284 Las entrañas del Anfiteatro

A veces los trucos más simples resultan ser los mejores, Bryan y Emily aprovecharon el momento en el que las oleadas de personas abandonaban el Anfiteatro para camuflarse con la multitud y cuando vieron una entrada de servicio que generalmente usaban los esclavos que repartían pan gratis entre la multitud, aprovecharon para introducirse en los niveles inferiores con la ayuda de una barrera de invisibilidad hecha con Magia Oscura.

El interior del Anfiteatro resultó ser un auténtico laberinto de galerías que llegaba incluso debajo del edificio. Cuando lo construyeron, el emperador de aquella época exigió una estructura de por lo menos seis niveles que contuviese espacio para las gradas, instalaciones, jaulas, cocinas, habitaciones de los esclavos y de los competidores; pero todos los arquitectos le dijeron que tal cosa era imposible, pues ningún contrafuerte o columna podría evitar que el edificio colapsase por su propio peso. Sin embargo, finalmente dieron con la solución: Crecer hacia abajo y hacia arriba.

De ese modo se excavó el subsuelo y se construyó el gigantesco hipogeo, una construcción subterránea de habitaciones con techos abovedados que lo contenía todo. Era en este lugar donde se colocaban a los gladiadores, condenados a muerte y a las fieras que luego serían transportadas hacia la arena por el intrincado sistema de ascensores de polea y matrices de trasporte.

Bryan y Emily continuaron bajando en busca del mecanismo principal, que controlaba los escenarios de la Arena de Combate. Pero las dificultades no eran pocas, porque la Guardia Imperial vigilaba todos los accesos.

- Espera, por ahí no es. - Comentó Bryan deteniéndose de pronto antes de que doblaran una esquina: - Ese túnel conduce a las celdas de los condenados. -

- ¿Cómo lo sabes si nunca estuviste aquí? - Preguntó Emily intrigada.

- Por el olor. -

- Yo no huelo nada. -

- Yo sí. - Dijo Bryan y aclaró: - Los necromantes somos sensibles al aroma de la desesperación y ahí abajo hay mucha. -

No quería decirle que también percibía el aroma a podredumbre, sudor y heces secas de miles de hombres encerrados en celdas donde no llegaba ni un rayo de sol, el cual no verían hasta el día en que les tocase salir a la Arena de Combate.

- Entonces cambiemos de rumbo. - Decidió Emily buscando con la mirada y encontró un arco con el número LXVI escrito en su piedra clave: - Esto corresponde a las gradas de arriba, así que estamos en el sector nordeste. Busquemos cómo descender desde aquí. -

Continuaron deslizándose en silencio por esa maraña de túneles sombríos en los que cualquiera no acostumbrado se perdería sin remedio. Apenas había luz, pues la distancia entre una antorcha y otra era cada vez mayor. Por fortuna ambos eran un Mago Demoníaco Necromante y una Maga Oscura respectivamente, así que la oscuridad no les intimidaba.

Ambos continuaron avanzando entre los túneles tratando de usar los que descendían. Bryan calculaba que ya debían estar cerca de la Arena del Anfiteatro, solo que bajo tierra. El pasadizo por el que caminaban al fin giró y fue entonces cuando empezaron a oír los gritos desgarradores de las mujeres.

Al principio los confundió con el aullido o el rugido de alguna fiera que no acertaban a identificar, pero pronto se dieron cuenta de que se trataba de mujeres. Se podía entender hasta alguna palabra.

Emily y Bryan se miraron vacilando. No estaban ahí para rescatar a nadie, sino para desvelar los secretos del mecanismo que controlaba la Arena de Combate y marcharse sin ser vistos. Pero al final pudo más la curiosidad, así que avanzaron siguiendo el sonido hasta llegar a una esquina.

Y fue entonces cuando vieron al león.

¿Por qué un león andaba caminando libremente por los pasillos subterráneos del hipogeo en el Gran Anfiteatro Imperial? La situación era tan sorprendente que era difícil creerla y además Bryan no se dio cuenta de que los túneles estaban afectando su capacidad para escuchar, por eso no alcanzó a reaccionar a tiempo, en gran parte porque no estaba seguro de que conjuro podía usar para matar a la bestia sin hacer un ruido que revelase su presencia.

La bestia saltó con las zarpas listas y la boca bien abierta, dirigiendo sus colmillos hacia la cara de Bryan. Este dio un paso atrás mientras invocaba su Desgarrador Sombrío, pero antes de que pudiese hacer algo, las sombras cobraron vida y una docenas tentáculos oscuros tan gruesos como serpientes constrictoras atraparon todas las extremidades del león con una velocidad impresionante e incluso uno de ellos le cerró la mandíbula a la fuerza. En menos de un parpadeo los tentáculos de sombras jalaron violentamente al león contra la pared, dejándolo completamente inmovilizado.

Emily apretó violentamente su mano extendida. Entonces se escuchó un crujido sordo cuando las sombras siguieron sus órdenes, quebrando el cuello y la columna del león con mucha facilidad.

- Tu velocidad conjurando se ha incrementado. - La elogió Bryan.

- Es gracias a ti. - Respondió Emily sonriendo mientras dejaba el cadáver del león en el suelo con mucho cuidado: - Desde que consumí ese Elixir de Juventud mis tiempos de reacción son el triple de rápidos y también puedo sentir que mis circuitos mágicos son mucho más grandes. Todo eso me permite ser mucho más eficiente en combate. -

- Me alegra oírlo. - Dijo Bryan y se acercó para abrazarla tiernamente: - Gracias por salvarme la vida. -

- Tú eres mi vida. - Respondió Emily sonrojándose en sus brazos: - Antes de conocerte mi existencia era gris y vacía. Ahora el mundo está lleno de colores, calidez y sensaciones excitantes. Por eso te ayudaré a cumplir tus ambiciones sin importar lo que cueste. -

Bryan estaba tan conmovido por sus palabras, que habría hecho el amor con Emily ahí mismo si en ese momento no estuviesen un asqueroso pasillo subterráneo y polvoriento, lleno de potenciales enemigos. Así que se conformó con darle un beso profundo antes de continuar avanzando.

