315 Aquello que es Imbatible

La tribu de los Uñó había emigrado desde el gélido norte en busca de nuevas tierras en las cuales saquear y dar de pastar a sus rebaños. Eran un pueblo seminómada, que despreciaban a las personas que vivían en ciudades, pues estaban firmemente convencidos de que todo lo importante en la vida de un hombre debía tener lugar bajo el cielo abierto.

Y ningún grupo ejemplificaba mejor su estilo de vida que los ciento cincuenta jinetes de los Lobos Aulladores, los mejores guerreros de la tribu que no pertenecían a ningún batallón o destacamento, pues únicamente el jefe podía darles órdenes.

Cada uno de ellos eran guerreros bastante corpulentos, con barba y melena muy negras y ojos almendrados. Todos eran excelentes combatientes a caballo, que se especializaban en el uso de sables duales bastante largos y poseían un poder casi equivalente al de un Maestro de Espadas. Llevaban las mejores armaduras que la tribu había conseguido expoliar a sus enemigos y se cubrían la cabeza con un casco de bronce, sobre el cual se había pegado la cabeza de un lobo con algo de su piel, el cual era su símbolo característico.

Los Lobos Aulladores se consideraban unidos por un fuerte vínculo de hermandad, que superaba incluso al de la sangre y era lo más importante en sus vidas. Por ese motivo lo compartían todo, ya fuesen sus rutinas diarias, las penurias del combate o la gloria de la victoria. Incluso se sabía que compartían a sus esposas entre ellos. La única cosa que estaba fuera de los límites eran sus propios caballos, a los que amaban más que cualquier otra cosa, y eran tan buenos jinetes como algunos Caballeros de Itálica.

Ahora Atíl acababa de darles una orden. De hecho, era la única orden que les daban siempre, y así había sido desde los tiempos del padre del anterior jefe, quien formó el grupo con los miembros veteranos que ya se habían retirado al descanso eterno de la muerte. Era la orden que mejor se les daba cumplir, la que siempre cumplían y la que más disfrutaban cumplir.

Masacrar al enemigo.

En este caso se trataba de un mago, lo cual era algo confuso. No tanto porque fuese un mago, ya que, aunque los magos eran insólitos por aquellos lares, los Lobos Aulladores se habían enfrentado con muchos de ellos y en todas esas ocasiones consiguieron matarlos sin demasiados problemas. En realidad, era sencillo para ellos. Bastaba con blandir sus espadas mucho más rápido que los conjuros de su enemigo.

Lo verdaderamente inesperado era que los estaban enviando a todos ellos contra un único adversario. Esta era la primera vez que sucedía algo así. Pero al final no importaba. Los Lobos Aulladores no eran personas de pensamiento profundo. Simplemente les ordenaban matar y ellos lo hacían, daba igual de quién se tratase o de cuantos.

Así que espolearon a sus monturas y desenvainaron justo cuando atravesaron los primeros dos pilares del desafío, cuando ya estaban a cien pasos de distancia.

*****

Bryan se dio cuenta de que los bárbaros con los que luchaba estaban comenzando a dejar de cargar hacia él a lo loco y en lugar de eso comenzaron a juntarse en pequeños grupos, que cruzaban sus escudos para formar muros parecidos a pequeñas falanges improvisadas.

Aparentemente por fin estaban dándose cuenta del elevado número de bajas que tenían, pues solo quedaban ciento setenta de ellos. Y poco a poco el orgullo que les impulsaba a enfrentarlo a la antigua usanza, mediante los combates individuales como en los tiempos heroicos, comenzaba a desaparecer en el corazón de esta avanzadilla. El furor vengativo daba paso a la prudencia y ahora buscaban pelear de un modo más seguro.

Muro de escudos de los bárbaros

Por supuesto, quizá no sean estrategas brillantes, pero tampoco son estúpidos.” Se dijo Bryan viendo como los grupos se aproximaban lentamente, tratando de componer algo parecido a una formación y presentando sus escudos reforzados con Aura de Batalla, como un muro móvil que en teoría era capaz de soportar cualquiera de sus ataques, incluso si usase su conjuro de Fuego Glacial Místico: “En efecto este es el método más seguro para enfrentarse a alguien como yo. Y si se hubiesen aproximado con este enfoque desde el principio, quizá me habrían causado un dolor de cabeza. Pero es una pena que sus pequeñas falanges sean…” Y aquí sonrió malévolamente: “¡demasiado pequeñas!

Bryan inmediatamente aceleró para llegar hasta el primer grupo de bárbaros y utilizó Control Paranormal. Sus invisibles brazos fantasmales agarraron por el cuello a dos de los integrantes del muro de escudos, quienes no se esperaban ser atacados así y por eso no tenían Aura de Batalla protegiendo ese punto vital. El par acabó siendo arrojado varios metros por el aire hasta que cayeron a veinte pasos de Bryan, rompiéndose los huesos de la columna y quedando fuera de combate permanentemente.

El primer punto débil de una falange es que alguien en las primeras filas se muera repentinamente o rompa la formación, provocando la aparición de un agujero. Las tropas están demasiado apretujadas formando el muro de escudos para compensar.” Se dijo Bryan recordando los principios básicos que llegó a aprender cuando espiaba las clases de la Escuela de Caballeros, al mismo tiempo que aceleraba para llegar al punto exacto en donde habían estado los bárbaros que fueron arrojados, mientras blandía el hacha de guerra. Así Bryan consiguió abrirse paso entre ellos como si fuese un ariete humano, al mismo tiempo que blandía su arma colosal para cercenar las cabezas de varios de los guerreros, principalmente aquellos que perdieron el equilibrio ante su empuje y no pudieron reaccionar a tiempo.

Si hubiesen sido más guerreros, quizá hubiesen podido resistir, pero esta falange improvisada estaba compuesta por una veintena de hombres, muchos de los cuales realmente no eran hábiles usando esta formación.

La segunda debilidad de la falange, es ser atacada sorpresivamente por los flancos. Porque para formar el sólido muro todos los escudos apuntan al frente y los soldados no pueden girar lo suficientemente rápido para defenderse.” Pensó Bryan volviéndose hacia su segundo objetivo mientras conjuraba: - ¡Exterminio de cien lanzas óseas! -

Un círculo mortal de cien Lanzas de Hueso se materializó bajo la tierra, alrededor de uno de los grupos de bárbaros. Y cuando emergieron a toda velocidad tomaron a sus objetivos por sorpresa, provocando graves daños a todos aquellos que no estuviesen en el frente. Luego Bryan saltó para dar un terrible golpe vertical que desbarató a los pocos que todavía estaban intentando recomponer la formación.

La tercera debilidad de la falange… es ser atacada por la retaguardia.” Pensó Bryan analizando las emociones de desaliento y temor en los rostros de sus enemigos, con lo que juzgó que el momento para la tercera fase había llegado.

Finalmente, Bryan pronunció un conjuro de invocación, con el que materializó a cuatro Abominaciones y casi doscientos Guerreros Zombis, todos ellos justo detrás de los grupos de bárbaros. Las Criaturas Oscuras cargaron rápidamente, golpeando a las espaldas desprotegidas de los bárbaros, quienes no se esperaban un ataque sorpresa, así que comenzaron a darse la vuelta con pánico y desbarataron sus líneas de batalla. Los Guerreros Zombis se dedicaban a golpear a diestra y siniestra, sin consideración alguna, absorbiendo todos los intentos de los bárbaros para ejecutar un contraataque, mientras que las Abominaciones eran dirigidas personalmente por Bryan, barriendo con sus enormes garrotes y embistiendo con su gran masa corporal en aquellos lugares donde las formaciones de sus enemigos se debilitaban más.

