298 Los Sardukar

Cada uno de ellos medía al menos dos metros de alto y vestían conjuntos de armadura pesada de cuerpo completo que ocultaba casi todo su cuerpo, salvo por unas rendijas para la respiración. El material de su indumentaria era carmesí como la sangre, pero a primera vista uno podía deducir que era bastante resistente. Además, las formas de las placas eran muy extrañas e intrincadas, tanto que parecían orgánicas, como grandes escamas de alguna criatura misteriosa semejante a un reptil o un dragón. Varias puntas afiladas emergían de su superficie como espinas, dándoles una apariencia aterradora.

Bryan nunca había visto algo más parecido a la definición de “Armadura Demoníaca”.

Le peor era la forma en que esos individuos llevaban estas corazas. No era posible saber si se trataba de una característica del propio equipamiento o de las personas que la usaban, pero la forma en que las placas se movían cada vez que los Sardukar daban un paso, hacía que uno dudase de si realmente estaba viendo algo hecho artificialmente, sobre todo porque apenas emitían sonidos al avanzar…. ¡Casi parecía como si hubiesen nacido con esas armaduras carmesís y esta fuese una segunda piel!

Los Sardukar continuaron moviéndose como fantasmas, pero muy rápidamente, de manera que tuvieron bloqueado el desfiladero en poco tiempo y ahí se detuvieron.

Verlos era una especie de contradicción en sí mismo, porque por un lado parecían quietos como estatuas, manteniendo un perfecto control de sus propios cuerpos; pero a pesar de esto de algún modo cada uno de aquellos trescientos guerreros trasmitía un intenso sentimiento de agresividad que era casi palpable, hasta el punto en que uno podría creer que el simple hecho de entrar en contacto con ellos, incluso accidentalmente, desgarraría la piel del desafortunado. Y esta no era una agresividad ordinaria, sino que emitían el mismo tipo de sed de sangre que tendría un reptil o alguna otra bestia semejante proveniente de tiempos antiguos, primitivos y salvajes.

¿Quiénes eran los Sardukar? ¿Monstruos? ¿Demonios? ¿Engendros que emergieron del mismísimo caos exterior? Quizá ni siquiera el propio Culto de Caelos lo sabía con exactitud debido a su antigüedad. Pero si hubiese que resumirlo en pocas palabras, la respuesta sería una forma de vida completamente arruinada.

La única leyenda que se conservaba sobre ellos hablaba de un antiguo reino de oriente, donde existió un monarca obsesionado con vivir para siempre. Tal era la locura de este soberano, que decidió relacionarse con quien nunca debió y dio permiso al Culto de Caelos para convertirse en la religión oficial de su pueblo e incluso les entregó como prosélitos a miles de sus propios hijos, nada menos que príncipes nacidos de concubinas pertenecientes a las mejores familias, para que fuesen sirvientes de los Dioses del Caos.

Tal era la locura de este soberano, que decidió relacionarse con quien nunca debió y dio permiso al Culto de Caelos para convertirse en la religión oficial de su pueblo...

Estos príncipes fueron cautivados primero por los poderes oscuros del Culto de Caelos, quienes doblegaron su voluntad, hasta que terminaron volviéndose absolutamente obedientes a los dioses del caos. Y solo entonces los altos mandos del culto comenzaron los horribles experimentos mágicos que potenciarían su fuerza, inteligencia y capacidad para la violencia, al mismo tiempo que reducían al mínimo cualquier forma de voluntad o individualidad que todavía les quedase.

Así fue como los príncipes desaparecieron por completo y se convirtieron en simples máquinas de matar con la apariencia de seres humanos, tristes cascarones vacíos que alguna vez fueron personas.

Y sin embargo el Culto de Caelos ni siquiera había empezado con ellos.

Primero los obligó a probar su lealtad masacrando por completo el mismo reino que los había entregado. Porque en ningún momento el culto tuvo intención de cumplir su promesa con el emperador, el cual muy pronto dejó de ser útil para ellos. Los príncipes esclavos fueron tan eficientes al realizar este genocidio, que el nombre de esta nación desapareció por completo de los registros históricos.

Después el culto los forzó a reproducirse entre ellos mismos, de un modo selectivo y controlado, expandiendo de esta manera su lavado de cerebro a sus descendientes.

Finalmente comenzaron los experimentos de hibridación, en los que se seleccionaba a los mejores y más obedientes ejemplares, para obligarlos a copular con otras criaturas humanoides, por medio de artes oscuras y prohibidas. Cuanto más terribles fuesen las especies, era mejor a los ojos del Culto de Caelos: Elfos Oscuros, Hombres Lobo, Orcos e incluso Ogros, etc. Cualquier cosa daba igual con tal de producir mejores ejemplares.

Siglos de este proceso terminaron produciendo una especie divergente de la humanidad. Un grupo de seres aparentemente humanos que tenían una increíble agresividad, pero a su vez eran completamente leales al Culto de Caelos. Y es que, aunque eran inteligentes, ya no tenían la capacidad de tener pensamientos propios.

Estos eran los Sardukar.

Los trecientos guerreros carmesíes desenvainaron sus armas: Un par de gruesas espadas largas de un solo filo, que se curvaban en la punta para potenciar su capacidad de corte. Quien los dirigía era un ejemplar conocido simplemente como el Alfa Sardukar, el único de ellos que tenía imaginación y recibía ordenes directamente del miembro superior del culto más cercano, que en este caso era Egon, mientras que el resto le obedecían como una colonia de hormigas. El Alfa se diferenciaba del resto por llevar una armadura de color negro y una única espada, tan larga como su propio cuerpo.

Los Sardukar y su Alfa

Por la dirección en la que venían los Sardukar se podía asumir que eran refuerzos para los hombres de Dalibor, y sin embargo ninguno de los mercenarios se sintió animado por su llegada. Esto era debido a la nefasta atmósfera que los rodeaba, la cual desató sentimientos de alerta en todos los que lo vieron.

Y muy pronto de demostró que sus temores eran acertados.

La mayoría de los que estaban escapando se detuvieron de golpe y corrieron a regresar al lado de Dalibor, pero algunos trataron de rodear a los Sardukar para continuar su huida… solo que en ese estrecho desfiladero era imposible hacer esto sin acercarse un poco.

Los Sardukar no gritaron ni dijeron nada, simplemente blandieron sus espadas y comenzaron a matar de forma indiscriminada a todos los que no se alejaron inmediatamente de ellos. La sangre voló por el cielo y los Sardukar se lanzaron contra los que huían como si en lugar de hombres fuesen una manada de chacales hambrientos. Algo asombroso, para todos los que no fuesen sus víctimas, era la forma en la que parecían acelerar. Daban un primer paso, desaparecían y aparecían instantáneamente a casi siete u ocho metros en tan solo un parpadeo, tomando por sorpresa a todos los que trataron de defenderse de ellos, así como asegurando la muerte de los que intentaban escapar.

Parece Magia Espacial… Pero no siento que tengan artefactos… ¡¿Acaso es una habilidad innata?!” Pensó Bryan al verlos, pues ni siquiera con sus Espectros Oscuros y sus sentidos desarrollados era capaz de percibir su desplazamiento. “Afortunadamente parece que no pueden hacerlo de forma seguida.

En efecto, el primer paso de los Sardukar en el momento de atacar era peligroso, pero los siguientes eran un poco más normales, si es que esa palabra se podía aplicar a ellos. Y es que cada movimiento que hacían recordaba más a los de una bestia. Eso sí, mataron de una forma violenta y horrible a los mercenarios, pero en ningún momento dejaron de ser eficientes. Porque tan solo transcurrieron un par de respiraciones y los Sardukar ya habían regresado a su formación original para continuar con su avance.

Los hombres de la Tribu de Katar, que un instante atrás estaban corriendo a lo loco para alcanzar a los que huían, ahora se detuvieron en seco. Por más que fueran bárbaros incultos la inteligencia les alcanzaba para saber que les esperaba un destino funesto si se enfrentaban a estos sujetos que no vacilaban en matar cruelmente a sus aliados. Porque ¿qué no harían con sus enemigos?

De modo que trataron de retirarse, pero los Sardukar los alcanzaron rápidamente y comenzó una auténtica matanza difícil de describir con palabras, en la que se amontonaron varios montículos de cuerpos y extremidades amputadas. Aquel grupo de la Tribu de Katar acabó destruido como el trigo frente a una máquina trilladora y los únicos que se salvaron fueron los que decidieron saltar de la montaña, confiando su supervivencia a la misericordia de los dioses.

Apenas sobrevivieron seis personas con las piernas rotas.

Una vez que terminaron con los mercenarios, los Sardukar avanzaron contra el Batallón Sagrado.

- ¡Las Tropas del Averno vienen contra nosotros! - Gritó el guerrero vestido de blanco con el penacho trasversal: - ¡Batallón Sagrado! ¡¿Hay algo que temer?! -

- ¡No! ¡No tenemos miedo del Mal! - Respondieron los guerreros.