- Ya no escucho gritar a esa mujer. - Comentó Bryan: - Es una mala señal. -

- Estoy de acuerdo. - Respondió Emily.

Continuaron avanzado, con Bryan liderando la marcha. Esta vez tenía a un Espectro Oscuro levitando en frente suyo. No los había invocado antes porque tenía miedo de activar alguna de las múltiples barreras mágicas del anfiteatro, pero ahora prefería correr ese riesgo que encontrarse de golpe con otro león.

Y fue por eso que alcanzó a ver esas cosas.

- Algo me dice que esto no es parte de la decoración. - Comentó Bryan algo asqueado.

- ¿Qué es? - Preguntó Emily, que estaba acostumbrada a la percepción de su amado.

­- Más adelante hay… un mural de cabezas humanas. -

En efecto, unos minutos después llegaron a lo que parecía una antecámara que servía como sitio de espera antes de entrar a otro túnel. Y en toda la pared alguien había colocado mediante estacas al menos una veintena de cabezas.

- ¡¿Cómo hicieron esto sin que los guardias lo reportasen?! - Exclamó Emily consternada.

- No sé, pero supongo que ese león suelto habrá tenido algo que ver. - Dedujo Bryan.

Como si quisiese darle la razón, en ese momento se escuchó un gruñido y del túnel emergió un segundo felino de ojos amarillos, tan grande como el anterior. Pero esta vez Bryan reaccionó más rápido y le atravesó la cabeza con una Lanza de Hueso, aprovechando que la bestia todavía no acababa de salir del estrecho pasadizo. Luego Emily usó su magia para retirar su cuerpo y que ambos pudiesen pasar, así que siguieron avanzando hasta llegar a una puerta cerrada que no representó un desafío para dos Archimagos.

- Esto está mal. - Dijo Emily deteniéndose para mirar el entorno: - El diseño del Anfiteatro es diferente. Debería haber celdas aquí, los prisioneros de guerra a la derecha y las fieras a la izquierda, así es como diseñaron el hipogeo. -

- Alguien ha estado ocupado remodelando. - Comentó Bryan.

Originalmente el pasillo por el que vinieron debía bajar diez metros hasta esa sección, pero ahora descendía más de treinta. Las celdas habían desaparecido y cuando avanzaron comprobaron que el ancho del camino había sido ampliado lo suficiente como para que cuatro caballos juntos lo recorriesen y descendía en espiral en torno a un gran pozo central.

Y en el fondo se distinguía una mesa con lo que parecía ser un hombre atado y varios chamanes o algún tipo de conjurador salvaje a su alrededor.

- Por los divinos… ¡Tenemos que bajar ahí! - Susurró Emily.

Bryan siguió la mirada de Emily, pero no estaba mirando al hombre sobre la mesa, sino el extremo sur del pozo, donde un pequeño túnel conducía hacia un lugar desconocido. Ese sitio tenía algo raro. No era tan sólo la oscuridad, sino que se trataba de un humo sulfuroso que serpenteaba por el suelo. Bryan olfateó y distinguió otros olores: Sangre rancia y el hedor empalagoso de la carne en descomposición.

 Más allá de esa oscuridad, podía escuchar claramente cánticos extraños y los agudos gritos de dolor que habían escuchado inicialmente, los cuales en su momento pensaron que eran los de una mujer. Pero ahora sentía que se trataba de algo más. Algo pesante. Opresivo. Bryan se había visto cosas demasiado horribles como para que algo en este mundo volviese a asustarlo… o eso creía. Sin embargo, allí, en el aire mismo que respiraba, había algo más profundo, antiguo y vil de lo que cabría esperar en lugar que no fuese el palacio de Nécora.

Bryan comenzó a tener recuerdos sobre cómo se sentía matar por primera vez. Recordó el vergonzoso júbilo que sintió cuando enterró sus agujas de metal en la pierna del desprevenido Claude Ascher y la expresión de terror en su rostro al darse cuenta de que se estaba muriendo. Recordó cuando le mintió a Lisa diciéndole que la amaba y las lágrimas que derramó cuando lo vio besándose con Fanny. Recordó cuando dirigió a un lobo para atacar a sus amigos enanos y después fingir que él había llegado a ayudarlos por casualidad. Recordó la expresión de dolor de Fanny cuando el estúpido de Fitch le recriminó horriblemente por esos rumores que Cabiria no habría esparcido si él no se hubiese propasado con la hermosa maestra. Recordó cuando casi estuvo a punto de matar a Phoebe luego de que ambos discutiesen por un asunto de dinero y el afrodisíaco. Luego recordó cuando forzó a Emily por primera vez y las lágrimas en sus ojos mientras le suplicaba que se detuviese. Recordó cuando golpeó a Gilberto mientras estaba poseído por la Esencia Mágica y la Fuerza del Caos. Recordó los rostros de los legionarios que habían muerto por su descuido. Recordó cien actos de los que se avergonzaba, cien cosas más que debería haber hecho y no hizo. Se quedó paralizado, respirando aquel aire inmundo.

- ¡Vamos! - Le dijo Emily sujetándolo por el brazo para sacarlo de su estupor. Tenía los ojos enormes, agobiados, pero se estaba moviendo: - Respira por la boca, Bryan. No pienses, solo actúa. -

Bryan parpadeó como un tonto, se recobró y siguió a Emily. Mientras tanto su cabeza estaba considerando todo lo sucedido y llegó a la conclusión de que algún tipo de sortilegio estaba concentrando las emociones negativas, sobre todo las relacionadas con la culpabilidad.

