46 ¡El Pequeño Esqueleto se lanza al ataque!

Cuando Bryan se colocó detrás del gordo descubrió que, de los diez o más mercenarios que lo defendían de los troles, los más fuertes eran dos Guerreros Experimentados, seguidos por seis Guerreros Novatos y unos cuantos Aprendices de Guerreros.

La mayoría ya estaban cubiertos de heridas, sobre todo los más fuertes. Estos se encontraban casi al límite de sus fuerzas y en cualquier momento iban a derrumbarse por la pérdida de sangre. Pero aún conservaban algo de brío, porque uno de ellos, con sangre fresca brotándole de una herida en su estómago, se agitó al ver que Bryan se acercaba y gritó enfurecido: - Maestro Fabián, ¡se supone que nosotros somos los que te protegen! -

- No tengo que ser un experto para darme cuenta de que ya han perdido su capacidad para luchar y no van poder ofrecerme una protección efectiva. Les pagué la mitad de su oro antes de partir, pero como no han podido escoltarme de regreso al imperio espero que no pretendan cobrar la segunda mitad. - Fabián les hablaba con una cara llena de resignación, luego forzó una ligera y cálida sonrisa antes de volverse hacia Bryan para decirle: - Poderoso guerrero, por favor, sácame de aquí y te pagaré las doscientas monedas de oro. -

- ¡No hay problema, págueme cien monedas primero y con gusto empezaré a trabajar de inmediato! - Bryan se sentía a gusto y también respondió con una leve sonrisa.

En este momento, al ver que Bryan ya no pretendía irse, el Líder de los Trol del Bosque finalmente gritó con rabia: - ¡Ladinos y malvados humanos, mátenlos a todos! -

Al oír las órdenes de su jefe todos los Guerreros, Cazadores y Chamanes Trol que todavía no habían participado en el combate, se pusieron a gritarse cosas en su extraña lengua nativa y luego se lanzaron a la carga con grandes zancadas.

- ¡Muy bien, aquí tienes cien de oro! Cuando me saques de aquí con seguridad, te daré el resto de lo acordado. Maldita sea, ¡vienen por nosotros! ¡Por favor haz algo! - Fabián sacó apresuradamente una bolsa de dinero y extrajo cien monedas de oro para Bryan cuando vio que los troles corrían hacia ellos con expresiones terribles y empuñando sus armas.

En cuanto tuvo las monedas en sus manos, Bryan de repente le sonrió a Fabián y antes de que el pobre tuviese oportunidad de reaccionar, lo había sujetado con fuerza y cargado su seboso cuerpo sobre su espalda. Al mismo tiempo sacó un largo trozo de tela mugrienta de uno de sus bolsillos y sin más preámbulos se amarró con fuerza a Fabián en la espalda.

- Vámonos, te sacaré a salvo de aquí. Pero debes sujetarte con fuerza, porque si te caes a mitad del camino, ¡Eso ya es culpa tuya! - Bryan dio sus instrucciones apresuradamente mientras soltaba el hacha de batalla y aferraba una nueva lanza en su lugar. Luego se apresuró a correr hacia el perímetro.

Siete Guerreros Trol habían bloqueado su ruta de escape desde hacía mucho, los acompañaban algunos Cazadores y Chamanes en la retaguardia. En cuanto vieron que Bryan corría hacia ellos, comenzaron a soltar chillidos y le arrojaron sus jabalinas.

Incluso con un obeso sujeto en la espalda, Bryan podía correr a toda velocidad por el áspero terreno con algo de dificultad, cambiando ágilmente de dirección, evadiendo las lanzas y jabalinas e incluso consiguió apoderarse de una.

En cuanto se acercó, los siete Guerreros Trol cargaron contra él blandiendo sus mortíferas hachas. Bryan apretó la jabalina con fuerza y cerró la distancia tan rápidamente que tomo desprevenido al primer Trol. Antes de que pudiese reaccionar la punta de la jabalina le había atravesado el pecho profundamente.