Las emociones de miedo y desaliento acabaron afectando a los bárbaros, quienes se dejaron llevar por el pánico. De modo que en lugar de hacer lo más sensato en esas circunstancias, lo cual sería concentrar sus ataques en el invocador, cometieron la imprudencia de ignorar a Bryan para enfrentar a sus Criaturas Oscuras.

De más está decir que esto era precisamente lo que Bryan quería. Y de hecho este ya estaba preparándose para lanzarse al ataque con la intención de desatar una auténtica carnicería sobre sus indefensos enemigos, cuando al mirar a un costado descubrió irritado que su última serie de ataques habían roto por completo el filo del hacha de guerra y ésta ya no servía más que para golpear.

Sin un atisbo de duda Bryan soltó el arma y se puso a buscar otra que le pudiese servir entre los cadáveres de sus enemigos cercanos, aprovechando así ese momento de respiro.  Más justo en ese momento recibió una advertencia mental y sus Espectros Oscuros vieron un escuadrón de ciento cincuenta jinetes bárbaros que se aproximaban a toda prisa. En muy poco tiempo lo alcanzarían.

Esperaba algo así, pero no tan pronto. Supongo que realmente he puesto nervioso a su comandante. Pero ahora esto me arruina el plan A y también el B…” Pensó Bryan haciendo un gesto de fastidio que duró un instante, aunque luego fue reemplazado por una sonrisa maliciosa: “Entonces procedamos con el plan C. ¡Volarlo todo por los aires!

De modo que Bryan se quedó quieto, fingiendo que no se daba cuenta de que los jinetes se aproximaban. Esperó pacientemente mientras estos atravesaban los primeros pilares de hueso que había invocado como desafío. Luego aquellos que puso como obstáculos para la avanzadilla de bárbaros. Y dejó que comenzasen a sobrepasar a sus primeras Criaturas Oscuras antes de gritar:

- ¡Explosión de Cadáveres! -

Casi al mismo tiempo, el Zombi Élite de Tierra abrió un agujero justo debajo de Bryan, para que este se ocultase debajo de la tierra. Y unos instantes después se desató una terrible serie de explosiones atronadoras que levantaron una nube de polvo, ocultándolos a todos de la vista.

*****

- ¡El general está en peligro! -

- ¡Esos jinetes son los terribles Lobos Aulladores! -

- ¡El general no puede verlos porque está ocupado luchando! -

- ¡Hay que ayudarlo! -

- ¡Debemos avisarle! -

Un coro de ese tipo de expresiones similares era pronunciado por los legionarios de la VI legión, que parecían desesperados por lo que estaba sucediendo.

Silano y Marcio no pudieron evitar mirarse discretamente para intercambiar una mirada de asombro, pues tan sólo el día anterior hubiese sido imposible imaginar que esos hombres, que eran los más corruptos, depravados e insubordinados entre las “Legiones Malditas” ahora estarían demostrando un apoyo tan grande a su general. Antes bien estaban convencidos de que, si Bryan no tuviese a su guardia de Lictores alrededor de su tienda, varios de ellos habrían intentado ingresar en secreto durante la noche para cortarle la garganta mientras dormía.

Sin embargo, ahora mismo parecían desesperados por salvarlo.

- ¿Cómo es posible esto? - Pregunto Silano discretamente.

- Los hombres por naturaleza admiran a los fuertes y valientes. - Respondió Marcio: - Incluso si ellos mismos son cobardes y se niegan a admitirlo, la mente masculina siempre respeta a aquellos que se atreven a emprender grandes hazañas. Y lo más importante es que el Procónsul está teniendo semejante combate con los enemigos que estos legionarios más temen en el mundo. -

- Ya veo. -

- Por cierto… ¿Crees que los hombres tienen razón? - Preguntó Marcio con una ligera vacilación.

- ¿A qué te refieres? -

- Esos jinetes que se aproximan no son normales y quizá el general no los vea. ¿Deberíamos ir a ayudarle o por lo menos tocar las trompetas para avisarle? -

- Despreocúpate. - Respondió Silano y entonces mostró una sonrisa en ese semblante suyo que rara vez demostraba emociones: - No tienes idea de lo poderoso que es el Procónsul Bryan. Y además sé que tiene una especie de habilidad misteriosa, la cual hace imposible el que esos jinetes se aproximen sin que él los detecte. Si no nos hace un gesto para que vayamos, es porque el Procónsul todavía no necesita ayuda. -

- ¿Es tan fuerte? - Preguntó Marcio alzando una ceja.

- Si. - Asintió Silano mirándolo muy seriamente: - Por lo menos puedo asegurarte que hasta el momento no ha mostrado todo lo que puede hacer y que, si él lo quisiera, podría marcharse sin que ninguno de los bárbaros lo pudiese alcanzar. - Luego añadió: - Pero eso es mientras que sean unos cuantos cientos. En cambio, si todo el ejército bárbaro viene a por él, temo que la pura fuerza del número lo aplastará. -

- Pero es un necromante. Sus Criaturas Oscuras seguramente pueden apoyarlo. -

- Definitivamente. - Asintió Silano, aunque luego explicó sus preocupaciones: - Pero recuerda que el enemigo tiene muchos usuarios de Aura de Batalla. Y ahí frente a nosotros todavía hay un ejército de más de veintisiete mil bárbaros. En una batalla prolongada, al final ellos terminarán venciendo a los no muertos, incluso a esos gordos gigantescos que ha convocado. - Luego añadió con un suspiro: - Hasta ahora ha conseguido mantener esto con sus increíbles habilidades, pero también porque hasta ahora los bárbaros solo han mandado a la avanzadilla. En cambio, si hubiesen luchado con todo su ejército desde el principio, ya nos habrían masacrado solamente por ese factor. Incluso si el Procónsul pudiese convocar a tantas Criaturas Oscuras como para juntar otras dos legiones. -

- Entonces es por esto que lanzó ese desafío en solitario desde el principio. - Dijo Marcio comprendiendo finalmente: - El Procónsul quería crear una situación en la que los bárbaros solo enviasen una pequeña fuerza. Pero ¿por qué? - El Tribuno veterano se volvió para ver a las tropas de reojo: - Definitivamente ha subido la moral de nuestras tropas… -

- Sin embargo, eso no es suficiente para que sobrevivamos. - Completó Silano e hizo un gesto hacia el campo, donde los Lobos Aulladores ya estaban llegando a donde la avanzadilla de bárbaros estaba luchando.

Estos jinetes profesionales se dividieron en varios grupos coordinados, que zigzagueaban entre los pilares de hueso y los que combatían a pie. Su forma de cabalgar era increíblemente precisa y veloz, pese a que en ningún momento habían tenido la necesidad de hablar para darse instrucciones.

La mitad de ellos comenzaron a usar sus sables resplandecientes para cortar a las Criaturas Oscuras como si de pasto se tratase, manteniéndose siempre lejos del alcance de los no muertos con la velocidad de sus monturas. Pero el resto rodeó por distintos puntos a quienes combatían para ir directamente hacia Bryan, exactamente como lo haría una jauría de lobos.

- Creo que este es un momento decisivo. - Dijo Silano apretando los puños.

