253 Alianza

En una colina no demasiado elevada se alzaba un edificio de piedra amurallado que combinaba las características de castillo y torre defensiva. Ahí se encontraba el cuartel de la guardia urbana que se ocupaba de mantener el orden en la capital.

Para asegurar la absoluta autoridad del Emperador en Itálica, estaba terminantemente prohibido que los legionarios anduviesen armados dentro de la propia ciudad, pues un general popular podría convencer a los soldados de rebelarse o tal vez coaccionar al senado, cosa que ya había sucedido algunas veces en el pasado. Con el fin de evitar esto estaba terminantemente prohibido, por voto sagrado, que ningún ejército pudiese ingresar con sus armas en la ciudad, salvo cuando se celebraba un desfile triunfal y únicamente una porción seleccionada de las tropas.

Cualquier general que trajese tropas armadas cerca de la ciudad, sin un permiso expreso del Senado, era considerado en un estado de rebelión abierta y se le castigaba con la pena capital. Por ese motivo, cuando se le pidió al Cónsul Esteban que asumiese la defensa luego del Desastre Militar en la frontera del Imperio Kasi, la orden le fue traída por nada menos que uno de los Censores, los máximos defensores de la moral pública en el Senado, junto con un permiso extraordinario del Emperador Juliano para poder ingresar con sus tropas.

La única excepción a esta estricta prohibición era para las dos Legiones Urbanas que mantenían el orden dentro de la urbe. También se ocupaban de apagar los incendios y de organizar las defensas en caso de emergencia. Su cuartel era una soberbia fortaleza llena de todo tipo de armamento y también del equipamiento para que pudiesen cumplir sus diversas misiones. Pero debido a que permanecían permanentemente en la capital, su disciplina militar tendía a ser un poco más… laxa.

De hecho, cuando Bryan llegó, se encontró a cuatro legionarios completamente armados vigilando la entrada, pero su actitud no reflejaba el temible porte marcial que había visto en los hombres de la Legión Grifón. Si bien tampoco es que fuesen perezosos, era evidente que estaban relajados. ¡Y uno de ellos incluso se daba el lujo de silbar una canción! Aunque dejó de hacerlo en cuanto vio aproximarse a Bryan.

Y es que Bryan sabía bien la importancia de la primeras impresiones. También entendía que, en la mente de los habitantes de Itálica, uno era fundamentalmente lo que aparentaba. Por eso se había puesto una túnica lujosa de color negro, pero además llevaba una armadura negra del Manto Oscuro y finalmente una máscara que cubría parte de su rostro. Para finalizar el acto, estaba dejando escapar claramente su poder mágico, tan intenso que incluso podía ser notado por personas regulares y aún más por caballeros o legionarios.

- ¿Quién vive? - Preguntaron los legionarios colocándose en posición firme y golpeando con los talones, con lo cual las placas de metal de sus armaduras resonaron.

Bryan sacó su insignia del Manto Oscuro, pero no mostró la cara sino el reverso, donde resplandecía el águila coronada sobre las nubes y luego dijo: - ¿Reconoces este sello? -

- ¡Es el emblema del emperador! - Respondió el legionario asombrado.

- Entonces trae a tu superior ahora. - Ordenó Bryan con un tono autoritario.

El legionario obedeció de inmediato y marchó a buscar al Tribuno Militar, mientras tanto los demás acompañaron a Bryan hacia el interior con actitud de respeto. Este mantuvo una actitud impertérrita en todo momento, aunque por dentro sonreía con complacencia.

 Actuar como si estuviese a cargo funcionaba en nueve de cada diez personas, que obedecerían inmediatamente. En cuanto a la décima persona… bueno, para eso estaba el aura de poder mágico intimidante.

En muy poco tiempo se oyeron pasos pesados y un hombre ataviado con una Lorica resplandeciente sobre una armadura de malla apareció por el umbral seguido por dos centuriones con gesto aguerrido. Era el Tribuno Militar que comandaba las Legiones Urbanas y era evidente que en su caso sí tenía experiencia militar, tanto por su forma de moverse como por la gran cantidad de condecoraciones que lucía.

- ¡Salve! - Exclamó el Tribuno saludando con la mano derecha: - ¿Qué ordenes traes de Su Majestad Imperial? -

Bryan no respondió, sino que simplemente le enseñó su insignia, donde se lucía el emblema del Imperio y también su rango en el Manto Oscuro. Entonces susurró: - ¿Entiendes? -

- Afirmativo. - Respondió el Tribuno Militar.

- Entonces lee. - Ordenó Bryan mientras le entregaba un rollo de papel de papiro, donde había escrito unas instrucciones.

El Tribuno Militar leyó atentamente el pergamino e incluso lo repasó dos veces antes de asentir. Luego sirvió un poco de vino en un vaso de cerámica y dejó caer el papiro en el interior, donde se deshizo por completo por el ácido en la bebida.

- Se hará como ordenas. - Dijo el Tribuno finalmente.

- Quiero que haya un mínimo de dos patrullas alrededor del Gremio Mercante de Bootz en todo momento y un destacamento listo para actuar a la menor señal de dificultades. ¡Las ordenes son absolutas! No me importa si el que causa problemas es un Senador o incluso el Gran Duque… ¡Nadie debe ocasionar ningún incidente por ahí durante los próximos meses! - Explicó Bryan con severidad: - El Manto Oscuro sabrá si alguien falló en su deber. Y los responsables tendrán que sufrir la ira del Gran Maestre Cándido. -

La mención de ese último nombre hizo parpadear el Tribuno Militar, que hasta ese momento se había quedado firme como una estatua. Finalmente, asintió sin decir nada más y se retiró para vociferar órdenes a sus oficiales.