A pesar suyo, Bryan tenía que reconocer que esos hombres eran valientes. Los Sardukar los triplicaban en número e incluso él sentía que no quería enfrentarse con esas cosas. Pero los miembros del Batallón Sagrado ni siquiera se inmutaron por la presencia de sus enemigos ancestrales. Tampoco lo estaba aquella sacerdotisa armada, que se adelantó para caminar en frente de los guerreros mientras proclamaba:

- ¡Que hoy luchemos con valor! ¡En su sagrado nombre! -

- ¡Batallón Sagrado de Idramón! - Respondieron a coro los guerreros blancos al mismo tiempo que adoptaban la formación de Falange: - ¡Por su sagrado nombre! -

- ¡Bendita sea la luz! - Gritó la sacerdotisa deteniéndose justo al frente del muro de escudos para luego arrodillarse hasta golpear el suelo con su cabeza.

- ¡La luz prevalecerá! - Gritó el Batallón Sagrado y sus escudos resplandecieron intensamente, iluminando el entorno como si fuesen lámparas, mientras que las puntas de sus lanzas arrojaban destellos incandescentes.

- ¡Tonterías! - Rugió la voz de Egon que despreciaba al Batallón Sagrado desde su escondite invisible: - ¡Masácrenlos Sardukar! ¡No se detengan hasta que el último de ellos esté muerto! ¡Ustedes no conocen el dolor, no conocen el miedo! ¡Comerán carne humana! -

Una extraña energía comenzó a emanar de sus cuerpos, los cuales también incrementaron su masa muscular...

Las palabras de Egon fueron como una antorcha que se arroja contra un lago de combustible. Los Sardukar, que hasta entonces se habían movido silenciosamente como si estuviesen muertos, parecieron despertar de alguna clase de sueño y arrojaron alaridos que no se parecían a nada que Bryan hubiese escuchado nunca. Y mientras señalaban al cielo con sus armas, como si desafiasen a los mismísimos dioses, una extraña energía comenzó a emanar de sus cuerpos, los cuales también incrementaron su masa muscular, hasta que sus propias armaduras llegaron al límite de su capacidad para contenerlos.

 Los Sardukar se arrojaron al combate contra el Batallón Sagrado y ni el terreno ni la gravedad en contra parecían obstaculizar en nada sus movimientos. Bryan notó que las rocas y los cadáveres alrededor de esos monstruos comenzaban a deshacerse, como si la energía de sus cuerpos tuviese alguna propiedad corrosiva. Estaba sorprendido. Solamente había visto algo como eso en el conjuro de Magia Oscura, la Enredadera de Oscuridad, y únicamente en su versión más avanzada. En aquella ocasión Emily había conjurado unas lanzas de sombras que atravesaron a los Troles del Bosque, para luego convertirse en tentáculos que arrojaban niebla corrosiva.

Los cuerpos de los Sardukar parecían tener esta misma propiedad, pero por más que Bryan intentaba descubrir el origen del encantamiento, no podía ver nada. Era como si los propios cuerpos de esos… ¿hombres?  ¿monstruos? ¿cosas? Ya tuviesen la propiedad de hacer esto de forma natural.

El choque entre los Sardukar y el Batallón Sagrado fue estruendoso hasta el punto de ser increíble, porque sacudió el suelo como si en lugar de unos cientos de personas estuviesen siendo testigos de un combate de varios miles de soldados de infantería pesada.

Bryan estaba seguro de que la sacerdotisa arrodillada en frente de la falange se moriría de inmediato al ser arrollada por sus enemigos, pero para su sorpresa una veintena de lanzas golpearon por encima de los escudos del Batallón Sagrado, ensartando a los Sardukar justo antes de que tocasen a la mujer armada. Aparentemente siempre estuvo en el rango perfecto para ser defendida por sus lanzas. Ahora podía verla rezando a sus dioses sin tener en cuenta a los monstruos que cargaban en frente suyo, como si la batalla no tuviese nada que ver con ella.

Eso sí que es tener valor.” Pensó Bryan sonriendo admirado a pesar suyo.

La falange del Batallón Sagrado comenzó a avanzar para empujar a los Sardukar y en su camino un par de escudos se abrieron para que la mujer arrodillada fuese cubierta por la protección de sus compañeros. Poco después el muro de metal volvió a cerrarse, mientras absorbía todos los golpes que los Sardukar le arrojaban.

Claramente las espadas de los Sardukar no eran normales. Bryan las había visto partir por la mitad fácilmente a hombres que llevaban armaduras de cuerpo completo. Ni siquiera el Aura de Batalla de los mercenarios muertos los salvó de ser cortados, pero los escudos del Batallón Sagrado tenían una propiedad misteriosa que parecía anular cualquier fuerza que uno arrojase en su contra.

Por su parte las lanzas del Batallón Sagrado no tenían problemas para herir a los Sardukar, como si sus armaduras no sirviesen contra ellas. El problema era que no importaba. Porque, aunque fuesen atravesados en un hombro, el cuello o el estómago, toda la sangre que expulsaban sus heridas salía a chorros por un instante, pero luego regresaba a ellos como una serpiente escapando a toda prisa a su madriguera.

¡¿Acaso son inmortales?!” Pensó Bryan aterrado de ver ese grotesco espectáculo.

Incluso el dolor de las heridas, lejos de debilitar a los Sardukar, parecía estimularlos a luchar más brutalmente como si fuese una droga. Sus golpes se hacían más fuertes y violentos conforme pasaban los segundos, pero justo cuando Bryan estaba pensando que realmente podrían ser invencibles, uno de ellos se desintegró en una explosión de luz.

Entonces, si es posible matarlos. Solo hay que hacerles suficiente daño.

Lamentablemente, para el Batallón Sagrado al menos, la luz que emitió el Sardukar muerto parecía tener el efecto de fortalecer a los demás, pues estos incrementaron el poder de sus cortes, tanto que sus espadas dejaban escapar chispazos por la fricción cada vez que golpeaban.

Pero a pesar de todo su salvajismo, los Sardukar todavía conservaban su inteligencia. No pasó mucho tiempo antes que comenzaran a rodear al Batallón Sagrado aprovechando que su empuje frontal era tan fuerte. Si lo conseguían, la Formación de Falange perdería todo su poder y los Sardukar acabarían ganando.

Bryan estaba seguro de que el Batallón Sagrado usaría la misma estrategia que usó con los mercenarios de incrementar el número de ataques a distancia para evitar que los flanqueasen, pero para su sorpresa el guerrero que los comandaba gritó una instrucción y entonces las líneas laterales y la retaguardia realizaron un cambio en su formación casi de inmediato, algo que parecía casi imposible de hacer en una formación tan cerrada.

Imposible a no ser que no hayas hecho otra cosa en tu vida que practicar esos movimientos.” Pensó Bryan con ironía.

El resultado fue que la pequeña falange del Batallón Sagrado se convirtió en un cuadrado defensivo compacto. Los Sardukar que consiguieron hacer el rodeo se lanzaron al ataque inmediatamente y consiguieron hacer daño, pero no fue decisivo.

Frente a los ojos de todos los mercenarios se desarrollaba un combate impresionante que demostraba exactamente lo que sucedía cuando una fuerza indetenible se encuentra con un objeto inamovible. Los Sardukar atacaban con tal fuerza que parecían sacudir los cimientos de la tierra, mientras que el Batallón Sagrado se defendía y contraatacaba con más firmeza que la propia montaña en la que luchaban.

Se trataba de un empate de fuerzas que se mantenía únicamente porque el terreno no permitía que los Sardukar pudiesen aprovechar su superioridad numérica y porque el Batallón Sagrado no tenía suficientes hombres como para imponerse sobre los monstruos.

Toda la atención estaba completamente fija en este combate.

*****

Llegó mi momento.” Pensó Bryan sonriendo maléficamente.

Se encontraba en un agujero excavado cuidadosamente por el Zombi Élite de Tierra, que en ese momento esperaba a su lado. Bryan había llegado un día antes y al principio pensó en usar la misma ruta que la última vez, pero descubrió que en esta ocasión había muchos más campamentos de distintos mercenarios que podrían notarlo si no tenía cuidado y entrar por el cielo no era una opción. De modo que se acercó lo más posible a la base de Sorin, justo en el límite de sus defensas, y usó a sus Espectros Oscuros para buscar con mucho cuidado un escondite que le sirviese. Afortunadamente sus criaturas eran etéreas y podían atravesar las rocas del suelo, así que rápidamente encontraron lo que necesitaba: Una grieta rocosa en la montaña que era utilizada como basurero por los mercenarios, pero que se ensanchaba naturalmente conforme descendía.

Todo sea por la misión.” Pensó Bryan mientras se sumergía tratando de evitar al máximo los restos de comida putrefacta. Por lo menos pudo consolarse al descubrir que este lugar no era donde los mercenarios arrojaban sus deposiciones, pues afortunadamente habían tenido la mínima precaución de hacer esto en un lugar más alejado de sus campamentos, para evitar enfermedades. Bryan siguió descendiendo a casi diez metros de profundidad con la ayuda del Zombi Elite de Tierra, el cual debilitaba la roca para que pudiese romperla fácilmente con golpes de sus pies. Una vez en el fondo, su criatura usó sus poderes para abrir una especie de caverna subterránea donde podía esperar con tranquilidad, siempre y cuando ignorase el mal olor.

