322 Centinelas de Piedra

Bryan apoyaba los brazos sobre la mesa de su tienda mientras meditaba. Junto a él sus oficiales estaban claramente malhumorados, como si hubiesen tenido que tragarse un insecto. Y es que en el momento en que las legiones cruzaron el río se dieron cuenta de que el paisaje no era como se lo habían imaginado y estaban completamente expuestos, mientras que las formaciones rocosas en frente suyo eran escondites perfectos para varios grupos de bandidos que seguramente ya los habrían detectado.

En pocas palabras, era imposible que los exploradores que enviaron al principio no hubiesen sido vistos.

- ¿Crees que mintieron cuando dijeron que nadie los vio? - Preguntó Druso haciendo esfuerzos para contener las ganas que tenía de ponerse a gritar enfadado.

- No, ellos realmente decían la verdad. - Aclaró Bryan: - Soy muy bueno dándome cuenta si alguien me miente y ellos están convencidos de que nadie los vio. Pero… -

- Eso es todavía peor. - Completó Silano inesperadamente, porque no era de los que solía unirse a un cargamontón contra otros, pero esta vez estaba claramente furioso: - ¡Eso quiere decir que son unos exploradores incompetentes! ¡Del tipo que ni siquiera entienden conceptos básicos, como las posiciones desde donde pueden ser vistos a kilómetros de distancia! -

- Exactamente- Asintió Bryan y agregó con sarcasmo: - Y esos son nuestros mejores exploradores. -

Cayo Valerio parecía querer mimetizarse con la silla en la que estaba sentado para escapar de la vergüenza que sentía en ese momento. Lo cierto es que esto no era culpa suya, sino de las circunstancias. En general un problema característico de la caballería Itálica era que sus integrantes casi siempre eran caballeros, o sea, aristócratas que no estaban a gusto con la idea de realizar tareas como el espionaje o el reconocimiento. Para compensar ese defecto los itálicos siempre llevaban consigo una caballería aliada de naciones sometidas que se encargaba, entre otras cosas, de detectar a los enemigos, pero en ese momento las Legiones Malditas no tenían nada de eso. Los pocos legionarios que sabían montar eran aristócratas de muy bajo rango que no pudieron escapar del destierro y no eran precisamente buenos en ello. Ciertamente sería mucho esperar que resultasen ser exploradores competentes cuando apenas calificaban como jinetes.

Pero en el ejército las excusas no eran una opción. La mentalidad de un soldado tenía que ser la de superar las dificultades sin importar las circunstancias, porque si la patria estaba en peligro ellos tenían que defenderla, aunque no tuviesen armas, equipamiento o recursos. Ese era el credo de un soldado y ningún pretexto, por razonable que fuese, sería aceptado por nadie como una razón válida para haber fallado en la misión.

Esto era evidente por la expresión de rabia contenida de Marcio, que era el principal encargado del entrenamiento de las legiones y el primero en sentirse aludido cuando el fracaso de una misión se debía en gran parte al pobre desempeño de aquellos hombres. Finalmente, no pudo contener más la ira y casi gritó: - ¡Un explorador que no sabe ver el terreno no necesita ojos! ¡Que se los quiten para entregárselos a los siguientes exploradores para que sepan lo que sucede si cometen el mismo error! -

Aunque en el fondo estaba de acuerdo con Marcio, el Procónsul acabó negando con la cabeza. No era el momento de castigar sino de buscar soluciones y la primera de ellas era armar el campamento inmediatamente para que las legiones pudiesen resistir cualquier ataque sorpresa. A primera hora partirían en busca de los bandidos.

Eso fue lo que deseó Bryan, pero lo cierto era que el proceso de movilizar a veinte mil legionarios no era rápido, sin importar lo temprano que los despertase. Y su deber como Procónsul era quedarse parado en lo alto de la puerta sur, para pasar revista a cada uno de los diferentes destacamentos antes de que finalmente pudiesen ponerse en marcha en aquella fría mañana y dejasen atrás el sonido burbujeante de las aguas del río.

- ¡Atentos a cualquier trampa! - Ordenó Marcio que servía como segundo al mando y por eso cabalgaba entre los manípulos centrales. El Tribuno veterano alzó mucho la voz para que todos pudieran escucharlo: - ¡Sepan los exploradores que los desollaré vivos si alguien nos está emboscando y no lo encuentran! -

En total tenían un grupo de treinta caballos, todos ellos con los mejores jinetes disponibles y que temblaron en sus sillas de montar porque tenían muy claro que el Tribuno no estaba hablando por hablar. De inmediato partieron en todas direcciones alrededor de la ruta de las legiones, buscando todo lo que podían.

Mientras tanto las Legiones Malditas seguían avanzando en formación, como una gran serpiente compuesta por filas de veinte hombres. Su porte marcial había regresado en gran medida gracias al entrenamiento de Marcio y el resto de Tribunos. Además, el ritmo era sencillo porque tenían una meta clara: La montaña solitaria.

Este gran pico se elevaba como un enorme colmillo hacia el cielo y en frente suyo el terreno descendía ligeramente y parecía que lo seguiría haciendo durante un tiempo antes de comenzar a subir. Se veían árboles de pinos a la distancia, pero todavía estaban lejos. Lo que sí había eran varios miles de montículos de piedras apiladas hasta donde abarcaba la vita, pero todos estaban bastante separados, de modo que no entorpecía en nada el avance de las legiones. Además, las rocas estaban cubiertas por musgos que habían crecido naturalmente, así que aquellas rocas debían llevar una buena cantidad de tiempo ahí.

Con el pasar de las horas la humedad del suelo se calentó por los rayos del sol y una neblina comenzó a formarse, llenando rápidamente el terreno bajo. Este fenómeno no era extraño cerca de los ríos en esta época del año, pero lo extraño era que este caudal en particular era uno temporal, así que la neblina no tendría que ser tan intensa. Sin embargo, definitivamente no se trataba de un conjuro mágico o Bryan lo habría sentido.

