262 Resurrección de Cadáveres

Dominio Necromántico era una magia extremadamente poderosa que permitía fortalecer a las Criaturas Oscuras dentro de un Área Determinada mientras que al mismo tiempo debilitaba a los oponentes. Todas las veces que Bryan lo utilizó hasta ese momento habían sido en cierto modo forzadas por la situación y como experimento. Pero esta vez sabía muy bien lo que hacía, se tomó todo el tiempo necesario para preparar el hechizo más grande posible. También calculó su ejecución para lastimar exactamente a quienes quería lastimar, dejando de lado el daño a las personas de la Banda de Drakar.

Dominio Necromántico

- ¡Dalibor! Te daré una mano para que salgas de aquí con tu vida. - Dijo repentinamente la voz de Bryan desde una dirección completamente desconocida: - A cambio, me darás derechos para reclutar mercenarios públicamente y nunca más alguien me discutirá la propiedad de la Taberna Maldita. ¿Aceptas? -

La voz de Bryan resonó entre las piedras circundantes de un modo casi preternatural, como si fuese la de una criatura antigua que hubiese estado presente todo el tiempo, posiblemente hibernando para finalmente manifestarse.

¿Quién era?” “¿En dónde estaba?“¿Qué es lo que pasa?” Eran las preguntas que susurraban o se evidenciaba en los rostros de todos los presentes. Y el miedo a lo desconocido comenzó a filtrarse en los corazones de los mercenarios, al igual que ese extraño frío el cual empezaba a robarse el calor de sus cuerpos.

Pero había una persona en particular que se recuperó rápidamente de la impresión, pues para él esta aterradora situación era una cuerda salvadora que alguien le arrojaba justo antes de caer en un precipicio.

- ¡Es un trato! - Gritó Dálibor eufórico.

La respuesta al grito del berserker no fueron palabras, sino una risa. Una risa fría y macabra que encontró eco entre las piedras circundantes. Poco tiempo después un gran número de relámpagos aberrantemente silenciosos de color verde intenso iluminaron las nubes como si el propio cielo estuviese a punto de estallar sobre las cabezas de todos. Entonces hasta los más aguerridos entre los mercenarios que contemplaron este terrible espectáculo se llenaron de terror.

- ¡¿Dónde estás Bryan?! ¡¿Dónde te escondes, necromante?! - Gritó Costel en el aire, mirando a todos lados mientras trataba de encontrar a su nuevo objetivo mientras dejaba escapar su poderosa aura mágica, tratando así de levantar la moral de los presentes.

Los encantamientos de clase Dominio eran increíblemente poderosos y difíciles de romper. Por norma general solamente había dos maneras: La primera era romperlo con otro encantamiento del mismo tipo que fuese más fuerte y terminase imponiéndose sobre el primero. El problema para Costel era que su Dominio Radiante tenía la característica de lastimar a los que lo rodeaban y si lo activaba en ese lugar con tan poco espacio para que los hombres maniobrasen, podía terminar lastimado a sus propios aliados de forma irreversible aún si levitaba más alto. Y es que el Gran Mago podía sentir claramente que los poderes de Bryan se habían incrementado bastante, así que en esta ocasión no podría deshacer su magia de inmediato.

Quedaba entonces la segunda forma de destruir un Dominio, que era hacer un daño considerable al mago que lo estaba ejecutando. Y por eso necesitaba encontrar al necromante.

Justo cuando estaba a punto de ejecutar un conjuro de detección, todos pudieron ver una figura encapuchada que se levantaba sobre un peñasco imponente que se alzaba por encima de la multitud de mercenarios y estaba relativamente en el medio de las fuerzas enfrentadas. Parecía que Bryan había estado siempre escondido entre la multitud que combatía, pero consiguió pasar completamente desapercibido debido al caos de la batalla nocturna. Sin embargo, ahora se les revelaba como si fuese un fantasma, contemplando a todos con una mirada desprovista de calor y que helaba la sangre de quién lo viese, pues no parecía estar mirando personas sino ganado.

Durante un segundo hubo un extraño y tenso silencio entre las distintas facciones de mercenarios que contemplaban la figura de Bryan. Hasta que lo vieron levantar ambas manos como si quisiese abrazarlos a todos. Después, obedeciendo su gesto, se escuchó el inconfundible estruendo de pasos que resonaban en el húmedo suelo rocoso.

Durante la batalla y por acción de la gravedad, los combates habían provocado que todos los mercenarios terminasen agrupándose en ciertos sectores en las partes más baja del entorno. Ahora los ojos de todos los mercenarios comenzaron a mirar asustados hacia sus alrededores y comprobaron con horror que en todas las cumbres circundantes había Criaturas Oscuras. En medio de esa oscuridad era imposible saber el número exacto, pero debía haber por lo menos tres mil Guerreros Zombis, quizá unos cuatrocientas Gárgolas y varios grupos de Guerreros Esqueletos que comenzaron a descender montaña abajo, mientras soltaban espantosos alaridos y cargaban contra ellos.

- ¡Maldita sea! - Gritó Costel maldiciendo su descuido e inmediatamente arrojó un conjuro letal contra Bryan para tratar obligarlo a romper su Dominio Necromántico, pero en ese mismo momento lo vio saltar del peñasco para zambullirse entra la multitud de mercenarios enemigos, en una maniobra que a todas luces tenía que ser un suicidio. Sin embargo, poco después la magia de Costel hizo estallar en pedazos la gran roca sobre la que Bryan había estado parado y el estruendo junto con los fragmentos que volaron expulsados le impidieron ver cuál había sido el desenlace.

Aun así, Sorin tenía la esperanza de que Bryan ya estuviese muerto o por lo menos malherido por haber caído directamente sobre las armas de sus hombres.

