143 Cada uno con sus propios planes

Continuaron adentrándose en este desconocido paraje en la dirección que Dánae les indicaba. Bryan lo observaba todo con mucha atención para tener bien claro el camino de regreso mientras escuchaba ocasionalmente las explicaciones de su sensual guía.

- El mundo subterráneo es tan vasto que nadie lo ha explorado por completo y alberga a entidades tan antiguas como los cimientos de la tierra y cuyo poder es inmensurable. Por suerte la mayoría están dormidas o simplemente no les interesa lo que ocurra más allá de sus dominios.

Ahora nos encontramos en uno de los niveles superiores que son más conocidos. Este vasto territorio no pertenece a nadie en particular, pero en los márgenes puedes encontrar varios caminos y túneles que conducen a distintos sectores. Algunos están deshabitados y otros son el hogar de criaturas salvajes, pero en las zonas con mayor cantidad de recursos suelen habitar algunas especies poderosas, como nuestras tribus de Elfos Oscuros.

 Lamentablemente también abundan los asquerosos Reptiloides, que seguramente conoces como Hombres Lagarto. Usualmente entramos en guerra con ellos por el territorio fértil y las fuentes de agua dulce. -

Bryan asintió mientras recordaba lo que sabía de estas criaturas. Como tantas otras especies dotadas de inteligencia, los Hombres Lagarto alguna vez compitieron con las demás razas por el dominio del mundo e incluso existían mitos donde se contaba que consiguieron desarrollar una poderosa civilización de guerreros que creció hasta transformarse en un gran imperio.

Sin embargo, terminaron siendo derrotados y tuvieron que arrastrarse hasta las profundidades de la tierra para sobrevivir. Todo esto ocurrió mucho antes del nacimiento de los Hombres.

Si bien en su momento fueron implacables conquistadores, actualmente sus capacidades bélicas estaban muy atrasadas en comparación a otras especies, de modo que sus habilidades raciales eran su mayor fortaleza: Poseían una fuerza muy superior a la humana, comparable a la de los troles; una piel acorazada con escamas prácticamente inmune a cualquier acero que no estuviese encantado y la habilidad de aguantar la respiración bajo el agua durante tiempos muy prolongados, lo cual los volvía oponentes muy difíciles de combatir cerca de ríos o lagos.

Los Hombres Lagarto eran pueblos teocráticos, dirigidos por caciques-sacerdotes que adoraban a la deidad conocida como Sobek, un cocodrilo monstruoso que en ocasiones asumía una forma humanoide para moverse entre los mortales. Su organización era principalmente tribal, primitiva y bastante cerrada, de modo que muy pocas veces se veían ejemplares en la superficie.

- En las zonas más alejadas puedes encontrar a los Homúnculos, unos seres pequeños como ratas, que son muy fuertes, resistentes y habilidosos. - Agregó Dánae haciendo un gesto de asco que interrumpió por unos instantes su libidinosa sonrisa.

- ¿Homúnculos? ¿Hablas de seres creados por alquimistas? -

- Me gusta que seas tan inteligente. Bueno, en realidad usamos ese nombre para referirnos a una especie muy desagradable de la cual no sabemos mucho. La mayoría opina que deben ser la creación de algún alquimista extremadamente poderoso (de ahí que los llamemos así), pero que en algún momento se rebelaron y terminaron matando a su progenitor. Otros en cambio dicen que siempre han existido en el mundo subterráneo desde el origen de los tiempos.

En cualquier caso, son miles de duendecillos desnudos y deformes, con cuerpos regordetes, brazos largos y uñas afiladas. A pesar de su tamaño son una verdadera amenaza.

