213 Frenesí Sangriento

Unos momentos atrás…

Cuando Bryan abrió los ojos su nueva trasformación ya estaba completándose. Un gran poder desconocido, que abarcaba distancias inconmensurables, como una marea de energía que se extendía por la atmósfera y parecía capaz de estremecer a las propias estrellas, ahora se condensaba alrededor de su cuerpo como un remolino. Bryan era el epicentro de este Maelstrom de energía que representaba grandes cambios para este mundo, pero su naturaleza tan extraña y misteriosa, perteneciente a otra dimensión, hacían que sólo él pudiese percibirlo.

Era tan poderoso y sin embargo invisible para los sentidos de las potencias del Continente Vathýs. Se sentía como un recipiente repentinamente lleno a rebosar de Esencia Mágica, pero nadie podía verlo ni intuir cuán terrible fuerza se escondía en su interior

Bryan no pudo sino reír irónicamente por esta situación, mientras sentía que el adormecimiento de su mente iba desapareciendo poco a poco. A lo lejos podía percibir un auténtico batiburrillo de voces y sonidos de lucha, pero todavía no tenía la capacidad de procesar su auténtico significado. De hecho, embriagado como estaba por el gran incremento de su energía, a Bryan le parecía que esos sonidos eran más parecidos a auténticas aclamaciones que celebraban su nuevo ascenso y cuando miró por la ventana de su habitación hacia el cielo nocturno, sintió en lo más profundo de su ser que el poder oscuro lo ungía como su nuevo Señor.

Lentamente, casi a regañadientes, recuperó la compostura y su miró las manos. Regresando al presente, notó que casi todos los objetos de su habitación estaban en el suelo como si hubiese pasado un torbellino: Los muebles patas arriba, las sábanas arrugadas en un rincón, su muda de ropa en otro. Era un auténtico desbarajuste.

“Parece que al final mi cuerpo realmente soltó una oleada de poder cuando terminé el cambio. Si esto se repite nuevamente… tendré que tener mucho cuidado en el futuro. Bueno, no ha sido tan malo como habría podido ser. Y aunque no me guste admitirlo, las cosas raramente salen como uno imagina.”

Finamente su cabeza se despejó por completo y Bryan comenzó a prestar atención a lo que ocurría más allá. Entonces supo que la Matriz del Escenario de Masacre estaba activada.

“¡Nos atacaron! ¡Vaya, y yo aquí pensando en imprevistos!” Se dijo mientras se levantaba para tomar sus armas: “Bueno, pronto haré que lamenten su osadía. ¡Ahora mismo asumiré el control de mi matriz y desataré el horror sobre ellos!”

Bryan abrió la puerta de su cuarto y dio los primeros pasos en su camino hacia el patio, mientras se permitía un último pensamiento:

“Espero que Emily y Phoebe estén a salvo.”

Fue en ese mismo instante que percibió algo parecido al sabor a sangre en su boca, y en su pecho sintió una terrible sacudida, como si algo terrible despertase en su interior, emergiendo de las profundidades sombrías.

Bryan notó de pronto que todos sus músculos se atrofiaban y no pudo evitar caerse de rodillas. Quiso hacer algo, pero su cuerpo no le respondía. No es que no pudiese moverse, pero era como si una criatura desconocida hubiese estado viviendo todo este tiempo debajo de su piel y ahora de pronto se retorciese con violencia, arrastrándolo a él con cada uno de sus movimientos.

El miedo y el terror se apoderaron de Bryan. Hacía tan sólo un segundo había creído ser invencible, pero ahora parecía indefenso ante este monstruo que se alzaba desde su interior y distorsionaba su aspecto físico, para convertirlo en un ser espantoso a punto de mostrarse al mundo.

La oscuridad de la que se había apropiado, ahora trataba de apropiarse de él.

“¡Es la Esencia Mágica!” Pensó Bryan asombrado: “La Esencia Mágica no quiere obedecerme”.