- ¡¿Ese imbécil se volvió loco?! - Exclamó Sorin sin poder procesar lo que veía: - ¿Para qué conjuró a esos asquerosos no muertos si iba a lanzarse de cara contra nuestros hombres? -

- ¡Idiota! - Bramó Costel furioso mientras se acercaba levitando junto a su nieto: - ¡Su magia sigue activa, así que no está lastimado! ¿No sientes el aire frío? ¿No te das cuenta de que te estás debilitando? ¡Esta es una magia tipo Dominio que afecta negativamente a los vivos y en cambio hace más fuertes a las Criaturas Oscuras! Nuestros hombres ya estaban cansados por la pelea nocturna y ahora perderán sus últimas fuerzas rápidamente. Además, ese necromante ya no tiene que controlar el mismo a sus criaturas mientras esta magia las vuelva inteligentes. -

Costel acababa de explicar esto cuando se escuchó el estruendo del choque de las Criaturas Oscuras contra los grupos de Mercenarios. Estos eran peleadores experimentados y la mayoría ya se había recuperado de la impresión que les causó la repentina aparición de estos enemigos. Algunos incluso suspiraron aliviados porque pensaban que sus atacantes eran pequeños alevines que fácilmente podrían derrotar para luego continuar atacando a la Banda de Drakar.

Solamente el grupo de Falce Segador había experimentado este fenómeno y todos ellos tenían bien claro que las cosas estaban lejos de ser sencillas. Pero no pasó mucho tiempo antes de que este pánico fue compartido por la Tribu de Katar y la Casa de Menlo, porque las Criaturas Oscuras comenzaron a atacarlos de un modo rápido, coordinado e inteligente, que era inconcebible en circunstancias normales. En cambio, los vivos sentían como el peso de sus brazos o sus armas aumentaba con cada golpe que daban y cada respiración clavaba agujas heladas en sus pulmones.

- ¿No puedes romper su Dominio? -

- ¡Ya lo habría hecho si pudiera! Pero en este punto solo lo conseguiría por la fuerza y eso terminaría matando a muchos de los nuestros. No, para salir de esto tenemos que lastimarlo a él. Pero ¿en dónde está? ¿Puedes verlo? -

Sorin inmediatamente se puso a buscar y descubrió que no podía encontrar a al necromante. De hecho, sus hombres se apresuraron a atacar con sus espadas cuando vieron a Bryan caer sobre ellos, pero casi al mismo tiempo ocurrió la explosión del peñasco por el rayo de Costel y unos instantes después descubrieron que su enemigo había desaparecido como si la tierra se lo hubiese tragado.

- ¡El necromante está aquí! - Grito una voz.

Costel y Sorin se volvieron rápidamente y entonces vieron a lo lejos la silueta de Bryan, que sonreía mientras esquivaba los ataques de unos mercenarios de la Tribu de Katar y se movía tan rápido que nadie podía alcanzarlo. Además, como para demostrar su desprecio total por todos sus enemigos, el joven necromante ni siquiera había desenvainado su arma.

Miriel inmediatamente colocó una flecha en su arco, pero antes de que pudiese tensarlo la figura de Bryan dio una vuelta junto a una tienda de campaña medio destruida y lo perdieron de vista. Poco después, los bárbaros que lo estaban persiguiendo segundos antes comenzaron a agitarse consternados, mientras miraban a su alrededor.

- Debe tener algún tipo de artefacto mágico que lo oculta. - Juzgó Costel: - Quizá algo de Magia Oscura. Ustedes encárguense de matarlo o por lo menos háganle suficiente daño como para debilitar su Dominio. Yo mantendré a raya a las Criaturas Oscuras y veré que nadie de la Banda de Drakar se escape. -

- Entonces que Adam Menlo se ocupe de Dalibor… ¿Dónde está? - Comenzó a proponer Sorin, pero entonces se dio cuenta de que el líder de la Casa de Menlo ya no estaba con ellos.

- Se marchó mientras estaban hablando. - Explicó Miriel.

Efectivamente, cuando Sorin levantó la mirada vio que Adam Menlo había espoleado a su Guiverno y ahora se dirigía volando rápidamente hacia donde sus hombres combatían. Y es que el número de mercenarios de su facción no era tan elevado como los de la Banda de Drakar o Falce Segador, sino que sumaban un total de 900 combatientes en total, de los cuales solo 500 habían venido para esta misión. Aun así, como muchos eran antiguos Caballeros, su calidad como combatientes les permitía mantenerse en igualdad con los otros cuatro poderes. Sin embargo, entrenar nuevos miembros o reemplazar a los muertos era un problema constante para ellos.

Adam Menlo sabía que, si llegaba a perder tan solo 100 hombres, eso sería un golpe terrible para la fuerza total de su Casa. Las otras fuerzas podían soportar un daño como ese, pero él no. Así que se marchó volando desesperadamente para ayudar a los suyos.

Pero Bryan no tenía pensado dejarle las cosas fáciles y desde algún lugar envió una orden mental a casi todas las Gárgolas para que se lanzaran al ataque contra el Guiverno.

Gargolas

Si Adam Menlo hubiese podido verlas a la luz del día y no estuviesen potenciadas por el Dominio Necromántico, estas Criaturas Oscuras no habrían representado ninguna amenaza para un Caballero que poseyese un Pacto con un ser tan poderoso como un pariente de los dragones. Pero la oscuridad sobrenatural y el gran número de entidades voladores que se lanzaron sobre Adam Menlo como un enjambre de abejas, lo abrumaron de un modo completamente inesperado. Además, su dificultad era mayor porque no podía aterrizar en algún lugar sin correr el riesgo de que su bestia matase accidentalmente a sus propios mercenarios.

Así que ahora tenía que pelear en el aire, sin poder ver bien y mientras trataba de no alejarse mucho de sus hombres para poder ayudarlos. Todo mientras era acosado por cientos de bestias aladas del tamaño de gorilas, que trataban de desgarrarlo y encima que lo atacaban de un modo coordinado.

- ¡Es un maldito inútil! - Espetó Sorin sin una pisca de compasión por la desesperada situación de su colega y supuesto aliado.