Bueno, por ahora Phoebe debería estar a salvo.” Se dijo Bryan y abandonó el puesto de guardia. Pero no se fue de inmediato, sino que se quedó escondido para vigilar que sus órdenes se estuviesen cumpliendo a través de sus Espectros Oscuros. En pocas horas vio salir algunos destacamentos de legionarios y los siguió para vigilarlos hasta que se posicionaron de forma disimulada en las esquinas de las calles más importantes alrededor del Gremio Mercante de Bootz. Eso significaba que ningún grupo podría venir en secreto a atacar la residencia, como hizo Cameron, sino que necesitarían tener una orden oficial. Esto último sería muy difícil de obtener incluso para Tiberio Claudio, sobre todo porque ahora Cándido estaría prestando atención a ese asunto.

Bryan suspiró aliviado, pero sabía que la protección de Phoebe todavía podía ser mejor, así que se marchó de inmediato hacia la residencia de Lawrence, mientras pensaba en cómo debería resolver los asuntos con el joven aristócrata.

*****

Lawrence de las Égadas se encontraba revisando una serie de documentos donde sus espías registraban todos los últimos acontecimientos, sobre todo la trascripción del Juicio Político a los Derrotados. Estaba intentando dilucidar cuales eran las auténticas posturas de los Senadores por las intervenciones que se habían dado, porque saber a quién apoyaba quién era uno de los requisitos más importantes si quería tener poder, ya que, como siempre le había enseñado su padre: “En Política nadie convence realmente a nadie; uno pacta, coacciona, obliga o incluso asesina, pero jamás se pierde tiempo intentando convencer a un oponente de que su postura no es la correcta, porque raramente los hombres cambian de opinión cuando hay intereses en juego y nunca se debe contar con que lo hagan. El Senado hace la pantomima de una discusión, pero lo cierto es que las decisiones importantes ya se tomaron en privado desde mucho antes de que comience la reunión. Ocúpate de saber a quién apoya quién, así podrás predecir qué es lo que harán.

Lawrence examinaba documentos....

- Pero conocer las opiniones de 300 ancianos es todo un dolor de cabeza… - Se quejó Lawrence permitiéndose un gesto de hastío, porque sabía que estaba solo y nadie podía escucharlo: - Normalmente me preocuparía por los líderes de las facciones, pero en este momento todo está demasiado entrelazado por el problema de la sucesión. -

Había días en que Lawrence dudaba sobre el camino espinoso que había escogido recorrer, porque realmente no se sentía la persona idónea para el cargo al que aspiraba. Pero cuando pensaba en esos dos engendros con los que compartía la mitad de su sangre y en los males que podían causar al Imperio si cualquiera de ellos adquiría aún más poder del que ya tenían… la sola idea era tan repugnante que bastaba para motivarlo a continuar sin pensar en las dificultades, pues estaba seguro de que ningún error que cometiese podía ser peor a la debacle de depravación que se desataría sobre Itálica si Lucio o Antonio se sentaban un día en el trono.

Lawrence al principio no había querido creerlo, pero envió a sus propios espías y descubrió que el mal en el corazón de ese par no podía describirse simplemente como “Lujuria”. Porque uno de ellos llegó al punto de capturar a una mujer de setenta años y violarla repetidamente. Al principio se trataba de una venganza contra un noble de menor rango que se atrevió a reclamarle por su mal comportamiento y que no tenía hijas o sobrinas que pudiesen ser raptadas. Pero ahora les constaba a todos que el príncipe se había encaprichado con el cuerpo de la anciana simplemente porque le parecía curiosa la forma decrépita de su cuerpo. Eso era algo que claramente iba más allá de la depravación sexual y caía en el rango de pura locura e insanidad.

Otro de los hermanos se fue de viaje guardando incognito y terminó en una posada, pero su visita no resultó tan divertida como esperaba, así que decidió capturar al posadero con su familia, los amarró en sus habitaciones y finalmente incendió toda la casa, mientras el príncipe y sus amigos se reían de los gritos de agonía de esas pobres personas que tuvieron la mala fortuna de acogerlo.

Lo peor de todo era, que estas anécdotas no eran las peores.

- Mejor dejo de pensar en esos dos o mi apetito sufrirá de nuevo. - Murmuró Lawrence sacudiendo la cabeza para alejar la sensación de asco. Realmente no podía entender como de una persona tan brillante como el emperador habían nacido dos semillas tan malas y putrefactas.

En ese momento Lawrence escuchó unos pasos que se aproximaban a la distancia, en el pasillo fuera de su habitación.

Inconscientemente llevó su mano hacia la campanilla de oro que siempre llevaba en uno de sus bolsillos y que en realidad se trataba de un objeto mágico. Con solo agitarla una vez, sus guardaespaldas secretos que siempre estaban protegiéndolo sabrían que algo malo estaba sucediendo.

Sin embargo, después de unos segundos Lawrence reconoció el caminar de unos de los sirvientes de confianza de su familia, pues había crecido con ellos y podía distinguir sus movimientos. De modo que dejó en su sitio la campanilla, mientras asumía la expresión de “joven señor confiable y seguro” que usualmente utilizaba con la servidumbre.

Al poco tiempo escuchó que llamaban a la puerta.

- Adelante. -

- Vizconde, han venido a visitarlo. - Dijo el sirviente.

- ¿De quién se trata? - Preguntó Lawrence con curiosidad.

- Es un joven necromante que dice llamarse Bryan y ser amigo suyo. - Respondió el sirviente con tono profesional: - ¿Debo hacerlo pasar? -

Lawrence tuvo problemas para disimular lo sorprendido que estaba, algo que no solía ocurrirle muy seguido. Como aristócrata había sido educado para siempre aparentar un estado de calma porque eso era lo que el mundo entero esperaba de su clase, pero Bryan no era un individuo ordinario y siempre le había parecido en sus interacciones que no estaba ante una persona propiamente dicha, sino ante una entidad desconocida y también peligrosa. Sus habilidades eran demasiado únicas, su inteligencia notable y evidentemente era un sobreviviente nato.

Normalmente recelaría en volverlo uno de sus partidarios porque no estaba seguro de poder controlarlo, pero con la Guerra Civil en ciernes alguien como él podía terminar siendo el mejor aliado que podría encontrar. También existía la posibilidad de que acabase uniéndose a alguno de sus hermanos cuando su potencial saliese a la luz y no estaba seguro de poder asesinarlo si esto sucedía. Era imperativo que estuviese de su lado.