La sangré empezó fluir a raudales de la herida del Trol, que se derrumbó al suelo mientras su cuerpo temblaba con espasmos de dolor. Pero cuando parecía que ya estaba acabado, uno de los Chamanes usó su magia de Curación junto con otro hechizo. No fue el único, unos cuantos haces de luz descendieron sobre todos los Guerreros trol.

El monstruo agonizante luchaba por levantarse. El resto había recibido el hechizo de Alma Enardecida y ahora sus cuerpos eran aún más duros que antes, como si se les hubiera insertado una placa metálica. Su piel brillaba como una aleación y también incrementaron su velocidad y fuerza. Con un rugido se lanzaron al ataque.

- ¡Rápido! ¡Apresúrate y sácame de aquí! - Fabián estaba fuera de sí y comenzó a gritar con pánico desde su espalda.

La expresión de Bryan no se inmutó en lo más mínimo e ignoró por completo todos los pedidos o gritos de Fiaban. Rápidamente volvió a golpear con su jabalina al Guerrero Trol que intentaba levantarse y le atravesó limpiamente la garganta, pero esta vez lo siguió presionando hasta dejarlo bien clavado en el suelo. Luego retrocedió unos pasos y cogió al vuelo dos jabalinas que se dirigían contra él, una en cada mano, y las arrojó una hacia los Chamanes que se ocultaban en la retaguardia.

Uno no logro esquivarlo a tiempo y terminó muerto de una sola vez. El segundo tuvo la suerte de que dos Cazadores Trol se interpusieron accidentalmente y terminaron atravesados. En ese momento, Bryan extrajo otra jabalina larga clavada en la tierra y comenzó a enfrentarse directamente al Guerrero Trol que tenía delante.

A pesar de todas las ventajas aumentadas que había recibido por el hechizo de Alma Enardecida, el Trol descubrió con horror que no era rival para las habilidades físicas de Bryan, que gracias a su entrenamiento mágico y fortalecimiento corporal podía superarlo ampliamente. Bryan maniobraba hábilmente su jabalina larga, esquivando uno por uno todos los golpes del Hacha del Trol y perforándole las manos con la afilada punta hasta que ya no pudiera sostener su arma.

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La batalla continuó desarrollándose. Los otros Guerreros Trol ya se habían unido al combate, pero al final terminaron con las manos ensangrentadas y soltaron sus Hachas de Guerra. Desesperados, comenzaron a recoger las lanzas y jabalinas clavadas en el suelo, continuando su lucha e interponiéndose entre Bryan y su ruta de escape. El propio Bryan no había quedado indemne, porque tenía problemas para esquivar los ataques porque estaba peleando con seis enormes Guerreros mientras tenía a ese gordo amarrado a su espalda. A pesar de que su increíble velocidad de reacción le permitía esquivar los golpes mortales, no pudo evitar todas las lesiones.

Y cada vez que un golpe mortal estaba por atinarle, Bryan utilizaba malévolamente el cuerpo de Fabián como una especie escudo humano, estrellando su obeso y fornido cuerpo contra sus enemigos e incluso usándolo para recibir algunos de los golpes dirigidos hacia él y reducir el incremento de daños a su cuerpo, pero sin llegar a matar al gordo.

- ¡Maldita sea, no puedes hacer esto! ¡Olvídate de que te pague si me sigues lastimando! - El culo de Fabián había sido pinchado por una larga lanza, y su espalda ya sangraba por los cortes de unas cuantas jabalinas. Así que no dejaba de maldecir sobre la espalda de Bryan.

Desafortunadamente para Fabián, Bryan ignoró completamente todas sus quejas. De un fuerte tirón extrajo una larga jabalina, que acababa de incrustar en el pecho de un Guerrero Trol y como resultado un chorro de sangre salpicó por completo sobre el rostro de Bryan. Si su expresión ya se había tornado cruel y malvada en un principio, ahora parecía la mismísima encarnación de un dios de la violencia empapado en la sangre de sus enemigos. La imagen fue tan impactante, que Fabián quedo atontado momentáneamente y no se atrevió a seguir diciendo tonterías. Simplemente gimió y lloró sobre la espalda de Bryan.

