258 Aventura Subterránea

Si Bryan pensaba que sus problemas habían terminado con evadir a la Pandilla de Janet estaba a punto de decepcionarse terriblemente, aunque caminando en medio de aquellas grandes y altas montañas de picos y valles solitarios donde no gobernaba ningún rey hubiese sido bastante iluso pensar en que ningún destino funesto estaba conjurándose para cualquiera que no tuviese precaución. Precisamente por eso fue que Bryan escogió caminar en lugar de volar, pues no quería gastar en vano sus reservas de Esencia Mágica, aunque estas ya estuviesen bastante repuestas.

Y resultó una buena decisión, porque tan solo transcurrió una hora cuando de pronto el cielo fue bloqueado por una gran cantidad de nubes oscuras que anunciaban una tormenta inminente.

De modo que Bryan decidió detenerse y buscó una gran roca tras la cual protegerse de los vientos que se estaban volviendo más fuertes e incluso improvisó una especie de capullo con mantas y cuerdas para mantener a la joven inconsciente a salvo del agua y el frío. Lo que nunca imaginó fue la impresionante magnitud del fenómeno atmosférico a punto de desatarse, que resultó ser el choque de dos tormentas que venían del este y el oeste, las cuales se enfrentaron en una auténtica batalla de rayos y truenos.

Bryan nunca había visto o imaginado nada como eso: Los relámpagos se hacían trizas sobre los picos, las rocas temblaban, unos enormes estruendos partían el aire, y entraban rodando a los tumbos en todas las cuevas y agujeros. Cada cierto tiempo un ruido abrumador y una claridad súbita invadían la oscuridad, dejando entrever por un instante cuan terrible podía ser la furia de la Madre Naturaleza.

Mientras tanto Bryan envidiaba la inconsciencia mágica de la joven a su lado quien gracias a ello tenía una relativa inmunidad a lo que estaba pasando. Y es que ambos estaban muy arriba en un lugar estrecho, y a un lado tenían un precipicio espantoso que caía sobre un valle sombrío. Gracias al conjuro de Bryan, la joven continuaba durmiendo tranquilamente, sin tener que sentir los estruendos en el exterior ni sufrir por las aterradores visiones de los relámpagos.

Estalla la tormenta

En cierto momento los oídos mejorados de Bryan escucharon el sonido de muchas rocas desprendiéndose por encima del ruido de la tormenta y entonces supo que tenían que salir de ahí cuando antes o corrían el riesgo de terminar atrapados en un derrumbe. El problema era que no podía volar en esas condiciones y hasta la eficiencia de sus sentidos se veía bastante reducida.

De modo que recurrió a sus Espectros Oscuros, que al ser de naturaleza etérea eran inmunes a los estragos del clima. Y utilizó su visión sobrenatural para buscar un mejor refugio.

Mi abuela decía que no hay nada como mirar cuando se quiere encontrar algo.” Se dijo Bryan.

Y es bien cierto que casi siempre se encuentra algo, si se mira, pero no siempre es lo que uno busca. Así ocurrió en esta ocasión.

Al poco tiempo los Espectros Oscuros descubrieron una cueva seca donde fácilmente parecían caber varias personas. Sin embargo, Bryan sabía muy bien que las cuevas de las montañas raras veces están sin ocupar y por eso quería explorarla a fondo antes de dirigirse a ella. Y es que esto es lo peligroso de las cuevas: a veces uno no sabe lo profundas que son, o a dónde puede llevar un pasadizo, o lo que te espera dentro.

Pero en medio de la tormenta y con un posible corrimiento de tierra en ciernes (que a juzgar por el sonido se volvía menos hipotético por momentos) Bryan no tuvo más remedio que tomar a la joven inconsciente y correr hacia ese lugar apenas habiendo confirmado que no parecía ni demasiado grande ni demasiado profunda.

El corto recorrido resultó extremadamente complicado incluso para él, pues tenía que cargar a una persona inconsciente mientras el viento aullaba, la lluvia caía y el trueno retumbaba.

Por fortuna la cueva no estaba muy lejos. Al poco tiempo llegaron a una gran roca que sobresalía en la senda. Detrás, en la ladera de la montaña, se abría un arco bajo y al atravesarlo finalmente encontraron refugio.

La entrada de la cueva

Debajo del arco era agradable oír el viento y la lluvia afuera en lugar de que cayera sobre su cabeza. Parecía que estaba a salvo y, aun así, Bryan no quería correr ningún riesgo y no encendió ninguna hoguera que pudiese llamar la atención en el exterior, aunque se preocupó de cambiar las prendas con las que había envuelto a la joven por unas nuevas, que estuviesen secas. Luego la acomodó con cuidado en el suelo y comenzó a explorar el interior de la cueva usando su visión nocturna, solamente para asegurarse de que estuviesen solos.

Parecía de buen tamaño, aunque no era demasiado grande ni misteriosa. Tenía el suelo seco y algunos rincones cómodos donde Bryan decidió tender la ropa mojada. Entonces le pareció que la tormenta estaba amainando un poco, así que sonrió y decidió acomodarse para descansar un rato mientras esperaba que el exterior se calmase. Solo entonces fue consciente de lo mucho que lo había agotado su reciente pelea con Janet y antes de darse cuenta sintió que se estaba quedando dormido y se preguntó si volvería a soñar con el niño misterioso.

En lugar de eso soñó que una grieta en la pared del fondo de la cueva se agrandaba y se agrandaba, abriéndose más y más; y él no podía hacer otra cosa que seguir acostado, mirando. Después soñó que el suelo de la cueva cedía, y que se deslizaba, y que él empezaba a caer, a caer, quién sabe a dónde.

Si cualquier otro hubiese sido el que terminase en esa cueva, en esas mismas circunstancias, habría encontrado un espantoso destino. Pero Bryan no era cualquiera y sus sentidos mejorados no tenían igual en el nuevo mundo. A pesar de que la tormenta resonaba en el exterior, debilitando sus capacidades auditivas, finalmente un sonido extraño se escuchó lo bastante cerca suyo como para despertarlo con un sobresalto.