- Condúcelo a nuestro despacho privado y dile que muy pronto me reuniré con él. - Respondió finalmente y luego añadió: - En privado. -

Después de que el criado se fue, Lawrence comenzó a pensar en al menos doce formas diferentes de iniciar esta repentina conversación con Bryan y las estrategias que usaría para conseguir su alianza, pero el hecho de que él lo estuviese visitando seguramente implicaba algo bastante inusual y no podía imaginar qué era, así que decidió dejar de lado sus estratagemas hasta obtener más información.

Primero veamos de qué se trata…

El despacho de la mansión era bastante grande, como correspondía alguien con el cargo de Ministro de Finanzas. Naturalmente Lawrence pasaba mucho tiempo trabajando en este lugar, pues era el único heredero oficial de la Familia Égadas. Ahora esos planes habían quedado abandonados, pero era imperativo mantener las apariencias incluso en su casa, pues no todos los sirvientes eran personas absolutamente leales y se vería muy raro que Lawrence y su “padre” usasen despachos diferentes.

En la habitación se destacaban dos grandes escritorios de roble tallado, cada uno de ellos en un extremo. Entre ambos, empotrado en la pared, se alzaba un gran estante que llegaba hasta el techo, el cual estaba repleto de libros con contabilidad y documentos oficiales. Al frente, sobre una alfombra de piel, había dos muebles bastante cómodos con una mesa para el té, destinados principalmente a los visitantes.

Un enorme ventanal iluminaba toda la estancia y además permitía que los usuarios del despacho pudiesen deleitarse con la visión de los jardines exteriores de la mansión, aunque su principal visión era facilitar el trabajo de lectura y escritura, excepto a esa hora del mediodía cuando la iluminación era ligeramente intensa, hasta el punto de deslumbrar un poco si la vista no estaba acostumbrada.

En tiempos de ocio los ocupantes se sentarían a platicar en los sillones mientras disfrutaban de una copa de vino o una taza de café, con una amena conversación y observando el bello paisaje artificial.

Cuando Lawrence ingresó, inmediatamente sintió que algo estaba mal. Y es que Bryan no estaba esperándolo sentado en el sillón como normalmente uno acostumbraría, sino que estaba parado directamente frente al ventanal, como si estuviese mirando al exterior, dándole así la espalda a la persona que ingresaba. Esto naturalmente era un gesto un poco brusco para una visita y alguien como Bryan generalmente habría estado muy atento a mantener su fachada de persona civilizada, como Lawrence tantas veces le vio hacer.

Sin embargo, esta vez había algo en el modo en que estaba parado, que se sentía ligeramente peligroso, aunque sin llegar a ser amenazante. Lawrence receló un poco de forma instintiva.

- Buen día, Bryan. ¿A qué debo este inesperado placer…? -

- No estoy feliz, Lawrence. - Lo cortó Bryan inmediatamente y sin siquiera darse la vuelta para mirarlo: - Para nada feliz. -

Como Bryan no estaba mirándolo, no era 100 % seguro que esa declaración tan desagradable estuviese directamente relacionada con el propio Lawrence, pero el hecho de que ignorase la cortesía y lo interrumpiese de ese modo no auguraba nada bueno.

¿Qué sucedió recientemente? ¿Acaso me está amenazando? No, él no es de los que amenazan inmediatamente, sino que directamente va a la yugular o primero se toma su tiempo para acechar. ¿Entonces qué quiere decir?” Se preguntó el joven aristócrata a toda prisa, pero como no consiguió llegar a alguna conclusión, optó por permanecer en silencio.

Bryan finalmente se volvió después de unos instantes con una expresión neutral bastante difícil de descifrar e incluso hizo un intento de sonrisa, aunque la alegría no llegaba a su mirada. Entonces suspiró y dijo: - Pregúntame por qué. -

Lawrence parpadeó un momento, pero después correspondió la sonrisa y respondió: - Muy bien, voy a jugar por ahora. “¿Por qué no estás feliz, Bryan?” -

- Soy una persona muy elemental, estimado amigo. - Dijo Bryan caminando lentamente hacia el joven aristócrata y con las manos en la espalda: - No me interesan realmente las conspiraciones, los juegos de los emperadores o las luchas políticas, aunque por supuesto estoy dispuesto a obtener autoridad si esto sirve a mi objetivo. Pero para mí, el <<Imperium>> es sólo un medio y no el fin. -

- ¿Y cuál es tu objetivo? - Preguntó Lawrence cada vez más intrigado.

- Poder, simplemente eso. - Respondió Bryan deteniéndose a pocos pasos: - Poder para conseguir lo que quiero y sobre todo para que nadie se meta conmigo. No sé si me explico. A mí no me importa quién sea el que se siente en trono de Itálica siempre y cuando no me amenace… ¡Y sobre todo no represente un peligro para los míos! -

-…-

- Lawrence, tú eres un auténtico aristócrata. - Continuó Bryan deteniéndose a pocos pasos y sin mirarlo directamente: - Dime algo ¿morirías por el bien del Imperio? -

- Por supuesto. - Respondió Lawrence de inmediato sin que su expresión vacilase: - Sin siquiera pensarlo moriría y también mataría a cualquiera sin con eso aseguro la prosperidad de nuestra gran nación. No importa de quién se trate. -

- ¿Incluso a tu familia? - Preguntó de pronto Bryan: - ¿Incluso a Lisa? -

Lawrence dudó por unos instantes, pero finalmente contestó: - Sí, incluso a ella. Me dolería para siempre y nunca más podría volver a sonreír otra vez, pero lo haría porque es lo que se espera de mí. Aunque por supuesto, ese escenario jamás ocurrirá. Ya que, mientras yo respire, el Imperio nunca tendrá la necesidad de sacrificar de ese modo a sus hijos. -

- Buena respuesta, definitivamente digna de un auténtico aristócrata. - Dijo Bryan sonriendo por un instante: - ¿Quieres saber lo que yo haría? -

- Dilo. - Asintió Lawrence mirándolo con seriedad.