A pesar de saber esto, un mal presentimiento persistía en su corazón y finalmente ordenó a sus oficiales que se aproximaran.

- Llama a los exploradores. - Dijo el Procónsul finalmente mirando a Druso.

Su amigo asintió e hizo una seña a un corneta, que inmediatamente tocó un ritmo característico. Estaban casi al final de la larga columna, así que esto era necesario para comunicarse.

Mientras esperaba la llegada de los jinetes, Bryan despachó a sus Espectros Oscuros. Pero como solo tenía dos y el ejército estaba en esa formación, no podía cubrir toda el área. Por fin escuchó el sonido de los cascos de un caballo, que sonaban un poco apagados por el terreno húmedo y Druso fue a conversar con ellos.

- Dicen que toda el área está desierta. -

- ¿No hay nada? - Preguntó Bryan ceñudo.

- Solamente cientos de montículos de piedra con musgos encima. Nada más. - Aclaró Druso.

- Algo está mal. - Insistió Bryan: - Es como si… ¿Cuánto tiempo llevamos marchando? -

- Unas cuatro horas. - Respondió Druso y de pronto su expresión se tornó seria, al mismo tiempo que se arrodillaba para tocar el suelo: - Pero el terreno sigue húmedo a pesar de que estamos lejos del borde del río. -

- Llama a Silano. -

Druso asintió e inmediatamente corrió para llamar al Tribuno. Mientras tanto Bryan seguía observando todo con sus Espectros Oscuros, tratando de encontrar un sentido a lo que estaba pasando. La neblina solo se hacía más densa y era cada vez más difícil ver hacia el frente, aunque en ningún momento perdían de vista el pico de la montaña hacia la que marchaban, el cual se elevaba claramente sobre la bruma y hasta resplandecía cuando su superficie reflejaba los rayos del sol, así que no podían perderse.

¿O sí?

- ¡Procónsul! - Dijo Silano en cuanto llegó junto a Druso: - Algo está mal aquí. -

- El terreno húmedo. - Asintió Bryan.

¡El suelo estaba demasiado húmedo pese a que estaban lejos de la orilla!

- Exactamente. - Confirmó Silano: - Alguien aprovechó que el terreno es descendente luego de cruzar el río para inundarlo todo con una capa de agua. Cuando lleguemos al fondo del valle... -

- Encontraremos un lodazal donde las legiones no podrán moverse bien. - Completó Druso escupiendo al suelo: - Es una táctica básica defensiva que nosotros ya no hacemos, porque la humedad puede terminar causando enfermedades que matan tanto a nuestros soldados como los del enemigo. Pero es un movimiento elemental que se puede usar cuando uno está desesperado. - Druso volvió a mirar al suelo ceñudo: - Pero está trampa ésta tan bien hecha que no nos dimos cuenta hasta ahora. - Y luego añadió: - Alguien sabe muy bien lo que está haciendo. -

- Lo que no entiendo son los montículos de piedra. - Añadió Silano: - Creo que no son naturales y los pusieron a propósito, pero no entiendo para qué. -

- En cualquier caso, debemos regresar. - Concluyó Bryan suspirando: - Una cosa es que quiera entrenar a las legiones y otra muy distinta es que las lleve directamente a una trampa lodosa. - Miró los monolitos que los rodeaban mientras daba la vuelta. - Solo espero que los soldados no se pierdan… -

Y en ese momento tuvo una revelación.

Nunca fue bueno en la escuela, pero recordaba un videojuego basado en el Romance de los Tres Reinos que siempre disfrutó, aunque lo hacía principalmente porque las heroínas de la historia eran bastante sexis y lo jugó tantas veces que incluso memorizó la trama, la cual supuestamente estaba basada en una leyenda famosa.

- ¡El laberinto de Zhuge Liang! - Exclamó Bryan de pronto.

- ¿Qué? - Preguntó Druso.

- No importa… - Respondió Bryan negando con la cabeza y rápidamente ordenó: - Estamos en una doble trampa. El lodazal es el señuelo, porque quien lo hizo sabía que eventualmente nos daríamos cuenta y daríamos media vuelta… ¡Entonces nos perderemos por los monolitos de piedra y la neblina! ¡Es una ilusión óptica! -

- ¡¿Cuándo atacará el enemigo?! - Preguntó Druso desenvainando su espada.

- ¡Apenas nos demos la vuelta! - Exclamó Bryan: - ¡Ellos pueden vernos desde esa maldita montaña y querrán atacarnos por la espalda! -

- Entonces hagamos lo contrario. - Sugirió Silano mientras comenzaba desprender su sed de sangre característica.

- ¡Prepárense para atacar! - Gritó Bryan asintiendo y liberando su terrible aura mágica, a la vez que también desenvainaba una espada: - Formación de Triple Línea. ¡Ya! -

Las cornetas de guerra resonaron. Marcio escuchó la llamada e inmediatamente comenzó a dar las órdenes. Debido a la neblina que los rodeaba y los monolitos de piedra, los cuales confundían aún más la visión, los movimientos de las legiones no fueron tan precisos como siempre, pese a que el terreno era generalmente plano. Pero en muy poco tiempo las triples líneas de Principiantes, Veteranos y los aspirantes a Triarios estaban listas, mirando hacia la montaña como si la estuviesen desafiando a entrar en batalla.

Poco tiempo después los Espectros Oscuros detectaron sombras de personas que venían zigzagueando entre la neblina, usando los montículos de piedras para mantenerse ocultos de la vista.