Entonces se encontró con que parte del sueño era verdad: Una grieta se había abierto al fondo de la cueva y se había convertido en un pasadizo ancho.

Del interior habían brotado orcos. No viejos acabados o medio destrozados como el que vendía hierbas raras en el Valle del Sol ni tampoco del tipo que montaban Wargos y atacaron la ciudad de Droll. Estos eran orcos grandes, de caras feas y deformes. Montones de orcos, que se movían rápido y en silencio por las montañas, tan buenos para emboscar que Bryan no los escuchó venir hasta que lo rodearon y bloquearon la salida con una gran roca por medio de algún artilugio desconocido.

Ataque sorpresa de los orcos

Precisamente fue el sonido de la gran piedra cortando su ruta de escape lo que finalmente lo había despertado.

A pesar de todo, los orcos cometieron un grave error. Estaban acostumbrados a que las víctimas de sus emboscadas no los detectaran hasta que era demasiado tarde, debido a la asombrosa capacidad que tenían para moverse en silencio debajo de la tierra. Pero Bryan despertó antes de que el cerco estuviese completamente cerrado e incluso tuvo un poco de tiempo para plantear una estrategia.

Una oleada de Fuego Glacial Místico carmesí resplandeció de repente y con especial intensidad en ese oscuro espacio cerrado, cegando los ojos de los orcos que generalmente sufrían bastante para adaptarse a los brillos repentinos. Las primeras filas no alcanzaron a protegerse de las llamas con sus escudos y comenzaron a gritar salvajemente mientras se retorcían en agonía, extendiendo el daño a sus compañeros.

En medio de la confusión Bryan se levantó, tomó a la joven dormida e hizo lo único que podía hacer en esa desesperada situación en que no sabía contra cuántos enemigos tenía que luchar y el camino por el que vino estaba bloqueado: Escapar hacia el túnel que los mismos orcos habían abierto. 

Escapando hacia el túnel

Por suerte los enemigos solamente eran una veintena, aunque como su físico era superior al humano y llevaban la ventaja de estar luchando en su elemento, realmente era muy peligroso dejar que cerrasen el círculo a su alrededor o ponerse a combatir con ellos sin un plan. De modo que Bryan eligió escapar y se movió con impresionante rapidez hacia la hendidura usando una mezcla de agilidad con el Arte del Noveno Diagrama Celeste.

El sitio era estrecho, profundo y oscuro. Sólo los Orcos que habían tenido la ocurrencia de vivir en el corazón de las montañas podrían distinguir algo con seguridad. Los pasadizos se cruzaban y confundían en todas direcciones. El camino descendía y descendía y la atmósfera era cada vez más enrarecida y horrorosa.

Por suerte Bryan poseía sentidos sobrenaturales que le permitían avanzar con cierta seguridad. Sin embargo, al poco tiempo el silencioso interior resonó terriblemente con los rugidos y gritos furiosos de los orcos que ya lo estaban persiguiendo a una velocidad impresionante teniendo en cuenta el entorno irregular.

Bryan aceleró mientras pensaba en lo que podía hacer para salir de este problema, porque sabía que tenía poco tiempo antes de que oleadas de orcos emergieran en su persecución atraídos por los alaridos de los primeros. Ya podía escucharlos aumentando en número aproximándose a su posición desde cada pasillo, como si fuesen capaces de verlo a través de las oscuras paredes de roca.

De repente el túnel por el que corría se abrió a una gran caverna. Estaba iluminada por una gran hoguera roja en el centro y por antorchas a lo largo de las paredes, y había allí muchos Orcos. Todos se reían, pateaban y batían palmas mientras contemplaban lo que para Bryan era un espantoso espectáculo: Un grupo de más de doce personas, seguramente mercaderes, que habían sido desnudados y encadenados contra una pared para ser torturados hasta morir.

Todos sus cuerpos estaban tan deformados y ensangrentados que apenas eran reconocibles como humanos, pero los orcos seguían usando látigos para flagelar sus cadáveres como si quisieran saber cuántos de esos golpes podían soportar los cuerpos sin que las extremidades se rompieran. Y cada vez que uno conseguía que un brazo o una pierna se separasen, la muchedumbre daba gritos y alaridos de felicidad.

En un rincón estaban algunos caballos de viaje, seguramente las monturas de aquella desafortunada caravana. Ese sería el final de aquellos animales, porque los orcos comen caballos, ponis, burros…y otras cosas mucho más espantosas. Además, siempre tienen hambre.

También en el mismo sitio estaban amontonados todos los sacos y paquetes, rotos y abiertos, revueltos, olidos, manoseados, y disputados por orcos.

El Gran Orco

Entre las sombras, sobre una gran piedra lisa, estaba sentado un Orco terrible con una cabeza enorme, un cuerpo voluminoso y una expresión cruel. Además, estaba flanqueado por unos orcos armados que blandían las hachas y las espadas curvas que los de su raza preferían usar.

Mierda, espero que no sea un caudillo.” Pensó Bryan mientras trataba de recordar lo que sabía sobre los orcos.

Naturalmente todos los Orcos son crueles, malvados y de mal corazón. No hacen nada hermoso, pero sí muchas cosas ingeniosas. Pueden excavar, túneles y minas tan bien como cualquier enano no demasiado diestro cuando se toman la molestia de hacerlo, aunque comúnmente los espacios en donde habitan son desaseados, caóticos y no respetan ninguna simetría.