- Si tienes tiempo para insultarlo entonces tienes tiempo de cumplir mis órdenes. - Gruñó Costel elevándose para conjurar: - Me encargaré de nuestros enemigos… ¡Ustedes atrapen a ese maldito necromante! -

Entonces el Gran Mago conjuró varias esfera luminosas que ayudaron a ver el entorno como reflectores. Acto seguido Costel disparó varias docenas de rayos contra las Criaturas Oscuras en un instante, cambiando así el ritmo completo de la batalla de una sola vez.

Mientras que todo esto sucedía, la Banda de Drakar había aprovechado el respiro para reagruparse lentamente y atender un poco sus heridas. En ese momento nadie les prestaba mucha atención, así que consiguieron hacer maniobras alrededor de su líder. Pero Costel se dio cuenta de esto e inmediatamente arrojó una serie de conjuros ofensivos sobre ellos.

Por suerte para Dalibor, el Gran Mago no quería arriesgarse demasiado utilizando magia muy poderosa que gastase mucho de su Fuerza Mental o por lo menos no pensaba hacerlo hasta que supiese exactamente en dónde ese ocultaba Bryan. Gracias a eso los dos Archimagos de la Banda de Drakar pudieron combinar fuerzas con los Chamanes usuarios de Magia Salvaje para crear una barrera que los protegió, aunque no podrían defenderse para siempre.

Costel estaba a punto de volver a atacar cuando sintió que algo sucedía. Entonces, como si Bryan estuviese riéndose de los esfuerzos del Gran Mago, varios grupos de Criaturas Oscuras aparecieron para reemplazar a las que acababan de ser destruidas y volvieron a complicar la situación de los mercenarios.

- ¡Maldición! - Gritó Costel frustrado.

El verdadero gasto de Bryan en cuanto a Fuerza Mental estaba en conseguir ejecutar y mantener su Dominio Necromántico. El resto de invocaciones realmente no consumirían tanto de su poder, así que podía seguir alargando esta situación bastante. Si tan solo las fuerzas de Falce Segador no estuviesen en ese preciso lugar, Costel podría acabar fácilmente con todas estas criaturas que encontraba repulsivas.

Por el rabillo del ojo podía ver a su nieto, flanqueado por Igor y Dolón, mientras arrojaba rayos de luz en cierta dirección. Poco después vio algo que parecía ser la silueta de Bryan corriendo como una rata en medio de varios mercenarios, pero este no se detuvo, así que el ataque debía haber fallado. Al final, el movimiento de su nieto solo sirvió para incrementar lo caótico de la situación.

Costel suspiró. Realmente tenía miedo de que Sorin acabase malherido, pues lo amaba a pesar de todos sus defectos. Pero con dos Archimagos y una asesina Elfa de su lado debería estar razonablemente seguro, así que decidió dejarles el problema a ellos.

También se desentendió temporalmente de la Banda de Drakar, pues ahora Dalibor ya no tenía más Transformaciones de Berserker disponibles y podría matarlo relativamente fácil cuando el caos terminase. Claro que su orgullo acabaría mortalmente herido si asesinaba a un oponente que no podía defenderse, pero a estas alturas su honor ya estaba por los suelos así que bien podía ensuciarlo un poco más por el Bien Mayor

Tal vez la Banda de Drakar pudiese forzar su salida de algún modo, pero no podrían hacerlo instantáneamente. Además, todo estaría bien mientras se asegurase de que el Berserker muriese.

Ahora mismo Bryan era el principal problema. El misterioso necromante se estaba volviendo cada día más peligroso, así que tenía que asegurarse de que no volviese a escapar. El Gran Mago de la Luz decidió entonces que volvería la estrategia de su enemigo en contra suya y continuaría manteniendo a raya a las Criaturas Oscuras sin usar hechizos poderosos para así conservar la mayor parte de sus poderes intactos. 

Para mantener el Dominio Necromántico, Bryan tendría que permanecer cerca. Si Sorin conseguía herirlo, entonces Costel podría encontrarlo y matarlo fácilmente. Pero era lo mismo si Sorin no lograba lastimarlo, porque igualmente la Fuerza Mental de su enemigo se consumiría excesivamente por el mantenimiento del hechizo hasta dejarlo en un estado debilitado y entonces Costel lo mataría.

El Gran Mago sonrió mientras comenzaba a conjurar una serie ataques que golpearon con precisión casi quirúrgica ahí donde los Criaturas Oscuras estaban haciendo más daño. Poco después percibió el poder necromántico de Bryan invocando más reemplazos y sonrió porque sentía que, a pesar de todo, seguía teniendo el control de la situación.

No tenía idea de que Bryan tenía Magia Demoníaca además de la Fuerza Mental.

Tampoco era conciente del devastador alcance de la Necromancia cuando se desataba todo su poder maligno.

*****

Cuando aún era un mocoso en entrenamiento sus compañeros se dieron cuenta de que tenía un buen sentido del olfato, así que cuando alguien dudaba del estado de los alimentos que estaban por cocinar, le pedían que los olisqueará para saber si estaban malogrados. Esta situación se repitió innumerables veces, hasta que finalmente se ganó el apodo de “Detector” y se lo dijeron tantas veces que hasta se olvidó su propio nombre.

El fatídico día en que el Viejo Capitán de Falce Segador se murió, Detector pudo sentir que el aire literalmente cambiaba y supo en su corazón que algo olía mal en la forma en que Sorin había llegado al poder. Pero como tantos de sus compañeros decidió que era más fácil ignorar los hechos, las voces de Trunks y hasta sus propios instintos.

Y es que tenía bien claro lo que implicaba ser pobre, miserable y solitario. Detector sabía lo que acarreaba dejar la protección del grupo. Daba igual que la persona que lo había salvado de los horrores del abandono fuese precisamente el Viejo Capitán o que quizá ahora estuviese sirviendo al asesino de su benefactor. Simplemente no quería pensar en eso.