- Creo que es Magia Salvaje. - Dijo Emily de pronto: - No sé lo que están haciendo ahí, pero debemos detenerlo. -

- ¿Por qué tú no estás tan afectada como yo? - Preguntó Bryan.

- Es muy pronto para sacar conclusiones porque no entiendo cómo funciona este hechizo, pero la respuesta inmediata sería que tengo menos culpas en la conciencia que tú, mi pequeño demonio. - Respondió Emily con una sonrisa irónica.

- Lo lamento. - Dijo Bryan.

- ¿Por qué te disculpas? -

- Porque me siento con ganas de disculparme. -

- ¿No sería mejor que comenzases a portarte de un modo más honorable? -

- Lo consideraré positivamente cuando salgamos de aquí. -

Fueron bajando lentamente por el pozo. Bryan envió delante a su Espectro Oscuro y pudo ver que los chamanes no parecían ser cultistas con la intención de sacrificar a aquel hombre, por lo menos no en el sentido convencional. Su víctima era un bárbaro capturado por el imperio durante la guerra y tenía el cuerpo entero cubierto de tatuajes. En su momento seguro tuvo un buen físico, pero ahora la piel le colgaba sobre el esqueleto alto y demacrado. Estaba atado boca abajo con gruesas cadenas sobre la mesa e iba desnudo de cintura para arriba.

Seis chamanes estaban sentados con las piernas cruzadas en las puntas de una estrella dorada grabada en el suelo: tenían los ojos cerrados y entonaban cánticos. Dos más estaban de pie a ambos lados del altar. Uno sostenía un martillo y el otro...

Bryan no dio crédito lo que veía y por eso decidió acercarse él mismo para poder verlo con sus propios ojos. El primer chaman sostenía un martillo de carpintero y clavos de oro, mientras que el segundo sujetaba en las manos un espinazo de caballo, que estaba colocando sobre la rabadilla del hombre tatuado.

El chamán mantuvo el espinazo en su sitio y el otro, apretando los dientes, puso encima el clavo dorado de quince centímetros. Entonces golpeó con el martillo, ignorando los gritos de aquel hombre tatuado, que trató de revolverse con violencia a pesar de sus ataduras. Con dos fuertes martillazos más, el clavo se hundió por completo. Entonces los dos chamanes retrocedieron y Bryan vio bien a la víctima por primera vez.

Su piel tenía algo raro. En un principio, no distinguió de qué se trataba por culpa de los tatuajes, pero luego vio que allí donde no había tinta la epidermis estaba enrojecida. Además, las venas se le marcaban como si estuviera levantando un gran peso. Habría resultado comprensible, teniendo en cuenta el dolor que estaba soportando, pero las venas no estaban en los puntos correctos y además se abultaban por todas partes. La propia piel parecía cubierta de extraños hoyuelos, como si tuviera todo el cuerpo picado de viruela.

Los dos chamanes que se apartaron comenzaron a hablar en un extraño dialecto. Alguien salió de un segundo túnel trayendo consigo a otro prisionero y Bryan envió a otro Espectro Oscuro a mirar en esa dirección, descubriendo una celda de espera con una docena de personas adentro. El nuevo prisionero llevaba grilletes de hierro en las manos, pies y tenía una cuerda atada al cuello con la que lo arrastraban lentamente hacia la estrella dorada con la mesa en el centro. Y Bryan notó que los chamanes eran extremadamente cuidadosos de que ninguna parte de sus cuerpos entrase en aquella matriz mágica.

El prisionero avanzaba aterrorizado, gimoteaba de miedo y un chorrillo de orina descendía por su pierna. No era para menos, porque sus ojos estaban clavados en el primer hombre atado en la mesa, con la quijada clavada. Finalmente, el terror fue demasiado e intentó resistirse con todas sus fuerzas, pero era demasiado tarde. Perdió el equilibrio y trastabilló hacia delante para no caerse, pero cuando vio que su trayectoria lo llevaría derecho hasta el hombre tatuado, se lanzó a un lado, aunque con sus extremidades atadas no tenía manera de amortiguar su caída.

Los chamanes que no estaban sentados entonando cánticos maldijeron al ver esto. Uno de ellos pasó la cuerda por encima de la mesa con una sacudida, mientras que otros se acercaron y juntaron sus fuerzas para tirar nuevamente del hombre que estaba en el suelo.

¿Por qué no usan su magia para obligarlo a moverse?” Se preguntó Bryan, pero entonces concentró sus sentidos mágicos y entendió el motivo.

La cámara entera estaba cargada de magia, tanto que podía verla flotar como las nubes de vapor sulfuroso que emanaban de la entrada del túnel que tanto le desagradaba. El aire mismo parecía espesarse de magia por doquier, excepto alrededor de la mesa con el hombre atado. Allí, el aire estaba muerto. Los chamanes estaban creando algo que sería resistente a la magia, incluida la de ellos.

Sin embargo, al fijarse con atención, Bryan vio que el hombre de los tatuajes no estaba del todo a salvo de la magia de los chamanes. Los cánticos que entonaban servían para tejer algo misterioso por encima de la mesa, algo que se hundía en el cuerpo de su pobre víctima en dos puntos. El Espectro Oscuro se acercó un poco más y así Bryan pudo distinguir que había dos diamantes clavados en la nuca del hombre, cada uno del tamaño de un pulgar. A primera vista no eran visibles, cubiertos como estaban de mugre, sangre y pelo. Pero en el espectro mágico, llameaban. Solo a través de ellos los chamanes eran capaces de tocar el cuerpo del hombre tatuado.