Los homúnculos disfrutan capturando a todo el que se acerque demasiado a sus guaridas, que son pequeños agujeros con puertas de bronce y excavados directamente en las rocas. Claro que, mientras les ofrezcas una buena cantidad de dientes de niños recién extraídos como tributo, pueden llegar a intercambiar algunos tesoros contigo. Pero por favor haz eso bajo tu propio riesgo, porque también podrían decidir matarte por simple capricho o atraparte para transformarte en uno de ellos. Así es como se reproducen. -

- Gracias, me aseguraré de recordarlo. - Respondió Bryan con una sonrisa sarcástica. Luego pensó en algo y preguntó con el ceño fruncido: - Pero ¿para qué usan los dientes de los niños? -

- Unos dicen que les sirven como materia prima para producir nuevos homúnculos, otros piensan que simplemente disfrutan comérselos. - Respondió Dánae encogiéndose de hombros y luego agregó: - Con ellos nadie está seguro de nada. Pero es verdad que, por su astucia, número y habilidad para construir trampas elementales, pueden ser incluidos entre las pocas especies inteligentes que habitan en esta área, aunque encontrarás más si continúas adentrándote.  -

Bryan alzó una ceja. Su instinto le decía que Dánae sabía mucho más de lo que realmente decía, pero no tenía sentido darle vueltas al asunto y decidió cambiar de tema: - Las especies no inteligentes ¿serían bestias mágicas? -

- Exacto. Aquí a veces puedes encontrar Escolopendras, unos gusanos gigantes con muchos pies que son bastante agresivos y territoriales, aunque no suelen ser más de tres o cuatro. También hay Pitones Abisales en los lagos, así que no te recomiendo acercarte a ellos, es mejor limitarte a usar el agua de los riachuelos cuando tengas sed. - Explicó Dánae con una sonrisa traviesa: - En otras zonas habitan los temibles Camazot, unos murciélagos gigantes bastante hambrientos. Pero ahora mismo no tenemos que preocuparnos por ninguno de ellos, pues la presencia del Dragón Negro los mantiene a todos bastante alejados. -

- O sea que esa lagartija se ha convertido en la maldita suegra de todas las alimañas por aquí. - Dijo Bryan con ironía.

Dánae soltó una alegre carcajada por el comentario y no fue la única. El resto de las elfas comenzaron a susurrar entre ellas y luego también rieron con tono argénteo, musical, pero tan áspero que nunca habría podido surgir de la suavidad unos labios humanos. Era como la intolerable y cosquilleante dulzura de unas copas de cristal al ser tocadas por una mano hábil. En cierto sentido las risas de las Elfas Oscuras eran dulces, dulces como la miel, pero que de algún modo parecían ocultar algo extraño detrás de esa dulzura, como la amarga repugnancia que uno huele cuando se encuentra cerca de la sangre.

Los Elfos Oscuros eran libidinosos por naturaleza, sobre todo las hembras, que parecían poseer toda la sensualidad que podía tener una mujer. Y Dánae, al ser una matriarca, era mucho más atractiva que las demás: Sus enormes ojos penetrantes que contrastaban hermosamente con su piel oscura parecían ocultar detrás de su brillo una miríada de excitantes significados y promesas de pasión desenfrenada. Sus dientes eran blancos y relucientes como perlas, combinando perfectamente con el púrpura de sus labios voluptuosos. Los movimientos reveladores de esas apetitosas caderas o el bamboleo de sus suculentos pechos la convertían en una manifestación de la más pura sensualidad.

A pesar de todo Bryan continuaba en guardia, pues la belleza de Dánae despertaba extrañas sensaciones en su interior, en las que combatían al mismo tiempo la lujuria y un temor mortal. Por un lado, deseaba con unas ansias perversas el poseer esos labios rojos, pero antes de que esta intención llegase a concretarse en un pensamiento, ya estaba experimentando una vaga, aunque molesta inquietud, como si el rostro de la Elfa Oscura le resultase familiar e incluso le parecía haberlo visto en alguna pesadilla que no conseguía recordar del todo. 

Finalmente comenzó a entender lo que ocurría. La sensualidad de estas elfas era tan intensa que llegaba al punto en que podía considerarse una especie de hechizo, uno que intentaba atraparlo en un lánguido éxtasis. El efecto era bastante sutil y sus defensas no lo reconocían como una amenaza, por eso la Esencia Mágica no estaba reaccionando para neutralizarlo. Con suficiente tiempo, dependiendo de la fortaleza mental que tuviese la desprevenida víctima, uno terminaría completamente embelesado y dispuesto a aceptar cualquier cosa que Dánae le dijese.