Además, Detector tenía algunos amigos. En realidad, era bueno para trabar amistad con cualquier persona con el suficiente desprecio por sí misma como para poder perdonar el asco que Detector sentía por sí mismo. Originalmente eran Bob, Laurel y Ferguson. Pero Laurel no pudo soportar la culpa y una mañana descubrieron que se había suicidado enterrando una espada en la tierra con la punto hacia arriba, para luego saltar sobre ella.

Detector sintió un poco la muerte de Laurel, pero se olvidó de ella muy pronto porque de no hacerlo recordaría otras cosas que tampoco quería recordar. Lo mismo sucedió con Bob y Ferguson, que ahora actuaban como si su compañero nunca hubiese existido. Y es que la amistad de los tres no se basaba en un verdadero aprecio, sino a que sentían que no se merecían algo mejor o (más probable aún) no querían asumir las molestias que algo mejor representaría. Detector, Bob y Ferguson luchaban como un equipo y se protegían ferozmente porque su amistad era exactamente lo que querían: Un grupo de personas que sabía y pensaba que en el fondo todos ellos era unos miserables traidores, pero que jamás lo dirían en voz alta o se recriminarían por ello.

Una relación así solo puede empeorar a sus integrantes. Los tres amigos comenzaron visitando burdeles cada vez más depravados para entregarse todo tipo de vicios que los ayudaban a olvidar su dolor temporalmente, aunque después todo esto agregaba un mayor número de vergüenza a la carga que ya llevaban en su interior. Pero como los tres compartían esta condición de autodesprecio era más fácil que se engañasen a sí mismos, culpando de su desgracia a todo el mundo excepto a ellos. Llegaron al punto de emborracharse tanto que sin darse cuenta abusaron sexualmente de un par de jovencitas y luego, para ocultar el asunto, las mataron y quemaron sus despojos para que nadie reconociese sus cadáveres; pero incluso entonces racionalizaron su maldad diciéndose que era culpa de ellas por haber nacido mujeres o de sus padres por no ser más fuertes y defenderlas. Dentro sus mentes, ellos simplemente les habían hecho el favor de terminar sus vidas pronto, para librarlas así de las dificultades de continuar existiendo.

Con el tiempo, la vida de libertinaje hizo que las habilidades que Detector adquirió remitiesen e incluso su capacidad para percibir los olores se degradó casi por completo por culpa del abuso de sustancias tóxicas, aunque no por ello perdió el apodo que de su adolescencia. Pero lo que si conservó fue la fuerza y velocidad para combatir a un nivel profesional, motivo por el cual seguía manteniendo su puesto en Falce Segador.

Pero en ese momento, mientras luchaba contra un enorme Guerrero Zombi que lo atacaba sin descanso con una especie de hacha de guerra destartalada, aunque bastante letal, Detector comprobó que apenas podía mantener el ritmo. Si fuesen otros tiempos o si hubiese mantenido una vida disciplinada tanto anímica como físicamente, quizá habría podido sobreponerse y seguir peleando a pesar de ese aire helado que se introducía en sus pulmones, reduciendo el tamaño de sus órganos por la fuerza y torturando su cerebro con dolor. Tal vez, si no hubiese descargado su lujuria con prostitutas antes de la misión, sus articulaciones no se resentirían tanto cada vez que intentaba mantener su escudo derecho frente a los golpes del Zombi, quien ya estaba consiguiendo que se le acalambrase el hombro o quizá este terminase dislocándose.

Pero definitivamente el mayor daño no era tanto físico como emocional. Y es que una batalla no se decide realmente por el número de muertos, sino más bien es una cuestión psicológica. El vencedor siempre es aquel que consigue que su oponente piense “quizá sea mejor rendirse”, porque la voluntad de triunfar es el bien más preciado para un guerrero. Esta es la principal razón por la que es posible perder varios combates e incluso acabar perdiendo heroicamente la vida y aun así acabar ganando una guerra.

Por eso, aunque Detector sabía claramente lo que tenía que hacer, cada vez lo intentaba menos. Él entendía que la mayor ventaja del Guerrero Zombi era que no se cansaba y sus fuerzas no se agotaban, así que no debía entrar en una batalla de resistencia. También era consciente de que su enemigo no iba a desanimarse, porque no tenía miedo. Pero comprendía que era posible aprovecharse de esto para ganar, porque, aunque el Guerrero Zombi peleaba con mayor astucia gracias a Dominio Necromántico, seguía teniendo la tendencia a no defenderse como lo haría un vivo, lo cual lo hacía vulnerable. Detector tenía que conseguir atravesarle la cabeza con su espada, cortarle las manos o los pies. Entonces tendría la ventaja por su simple habilidad. De hecho, hasta el momento había hecho esto mismo unas siete veces y las Criaturas Oscuras cayeron en su momento.

Pero cuando se enfrentó al octavo Guerrero Zombi una idea extraña comenzó introducirse en su mente, perturbando los cimientos del castillo de mentiras y autoengaños que había construido durante años: Era el pensamiento de que, quizá, se merecía morir de esa forma.

Claro que intentó desterrar esta idea a la fuerza e incluso arrojó varios golpes desesperados hasta que sus compañeros le llamaron la atención, pues estuvo cerca de abandonar la formación defensiva que todos habían construido apresuradamente para luchar contra la horda enemiga. El muro de escudos estaba consiguiendo que aguantasen bien y con la ayuda del Gran Mago era una simple cuestión de tiempo que terminasen venciendo.

Pero en ese momento Detector escuchó un grito cerca suyo y reconoció la voz de su compañero Ferguson, que se había tropezado por culpa de la oscuridad, así como el terreno irregular. Antes de que su amigo pudiese levantarse, varias manos putrefactas cayeron sobre él con garrotes, espadas y hachas de guerra. Naturalmente los hombres de Falce Segador cargaron en ese momento sin romper la formación, consiguiendo así que la marea de Zombis retrocediese, pero por ningún lado podían ver a Ferguson, vistiendo su característico casco de bronce adornado con una piel de lobo. Simplemente desapareció en la marea de enemigos.