*****

Al símbolo chino conocido como Pa Kua o Ba Gua, también conocido como los Ocho Estados de Cambio, se le atribuyen todo tipo de importantes significados en el pensamiento taoísta, así como poderes mágicos y religiosos. Según la leyenda del Romance de los Tres Reinos, el gran estratega militar Zhuge Liang utilizó este símbolo para crear una enorme matriz mágica compuesta por miles de montículos de rocas de río, con las cuales atrapó al ejército del general Lu Xun, cuando este se encontraba persiguiendo a un caudillo derrotado. Aparentemente, cuando la matriz se activó, sopló una fuerte ráfaga de viento, las tormentas de polvo ensombrecieron el cielo y las rocas se transformaron en espadas. Montones de tierra emergieron mientras las olas del río gritaban como un ejército atacante. Lu Xun exclamó: "¡He caído en la trampa de Zhuge Liang!" e intentó escapar del laberinto, pero todo fue en vano.

ba gua = Los 8 estados de cambio

Cuando parecía que toda esperanza estaba perdida para el general Lu Xun, este se encontró con un anciano que le ofreció ayuda para salir del laberinto. Se trataba de un gran sabio erudito, el cual le explicó que aquellos montículos eran en realidad una enorme matriz que se había construido usando el símbolo de Ba Gua.

Era una historia fascinante, emocionante, maravillosa y completamente falsa. Pero cautivó la imaginación de Bryan cuando este todavía era Han Shuo, así que desde que llegó al continente Vathýs una parte suya siempre anheló la posibilidad de realizar esa misma hazaña. Y en cierto modo consiguió algo parecido con la Matriz del Escenario de Masacre. Pero conforme avanzaba en su estudio de la magia, tanto demoníaca como necromántica, Bryan comenzó a asimilar que su sueño de atrapar completamente a un ejército desprevenido era muy poco realista.

El primer problema era la escala y los recursos necesarios para conjurar algo que alterase de tal modo la realidad. También estaba el siempre presente riesgo de sufrir un contragolpe mágico si terminaba alterando demasiado los principios del mundo, así que el riesgo no compensaba el beneficio. Pero el principal motivo por el que Bryan se rindió con esta fantasía de su juventud era el simple hecho de que, por principio, casi todos los ejércitos del mundo llevaban consigo a un cierto número de magos y no era posible que ninguno de ellos dejase de notar que estaban caminando entre miles de monolitos que conformaban un gigantesco circuito mágico activo.

Teniendo todo esto en cuenta, Bryan concluyó que el famoso Laberinto de Zhuge Liang era algo completamente imposible de hacer incluso con magia y que no tenía ninguna base real.

¿O quizá había algo de cierto?

- Tal vez fuese una ilusión óptica. -

- ¿Qué? -

Han Shuo estaba en la universidad conversando con un estudiante becado del extranjero que hablaba chino decentemente, aunque su acento seguía siendo muy chistoso de oír. Aparentemente venía de Irlanda y, aparte de estudiar ingeniería, era una especie de defensor de las religiones originales celtas de sus ancestros o algo así. Y parecía muy interesado en el taoísmo por algunas similitudes que compartía con una especie de religión llamada Wicca o algo parecido.

- ¿Sabes por qué las brujas siempre se reunían en claros en medio del bosque para hacer sus rituales y sacrificios humanos? - Preguntó de pronto.

- No comprendo. - Respondió finalmente Han Shuo luego de un momento de silencio: - Creo que nos hemos desviado mucho del tema. Estábamos hablando del laberinto y de repente ahora me sales con brujas. ¿A qué se debe? -

- Mira, escucha. - Insistió el joven: - Resulta que los bosques son perfectos para permitir que el alma se abra a la actividad espiritual. ¡Y los dioses puedan comunicarse! -

- De verdad no entiendo nada de lo que dices. -

- Cuando estás en un bosque todo se ve igual. Además, la luz se bifurca muchas veces por las hojas. Eso provoca que te sientas desconcertado y no sepas hacia dónde vas. -

- Ajá, pero ¿qué tiene esto que ver con…? -

- Entonces el cerebro trata de ayudarte agudizando todos tus sentidos, pero la consecuencia de esto a largo plazo es que comienzas a escuchar los ruidos más fuertes de lo que en realidad son. Y lo mismo ocurre con el olfato, la vista y el gusto. - Continuó diciendo el alumno extranjero con un tono misterioso y una mirada emocionada.

- No estás escuchando nada de lo que yo digo ¿verdad? - Objetó Han Shuo malhumorado.

- Entonces, como las señales que recibes son tan confusas, comienzas a confundir lo que estas percibiendo con tus recuerdos. También con tus deseos. Y, naturalmente, con tus miedos. Vez un árbol y crees que parece familiar. Percibes una luz y crees que es agua o comida. Detectas una sombra y te imaginas que es una fiera salvaje. - Continuó el irlandés sin mirarlo, como si estuviese recitando algo para sí mismo.

- Que bonito, pero aún no sé qué tiene que ver esto con nada. -

- En esas condiciones la conciencia se abre al mundo espiritual y puedes escuchar las voces de los dioses antiguos, que demandan sacrificios para otorgar su bendición. - Sentenció finalmente el alumno extranjero.

Aquelarre de Brujas en el bosque

- Ajá. - Dijo Bryan ya sin escucharlo mientras buscaba su siguiente clase en el horario.

- Espera… ¿de qué estábamos hablando? - Preguntó de pronto el irlandés parpadeando confundido como si acabase de despertarse de un sueño.

- No tengo la menor idea. - Respondió Bryan volviendo a mirarlo finalmente: - Yo solo te estaba contando del Laberinto de Piedras de Zhuge Liang. No sé por qué diste semejante vuelta de campana. -

­- ¡Ah! Bueno, es que dijiste que ese laberinto se hizo con un símbolo llamado Ba Gua. ¿Verdad? -

- Así es, los ocho trigramas del taoísmo. -

- Bueno, estaba pensando que quizá el verdadero laberinto no era un “laberinto” sino un lugar religioso diseñado para crear una ilusión óptica, del mismo modo en que los bosques confunden la mente para permitir que el alma se abra al mundo espiritual. -

­- No comprendo. - Admitió Han Shuo volviendo a sentir curiosidad por lo que ese tipo tenía que decir a pesar de que una parte suya quería no volver a tener que hablar con él.