Por fin los brujos consiguieron levantar al hombre que se había arrojado al suelo. Este tosió, se atragantó y trastabilló de nuevo, pero esta vez cayó encima de la mesa, sobre el hombre tatuado. El pobre prisionero tendría que haber rebotado sobre el cuerpo del sujeto en la mesa y rodar hasta el suelo… pero en lugar de eso se quedó pegado.

Los chamanes soltaron la cuerda y retrocedieron deprisa, casi huyendo. Subió el tono de los cánticos. El prisionero gritó, pero Bryan no veía por qué, hasta que notó que al hombre de los tatuajes al que estaba pegado comenzaba a correrle sangre por la espalda.

Entonces, la espalda del hombre tatuado comenzó a devorar al prisionero pegado a él en el auténtico sentido de la palabra. Bryan vio como los pies del prisionero se apartaban del suelo y su túnica se desgarraba, mientras que la piel del hombre tatuado se retorcía. Cada una de esas miles de marcas que parecían viruela se abrieron como si fuesen pequeñas bocas provistas de colmillos. ¡En todos los puntos de contacto, la piel tatuada se estaba comiendo al prisionero!

Bryan sintió que el cuerpo de Emily se tensaba a su costado e inmediatamente se volvió para abrazarla y cubrir su boca, pues la Archimaga estuvo a punto de soltar un grito involuntario. No podía culparla. Él mismo tenía que contener las ganas de vomitar, pues estaba viéndolo todo con mucha más claridad a través de sus Espectros Oscuros.

Debajo suyo el espantoso espectáculo no había terminado. Mientras el recluso era consumido por aquella espalda tatuada, el hombre sobre la mesa chillaba con un sufrimiento igual al de su víctima. A través de sus criaturas etéreas, Bryan vio como las costillas enteras del prisionero eran arrancadas y luego desplazadas a través de la espalda ondulante hasta incorporarse al espinazo del caballo sujeto con el clavo de oro. Poco después la piel se infló y creció también por encima de la osamenta de caballo. Los chamanes siguieron recitando y Bryan adivinó que ellos orquestaban la operación. Fuese lo que fuera aquella <<cosa>> ya estaba hecha. Solo la estaban desarrollando para darle una forma adecuada para la guerra.

En otros diez segundos, el prisionero desapareció... más o menos. Partes de él se habían incorporado a la nueva criatura. La monstruosidad sobre la mesa había ganado quizá la mitad de la masa del prisionero. Su columna vertebral se había fusionado con el espinazo y sus costillas habían proporcionado una mayor longitud al torso, del cual ahora salía lo que parecía ser una pequeña cola de reptil. Además, esa cosa había pasado de ser una criatura bípeda a una cuadrúpeda.

La piel de esa cosa se había estirado por encima de las zonas nuevas y también estaba perforada por aquellas pequeñas bocas, pero estas eran tan diminutas en comparación al nuevo tamaño de la criatura, que apenas se veían y más bien parecía como si la piel estuviese desnuda, igual que la de una rata topo o un gato sin pelo.

Los huesos del cráneo del reo habían sido molidos y transformados para formar una cabeza más grande que ya no tenían forma humana, sino que se parecía a la de un felino deforme. También había algo que aparentemente era el germen de una nueva cabeza justo encima de la primera, pero que aún no terminaba de definirse.

!...y más parecía como si la piel estuviese desnuda, como si fuese la de una rata topo o un gato sin pelo."

- ¡Ahora entiendo! - Susurró Bryan entornando los ojos.

- ¡¿Sabes qué es eso?! - Preguntó Emily asustada.

- Si, eso me temo. - Respondió Bryan: - Ellos… están haciendo una Quimera. -

- ¡Qué! -

- No tengo idea de cómo, pero sé que están creando una Quimera de forma artificial. - Explicó Bryan y entonces cayó en cuenta: - Lo sé porque una vez conseguí matar a una con la ayuda de Gilberto, aunque esa había aparecido naturalmente en un lugar donde… ¡Ah! Eso explica el hechizo que sentimos. Están usando el sufrimiento de los condenados a muerte en el Gran Anfiteatro para generar las condiciones del nacimiento de una Quimera y de algún modo están acelerando su desarrollo usando los cuerpos de los prisioneros. -

- ¿Pero por qué crearían algo como esto? ¡No tiene sentido! -

- ¿Tal vez para usarla como arma para la guerra? Me dijiste que el Príncipe Antonio es el que tiene el control del Gran Anfiteatro. -

- Eso es cierto… ¡Pero Tiberio Claudio nunca permitiría esta atrocidad! - Exclamó Emily luchando para controlar el tono de su voz: - Sin importar lo ambicioso que sea, no puede estar tan loco. ¡Hay casi un centenar de leyes Imperiales que prohíben lo que sucede ahí abajo! ¡Ni siquiera el Emperador podría librarse de la pena capital si se descubre que ha hecho algo tan abyecto! -

Bryan cerró los ojos un momento, mientras consideraba todas las posibilidades. Y entonces recordó al Príncipe Antonio, así como el desagradable sentimiento de repulsión que sintió cuando lo vio.

- Quizá Tiberio Claudio no lo sabe… - Susurró finalmente: - Esto es cosa de ese príncipe. -

- ¿Bryan? -

- Estoy seguro de que el tal Antonio es un loco, Emily. Pero una cosa es ser un desquiciado y otra muy distinta es ser un estúpido. - Explico Bryan con seguridad: - Se ha dado cuenta de que, aunque gane la pelea para volverse emperador, al final siempre estará bajo el control del Duque Tiberio. Y ese narcisista no puede soportar algo así, de modo que esta debe ser su carta de triunfo para librarse de su tío abuelo una vez que se siente sobre el trono. Las Quimeras son muy resistentes a la magia y un grupo en estado adulto podrían ser una gran amenaza incluso para un Supremo. -

- Pero, aunque sea cierto es imposible domesticar a una Quimera. ¡Nunca podrá controlarlas! -

- Quizá no en estado natural. ¿Pero quién puede saberlo tratándose de una criatura artificial? - Respondió Bryan: - Sin embargo, no deja de ser una locura. Están violando demasiadas leyes de la naturaleza en este lugar. ¡Un contragolpe mágico por esto será inevitable! -

- ¡Podrían causar la ruina de nuestra nación! - Susurró Emily asustada al pensar en las consecuencias devastadoras que semejante crimen contra la naturaleza podría provocar si los dioses decidían que el Imperio Itálico se merecía un castigo.