¿Por qué Bryan eligió pasar por esta molesta experiencia? El motivo principal era que la situación actual era muy diferente a la anterior, porque tanto el Culto de Caelos como el Templo de Idramón estarían involucrados. Si bien sentía que podía burlar a uno de ellos, parecía muy arriesgado hacerlo con ambos. De modo que cambió su estrategia inicial: Colocaría las bombas y luego se escondería en este lugar a esperar que sus enemigos se fueran, en lugar de escapar directamente como seguramente ellos esperarían.

El Zombi Élite de Tierra se puso a trabajar y comenzó a crear un túnel para que pudiese llegar al interior de la Mina. Por seguridad se detuvo justo a tiempo para que tuviesen acceso a las galerías con sólo derribar una delgada pared. El problema era que ahí había muchas personas trabajando en despejar los túneles, algunos de los cuales eran magos de tierra bastante poderosos.

Necesitaba proceder con mucha precaución.

De modo que, mientras esperaba el momento adecuado, Bryan estuvo ocupado usando el hechizo Deimos para absorber todas las emociones negativas y el poder de la matanza que ocurría tan cerca de su escondite. Pero cuando llegaron los Sardukar, el efecto sanguinario que causaron fue tan intenso que casi no logra detenerse… ¡Estuvo a punto de romper el límite del Reino Sanguinario!

Eso estuvo cerca.” Pensó mientras se dirigía hacia el túnel: “Si hubiese empezado a transformarme ahí mismo existía el riesgo de que entrase en el Estado Mental Tenebroso. Y entonces ¡quién sabe cuánto me habría demorado en recuperar la conciencia!

Decidido a aprovechar el empate de fuerzas de la superficie, Bryan comenzó a subir por el sendero subterráneo hecho por su criatura. Sus ojos sobrenaturales le permitían ver perfectamente el entorno y podía contener la respiración bastante bien, siempre que no se moviese demasiado rápido.

Un Espectro Oscuro ya se encontraba esperándolo al otro lado de la pared al final del túnel, vigilando los alrededores. Cuando supo que no había nadie, Bryan le hizo un gesto al Zombi Élite de Tierra para que abriese una abertura con el mayor silencio posible.

Comencemos la cacería.” Pensó Bryan mientras invocaba al Pequeño Esqueleto.

Maten a todos en silencio.” Les ordenó.

De ese modo comenzaron. Había un total de setenta y cuatro personas, pero solo diez eran Magos de Tierra. Bryan se encargó personalmente de ellos, asesinándolos en silencio por la espalda con mucha precisión. No resultó nada fácil, porque ya mucho antes, cuando quiso usar sus poderes, se dio cuenta de que existía una cierta resistencia de su Esencia Mágica que antes no tenía. Y es que, aunque sus heridas estaban curadas, el haber usado cinco gotas de Esencia de Sangre en su combate contra Vlad Cerrón afectaron mucho su vitalidad y le quitó años de vida. Eso inevitablemente tendría más secuelas de lo que podía imaginar.

Así que Bryan tuvo que ser extra cuidadoso para no ser descubierto ahora que su cuerpo no le respondía tan bien como al principio.

Por su parte el Pequeño Esqueleto comenzó a saltar por las paredes, reptando como una araña con sus púas de hueso, para así matar uno por uno a los guerreros solitarios. En cuanto a los grupos de tres o cuatro personas, el Zombi Élite de Tierra hacía que se derrumbasen rocas sobre ellos y los enterraba vivos antes de que pudiesen gritar. Definitivamente una mina inestable con tanta tierra removida era el sitio perfecto para que usase sus poderes a placer.

Afortunadamente todas las defensas mágicas y las barreras se encontraban afuera de la mina, pues sus autores asumieron que los enemigos siempre vendrían desde el exterior. Además, como las excavaciones se habían hecho a toda prisa, constantemente ocurrían pequeños derrumbes o rocas desplomándose.

Todo esto ayudó a que muy pocos se dieran cuenta de que algo extraño estaba sucediendo. Y quienes lo notaron lo hicieron demasiado tarde.

El ultimo Mago de Tierra estaba concentrado en mover unas grandes rocas, cuando Bryan se acercó detrás suyo y lo sujetó por la boca para impedirle gritar o conjurar, al mismo tiempo que le atravesaba la garganta con su espada mágica.

- Finalmente. - Susurró Bryan aliviado, pues si uno solo de esos magos hubiese conjurado un ataque todos en la mina lo habrían escuchado y en muy poco tiempo tendría a medio Falce Segador persiguiéndolo.

El Pequeño Esqueleto y el Zombi Élite de Tierra se reunieron con Bryan con actitud festiva por el trabajo cumplido, pero este les hizo señales de que guardaran silencio y transmitió con su mente la imagen de la entrada, donde todavía había guardias. Afortunadamente todos ellos estaban completamente concentrados en la lucha de los Sardukar y el Batallón Sagrado, por eso aún no se daban cuenta de lo que sucedía.

Sus criaturas lo miraron de cierta forma muy curiosa. Por supuesto que ninguno tenía expresiones, pero Bryan pudo sentir de algún modo que le estaban preguntando: ¿Los matamos?

No, los de afuera se darían cuenta si no ven a los centinelas.” Les respondió Bryan con su mente y comenzó a conjurar a más de treinta Guerreros Zombis. Después activó sus dos Anillos Espaciales para sacar poco a poco los barriles llenos de pólvora.

Tomen el mando de un grupo y comiencen a repartirlos con mucho cuidado.” Ordenó Bryan con su mente al Pequeño Esqueleto y el Zombi Élite de Tierra, que asintieron de inmediato y comenzaron a dirigir a los Zombis. Por supuesto que, sin el Dominio Necromántico, Bryan tenía que controlar hasta cierto punto a todos ellos, pero sus criaturas ayudaban a que no cometiesen errores.

Se que no debería quejarme, pero me gustaría que hubiese una forma más eficiente de controlar mejor a las Criaturas Oscuras.” Pensó Bryan mientras transmitía sus órdenes: “Dominio Necromántico es increíblemente poderoso… El problema es que es muy llamativo. Además, si bien puedo seleccionar a quienes afecta el frío debilitante, el ambiente oscuro que genera podría causar graves daños a mis propias tropas cuando estén maniobrando. Gilberto y Emily podían ver en la oscuridad sin problemas, así que no era un peligro cuando lo usé contra Falce Segador. Tampoco me importaba si algunos de la Banda de Drakar acababan perdiéndose o muriendo el día que maté a Costel, porque no eran mis tropas. Pero si no tengo cuidado en Valderán, mis soldados podrían tener problemas para orientarse.

Por seguridad caminó hacia la entrada de la Mina para asegurarse de interceptar a cualquiera que entrase, mientras sus no muertos trabajaban repartiendo los barriles en cada una de las galerías y pasadizos mineros.

Cuando todo estuvo listo, Bryan hizo desaparecer a todos los Zombis y se alejó por el mismo túnel que usó para llegar, junto con el Pequeño Esqueleto y el Zombi Élite de Tierra. Antes de irse, dejó en la entrada un último barril de pólvora, que procedió a abrir de una patada para luego arrojar el contenido al suelo.

En cuanto hubo regresado al fondo de la grieta, susurró:

- Honestamente no tengo ni idea de cómo resultará esto, porque nunca antes lo he intentado. Pero debería funcionar, al menos eso espero. Además, habrá muchos muertos arriba nuestro y aprovecharé para romper el límite que me falta. ¡Protéjanme mientras lo hago! -

Sus criaturas asintieron y entonces Bryan sonrió mientras invocaba un Gul. Después sacó un trapo embadurnado en aceite que había guardado para la ocasión y lo ató a las extremidades de su invocación antes de encenderlo.

- ¡Corre! - Le ordenó al Gul.

La criatura obedeció y se dirigió a toda prisa con gran velocidad hacia la mina, llevando consigo el trapo en llamas que encendería la pólvora. Un Espectro Oscuro lo siguió en todo momento y cuando Bryan vio que el Gul estaba a mitad de camino, se volvió hacia el Zombi Élite de Tierra.

- ¡Haz que el túnel se derrumbe! -

La criatura asintió y extendió sus manos para derrumbar el techo del pasillo que había excavado, comenzando por el lado en que se encontraban. Unos instantes después el Gul llegó hasta la mina.

Y luego…

Se desató una explosión tan aterradora que derrumbó por completo un flanco entero de la montaña. Tembló y gimió la tierra. Una espesa nube de polvo cubrió todo el entorno, impidiendo que nadie pudiese ver o respirar. Trozos inmensos de escombros volaron por los aires y enterraron a cientos de personas. Y desde muy lejos se oyó el estruendo sordo y prolongado, que provocó largos ecos de un redoble de destrucción y ruina.