Pero el instinto de Bryan resultó demasiado fuerte para dejarse engañar. Porque cuando entendió lo que sucedía todos sus temores desaparecieron. Este truco de las elfas oscuras era más bien un tipo de sugestión mental que una verdadera magia y en cuanto Bryan fue consiente de cómo funcionaba, naturalmente dejó de afectarle. Incluso se dio el lujo de mirar descaradamente el trasero de Dánae para apreciar sus deliciosas curvas, pero esta vez era por su propia voluntad y no porque estuviese embelesado.

La Elfa se dio cuenta de este cambio y un pequeño gesto de sorpresa se entrevió en su mirada cuando comprobó que sus encantos ya no estaban fascinando a Bryan con el mismo éxito. Pero lejos de enojarse Dánae se relamió los labios mientras lo miraba provocadoramente. Luego continuó guiándolo como si nada hubiese sucedido.

Bryan sonrió por el descaro de la matriarca, pero también fingió que todo estaba bien e hizo una pregunta: - ¿Cómo fue que terminaron enfrentándose a ese Dragón Negro? -

- Aunque sabíamos de su existencia, nunca entramos en contacto con la bestia y sólo apareció tras la última guerra que tuvimos contra los Hombres Lagarto. Esos malditos salvajes debieron sobornarlo de algún modo, porque emergió de las profundidades en plena batalla justo cuando estábamos a punto de derrotarlos y cambió el resultado por completo. - Respondió Dánae con un gesto de ira contenida.

- Cuántos Elfos Oscuros combatirán a nuestro lado? - Preguntó Bryan con un tono cauteloso.

- Cincuenta de nuestras guerreras de élite, las Yashkas, se encuentran esperando ahora mismo en el sitio donde combatiremos. Usualmente se especializan en asesinatos y emboscadas como esta. Además, participarán otros cuarenta y siete de nuestros guerreros varones que ya han tenido experiencia luchando contra la criatura, así que nos servirán bien como tropas de choque para contenerlo junto con nuestro grupo. -

Bryan miró a los Elfos que los guiaban. La mayoría eran mujeres armadas con sables largos y todas ellas utilizaban unos curiosos guanteletes bastante resistentes, aunque también debían ser ligeros a juzgar por el modo en que parecían pegarse a sus brazos en algunas partes como una segunda piel que las protegía hasta los hombros.

En algunos casos los dedos de estos guanteletes terminaban en uñas de hierro alargadas de aproximadamente treinta centímetros, lo bastante como para servir como armas por sí mismas y permitirles además manipular otras, como sus espadas.

Los pocos hombres que integraban estas tropas cargaban consigo unas imponentes alabardas junto con unos enormes escudos rectangulares de metal bastante gruesos, que tendrían unos tres metros de altura y podían cubrirlos completamente de ataques frontales. También eran los únicos del grupo que protegían su cuerpo entero con armaduras de tela acolchada y cuero, aunque con muy pocas placas metálicas.

Después de un rápido cálculo mental, Bryan alzó una ceja y finalmente comentó con un tono dudoso: - ¿No somos muy pocos para matar a una bestia tan poderosa? -

- En el Mundo Subterráneo no conviene tanto movilizar una gran cantidad de tropas, pues en muchos sectores donde el aire es escaso o hay demasiados obstáculos. - Respondió Dánae de inmediato: - Vale más tener guerreros que sepan aprovechar bien las ventajas del terreno donde se lucha.

En total tendremos a cuatrocientos Elfos Oscuros involucrados, una suma más que respetable aquí abajo. Ahora mismo la mayor parte está en camino utilizando rutas alternas, pero pronto deberíamos reunirnos. Y con la poderosa ayuda de los nobles Troll, esa lagartija está condenada. -