Detector rugió de ira y dolor en ese momento. Lo único que tenía era la perversa amistad que lo unía con sus compañeros sobrevivientes que se mentían así mismos mientras compartían su maldad, pero ahora uno de ellos había desaparecido para dejarlo solo con sus fantasmas.

Solamente quedamos Bob y yo” Pensó Detector aterrado ante la posibilidad de perder esa última amistad, la excusa final para no asumir su propio vacío. Así que comenzó a arrojar golpes sacando fuerzas de flaqueza y consiguió matar al Zombi que había vuelto a intentar atacarlo. Luego corrió a buscar a su amigo.

Bob combate con una lanza larga, pero no tiene escudo. Tengo que unirme a su lucha y entre los dos podremos sobrevivir. Luego ya encontraremos más compañeros, disfrutaremos o incluso largarnos de este maldito lugar si es necesario. ¡A la mierda con todo lo demás!

Pero muy pronto Detector se encontró con un escenario de pesadilla. Un grupo de treinta miembros Tribu de Katar había llegado a la zona donde Bob luchaba, peleando de ese modo barbárico y desordenado que lo único que hacía era propagar el caos por doquier. Gracias al choque accidental de ambas fuerzas de mercenarios, las formaciones se rompieron lo suficiente como para que los Zombis se abriesen paso y entonces ocurrió una gran cantidad de muertes, no tanto por los ataques de las Criaturas Oscuras, sino por la aglomeración de los distintos grupos de mercenarios.

El ultimo compañero de Detector estaba agachado en el suelo con un feo corte en el muslo derecho, el cual sangraba profusamente. No le quedaban fuerzas para levantarse y hacía mucho que había soltado su arma.

- ¡Bob! - Gritó Detector alarmado.

- ¡Amigo, sálvame! ¡Por favor no me dejes morir aquí! - Suplico Bob.

- ¡Vas a estar bien! - Rugió Detector mientras preparaba su escudo y se enfrentaba solo a un nuevo grupo de Criaturas Oscuras que se aproximaba.

En ese curioso momento, cuando sintió que estaba por perder a su ultimo amigo, aún si su amistad en realidad era mierda disfrazada, Detector encontró algo parecido al valor y que había olvidado hacía mucho: Un motivo para querer seguir peleando.

La amistad que tenían no era verdadera, pero Bob y Detector se consideraban amigos. Cada vez que había tenido que elegir entre hacer lo que debía y lo que era más cómodo, Detector había escogido lo segundo, pero esto solo terminó llevándolo a un camino en el que la existencia solo se volvía más pesada y cada día transcurrido encontraba que los placeres ya no bastaban para distraerlo, incluso si profundizaba más en la perversidad. Fue un curioso instante de resolución para Detector en el que decidió pelear por el último amigo que le quedaba, aunque no se dio cuenta de que en realidad no le importaba el destino de Bob, sino que quería “sentir que estaba haciendo lo correcto”.

Así es, durante mucho tiempo Detector se había considerado moralmente repugnante en secreto, pero ahora quería sentirse moralmente superior.

Pese a todo, quien encuentra una razón para vivir, incluso si el motivo es un autoengaño, generalmente encuentra el cómo. Detector recuperó las fuerzas, se sobrepuso al dolor de los pulmones y su cuerpo, para finalmente cargar con su escudo de un modo que de lejos podría incluso parecer hasta gallardo. Este gesto inspiró a varios mercenarios de Falce Segador que habían venido detrás suyo e inmediatamente corrieron para luchar a su lado al grito de: “¡Vamos con Detector!

De este modo consiguieron detener a los Guerreros Zombis e incluso mataron a muchos y consiguieron recuperar algo de terreno. Repentinamente Detector descubrió que los hombres a su alrededor estaban siguiéndolo y por un segundo saboreó lo que era tener el protagonismo.

Quizá este sea mi momento.” Pensó Detector, permitiéndose imaginar algo más que sobrevivir e incluso deseo con más fuerza a mujeres hermosas, dinero y autoridad. Ni siquiera reparó en que se había olvidado por completo de Bob o su destino.

Cuando Detector estaba a punto de comenzar a dar órdenes, ocurrió un extraño fenómeno que lo devolvió a la realidad. Un resplandor misterioso de color verdoso comenzó a volar entre los mercenarios. No se trataban de los relámpagos sin sonido que brillaban en el cielo nubloso, sino de algo más difícil de identificar. Era una luz, pero de algún modo parecía nebulosa, aunque se movía tan rápido como el viento, hasta el punto en que ninguno de los mercenarios pudo hacerse una idea clara de su apariencia cuando pasó a su lado.

El misterioso vaho desapareció casi tan rápido como llegó, pero antes de perderlo de vista algunos tuvieron la impresión de que se dirigía hacia el suelo, como si fuese en realidad una entidad en busca de refugio. De hecho, algunos incluso comenzaron a pensar que lo vieron dividiéndose justo al final, como si no tratase de una sola cosa sino de varias que se movían al mismo tiempo.

Definitivamente da muy mala espina.” Se dijo Detector asustado: “¡Pero no puedo permitir que esto me desanime! ¡Este será mi momento! ¡Voy a probar lo que valgo!

*****

Mientras estaba en el aire, Costel había estado controlando toda la batalla, apoyando tranquilamente a los mercenarios que luchaban contra las Criaturas Oscuras y atento al momento en que Bryan apareciese. Pero repentinamente su expresión se llenó de duda y sus ojos se fijaron en un extraño fenómeno en el que no reparó hasta el momento.

En el cielo, las nubes negras del Dominio Necromántico se agitaban como siempre, hasta el punto en que uno podía pensar que realmente se encontraban bajo el agua y lo que veían arriba era en realidad el movimiento de la olas de un mar aterrador surcado de relámpagos mudos. Pero repentinamente una extraña energía nebulosa había comenzado a descender con movimientos calmados, formando un extraño tornado verdoso luminiscente. Normalmente este fenómeno se habría destacado fácilmente en cualquier otra circunstancia, pero consiguió pasar desapercibido hasta el momento debido al movimiento antinatural de las nubes.