Son capaces de fabricar martillos, hachas, espadas, puñales, picos o pinzas. También se sabía que eran los inventores de muchos instrumentos de tortura, los cuales sabían hacer muy bien o conseguir que otra gente los hiciese por ellos, generalmente prisioneros o esclavos obligados a trabajar hasta la muerte por falta de aire y luz. Bryan había leído que (según algunos sabios) antes de ser desterrados a las profundidades del mundo, los orcos habían inventado algunas de las máquinas que desde entonces preocupaban al mundo, en especial los aparatos que matan enormes cantidades de gente de una vez. Y es que las ruedas, los motores y las explosiones siempre les encantaron, como también el no trabajar con sus propias manos más de lo indispensable.

Pero en aquellos días y en esos parajes agrestes sin muchos recursos naturales, los orcos ya no eran capaces de hacer tanto. Generalmente se dedicaban a matarse entre ellos mismos más de lo que entraban en conflicto con otros habitantes de la superficie, salvo cuando una caudillo lograba unificarlos y decidía liberar la horda. Tampoco odiaban especialmente a los humanos, mejor dicho, no los odian más de lo que odian a todo el mundo, particularmente todo lo que sea metódico y próspero. Incluso había rumores de que, en ciertos lugares unos, hombres malvados habían llegado a pactar con ellos.

Sin embargo, en este caso nada de eso importaba, porque a los orcos no les preocupaba a quién capturaban en sus emboscadas, siempre y cuando pudiesen dar el golpe en secreto y de un modo ingenioso, y los prisioneros no fuesen capaces de defenderse.

Bryan intentaba formular una estrategia, pero los aullidos de sus perseguidores pronto se hicieron más fuertes y terminaron llamando la atención de los orcos que se estaban divirtiendo con los cadáveres. De modo que no le quedó más opción que avanzar hasta un espacio vacío para ganar algo de distancia, aunque al hacerlo terminó completamente expuesto.

- ¡¿Quién eres tú?! - Gritó el Gran Orco mientras el resto se apresuraba a preparar sus armas al mismo tiempo que lo rodeaban en un círculo mortal.

- Nada, un viajero que pasaba por aquí. - Respondió Bryan burlonamente para ganar tiempo.

- ¿Qué es lo que tienes ahí, montón de carroña? - Preguntó uno de los orcos señalando a la joven inconsciente.

- Ya sabes, uno se siente triste si viaja solo… -

En ese momento los orcos que lo perseguían salieron del túnel por el que había venido a tropel y comenzaron a gritar cosas incomprensibles mientras lo señalaban, aunque por el odio en sus movimientos y tonos era evidente lo que querían comunicar.

- ¿Quién eres y qué pretendes?! - Preguntó el Gran Orco: - ¡Nada bueno, podría asegurarlo! ¡Espiar los asuntos privados de mis gentes, supongo! ¡Seguramente eres un ladrón! ¡Un asesino y amigo de los elfos, sin duda alguna! ¡Ven! ¿Qué tienes que decir? -

- Me llamo Filipo Terencio. - Respondió Bryan inmediatamente: - De las cosas que sospechas e imaginas no tengo la menor idea. Simplemente estaba resguardándome de una tormenta junto con esta chica, en lo que parecía una cueva cómoda y no usada; nada más lejos de mi voluntad que molestar de algún modo al pueblo de los orcos. -

Esa última parte sí que era verdad.

- ¡Eso es lo que dices! - Gruñó el Gran Orco dejando en claro que no le creía, pero luego sonrió de forma malévola y preguntó: - ¿Podría preguntarte qué hacías allá arriba en las montañas, de dónde vienes y adónde vas? -

- Oh, bueno iba de viaje a visitar a unos parientes, mis sobrinos y sobrinas, primeros, segundos y terceros primos, y otros descendientes de mis abuelos, que viven del lado occidental de estas realmente hospitalarias montañas. - Respondió Bryan con su cara de honestidad mientras que dirigía sus Espectros Oscuros en secreto para tener una buena idea de cómo era esta caverna.

- ¡Es un mentiroso! - Exclamó uno de los orcos de entre los que habían intentado capturarlo en la cueva: - Varios de los nuestros fueron quemados hasta la muerte por un fuego extraño cuando fuimos a invitarlo para que bajara ¡Y ahora están tan muertos como piedras! -

Si claro que iban a <<invitarme>>.” Pensó Bryan con sorna mientras recitaba un conjuro, porque ya tenía un plan preparado.

El Gran Orco dio un aullido de rabia realmente horrible cuando escuchó esto y todos los soldados crujieron los dientes, batieron los escudos y patearon.

- ¡Asesino y amigos de los elfos! - Gritó el Gran Orco: - ¡Acuchilladlo! ¡Golpeadlo! ¡Mordedlo! ¡Que le rechinen los dientes! ¡Llévenselo a agujeros oscuros repletos de víboras y que nunca vuelva a ver la luz! -

- ¡¿Estás seguro, orco?! - Preguntó Bryan con un grito aterrador y una sonrisa aún más aterradora: - ¡Si atacas a un inocente los dioses dejarán caer el peso de los cielos sobre ti! -

Por un instante los orcos se paralizaron, pues sus instintos les dijeron que algo muy malo estaba por suceder. Pero rápidamente se sobrepusieron y volvieron a cargar con sus armas en ristre cuando escucharon que el Gran Orco soltaba una carcajada para después proclamar: - ¡Los dioses oscuros no moran en los cielos sino en las profundidades y son los únicos que seguimos los orcos! -

- No digas que no te lo advertí. - Respondió Bryan y entonces exclamó: - ¡Pantano Ácido! -

Un gran pantano corrosivo apareció alrededor de Bryan y la joven que sostenía, dejándolos a ambos parados sobre una especie de isla de tan solo un metro de diámetro, mientras que el resto del terreno circundante se convertía en una trampa mortal. Varias decenas de orcos cayeron en el interior de la sustancia y gritaron horriblemente mientras sus pieles y órganos internos se deshacían hasta sólo dejar los huesos.

Los orcos estaban acostumbrados a hacer y ver cosas espantosas, pero no solían ser ellos quienes las sufría o al menos no lo esperaban. La visión de sus compañeros deshaciéndose en vida fue bastante impactante, lo suficiente como para que se distrajeran.