- Entiendo. ¿Y cuáles son las habilidades que posee la criatura? -

- Como todos los dragones posee escamas extremadamente duras que además son naturalmente inmunes a la magia, aunque este todavía es joven de modo que su armadura no llega a cubrirle el vientre ni la parte baja del cuello. Por suerte aquí abajo no le conviene volar, pero los Dragones Negros son muy hábiles arrastrándose como serpientes por el suelo y este puede hacerlo a gran velocidad, pero no es tan resistente cómo si lo sería un Dragón tipo “gusano”. También posee un aliento corrosivo muy intenso, capaz de fundir hasta las rocas. No lo han visto exhalando fuego… - Explicó Dánae, pero de pronto pareció dudar, como si no quisiese decir nada más, pero luego notó que Bryan la miraba en silencio y suspiró mientras confesaba: - Bueno, en una ocasión arrojó un gran chorro de lava. Sin embargo, creemos que eso debe agotarlo bastante ya que nadie más volvió a reportarlo. -

- A no ser que todos los otros testigos estén muertos. - Agregó Bryan.

- Estamos muy seguras de que no puede hacerlo sin pagar un gran precio. - Insistió Dánae.

- ¿Cómo lo han enfrentado hasta el momento? -

Dánae hizo una pausa para meditar en sus próximas palabras, pues no quería que Bryan se hiciese para atrás, sobre todo ahora que la seducción parecía haber perdido su efecto. Pero rápidamente sonrió como si nada pasase: - Estuvimos lanzando varias escaramuzas para probar su fuerza. Como es muy difícil cortarlo utilizamos sobre todo ataques contundentes con hondas. -

- ¿Honderos? - Preguntó Bryan con escepticismo.

- No nos subestimes. - Dijo Dánae sonriendo: - Nuestros honderos son legendarios y en este mundo subterráneo resultan mucho más efectivos que cualquier arquero. No utilizamos piedras, sino proyectiles de plomo especialmente diseñados para hacer más daño y que combinamos con minerales mágicos seleccionados por sus devastadores efectos. También empleamos muchos conjuros, pero no directamente, sino para producir derrumbes o temblores. Todo esto demostró ser muy efectivo y conseguimos bastante información. -

Bryan asintió. En realidad, tenía mucho sentido que la forma de pelear en el cavernoso mundo subterráneo no fuese similar al de la superficie. Los arqueros no serían muy útiles en un entorno donde constantemente había túneles que bifurcaban y aunque lo fuesen no habría madera suficiente para producir las flechas. Tampoco convenía usar armaduras demasiado pesadas, pues al escasear el aire seguramente habría momentos en que era necesario retirarse a toda prisa.

Para entonces llegaron hacia una pared rocosa, donde volvieron a introducirse en un cavernoso pasaje más parecido a una inmensa grieta y que los condujo hasta una especie de cámara natural repleta de distintos niveles con muchos obstáculos, sostenida por gruesas columnas geológicas que sostenían el peso del techo. Y en la parte más baja en esta gigantesca cavidad, muy por debajo de ellos, se veía la oscura entrada de un nuevo túnel que parecía llevar a un nivel aún más profundo.

Ahí ya los esperaban un batallón entero de Elfos Oscuros, donde se destacaba un inmenso número de sensuales doncellas guerreras. La mayoría ya estaba ocupando los lugares más elevados para poder disparar con ventaja, pero los Hombres estaban formando un grupo compacto en la parte inferior.

Cuando vieron llegar a los Troll del Bosque, muchas de las guerreras comenzaron a chillar y manifestaron una gran intención asesina. Pero al reconocer a Dánae caminando al frente, todas ellas guardaron silencio esperando sus instrucciones. Era evidente que tenían una gran disciplina.

- Bien, veo que en realidad decías la verdad y tienes una fuerza considerable aquí. - Dijo Bryan con una sonrisa: - Supongo que podemos ayudar, pero primero está el asunto del pago. -

- Aún no han luchado a nuestro lado... - Comenzó a responder Dánae alzando una ceja.

- Ni tenemos intención de hacerlo sin primero tener la recompensa en nuestras manos. - La interrumpió Bryan de forma tajante: - Después de todo no somos mercenarios y tampoco tenemos la obligación de arriesgar nuestras vidas aquí. -

Dánae guardó silencio por unos momentos, pero inmediatamente asintió con su sonrisa de miel y aplaudió tres veces.