- Yo sacrificaría el Imperio y a todos sus habitantes sin siquiera pensarlo dos veces con tal de mantener salvo a mis seres queridos. - Declaró Bryan inmediatamente sin dejar de sonreír en ningún instante, aunque había un brillo peligroso en su mirada.

El joven aristócrata parpadeó por un momento. Lo que Bryan acababa de decir era traición al imperio y si alguien se enteraba le aplicarán la pena capital sin ninguna duda. No conseguía entender por qué de pronto le estaban diciendo esto.

- Ah, tienes “esa” mirada. - Comentó Bryan alejándose unos pasos de Lawrence y sonriendo de un modo bastante aterrador: - La he visto antes en otras personas. Piensas que soy un monstruo. -

- Tienes que admitir, que lo que has dicho suena monstruoso. - Aventuró Lawrence.

- Fuiste sincero conmigo, así que quise corresponder. - Respondió Bryan encogiéndose de hombros.

- Tengo que admitir que me molesta un poco. - Comentó Lawrence con un gesto de hastío.

- ¿El que sea un monstruo? -

- Eso mismo. -

- Ahora estás mintiendo. - Declaró Bryan sonriendo como si hubiese escuchado un buen chiste: - Tú ya sospechabas esto desde hacía mucho y nunca te importó. Mi falta de lealtad por el imperio no es lo que te incomoda en realidad. No, lo que realmente te molesta es que exista la posibilidad de que no puedas controlarme. -

Lawrence no dijo nada, pero su silencio era tan bueno como una afirmación.

Viéndolo así, Bryan siguió sonriendo y continuó: - Ahora estás pensando que quizá deberías denunciarme a los tribunales para ejecutarme por el bien de Itálica  o quizá incluso por el bien del mundo entero. ¿No es verdad? -

- Para nada. - Afirmó Lawrence casi de inmediato: - Ese pensamiento jamás pasó por mi mente. -

- ¿Y por qué no? Si es perfectamente lógico - Preguntó Bryan con cierto sarcasmo para dar a entender que no le creía: - El caso es, estimado amigo, que tienes toda la razón. ¡Jamás vas a poder mantenerme bajo control! Y también es cierto que no me preocupa en lo más mínimo un mundo que nunca se ha preocupado por mí. En cambio, mis seres queridos… Pues bueno, te harás una idea.

Y ahí radica la cuestión. Verás Lawrence, el hecho de que no puedas controlarme no tiene que significar que seamos enemigos. ¡Por supuesto que estoy dispuesto a proteger al Imperio Itálico con todo mi poder! Pero necesito que entiendas que esto es fundamentalmente porque mis seres queridos viven aquí. Por ellos estoy dispuesto a arrodillarme ante quien tenga que arrodillarme. Por la felicidad de los que me importan no me preocupa actuar incluso si sé que me están utilizando. Jamás habrá alguien que me controle realmente o al que le tenga auténtica lealtad, pero estoy dispuesto a fingirlo si con eso consigo la paz y tranquilidad de los míos. -

Bryan regresó a su posición original frente a la ventana y se quedó mirando el jardín por unos momentos antes de continuar.

- Tampoco es que mis seres queridos sean muchos. Ya debes saber a estas alturas que soy un hombre bastante desconfiado. Si alguien confiable está cuidando de los que me importan, naturalmente me aseguraré de apoyarlo con todos mis recursos. En cambio, si esa persona resulta ser una decepción… Ni siquiera tendrán que pagarme para que lo traicione, porque lo mataré sin dudarlo.

Te digo esto, porque quiero que entiendas la clase de persona que soy yo. No me interesa que me regalen dinero, porque puedo conseguirlo. No me interesa que me den autoridad, porque para mí eso es un medio. Me da igual ser famoso o ilustre. Todas esas cosas son recursos, no el fin.

Lo único que realmente quiero… es tranquilidad. -

- ¿Tranquilidad? - Preguntó Lawrence extrañado.

- Paz y Tranquilidad para los míos. - Explicó Bryan volviéndose nuevamente: - Quiero poder irme de aventuras al Bosque Oscuro, al Valle del Sol o a donde sea, sin tener que tener miedo de encontrarme a los míos en problemas, heridos o muertos. Paz y tranquilidad. Muy elemental ¿no te parece? -

- Bastante. - Respondió Lawrence aún intrigado, pero también bastante emocionado, porque estaba comenzando a comprender el motivo por el que Bryan le estaba diciendo todo esto.

Básicamente eran las condiciones para que formasen una alianza.

Sin embargo, la mirada de Bryan se volvió fría de repente, tanto que Lawrence volvió a sentirse alarmado hasta el punto de que casi lleva su mano al bolsillo para tomar su campanilla. Y es que en ese momento podía sentir una profunda agresividad proveniente de Bryan, que por suerte no estaba dirigida a nadie en particular.

- Siendo así, comprenderás lo consternado que fue llegar aquí el día de ayer y encontrarme con que mi Escuela Necromántica lleva meses siendo acosada por el Decano de la Facultad Oscura. Que mi estimada profesora, a quien le debo nada menos que mi libertad, sufre un constante desprecio por otros docentes. Que mi amiga Lisa, quien se suponía estaba a tú cuidado, ha tenido que soportar los insultos de otros estudiantes hacia su difunta familia.

Y cuando se me ocurre visitar a mi socia y benefactora, tú hermana condiscípula Phoebe, encuentro que está siendo atacada de forma descarada y traidora por nada menos que un escuadrón de Espadachines Veteranos, con un Archimago Espacial liderándolos.

Dime algo, Lawrence. ¡¿Entiendes por qué no estoy feliz en este momento?! -

Lawrence tragó saliva, porque sentía claramente que todo el estudio se estaba llenando de la ira homicida de Bryan. Por eso se demoró unos momentos en entender lo que le había dicho. Pero en cuanto lo hizo, su propia ira se encendió como una llamarada que alejó de su mente todo el miedo que sentía.