Esto naturalmente era lo que Bryan necesitaba. Si hubiese usado su Fuego Glacial en el espacio cerrado de la caverna corría el riesgo de ser afectado junto con la joven que cargaba como a un costal de papas. Y la Niebla Negra no habría servido de mucho en esas criaturas acostumbradas a moverse en la penumbra. El Pantano Ácido era mucho más efectivo, letal e impactante, aunque muy difícil de conjurar exitosamente. Por fortuna sus habilidades eran sobrehumanas y además el Gran Orco estuvo particularmente parlanchín.

- ¡Dejen de chillar, montón de mierdas! - Chilló el Gran Orco: - ¡Dispárenle con las ballestas! ¡Mantenlo ahora! -

Los orcos escucharon la voz de su líder y rápidamente comenzaron a moverse con la velocidad de una manada de ratas para reorganizase de modo tal que un montón de ballesteros se pusieron al frente.

Lamentablemente, incluso para ellos era demasiado tarde, porque con un resplandor ominoso una criatura delgada envuelta en lo que parecía una ventisca de arena apareció parada justo detrás de Bryan. El Zombi Élite de Tierra rugió de un modo terrible mientras observaba a su invocador y único maestro, en espera de sus órdenes.

- ¡Desploma esta caverna! - Ordenó Bryan.

La Criatura Oscura mejorada levantó una mano abierta y entonces la bajó mientras cerraba los dedos de un modo violento. Poco después toda la caverna tembló, el techo se resquebrajó y grandes trozos de roca comenzaron a caer por doquier, provocando destrozos terribles. Pero aún mientras todo se derrumbaba, Bryan retrocedió con el Zombi Élite de Tierra y la mujer dormida, volando por encima del pantano ácido antes de que la terrible sustancia comenzase a salpicar.

En segundos habían llegado a un nuevo túnel, apenas salvándose de la devastación que acababan de provocar.

Pero Bryan todavía no había terminado. Porque, aunque toda la caverna estaba llena de polvos y escombros mortales, así como de orcos que se movían a diestra y siniestra en espantosa confusión, uno de los Espectros Oscuros se había mantenido constantemente junto al Gran Orco, transmitiendo constantemente su ubicación.

De inmediato Bryan sacó el Desgarrador Sombrío y lo imbuyó de poder, para después arrojarlo con todas sus fuerzas al interior de la caótica caverna. El arma mágica avanzó volando a toda velocidad, evitando los obstáculos en su camino hasta que llegó frente al Gran Orco, que estaba muy concentrado mirando al techo para evitar las rocas que le caían. Por eso no pudo ver la espada corta que le degolló buena parte del cuello, matándolo en poco tiempo.

- Justicia divina. - Se burló Bryan en cuanto su arma mágica regresó a su mano.

Entonces se dio media vuelta y comenzó a correr. 

******

Este es un viaje de mierda.” Pensaba Bryan irritado mientras corría a toda prisa bajando por más pasadizos oscuros mientras los alaridos del salón de los orcos quedaban atrás, cada vez más débiles.

Detrás suyo trotaban dos fornidos Guerreros Zombis cargando a la chica hechizada que milagrosamente no estaba herida y continuaba durmiendo. Bryan lo había hecho porque quería tener las manos libres para combatir. Además, detrás había otros cuatro Zombis que había invocado para que interceptaran cualquier ataque por la espalda.

Y en frente suyo iba guiándolos el Zombi Élite de Tierra, que era quien mejor sabía orientarse en ese tipo de entorno. También podía retirar obstáculos o abrirles rutas alternas, aunque Bryan ya no podía dejar que usase sus poderes libremente por el riesgo de que todo el techo se desplomase sobre ellos también. Y es que Bryan era muy consciente de que el movimiento que acababa de hacer al desplomar la caverna era sumamente arriesgado, aunque finalmente era necesario, porque los orcos no eran un peligro que se pudiese tomar a la ligera en ninguna situación.

Por suerte el Gran Orco ahora está muerto o por lo menos muy mal herido, al menos eso espero. ¡Ojalá que eso deje a los demás tan confundidos que no quieran perseguirme!” Rogaba Bryan en su interior.

Poco después escuchó los pasos de miles de criaturas que venían en pos de suyo.

Bueno, por lo menos no puede empeorar.” Pensó con ironía.

Pero si empeoró, porque comenzaron a salir orcos de cada agujero alrededor y Bryan tenía que pelear con el Zombi Élite de Tierra utilizando toda su capacidad para poder seguir avanzando sin reducir el ritmo o serían alcanzados por miles de enemigos. También se oyeron ruidos de orcos y unos gritos horribles allá detrás a lo lejos, en los pasadizos que habían atravesado.

Esa era sin duda las mayores ventajas de los orcos: Ferocidad y número.

De modo que Bryan se esforzaba para que sus criaturas aceleraran el paso. El problema era que los Orcos corrían muy rápido y estos conocían mejor el camino porque ellos mismos habían abierto los túneles. Además, estaban locos de furia; así que hiciesen lo que hiciesen, Bryan escuchaba los gritos y aullidos que se acercaban cada vez más. Muy pronto alcanzaron a oír el ruido de muchos, muchos, muchos pies que parecían estar a la vuelta del último recodo. Bryan incluso podía ver el destello de las antorchas rojas detrás en el túnel.

De pronto el Zombi Élite de Tierra se detuvo y le señaló una pared, indicándole que había algo al otro lado. Bryan no tenía tiempo de pensar o enviar un Espectro Oscuro a comprobar, así que simplemente ordenó: - ¡Ábrela! -

El Zombi Élite de Tierra golpeó la pared y al hacerlo la fría roca se deshizo convertida en granos de arena, revelando una especie de túnel natural que descendía en una dirección desconocida. Bryan atravesó el agujero seguido de los Guerreros Zombis y luego ordenó a su criatura que derribase el techo del pasillo, rogando que hubiese una salida a donde fuese que estuviese dirigiéndose y que los orcos no supiesen de la existencia de esta ruta.