- Pienso que el evento está basado en un hecho real. - Explicó el irlandés: - Pero lo que ocurrió es que el ejército del tal Xu Lun fue atraído hacia un lugar sagrado primitivo, que había sido diseñado para crear la ilusión de estar perdido con motivos religiosos. O tal vez fuese algo más básico. Quizá esos montículos eran un calendario agrícola que usaba las sombras y luego Zhuge Liang lo modificó un poco para sus propósitos. -

- ¿Una ilusión óptica? ¿Crees que fue un truco militar tan simple? -

- No creo que sea simple. - Aclaró el irlandés: - De hecho, el trabajo necesario para poner una alineación de montículos lo bastante grande como para que un ejército se pierda… debe ser demasiado grande. Pensándolo bien, no creo que el tal Zhuge Liang realmente haya colocado las rocas. Probablemente él ya sabía que existía un lugar así y se limitó a atraer al ejército enemigo a ese lugar.

Luego, cuando los soldados enemigos se perdieron por culpa del efecto óptico y la neblina, fueron atacados por sorpresa y no pudieron defenderse bien debido a que se sentían desorientados. Más adelante, en la novela del Romance de los Tres Reinos, se agregaron los detalles mágicos a la leyenda. ¿Me explico? -

- ¿Dices que Zhuge Liang no puso el laberinto? -

- ¿Quién puede saberlo? Quizá si lo colocó. O quizá simplemente encontró un calendario agrícola que funcionaba con esos montículos y los modificó un poco para que todos se viesen iguales. - Concluyó el irlandés encogiéndose de hombros: - El caso es que al estar rodeado de miles de montículos que se ven igual uno puede terminar desorientado y creo que eso explica cómo fue que aquellos soldados acabaron atrapados en una emboscada. -

- Vaya, muchas gracias. -

- ¿Te gustó mi explicación? -

- No, estoy siendo sarcástico al agradecerte por arruinar una de mis historias favoritas con tus hipótesis. - Aclaró Han Shuo recogiendo su mochila: - Diste una serie de vueltas argumentales tan molestas, pero te escuché porque al principio parecía que estabas pensando en una solución que involucrase la magia. Pero al final me presentas una teoría muy posible, aunque terriblemente aburrida. -

Han Shuo se marchó sin prestarle más atención. Aunque más tarde se sintió un poco mal, así que invitó al irlandés a comer un par de veces para disculparse. Y en cada ocasión, el extranjero aprovechaba para volver a explicarle su teoría del efecto óptico, pese a que Han Shuo siempre dejaba claro que realmente no le interesaba oírle.

Sin embargo, el Han Shuo ahora llamado Bryan agradeció en su interior a aquel tipo tan estrambótico que consiguió grabar en su mente el recuerdo del efecto óptico, solucionando así el misterio de aquella trampa.

Mientras las legiones avanzaban hacia la base de los bandidos, tenían la alta montaña a la vista que los atraía, del mismo modo en que unas polillas se acercan a una llama brillante. Pero sin darse cuenta se internaban en una enorme ilusión óptica que funcionaba combinando los montículos de piedra y la neblina provocada por la inundación consciente del terreno. En el momento en que los legionarios diesen media vuelta para escapar de la trampa de lodo hacia la que se dirigían, perderían de vista la montaña y con eso su sentido de dirección desaparecería entre las formas oscuras de las rocas, las cuales también ocultaban a los enemigos que los acechaban.

*****

La batalla comenzó casi de inmediato. Repentinamente una lluvia de rocas arrojadas por honderos sorprendentemente precisos, teniendo en cuenta que se trataba de bandidos y no de soldados profesionales, cayó sobre los legionarios quienes, a pesar de estar prevenidos, no alcanzaron a cubrirse del todo con sus escudos porque no podían ver exactamente en dónde estaban los enemigos, los cuales a sus ojos parecían sombras fantasmales que se movían rápidamente entre aquellos aparentemente innumerables montículos de piedra. Sin embargo, aunque el equipo de los legionarios estaba desactualizado, seguían teniendo cascos y armaduras relativamente decentes. Y cuando los hombres finalmente se cubrieron con sus escudos, la cantidad de daño que sufrieron por aquel ataque fue prácticamente cero.

Otro hubiese sido el caso si aquella ráfaga de proyectiles los hubiese alcanzado cuando estaban de espaldas, pero afortunadamente la rápida decisión de Bryan y sus Tribunos acerca de formar en triple línea contra la montaña los salvó de sufrir muchas bajas.

Aun así, Bryan estaba preocupado porque con su Sentido Espiritual podía darse cuenta de la tensión psicológica que sus hombres estaban sintiendo en ese momento. De modo que decidió iniciar inmediatamente el ataque para distraerlos de su miedo.

- Que los Principiantes avancen y arrojen sus jabalinas contra cualquier cosa que se mueva delante suyo. - Ordenó Brian y una trompeta de guerra tocó sus órdenes.

Los principiantes eran, como su nombre lo indicaba, aquellos soldados que eran menos experimentados y también la mayoría del ejército. El motivo por el que se los enviaba primero era, por un lado, utilizar la fuerza de su juventud para romper las filas enemigas cuando se abriese la batalla. Pero el principal objetivo era que ganasen experiencia en combate y también darles la oportunidad de que probasen su valor. Este era el primer paso para un ascenso militar, así como el momento decisivo en que se comprobaría si tenían un futuro como soldados y políticos.