Acción y reacción.

Era la ley divina.

Abajo suyo, un chamán que parecía ser el que estaba al mando espetó algo y luego indicó por gestos que sacaran al siguiente prisionero.

- ¡Tenemos que detenerlos! - Decidió Bryan mirando a la criatura y entonces una sonrisa maligna apareció en su semblante: - ¡Y creo que ya se cómo! -

- ¿Qué estás planeando? - Preguntó Emily.

- Espérame aquí querida. - Respondió Bryan con un gesto torvo: - Te daré una señal cuando necesite tu ayuda. ¡Es importante que bloquees los accesos a los túneles con tu magia, para que no puedan pedir refuerzos! -

*****

Bryan estaba reptando muy lentamente por las paredes del túnel, aprovechando que los chamanes estaban discutiendo algo para poder moverse sin que lo viesen. Abajo suyo los brujos parecieron llegar a un acuerdo y le arrancaron las ropas al hombre para que la quimera artificial pudiese asimilarlo más fácilmente. Bryan tenía una idea de lo que tenía que hacer, pero tenía que actuar en el momento justo. Lamentablemente eso significaba dejar morir al prisionero.

No le gustaba, pero igual decidió esperar.

Maldita sea, hombre, lucha. ¡Pelea por sobrevivir! ¡Eso me daría el tiempo que necesito!

Por desgracia, el prisionero desnudo no hacía nada excepto contemplar horrorizado a la masa de carne que se retorcía sobre la mesa.

¿Por qué no luchas? Lo único que pueden hacer es matarte.

En el último momento, el prisionero emitió un sollozo ahogado e intentó levantarse, pero la cuerda que llevaba al cuello tiró de él hacia delante. El pobre se quedó pegado a la criatura y chilló. Los cánticos se intensificaron de nuevo y los chamanes que no estaban recitando observaron con ojos desorbitados cómo el preso era devorado. En esa ocasión fue más rápido incluso que en la anterior.

Bryan aprovechó ese momento de distracción para dar un salto, levitando justo por encima de las cabezas de los chamanes y disparó una única Flecha de Hueso reforzada con todo su poder.

La Flecha de Hueso era un conjuro extremadamente elemental e incluso el poder de un Necromante Archimago no podía darle muchas más propiedades mágicas de las que ya tenía, salvo aumentar su número, velocidad de aparición o resistencia. Pero era este último aspecto el que Bryan necesitaba, porque observó atentamente todo el procedimiento de los Chamanes y tenía bien grabado en su memoria ese momento en el que usaron el espinazo de caballo en el hombre tatuado.

Era evidente que la piel de esta quimera artificial consumía lo que entraba en contacto directo con su superficie. Se trataba de una cualidad muy molesta y no sabía si la criatura original también la tenía, porque nunca llego a golpearla directamente. Pero quizá los huesos pudiesen durar un poco más de tiempo antes de consumirse o esa piel maldita no se afanase tanto en absorberlos como si lo haría con la carne.

Sucedió como esperaba. Las miles de bocas devoraban los fluidos y la carne. También destruían los objetos no orgánicos para que no ingresasen en su sistema. Pero los huesos se demoraban un poco en ser absorbidos porque primero eran reacomodados en el interior del cuerpo de la quimera artificial antes de ser asimilados por el organismo. De este modo la Flecha de Hueso consiguió abrirse paso por un instante, tan solo lo que duraba un suspiro, pero fue suficiente para golpear en fila a los dos diamantes incrustados en la deforme cabeza de la criatura.

Las joyas salieron con la misma facilidad que si hubiesen estado hundidas en mantequilla. Bryan no se detuvo y usó el arte del Noveno Diagrama Celeste para alejarse lo más rápido posible hasta llegar a la pared, que estaba llena de runas y símbolos hechos en relieve, de los que pudo agarrarse como una araña, de espaldas al muro y con las manos y los pies encajados en las grietas a sus espaldas. Pasase lo que pasase a continuación, él se conformaba con poner tierra de por medio y observar desde la distancia.

Por supuesto que los chamanes se dieron cuenta de su presencia en cuanto la Flecha de Hueso Impactó y lo vieron deslizándose por el aire. La mayoría se voltearon a mirar a Bryan con expresiones pasmadas y hubo algunos que incluso hicieron un ademán de apuntarle con sus manos para arrojar algún conjuro o abrieron la boca para vociferar maldiciones. Sin embargo, no tuvieron tiempo de hacer nada, porque en ese momento un rugido ronco, casi humano, pero aterradoramente intenso se escuchó en todo el pozo.

La quimera artificial seguía devorando al prisionero, pero la magia que instantes atrás contactaba a la criatura con la matriz en forma de estrella ahora flotaba en el aire como los tentáculos de una medusa, sin lugar a donde ir, porque sin los diamantes no tenía modo de aferrarse a su objetivo. Y así, de forma repentina, la quimera artificial a medio formar se sacudió con violencia, arrancando fácilmente las ataduras que la sujetaban y arqueándose como una serpiente, para desarticular y volver a articular su cuerpo de ese modo asquerosamente práctico que Bryan ya conocía.