Entonces su criatura levanto uno de sus brazos. Al hacerlo, las rocas del techo del pasillo que los orcos habían abierto (y por donde hasta el momento los perseguían) colapsó con un estruendo que hizo temblar el suelo. Cuando todo se calmó, Bryan no pudo escuchar ningún sonido que no fuese su propio corazón latiendo o el sonido de la respiración de la niña dormida.

Con un suspiro exagerado Bryan se sentó en el suelo para recuperar energías. Solamente habrían pasado un par de horas, pero sentía que había estado escapando durante días. Miró a la chica que seguía dormida tranquilamente, ajena a los horrores que sucedían alrededor suyo y que tanto le había costado mantener a salvo desde que la secuestró. Tuvo la maligna idea de despertarla para que compartiese un poco de sus dolores, aunque finalmente desechó la idea: Ya tenía bastantes problemas para escapar y no necesitaba sumar las protestas o demás tonterías de esa joven.

- Mas vale que Janet me pague una buena suma para devolverte. - Masculló Bryan irritado, pero finalmente se levantó para continuar por un camino estrecho y completamente natural, que no bajaba ni subía, hasta que llegó a un espacio abierto, una gran galería que parecía no tener final. Había pasadizos que partían de los lados aquí y allá, pero el Zombi Élite de Tierra no mostró ninguna reacción ante ellos, así que no les prestó atención.

Continuaron avanzando sin escuchar nada, excepto el zumbido ocasional de un murciélago que se les acercaba, sorprendiendo a Bryan en un principio, pero luego se repitió tanto que dejó de preocuparse. A fin de cuentas, había viajado por el Mundo Subterráneo del Bosque Oscuro, que parecía mucho más grande y peligroso en comparación.

Me pregunto si desde aquí existirá un camino que termine en ese sitio… No creo que los Elfos Oscuros se alegren de verme otra vez.

Al poco tiempo escuchó el sonido del goteo de agua y conforme avanzaba este se fue haciendo más fuerte. Finalmente llegó a lo que parecía una laguna subterránea formada por cientos de pequeñas gotas que caían del techo rocoso a y lo largo de incalculables años. Bryan imaginó que los Orcos no debían conocer este sitio, pues seguramente habrían tratado de asegurar esta fuente de agua.

O quizá contiene algún peligro…” Sospechó Bryan y entornó la mirada. Al principio no vio nada, pero con el tiempo detectó el movimiento de muchas criaturas pequeñas que se arrastraban bajo el agua y algunas parecían estar avanzando en su dirección. Eran como pequeños gusanos carmesí, pero se movían bastante rápido.

- Sanguijuelas Voraces. - Susurró Bryan: - Eso explica por qué el agua está tan limpia. -

Las Sanguijuelas Voraces eran exactamente como su nombre indicaba, una especie de criatura que se movía lento al principio, pero podían ser muy veloces en distancias cortas. Cientos de estas criaturas se pegaban al cuerpo y podían alimentarse durante bastante tiempo, porque su magia impedía que la víctima se moviese, aunque esta todavía podía sentir el dolor durante el drenado el cual era considerable.

Sanguijuelas Voraces

Las Sanguijuelas Voraces eran terribles depredadores. De hecho, ya habían detectado a Bryan y estaban moviéndose lentamente para posicionarse bien antes de saltar para consumirlo. Por fortuna, Bryan conocía la debilidad de estas criaturas y una oleada de Fuego Glacial Carmesí fue suficiente para matar a varias incluso antes de que salieran del agua. El resto demostró algo de inteligencia y regresaron a las profundidades para mantenerse a salvo del calor.

Bryan continuó bordeando la laguna subterránea. En cierto momento un mineral resplandeciente en una de las paredes llamó su atención y le pidió al Zombi Élite de Tierra que le ayudara a extraerlo. Resultó ser un gran trozo Aquamantita en bruto, un material muy útil para la fabricación de objetos mágicos y cuyo valor era considerable. Obtenerlo mitigó mucha de la irritación acumulada en el corazón de Bryan por haber caído en la trampa de los orcos.

Después de extraer el tesoro, Bryan decidió que era hora de acelerar el paso y continuó avanzando. Entonces sus oídos captaron un sonido a la distancia.

Por precaución decidió enviar por delante a sus Espectros Oscuros para observar de qué se trataba y entonces descubrió algo que no esperaba ver. Un orco se encontraba sentado en un banco de madera con una antorcha encendida acomodada cerca, para que el calor del fuego mantuviese lejos a la sanguijuelas. Sin embargo, se había traído un trozo de carne y parecía estar usado los trozos para provocar el apetito de los gusanos chupasangre.

En frente suyo, incrustado en el suelo frente a la laguna, había una especie de poste. Y en ese lugar, atado cabeza abajo, se encontraba nada menos que un orco, pero no era cualquiera, sino el dueño de la tienda donde había obtenido la Flor de Umbara. Esa vieja cara derretida, los gusanos en su cuerpo y la falta de una mano eran difíciles de olvidar.

- ¿Puedes sentir que ya vienen? Los gusanos malditos ya están comiendo tu carne, pero aun así las sanguijuelas deberían disfrutar algo contigo. ¿No es verdad escoria? -

- ¡Cállate Utlbgug! Cualquier tortura es mejor que oler tu apestoso aliento a estiércol. - Respondió el orco viejo.

- Te libraste de la ira del Capitán y conseguiste escapar de algún modo. ¿Quién te mandó regresar? - Se burló el orco que estaba atrayendo las sanguijuelas: - El Capitán dijo que vendrá mañana para ver cómo te has convertido en un saco de huesos vacío… ¡Y aun así tendrás muchas jornadas de dolor por delante! -

Bryan ya había escuchado suficiente como para hacerse una idea de lo que sucedía. Aparentemente el Viejo Orco era bastante odiado y ahora que lo habían capturado de algún modo querían que fuese ejecutado dolorosamente por las sanguijuelas. Pero eso significaba que los orcos si conocían este sitio y no era imposible que viniesen en hordas.