- ¡¿Qué has dicho?! - Gritó Lawrence con una furia aterradora.

*****

Bueno, esa reacción fue bastante buena. Al final mi estrategia está teniendo éxito.” Pensó Bryan para sí mismo mientras leía las expresiones de Lawrence utilizando sus ojos y oído mejorados.

Apenas abandonó los cuarteles de las Legiones Urbanas, se puso a meditar en cómo trataría su nueva relación con Lawrence, pero el joven aristócrata era simplemente demasiado astuto y mucho más hábil que Bryan manipulando a otros. Sería muy difícil conseguir que no fuese él quien controlase el ritmo de la conversación. La única opción que Bryan tenía era atacarlo psicológicamente por varios frentes, mientras guardaba toda la información durante el mayor tiempo posible.

Por eso se detuvo a medio camino de la residencia del conde Égadas y más bien se dirigió a una posada para comer y descansar. Luego estuvo gran parte de la noche pensando una estrategia, hasta que finalmente concluyó que la única forma de vencer a Lawrence en una intriga era que este no supiese de qué se trataba hasta el último momento para tomarlo desprevenido.

Bryan sabía que Lawrence querría ayudar a Lisa y a Phoebe. Pero si se lo pedía directamente, el joven aristócrata encontraría el modo de sacarle algo a cambio, porque esto es tan instintivo para los políticos como lo es regatear el precio para un mercader.

En cambio, si le informaba a Lawrence del problema en lugar de pedirle ayuda, este protegería a las mujeres, pero no le daría nada concreto a cambio. Y ahora Bryan quería tenerlo como un aliado en contra de Tiberio Claudio. De ahí que plantease la conversación de un modo tan críptico desde el principio para mantener a Lawrence adivinando.

Su táctica funcionó, porque el joven normalmente gallardo y compuesto ahora estaba vociferando insultos. El ruido era tan elevado que naturalmente atrajo a varios criados, quienes inmediatamente se dirigieron a su encuentro. Pero en cuanto la puerta del estudio se abrió, Lawrence se volvió hacia ellos y vociferó: - ¡Largo! ¡Ahora mismo! ¡Fuera! -

Los criados se detuvieron en seco, pero rápidamente entendieron el mensaje, hicieron una reverencia y abandonaron la habitación a toda prisa, asegurándose de cerrar antes de irse.

Lawrence esperó unos momentos para asegurarse de que estuviesen lejos y entonces preguntó una voz bastante peligrosa.

- Por favor explícate, Bryan. -

De modo que Bryan sonrió para sí mismo y comenzó a contarle todo lo que había visto u oído con lujo de detalles desde que regresó a la Academia. Incluso agregó algunas de sus conclusiones al respecto. Los ojos de Lawrence relampaguearon cuando escuchó lo del insulto de Filipo y susurró ese nombre de un modo tan aterrador, que habría hecho estremecer el corazón del joven mago de haberlo escuchado. Pero cuando supo el modo en que Cameron había atacado el Gremio Mercante de Bootz, volvió a perder la compostura y arrojó un golpe sobre su escritorio con todo su poder de Caballero Veterano, lo cual acabó destrozándolo en dos mitades.

- ¡No puedo creer que Lisa y Phoebe no me dijeran nada! - Exclamó finalmente exasperado.

- ¿En serio? A mí me parece lo más creíble del mundo. Lisa se siente en deuda contigo y no querría pedirte nada más. Phoebe es demasiado orgullosa. Pero eso tu ya lo sabes, no tengo por qué explicártelo. - Contestó Bryan con severidad: - Lo que me asombra es que necesitases que alguien te lo dijera para enterarte… ¡¿Por qué demonios no lo sabías?! -

- ¡Maldita sea, Bryan! - Rugió Lawrence en respuesta: - Todos mis ojos están en el senado en este momento. ¡Estamos al borde de una guerra civil! ¡Además, jamás hubiese pensado que Tiberio Claudio estaría tan loco…! -De repente se interrumpió y suspiró mientras su dejaba que el volumen de su voz descendiese a un nivel normal: - Estoy fabricando excusas. Claramente he descuidado lo que es importante. -

- Si, lo descuidaste. ¿Por qué lo hiciste? - Preguntó Bryan.

Lawrence no respondió y simplemente se sentó en el sillón frente a la ventana, con los dedos de sus manos entrelazados al frente de su boca. En ese momento se sentía bastante culpable y también creía que cualquier respuesta que diese carecería de sustancia.

- Yo te diré por qué. - Habló Bryan al ver que este no respondía: - Lo descuidaste porque tus seres queridos no eran <<políticamente importantes>> en este preciso momento. Justo como dijiste: Por el bien del imperio sacrificarías incluso a los que amas. ¿verdad? -

Lawrence permaneció en silencio.

- Como ya te dije, soy bastante desconfiado. - Continuó hablando Bryan: - Y por eso estoy aquí para hacerte una pregunta, señor vizconde. -

- ¿Cuál es? - Musitó Lawrence sobreponiéndose finalmente al sentimiento de culpa.

- Si te doy suficientes motivos, como para que proteger a los que me importan sea algo <<políticamente importante>> - Dijo Bryan poniendo un gran énfasis en cada una de sus palabras: - ¿Puedo confiar en ti? -

Los ojos de Lawrence se abrieron de repente y su mirada recuperó el brillo de su astucia.

- ¿Qué es lo que me propones? -

- El enemigo de mi enemigo es mi amigo. - Susurró Bryan: - Dado que ya teníamos un historial de cooperación… Creo que la situación actual se configura para que seamos “mejores amigos”. -

- Es cierto que Tiberio Claudio no te dejará vivir tranquilo ahora que has matado a sus hombres. Y es particularmente cruel a la hora de vengarse. - Dijo Lawrence con un tono que encerraba muchos significados, entre ellos “me necesitas más de lo que yo te podría necesitar a ti.