Por todos estos motivos los Principiantes siempre parecían ser los más deseosos de entrar en combate. Por lo menos al principio. Y es que los jóvenes siempre estaban impacientes por demostrar su valía enfrente de los más veteranos, con la esperanza de que esto luego le sirviese para tener un ascenso, recompensas en forma de botín y la oportunidad de un futuro mejor.

Sin embargo, en esta ocasión los pasos de los principiantes eran mucho más lentos de lo que Bryan esperaba. Y rápidamente se creó una diferencia de distancia entre los manípulos que comandaba Cayo Valerio y los que comandaba Jaime Luccar, porque los primeros avanzaban con un ritmo mucho más firme gracias a los constantes ánimos que el Primer Centurión de la V les infundía tanto con sus órdenes como con su actitud guerrera. En comparación, los que seguían a Jaime Luccar casi arrastraban los pies al avanzar y en ningún momento el líder de la VI legión pronunció algún tipo de palabras de ánimo o arengas para inspirarlos a acelerar el ritmo.

- ¡¿Qué carajo está haciendo ese imbécil?! - Maldijo Bryan furibundo.

- ¡Ese maldito hijo de puta! - Gritó Marcio enfurecido y su bramido fue tan potente que el eco de su voz llegó hasta las primeras filas de los Principiantes: - ¡Luccar, juro que te cortaré las pelotas si no haces que esos Manípulos avancen! -

El Primer Centurión de la VI legión se dio la vuelta al oír las palabras del Tribuno y abrió la boca para decir algo. Pero antes de que pudiera gesticular, se escuchó un terrible sonido cuando cientos de bandidos armados hasta los dientes emergieron de la neblina y cargaron salvajemente contra los legionarios.

Los Principiantes de la V legión dirigidos por Cayo Valerio inmediatamente iniciaron el combate y resistieron bien. Primero arrojaron jabalinas y luego pararon la carga enemiga presionando con sus escudos, mientras acuchillaban con sus espadas. El miedo que sentían en combinación con su inexperiencia hacía mella en su espíritu, pero el entrenamiento compensó esta debilidad y les permitió mantenerse en la lucha. Además, la figura imponente de Cayo Valerio los animaba a continuar, pues el Primer Centurión de la V combatía como si quisiese desahogarse por todos aquellos años de inactividad y en poco tiempo mató él solo a media docena de adversarios únicamente a base de letales estocadas. Sin embargo, debido a que los Manípulos Principiantes de la VI se retrasaron, ahora había un agujero en la línea de batalla, así que era muy difícil que los legionarios de la V concentrasen adecuadamente sus fuerzas en el frente.

Lo peor de todo era que la neblina finalmente estaba desapareciendo, lo cual tendría que haber sido algo bueno, pero en realidad se puso peor porque por culpa del calor ahora la humedad se estaba convirtiendo en bochorno que bajaba como sudor sobre sus ojos y los irritaba. Las viejas correas de cuero de sus escudos, así como las aquellas que sujetaban sus cascos y otras partes de su armadura comenzaron deformarse por la humedad, perjudicando sus movimientos.  Además, cuando a eso se sumaban las sombras de aquellos malditos montículos de piedra, se hacía muy difícil ver a la distancia. Así que la mayoría de las jabalinas que los legionarios arrojaron contra los enemigos no dieron en el blanco.

Las cosas definitivamente habían comenzado mal, pero la situación no era para nada insalvable. De hecho, Brian se sentía un poco más tranquilo porque tenía sus Espectros Oscuros vigilando desde lo alto y gracias a ellos pudo calcular que el número de bandidos que los atacaban no superaban los tres mil. Así que la cuestión de tiempo para que su superioridad numérica se impusiera.

Además, por fin la VI legión estaba despertando de aquel exasperante letargo y se puso al día con la V que dirigía Cayo Valerio. El desgraciado de Luccar era un maldito traidor, pero sabía pelear, eso no podía negarse, pues apenas comenzó consiguió decapitar a dos enemigos e inmediatamente se dirigió al tercero.

Por su parte, los bandidos luchaban con fiereza, arrojando golpes salvajemente a diestra y siniestra, usando todo tipo de armas diferentes como espadas, martillos y lanzas. Claramente había muchos entre aquellos miserables que tendrían experiencia como mercenarios, a juzgar por la forma habilidosa en que combatían. Pero no llegaban a compararse con un ejército disciplinado y eventualmente acabarían agotando todas sus fuerzas, tras lo cual la disciplina de las legiones se impondría.

Era cuestión de tiempo.

Entonces Bryan vio que una nueva oleada de bandidos se aproximaba. No eran muchos, aproximadamente unos ochocientos en total que estaban divididos en pequeños grupos de treinta o cincuenta miembros. Los cuales estaban avanzando rápidamente, aunque en silencio, usando los monolitos de piedra para no ser vistos. Y estos recién llegados tenían la clara intención de rodear a los manípulos de los Principiantes para atacarlos por la espalda. Esta era un táctica tan efectiva como elemental, sobre todo ahora que estaban en este laberinto óptico, así que podría terminar representando un problema.

De modo que Bryan se volvió hacia Silano y Druso para ordenarles.

- Hay nuevos grupos de bandidos que se aproximan para tratar de rodear el frente y atacar a los Principiantes por la retaguardia. Tomen el control de los Manípulos Veteranos y formen una barrera defensiva en ambos flancos para evitarlo. -

- ¡Entendido! - Respondieron ambos y se marcharon para dar las órdenes.

Al poco tiempo se escucharon cornetas de guerra y los Manípulos de los Veteranos comenzaron a maniobrar. Pero su intención no era avanzar, sino colocarse a los costados de los Principiantes para interceptar a estos nuevos atacantes.

Sin embargo, en ese momento se desató la más completa de las locuras.

- ¡¿Qué?! - Exclamó Bryan sorprendido, sin poder creer lo que veía.