- Definitivamente lo es. - Asintió Marcio mientras mantenía su mirada fija en la espalda de su general, que parecía esperar tranquilamente la llegada de los atacantes. Entonces se volvió un segundo hacia su colega: - ¿Cómo crees que…? -

Pero en ese instante ocurrió una terrible serie de explosiones que los enmudecieron a todos y una enorme nube de polvo les impidió ver lo que sucedía. Ni los legionarios ni los oficiales entendieron lo que había sucedido. Lo único que se les ocurrió a todos, desde su limitada perspectiva, era que los jinetes recién llegados llevaban consigo algún tipo de encantamiento explosivo y que se habían inmolado para matar a su general. Nadie pronunció una palabra durante unos segundos.

Hasta que finalmente alguien preguntó de forma involuntaria: - ¿El general está muerto? -

En ese momento una inmensa angustia cayó sobre los corazones de todos los legionarios de la VI Legión. Algunos de ellos comenzaron a mirar al cielo, convencidos de que el heroico Procónsul había muerto y suplicando a los dioses que los ayudasen. Mientras que otros apretaban los puños con fuerza, mientras sus mentes se llenaban de puro terror ante lo que pronto sucedería cuando el resto del ejército bárbaro cargase contra ellos.

Mas al poco tiempo el polvo comenzó a asentarse. Vieron entonces que todos los enormes pilares de hueso y las Criaturas Oscuras habían desaparecido. Por otro lado, un buen número de los bárbaros que quedaban de la avanzadilla estaban muertos o agonizaban con los miembros amputados, mientras que los sobrevivientes se encontraban tirados en el suelo, confundidos y con los tímpanos destrozados.

En cuanto a los Lobos Aulladores, también estaban muy lastimados y algunos habían muerto, pero un buen número de ellos consiguió sobrevivir con pocas heridas gracias a que tenían activada su Aura de Batalla. El problema era que los caballos, que son animales nerviosos por naturaleza sin importar quienes los entrenen, acabaron asustándose demasiado debido al estruendo y el dolor. Al final, los que no murieron en la explosión, escaparon a toda prisa, relinchando de terror y saltando enloquecidos. Y casi todos los jinetes fueron arrojados de sus grupas, quedando en un estado miserable.

Pero lo más increíble de todo fue cuando vieron para en frente de los bárbaros a una figura alta, imponente y firme como la escultura de una deidad, que se encontraba en el mismo lugar, como si aquella terrible detonación no lo hubiese afectado para nada. Se trataba de su general, su Procónsul, el Ejecutor del Emperador, Bryan el Necromante.

- ¡Miren! - Gritó entonces Marcio para llamar la atención de todos hacia su general.

- ¡Increíble…! -

- ¡Sobrevivió! -

- ¡El general está vivo! ¡El general está vivo! -

- ¡Está vivo! -

- ¡El general sigue peleando! -

- ¡Vive! ¡El general vive! -

Fue como si la noche se hubiese convertido en día de repente. El estado de ánimo de la VI legión se había convertido en uno lleno de una euforia sin precedentes, hasta el punto de que muchos de ellos no recordaban un momento de sus vidas en los que hubiesen estado más emocionados.

Marcio observaba a Bryan desde la distancia y no pudo evitar compartir la alegría de los miles de hombres detrás suyo. Naturalmente él sabía más del Procónsul gracias a la conversación que tuvo con Silano, así que estaba seguro de que esa explosión debía haber sido provocada por su general y no por los bárbaros como los legionarios creían. Pero por un instante había sudado frío.

Y ahora por primera vez comenzaba a pensar que seguir a Bryan podría representar una gran oportunidad. Era cierto que había ofrecido su lealtad al joven Procónsul, pero su principal motivación había sido la supervivencia de su esposa y la necesidad de un lugar en donde escapar a las maquinaciones de su antiguo señor. Más en este momento, mientras lo veía de pie enfrentándose al ejército bárbaro y desafiándolo sin temor, se atrevió a pensar que tal vez conseguiría mucho más que simplemente preservar su vida si servía con lealtad a su nuevo comandante.

Como si los dioses quisiesen confirmar su presentimiento, en ese momento se escuchó el sonido de una trompeta de guerra, pero no venía del ejército bárbaro, sino de su retaguardia. Poco después se escucharon miles de pasos que venían marchando a la distancia y el sonido de las puertas laterales siendo abiertas.

El Tribuno Druso había llegado con la V Legión.

*****

Julio Asturias Cornelio había dicho en sus memorias:

Todos deben comprender que, si tienen el menor deseo por escapar con vida, su único destino seguro será la muerte.

En cambio, si luchan con la disposición de sacrificar sus vidas hasta el último hombre… ¡Entonces habrá una oportunidad de sobrevivir!

Y yo debo ser el primero de todos.

Mi propio sacrificio será la chispa del valor para mis hombres.

Aunque Bryan admiraba su capacidad estratégica y desearía ser como aquel gran hombre, sabía que “el dios de la guerra de Itálica” tenía algo muy importante de lo que el propio Bryan carecía por completo.

Su patriotismo.

Lo cierto era que Bryan no se veía a sí mismo como el tipo de persona que estuviese dispuesto a luchar hasta las últimas consecuencias por el Imperio Itálico. Y esto tenía mucho que ver con su anterior vida y el hecho de que esta nación todavía le parecía un lugar extraño al que no pertenecía. Pero incluso cuando era Han Shuo e hizo el entrenamiento militar obligatorio, jamás sintió realmente un amor por su país que lo llevase al punto de arriesgar su vida.

Bryan hablaba muy en serio cuando le dijo a Lawrence que, si el Imperio Itálico resultaba estar condenado en el futuro, el encontraría la forma de llevarse a Fanny, Emily y Phoebe, aunque fuese a la fuerza, y escaparía lo más lejos posible, sin importar que después lo odiasen por eso.

Así de egoísta se sentía.

Sin embargo, aunque realmente no estaba dispuesto a arriesgarse a morir, eso no quería decir que no pudiese fingirlo. Después de todo, se decía a sí mismo, lo que sus hombres no supiesen no les haría daño. Y no es que estuviese engañándoles, porque con lo que Bryan contaba era que ellos mismos sacarían sus propias conclusiones.

Así que realizó el desafío para inspirarlos, presentándose como alguien dispuesto a luchar él solo contra todo el ejército bárbaro, mientras que en secreto el Zombi Élite de Tierra estaba haciendo los túneles por los que podría escaparse en caso de emergencia. Y aunque al final improvisó la parte de la explosión, consiguió esconderse bajo tierra justo a tiempo para evitarla y luego se aseguró de regresar al mismo lugar, de tal modo que pareciese como si en ningún momento hubiese vacilado o dudado de mantenerse firme contra los enemigos.

Y a juzgar por lo que escucho.” Pensó Bryan mientras usaba su oído sobrehumano para escuchar los gritos de sus legionarios: “Este espectáculo está funcionando a la perfección y además…” Entonces escuchó algo más a la distancia: “¿Eso es un cuerno? ¡Druso finalmente ha llegado! ¡Y en el momento preciso! Voy a tener que recompensarlo más adelante.” Bryan se volvió con una mirada cruel hacia los bárbaros, cuyo número se había reducido bastante y que todavía se encontraban en un estado de confusión, mientras que pensaba: “Entonces es tiempo de iniciar el último acto.

- Parecen cansados. - Les dijo con ironía: - ¡Permítanme ayudarlos a despertar! -

Y entonces agitó su Báculo Necromántico e invocó a más de mil Criaturas Oscuras que formaron un círculo mortal alrededor de sus enemigos. Eran un auténtico enjambre de Guerreros Zombis, Gárgolas, Esqueletos, Gules y Abominaciones.

Bryan invoca a más Criaturas Oscuras

- ¡Mátenlos a todos! - Ordenó Bryan.