Pero Bryan ya no era ningún bisoño en asuntos políticos y rápidamente entendió lo que pretendía Lawrence, por eso inmediatamente le respondió: - Bueno, como te he dicho, mis seres queridos no son muy numerosos… ¡Yo siempre tengo la opción de correr cual rata cobarde a algún lugar lejano! Además, si bien intentará matarme, no creo que se empeñe tanto como lo haría con un oponente político. -

Su respuesta era muy clara: “Tu eres más enemigo del Duque que yo, porque eres un obstáculo para que obtenga el poder. A ti te espera un destino peor si fracasas, así que me necesitas más de lo que crees.

- Dejémonos de dobles sentidos. - Propuso Lawrence entornando los ojos: - Yo sé que trabajas para el Manto Oscuro y tú sabes que yo soy un Príncipe Imperial. ¿Qué es lo que quieres para que seamos aliados? -

- En principio quiero que hagas todo lo que puedas para asegurar la seguridad de las personas que me importan. Todo lo demás es negociable, pero eso nunca lo será. Si alguna vez haces algo que los ponga directamente en peligro o intentas usarlos para amenazarme… seremos enemigos, Lawrence. Y voy a hacer mi mejor esfuerzo para destruirte. -

- Entiendo y estoy de acuerdo. - Respondió Lawrence sin inmutarse por la amenaza: - ¿Qué ocurre si alguno de ellos me pide un puesto político aprovechando nuestra conexión? -

Bryan parpadeo, pero finalmente negó: - Si alguno te lo pide, me gustaría que los ayudaras a ascender en su carrera política, pero darles cargos más allá de sus méritos sería contraproducente para su seguridad. Lo único que quiero es que vivan seguros y prosperen. No me interesa que alcancen cargos que no se merezcan. -

Lawrence aceptó aparentemente impertérrito, aunque por dentro había estado sudando frío. Si Bryan hiciese algo radical como pedirle que nombrase al gordito Jack un Cónsul del Imperio, entonces tendría que rechazar su alianza sin importar las consecuencias. Pero ahora podía respirar tranquilo sabiendo que no tendría que cuidarse de ese desarrollo.

- En segundo lugar, necesito tu confianza. - Continuó Bryan: - Tengo muchos secretos que tienen que seguir siéndolo y también es cierto que trabajo mucho mejor de un modo independiente. Además, te conviene que tus enemigos no sepan todo lo que puedo hacer. Y para engañar a un adversario, primero es necesario engañar hasta cierto punto a los aliados. -

- Muy bien, pero recuerda que esta libertad solo valdrá mientras la seguridad del Imperio Itálico no se vea comprometida. Debes informarme de cualquier movimiento militar importante que puedas llegar a intentar. ¡Perderás mi confianza si haces algo como lo que hizo el imbécil de Varrón Terencio! - Aclaró Lawrence con severidad.

- Entendido. - Asintió Bryan y añadió su tercera propuesta: - Finalmente, después de mis seres queridos, lo que más me importa soy yo mismo y mi dignidad. Si me pides que haga algo desagradable… me rehusaré. -

- ¿Y qué es lo que alguien como tú considera desagradable? - Preguntó Lawrence medio en broma, dando a entender que los límites de alguien tan dispuesto a hacer cosas crueles como Bryan no estaban claros.

- No soy un jodido asesino de niños. - Respondió Bryan inmediatamente y Lawrence asintió.

- Comprendo. -

- Además, si me pides que haga una misión suicida, tendré que negarme. - Añadió Bryan con una sonrisa maliciosa: - Me agradas mucho Lawrence, pero no tengo intenciones de morir por tu causa. Estoy ayudándote precisamente porque quiero vivir. -

- ¿Y en qué consistiría esa ayuda exactamente? - Preguntó Lawrence levantando una ceja y con un tono ligeramente irónico: - ¿Qué es exactamente lo que consigo por tener un aliado con tantas libertades? -

- Ya sabes perfectamente lo que estás comprando. - Contestó Bryan cruzándose de brazos: - Utilizaré todos mis poderes y habilidades para que hacer que te sientes en el Trono Imperial y luego destruiré a todos aquellos que señales como tus enemigos. -

- Eso es bastante específico, te lo agradezco. - Respondió Lawrence y soltó una carcajada.

- Me interesa mucho ser útil a tu causa. - Dijo Bryan de modo pragmático: - Por eso puedes estar tranquilo teniéndome a tu lado, incluso si no puedes controlarme. Lo único que tienes que hacer es cumplir con mantener a los míos a salvo y yo haré todo en mi poder para asegurar tu prosperidad, porque de ello depende la tranquilidad que tanto valoro. -

- Vaya y yo pensé que éramos amigos. -

- ¡Claro que podemos ser amigos! Pero lo que cerramos hoy es un negocio. - Añadió Bryan rápidamente: - Y en los negocios no existen los amigos, solo los deudos y los deudores. -

- Excelente, entonces tenemos un trato. - Dijo Lawrence.

Y el joven aristócrata se adelantó con la mano extendida. Bryan lo miró por un instante, pero justo antes de que pudiese concretar el salido, Lawrence lo miró con severidad y dijo: - Si no es cierto… no me des la mano. -

Bryan lo miró por un instante. Sabía que en ese momento estaba embarcándose en la lucha política por el poder y esto podía terminar siendo desastroso hiciera lo que hiciera. Pero las consecuencias de no involucrarse podrían resultar siendo mucho peores, así que respiró con fuerza y finalmente le dio la mano.

- Trato hecho. -

*****

- Voy a movilizar a mis hombres inmediatamente para proteger a Phoebe. - Propuso Lawrence después de un rato.

- No es necesario, con mi nuevo rango en el Manto Oscuro he conseguido que una cohorte de las Legiones Urbanas se posicione a su alrededor, así que por ahora están a salvo. Solo tienes que usar tu influencia para incrementar más la seguridad. -

- ¿Cómo ascendiste tan alto en la jerarquía del Manto Oscuro? - Preguntó Lawrence asombrado.