Necesitaba irse cuanto antes, así que se acercó en silencio. El orco torturador no podía verlo, pero el Viejo Orco sí y de hecho hizo un gesto al reconocerlo, pero consiguió mantener su expresión lo bastante controlada como para que su captor no sospechase nada. De ese modo Bryan pudo acuchillar a su víctima por la espalda mientras se burlaba de su cautivo.

- ¡¿Tú, que haces aquí?! - Preguntó el Viejo Orco cuando el cuerpo cayó al suelo sin vida.

- Solo estoy de paso. - Respondió Bryan: - ¿Qué haces tú aquí? -

- Vine a buscar tesoros. - Contestó el Viejo Orco: - Creía que nadie conocía el sitio, pero en algún momento estas mierdas abrieron un túnel y me encontraron. Cuando yo era Capitán me divertía bastante torturando al que actualmente tiene mi puesto, hasta que se hizo fuerte. En cambio, yo envejecí. -

- ¿Por capitán te refieres a ese Gran Orco? - Preguntó Bryan y procedió a describir sus rasgos generales.

- Ese mismo… -

- ¿Oh? ¿Entonces no era un caudillo? -

- ¡Por supuesto que no! ¡El cerebro de ese bulto lleno de pus está completamente vacío! ¡No hay forma de que se convierta en caudillo…! - Respondió el Viejo Orco con no poca irritación: - Espera… ¿Dijiste “era”? -

 - Lo maté hace poco. - Explicó Bryan.

- ¡¿En serio?! ¡Ja! - Celebró el Viejo Orco con una extraña y malvada sonrisa que se veía aún más extraña estando de cabeza: - Siempre dijo que se haría un taparrabo con mi piel después de mi muerte… ¡Ahora resulta que él es el muerto! ¡Qué lástima que no haya podido matarlo yo mismo! -

- Qué bueno que estés feliz… - Comentó Bryan despidiéndose con un gesto de la mano y haciendo un además para retirarse: - Entonces, nos vemos. -

- ¡Espera! ¡¿No me vas a soltar?! -

- ¿Por qué habría de hacerlo? - Preguntó Bryan.

- ¿Acaso no somos amigos? - Preguntó el Viejo Orco con un repugnante tono suplicante.

- No. -

- ¡Vamos, eres mi cliente! ¡Te di un descuento! -

- Y a cambio te he vengado. ¿Qué más quieres? -

- ¡Libérame! -

- No. - Respondió Bryan: - No hay beneficio en hacerlo. Además, los orcos son una especie nefasta por naturaleza que odian todo lo que les rodea. ¿Acaso puede ocurrir algo bueno por salvarle la vida a uno? -

- ¡Eso es un prejuicio de los humanos! ¡Hay orcos buenos y malos! -

- ¿En serio? - Preguntó Bryan alzando una ceja.

- ¡Si! - Contestó el Viejo Orco ansiosamente.

- Si esto fuera al revés. ¿Me soltarías? - Volvió a preguntar Bryan.

- ¡Por supuesto! - Afirmó Viejo Orco.

Bryan se le quedó mirando durante un minuto entero y finalmente preguntó: - ¿En serio? -

Finalmente, el Viejo Orco suspiro: - Está bien, admito que si esto fuera al revés ni siquiera conversaría contigo y probablemente te cortaría una pierna para tener algo de comer en el camino. -

- ¿Y en serio hay orcos “buenos”? -

- Eso no existe. -

- Bueno, al menos eres honesto. -

- Sólo porque me doy cuenta de que no me creerás y además la sangre se me ha subido mucho a la cabeza, lo cual hace que mentir sea más difícil. - Gruñó el Viejo Orco irritado.

- ¿Entonces ya has pensado en cómo compensarme por soltarte? -

- Te daré un descuento cuando vayas a la tienda y te ayudaré. -

- ¿Cómo piensas “ayudarme”? -

- Tu dime, eres el que necesita algo. -

- ¿Qué te hace creer que necesito algo? -

- ¿Sino por qué hablarías tanto conmigo en lugar de irte? -

Bryan sonrió y usó su Desgarrador Sombrío para cortarlas ataduras del Viejo Orco, que se cayó en el suelo como un saco viejo. Luego usó a los dos Guerreros Zombis que tenía libre para que lo ayudaran a caminar.

- ¿Eres un Necromante? - Preguntó el Viejo Orco mirando a las Criaturas Oscuras.

- No preguntes lo obvio y más bien responde: ¿Sabes cómo salir de aquí? -

- Si, puedo decirte el camino… - Contestó el Viejo Orco.

- De eso nada. Tú vienes conmigo. - Lo interrumpió Bryan: - Y si me traicionas… bueno, ahora sabes lo afilada que puede ser mi espada. -

- Eres bastante inteligente. - Dijo el Viejo Orco riéndose: - Muy bien, te guiaré. -

*****

El Viejo Orco lo guio por una serie de túneles naturales e hizo honor a la reputación de su raza tratando de escapar o dirigirlo traidoramente hacia donde había monstruos letales al menos en tres ocasiones. Pero como los Espectros Oscuros iban adelante, Bryan lo vio venir siempre a tiempo. También cumplió su promesa de acuchillarlo cada vez que lo intentaba.

Finalmente, el monstruo dejó se rindió con engañarlo, ya fuese porque entendió que no podría superarlo en ingenio o porque comenzó a oler el aroma de otros orcos y decidió ser más cooperativo pues sabía que, si su raza lo capturaba, le harían cosas bastante más desagradables que cualquier castigo que Bryan le pudiese dar.