Las criaturas obedecieron y cayeron sobre sus confundidos enemigos. Los que estaban heridos no tuvieron ninguna oportunidad de oponer resistencia, porque la horda de no muertos simplemente los aplastó al correr sobre ellos. Otros consiguieron resistir durante un tiempo, pero agotados como estaban y con el equilibrio afectado por la pérdida de sus tímpanos, acabaron siendo abrumados por el número de adversarios. Por otro lado, las Gárgolas se lanzaron en picada desde las alturas contra los pocos jinetes que habían conseguido mantenerse sobre sus caballos, derribándolos en muy poco tiempo.

Pese a todo, Lobos Aulladores se las arreglaron para organizar una resistencia bastante eficiente en muy poco tiempo. Después de todo eran los que se encontraban en mejor estado. Y aunque casi todos habían perdido sus monturas, demostraron su gran habilidad usando sus sables duales para matar a muchas Criaturas Oscuras y consiguieron agruparse en una especie de círculo defensivo, con los miembros del exterior enfrentando los ataques de los enemigos a pie que se apresuraban a cercarlos, mientras que en el interior los bárbaros más hábiles se enfocaron en usar ráfagas de Aura de Batalla para aniquilar rápidamente a las Gárgolas.

De ese modo evitaron ser atacados desde las alturas.

Una vez hecho esto, los Lobos Aulladores comenzaron a abrirse paso entre la multitud de no muertos que inevitablemente se concentró a su alrededor, con la clara intención de llegar hasta Bryan para atacarlo. Para conseguir su objetivo, algunos de ellos no dudaron en sacrificarse con tal de permitir que sus compañeros pudiesen avanzar como una cuña en dirección al invocador.

Pero al ver esto, Bryan simplemente sonrió y realizó una nueva invocación.

- Normalmente ustedes son los que atacan desde sus monturas… - Dijo con una sonrisa que no llegaba a sus ojos: - ¡Dejen que otros lo hagan para variar! -

Cuatro Caballeros del Mal se materializaron, montando sobre criaturas grandes como rinocerontes y recubiertos con escamas como las de los dragones. Entonces estos seres se lanzaron a la carga atacando salvajemente con unos enormes manguales, adentrándose entre los Lobos Aulladores, quienes jamás habían visto este tipo de criaturas.

La fuerza de los Caballeros del Mal era tal que desbarató la formación de los bárbaros y su armadura era lo bastante gruesa como para que no les afectase mucho los cortes de los sables, pese a que estos estaban reforzados por el Aura de Batalla. Además, como los bárbaros estaban demasiado juntos, su maniobrabilidad era bastante limitada. En cambio, los Caballeros del Mal no tenían problemas en destrozar los cuerpos de sus enemigos simplemente adentrándose entre ellos, pisoteándolos con sus monturas y arrojando fuertes golpes con sus manguales, que podían destrozar fácilmente las cabezas humanas o romper los huesos de sus extremidades. De ese modo, los Caballeros del Mal consiguieron llegar hasta el centro de la formación de los Lobos Aulladores, provocando una auténtica carnicería. Todo esto mientras que, al mismo tiempo en el exterior, el resto de Criaturas Oscuras ejercía presión sobre los Lobos Aulladores.

Entonces los bárbaros intentaron concentrar todos sus ataques en los Caballeros del Mal para destruirlos primero antes de volver a luchar contra el cerco de enemigos, pero sus armas curvas eran muy poco efectivas contra estos seres y comenzaron a desesperarse.

Es inútil.” Se dijo Bryan: “Incluso Phoebe, cuando todavía era una Maestra de Espadas, habría tenido problemas para luchar contra un solo Caballero del Mal. Y aunque reconozco su valor, me temo que ustedes están lejos de la habilidad que ella tenía el día en que la conocí.” En ese momento sintió una sensación de agotamiento que le resultó familiar, pero que hacía mucho tiempo no experimentaba: “Parece que he alcanzado alguna especie de límite en la cantidad de Criaturas Oscuras que puedo invocar del inframundo. Pero anteriormente he convocado muchos más. ¿Será porque los Caballeros del Mal son criaturas bastante avanzadas y cuesta más mantenerlos en esta dimensión? ¿O quizá me falta entrenar mis habilidades para convocarlos? Tendré que considerarlo cuidadosamente en el futuro, pero ahora mismo eso no cambia lo que tengo que hacer.

Mientras Bryan cavilaba, los Lobos Aulladores se sentían cada vez más presionados. Atacados desde adentro y desde afuera, los bárbaros tenían muchas dificultades para maniobrar, lo que complicaba enormemente su estilo de lucha habitual, en el que empleaban cortes amplios y movimientos circulares. Con cada segundo que pasaba, eran forzados a juntarse más, aumentando el riesgo de que acabasen cortando a sus propios hermanos de armas por accidente, si se descuidaban incluso un poco.

Y para empeorar las cosas, estaban en una situación en la que tenían que blandir sus sables constantemente, sin ningún tipo de respiro, simplemente para mantenerse vivos y evitar ser abrumados por el gran número de enemigos. Lo cual naturalmente consumía gran parte de su resistencia y también perjudicaba su precisión.

Pero las Criaturas Oscuras no se cansaban.

Para ese entonces todavía quedaban un aproximado de noventa Lobos Aulladores, luego de contar sus pérdidas, todos ellos luchando contra miles de enemigos. Y si hubiesen estado en su mejor condición, sobre sus caballos y con un plan de batalla adecuado, los Lobos Aulladores aún podrían haber conseguido vencer. Pero la Explosión de Cadáveres volteó de cabeza todos sus planes desde el principio y encima se estaban enfrentando a un oponente del que no sabían nada. Porque ninguno de ellos había visto nunca un Caballero del Mal ni tampoco escuchado de un Necromante capaz de conjurar tal número de criaturas.

Inevitablemente comenzaron a perder bastantes miembros y sus números se reducían lentamente. Pero a pesar de todo seguían siendo los mejores guerreros de la tribu Vándala, así que consiguieron sobreponerse y se dividieron en dos grupos, uno de los cuales contendría a los cuatro Caballeros del Mal, mientras que el resto debía concentrarse en romper el cerco de Criaturas Oscuras que los rodeaban, para así aliviar la presión.

Su táctica funcionó y el número de atacantes en el exterior comenzó a reducirse considerablemente, hasta el punto en que parecía que el cerco se rompería muy pronto en alguno de sus extremos.

- Muy bien pensado. - Los felicitó Bryan con un tono que parecía sincero, pero luego sonrió cruelmente: - Sin embargo, ustedes todavía no comprenden a qué se están enfrentando. - Y entonces conjuró mientras levantaba el Báculo Necromántico:

- Resurrección de Cadáveres. -

Una gran cantidad de energía mágica similar a un tornado de luz verdosa se desató lentamente alrededor de Bryan. Y de su interior comenzaron a salir cientos de pequeños destellos, como vahos luminosos que se movían a gran velocidad para introducirse en los cuerpos de los que habían fallecido.

Guerrero Vándala convertido en Muerto Viviente

Y estos comenzaron a levantarse.

No ocurrió de inmediato y por eso los Lobos Aulladores se demoraron un poco en entender lo que sucedía. Al principio creyeron que Bryan simplemente estaba invocando más zombis para mantener el cerco o conjurando algún tipo de magia ofensiva. Pero cuando comenzaron a distinguir de qué se trataba… un terror completamente desconocido los golpeó como un martillo en la cabeza.

Los muertos estaban volviendo a la vida y comenzaban a atacarlos.  Algunos incluso tenían miembros amputados, pero aun así se aproximaban para tratar de hacerles daño como pudiesen, llegando al punto de morderlos si era necesario.