- Los soborné. - Contestó Bryan de un modo burlón.

- Si claro. - Dijo Lawrence poniendo los ojos en blanco: - Si no quieres decirlo no lo hagas, pero al menos no me digas algo tan ridículo. -

- Bueno, con lo que realmente necesito ayuda es con el Decano Deo. - Continuó Bryan como si no lo hubiese escuchado: - Si bien he asustado un poco al insolente de Filipo, todo quedará en nada si el mismísimo líder de la Facultad Oscura los sigue instigando para que fastidien a la Escuela Necromántica. -

- Puedo intentar mover algunas influencias, pero el territorio de Dean Emma está completamente bajo su control… ¿Quizá debería conversar con ella? -

- Eso no servirá. La Decana es demasiado suave y el Decano Deo requiere una persuasión… más agresiva. -

- Puedo hacerlo, pero cualquier movimiento que haga requerirá tiempo. Necesito por lo menos un mes para conseguir algo concreto. - Confesó Lawrence frustrado, pues realmente deseaba ayudar a su prima Lisa cuanto antes.

- No es necesario esperar, yo ya tengo una idea. - Declaró Bryan con una sonrisa macabra.

- ¿Cuál? -

- Darle esto a tu padre, el nuevo y flamante Cuestor Imperial. - Respondió Bryan mientras le alcanzaba un gran rollo de papiro.

Lawrence lo miró confundido, pero luego se sentó para comenzar a leer y entonces una sonrisa tan malévola como la de Bryan apareció en su semblante.

- ¡Vaya! No han pasado ni unos minutos desde que formalizamos nuestra alianza, pero ya has conseguido algo tan útil. ¡Esto promete, Señor Bryan! - Exclamó finalmente.

- ¿Puedes encargarte de la parte oficial? -

- Mi Padre Alan estará encantado de hacerlo. - Afirmó Lawrence.

- Muy bien, con eso deberíamos estar tranquilos por un tiempo. - Declaró Bryan.

- ¿Qué sería lo siguiente? - Preguntó Lawrence.

- Depende de ti ahora. - Le dijo Bryan: - El Manto Oscuro me ha ordenado protegerte recientemente así que puedo acompañarte directamente o seguirte en secreto. Es tú decisión. -

Lawrence lo miró un momento sorprendido, pero luego se echó a reír a carcajadas: - ¡Tu realmente sabes cómo sacar provecho a la situación! Así que no solamente has conseguido negociar conmigo, sino que también cumples con tus superiores… ¡Hablando de cazar dos linces en un mismo bosque! -

- Te diría que no era mi intención, pero estaría mintiéndote. -

- Así es mejor, prefiero la honestidad. - Dijo Lawrence: - Entonces ahora debes acompañarme. Ya hemos aclarado los requisitos para cooperar, pero aún falta hablar sobre los beneficios. -

- Como tú digas. -

Bryan siguió a Lawrence fuera del estudio y lo escuchó pedirles a los sirvientes que reemplazasen el escritorio roto y que preparasen su carruaje. Al poco tiempo se encontraban viajando tranquilamente por las calles de Itálica en dirección al Foro. Detrás de ellos viajaba un segundo carruaje con todos los guardaespaldas que el emperador Juliano había designado para proteger a su hijo.

- ¡Vamos al Jardín de las Delicias! - Ordenó Lawrence al cochero.

- ¿El Jardín de las Delicias? - Preguntó Bryan intrigado.

- Es un lugar excelente, pero ya lo verás cuando lleguemos. - Respondió Lawrence sonriendo misteriosamente: - Por cierto ¿Dónde te fuiste cuando nos separamos? -

- ¿Phoebe no te lo contó? -

- Me dijo que estuviste haciendo algunas cosas impresionantes en el Valle del Sol, pero no entró en muchos detalles. ¿Acaso estuviste dedicándote al contrabando? -

- Ja. Nada tan prosaico como eso, no. - Respondió Bryan divertido.

- En cualquier caso, me alegro mucho de que hayas regresado en tan buen momento. Te perdiste toda la tensión por el Desastre Militar, pero llegaste justo a tiempo para salvar a mi querida hermana. ¡Realmente quiero que ese Cameron se arrepienta! -

- ¿Qué tan cerca estás de eso? Quiero decir, de resistir un enfrentamiento contra Tiberio Claudio y sus secuaces. -

Lawrence se demoró un momento antes de responder: - De momento… tengo a la Legión Grifón. -

- ¿Qué? -

- Los Legionarios menos arruinados por la corrupción de Odón Ascher necesitaban un lugar a donde ir desesperadamente y conseguí darles la mano antes de que Tiberio Claudio se me adelantase. Ahora son parte de mi fuerza militar. -

- ¡Eso es excelente! -

- Pero, si el conflicto comienza en la capital, no podré tenerlos cerca debido a la prohibición de traer tropas armadas en los alrededores. Ya tengo una identidad muy complicada, así que no puedo ser el primero que viole una norma tan importante. -

- Así que, si estalla una batalla, solo puedes reaccionar y no tener la iniciativa. -

- Exactamente. -

- Es precisamente por eso que necesito a alguien como tú, mi estimado amigo. - Continuó Lawrence con una sonrisa: - Quiero convertirte en una terrible fuerza disuasoria, para que todos los que quieran matarme sepan que tendrán que vérselas contigo. Eso requiere hacerte conocido y también darte autoridad. -

- Como miembro del Manto Oscuro tengo autoridad. -

- Si, pero es secreta. Necesitamos algo un poco más vistoso. -

- Sin embargo, dudo mucho tener tiempo suficiente para unirme al ejército y hacer los méritos militares suficientes. Eso podría llevarme años. - Dijo Bryan mirándolo ceñudo.