Incluso Egon fue tomado completamente por sorpresa y tuvo que cancelar su invisibilidad para formar una barrera defensiva, bloqueando así varias rocas que vinieron volando en su dirección. Al hacerlo, su conexión con los Sardukar se rompió por completo, pues lo único en que pensaba era en su propia seguridad.

Y al igual que las hormigas echan a andar sin meta ni propósito cuando ven morir a la despótica y malévola reina que las tiene sometidas en la colonia pululante, así también los Sardukar que se habían separado por la explosión y no podían ver a su comandante ni sentir la presencia de Egon, comenzaron a correr despavoridos de un lado a otro.

Algunos se dejaban morir bajo los escombros, otros se arrojaron a los fosos o escaparon gimiendo para esconderse en agujeros oscuros, lejos de toda esperanza. Tal era el estado en que caían estas criaturas cuando se veían privados de la voluntad que los sometía.

En cambio, aquellos que estaban más cerca del Alfa conservaron la cordura y se retiraron manteniendo la disciplina que los caracterizaba, porque en medio de semejante caos ya no podían ver a los enemigos que les ordenaron matar. De otro modo, habrían seguido peleando, aunque el fin del mundo estuviese a punto de caer sobre ellos.

Quien se llevó la peor parte en esta explosión fue Falce Segador, cuyo campamento era el que más cerca estaba de la entrada a la Mina. Sorin tuvo que usar un artefacto, el último de los que su abuelo le había entregado, para proteger a algunos de sus hombres mientras escapaban. Lo cierto es que no habrían podido llegar muy lejos si los restos del Batallón Sagrado no hubiesen llegado a su lado en el momento decisivo.

Muchos de ellos habían acabado sepultados vivos por un derrumbe del que no pudieron escapar, precisamente porque su formación de Falange, tan formidable en el combate cerrado, no les permitió huir con suficiente velocidad. Pero aún sobrevivió una veintena de ellos y, pese a estar agotados y heridos, consiguieron abrir camino para que Falce Segador y algunos de sus aliados pudiesen escapar en medio de la terrible nube de polvo.

Dalibor estuvo a punto de morir aplastado por grandes rocas y apenas consiguió escapar de la muerte activando su última Transformación de Berserker. Como sus hombres estaban casi en la base de la montaña consiguieron retirarse con menos pérdidas que el resto, pero una gran cantidad encontró la muerte al ser aplastados por sus propios compañeros cuando corrían desesperadamente hacia el desfiladero. Y luego el propio Dalibor, enloquecido por su frenesí Berserker, asesinó a varios de ellos que tuvieron la mala suerte de estar cerca suyo durante la terrible huida.

Del resto de mercenarios sólo se salvaron aquellos que estaban cerca de magos poderosos o que milagrosamente consiguieron escapar por el designio de alguna deidad.

*****

Fortaleza de Lumbardéa

Druso, Primer Centurión de la Legión Auxiliar 19, suspiró resignado mientras maldecía a su comandante de unidad, el Prefecto Lucio Voreno.

No solía ser de esa manera. De hecho, los primeros meses Voreno se había comportado como un buen comandante. Un poco descarado y con tendencia a ignorar algunos procedimientos, pero básicamente alguien bueno. A Druso le caía bastante bien, en realidad seguía pensando que no era una mala persona.

El problema ocurrió cuando un día llegó con esa maldita esclava. Alfasia, se llamaba ella. El propio Druso reconocía que era una mujer bastante hermosa, con pechos suculentos y un trasero bien firme, como una fruta madura. Encima de todo, parecía haber sido alguna clase de noble princesa en alguna tribu, porque sus modales eran excelentes. Por lo menos Druso no comprendía la mitad de las cosas que ella decía cuando la escuchaba hablar, así que debía ser alguien educada.

Honestamente una mujer así debía valer por lo menos un buen montón de oro y mucho más de lo que pagaba el sueldo de un Prefecto. Incluso un Tribuno de las Legiones principales no podría permitirse semejante lujo. Druso no sabía cómo consiguió Lucio Voreno obtenerla, pero lo había conseguido y no estaba desaprovechando a esa mujer. Y es que todas las noches se escuchaban los gemidos apasionados provenientes de la habitación de su comandante.

Nada de esto era raro por supuesto. Los legionarios tenían prohibido tener amantes mientras durase su servicio, pero los oficiales, comenzando con los Centuriones, recibían una dispensa especial para tener mujeres o incluso casarse. Además, se trataba de una esclava y no de una ciudadana propiamente dicha. Se la consideraba más un juguete que un ser humano.

Pero cierto día Lucio Voreno se presentó a una reunión con el resto de los oficiales, llevando consigo a su esclava Alfasia. No es que la mujer fuese una molestia, porque lo único que hizo fue mantener la copa de su amo siempre llena de vino, pero era una distracción y además para servir vino les sobraban esclavos. Ella no tenía por qué estar ahí.

Al día siguiente se repitió el mismo patrón y cada vez que ocurría Lucio Voreno iba bajando sus inhibiciones, hasta que fue evidente para todos que su comandante se había enamorado de su esclava. Y no se trataba de algo pasajero, sino de una auténtica pasión desenfrenada.

Incluso esto no despertó mucho la atención. De hecho, al principio le ganó el respeto de mucha gente, ya fuese en su casa, entre los esclavos, entre los habitantes de la ciudad y hasta ente los propios soldados. Todos habían experimentado estar subordinados a otros generales lujuriosos que usaban su poder para violar a doncellas de la población local, extendiendo el dolor y el resentimiento a su alrededor. Un dolor y resentimiento que luego era proyectado sobre las tropas.

También estaban los generales que corrían detrás de las mujeres de algunos oficiales. Un centurión podía ser muy desafortunado si tenía una esposa hermosa, aunque tampoco faltaban algunos que utilizaban a sus mujeres para conseguir ascensos inmerecidos en agradecimiento a los servicios prestados por sus bellas esposas, pero eso también creaba resentimiento entre otros oficiales.

Lucio Voreno en cambio se había enamorado de esa esclava y ella siempre se encontraba con él. Si su Prefecto era lujurioso era algo que quedaba en la esfera de su vida privada, pues, en todo caso, lo sería con la tal Alfasia. De modo que, mientras no hiciese algo muy estúpido, como liberarla para casarse con ella, su carrera estaría a salvo.

El problema fue que se había vuelto un obsesivo. Cada vez pasaba más tiempo fornicando con esa esclava que atendiendo sus deberes. Además, se entregaba excesivamente a la bebida y su temperamento se volvía más irascible cada día, sobre todo con aquello que lo apartase del coño de Alfasia.

Naturalmente eso había agriado por completo su relación con Druso, que, al ser el Primer Centurión, también era el encargado de notificarle las cosas y constantemente tenía que interrumpir a su comandante cuando estaba divirtiéndose con la esclava, recibiendo reprimendas por algo que en realidad era culpa del propio Lucio Voreno. El Prefecto llegaba cada vez más tarde a las reuniones, pero era el primero en marcharse.

Y siempre estaba bebido, lo que le hacía tomar malas decisiones, como dar castigos inmerecidos, olvidarse de pedir equipamiento que los soldados ya deberían tener o incluso organizar ejercicios militares solamente para poder quedarse a solas con esa maldita mujer.

Aquella madrugada Druso no había podido dormir por haber estado haciendo un informe sobre el estado de la guardia que el Prefecto Voreno tendría que haber hecho, pero si se lo pedía únicamente recibiría un grito de “¡Encárgate tú!” y luego el Prefecto seguiría atacando el vientre de su esclava. O quizá estaría tan desmayado por el alcohol que ni siquiera obtendría esa respuesta. En cualquier caso, Druso decidió ahorrar tiempo y simplemente hizo el reporte para después organizar él mismo los turnos.

Después, como el alba estaba cerca, decidió calentarse junto al fuego, pero descubrió que la fogata ya se había apagado y el viento gélido del amanecer venía acompañado con aguanieve. De modo que se acurrucó en su tienda, estirando su fina manta con sus manos en un vano intento por cubrirse desde la cabeza a los pies aun cuando la extensión de la lana era insuficiente.

Todo porque el Prefecto Voreno no se tomó el tiempo para hacer el pedido de ropas especiales para el invierno que ya se aproxima.

Justo en ese momento llegó un legionario de la guardia.

- Centurión. -

- ¡¿Qué carajo quieres…?! - Comenzó a maldecir Druso, que no tenía ganas de ver a nadie y solo deseaba cerrar un poco los ojos en la media hora que quedaba antes del amanecer.

- Ha llegado un mensaje de la capital. - Respondió el legionario asustado.

- ¿De la capital? ¿Y a esta hora? -

- Dijo que era urgente. -

- Ya veo… bueno, iré a recibirlo. - Decidió Druso.

- ¿A quién? - Preguntó el legionario confundido.