Y si bien estos Muertos Vivientes no eran particularmente poderosos, porque la mayoría eran los cadáveres que pertenecían a la avanzadilla y cada uno conservaba aproximadamente las mismas habilidades que tuvo en vida, el efecto psicológico que causaban era innegable.

Repentinamente, tanto los Caballeros del Mal como las Criaturas Oscuras y los Muertos Vivientes se detuvieron como si se hubiesen congelado, algo que era completamente inaudito. Pero a pesar de esto, los Lobos Aulladores no aprovecharon la oportunidad para abrirse paso, porque el terror los había paralizado temporalmente.

- ¿Tienen miedo? Los muertos no tienen miedo. - Canturreó Bryan caminando lentamente hacia los bárbaros y llamando la atención de todos ellos con su terrible poder mágico, mientras que más cadáveres se levantaban a su alrededor: - ¿Están cansados? Los muertos jamás se cansan. ¿Sienten dolor? Los muertos no sienten nada. Sus números solamente disminuyen, basura bárbara, y cada vez que uno de ustedes se muere, yo me hago más fuerte. - Entonces se detuvo a pocos pasos de la multitud de Muertos Vivientes que rodeaba a los Lobos Aulladores y les preguntó a los bárbaros: - ¿Ya entendieron a quién se están enfrentando? -

Más cadáveres se levantaron y esta vez entre ellos estaban los Lobos Aulladores que ya habían caído hasta ese momento, sus hermanos de toda la vida, pero que ahora los miraban con un intenso resplandor verdoso en las pupilas, lleno de intenciones asesinas, en lugar de la familiar brillo de camaradería que siempre mostraron en vida. Esta visión incrementó la desesperación de los bárbaros al máximo.

- Así es. - Sentenció Bryan sonriendo cruelmente: - Aquí están luchando en contra de la Muerte. - Y añadió con un tono increíblemente helado: - Incluso con sus diminutos cerebros deberían poder comprender… ¡Que NADIE puede vencer a la Muerte! -

Y el ataque se reanudó.

*****

Atíl no podía creer lo que estaba viendo y quería que alguien le dijese que se trataba de una pesadilla. Unos minutos atrás todo estaba bien. Los Lobos Aulladores llegaron a donde la avanzadilla todavía resistía, aunque a duras penas, y comenzaron a destruir a esas asquerosas Criaturas Oscuras con mucha facilidad. Luego estaban a punto de asesinar a ese tal Procónsul, cuando de pronto se desató una serie de explosiones.

Y cuando la nube de polvo se asentó… ¡todo se había convertido en un maldito caos!

Casi todos los hombres estaban muertos, gravemente heridos o tirados en el suelo. Los caballos escaparon por todos lados. Y aquellos que de algún modo consiguieron mantenerse sobre sus respectivas monturas fueron rápidamente derribados por una nueva oleada de Criaturas Oscuras, sobre todo cuando las gárgolas comenzaron a atacarlos desde arriba.

Sus fuerzas de élite se recuperaron bastante rápido, teniendo en cuenta las circunstancias y continuaron la lucha con gallardía, acabando rápidamente con los atacantes aéreos mediante una lluvia de cortes resplandecientes que se prolongaron como una red letal. Luego se concentraron en pulverizar a los Guerreros Zombis que los cercaban, mientras que al mismo tiempo trataban de abrirse paso hasta el invocador. Era una estrategia sólida y por un instante Atíl pensó que iban a recuperar la ventaja, pero entonces ese sujeto invocó a cuatro monstruos blindados que le dieron la vuelta al combate. Supo entonces que, si no hacía nada, existía un serio peligro de que perdiese ahí mismo a sus mejores tropas de élite. Así que estaba a punto de ordenar que todo un destacamento corriese a rescatar a los Lobos Aulladores… cuando de pronto eso sucedió.

Los muertos se comenzaron a levantar.

¡¿Qué estaba pasando?!

¡¿Cómo era esto posible?!

Estas preguntas no solamente resonaban en la mente de Atíl sino en la de todo el ejército bárbaro, quienes ya de por si eran bastante supersticiosos. No podían comprender lo que estaban viendo. Para los Uñó una vez que matabas o te morías en combate, eso era todo. Se suponía que terminaba ahí. Luego, si eras victorioso y por lo tanto dueño del campo de batalla, recogías a tus muertos para el funeral y las armas de tus enemigos como trofeo. Entonces los espíritus de los más valientes partían hacia los cielos para convertirse en estrellas, mientras que el resto alimentaba el poder del Padre Sol.

Pero ese monstruo en frente suyo era capaz de levantar a sus muertos. Y luego los usaba para atacar a sus enemigos. Usaba los cuerpos de los valientes caídos como armas.

¡Era demasiado aterrador!

Atíl estaba temblando y no se atrevió a dar la orden.

Porque incluso si lo hiciese… ¿Sus hombres obedecerían?

Entonces hubo una pausa en el ataque de los Muertos Vivientes y las Criaturas Oscuras, pero poco después la masacre se reanudó y el aterrador Procónsul se unió nuevamente al combate con una ferocidad todavía mayor.

No transcurrió mucho tiempo antes de que Atíl viese como sus tropas de élite finalmente comenzaban a desbandarse. Naturalmente algunos resistieron tenazmente, sacrificando sus vidas por una oportunidad de matar al Procónsul, pero otros estaban claramente tratando de escapar.

Esta visión finalmente hizo que Atíl despertase de su estado de estupor y abrió la boca para gritar una orden, pero entonces vio algo que le hizo detenerse.

*****

Uno de los Lobos Aulladores soltó un grito salvaje y cargó de forma suicida hacia Bryan, usando todo su poder para saltar por encima del círculo de no muertos, a la vez que descargaba un tajo vertical. Claramente estaba actuando por impulso. Era un intento desesperado de librarse del miedo que sentía y por eso eligió apostarlo todo en ese único golpe. El problema era que, en ese estado mental revelaba demasiadas aberturas.

Cuando uno comenzaba a utilizar Aura de Batalla, la energía siempre se manifestaba primero en las partes del cuerpo que se usaban más, en gran parte porque esta energía se consumía muy rápido al principio.

Para la mayoría generalmente era el brazo derecho.

Pero conforme el Caballero, Espadachín o Guerrero iba desarrollando su poder, sus distintos entrenamientos siempre consistían en llevar esa Aura a ambos brazos y las piernas. El método podía variar tanto en calidad como en eficiencia, pero el objetivo era el mismo. Y finalmente uno podía considerar que había alcanzado la maestría cuando el Aura de Batalla cubría todo el cuerpo. Esto sonaba sencillo en teoría, pero era increíblemente difícil de hacer en la práctica, porque los cinco sentidos y la resistencia física usualmente no podían coordinarse para seguir el ritmo del consumo de energía.

Así de complicado era el entrenamiento de los usuarios de Aura de Batalla.

Y todo esto no incluía con el arduo entrenamiento para dominar la lucha cuerpo a cuerpo, el estilo del arma que eligiesen y, en el caso de los Caballeros, dominar las habilidades del Pacto y la lucha en conjunto con su montura correspondiente.

Todos los Lobos Aulladores sabían cómo cubrir todo su cuerpo con Aura de Batalla, lo que permitía que se les considerase como una especie de equivalente a un Maestro de Espadas. Pero el estado de pánico intenso que estaban experimentando era tal que muchos de ellos comenzaron a caer en los viejos hábitos de concentrar su Aura de Batalla en las partes del cuerpo que más utilizaban para incrementar la fuerza de sus ataques.

Y como consecuencia, dejaban desprotegidas otras partes de su cuerpo.