En su forma de cuatro extremidades, la quimera artificial arremetió contra uno de los chamanes, arrollándolo fácilmente y despedazándolo con sus garras. Las pequeñas bocas funcionaban mejor que cualquier adhesivo, así que el brujo no pudo hacer nada para liberarse una vez que estuvo atrapado. Una bola de fuego chocó contra la piel de la bestia, pero, aunque el proyectil no perdió impulso, tampoco le hizo daño alguno, simplemente se desvió.

Tres bolas de fuego más la siguieron al cabo de un instante, pero todas salieron despedidas y explotaron contra las paredes o el suelo. Los chamanes chillaron aterrorizados y uno de ellos corrió hacia la escalera que subía en espiral desde las profundidades. Lamentablemente esto atrajo la atención de la criatura, que inmediatamente corrió tras él, aunque en lugar de seguirla escalera arriba, atajó por el centro del espacio circular e intentó agarrarlo.

El chamán se pegó a la pared, tan lejos como pudo de la mano deforme y letal. Consiguió su propósito, porque a esa altura, el brazo de la criatura no lo alcanzaba. De modo que el chamán prosiguió el ascenso, esa vez a gatas. Bryan pensó que lograría escapar, pero entonces el brujo se topó de golpe con una barrera hecha de pura oscuridad, cortesía de Emily. Y mientras el chamán se preguntaba qué sucedía o intentaba imaginar alguna forma para sortear este bloqueo inesperado, la quimera artificial comenzó a transformarse, perdiendo masa muscular en sus piernas y brazos, pero a cambio la cola que hasta el momento no estaba bien formada comenzó a alargarse como una serpiente, buscando a su presa con un repulsivo sonido de crujidos y succiones de huesos que se dislocan y recolocan.

En un abrir y cerrar de ojos la cola había alcanzado los cuatro metros de longitud, si bien aún no tenía la característica cabeza de serpiente, le bastaba para agarrar al chaman y tirar de él hacia abajo, directamente hacia sus fauces. Los gritos del brujo se convirtieron en un borboteo ahogado antes de que finalmente fuese silenciado para siempre.

La quimera artificial volvió a reconstruir su forma base e inmediatamente se lanzó al ataque, acorralando y aplastando a tres chamanes más contra la pared. Hizo una pausa porque no tenía las grandes fauces características o colmillos para devorar, así que dependía completamente de sus miles de pequeñas bocas para masticar ropa y carne. Un cuarto chamán agarró a uno de sus tres compañeros que estaban siendo absorbidos para liberarlos, pero cometió el error de apoyar su pie en el pellejo de la criatura con la intención de hacer fuerza. La quimera artificial aparentemente no le prestó atención, pero su piel reaccionó como si tuviese inteligencia propia o por lo menos un hambre insaciable. Porque el chamán no llevaba ni un segundo tirando cuando se le desorbitaron los ojos y soltó un aullido de dolor. Entonces se lanzó hacia atrás, pero su pie estaba pegado a la piel de la criatura. De modo que cayó de espaldas, gritando. Durante un instante, pareció que podría soltarse, al precio de toda la carne de su pie.

Ahora entiendo por qué la Magia Salvaje terminó siendo desplazada.” Se dijo Bryan sonriendo: “Si fueran magos normales podrían ofrecer una mejor batalla, pero estos bárbaros se demoran demasiado para conjurar. No tienen oportunidad. ¡Todos pagarán las consecuencias de lo que han hecho por medio de la misma criatura que crearon violando las leyes divinas!

El asunto es qué debemos hacer con esta cosa después…. ¿Cómo la detenemos?

En pocos minutos todos los chamanes estaban muertos y la quimera artificial había incrementado tres veces su tamaño por toda la carne que había asimilado, pero ya no tenía más que comer… excepto a Bryan. La criatura apuntó hacia él con la clara intención de hacerlo su próxima víctima, pero en ese momento una pesada reja de hierro le cayó encima.

- Llegas justo a tiempo, querida. - Susurró Bryan admirado.

Emily apareció levitando a su lado y extendió una de sus manos. Tentáculos hechos de sombras habían arrancado todas las jaulas de las celdas donde los chamanes encerraban a sus prisioneros y ahora la Archimaga estaba usándolas para golpear a la quimera artificial. La criatura devoró el metal de la primera reja e intentó levantarse, pero Emily simplemente agitó su mano para cambiar de puerta y continuó azotando a la criatura, una y otra vez, sin la más mínima piedad, como si estuviese usando el más raro tipo de mangual.

- Maldito engendro. ¿Crees que te dejaré hacerle daño? - Declaro Emily con una voz cruel y mirando fríamente a la quimera artificial como una reina de hielo.

- ¿Estás bien querida? ¿Debo ayudarte? - Preguntó Bryan sonriendo, pero en secreto hizo una nota mental para jamás enfadar demasiado a esa hermosa pero peligrosa Archimaga.

- No, ya tuve suficiente tiempo de analizar a esta cosa. - Respondió Emily con un tono dulce que contrastaba bastante con el que acababa de usar, pero en ningún momento dejó de aplastar a su víctima. Por fortuna originalmente había 9 celdas, así que tenía muchas rejas a su disposición: - Esta cosa se hace más fuerte si consume carne. Y su piel repele la magia. También puede destruir objetos, pero no es capaz de asimilarlos a su biomasa. -

- ¿Por eso usas las rejas? -

- Exacto. No puedo atacar directamente con conjuros, pero puedo usar mi magia sobre objetos para usarlos como arma. - Emily remarcó sus palabras agitando su mano hacia abajo mientras reforzaba su conjuro para golpear tan fuerte a la criatura, que los barrotes comenzaron a cortarla como en una rebanadora. La quimera artificial se curaba y consumía el metal, pero Emily la estaba dañando mucho más rápido de lo que la bestia podía asimilar: - Además, para poder transformarse, estoy segura de que esta criatura usa un montón de energía interna y además hay que recordar que no llegó a ser completada del todo. Así que debería volverse inestable muy pronto. -

Emily dejó de hablar y se concentró en usar dos tentáculos al mismo tiempo para incrementar la velocidad de los golpes. Cada azote era tan pesado que estremecía la cámara entera y aunque Bryan estaba seguro de que Emily ya habría colocado una barrera insonorizante, tuvo miedo de que los temblores atrajesen a los guardias.