- ¡¿Qué están haciendo esos locos?! - Gritó también Silano perdiendo la calma por primera vez desde que lo conocía.

De forma completamente inesperada, los Principiantes que luchaban contra los bandidos comenzaron a retroceder a toda prisa, pese a que tan sólo habían estado combatiendo unos minutos. Al principio sólo fueron unos pocos en las líneas de retaguardia, pero muy pronto el grueso de los Manípulos estaba corriendo, principalmente los legionarios de la VI Legión.

En la V, el valor de Cayo Valerio consiguió que algunas filas de sus hombres mantuviesen la formación y el Primer Centurión gritaba desesperadamente para que los legionarios continuasen peleando, pero muy pronto estos también comenzaron a retroceder.

- ¡Por los divinos! ¡No retrocedan! - Gritaba Valerio mientras se defendía sólo de los ataques de tres bandidos: - ¡No han ordenado una rotación de tropas! ¡Sigan peleando! -

Pero ahora casi nadie le escuchaba.

- Esos idiotas han visto que los Veteranos se movían y han creído que ordené una Rotación de Manípulos. ¡Estúpidos! - Gritó Bryan comprendiendo lo que ocurría y se volvió directamente hacia los legionarios que llevaban las trompetas de guerra: - ¡Anuncia ahora mismo a esos Principiantes! ¡Que vuelvan a luchar! ¡Ahora! -

Los cornetas inmediatamente tocaron las notas para transmitir las órdenes del Procónsul a los Principiantes, pero estos simplemente no escucharon. Bryan entonces activó al máximo su sentido espiritual y comprobó que todos ellos estaban completamente poseídos por un pánico general, así que no prestaban atención a lo que ocurría. ¡Estaban completamente poseídos por la idea de refugiarse detrás de los Manípulos de los Veteranos, donde sabían que estarían salvo!

El problema era que los Manípulos Veteranos no estaban formando para dejarlos pasar, sino que su intención original era colocarse a los costados para proteger los flancos. Y ahora que los Principiantes estaban corriendo hacia ellos sin saber esto… había una buena posibilidad de las tropas se diesen un terrible encontrón.

- ¡Mi general! - Advirtió Silano alarmado: - ¡Tenemos que avisarles ahora mismo a Druso y Marcio! ¡Ellos no podrán ver el peligro! -

- ¡Tu ve con Druso, yo iré con Marcio! - Decidió Bryan de inmediato mientras activaba el Arte del Noveno Diagrama Celeste, aunque antes de partir gritó a los que llevaban las cornetas: - ¡No dejes de avisar a los Principiantes que vuelvan a luchar! -

*****

Las cornetas y tambores de guerra continuaron tocando los ritmos militares inútilmente, porque los Principiantes simplemente no estaban en condiciones de escuchar. Bryan había subestimado el trauma de sus legionarios. Él ya conocía los detalles del Desastre Militar que sufrieron los supervivientes de las legiones V y VI, pero no estuvo realmente ahí. No conocía las sensaciones que aquellos hombres experimentaron aquel fatídico día en que Terencio Varrón los llevó a todos a ese maldito bosque en donde tantos hombres valientes encontraron su perdición, cuando miles de monstruos emergieron por sorpresa de la espesura como fantasmas sanguinarios.

Ahora, atrapados en el laberinto de montículos, de algún modo aquel terrible evento había sido replicado nuevamente: Se encontraban perdidos en un lugar desorientador, no podían ver bien y sombras enemigas aparecían frente a ellos de forma repentina. ¡No había forma de que no sintiesen las reminiscencias de aquella masacre y creyesen en su interior que todos estaban a punto de morir!

Así que cuando algunos notaron que los Manípulos de los Veteranos estaban moviéndose, asumieron erróneamente que se trataba de una rotación de tropas y comenzaron a correr antes de confirmar la señal de las trompetas. Jaime Luccar vio la oportunidad de escapar e inmediatamente dio media vuelta, provocando que casi toda la VI se desbandara. Cayo Valerio resistió un tiempo, pero al final incluso aquellos que eran tan valientes como él sintieron que el terror compartido se apoderaba de sus almas.

- ¡No! - Gritó Cayo Valerio desesperado, sin dejar de luchar en ningún momentos y bloqueando con su escudo, pero por el rabillo del ojo podía ver como sus hombres comenzaban a retroceder y sintió que derramaba lágrimas de impotencia: - ¡No huyan! ¡Luchen! ¡Tienen que seguir luchando! -

Pero nadie estaba escuchándolo e incluso los más leales entre sus hombres lo miraron avergonzados una vez, pero luego dieron media vuelta.

No otra vez.

Cayo Valerio sintió que se le retorcían las entrañas por el terror. Pero no era miedo hacia los bandidos, sino a algo todavía más espantoso en su corazón. El miedo a una existencia indigna. No consiguió que los manípulos resistiesen. Sus hombres estaban escapando nuevamente. Había sido derrotado. ¡Volverían a ser considerados como unos malditos cobardes! ¡En itálica se reirían de su vergüenza, mientras que su familia fingiría que nunca lo conocieron para que el resto de ciudadanos no escupiese a sus pies!

No pensaba sobrevivir para verlo.

De modo que Cayo Valerio gritó como nunca había gritado y se lanzó directamente contra aquellos malditos bandidos, renunciando completamente a defenderse por el bien de atacar.

*****

- ¡Marcio! ¡Los Principiantes están escapando hacia aquí! ¡Hay que hacer virar a los Veteranos antes de que sea tarde! - Gritó Bryan en cuanto aterrizó.

El experimentado Tribuno sólo necesitó unos segundos para asimilar lo que le decían y no perdió tiempo maldiciendo, sino que inmediatamente comenzó a dar órdenes a los centuriones para cambiar el rumbo en que marchaban los Manípulos.