El bárbaro estaba cayendo sobre Bryan, con los brazos llenos de Aura de Batalla para descargar una terrible serie de cortes si su golpe inicial era esquivado o bloqueado. Al menos esa era su intención. Pero antes de que pudiese hacer algo sintió un terrible golpe en el estómago y el curso de su trayectoria se alteró bruscamente, debido a que una Lanza de Hueso disparada certeramente por Bryan se le había clavado profundamente en el estómago.

El guerrero cayó como un costal a un lado de Bryan. Irónicamente había conseguido escapar del cerco, pero no podía levantarse y estaba sangrando profusamente por la herida.

- Eso fue bastante estúpido de tu parte. - Sentenció Bryan sin siquiera girar al rostro para mirarlo, porque estaba más interesado en controlar a sus Criaturas Oscuras para que mantuviesen el cerco alrededor de sus enemigos, al mismo tiempo que levantaba a más Muertos Vivientes, todo eso mientras sonreía satisfecho por comprobar el alto grado de eficiencia en el control de sus poderes que le proporcionaba el Báculo Necromántico en su mano izquierda. Sin embargo, de repente pareció decidir algo y añadió: - Supongo que al menos debería recompensar tu valor dándote una muerte rápida. -

Entonces se puso a buscar a su alrededor algún arma que pudiese utilizar para rematar al agonizante miembro de los Lobos Aulladores, pero no había ninguna que pudiese ver, porque la mayoría habían salido volando o quedaron enterradas por la Explosión de Cadáveres.

Bryan hizo un gesto de hastío mientras se decía que tenía que reparar al Desgarrador Sombrío cuanto antes, porque era demasiado inconveniente estar sin un arma que pudiese soportar su poder. Por supuesto que podía usar el Fuego Glacial Místico, pero no quería que los bárbaros supiesen de esta habilidad de ser posible, porque podrían terminar llevando esta noticia a las ciudades de la Liga Etolia y ya había mostrado muchos de sus poderes.

Es mejor que de momento solo sepan que soy un Necromante muy poderoso y nada más.” Decidió Bryan y se volvió finalmente con la idea de reventar el cráneo del bárbaro de una patada o con un puñetazo, cuando de pronto se le ocurrió otra idea.

- ¡Es cierto, existe ese método! - Exclamó Bryan y casualmente levantó la mano derecha mientras conjuraba: - Escudo de Hueso. -

Ya había hecho el experimento anteriormente cuando le faltaba una mano, así que esta vez no tuvo ningún problema en conjurar su magia únicamente sobre su extremidad. Así una especie de coraza ósea extremadamente dura comenzó a cubrir todo su puño junto con su antebrazo, como si fuese una especie de caparazón, del cual brotaron varias espinas bastante afiladas que se extendieron medio metro.

Entonces, con un rápido movimiento, Bryan arrojó un espantoso puñetazo contra el pecho del bárbaro herido, atravesándolo fácilmente gracias a su fuerza monstruosa. Las espinas rompieron su columna y todas sus costillas, a la vez que desgarraban sus órganos internos.

Bryan extrajo su arma improvisada y comprobó que varias de las espinas se habían quebrado, pero bastó un pequeño pulso de magia para hacer que volviesen a crecer. Entonces se le ocurrió una idea mejor, reduciendo a tres el número de espinas, pero aumentando en cambio su grosor. Así consiguió extenderlas a casi un metro.

- Esto servirá. - Dijo Bryan admirando su arma improvisada, de la que todavía goteaba sangre del bárbaro que acababa de matar. Entonces se le ocurrió que quizá debía levantarlo como un Muerto Viviente, pero desechó la idea porque la columna vertebral del occiso ya estaba rota y no serviría de mucho.

En realidad, ya he conseguido extender el pánico entre estos guerreros, así que no es necesario que siga usando Resurrección de Cadáveres.” Decidió Bryan mientras guardaba el Báculo Necromántico en su Anillo Espacial y luego conjuró el Escudo de Hueso para procurarse un arma también en su mano izquierda: “Mantendré a los Muertos Viviente que ya están luchando durante unos minutos, pero ya no usaré magia para levantar a más de ellos. En cambio…” Se volvió hacia los bárbaros al mismo tiempo activaba el Arte del Noveno Diagrama Celeste para volar rápidamente por encima de su círculo de Criaturas Oscuras y llegar hasta los Lobos Aulladores: “¡Voy a terminar de destrozarlos a ustedes!

Bryan se lanzó como un león sobre un puñado de hienas, atravesando con sus nuevas armas todas las piernas, abdómenes o cuellos de los Lobos Aulladores que no tuviesen Aura de Batalla protegiéndolos. Algunos de ellos se defendieron lo mejor posible, pero la mayoría estaban demasiado apretujados y apenas consiguieron reaccionar a tiempo.

De ese modo se desató una espantosa carnicería, sobre todo cuando alguna de las víctimas de Bryan no se moría de inmediato y este procedía a rematar al bárbaro en cuestión con una serie de golpes salvajemente espantosos, que en poco tiempo lo dejaron cubierto con la sangre de sus enemigos. Y es que, aunque sus nuevas armas eran prácticas en el sentido de que no importaba si se rompían, porque las regeneraba de inmediato, tampoco eran nada sutiles y provocaban un auténtico desastre de carne, huesos rotos y vísceras desparramadas por donde Bryan pasase.

Antes de darse cuenta, se había sumergido en un frenesí asesino en el que no dejaba de golpear a cuanto enemigo se colocaba en frente suyo. A veces estaba tan enfocado en lanzar puñetazos que se olvidaba de regenerar el Escudo de Hueso sobre sus puños debido a lo rápido que se movía, pero seguía atacando sin detenerse hasta que la propia piel de sus nudillos comenzaba a sangrar por haber roto tantos huesos de sus enemigos. El dolor entonces le hacía volver en sí lo suficiente como para regenerar sus armas, pero inmediatamente volvía a la carga, matando a un bárbaro tras otro, hasta que eventualmente los Lobos Aulladores comenzaron a tratar de evitarlo desesperadamente, como si fuese la cosa más aterradora entre todos los horrores que los estaban rodeando.

Así continuó el combate durante unos minutos más, hasta que por fin uno de los Caballeros del Mal acabó destrozando el cráneo del último sobreviviente que quedaba de los Lobos Aulladores.

Bryan se dejó caer sobre una rodilla, jadeando profusamente por el agotamiento, mientras cancelaba el Escudo de Hueso sobre sus brazos para poder limpiar la sangre de sus enemigos que pintaba todo su rostro. Estaba completamente cubierto por esta sustancia, pero no le importaba en lo más mínimo. Todo lo que podía sentir en ese momento era el furioso latido de su propio corazón y un deseo incontrolable por seguir matando. Necesitó de un minuto entero antes de poder calmarse lo suficiente como para volver a ponerse de pie, mientras se pasaba la mano por la cara. Entonces susurró un conjuro para cancelar la magia de Resurrección de Cadáveres, lo que provocó que todos los Muertos Vivientes se convirtiesen en cenizas.

A su alrededor reinaba un silencio casi sepulcral que se mantuvo durante unos instantes, hasta que finalmente un rugido atronador pareció sacudir la tierra entera. Este terrible estruendo eran gritos de guerra que clamaban a los cielos para iniciar una masacre despiadada. Pero no venían del ejército bárbaro, sino que resonaban a espaldas de Bryan.

Era el rugido de las Legiones V y VI.

Y así fue como Bryan supo que finalmente había conseguido su objetivo principal.