- ¡Matadlo, matadlo, carguen todos contra él! - El Líder de los Trol del Bosque rugió salvajemente en un estallido de ira al ver cómo Bryan mataba a tantos de los suyos. Incluso sacó un hacha de Guerra que cargaba en su espalda y se lanzó a la batalla.

En ese momento a Bryan no le costaba demasiado enfrentarse a cinco Troles al mismo tiempo, pero seguía siendo un poco complicado. Y en cuanto su Líder termino de hablar, todos los Guerreros Trol se precipitaron hacia él. Bryan se las arregló para esquivar un tajo contundente de un Hacha de Guerra y retrocedió unos pasos.

- ¡Almas de los guerreros caídos, escuchen la llamada del heraldo oscuro y revelen su existencia! - Bryan extendió sus manos y rápidamente recitó el hechizo de invocación necromántica.

- ¡Oh, por los divinos! ¡¿También eres un mago?! - Fabián había estado sollozando en voz baja, pero cuando vio lo que hacía Bryan exclamó sorprendido. No era para menos, normalmente los términos mago y combatiente eran antónimos, así que se quedó mirándolo medio estupefacto, incapaz de comprender.

El Líder Trol también se sobresaltó cuando lo vio invocando magia, pero luego aumentó su velocidad, gritando a todo pulmón: - ¡Rápido mátenlo! ¡Dense prisa y mátenlo! -

Repentinamente, un pequeño esqueleto negro armado con un puñal se materializó frente Bryan. Su cuerpecito estaba inmóvil excepto por la cabeza, que movía de un lado a otro como si estuviese perdido.

- ¡Ah vamos! ¡¿Para qué diablos invocas un esqueleto tan pequeño y frágil?! ¡No servirá ni para ganar tiempo! - Fabián comenzó a sollozar por la decepción cuando vio la pequeña criatura que Bryan había invocado.

- ¡Jajajajajajajaja! ¡Sólo es un esqueletito! Por un momento me asustó... ¡mátenlos a todos! - El Líder Trol recuperó la confianza de inmediato y se tomó un tiempo para regodearse antes de dirigir a sus hombres al ataque.

Pero los ojos de Bryan contemplaban a todos con frialdad y una sonrisa burlona también encontró camino hasta sus labios. En cuanto vio que el Líder Trol estaba lo bastante cerca, le ordenó al Pequeño Esqueleto que atacara.

En el instante en que sintió la voluntad de su amo, el Pequeño Esqueleto flexionó las piernas y luego las extendió con tanta fuerza que salió disparado tan rápido como el tajo de una espada afilada. La daga en su mano trazó una línea de luz negra a través del aire y perforó limpiamente la frente del primer Trol Guerrero que se aproximaba corriendo. Su cráneo se abrió como si estuviese hecho de cartón y el resto del cuerpo se derrumbó al suelo.

Pero el pequeño esqueleto no se detuvo con ese primer corte. Antes de que su enemigo cayese ya estaba saltando sobre el siguiente, mientras arrojaba su daga en medio el aire. El pequeño cuchillo comenzó a flotar por su cuenta y voló tan rápido que silbaba mientras iba de un lado a otro como un espíritu sanguinario. Los gritos ensordecedores de sus víctimas acompañaban cada uno de sus furtivos e impredecibles movimiento. Cuando el Pequeño Esqueleto se acercaba a uno de los Guerreros Trol, la daga de hueso salía disparada y retornaba automáticamente a su pequeña mano.

La primera serie de ataques con la daga de hueso se había cobrado instantáneamente la vida de tres Guerreros Trol. El anteriormente desilusionado Fabián y el Líder Trol se quedaron estupefactos al ver la matanza desencadenada por el Pequeño Esqueleto. Ahora todos lo miraban como a un tigre que se hubiese introducido en un rebaño de ovejas. De pronto el esqueleto apretó firmemente su daga de hueso y comenzó a sesgar hábilmente las vidas de los Guerreros Trol con sus propias manos.

- ¡Oh Dios mío! ¿Estoy viendo cosas? ¡Pero si sólo es un guerrero esquelético! - Fabián finalmente había recobrado la calma y empezó a gritar emocionado. Si no fuera por la tela con la que lo había sujetado a su espalda, tal vez se hubiera caído de lleno al suelo.

