
Afirmarlo podía ser un poco peligroso porque conocía los auténticos deseos de esta mujer. Sin embargo, incluso si le mentía ahora, eventualmente el grupo de Jean extendería la noticia. Lo mejor era decir la verdad.
- Lo sabía. - Dijo Nagisa, entrecerrando los ojos por un momento, pero luego las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa peligrosa: - Sabía que eras diferentes a los demás. Desde el primer día en que te vi, mis instintos me dijeron que eras alguien realmente peligroso. Supongo que no me equivocaba. -
Hizo una breve pausa antes de continuar:
- Me gustaría enfrentarte en un duelo un día de estos. Luchar contra los fuertes es la mejor manera de volverse más fuerte. -
La hermosa espadachina no dijo más y se marchó por el mismo camino que sus compañeros.
Por mi parte, permanecí inmóvil hasta verla desaparecer y solo entonces dirigí la vista al techo de piedra, soltando un largo suspiro.
- Ay de mí… Creo que llamé la atención de una persona problemática. - Murmuré, resoplando: - No quiero ni pensar en todas las dificultades que me esperan ahora. -
Pese a todo, al final simplemente sonreí con frialdad y procedí a ingresar en la última cámara del Laberinto para alcanzar mi objetivo.
Zenón ingresando a la última cámara
Queridos amigos, en este capítulo he ampliado considerablemente el texto original, que era bastante breve, y he enriquecido los vacíos con nuevos elementos. Es probable que las referencias casi irónicas sobre DBZ o CABZD durante el arrepentimiento del héroe sean lo primero que les llame la atención, pero si comparan este texto con el original, notarán que me tomé el tiempo de profundizar en muchos aspectos, aclarando detalles que antes quedaban vagos. Además, trabajé en mejorar el proceso de pensamiento del protagonista (el real) para hacerlo más interesante y dinámico.
Las imágenes utilizadas provienen del manga, pero han sido ampliadas y retocadas para ajustarse mejor al tono de este capítulo.
Espero que les haya gustado.