- ¡¿Y bien?! - Gritó entonces haciendo un gesto de desafío con el puño y remarcó su desprecio escupiendo en el suelo en dirección hacia el ejército bárbaro: - ¡¿Por qué no siguen viniendo?! ¡No pueden hacer nada más, basura bárbara?! - Luego se volvió hacia sus legiones, mirando directamente a Marcio, Silano y Druso a la distancia, mientras que les hacía una señal para que avanzasen: - ¡Entonces parece que nosotros tendremos que ir por ustedes! -

*****

Al principio los legionarios también estaban aterrorizados, pero ya habían visto anteriormente Resurrección de Cadáveres, así que el impacto fue mucho menor. Además, rápidamente comprendieron que ese terrible poder podía ser blandido como una terrible espada contra sus enemigos, así que muy pronto su repulsión se convirtió en interés.

Y luego vieron a Bryan matando por sí mismo a los bárbaros como una bestia sanguinaria, pero en lugar de sentir temor lo que experimentaban era otra sensación. Aquellos bárbaros definitivamente eran la mejor fuerza que tenían los Uñó y eran mejores combatientes que aquellos que los habían derrotado anteriormente, durante el desastre militar al que los condujo Varrón Terencio. Y en su destierro posterior habían sufrido terribles pesadillas en las que aquellos seres emergían de los bosques en busca de su sangre.

Se sentían aterrorizados por los bárbaros.

Pero ahora podían ver como aquellos monstruos en su imaginación eran masacrados. Y ahora eran ellos los que trataban inútilmente de escapar aterrorizados ante la ira de su general y comandante.

El coraje es el opuesto del miedo, pero comparten una misma naturaleza. Ambos no discriminan. El coraje puede contagiarse casi tanto como el miedo. Había dicho una vez Julio Asturias Cornelio.

Y en ese momento su sabiduría se demostró.

- ¡Quiero matar a esos bastardos! - Rugió finalmente uno de los legionarios, soltando un rugido que parecía provenir desde el interior de su propia alma, mientras apretaba sus puños con fuerza en la empuñadura de su escudo y espada.

El rugido de los legionarios

Y su grito desató un auténtico incendio.

- ¡Matémoslos a todos! - Exclamó inmediatamente otro.

- ¡Malditos sean esos desgraciados! - Vociferó un Decurión tan fuerte que arrojaba saliva por la boca.

- ¡Quiero matar a toda esa basura bárbara! - Juró uno de ellos golpeando el suelo con sus pies como si apenas pudiese contener las ganas de correr en ese mismo momento.

- ¡Vamos a matar bárbaros! -

- ¡Teñiremos la tierra con su sangre! -

- ¡Que nadie intente detenernos! -

- ¡Voy a matar hasta al último de ellos! -

- ¡Ofrezcamos la sangre de esas basuras al dios de la guerra! -

Una oleada de gritos de guerra que invitaban a la violencia se escuchó a kilómetros de distancia y la tierra de Valderán pareció temblar cuando todos los legionarios de la VI legión, junto con la V que ya había terminado de formar a su lado, sacaron al mismo tiempo sus espadas para comenzar a golpear sus escudos.

Marcio y Silano, junto con un Druso bastante agotado por acabar de llegar luego de desplazarse a marchas forzadas, se miraron asombrados, comprendiendo que, si no daban pronto la orden de avanzar, los propios legionarios correrían por su propia cuenta. Porque en ese momento estaban poseídos por un espíritu guerrero que no podía ser contenido.

Afortunadamente en ese preciso momento todos escucharon la voz de Bryan.

- ¡¿Y bien?! ¡¿Por qué no siguen viniendo?! ¡No pueden hacer nada más, basura bárbara! ¡Entonces parece que nosotros tendremos que ir por ustedes! -

Y al confirmar el gesto que el Procónsul de Valderán hizo con su mano, los Tribunos ya no dudaron más.

- ¡Legiones, avanzad! - Ordenó Marcio que ejercía como oficial superior por su veteranía y las trompetas de guerra que ordenaban marchar al ataque cantaron inmediatamente.

Jaime Luccar y César Germánico todavía no estaban seguros de lo que debían hacer, pero antes de que pudiesen pensar en algo se escuchó el vozarrón de Cayo Valerio que en ese momento gritaba: - Legionarios de la V… ¡Marchen por Itálica! -

- ¡Gloria al Imperio! - Respondió toda la V.

Pero no fueron los únicos.

Porque sin esperar que sus Centuriones diesen la orden, toda la VI Legión, que desde el principio habían estado presenciando todo. También soltaron el grito de: - ¡Gloria al Imperio! - y comenzaron a avanzar en perfecta formación hacia el ejército enemigo, con las espadas desenvainadas.

Al final, los Centuriones de la VI no tuvieron más opción que moverse con la corriente o arriesgarse a ser arrollados por sus propios hombres.

*****

Atíl apretaba tanto los puños que corría el riesgo de dislocar sus propios nudillos. Los Lobos Aulladores, el grupo de élite formado por su bisabuelo acababa de ser destruido por un solo hombre y esto era una vergüenza que tendría que cargar durante el resto de su vida.

Lo que más deseaba en ese momento era cargar con todo el ejército, pero…

En algún momento un nuevo grupo de enemigos había salido de la fortaleza. Y ahora las dos Legiones combinadas, junto con los voluntarios que Silano consiguió para Bryan sumaban unos diecinueve o veinte mil soldados. Atíl seguía teniendo superioridad numérica con su coalición de veintiocho mil, pero la diferencia ya no era decisiva.

Aun así, si hubiese sido el día anterior, Atíl no hubiese dudado en cargar en contra de esas legiones compuestas por hombres sin entrenamiento y mal equipados, pues sus guerreros bárbaros eran muy superiores o por lo menos se suponía que lo eran.

Pero ahora el estado de ánimo de ambos ejércitos se había invertido por completo. Los suyos estaban desanimados luego de ver como tantos hombres, incluidas las tropas de élite, eran masacradas de ese modo. En cambio, las Legiones V y VI ya no les tenían miedo y más bien parecían ansiosos por derramar la sangre de sus enemigos.

Sin embargo, lo que más asustaba a Atíl era que en frente de ellos se encontraba todavía parado ese monstruo llamado Bryan, el cual no solamente podía invocar un gran número de Criaturas Oscuras y también levantar a sus enemigos muertos. ¿Y quién podía decir que no tenía más sorpresas desagradables preparadas para ellos?

Antes de que Atíl pudiese tomar la decisión, Bryan la tomó por él. Y las Legiones comenzaron a marchar en formación de ataque sin la menor vacilación, al mismo tiempo que las Criaturas Oscuras comenzaban a desplazarse hacia los costados, con los Caballeros del Mal colocados al frente como si fuesen comandantes. Las legiones se detuvieron justo frente a su general y en ese momento parecían un ejército Proconsular completo, con las criaturas de Bryan sirviendo como Tropas Auxiliares.

Entonces el ejército de Bryan volvió a avanzar.

En aquel momento llegó un mensajero a toda prisa, anunciándole lo que más temía: Algunos de los caudillos aliados habían decidido que, si el propio Atíl no daba la orden de retirada, ellos lo abandonarían en ese momento.

Antes de que Atíl pudiese maldecir o decir algo, vio por el rabillo del ojo que varios grupos de hombres ya estaban dando media vuelta para irse. Estos seguían a otros líderes que ni siquiera se habían tomado la molestia de enviar un mensaje antes de retirarse.

De modo que Atíl se tragó toda su ira junto con sus frustraciones y ordenó la retirada con una voz temblorosa. Y es que, aunque en algunos aspectos era un insensato demasiado ambicioso, no llegaba al punto de la estupidez.