- Al mensajero, imbécil. - Respondió Druso irritado: - ¿A quién si no? -

- El mensajero ya se ha ido. -

- ¿Qué? -

- Si, mi Centurión. Solo dejó este mensaje y se marchó a caballo. Pero dijo que era urgente. ¡Y tiene el sello Consular! -

Druso se levantó confundido. Cuando había que traer un mensaje de emergencia en la legión, lo usual era que el mensajero se quedase ahí mismo para llevarse la respuesta o por lo menos la confirmación de que su correo fue adecuadamente recibido. No tenía sentido que alguien llegase a la mitad de la noche para dejar una carta y se largase sin saber el resultado o sin dar mayores explicaciones.

El Primer Centurión se levantó seguro de que todo esto era un error. Porque si era una broma, estaba más que dispuesto a mandar azotar al responsable hasta dejarlo en carne viva, solo por haberle robado esa última y preciosa media hora de sueño. Pero para su gran sorpresa, el sello Consular estaba en efecto sobre el rollo de pergamino.

¿Que hago ahora?” Se preguntó Druso: “Es muy difícil imitar este sello, así que no es probable que sea un mensaje falso… Aun así, todo es tan irregular. ¿Debería leerlo?

Lo correcto habría sido llevar la carta al Prefecto directamente. Pero este seguramente no podría leerlo en su estado de embriaguez, así que simplemente decidió abrirlo.

El mensaje le hizo abrir la boca, porque hablaba nada menos que de una rebelión en un pueblo cercano, que buscaba independizarse de la autoridad imperial.

Tengo que notificarlo ahora mismo.” Decidió Druso y luego dijo al Legionario: - Avisa por si acaso al resto de Centuriones que se preparen para una reunión de emergencia. Yo mientras tanto iré a avisar al Prefecto. -

El Legionarios asintió, saludó y se marchó a cumplir las órdenes.

Druso se dirigió a la Torre y subió la larga escalera de caracol que llevaba a las dependencias del comandante, cuyos ronquidos pudo escuchar incluso a través de esas gruesas paredes de piedra. Como la situación requería apresurarse, Druso golpeó la puerta con fuerza y luego ingresó directamente para no darle oportunidad al Prefecto de mandarlo al infierno. Aun así, tuvo que aguantar durante diez minutos una larga ronda de insultos antes de que Lucio Voreno dejase de reprocharle el haberle despertado de ese modo, en medio de su omnipresente resaca.

Después, cuando finalmente el Prefecto se calmó lo suficiente como para entender el mensaje, dio una orden bastante directa.

Toda la Legión tenía que movilizarse inmediatamente a reprimir la rebelión.

La desesperación del Prefecto Voreno era entendible. Después de todo una rebelión era lo peor que le podía suceder a cualquier político, pues eventualmente se volvería una noticia conocida y si el Senado llegaba a deliberar al respecto lo declararían incompetente.

Su carrera militar estaría arruinada porque nunca más recibiría un mando importante.

Pero en la opinión de Druso, movilizar a toda la Legión era un movimiento demasiado precipitado en este momento. Para empezar, era bastante extraño que la capital supiese sobre un alzamiento rebelde, pero ellos, que estaban precisamente ahí, no hubiesen escuchado ningún rumor o detectado indicios acerca de esto.

Además… ¿Por qué exactamente se estaban rebelando? Lumbardéa llevaba siglos sometida al Imperio Itálico y sus habitantes ya eran ciudadanos en pleno derecho, que tenían lazos fuertes con la capital. Muchos de ellos tenían familiares, negocios y hasta residencia en Itálica. ¿Qué ganarían con independizarse en ese momento? Por no mencionar que tal movimiento era una locura, porque Lumbardéa se encontraba en medio del país, no en la frontera, así que no tenía esperanza de recibir apoyo de otras naciones. Eventualmente las legiones caerían sobre este pueblo y exterminarían a todos, solo era cuestión de tiempo.

Pero enojado, medio mareado y con resaca, Lucio Voreno no escuchó ninguno de los argumentos de Druso. Simplemente vociferó insultos mientras le ordenaba que todos se preparasen para salir en ese mismo momento.

Después se arrastró fuera de la cama completamente desnudo, mientras ordenaba que sus esclavos le trajesen su armadura. La esclava Alfasia se levantó también y le colocó un amuleto de protección en el cuello que “ella misma había tallado”. El gesto conmovió al Prefecto que inmediatamente se puso a toquetear sus pechos de forma lasciva, dejando caer al suelo el pergamino que acababa de leer.

Druso no deseaba ver más, así que se marchó y lo último que vio fue que la esclava le servía una nueva copa de vino a su amo, para “cortar la resaca”. El Primer Centurión fue a avisar al resto de mandos medios de la legión que tendrían que hacer una salida rápida hacia un pueblo rebelde. Lucio Voreno había ordenado que la caballería fuese por delante, mientras que el resto de Legionarios Auxiliares debían seguirlos a pie.

Acababa de amanecer, Druso no había dormido nada y en ese momento vio que los soldados estaban en el comedor a punto de echarle el diente a su primera ración del día. Sabía que lo odiarían por lo que estaba por decir, pero el Prefecto había dado la orden de salir inmediatamente y él tenía que obedecer.

- ¡No hay tiempo para el desayuno, legionarios! - Dijo el Primer Centurión conminándolos a dejar de comer con la espada: - ¡Órdenes del Prefecto! ¡Todos preparados para combatir! ¡Ya comeréis después de la batalla! -

Aunque sabían que quejarse les podía ganar azotes, los legionarios tuvieron problemas para ocultar lo mucho que les enfureció esto. Comer con cierta regularidad era el principal motivo por el cual un buen número de ellos se había unido a las tropas auxiliares, pero ahora les negaban el desayuno en aquella gélida mañana de fin de otoño. De seguro en secreto se estaban acordando de la madre, la abuela y muchas más antepasadas femeninas del Prefecto Lucio Voreno en ese momento.

- ¡Vamos de una vez! -  Ordenó Druso con un gesto que daba a entender que los entendía: - Está claro que hoy no nos van a dar nada para comer hasta que hayamos acabado con unos cuantos rebeldes, así que, cuanto antes acabemos con ellos, antes comeremos. ¡Adelante! ¡Por el Imperio! -

- ¡Por el imperio! - Respondieron todos y se levantaron para ponerse el casco y la coraza de piel, que era lo que podían permitirse estos soldados de las tropas auxiliares desde que su Prefecto había estado siendo tan negligente a la hora de hacer los pedidos de suministros.

En el otro extremo del campamento, la caballería ya estaba formada y dispuesta para salir. Los Centuriones no se decían nada, pero intuían que algo no encajaba del todo. Sin embargo, el Prefecto Lucio Voreno tenía el mando absoluto y el mensaje de emergencia había llegado con el sello de un cónsul, los supremos comandantes del ejército.

No se podían discutir las órdenes y menos en caso de una emergencia.

La caballería salió al trote, seguidos por los escuadrones de legionarios auxiliares. En pocos minutos las fortificaciones imperiales quedaron atrás y se encontraron al aire libre, donde todos comenzaron a sentir el viento gélido y el aguanieve de aquella fría zona de aquella temporada en Lumbardéa.

*****

En la Mansión de la Familia Égadas.

3 días antes de que la legión 19 partiese.

- ¡Hermano Lawrence! - Gritó Phoebe apenas abrió la puerta del estudio y corrió a abrazar a su hermano condiscípulo antes de que este pudiese levantarse: - ¡Me acabo de enterar! ¡Por favor dime! ¡¿Qué sucedió?! ¡¿Cómo está el tío Alan?! -

Lawrence llevaba toda la noche sin dormir y no había comido nada pese a la insistencia de los esclavos, por eso se sentía bastante débil. Pero el cariño de su querida amiga lo hizo volver en sí por un momento y cuando se separaron consiguió obligarse a sonreír un poco, aunque con sus ojos enrojecidos su expresión daba más pena que otra cosa.

- ¡Gracias por haber venido, hermana Phoebe! ¡Eres la primera que me visita! -

- Sabes bien que nunca dejaría de hacerlo. - Respondió Phoebe con una expresión de materia de hecho: - Sabes que los aprecio a ambos como si fuesen mi familia, sobre todo al tío Alan, que tantos favores me ha hecho.

Pero te suplico que me digas lo que sucede. A mí sólo me han contado que colapsó y que se encontraba grave de salud. ¡¿Qué es lo que tiene?! ¡¿Dónde está?! ¡¿Ya lo vio el médico?! ¡Puedo traer aquí a los mejores sanadores de la capital en menos de veinte minutos! -

- Gracias hermana Phoebe. - Dijo Lawrence tristemente: - Ya lo vio nuestro médico, que como sabes es el mismo que se ocupa del emperador. Su condición también es estable y por el momento se encuentra fuera de peligro. Mi madre lo está cuidando en este momento. -

Phoebe asintió, pero su expresión seguía siendo seria. Conocía demasiado bien a Lawrence y sabía perfectamente que su hermano no estaría tan afectado si las cosas estuviesen bien. Además, había dicho “por el momento” justo antes de afirmar que ya estaba fuera de peligro.