Poco a poco este extraño tornado de neblina comenzó a descender hasta tocar el suelo, luego comenzó a extenderse hasta que su diámetro superó los veinte metros.

¿Qué es esta cosa? Jamás vi algo como esta magia.” Se dijo Costel asombrado mientras se concentraba en todos los textos mágicos que había leído, tratando de identificar el fenómeno.

A pesar de todo el Gran Mago estaba tranquilo porque confiaba en su propia capacidad para defenderse o bloquear incluso magias desconocidas. Además, Costel era sensible a la agresividad de los conjuros y las maldiciones, así que comprendía instintivamente que este fenómeno mágico no era del tipo ofensivo. De hecho, ni siquiera estaba dirigido hacia él.

¿Acaso ese Bryan cree que va a sorprenderme con ilusiones? Supongo que al final los necromantes son…

Justo cuando estaba articulando ese pensamiento en su mente, comprendió que estaba cometiendo un terrible error. Costel era un mago increíblemente poderoso, pero se había especializado en luchar contra el Culto de Caelos que privilegiaba la Magia Oscura. Muy rara vez había visto a un necromante que no estuviese practicando una versión en decadencia de sus artes mágicas. Además, como él era un Gran Mago y todos los necromantes eran muy débiles en comparación, realmente jamás tuvo que lidiar él mismo con ninguno.

En pocas palabras, Costel había asumido que Bryan pelearía a la defensiva como lo hizo en su primer encuentro, probablemente recurriendo al misterioso pequeño esqueleto que era inmune a la Magia de la Luz. También asumió que todo lo que ocurriese hasta que su enemigo dejase de esconderse sería simplemente un preludio de recursos de ataques a distancia, similares a los que cualquier otro Mago Oscuro haría.

Pero Bryan era un Necromante y no necesariamente pelearía de ese modo. Costel se dio cuenta de su error e inmediatamente reestructuró sus pensamientos en consecuencia… Aunque cuando finalmente comenzó a sospechar la verdadera naturaleza de este misterioso vaho resplandeciente ya era demasiado tarde.

- ¡Oh no! - Exclamó Costel aterrado y extendió una mano mientras trataba de elegir un conjuro para tratar de contener esta amenaza, pero cuando lo hizo el torbellino se dispersó como lo haría un cardumen de peces o una bandada de pájaros esquivando a un depredador.

Entonces varios cientos de vahos volaron a una velocidad apenas perceptible para el ojo humano, en dirección hacia el suelo, donde luchaban los mercenarios.

******

Detector estaba tratando de darse ánimos cuando repentinamente una figura emergió del grupo de Guerreros Zombis. Era difícil distinguir a algo o a alguien en la oscuridad imperante, pero él si lo pudo hacer porque la silueta que se acercaba era una que conocía demasiado bien. Además, incluso si hubiese adelgazado o ganado peso, todavía podría identificarlo la piel de lobo sobre su casco de bronce.

- ¡Ferguson! ¡Estas bien! - Exclamó Detector alegremente, pues en ese momento en que su confianza estaba comenzando a vacilar la presencia conocida de un amigo, incluso uno falso, era un bálsamo considerablemente efectivo: - ¡Rápido! ¡Vamos a cubrirlo! -

Al escuchar sus palabras los miembros de Falce Segador primero dudaron, pero entonces reconocieron el casco y vitorearon. Estaban tan necesitados de una buena noticia que no se dieron cuenta de que había algo extraño en el hecho de que su amigo estuviese emergiendo de entre los Guerreros Zombis sin que estos lo atacasen. De hecho, las Criaturas Oscuras parecían haberse detenido temporalmente, como si estuviesen tomando un respiro o esperando algo.

Los miembros de Falce Segador se acercaron con los escudos listos, pero no con las armas en ristre, pues su intención era proteger a su amigo y dejarlo entrar en la seguridad de la formación defensiva. El primero de ellos era Detector que lideraba la marcha, pero debido a esto también fue el primero en notar que algo extraño estaba sucediendo y se detuvo en seco, provocando que los hombres que venían detrás suyo se tropezasen.

Ferguson estaba caminando hacia ellos, con su espada bastarda bien aferrada en su mano derecha y un hacha en la izquierda. Pero su armadura estaba rota en varios lugares y tenía heridas por todas partes, sobre todo un tajo en el pecho que claramente era letal.

¡En tales circunstancias no debería poder caminar sin tambalearse!

- ¿Ferguson? - Susurró uno de los mercenarios.

En respuesta Ferguson abrió la boca, pero en lugar de palabras soltó un espantoso rugido y cargó contra sus compañeros con sus armas preparadas. El destino quiso que fuese Detector quien tuviese que interceptarlo con su escudo y lo consiguió por acto reflejo, pero el miedo fue tal que sin darse cuenta retrocedió unos pasos e incluso tropezó.

A unos centímetros de sus ojos podía ver el filo de la espada de su amigo, que se había incrustado en la madera del escudo. Incluso podía sentir el piquete de la punta del acero en su mejilla, que le provocó un corte muy ligero, aunque doloroso, pero lo pudo ignorar porque toda su atención estaba puesta en su amigo o, mejor dicho, en sus ojos que no parpadeaban y cuyas pupilas resplandecían con una luz verdosa que le pareció extrañamente familiar, como la hubiese visto anteriormente.

Entonces su amigo abrió la boca y Detector vio que en su garganta parecía brillar la misma luz que en sus ojos, como si se hubiese tragado una lampara que un brillase. Pero no pudo pensar nada al respecto porque el rugido de Ferguson le hizo doler los tímpanos.

- ¡¿Qué haces?! -

- ¡Para ahora Ferguson! -

- ¡Detente! -

 Sus compañeros comenzaron a gritar cosas, pero Detector no conseguía entender lo que decían porque su mente estaba completamente abrumada con la visión de lo que estaba sucediendo. Notó que algunos hombres trataron de quitarle a Ferguson de encima, pero uno de ellos acabó con un golpe de hacha en el cuello y el otro retrocedió de inmediato.