Bryan también hizo lo mismo e incluso se elevó por encima de los legionarios para que lo viesen mejor y escuchasen sus instrucciones, pese a que esto lo volvió un blanco de los honderos enemigos a quienes pudo esquivar gracias a sus Espectros Oscuros.

Los esfuerzos de ambos dieron resultado y los Manípulos Veteranos comenzaron a virar para retroceder, pero el movimiento de tantos hombres cohesionados no era sencillo. Además, los Principiantes que se aproximaban corrían despavoridos. Y si bien los que estaban al frente se dieron cuenta por fin de que los Veteranos no estaban realizando una Rotación e intentaron detenerse, fueron empujados por sus compañeros que corrían detrás de ellos y al final estas masas de hombres acabaron estrellándose.

Afortunadamente el choque no fue tan catastrófico como podría haber sido si Bryan y los Tribunos no hubiesen actuado tan rápido, pero inevitablemente hubo varias decenas de legionarios que murieron aplastados y estos fueron muchos más que quienes cayeron por culpa del ataque de los bandidos.

¡Que cruel e irónica situación era que la mayoría de las bajas de aquella desastrosa jornada no se debiesen al combate en sí, sino al encontrón violento de los propios Manípulos, por culpa de su cobardía!

- ¡Desgraciados! - Gritó Bryan iracundo: - ¡Vuelvan a formar ahora mismo la triple línea! ¡La triple línea! -

Pero nadie podía escucharlo. Los Manípulos se habían confundido por el choque y las formaciones que normalmente permitían a los legionarios usar todo su poder ahora jugaban en su contra cuando el ejército estaba en caos. Nadie estaba seguro de en dónde debía estar o lo que estaba sucediendo. Además, los hombres estaban asustados y tomaría tiempo que recuperasen su raciocinio.

De más estaba decir que los bandidos se aprovecharon de este preciso momento par alanzar una terrible andanada de piedras, mientras que los más habilidosos entre ellos se preparaban para lanzar una terrible carga aprovechando que las formaciones de los legionarios estaban temporalmente rotas.

Bryan comprendió que en semejantes circunstancias era poco realista esperar que los legionarios se recompusieran en poco tiempo. Todavía podría ganar la batalla gracias a su abrumadora superioridad numérica, pero quizá terminaría perdiendo a miles de sus inicialmente escasos legionarios. Eso era la definición de una victoria pírrica. Y si en Itálica llegaban a enterarse de que necesitó sacrificar a tantos de sus hombres únicamente para acabar con bandidos, sería un completo hazmerreir.

Una opción sería invocar a sus Criaturas Oscuras para realizar un violento contraataque y así cambiar las tornas, pero sí ganaba de esa manera, corría el riesgo de que una mentalidad de perdedores se instalase para siempre en la mente de sus legionarios. Su plan para toda esta operación era no intervenir directamente precisamente para demostrarles a sus hombres que tenían la capacidad de combatir y que ganasen confianza.

Eso sería peor que perder.

Me han derrotado.” Concluyó Bryan suspirando y entonces pronunció la única orden que sabía que sus legionarios seguirían en el estado en que estaban: - ¡Nos retiramos! -

- ¡Procónsul! - Exclamó Marcio con una mirada compungida: - ¡Tenemos hombres más que suficientes para vencer a estos bandidos! -

- ¡Pero no tenemos tiempo para volver a ponerlos en formación! - Objetó Bryan incapaz de mirarlo a los ojos y apretando los puños con fuerza por la rabia contenida: - ¡El precio de vencer en estas condiciones es simplemente demasiado alto! En cambio, si podemos conseguir que las legiones salgan de esta trampa sin sufrir más daños, por lo menos podemos vender esto como una retirada táctica exitosa. -

Marció estaba temblando de frustración, pero al final asintió y comenzó a organizar la retirada. Mientras tanto Bryan se alejó volando para transmitir su decisión a Druso y Silano. Después estaba pensando en volar hacia el puesto de mando, pero en ese momento se dio cuenta de que Cayo Valerio estaba a punto de quedarse solo en lo que parecía ser una carga suicida final.

¡No! ¡Maldita sea! ¡No es que no entienda cómo te sientes, pero no puedo perder al único centurión competente!” Gritó Bryan en su interior mientras volaba a toda prisa hacia donde Valerio estaba luchando solo y desesperado.

Entonces lo vio caer de agotamiento, rodeado de una pequeña montaña de cuerpos de bandidos muertos, pero una veintena de ellos ya lo estaba rodeando para dar el golpe de gracia.

Bryan soltó un grito de frustración mientras invocaba el Báculo Necromántico y comenzaba a conjurar, abandonando finalmente la idea de no intervenir. En su interior no dejaba de maldecir. Nada había salido bien. Hasta el último de sus propósitos acabó completamente frustrado debido a ese maldito laberinto.

¡Todavía no sé quién eres, pero te juro que haré que me pagues por esto!

Y es que Bryan tenía claro que esos bandidos no eran capaces de diseñar una emboscada como aquella. Pero incluso si por casualidad tuviesen a un prodigio entre ellos lo bastante iluminado como para imaginar una trampa como ese laberinto de piedra, era todavía más increíble que esta persona pudiese conseguir ejecutarla en la realidad.

Cuanto más compleja es una maquinaria, también se incrementa el número de piezas que pueden acabar fallando. Esa misma lógica se aplicaba a las tácticas de guerra. Pero alguien había conseguido que unos simples bandidos se coordinasen perfectamente para emboscarlos, calculó el flujo de agua para inundar el terreno sin que fuese evidente y así consiguió usar la humedad como arma, decidió cómo colocar cada uno de los montículos de un modo perfectamente organizado para crear una ilusión óptica… ¡Todo eso sólo podía hacerlo un prodigio que además hubiese estudiado meticulosamente el arte de la guerra en una auténtica institución militar!