Si no hubiese estado tan asustando, Bryan lo habría encontrado risible. Acababa de sobrevivir al intento de invasión mental externa por parte de una maligna deidad, pero ahora una nueva fuerza trataba de apoderarse de su cuerpo desde el interior.

Bryan trató de luchar del mismo modo en que otras veces lo había hecho, pero no podía controlar la Esencia Mágica. Así que le permitió retorcerse dentro de su cuerpo, como un león en la sabana, mientras trataba de encontrar una solución.

Por cierto, el Infante Sanguinario continuaba durmiendo, como si fuese completamente inconsciente de lo que ocurría. O simplemente le resultase irrelevante.

Mientras tanto los sentidos de Bryan le permitían saber vagamente lo que acontecía en el exterior y supo el momento en que la Matriz dejó de funcionar. También escuchó los pasos de Marcus en el tejado.

Para ese entonces la lucha entre Bryan y la Esencia Mágica había llegado a una especie de punto muerto, que por fortuna se inclinaba ligeramente a su favor. De modo que consiguió reunir fuerzas para levantarse del suelo. Fue pura coincidencia que terminase arrastrándose hacia la puerta trasera, que estaba entreabierta.

Por un instante prestó atención a lo que ocurría en el exterior y notó que Emily estaba en peligro. Así que rápidamente levantó una mano para conjurar el Escudo de Hueso alrededor de ella. Pero este gesto fue percibido por la Esencia Magia y esta reaccionó resistiéndose a su control con mayor violencia.

Como si odiase el hecho de que Bryan mostrase preocupación por el bienestar de Emily, la sustancia negra se introdujo con mucha fuerza dentro de su cerebro y comenzó a influenciar sus pensamientos, provocándole un auténtico frenesí sanguinario. A cambio, Bryan recuperó el control de su cuerpo, pero su mente se obnubiló por el ataque mental, de modo que comenzó a dejar escapar el poder contenido en su interior sin ningún tipo de control.

Lo que Bryan experimentó debido al ataque mental era similar, pero al mismo tiempo diferente, a tener mucha sed o hambre. Solo podía definirse como el deseo por matar a cualquiera que estuviese a su alcance, sin importar quien fuese.

En ese momento era como un adicto que llevase veinticuatro horas sin consumir. Su mente comenzó a imaginar diversos escenarios sin que pudiese hacer nada al respecto; y en todos ellos se veía experimentando el mayor de los placeres al aplastar los huesos de sus víctimas bajo sus pies hasta escucharlos crujir, en hundir sus dedos en la carne desgarrada de otras personas para descuartizarlas o masticar los tendones y los músculos de otros, no para consumirlos como haría un caníbal, sino por el simple deseo de disfrutar la sensación.

Por suerte, la parte racional que le quedaba entendía claramente que su estado era anormal y que debía resistir este impulso con todas sus fuerzas. El problema era que, si bien Bryan se había entrenado para resistir el dolor, nunca había sobresalido resistiendo la llamada del placer. Y esta extraña pero intensa “Sed de Sangre” se disfrazaba como algo increíblemente apetecible en su mente.

En ese estado, le era cada vez más difícil reconocer a las personas e incluso su propia identidad comenzaba a difuminarse, volviéndose poco clara. Estaba pues en un estado de seminconsciencia, en el que funcionaba como un autómata. En su momento consiguió conjurar el escudo para proteger a Emily, porque esa era su reacción natural, pero incluso ese comportamiento elemental suyo estaba adormeciéndose conforme el deseo de matar se imponía sobre su voluntad.

“Y ahora entiendes la trampa de la magia demoníaca.” Dijo una voz en su interior: “Se disfraza como un poder tuyo, pero en realidad te hace esclavo de tus propios instintos. La Esencia Mágica en tu interior no busca servirte en realidad, sino servirse a sí misma y al amo que la creó.”

“¿Qué?” Pensó Bryan mientras se mordía los labios para que el dolor despejase un poco sus pensamientos y luchando por no caer en la completa inconsciencia: “¿Quién eres?”