Así fue como llegaron a un pasadizo bajo que tenía paredes muy toscas por el que tuvieron que andar bastante agachados. Y es que los Orcos de las montañas eran capaces de avanzar a gran velocidad encorvados, con las manos casi en el suelo, como demostró su nuevo guía temporal.

Pronto el pasadizo, que había estado bajando, comenzó a subir otra vez, y de pronto ascendió abruptamente. El grupo tuvo que aflojar la marcha por la pendiente, pero por fin la cuesta acabó; luego de un recodo, el pasadizo descendió de nuevo, y allá, al pie de una corta pendiente, vieron un reflejo de luz al final de un pasadizo serpenteante que terminaba en una esquina. No una luz roja, como de linterna o de fuego, sino una luz de aire libre.

Antes de doblar esa última esquina, Bryan detuvo a todos y envió por delante a sus Espectros Oscuros. Entonces descubrió que el pasillo terminaba en un espacio abierto, donde la luz, luego de todo aquel tiempo a oscuras, parecía deslumbrante. En verdad, era sólo el sol del atardecer, que se filtraba por el hueco de una puerta grande y de piedra que habían dejado entornada.

Pero frente a ella había Orcos armados de pies a cabeza, con las espadas desenvainadas, sentados en el margen de la puerta y vigilando todo con los ojos abiertos, observando el pasadizo. Estaban preparados, atentos, dispuestos a cualquier cosa.

¿Que debería hacer? Si el Zombi Élite de Tierra usa sus poderes la salida podría quedar bloqueada accidentalmente. Tampoco hay forma de que pueda emboscarlos porque estamos en un pasillo unidireccional… Supongo que tendré que arriesgarme.

Bryan le indicó al Viejo Orco que esperase en silencio y entonces abandonó su escondite con el Desgarrador Sombrío en una mano. En cuanto lo vieron, los orcos se abalanzaron contra él con entusiasmo, pero una oleada de Fuego Glacial purpura los congeló repentinamente y luego Bryan comenzó a utilizar su esgrima. La pelea no duró mucho tiempo, pero tampoco fue sencilla, porque los orcos eran de constitución fuerte y se desangraban lentamente, de modo que tardaban en morir. Además, estaban bien pertrechados.

Pero Bryan tenía de su lado el hechizo Deimos, que provocaba gran temor en quienes lo veían y también podía usar Agonías del Alma para perturbar las mentes de esas criaturas. Gracias a ello consiguió matar a cuatro orcos y el resto escapó a toda prisa, aunque se aseguraron de gritar para dar la alarma.

- ¡Tenemos que irnos ahora Necromante! - Dijo el Viejo Orco cuando llegó a su lado apoyándose en los Guerreros Zombis: - También odio el sol, pero evitará que nos persigan. Aunque cuando anochezca saldrán a cazarnos. -

- No me lo tienes que repetir. - Respondió Bryan ordenándole a sus Criaturas Oscuras que lo siguieran.

Afuera había unos pocos escalones que descendían a un valle estrecho con montañas altas alrededor y el sol resplandecía detrás de una nube. En cuanto estuvieron un poco lejos de la puerta, Bryan ordenó al Zombi élite de Tierra: - ¡Bloquea esa entrada! -

La criatura obedeció y controló varias rocas que se acumularon en la puerta de piedra para bloquearla por completo. Al otro lado podía escuchar los gruñidos de los refuerzos orcos que habían venido en grandes número a capturarlo, pero que de momento no podían pasar y estaban atrapados al otro lado. Sin embargo, uno de ellos consiguió gritarle por algún resquicio que no podía ver:

- ¡Maldito seas Filipo Terencio! ¡Eres un asesino! ¡Asesino y ladrón! ¡Te odiamos para siempre y algún día te atraparemos! -

Vaya, me olvidé que dije ese nombre… Bueno, estará bien mientras no camine por estos lares y si no, tampoco es que importe mucho.” Pensó Bryan encogiéndose de hombros y se volvió para preguntarle la mejor ruta al Viejo Orco. Pero descubrió con asombro que, a pesar de sus heridas, de algún modo el anciano se había alejado en perfecto silencio de los Guerreros Zombis y desapareció aprovechando el laberinto rocoso de las montañas.

Bryan se preguntaba si debía buscarlo con los Espectros Oscuros, pero al final decidió que no valía la pena. Tenía problemas más importantes en ese momento porque, cuando anocheciera, seguramente todo esa sección de la cordillera se convertiría en un hervidero de orcos. Y aunque había cerrado una de las entradas a su madriguera, nada garantizaba que no hubiese otras cerca de ahí.

De modo que ordenó a los Guerreros Zombis que le entregaran a la joven dormida y luego envió a todas sus Criaturas Oscuras de regreso al Inframundo, para finalmente alejarse a toda prisa utilizando el Arte del Noveno Diagrama Celeste por segunda vez consecutiva.

Montañas circundantes del Valle del Sol con la Cordillera de Kerlan al fondo

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú donde la izquierda convirtió un país rico y emergente en uno pobre y en menos de medio año. Es miércoles 14 del 2022.

Lo peor de todo es que realmente no puedo decir que Pedro Castillo haya mentido, porque el prometió “no más pobres en un país rico” y cumplió, porque ahora todos somos pobres en un país arruinado. También prometió que habría un cambio y realmente lo ha habido, pasamos de ser “El Milagro Sudamericano” a “otro país arruinado por el socialismo”. Y lo vimos venir y nos lo advirtieron e incluso ya teníamos un ejemplo con Ollanta Humala… pero igual permitimos que ese animal subiese al poder. Porque, con o sin fraude, tendríamos que haberlo sacado a patadas en el momento en que se perfiló como el salvaje que es. Nos merecemos todo lo que nos pasa.