Entonces los hombres finalmente entendieron que la persona frente a ellos era un enemigo y el mercenario al costado de Detector hundió la punta de su espada profundamente en el estómago de Ferguson hasta que lo atravesó.

Pero este no cayó, sino que siguió rugiendo mientras empujaba el escudo de Detector como si quisiera atravesarlo por encima, lanzando terribles mordiscos por encima del borde, igual que lo haría una bestia tratando de morderle el cuello.

Otro hombre llegó para ayudarlo y empujó a Ferguson con fuerza mientras lo golpeaba con su escudo, pero lejos de debilitarlo los golpes simplemente parecían motivar más la agresividad de Ferguson, hasta que finalmente otro de ellos vino con su espada y lo decapitó de un solo tajo.

Una oleada de murmuraciones confusas comenzó a extenderse de inmediato, pero el único que permanecía en silencio era Detector. En cada momento importante de su vida, había elegido mentirse a sí mismo, salvo cuando intentó defender a Bob. En esta ocasión el miedo y lo surrealista de lo que estaba sucediendo hicieron que volviese su viejo habito y se sumiese en un estado de negación. Por eso no se dio cuenta inmediatamente de que el ruido de las murmuraciones comenzaba a incrementarse hasta convertirse en gritos de alerta y finalmente de pánico que lo devolvieron a la realidad.

Así fue como vio que muchas figuras se aproximaban hacia ellos desde distintas direcciones. Algunos de se levantaron del suelo frente a los ojos de los mercenarios, como si todo el tiempo hubiesen estado durmiendo ahí mismo. Pero todos tenían en común que vestían armas o armaduras reconocibles, donde se lucían los emblemas de Falce Segador, la Tribu de Catar y uno que otro de la Casa de Menlo.

Los muertos se estaban levantando y venían a matarlos.

En el momento en que comprendió esto, cualquier valor real o imaginario desapareció por completo del corazón de Detector y fue el primero que soltó su espada junto con su escudo para dar media vuelta y abandonar a sus compañeros. La formación defensiva ahora tenía un hueco que la dejaba vulnerable.

Los muertos vivientes cargaron salvajemente contra los que habían sido sus aliados en vida, atacando con un ensañamiento y un odio propio de monstruos. Lo cierto era que, aunque todos conservaban una buena parte de sus habilidades físicas, no tenían todo el poder que ostentaron en vida, sobre todo porque no parecían capaces de utilizar las técnicas de combate complejas que solían dominar. Pero tenían su fuerza física y una energía ilimitada, así como una total privación de miedo o vacilación.

Pero por encima de todo su mayor poder era el miedo que provocaban en aquellos que de pronto se veían forzados a luchar contra monstruos con el rostro, formas y armas de los que habían sido sus propios camaradas.

Los mercenarios de Falce Segador eran supersticiosos, como todos los guerreros. La visión de los cadáveres levantándose a su alrededor era tan impactante que muchos de ellos soltaron sus armas sin querer por los temblores de pánico que asaltaban sus cuerpos mientras miraban alrededor suyo a estas figuras que avanzaban contra ellos.

En tan solo unos segundos el desorden comenzó a apoderarse de la formación defensiva y el aglomeramiento que anteriormente era su fortaleza, se transformó en una desventaja, porque los mismos mercenarios se sentían atrapados por su propio número.

Justo en ese momento las Criaturas Oscuras que habían estado esperando se pusieron en movimiento para darle el toque de gracia al intento de formación de los mercenarios.

Detector corrió sin mirar atrás al principio, casi sin darse cuenta de lo que estaba haciendo hasta que escuchó como colapsaba el muro de escudos y supo que nuevamente estaba volviendo a ser un traidor, esta vez de los hombres que había pretendido liderar. El corazón le dolió un poco, pero nuevamente eligió el camino fácil y sencillo, aunque cuando estaba buscando una dirección en la cual escapar, reparó en la figura de Bob a la distancia que luchaba por levantarse.

¡Huiremos juntos!” Decidió entonces Detector: “Formaremos un grupo de mercenarios o nos dedicaremos al bandidaje. Finalmente podemos dejar de pretender que tenemos honor y con Bob no tendré que soportar estos sufrimientos solo. ¡Pero será después de abandonar este lugar maldito!

Así que corrió hacia Bob y lo sujetó por los hombros para quitarle la armadura y así poder cargarlo sobre su hombro. Pero en ese momento Bob se aferró a Detector con mucha más fuerza de la que esperaba y lo hizo caerse al suelo.

- ¡Bob! ¡No seas imbécil! ¡Tenemos que huir! - Gritó Detector: - ¡Los muertos se levantan! ¡Hay que correr! -

Pero Bob no le respondió nada y siguió aferrándose con fuerza. Esto provocó que Detector sintiera que su amigo lo estaba reteniendo a propósito, como criticando su cobardía, lo que desató su ira.

- ¡Muérete entonces idiota traicionero! ¡No necesito amigos estúpidos! -

Detector empujó a Bob usando su antebrazo con una llave, pero gracias a esto pudo ver su rostro… Y entonces confirmó que sus pupilas resplandecían con un ligero tono verdoso.

Bob ya estaba muerto, solo que acababa de suceder. Detector no se había dado cuenta porque el cuerpo aún retenía parte del calor que tuvo en vida.

- No. - Susurró Detector aterrorizado e intentó sacudirse.

Sin embargo, su destino estaba sellado. Porque Bob no era el único que había caído en ese lugar y poco después varios cadáveres comenzaron a levantarse a su alrededor y se dirigieron hacia la persona más cercana que todavía poseía un aliento de vida.