Por su parte, Astrid obedeció la orden de retirada con sentimientos encontrados.

Una parte suya se sentía mal porque los Lobos Aulladores hubiesen sido exterminados de ese modo. Y aunque le atribuía la mayor parte de la culpa a su padre, no dejaba de experimentar un fuerte deseo por vengar sus muertes. Pero tampoco podía evitar sentir una enorme admiración por el Procónsul Bryan, pues este acababa de demostrar un poder que estaba más allá de lo que nunca podría haber imaginado.

- Es el rey de los muertos. - Murmuró Astrid sin darse cuenta y una ligera sonrisa llena de significados apareció en su semblante.

El Rey de los Muertos

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú. Hoy es miércoles 01 de septiembre del 2023

Una persona me preguntó si, dado la crisis terrible que produce la guerra en Oriente Medio, deberíamos recibir refugiados de Palestina. Era un tema delicado, pero tenía que ser honesto, así que les dije directamente a mis amigos que yo estoy en contra de ello, porque existe un gran riesgo de que muchos musulmanes radicales lleguen a nuestro país e inicien un movimiento terrorista.

Naturalmente ellos respondieron como cualquier persona compasiva haría: Hablaron de tolerancia a otras religiones, de humanidad y sobre todo del hecho de que la mayoría de los musulmanes son personas pacíficas que jamás cometerían un acto de terrorismo. Al final, concluyeron, solo una minoría son fanáticos radicales.

Y tengo que reconocer que tienen razón.

Sin embargo, yo también creo que a veces dos cosas pueden ser verdad al mismo tiempo y hay otros factores que uno tiene que tener en consideración, sobre todo cuando la seguridad de tu pueblo podría estar en juego. Hay un dicho que escuché de los argentinos y que me encantó desde el principio. Dice: “Dato mata relato”.

Según todos los Servicios de inteligencia del mundo, la cantidad de musulmanes radicales y fanáticos que cometerían y de hecho cometen actos de terrorismo oscila entre el 15% y el 25%. Eso quiere decir que al menos el 75% de ellos son personas decentes o por lo menos pacíficas. Así que es cierto que sólo una minoría de ellos son un peligro.

El problema es que existe un aproximado de 1,2 Billones de musulmanes en el mundo. Eso significa que, matemáticamente hablando, hay entre 180 y 300 MILLONES de fanáticos cuyo único deseo es la destrucción violenta de todo aquello que no sea musulmán. ¿Pueden imaginar eso? 300 millones es la misma población que tiene EE.UU.

Teniendo en cuenta estos números. ¿No es razonable tener miedo que entre esos miles de potenciales refugiados se cuelen por lo menos varios cientos de terroristas? Y sobre todo cuando estos vendrían de Palestina, un país que aprueba de forma abierta las acciones terroristas.

¿Qué tan sensato es tener miedo de las minorías radicales cuando la mayoría de un pueblo es pacífico? Bueno, yo creo que bastante, porque son los radicales los que matan. Pero sobre todo porque, si algo nos ha enseñado la historia cuando examinamos los más terribles casos de violencia humana, es que las “mayorías pacíficas” siempre son irrelevantes.

En 1930 la mayoría de los ciudadanos alemanes eran pacíficos. Pero los nazis impusieron su agenda ideológica socialista y como resultado 60 millones de personas murieron: 40 millones en campos de concentración, de los cuales 6 millones eran judíos. Y 20 millones de soldados en la guerra.

La mayoría pacífica fue irrelevante.

En 1922 la mayoría de los rusos eran personas pacíficas. Pero los comunistas impusieron su ideología revolucionaria y como resultado 20 millones de sus propios habitantes fueron asesinados, también en campos de concentración soviéticos.

La mayoría pacífica volvió a ser irrelevante.

Y si uno mira la historia de China por la misma época también es posible comprobar que la mayoría de chinos eran personas pacíficas. Pero la Revolución Campesina de Mao impuso su agenda y como resultado asesinaron a 70 millones de chinos.

Nuevamente, la mayoría pacífica fue irrelevante.

En Japón, antes de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría del pueblo eran personas pacíficas. Pero los ultranacionalistas tomaron el poder, impusieron su agenda y como resultado el ejército nipón masacró 12 millones de civiles en todo el sudeste asiático. ¡Y lo hicieron sobre todo con ataques de bayonetas y golpes de palas! (¿te imaginas lo loco que tienes que estar para hacer eso?)

Otra vez, la mayoría pacífica fue irrelevante.

Y sí, el 11 de septiembre del 2001, vivía un aproximado de 2,3 millones de árabes musulmanes en EE.UU. Pero solamente se necesitaron 19 fanáticos radicales para secuestrar aviones, destruir las Torres Gemelas, atacar el Pentágono y básicamente matar a casi 3,000 civiles norteamericanos.

La mayoría pacífica fue muy irrelevante aquel día.

Creo que he fundamentado mi punto. Los países latinoamericanos ya tenemos demasiados problemas que no somos capaces de resolver como para asumir semejantes riesgos. ¡En Perú todavía estamos luchando contra el terrorismo de Sendero Luminoso desde 1980 y aún no podemos exterminarlos! ¿Qué pasaría si estos grupos comienzan a trabajar en conjunto con terroristas musulmanes? ¿Se imaginan la potencial devastación?

Por supuesto que me conmueve el sufrimiento humano, pero creo que eso no debe cegarnos a la realidad. El problema del terrorismo musulmán no es para nada sencillo y no tenemos la capacidad de lidiar con ello. Mandemos comida, medicinas y carpas. Pero no creo que debamos correr el riesgo de invitar al lobo disfrazado entre las ovejas y que mañana nuestros hijos tengan que vivir con miedo a que estallen bombas cada vez que vayan al colegio, al centro comercial o al parque.

Bueno, hasta aquí la reflexión incómoda, sí, pero creo que necesaria.

En cuanto a este capítulo no hay mucho que decir. Me costó un montón escribirlo porque tuve que pensar con mucho cuidado cada segmento para que fuese coherente y espero haber tenido éxito. Pero la lógica y la inspiración es la misma que la del anterior, pues es una secuela directa.

Supongo que podría agregar que los Lobos Aulladores están basados un poco en los Dothraki de Games of Thrones y los jinetes mongoles, aunque como los primeros ya de por sí están basados en los segundos, no sé si cuenta. Pero básicamente esa es la idea.

El título es una referencia a la frase que usa Bryan al proclamar que “¡Nadie puede vencer a la muerte!”. Tuve que pensarlo bastante porque no quería hacer spoilers, pero también quería que el terror de esta idea fuese el tema central. Al final utilicé “imbatible” que significa literalmente “Algo que no puede ser vencido”.

La frase final de Astrid resultó ser todo un problema, porque en teoría sería el apodo que Bryan tendría entre las tribus bárbaras. Al principio iba hacerle decir “el Señor de la Muerte” pero creí que la palabra “rey” sería más apropiada para el caso de los bárbaros. Tampoco quería que Bryan tuviese un título que hiciese pensar en un Liche.

Después estuvo el asunto de las imágenes, que de nuevo fue un dolor de cabeza bastante serio, pero la del final fue un lujo haberla encontrado. ¡Estoy tan contento con ella!

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Qué te pareció la masacre que hace Bryan? ¿Te gustó como lidió con los Lobos Aulladores? ¿Qué te parecieron los distintos puntos de vista? ¿Se sintió el cambio de las emociones? ¿Crees que hubo algo en la batalla que pudo haber mejorado? ¿Te gustó la conclusión?

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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!