“Ahora no importa.” Respondió la voz de un niño: “Si no reprimes tus impulsos, perderás aquello que te hace humano. Necesitas resistir y dominarte.”

“¡Pero quiero matar!” Gritó Bryan en su interior, mientras sus últimos resquicios de razonamiento parecían disolverse. “¡Quiero bañarme en sangre humana! ¡No tienes idea de cuánto lo deseo! ¡¿Cómo puedo resistirme a esto?! ¡Dime como puedo ganar contra esta sed de una maldita vez o cállate y déjame matar!”

“No voy a decirte cómo ganar. Eso ahora depende de ti.” Respondió la voz del niño: “Pero si voy a dejarte saber por qué tienes que ganar.”

Inmediatamente sus ojos se abrieron y su mente se volvió lúcida por tan sólo tres segundos, ni siquiera el tiempo suficiente como para respirar a profundidad, pero para su mente reformada pareció una eternidad.

Entonces se dio cuenta de que Trunks, Gilberto, Emily y Phoebe estaban parados en frente suyo. Sin embargo, algo en ellos parecía incoherente. No supo de qué se trataba, hasta que reconoció el brillo del miedo en su mirada y necesitó de otro segundo para comprender que estaban asustados de él.

Solamente el profundo aprecio que le tenían a Bryan impedía que se alejasen de su presencia, como harían con una bestia o un monstruo.

Bryan experimentó entonces un nuevo tipo de dolor, que hasta entonces le era completamente desconocido: El de saber que había estado muy cerca de matar a sus seres más preciados.

En particular la mirada asustada de Phoebe y Emily, debatiéndose entre el temor y el amor que sentían por él, lo cortó como si fuesen dagas ardiendo. Pero este dolor le ayudó descifrar las palabras que había escuchado sobre la maligna trampa que se ocultaba en la Esencia Mágica de Chu Can Lan.

La Esencia Mágica lo había estado atacando desde el primer día en este nuevo mundo. Al principio su influencia era tan sutil, que no llegó a reparar a en ella, pero con el tiempo notó que sus impulsos se salían de control. Y conforme aumentaban sus poderes, también aumentaba esta influencia negativa que buscaba deformar su personalidad.

No era coincidencia que esta Sed de Sangre se hubiese activado en ese preciso momento, cuando sus enemigos ya habían sido derrotados, cuando sus aliados estaban agotados.

El objetivo de la Esencia Mágica, era que él mismo asesinase a sus amigos y amantes.

Que luego tuviese que vivir atormentado por la culpa.

Y nunca más volviese a crear un lazo con nadie.

De modo que al final, solo quedase él.

Al final de la trampa… lo único que tendría era a sí mismo.

En cuanto Bryan alcanzó esta revelación, la lucidez que lo había protegido desapareció. Entonces el deseo por matar volvió a asaltarlo como una avalancha… pero esta vez el ataque de la Esencia Mágica se encontró de golpe con la ira de Bryan. Se trataba de una cólera lo bastante grande como para destruir mundos. Una furia que era capaz de quemar cualquier tipo de deseo o necesidad, reemplazándola con pura determinación.

“¡Tú vas a obedecer!”

El pensamiento de Bryan era simple, corto, pero extremadamente intenso. Esta vez su voluntad consiguió imponerse con una facilidad absurda y la Esencia Mágica retrocedió asustada como una fiera que se ha encontrado con un depredador más grande.

Bryan aferró sus poderes tratando de controlarlos, pero la Esencia Mágica se resistió en su interior al igual que un caballo encabritado. Sin embargo, ahora Bryan estaba completamente despierto y poco a poco fue prevaleciendo, hasta que finalmente su Sed de Sangre acabó remitiendo.

De nuevo Bryan era el Señor Oscuro y no el esclavo de la Oscuridad.

“¡Nadie me quitará lo que quiero, ni siquiera todos los poderes malignos de este o cualquier otro mundo!” 

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