Entonces ocho inexpresivos Elfos Oscuros se acercaron cargando cada uno con un gran jarrón de cerámica negra y cubiertos por una tela gris, que depositaron en el suelo frente a Bryan y el Viejo Chamán. Cuando los examinaron comprobaron que estaban llenos hasta el tope con pepitas de oro, plata e incluso algunas joyas.

“¡Caramba, estos Elfos Oscuros sí que son opulentos! Creo que debí haberles pedido más.” Pensó Bryan encantado mientras pasaba sus dedos sobre las hermosas pepitas resplandecientes, pero entonces le pareció detectar una breve perturbación en la expresión de Dánae, fue solo un instante, pero los ojos sobrenaturales de Bryan pudieron verlo a pesar de que no había estado prestándole una especial atención. Entonces decidió hacer una prueba y activo su Anillo Espacial para guardar todos los jarrones de un modo descarado.

De inmediato la expresión de Dánae se contrajo dejando entrever un destello de ira, el cual rápidamente intentó disfrazar poniendo una expresión de desdeñosa indiferencia. Pero Bryan ya había visto suficiente para juzgar. Era evidente que la sensual matriarca valoraba bastante esas riquezas y seguramente no tenía ninguna intención de permitir que él se las llevase.

“Algo me dice que esta sensual serpiente va intentar darme una puñalada por la espalda. ¿Pero cómo pensará hacerlo?” Se dijo Bryan fingiendo que no se daba cuenta y preguntó para ganar tiempo: - Muy bien, hemos aceptado el pago. Ahora queremos saber cómo nos lo vamos a ganar. ¿Cuál es el plan de ataque? -

- Primero enviaremos una carnada para atraer al dragón a este lugar, donde su movilidad se verá limitada. Lamentablemente la fuerza física de nuestros guerreros no es notable, pues somos mucho más hábiles con acometidas rápidas a media distancia. Por eso prefería que los nobles Troll del Bosque contuviesen la primera embestida de la bestia para que podemos atacarlo con seguridad. -

- Claro que lo preferirías. - Respondió Bryan con desprecio: - De ese modo nosotros recibiríamos todo el daño que haga la criatura y además el colateral que provenga de ustedes. -

- ¿Acaso no tenemos un trato? - Preguntó Dánae con una expresión mucho menos alegre.

- Lo tenemos. Pero acordamos ser sus aliados para esta batalla, no carroña para ese dragón. Puedo devolverte inmediatamente todos los talentos y retirarme enseguida. Te aseguro que yo valoro más nuestras vidas que cualquier recompensa. - Dijo Bryan con una sonrisa sarcástica mientras recordaba su experiencia contra la Gorgona: - El Mundo Subterráneo es el entorno natural de los Dragones Negros y sé muy bien cuánto daño puede causar una criatura de Nivel I incluso si no está completamente desarrollada. -

No era necesario ser muy inteligente para darse cuenta de que, si los troles recibían el primer ataque del dragón, terminarían sufriendo la mayor cantidad de bajas. Luego de la batalla los Elfos Oscuros estarían en mejores condiciones y no tendrían problemas para matar a todos los Troll del Bosque. Incluso si Bryan no se hubiese dado cuenta de las intenciones de Dánae jamás habría aceptado una estrategia que le daba tantas desventajas y ahora menos aún, pues estaba muy en guardia contra cualquier artimaña que viniese de esta manipuladora matriarca.

Cualquier sonrisa, fingida o de otro tipo, se había desvanecido del rostro de la Elfa Oscura que en su lugar estaba mostrando un gesto claramente enfadado: - ¿Propones acaso que nosotros recibamos la embestida inicial? ¡Eso es inaceptable! No pienses que… -

- Si tanto necesitas peones para sacrificar. - La cortó Bryan de golpe: - Yo puedo proveértelos sin demasiada dificultad. Incluso te los daré gratis, pero bajo la condición de que ustedes den inicio al ataque y podamos elegir el momento de intervenir. -

Tras decir esto desató varios encantamientos necrománticos. Para entonces sus poderes se habían desarrollado hasta tal punto, que todas sus Criaturas Oscuras se materializaban portando mejores armas, como lanzas, alabardas, hachas de guerra e incluso fragmentos de armadura. En poco tiempo reunió a trescientos Guerreros Zombis en una sólida formación.