Detector palideció y el miedo le quitó gran parte de su voluntad para luchar. Las fuerzas mermadas por el Dominio Necromántico finalmente se agotaron por completo, provocando que su llave fallase y el muerto viviente de Bob pudiese llevar sus dientes hacia su cuello para comenzar desgarrarlo a mordiscos. Detector gritó de dolor e intentó luchar mientras suplicaba por una ayuda que no llegaría.

En ese momento le pareció que veía a una nueva persona en frente suyo, pero no se trataba de un muerto viviente o una Criatura Oscura. Pronto comprendió que era un recuerdo largo tiempo olvidado, tan solo un destello, pero reconoció el rostro de un hombre anciano cuyo cuerpo conservaba gran parte de la vitalidad de un joven.

Se trataba del Viejo Capitán de Falce Segador. El mismo que le había extendido la mano para rescatarlo cuando estaba a punto de morir de inanición en las calles. El que le proporcionó un hogar, compañeros, entrenamiento y una forma de vida.

Pero él se había negado a retribuir ese favor, ni siquiera con un mínimo de lealtad. Ahora los dioses le retribuían con la misma moneda, porque estaba atrapado, solo, sin ayuda posible. La misma soledad que sufrió el Viejo Capitán de Falce segador cuando sus hombres se desentendieron de su funesto destino y abandonaron su memoria por las golosinas que Sorin les ofrecía. Era una gran oportunidad de ser financiados por el Templo de Idramón, pero se trataba de una oportunidad forjada sobre la traición.

Detector sintió un ataque de arcadas, que curiosamente le permitieron liberarse por un momento, pero estaba completamente rodeado y sabía que no podía escapar. Tampoco es que quisiese hacerlo. La suya era, al fin, una vida triste, desperdiciada y pecaminosa. Pero solo ahora en la profundidad de la desesperación era capaz de aceptar que todo lo negativo que había sufrido y hecho sufrir a otros era completamente su culpa.

De pronto, desde el fondo de la angustia y la miseria, desde lo más profundo del asco por sí mismo, Detector encontró la única reacción mínimamente digna que le quedaba. Aceptó que se merecía el trágico destino que estaba por sufrir y desenvainó una espada corta que había olvidado que llevaba en el cinto, la primera arma que el Viejo Capitán le había regalado y que todavía llevaba por costumbre. Luego hinchó los pulmones a pesar del aire congelado para vociferar unas palabras de desafío por encima de los rugidos salvajes de los muertos vivientes que se aproximaban, las mismas que el Viejo Capitán le había repetido tantas veces durante su entrenamiento:

- ¡Un hombre se muere, pero no se rinde! ¡Muerte o victoria! -

Y así Carlo Fusco, apodado Detector, se lanzó, solo, herido, cubierto por su propia sangre, contra una decena de muertos vivientes que se abalanzaban sobre él. Su embestida repentina consiguió que derribase a dos de sus enemigos que iban sin escudos, entre ellos Bob, a quien le cercenó el cuello. Pero poco después uno de los muertos vivientes llegó detrás suyo y le atravesó la espalda con una lanza, mientras que otro vino por su costado para comenzar a arrojar tajos con una espada hacia su cuello apenas protegido por la coraza.

Detector aulló de dolor, pero pese a todas su heridas y con la lanza asomando por un omoplato, se negaba a dejar de luchar. Dos muertos vivientes le clavaron las espadas en un hombro y, por fin, en la mismísima cara. Detector quedó cegado y sintió sólo dolor. No se dio cuenta de las demás heridas. Sus manos soltaron el mango de la espada corta. Su cuerpo se desplomó en silencio embarrado de sangre y desgarros. Chocó contra el suelo y oyó el estallido de su propio cerebro al estrellarse contra una piedra de aquel terreno húmedo aún por la lluvia, pero principalmente rocoso.

Unos instantes después un misterioso destello verde avanzó deslizándose casi al ras del suelo para introducirse como una serpiente en la boca de Detector. Su cuerpo comenzó a sacudirse y finalmente se levantó. Luego comenzó a caminar junto el resto de muertos vivientes, en busca de nuevos miembros del mundo de los vivos a quienes matar.

Resurrección de Cadáveres

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú y hoy es 19 de octubre del 2022.

Este capítulo puede parecerles corto a algunos, pero en realidad requirió que pasase una noche entera sin dormir trabajando en él. Quería que la narración recalcase sobre todo el efecto de estar ahí cuando la Resurrección de Cadáveres ocurriese, pero sin enfocarlo demasiado. No estoy seguro de si fue buena idea introducir a esos personajes solamente para que se muriesen al final, pero sentí que le daría más impacto a todo lo ocurrido y nos pondría un poco en la piel de estos hombres curtidos, con cualidades negativas y algunas inesperadamente positivas, frente al impacto de ver a tus propios compañeros levantarse de la muerte y atacar.

El origen del apodo de “Detector” está inspirado en un personaje real, un compañero mío del servicio militar al que le hacíamos oler cualquier cosa que considerásemos peligrosa. Pero no era ningún cobarde deprimido, sino todo lo contrario. Hasta donde sé, siempre fue una persona decente. En cambio, el personaje en sí es básicamente una combinado del perfil típico de un drogadicto.

Para ello tuve que estudiar un poco de psicología y luego inspirarme en obras con muertes trágicas como la Trilogía de Trajano de Posteguillo. Espero que me haya quedado bien.

El original es aún más corto y realmente sus diálogos son un poco infantiles. Además, la magia de resurrección de cadáveres no tiene un efecto propio, pero yo le agregué esta forma de luz misteriosa para darle un mayor efecto.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Qué te pareció el capítulo? ¿Qué opinas del personaje de Detector? ¿Te gustó el chispazo de redención al final? ¿Estuvo bien representado el efecto de la necromancia? ¿Debía poner menos psicología y más acción?

Si te gustó este trabajo y quieres colaborar, por favor usa los enlaces de mi cuenta Patreon. También puedes señalar cualquier error ortográfico que se me haya podido escapar y por supuesto compartir esta historia con todos los que puedas para tener más lectores.

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!