Lawrence se dio cuenta de que su hermana estaba esperando una respuesta, pero le costaba mucho articular esas palabras. Así que se sirvió un trago de aguardiente con una mano temblorosa, para que el calor del licor le diese la fuerza que le faltaba.

Por fin habló.

- Es apoplejía fulminante en el cerebro. -

Phoebe apenas pudo contener un grito. La apoplejía en el cerebro no tenía cura conocida y no existía forma de prevenirla. Cuando atacaba, podía producir la muerte en cuestión de minutos. Un hábil Mago Sanador podía detenerla, pero incluso así siempre dejaba síntomas terribles: Parálisis total del cuerpo, coma interminable e incluso la locura irreversible.

Durante mucho tiempo se consideró que la Apoplejía era una maldición enviada por los dioses cuando deseaban castigar a un mortal por su arrogancia. Afortunadamente el Pontífice Máximo había realizado una serie de reuniones teúrgicas doce años atrás y entonces se declaró que esta era una enfermedad regular y no una retribución divina, pero seguía siendo considerada como una gran desgracia.

- ¿Cómo está el tío? - Musitó Phoebe derramando una lágrima.

- El Sanador consiguió salvarlo, pero ha quedado muy afectado. Ya no puede leer y sus manos tiemblan todo el tiempo. - Respondió Lawrence con voz seca: - Además, podría sufrir un nuevo ataque en cualquier momento. El Sanador dijo que es posible que pueda seguir viviendo con relativa normalidad… pero también podría morir el día de mañana. Es un 50/50 de posibilidades. -

- ¡Por los divinos! ¿No hay nada que podamos hacer? ¡Mi gremio está a tu disposición! Medicinas, médicos, tratamientos… ¡Pagaré por todo! -

- Gracias, pero me temo que este es un problema que no puede resolverse con dinero o con influencias. - Dijo Lawrence suspirando apesadumbrado: - Por supuesto que no pienso rendirme y buscaré una cura hasta en el fin del mundo de ser necesario. En ese sentido, realmente me gustaría pedirte tu ayuda, sobre todo para cuidar de mi familia. -

- Siempre estaré dispuesta a ayudarlos. - Respondió Phoebe inmediatamente, pero entonces se dio cuenta de que había un significado oculto en las palabras de Lawrence y preguntó: - ¿Esperas algún problema? -

Lawrence asintió y dijo: - Comprenderás que con esta enfermedad… la carrera de mi padre como Cuestor Imperial está arruinada.  No solamente es incapaz de leer o moverse con normalidad, sino que cualquier esfuerzo excesivo podría desatar ese letal segundo ataque. En esas condiciones no puede vigilar las finanzas del imperio. -

- Y ya no tendrás su apoyo en gobierno. - Dedujo Phoebe suspirando.

- Así es. - Respondió Lawrence: - Acabo de perder la ayuda de la única persona en la que podía confiar en el mundo político.

Oh, no me malinterpretes. Por supuesto que hay muchos senadores honorables y ministros de estado que son amigos de mi familia… Pero como es imposible ver en el corazón de los demás, no puedo poner las manos al fuego por nadie.

El único en que confiaba ciegamente era mi padre, pero ya no podrá ayudarme en ese sentido. Hasta ahora podía retrasar mi entrada en la arena política porque tenía su apoyo, pero ahora debo ocuparme de esta familia como su nuevo patriarca. -

- ¿Tu madre no te puede ayudar? -

- Ella es… Confío en ella y la quiero. También sé que me ama. Pero no sirve para la política. Es una mujer demasiado emocional y vengativa como para confiarle autoridad. Puedo darle cualquier cosa excepto poder, porque entonces se convertiría en un monstruo. -

- ¿Y yo? ¿Puedo ayudarte? -

­- Ya me has ayudado bastante solo siendo quién eres. - Dijo Lawrence sonriendo: - Nuestra amistad con el Gremio Mercante de Bootz es el principal motivo para que la mitad de las familias que nos sirven todavía no hayan desertado en cuanto se supo de la enfermedad de mi padre. Pero el hecho de que no estén aquí, cuando más los necesitamos, dice mucho de cuanto afecto nos tienen en realidad. Están esperando a ver cómo me desempeño antes de prestarnos una mano amiga. -

- He comprado las deudas de varios Senadores. Puedo usar esos favores para ti. Solo tienes que decirlo. - Propuso Phoebe.

Lawrence la miró conmovido por su generosidad, pero luego negó: - Gracias, pero todavía no estoy tan mal. Más bien deberías guardar esa carta para cuando negocies con los Asturias. Tú también debes velar por tu felicidad. -

Phoebe asintió y entonces se le ocurrió: - ¿Qué hay de Bryan? Sé que te aprecia y te considera un amigo. ¿No puede ayudarte? -

- Me está ayudando. - Dijo Lawrence asintiendo: - Se que no es evidente, pero ha hecho mucho por mí. ¡Incluso consiguió que el Manto Oscuro nos apoyase más de una vez cuando estuvimos en la Ciudad de Valen! Creo que hará mucho más en el futuro. Por ahora todavía es pronto. Es mejor dejar que crezca en Valderán antes de… -

Entonces recordó algo y abrió mucho los ojos.

- ¿Pasó algo? - Preguntó Phoebe al darse cuenta de que su hermano se había quedado callado de forma repentina.

Lawrence se levantó y se dirigió hacia el escritorio, donde su puso a revisar los papeles que había encima. Luego comenzó a mirar su alrededor, sobre los muebles, los estantes y finalmente en el suelo.

- ¿Qué pasa, hermano Lawrence? - Volvió a preguntar Phoebe preocupada.

- Un papel. Justo antes de que mi padre sufriese el ataque recibí un mensaje encriptado y estaba a punto de descifrarlo. - Explicó Lawrence sin dejar de buscar: - Se me acaba de ocurrir que quizá Bryan o alguien relacionado con él me lo envió. -

- Oh… - Exclamó Phoebe sorprendida: - Entonces llama a los esclavos. Ha pasado mucho tiempo y seguramente han limpiado aquí. Además, estás cansado. Seguramente no estás en las mejores condiciones para ponerte a buscar. -

- Buena idea. - Dijo Lawrence suspirando y tocó la campana para llamar al mayordomo. Cuando este llegó, preguntó rápidamente: - Estoy buscando un trozo de papel que se me cayó en esta habitación. ¿Sabes en dónde está? -

- No, joven señor. Pero permítame un momento… - Dijo el mayordomo retirándose y al poco tiempo regresó con una criada: - Ella fue quien limpió esta habitación. -

- ¿El joven señor busca un papel? Había uno en el suelo, pero ayer lo recogí para botarlo en la basura. Ya deben haberlo quemado. -

- ¡¿Estás loca?! - Bramó Lawrence enfurecido: - ¡¿Qué te pudo haber poseído para llevarte un documento del estudio de un cuestor?! -

La criada palideció y respondió asustada: - No parecía un documento. Era demasiado pequeño y solo tenía unos garabatos escritos. Además, estaba tirado en el suelo junto a unos vidrios rotos. ¡Creí que era basura! -

- ¡Estúpida! -

- Joven señor, por favor acepte mis disculpas. - Dijo el Mayordomo inclinándose: - ¡Esto sucedió porque no he instruido correctamente a las criadas! -

- ¡Debieron haberme consultado antes de sacar algo de este sitio! -

- Calmante, hermano. - Dijo Phoebe compadeciéndose de los asustados sirvientes: - Con lo que ha pasado tiene sentido que no quisiesen molestarte con algo que parecía ser de poca importancia. -

- ¡Aun así…! - Gritó Lawrence incapaz de calmarse.

Pero afortunadamente los gritos de Lawrence terminaron atrayendo a otra persona.

- ¡Hijo, guarda silencio! ¡Tu padre se acaba de dormir! - Dijo la madre de Lawrence entrando en el estudio con sus sirvientas personales: - ¡¿Se puede saber por qué haces tanto escándalo?! -

- ¡Tía! - Exclamó Phoebe levantándose para saludarla con lágrimas en los ojos.

- ¡Pequeña Phoebe! ¡¿Has oído lo que sucedió con tu tío?! ¡Todas esas sanguijuelas, supuestamente de buenas familias, que hace unos días suplicaban para tener una audiencia con mi esposo ahora brillan por su ausencia! ¡Pero sabía que tú no dejarías de venir! -

- ¡Me apresuré en el instante que me enteré! Por favor dime, ¿cómo está mi tío? -

- Tú tío está mejor. Velo por él de día y de noche y controlo todo lo que come para asegurarme de que sólo le den lo que el Sanador ordenó. Pero los temblores hacen que le cueste dormir. - Respondió la Madre de Lawrence después de abrazar a Phoebe como si fuese su propia hija, luego se volvió hacia Lawrence: - ¡A ver! ¡¿Qué es tan importante como para que vociferes así?! -

- Perdóname, madre. - Respondió Lawrence inclinándose: - He perdido el control debido al agotamiento. No volverá a suceder. -

- Eso espero. - dijo la Señora Égadas: - Estas destinado a ser un poderoso gobernante. ¡Algún día serás el emperador más grande del mundo! Y no puedes perder el control, aunque el cielo se caiga.