En pocas palabras, un estratega de carrera.

Bryan descendió en frente de Cayo Valerio justo a tiempo para bloquear las armas que estaban a punto de tomar su vida. Inmediatamente después, un ejército de Criaturas Oscuras comenzó a materializarse a su alrededor y los bandidos retrocedieron ante la terrible impresión que esta visión les provocó.

Pero a pesar de que por fuera parecía la personificación de la muerte, en su interior lo único que Bryan pensaba mientras desviaba la mirada por un segundo, sólo para ver como los rayos del sol iluminaban el bello paisaje natural de la montaña que se alzaba a la distancia, era en lo frustrado que se sentía.

Quién diría que tantas cosas me podían salir tan mal en un día tan bonito.

Cayo Valerio contra los bandidos

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú, es miércoles 20 de diciembre y quiero desearles a todos una muy feliz navidad por adelantado.

Generalmente hablo muchísimo acerca de los grandes generales del pasado en el ámbito de la historia occidental. Y honestamente creo que en el arte de la guerra la civilización europea ha demostrado ser muy superior a la oriental.

La mayor prueba de ello es que actualmente el estilo de combate que utilizan todos los países de oriente es el que desarrolló occidente. Sin embargo, existieron grandes mentes militares de nivel formidable en la historia de oriente, como por ejemplo el almirante Yi Sun Sin de Corea o el propio Sun Tzu que escribió el Arte de la Guerra en China, un libro sobre principios generales bélicos bastante buenos, o el legendario Chanakia de la India que escribió el famoso tratado militar y político conocido como el Arthasastra, que es donde se acuñó la frase “El enemigo de mi enemigo, es mi amigo”.

Así que en esta ocasión quise rendir tributo a oriente y al país donde originalmente vino el protagonista, haciendo referencia a una historia que personalmente siempre encontré interesante en la novela épica el romance de los 3 reinos. Me refiero por supuesto al ya mencionado laberinto de centinelas de piedra. No entraré en detalles al respecto porque me parece que el propio capítulo explica suficiente, pero espero que les haya gustado la serie de eventos que he presentado aquí, los cuales son una combinación de 2 tácticas chinas legendarias: Por un lado, el laberinto y por otro la transformación de un terreno en un pantano de barro para detener un ejército.

Además, la idea de que el laberinto de zhuge liang fuese en realidad una ilusión óptica lo saqué de un Anime, pero la explicación del estudiante irlandés en la memoria de Bryan la inventé, aunque no lo crean, inspirándome en una charla que vi sobre posesión demoniaca, en donde explicaban el por qué los aquelarres de brujas se reunían en los bosques. Me pareció que ese enfoque espiritual colindaba muy bien con el concepto taoísta y servía mejor para explicar todo el concepto del laberinto, en lugar de utilizar la compleja explicación del simbolismo chino, que habría sido demasiado larga.

Ahora bien, la importancia de este capítulo radica en dar a entender lo fácil qué es caer en una situación completamente caótica en el contexto una batalla. Este es un peligro bastante real en todas las guerras y hubo muchos casos de batallas en donde ejércitos superiores fueron completamente derrotados no por el enemigo, sino porque las tropas cayeron en un estado de confusión y acabaron peleando unos contra otros, sin que nadie supiese lo que tenía que hacer.

Hay que recordar que, aparte del protagonista y sus espectros oscuros, nadie más puede tener una visión completa de la situación y es por eso que resulta difícil para el legionario común el estar seguro sobre el número exacto de enemigos, así como el comunicarse en medio de una batalla. Los movimientos de los hombres también toman mucho más tiempo de lo que uno podría pensar y no es sencillo cancelar una orden militar una vez dada. Sumen esto al hecho de que esta es la primera experiencia de Bryan comandando a tantos soldados y encima el trauma que las legiones quinta y sexta cargan en sus corazones.

Por lo tanto, no es extraño que la situación se desarrollase de la forma en que lo hizo.

Está derrota es muy importante para el desarrollo de la trama. Por un lado, ya saben que me gusta otorgar un cierto realismo a los protagonistas y es importante que este sea derrotado en ocasiones para que pueda sobreponerse a las dificultades y crecer. Además, se establece que una cosa es luchar uno mismo y otra muy diferente es comandar hombres en combate, los cuales no necesariamente se van a mover como un general desea, porque no son de piedra como los montículos, sino que sienten, piensan y también desesperan.

Bryan tiene que aprender esto por las malas, así como el hecho de que su suerte no siempre estará brillando para protegerlo en cada momento. Además, se nos muestra cómo incluso un grupo poco poderoso y numeroso como es el caso de estos bandidos puede, si cuentan con la estrategia y tácticas correctas, enfrentar exitosamente a un número muy superior de enemigos. Y esto es así incluso cuando uno no comete errores, porque si examinan bien todos los eventos, ni Bryan ni sus tribunos dieron una orden equivocada. Las cosas simplemente no salieron bien porque el enemigo era más inteligente.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios. ¿Qué te pareció este capítulo? ¿Conocías el laberinto de zhuge liang? ¿Te gustó que lo interpretase como un efecto óptico? ¿Qué te pareció la interacción en la memoria de Bryan con ese estudiante irlandés? ¿Te gustó el modo en que Bryan y los Tribunos reaccionaron? ¿Te pareció que los eventos fueron coherentes? ¿Se entendió todo lo que ocurre?

Si te gustó esta adaptación por favor no dejes de patrocinarme usando los enlaces de mi cuenta Patreon. ¡Acepto cualquier bono navideño que deseen darme! Avísenme si encuentran algún error ortográfico o de concepto Para poder corregirlo. Y también si hay alguna inconsistencia o error en la trama.

¡Nos vemos en el siguiente capítulo y les deseo a todos una muy feliz Navidad!