- ¡No se acerquen a esa cosa! ¡Mantengan su distancia y arrójenle lanzas, jabalinas o hachas! ¡Maten a ese maldito esqueleto! - El Líder Trol se recuperó del estupor y comenzó a gritar órdenes a sus guerreros con una expresión aterrada. ¡Y pensar que había estado cargando con valor unos instantes atrás! Ahora en cambio retrocedía cobardemente de forma inconsciente.

Los Trol obedecieron las órdenes y empezaron a marcar distancia mientras buscaban armas arrojadizas. Los Cazadores se apresuraron a utilizar sus jabalinas y lanzas mientras que los Guerreros corrían a buscar sus hachas de guerra para arrojarlas.

Bryan se sobresaltó. A pesar de la fuerza y agilidad del Pequeño Esqueleto, lo más probable era que lograran golpearlo con esa lluvia de ataques. Pero no sería capaz de devolverlo a su dimensión a tiempo, aunque comenzase el encantamiento ahora. Estaba nervioso y empezaba a preocuparse por su criatura.

Pero para su sorpresa y la de todos, ese extraordinario Pequeño Esqueleto estaba por desplegar un espectáculo fascinante que sobrepasaba todo lo que Bryan hubiese podido imaginar.

Nota del Traductor

Buenas a todos soy acabcor de Perú. Y este capítulo ha sido reeditado el 20 de mayo del 2021.

Ustedes saben que yo soy católico, un católico mediocre, pero un católico al final. Tengo mis defectos, soy débil e inútil en muchos sentidos. Pero trato de ser mejor todos los días.

El día de ayer escuché hablar nada menos que al Obispo de Lima defendiendo a Pedro Catillo, el candidato comunista. Mi primera reacción fue de incredulidad.

Yo crecí con el Cardenal Cipriani, uno que tuvo el coraje de enfrentarse a los terroristas genocidas de Sendero Luminoso. Que se ofreció como voluntario e ingresó él sólo a la embajada de Japón cuando los terroristas del MRTA tomaron rehenes durante medio año, para dejar dispositivos de escucha mientras fingía ir a negociar, arriesgándose a ser asesinado. Que movilizó a un millón de personas en Lima cuando trataron de aprobar leyes con las que querían enseñar a los niños de cinco años sobre la doctrina LGTB… En otras palabras, nuestro cardenal siempre fue un corajudo valeroso que lucha por los principios del catolicismo sin importar quien fuera el enemigo.

Pero lamentablemente Cipriani tuvo que retirarse por la edad y su Santidad nombró al actual cardenal Carlos Gustavo Castillo. Y este ha resultado ser… increíblemente decepcionante. No dijo nada cuando el presidente Vizcarra nos mató sin oxígeno o vacunas, cuando cerraron las iglesias para impedirnos ir a rezar por nuestras vidas, cuando nos impidieron hacer procesiones (tan necesarias en este momento), ¡cuando nos prohibieron hacer la misa por nuestros difuntos!... Pero en cambio se presta a defender a Pedro Castillo el Comunista, a pesar de que todos sabemos quiénes están detrás suyo, a pesar de que el fundador de su partido a dicho claramente que quiere perseguir a los católicos y expulsar nuestra iglesia, a pesar de que el catecismo dice claramente que “no se puede ser católico y comunista”.

Excelentísimo Cardenal Carlos Gustavo Castillo, con el respeto que siento por el cargo que actualmente asume, hoy usted no está representando el sentir espiritual de los cristianos del Perú, no está representando el espíritu de la Iglesia Católica Romana, no está obedeciendo la voluntad de Su Santidad el Papa Francisco, no está siguiendo las enseñanzas de Jesucristo… por lo tanto sólo puedo suponer que son “otros espíritus” los que están inspirando sus decisiones. Rezaré por usted. Pero nunca aceptaré al comunismo y sé bien que casi ningún Obispo o sacerdote lo hace en el Perú. Jesucristo tuvo a Judas entre sus apóstoles y creo que el Perú ahora lo tiene a usted haciendo ese papel.