Estas tropas fueron reforzadas por dos Abominaciones, varios Guerreros Esqueletos e incluso algunos Gules, unas criaturas rápidas similares a los zombis que podían hacer mucho daño con sus garras largas, aunque eran muy vulnerables a los ataques físicos.

- Así que eres un Necromante. - Dijo Dánae sonriendo, pero se podía sentir un dejo de desdén en el tono de su voz. Era evidente que su impresión sobre Bryan se había desplomado bastante, pues como tantos otros seguramente consideraba que esa rama de la magia era decadente y débil.

“¡Así es, subestímame todo lo que quieras!” Pensó Bryan regocijándose por dentro. “¡Ese error ha sido la tumba de tantos de mis enemigos hasta el momento y hoy en día no será una excepción!”

- Entonces ¿podemos proseguir? - Preguntó fingiendo inocencia.

Dánae asintió y dijo: - Con tus criaturas conteniendo a la bestia, nuestras tropas de élite podrán inmovilizarlo en el suelo. Entonces simplemente atacaremos sus puntos débiles. Si todo va bien terminaremos en pocas horas. ¡Yashkas! ¡Aquí! -

De entre las sombras emergieron unas elfas oscuras encapuchadas que parecían diferentes al resto. En primer lugar, se movían en perfecto silencio, hasta el punto en que ni siquiera Bryan las oyó venir hasta que se acercaron bastante.

Sus pieles eran de un color azul pálido y tenían rastros de cicatrices sobre el cuerpo que daban fe de su experiencia en combate; pero como si una magia desconocida obrase constantemente para mantenerlas hermosas, ninguna era lo bastante grande como para destacarse. Sus orejas eran más alargadas y se asomaban por agujeros en las capuchas. Los guanteletes que las protegían hasta los hombros parecían bastante más complejos y blandían unos intimidantes sables gemelos que se veían muy peligrosos.

Pero lo más impresionante de estas Yashkas era su mirada, pues sus pupilas resplandecían vívidamente con un tono azulado que se veía fascinante y a la vez intimidante. Era evidente que estaban demasiado acostumbradas a derramar mucha sangre sin cuestionar los motivos.

Estas eran las tropas de asesinas más peligrosas de los Elfos Oscuros y también de todo, el Mundo Subterráneo. A pesar de que cada tribu tenía que poseer una cierta cantidad ni siquiera los propios elfos sabían claramente de cuántas había en cada asentamiento. Pero siempre intervenían en los combates más importantes y eran extremadamente valoradas por los suyos, incluso más que los escasos varones.

Muy pocas veces las habían visto en la superficie, pero en las contadas ocasiones en que salieron dejaron un rastro de terror que permanecía fresco en el imaginario de los ejércitos humanos. Se decía que una sola de estas Yashkas fue capaz de matar por si sola a toda una centuria en perfecto silencio y sin que nadie se diera cuenta, hasta que los cuerpos degollados fueron descubiertos al amanecer.

Su aspecto físico era un poco más esbelto que el de sus compañeras elfas, aunque de todos modos despertaban un intenso deseo en cualquier hombre que posase sus ojos sobre sus curvas sensuales. Esta atracción se incrementaba aún más gracias a la sensación de peligro que emanaba de sus movimientos, mirada y sonrisas. Sin embargo, su fuerza física, capacidad de reacción y velocidad no tenían igual entre su especie y nadie sabía exactamente cuál era el motivo.

Algunos sabios teorizaban que las Yashkas se sometían a un régimen especial de entrenamiento muy único o algún tipo de alimentación particular para incrementar sus capacidades físicas, aunque el precio que pagaban a cambio era ver reducida gran parte de sus habilidades mágicas.

Pero, aunque ninguna de las Yashkas parecía ser capaz de convertirse en una poderosa hechicera o dominar las magias más complejas, no por ello dejaban de poder ejecutar conjuros bastante peligrosos. Y es que para el asesinato realmente no se requiere tanta potencia como sutileza y las Yashkas podían hacer ambas cosas, desatando auténticas matanzas en las filas enemigas.