Después de un tiempo unos extraños chispazos de energía mágica comenzaron a salir del cuerpo de la quimera artificial y su regeneración comenzó a salirse de control, haciendo que sus extremidades se alargaran, redujesen o deformasen sin que fuese el deseo de la criatura. Entonces la quimera enloqueció por completo por el ansia de consumir y comenzó a morderse a sí misma, devorando su propio cuerpo hasta que finalmente cayó muerta.

- Que cosa tan desagradable. - Sentenció Emily asqueada.

- Le hicimos un favor matándola. - Añadió Bryan.

- ¿Qué deberíamos hacer con los prisioneros? - Preguntó Emily señalando hacia las celdas sin barrotes, donde una docena de hombres se apretujaban aterrorizados.

- Dejémoslos. - Decidió Bryan: - Ya hicimos mucho salvándoles la vida. Si consiguen escapar de aquí evadiendo a los guardias, bien por ellos. Pero si terminan recapturados y enviados a la Arena, no es asunto nuestro.  Para empezar, están aquí por haberse atrevido a invadir nuestro territorio. ¡Dejemos que los dioses decidan su destino final! -

- Muy bien. - Asintió Emily y luego añadió mirándolo enojada: - Por cierto ¿qué hubieses hecho si no deduzco la naturaleza de esa criatura? ¿Y si te atrapaba? ¿No deberías haber invocado a alguna Criatura Oscura que te sirviese como escudo, por lo menos? -

- Esa cosa se fortalecía asimilando todo lo orgánico, así que no quería correr el riesgo de alimentarla. Pero aún tenía muchas formas de escaparme de ella. - Respondió Bryan sonriendo: - Por eso valía la pena liberarla y dejar que ella nos librase de esos chamanes. -

- ¡No te pongas en peligro de forma irreflexiva! - Lo reprendió Emily mirándolo preocupada y luego añadió tristemente: - No quiero perderte. -

Bryan la miró por un momento confundido, pero recordó que el primer esposo de Emily, el general Aureliano, murió épicamente sacrificando su vida por el Imperio. Seguramente ella no quería que esto volviese a sucederle.

- No tengo madera de héroe ni me interesa serlo. - Le dijo Bryan mientras se acercaba para abrazarla dulcemente: - Generalmente planeo cada paso y siempre mantengo un margen de seguridad cuando estoy solo. Esta vez intervine de este modo porque sabía que tú estabas aquí y tenía total confianza en tus habilidades. -

- Deja de decir tonterías. - Replicó Emily haciendo un puchero, pero no rechazó su abrazo y sus mejillas se volvieron coloradas.

- ¿Qué tonterías? Mi hermosa Emily es brillante en todos los aspectos. Ya sea como maga, como política, como espía… - Dijo Bryan con una sonrisa traviesa y entonces bajó una de sus manos de la estrecha cintura Emily para apretar firmemente una de sus posaderas mientras añadía con picardía: - Y también en la cama. -

- ¡Estúpido! ¡No hagas eso aquí! - Replicó Emily apartándolo enojada.

- ¿Conseguí distraerte de tu melancolía? - Preguntó Bryan medio en broma, pero retrocedió como ella deseaba: - Porque aún tenemos que continuar. -

Emily entendió lo que Bryan había querido decirle. Aún tenían que explorar el túnel del que provenía el hechizo que recolectaba las emociones y seguramente ahí encontrarían algo más peligroso que esa quimera artificial. Si en ese momento ella comenzaba a sentirse preocupada por Bryan podría distraerse y cometer un error.

No era el momento de cometer errores.

- Tienes razón. -

Tras decir eso se encaminaron hacia el túnel que se veía aún más oscuro que el resto del entorno, provocando en quien lo viese el ominoso sentimiento de querer alejarse lo más pronto posible de ese lugar. El encantamiento que recolectaba sentimientos se hacía más poderoso conforme se acercaban, pero para entonces ya habían adquirido una resistencia a esa magia, así que se limitaron a ignorar los malos pensamientos.

Cuando estaban a punto de entrar, Bryan dio un salto hacia adelante y agarró por el cuello a una persona que se ocultaba justo en la entrada, tratando desesperadamente de pasar desapercibido. Era uno de los chamanes que había sobrevivido porque estaba en el túnel.

- Mira que tenemos aquí. - Dijo Bryan sonriendo cruelmente mientras apretaba el cuello con un agarre de hierro: - Tengo curiosidad. ¿Por qué no intentaste huir hacia el interior del túnel? -

El chamán trató de luchar para liberarse, pero sus esfuerzos eran inútiles, así que intento hacer un conjuro, pero Bryan se dio cuenta de inmediato y le apretó la garganta tan fuerte que casi le arranca la tráquea.

- Tu primitiva magia no puede pasar desapercibida, bárbaro. - Le advirtió Bryan: - Vuelve a intentarlo y te cortare la hombría. ¡Ahora responde mi pregunta, por favor! -

El chamán comprendió que no podría liberarse, así que comenzó a murmurar cosas en su idioma con mucha dificultad, pues la mano de Bryan seguía apretando con mucha fuerza. Sin embargo, Bryan suspiró y sacó su Desgarrador Sombrío, para después introducir la punta afilada en la pierna derecha del hombre usando su mano libre. El chamán soltó un grito ahogado de dolor al sentir que su carne era atravesada.

- En el lenguaje común, por favor. - Le dijo Bryan.