Pero todavía no me has dicho lo que está pasando. -

Phoebe no dijo nada, pero en secreto aprobaba la decisión de Lawrence de no darle poder político a su madre. Era una buena mujer en el fondo y quería a su familia, pero también tenía demasiado rencor contra los aristócratas que la humillaron en el pasado y por eso siempre había estado presionando a Lawrence para que tomase el trono. Afortunadamente los deseos de su hijo coincidían con los suyos, pero si fuese de otro modo, las consecuencias podrían haber sido terribles.

- Pensando en ello, realmente fue algo bastante estúpido. - Dijo Lawrence haciendo como si no hubiese escuchado lo que su madre dijo sobre ser el más grande emperador: - Perdí un mensaje muy importante. Los sirvientes lo confundieron con basura y lo quemaron. -

- ¿Eso es todo? Espera… - Dijo suspirando la madre de Lawrence, pero entonces se detuvo un momento como si recordase algo: - ¿No es un papel cuadrado con unas letras garabateadas de forma extraña? -

- ¡¿Lo has visto?! -

- Si, las esclavas estaban a punto de quemarlo cuando las encontré. Un papel tan bueno y apenas escrito todavía puede usarse muchas veces. ¡Hijo mío, da gracias a los dioses por mis hábitos de ahorro! - Dijo la madre de Lawrence con una sonrisa ufana: - Te enviaré esa nota ahora mismo con un sirviente. - Luego se volvió hacia Phoebe: - Ven niña, acompáñame a ver a tu tío. ¡Pero debes prometerme guardar silencio para no despertarlo! -

- ¡Gracias, tía! - Respondió Phoebe sonriendo y se levantó para seguirla.

Lawrence sonrió. Su madre en verdad tenía hábitos de ahorro y también era cierto que la había escuchado comentar cómo el precio del papel se estaba elevando bastante últimamente por culpa de una serie de tormentas que perjudicó los envíos. ¡Un metro de papel era más caro que una espada!

“Toda esa información me parece tan lejana, como si la hubiese escuchado hace años.” Pensó Lawrence sirviéndose otro vaso de licor: “Todo parece diferente ahora que mi padre está enfermo. Supongo que, en cierto modo, todo será diferente ahora. Estoy tan cansado.

Lawrence sintió que sus ojos se cerraban, pero en ese momento se abrió la puerta y un esclavo llegó trayéndole el papel. El joven suspiró mientras se levantaba para ir al escritorio, donde se puso a descifrar el mensaje.

Poco después se escuchó el sonido de cristal rompiéndose. Esto atrajo al Mayordomo, que entró en el estudio confundido: - ¿Joven señor? -

- ¡Llama a Marco! ¡Ahora mismo! - Ordenó Lawrence con una mirada furiosa, pero haciendo un gran esfuerzo para no ponerse a gritar.

El Mayordomo estaba sorprendido, su amo se veía claramente nervioso y había arrojado al suelo todos los documentos sobre el escritorio para despejarlo, mientras sacaba un nuevo rollo de papel a toda prisa. Aparentemente soltó su vaso sin darse cuenta, porque en el suelo resplandecían los trozos de vidrio roto.

Es igual que ayer con el Señor.” Pensó el Mayordomo asustado por lo similar que se veía la escena, pero entonces recordó la orden que su amo le había dado y salió corriendo a pedir que buscasen al sirviente llamado Marco.

Luego regresó y vio que Lawrence luchaba para extender el rollo, pero el temblor que sentía debido al agotamiento le impedía actuar con la rapidez que deseaba, así que el Mayordomo corrió a ayudarle.

- ¡Tinta y una pluma! ¡Luego tráeme la cal y el cilindro! - Ordenó Lawrence sintiéndose agradecido, aunque no tenía tiempo para demostrarlo.

Apenas el Mayordomo le trajo lo que pidió, Lawrence embadurnó la pluma en el tintero y comenzó a escribir a toda prisa. Luego arrojó la cal sobre el documento para secar el líquido lo más pronto posible, pero incluso esto le pareció insuficiente y corrió a la chimenea para agitar el papel cerca del calor hasta que la tinta quedó bien fija sobre la superficie.

Luego enrolló el pergamino, lo unió con cera y colocó su sello personal. Entonces puso la carta dentro de un cilindro de cuero, el cual estaba unido a una correa para que lo llevaran sujeto al cinturón y no se cayera o se perdiese.

Justo en ese momento llegó el joven Marco, un esclavo inteligente, flacucho y con piernas muy largas, motivo por el cual siempre lo usaba como mensajero. Apenas lo vio, Lawrence corrió y en persona le ató el mensaje a la cintura. Luego le dio 200 monedas de oro mientras ordenaba:

 - ¡Llévate mi caballo y corre a la matriz de transporte más cercana! ¡Por tu vida! ¡Debes llevar esta carta a Lucio Voreno en el cuartel de la Legión Auxiliar 19, en Lumbardéa! ¿Has entendido? - Exclamó sujetando al sirviente por los brazos con fuerza para dejarle bien claro que se trataba de algo muy serio: - ¡Por tu vida! ¡No vayas a fallarme! - Luego se volvió hacia el mayordomo: - Ayúdalo a ir por el patio de atrás que es la salida más corta. ¡Ahora! -

El mayordomo asintió asustado y ambos se fueron a toda prisa.

Lawrence se sentó completamente agotado esta vez. Tenía tantas cosas en la cabeza que no sabía bien lo que debía hacer. Una parte suya quería ir él mismo a buscar a Lucio Voreno, pero su padre aún estaba convaleciente y lo necesitaba. Tampoco podía dejar su casa en ese momento, no hasta que el Senado relevase oficialmente a su padre de sus deberes. Además, tenía que vigilar la situación en la capital.

- Sobre todo a Tiberio Claudio. - Susurró con furia pensando en el responsable de este golpe traicionero, que llegó en el peor trance de su vida, cuando no había forma de que le prestase la debida atención.

Cartas de Emergencia

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú. Hoy es miércoles 05 de Julio del 2023.

¿Qué es lo que debe hacer un Remake? Creo que la razón por la que todos los Live Action de Disney han fracasado, dejando de lado su falta de creatividad artística y política idiota, es precisamente que nunca se preguntaron esto. Quiero decir, nunca se pusieron a pensar en lo que significa “Adaptación” antes de comenzar su proyecto. ¿Cómo se puede tener éxito si ni siquiera comprendes el concepto de lo que haces? Disney asume que basta con que una película se “vea como el original” y desde ese momento estaban condenados al fracaso. Porque una adaptación tiene que “Sentirse como el original”.

Tomen el caso de un clásico como La Bella y la Bestia, que resultó en una película tan increíble para EE. UU que prácticamente ayudó a crear la categoría a “Mejor Película Animada” y cuyo Remake Live Action del 2017 fue la que inició toda esta fiebre de Adaptaciones, que espero que concluyan con el fracaso de La Sirenita. El caso es que la historia está perfectamente contada y todas las escenas son parte de una pirámide que termina en la conclusión: El amor verdadero no depende de las apariencias.

Y el tema central, que es el romance, se construye con las escenas memorables, pero también con las pequeñas. Nada está de más. No hay ni un solo segmento por insignificante que parezca que esté ahí “porque sí”. Excelente trabajo narrativo.

En cambio, la Adaptación con Emma Watson, cuya actuación no es tan buena como generalmente se cree, quitó todas esas escenas pequeñas que en realidad eran fundamentales, para concentrarse únicamente en imitar los momentos icónicos. El resultado es un producto sin sustancia, mediocre, que se ve bien, pero se siente mal.

Y desde entonces la cosa no ha hecho más que empeorar para todas las Adaptaciones Live Action de Disney, que siempre terminan en la misma conclusión: La original es la mejor.

Un problema parecido lo encuentro en un Anime que marcó mucho mi infancia, Evangelion. ¡Cuántas discusiones y comentarios produjo! Unos diseños alucinantes de robots, una trama oculta dentro de una temática aparentemente sencilla en la que al principio parece que el tema central es la pelea contra los monstruos, pero al final es el conflicto interno de los personajes, el cual se convierten en el eje que lleva a una conclusión única. ¡Maravillosa idea! ¡Qué buen concepto!

Pero… No estuvo bien ejecutada.

Al final, en mi opinión, es un anime malo que pudo haber sido bueno. ¡Ojo! No fue fácil llegar a esta conclusión, sobre todo por toda la nostalgia que produce. Pero al final tengo que decir que es malo. Y el motivo de ello es parecido al de la película Matrix Recargado, específicamente esa parte cerca del final, cuando se empeñan en explicar cosas que no son tan complejas usando deliberadamente términos innecesariamente complicados, con la intención de intentar darles más valor del que merecen.