Por supuesto que también existía el rumor de que estas hermosas asesinas eran las más habilidosas en las artes amatorias y disfrutaban practicarlas tanto con hombres como con mujeres. Lamentablemente esas candentes historias siempre iban acompañadas de espantosos detalles que describían el profundo sadismo que ocultaban las Yashkas detrás de esa aparente indiferencia, que en ciertas ocasiones parecían describir un comportamiento más propio de las sanguinarias Arpías que el de unas elfas libidinosas.

Dánae se reunió con las Yashkas e inmediatamente comenzó a darles instrucciones en voz muy baja para que solamente ellas la escuchasen. Era evidente que estas asesinas no solo eran ejecutoras, sino que también servían como comandantes durante las batallas, porque algunas comenzaron a dirigirse hacia el resto de las elfas para organizar a los grupos alrededor del terreno.

Bryan se acercó a los troles y pretendió revisar sus equipos, pero en secreto forzaba su audición al máximo para escuchar la conversación de las elfas. Ningún humano tenía semejantes habilidades a excepción de los Archimagos del Viento, así que Dánae no sospechó nada y así Bryan se fue enterando de cuáles serían sus movimientos.

“De modo que eso era lo que planeabas, maldita perra. Es una lástima que cuanto más compleja sea una intriga, más fácil sea que la utilicen en tu contra.” Pensó Bryan sonriendo en secreto cuando finalmente escuchó lo que los Elfos Oscuros pensaban hacer contra los Troll del Bosque. Luego le hizo un gesto al Viejo Chamán para que se acercase y con mucho disimulo le explicó que en breve iban a ser traicionados, la forma en que sucedería y la idea que se le había ocurrido para arreglarlo.

Al principio el anciano troll lo miró sorprendido, pero inmediatamente sonrió con crueldad y comenzó a gritar instrucciones al resto de los troles empleando esa lengua grotesca que sólo ellos conocían. Al ser una raza de bandidos, todos estaban acostumbrados a jugar sucio como si fuese lo más natural, así que no fue difícil que entendiesen la situación.

Cuando finalmente elfos y troles estuvieron en sus posiciones, Dánae hizo una señal. Entonces una elfa oscura bastante joven, que estaba completamente desnuda, emergió de algún lado para adentrarse en el túnel de las profundidades. La chica era una verdadera belleza, cuya piel oscura resplandecía de algún modo mientras exhibía sus nalgas perfectas de las cuales parecía brotar el resto de su deliciosa espalda. Era una visión que despertaba en los hombres un anhelo protector y al mismo tiempo una oscura necesidad de corromperla.

La joven comenzó a cantar melancólicamente mientras ingresaba en las tinieblas cavernosas que llevaban a las profundidades. Conforme las sombras tragaban su diminuta silueta el propio Bryan luchó con el impulso repentino de adelantarse para detenerla y asegurarla entre en sus brazos.

Pasaron unos minutos, cuando de repente un ligero temblor comenzó a sacudir el suelo y fue aumentando rápidamente junto con el crujir de varias rocas al desmoronarse. Instantes después la pequeña elfa oscura salió corriendo de la cueva con una velocidad pasmosa que podía superar incluso a la de una gacela, tanto en rapidez como en gracia.

Luego de eso… ¡Se desató un terrible estruendo!

La cabeza del Dragón Negro emergió de la cueva destrozando todo a su paso y el resto del cuerpo lo siguió rápidamente. Como llevaba las alas plegadas, parecía más una serpiente o un gusano monstruoso que se desplazaba por el suelo a gran velocidad detrás de su presa.

Como todos los dragones, este parecía una especie de lagarto con un cuerpo y cuello largos, pero bastante robustos, que además estaba completamente blindado con una armadura de escamas negras. Sus ojos rojos resplandecían en la oscuridad como dos linternas, pero uno podía pasarlos por alto porque la atención inevitablemente se desviaba a las espantosas hileras de dientes afilados en su boca. Grandes púas parecían brotar como espadas desde su columna vertebral hasta su cuello. Y su larga cola que terminaba en una especie de protuberancia afilada.