- No necesariamente. - Explicó Lawrence: - Por fortuna ya eres un Mago Adepto y con eso automáticamente tienes garantizado un grado superior al de Centurión en el ejército. El objetivo es hacerte famoso entre las tropas y la población, para que a Tiberio Claudio se le dificulte hacer movimientos en tu contra. -

- Entonces ¿qué es lo que propones? -

­- Primero te ayudaré a conseguir un puesto en el ejército y cuando hayas hecho algunas contribuciones, usaré mis conexiones para aumentar tus grados y conseguirte tu propio territorio. Con eso automáticamente escalarás a las filas de los Señores. -

- Eso suena bien. - Asintió Bryan emocionado: Aunque nunca he administrado un territorio. ¿Cómo hago para desarrollarlo? -

- Puedes hacerlo tú mismo o buscar un administrados de confianza. - Respondió Lawrence inmediatamente: - Si no conoces a ninguno, puedo presentarte a varios. Eso no será un problema hasta que superes el rango de Barón. -

Bryan guardó silencio mientras observaba el paisaje por la ventana. Desde su aventura en la Ciudad de Valen se dio cuenta de que los destinos de Lawrence y el suyo seguramente terminarían cruzándose, pero ahora estaba seguro de que su fortuna estaría ligada a la del joven aristócrata. Toda su vida había tenido mucho miedo de involucrarse en los asuntos políticos, pero ahora descubría con sorpresa que estaba disfrutándolo.

Aunque todo dependía de que Lawrence realmente pudiese obtener el poder y luego mantenerlo.

Bueno, sí ocurre lo peor siempre puedo escapar al Cementerio de la Muerte.” Pensó egoístamente, pero su semblante no reveló sus verdaderos sentimientos y más bien sonrió amicalmente antes de decir: - Parece que debo trabajar mucho para asegurar tu victoria. -

Lawrence se río con ganas al escucharlo y luego dijo con orgullo: - Ya me has ayudado bastante. Y que te hayas vuelto un Mago Adepto de un modo tan impresionante realmente hace las cosas convenientes para nuestra causa. Si sumamos todos nuestros talentos, no habrá nada que nos detenga para escalar la supremacía en el Imperio Itálico. -

- Estoy de acuerdo, amigo. -

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú, donde comemos cada día menos por culpa del gobierno de Pedro Castillo. Hoy es miércoles 3 de agosto de 2022.

Bueno en este capítulo agregué varias cosas, como la visita de Bryan a los cuarteles de la Guardia, que en el original no ocurre. Yo quería hacer que utilizase su autoridad para variar.

Las perversiones que describo acerca de los príncipes me generaron muchas dudas, porque tenía miedo de poner algo demasiado aberrante como para que la lectura se hiciese desagradable. Pero tampoco quería que fuese algo predecible como la violación o algo parecido, porque en la antigüedad, sobre todo antes de Cristo, la gente más poderosa en los distintos imperios se entregaba a prácticas… difíciles de describir con palabras. Al final me inspiré en ciertos mitos acerca del emperador Calígula que aparecen en la serie de televisión Yo Claudio.

La conversación con Lawrence fue modificada radicalmente y cambié el enfoque por completo. En el original la alianza entre estos dos es demasiado vaga, de hecho, se parece demasiado a “compartir un taxi”, sin nada de seriedad involucrada. Yo quería un intercambio que no solamente fuese interesante, sino que reflejase el crecimiento de Bryan en el aspecto intelectual.

Notarán que el modo en que Bryan comienza su aproximación es bastante agresivo, algo que no se ajusta tanto a su conducta. El motivo principal es que, debido a los últimos acontecimientos, ha decidido convertirse en un “jugador” en lugar de ocultarse tanto y también es una señal de confía en Lawrence, porque le deja saber sus pensamientos más profundos. Sin embargo, esto lo hace porque ya sabe la verdadera identidad de Lawrence y un gran obstáculo para una alianza con el aristócrata es el miedo que puede haber del presentimiento: “El está en el manto oscuro, ¿cuánto sabrá de mí?”

Otro aspecto importante es que Bryan le revela lo egoísta que es en comparación, afirma que abandonaría al imperio en cualquier momento. Esto naturalmente dispara las alarmas de Lawrence porque nadie quiere una espada ensangrentada que luego no pueda controlar. Pero inmediatamente Bryan comienza a dirigir de tal modo la conversación, que lo hace ver las ventajas de tener a un egoísta como él de su lado, pues es posible que vea cosas que al aristócrata se le escapen. Y el golpe de gracia de esta parte es la revelación de que Lisa y Phoebe han estado en peligro, pero él no lo vio venir para nada por estar distraído.

Por cierto, que su explosión emocional la puse porque se supone que está compitiendo para ser emperador, así que no me parece correcto que su actitud sea constantemente pasiva.

Al final le quedan claros a Lawrence los siguientes puntos: Bryan es incontrolable pero no quiere ser emperador, así que no intentará competir con él. No es leal, pero mientras proteja a unas cuantas personas, Bryan lo apoyará con todo lo que tiene. Algunas de las personas que Bryan quiere son los que Lawrence también quiere, así que una alianza con Bryan también hará que esas personas estén protegidas. Esto último es crucial, porque uno de sus miedos más profundos es tener que matar a sus seres queridos por cuestiones dictadas por la política, algo muy normal en los imperios antiguos. Una alianza con Bryan le dará una excusa para no tener que sacrificar a los que ama.

Bueno, ese fue el enfoque que decidí utilizar en lugar del original. Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Qué te pareció la conversación? ¿Se entendió todo? ¿Habrías preferido otro tipo de enfoque? ¿Te gustó la explosión emocional de Lawrence? ¿Notaste las referencias a las películas Los Increíbles y Las Locuras del Emperador?

Ahora la situación en Perú es terrible y realmente necesito toda la ayuda posible, por eso les pido a todos que por favor apoyen este proyecto utilizando los enlaces de mi cuenta Patreon y compartiendo está historia con más personas para atraer a más patrocinadores. Como siempre agradezco al amigo Gabriel Morffes por ayudarme con la revisión ortográfica.

Nos vemos en el siguiente capítulo.