Creo que el problema está en que, por algún motivo, todos los latinos estamos obsesionados con la palabra “CAMBIO” como si fuese algo bueno. “¡Todos quieren un cambio!” pero no han entendido que el cambio sólo es el paso de un estado a otro, no es algo bueno en sí mismo (eso depende del tipo de cambio). Por ejemplo, hoy estoy vivo y mañana podría estar muerto, ese sería un tipo de cambio.

El cambio solamente puede ser bueno cuando tenemos muy claro cuál es el objetivo y cómo se va a realizar. Dar nuestro voto a políticos sin experiencia de gobierno solamente porque “queremos nuevos políticos” o porque “van a cambiar las cosas” es tan estúpido como un niñito vendiendo la vaca de la familia por un puñado de caramelos.

Recuerdo a mis profesores diciéndome, de forma irresponsable, que uno debía votar por políticos nuevos para reemplazar a “los políticos de siempre”. Pero yo me pregunto: ¿Acaso cuando uno va a operarse un ojo busca a un doctor recién salido de la facultad? ¡No! Irás con un médico que tenga años de experiencia haciendo esa operación. ¿Y acaso gobernar el destino de 30 millones de personas no es más difícil que operar un único ojo?

En la Antigua Roma sabían bien esto. Existía algo llamado CURSUS HONORUM, la famosa “Carrera de Honores”. Eso significaba que uno NO podía ostentar un cargo alto si primero no había desempeñado un cargo mediano y no podía hacer esto sin primero destacarse en un cargo bajo.

El político romano empezaba en el ejército, sirviendo durante al menos diez campañas anuales, donde su desempeño como soldado era la base de todo su éxito futuro. Después de esto, los ciudadanos de treinta años podían presentarse al cargo de Cuestor. Si lo conseguían, aspiraban al puesto de Edil, y más adelante al de Pretor y Cónsul, todo por este orden.

¿Y acaso no es lo más lógico? ¿No les parece ridículo que una persona que ni siquiera se ha desempeñado como alcalde de un municipio pretenda ser presidente de una república? Y sin embargo muchos votamos por un candidato sin siquiera preguntarnos quién es realmente, qué ha logrado durante su vida y qué calificaciones tiene para hacer la tarea que se le va a encomendar.

Se supone que las Universidades son los centros de saber para la clase más ilustrada de una sociedad. Cuando yo era estudiante la gran mayoría de mis compañeros, estudiantes de arquitectura y gestión empresarial nada menos, querían votar por una mujer llamada Verónica Mendoza de izquierda. Y gritaban haciendo llamamientos y tratando de convencer a los indecisos. Cuando vinieron a mí, yo les contesté con una sola pregunta: ¿Qué profesión tiene Verónica Mendoza?

No les mentiré amigos, NADIE LO SABÍA. ¿Entienden el significado de que más de 20 (entre los supuestos élites de un país) estén dispuestos a luchar y marchar y hacer campaña y darle el poder a una mujer… sin siquiera saber a lo que se dedica? Todos asumían que era abogada o empresaria, ninguno se enteró de que era Socióloga. Esa mujer ni siquiera tenía un curso de Ciencias Políticas o Gestión Estatal, pero estuvo cerca de obtener la presidencia con votos de los que se supone son los más inteligentes de un país: Los universitarios.

Las elecciones de alcaldía se acercan en mi país y habrá elecciones en otros. Aconsejo con mucho énfasis que antes de votar por un candidato averigüen quién es, que ha logrado, cuáles son sus calificaciones y cómo exactamente pretende lograr los “cambios” que dice que va a lograr. Yo por mi parte no necesito cambios en mi distrito, no necesito innovaciones, lo único que quiero son pistas y veredas en buen estado, algo que en 10 años no he visto nunca porque todos prometen “cambios” pero luego no pueden o no quieren lograrlos, en gran parte porque ni siquiera saben cómo funciona un municipio o cuál se supone que es el trabajo de un alcalde.

Y la triste realidad es, que muchas veces el votante tampoco lo sabe, aunque debería.

Bueno, ya terminé mi labor patriota, disculpen si estuvo muy larga.

Este capítulo es un añadido completamente nuevo porque el original es cortísimo y solamente habla del protagonista llegando a la base de sus mercenarios. Yo quería agregar algo más y al principio dudé bastante en agregar una aventura tan pronto, pero al final pensé que el lector se lo merecía.

Me basé en un 80 % en un capítulo del libro El Hobbit para esta aventura y casi todos los escenarios, diálogos o descripciones son un parafraseo de la obra, solo que en lugar de Bilbo, los Enanos y Gandalf; es Bryan quien vive todos los eventos y los resuelve utilizando sus poderes mágicos.

Se habrán dado cuenta de que el protagonista es bastante pasivo en su forma de actuar, esto se deba a que está agotado por su combate con Janet, pero también a que los orcos son en verdad unta terrible amenaza que no debe ser subestimada. También está el asunto de que tiene que proteger a la joven y está en un territorio desconocido, sin saber exactamente en dónde está la salida, así que no tiene sentido que se ponga a usar todos sus poderes sin pensar.

Al principio iba a hacer que Bryan luchase contra un monstruo en la laguna subterránea, pero acababa de tener un combate y además tenía a la chica inconsciente. Iba a ser muy difícil imaginar todo eso y encima averiguar el tipo de monstruo que tendría que poner. Al final se me ocurrió que el viejo orco fuese el que estuviese ahí, justo como Ratbag de Shadow of Mordor.

En fin, quería que el capítulo fuese bastante claustrofóbico y vertiginoso. Espero haber tenido éxito. La tormenta debía servir para darle más realismo a todo el ambiente, pero como vivo en Lima (donde nunca hay tormentas) no sé si la representé correctamente.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Qué te pareció esta aventura de Bryan completamente agregada? ¿Te gustaron los diálogos? ¿Qué opinas del modo en que luchó el protagonista? ¿Y el Zombi de Tierra? ¿Te pareció que el encuentro con el Viejo Orco fue buena idea o hubieses preferido otra batalla con un monstruo? ¿De ser así, con cuál?

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