Todos los que vimos Evangelion sabíamos cuál era el problema de Shinji Ikari porque era evidente desde el primer capítulo, no era necesario todo ese final donde sacan la (francamente) arcaica enciclopedia de psicología freudiana para explicar cosas que son demasiado obvias. Y lo mismo hacen con todo el argumento de la trama al usar términos como “Proyecto y Plan de Instrumentalización humana” para no decir “vamos a fusionar las mentes de todos en una sola entidad que será mejor que un humano”.

¿Cuál es el problema de esto? Que cuando los que amamos este anime buscamos en el diccionario y finalmente traducimos los términos al lenguaje coloquial… nos decepcionamos debido a que todo era mucho más simple y mediocre de lo que parecía al principio. Nos sentimos estafados. Tanto es así que yo hubiese preferido una tradicional pelea final con robots en la que esa estupidez del “poder de la amistad de todos” haga ganar al protagonista. Un cliché aburridísimo, lo sé, pero creo que en esa época habría sido más satisfactorio que el resultado.

En cambio, tuve una Asuka siendo descuartizada justo cuando mejora (admito que eso no me molestó tanto porque la chica era molesta). Un Shinji pájaro loco que por fin está dispuesto a pelear, sólo para terminar convirtiéndose en una Yuca gigante. A todo el mundo convertido en Gaseosa de Naranja. Y a una Rei titán hermafrodita… “Desagradable” es decir poco y creo recordar que con esa apropiada frase termina The End of Evangelion.

Sin embargo, las cosas buenas eran más que las malas. Y definitivamente había un potencial en esa serie para una nueva adaptación, una que incluso podría haber sido algo que significase un hito para la animación, como lo hizo su predecesora.

Así que cuando salió Rebuild of Evangelion escrito por el mismo director y guionista… ¡Que felicidad! Estaba seguro de que mejoraría, porque desde 1997 Hideaki Anno había tenido tiempo de meditar su trabajo, de mejorar y ahora seguramente tendría a un ejército de jóvenes escritores asistentes que, considerando el prestigio que tiene como si fuera un George Lucas del Anime, seguramente hasta trabajarían gratis con tal de ser parte de este proyecto.

El resultado… ¡Ploop! ¡Exijo una explicación!

Rebuild of Evangelio se fue directamente al otro extremo. El original complicaba todo inútilmente. En cambio, este no explica nada y las cosas ocurren “porque sí” una tras otra, sin ningún motivo o algún tipo de coherencia, ni siquiera insinuaciones sutiles, que nos permitan entender qué rayos está pasando o por qué. No, me corrijo. Debo corregir esa declaración. Quizá sí hay un por qué, quizá sí hay un motivo. Pero mientras que el primer Evangelion me hizo hasta comprar catálogos de Anime sólo para estar seguro de haber entendido el final, este tiene una historia tan mal contada que no me interesa entender el final. Es demasiado simplón, demasiado mediocre.

Su único punto fuerte son las animaciones más modernas, pero incluso estas se sienten caricaturescas, como si al autor realmente no le hubiese importado. Y seguramente ese debe ser el caso.

Aunque también dirigió Shin Godzilla en el 2016, así que quizá no debí esperar mucho.

En pocas palabras, Rebuild of Evangelion no siente como el original. No despierta la misma emoción. Gran parte de ello se debe a que no se toma su tiempo para establecer los misterios como el original. Ya sé que son películas, pero hay demasiadas cosas que están ahí completamente de más: ¿Era necesario ir hasta un acuario para establecer que Rei está atrapada como un pez? Podrían haber usado ese tiempo en contar otras cosas. Y además no sirve de nada porque al final Shinji nunca sospecha siquiera que es un clon. Tampoco aporta nada la parte del piano en la tercera. O casi todo el arco del pueblo en la última... Ya sé que ahí se supone que el protagonista se recupera, pero no es necesario dedicarle más de media película, sobre todo porque el protagonista únicamente mejora rápidamente cuando ve morir a Rei y no de un modo progresivo que podamos apreciar. Ocurre porque el guion lo necesita.

En resumen, la última película de Rebuild of Evangelion solo consigue que la historia parezca muy apresurada… pero de algún modo también se siente demasiado larga. Hasta ese Dōjinshi con contenido erótico de Evangelion Re-Take que hizo Studio Kimigabuchi es infinitamente mejor tanto en trama como en calidad, pese a que prácticamente convertía Evangelion en una historia de romance… ¡Y se hizo en el 2006!

Así pues, una adaptación puede arruinarse de muchas formas, ya sea porque hagas lo mismo que el original o porque intentes desviarte para hacer algo nuevo. Y es que la clave está en si realmente has comprendido la Esencia de la historia que quieres adaptar. Solamente así podrás conseguir que se “sienta” igual que el original e incluso puede ser que lo superes.

Teniendo en cuenta esto, no necesito ver el Remake de Trigun para saber que será malísimo. Porque la Esencia de esa historia no es una que el Netflix actual le interese contar. Intentarán hacer algo que se vea como el original, mientras introducen sus mensajes subliminales y el resultado se sentirá como una estafa.

¿Por qué hago esta larga reflexión? Pues porque alguien me preguntó si mi historia es realmente un Remake… Y creo que la respuesta es sí.

Ya que, si bien cambio demasiadas cosas con la intención de mejorar, creo que sigue sintiéndose como el isekai de un protagonista chino que aprovecha cada oportunidad para mejorar. Lo único que hice fue hacer una historia mucho más seria.

¿Y qué opinan ustedes, estimados lectores? ¿Esta historia es una Adaptación o ya es otra cosa completamente diferente que no se siente como el original? ¿Debo cambiar el nombre “Adaptación de Cuentos y Novelas Ligeras”?

En fin, ahora si hablemos del capítulo.

¿Qué les pareció? Me esforcé bastante para que los Sardukar fuesen esas cosas lamentables pero terribles, casi animales monstruosos y auténticas armas vivientes.

La primera parte de la historia sobre su origen es una referencia a la vida de Shi Huan Di, el primer emperador de China, que estaba obsesionado con la inmortalidad e irónicamente acabó matándose consumiendo mercurio, porque sus médicos creían que ésta sustancia guardaba el secreto de la vida eterna. Poco después la primera dinastía colapsó.

En cuanto al hecho de que fuesen príncipes, es una referencia a los 10,000 Inmortales del Imperio Persa. Sus tropas de élite. Todos ellos eran príncipes del imperio y recibían los mejores tratos y formación.

La trama de la hibridación de los Sardukar está inspirada en el Señor de los Anillos, cuando el villano Saruman hibrida a los Uruk Kai, mezclando orcos con hombres.

Mi idea para los Sardukar son esos caballeros de Dark Souls 3 que parecen normales, pero en el interior tienen a estos monstruos similares a Venom que salen como tiranosaurios, solo que yo quise hacerlos más mesurados.

El combate entre los Sardukar con el Batallón Sagrado es igualado debido al terreno. Si estuviesen en un territorio plano, los Sardukar habrían vencido por su superioridad numérica. Algunos quizá crean que el terreno no es suficiente excusa para que el Batallón Sagrado se mantenga en la pelea, pero en la Batalla de las Termópilas, 7,000 griegos detuvieron durante 3 días a un ejército de al menos 250,000 soldados gracias al terreno. Teniendo en cuenta esto, creo que no es descabellado el que 100 miembros del Batallón Sagrado puedan resistir a 300 Sardukar. Y es que, aunque en general sus naturalezas son diferentes, ambos grupos son equivalentes en poder.

Las frases que dicen los del Batallón Sagrado, sobre todo la de la mujer al frente, son una referencia al último tráiler de Diablo 4, igual que toda la pelea.

Para describir la explosión de la mina me puse a ver varios videos de detonaciones con dinamita en minas, aunque por supuesto exageré lo necesario.

La trama adicional de Druso se basa en una realidad de la época. Todo lo que sucedía con oficiales romanos codiciando mujeres ajenas era un serio problema que incluso puede ocurrir en la actualidad. También era un escándalo casarse con una mujer que hubiese sido esclava si uno era aristócrata.

Alfasia es el nombre de la esclava, pero también un anagrama que significa “Falsía”, una palabra que es sinónimo de Falsedad o Deslealtad. Esto se debe a obvios motivos.

La apoplejía es una enfermedad real que ocurre cuando una vena del cerebro estalla y puede ser causada por diversas razones. Sobre todo, afecta a los hombres, así que ¡vigilen su salud!

Por supuesto que esto significa que la bebida del papá de Lawrence nunca estuvo envenenada, sino que sufrió un ataque real. ¿Conseguí engañarlos? En cambio, el ataque de Tiberio Claudio vendrá por otro lado.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Qué te pareció el capítulo? ¿Te gustó la batalla con los Sardukar? ¿Qué te pareció cómo Bryan se aprovechó para llegar a la mina? ¿Te gustó la descripción de la explosión? ¿Qué pensaste de Druso y sus problemas? ¿Te sorprendió que Alan en realidad estuviese enfermo de verdad? ¿Te gustaron los diálogos de Phoebe y Lawrence? ¿Qué te pareció el final con Lawrence escribiendo apresuradamente?

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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!