- Más… delante… Soros… yo tener… miedo… mejor morir… que fallar. - Gesticuló el Chamán con dificultad: - Nosotros… perder… bestia… Por eso Soros… -

- Ya veo, ese Soros el Bestiario está ahí abajo y le tienes más miedo a él que a la muerte. - Dedujo Emily al escucharlo: - ¿Qué clase de hombre es ese para que este bárbaro prefiera arriesgarse a morir aquí en lugar de decirle que perdieron a la quimera artificial? -

- Imagino que lo averiguaremos pronto. - Dijo Bryan soltando la garganta del chamán, que por su pierna herida no pudo sostenerse y se desplomó en el suelo.

Después de pensarlo por un momento, Bryan pareció tener una idea y sacó un pequeño frasco de su Anillo Espacial que contenía un polvo blanco. Luego se agachó junto al chamán, pero esta vez le agarró la mandíbula, usando sus dedos para obligarlo a abrir bien la boca. Entonces derramó todo el polvo directamente en su garganta.

- Se un buen bárbaro y trágatelo todo. - Canturreó Bryan: - Te dejaré ir después de que te lo comas todo. Te doy mi palabra. -

El chamán no quería, pero no tenía fuerzas para resistir. Además, alcanzó a entender las palabras de Bryan prometiéndole su libertad y estaba tan asustando que no le importaba aferrarse a cualquier esperanza de escapar con vida de ese lugar.

- ¿Qué le has dado? - Preguntó Emily.

- Medicina. - Respondió Bryan, pero luego agregó con una expresión cruel: - La mejor medicina para un desgraciado capaz de crear una abominación como esa quimera. -

Bryan soltó al chamán, que inmediatamente trató de alejarse en otra dirección, pero muy pronto comenzó a sentir que la temperatura de su cuerpo subía, temblaba y el estómago le dolía. Entonces miró aterrorizado a Bryan mientras la piel de su cara se volvía de color azul, hinchándose y deformándose, pero todo lo que vio fue unos ojos fríos que le devolvían la mirada sin piedad.

 Así supo que nunca saldría de ahí.

La Quimera Artificial y el máximo tamaño que alcanzó luego de devorar a los chamanes.

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú, es miércoles 22 de marzo del 2023, hace un calor de los mil demonios por culpa del tifón Yaku y encima mi ventilador está fallando. ¡Vamos mecenas desconocido! ¡Patrocíname para que pueda comprar uno nuevo!

Ahora hablemos de los cambios.

Este capítulo se inspiró principalmente en los eventos del libro “Al Filo de las Sombras” de Brent Weeks, donde los protagonistas combaten con una criatura muy similar a la que describo.

Uno de los objetivos para este capítulo era mostrar a Emily y su nueva magia más poderosa y veloz, porque el cambio del elixir no solamente es de apariencia sino también en su desempeño como maga. En el original esto se dice, pero nunca se demuestra, pues jamás vemos a Emily peleando nuevamente hasta el capítulo 330 que yo recuerde. Naturalmente este enfoque debía cambiar y creo que me quedó muy bien. Por eso incluso hice que fuese Emily quien matase a este prototipo y de ese modo tan directo.

Vemos un Bryan mucho más prudente que también posee una precisión mayor. Ese disparo hacia los diamantes es propio de un francotirador. Además, que se diera cuenta de la verdadera naturaleza de la quimera artificial nos habla de lo mucho que sus experiencias lo han ayudado a mejorar a nivel mental.

Lo cierto es que las imágenes son referenciales y ninguna muestra al 100 % lo que quería para esta criatura, pero al menos dan una idea general de un ser medio alienígena mutante.

Creo que he puesto pistas de sobra para que adivinen que Soros el Bestiario tiene algo que ver con esto. Y es que ese personaje no iba a quedar solamente como decoración. Si bien estoy comenzando a escribir uno de los principios que más me gusta y al que deseo seguir lo mejor posible es el del Arma de Chéjov, llamado así por Antón Chéjov un gran escritor ruso que en cierta ocasión dijo: “Elimina todo lo que no tenga relevancia en la historia. Si dijiste en el primer capítulo que había un rifle colgado en la pared, en el segundo o tercero este debe ser descolgado inevitablemente. Si no va a ser disparado, no debería haber sido puesto ahí.”

El hechizo que succiona los sentimientos de angustia, sobre todo los asociados con la culpa, nos demuestra la nueva lucha interna de Bryan por superarse.

Ahora la criatura. Mi principal objetivo era transmitir algo parecido a La Cosa de otro mundo, pero no el original, sino el pésimo Remake/Precuela. Es verdad que esta (El remake del 2011, no la original) fue una película mala, pero el efecto de cómo La Cosa absorbía a otros, por más que fuese CGI, me gustó muchísimo y quería algo como esto. Por fortuna parece que Brent Week y yo tenemos gustos parecidos, porque ya había escrito algo de ese tipo y apenas tuve que retocarlo.

Quizá el Bryan del pasado habría ignorado a Emily y su angustia, pero ahora que ha madurado consiguió entender el motivo de su preocupación y por eso pudo calmarla.

La parte final del chamán muerto fue un agregado de último momento para crear un enlace al siguiente capítulo que en realidad será continuación de este. La forma de interrogatorio de Bryan está inspiraa en uno que sucede en la película Olimpo Bajo Fuego.

Pero déjame saber tu opinión en los comentario: ¿Qué te pareció el capítulo? ¿Te gustó como Emily y Bryan lidiaron con esos leones? ¿Se sintió que esa quimera artificial era como La Cosa o por lo menos algo rarísimo? ¿Te gustó todo lo que sucedió y el destino de esos chamanes? ¿Qué opinas de cómo Emily lo terminó? ¿Te gustó el interrogatorio de Bryan?

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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!