343 Una llama rodeada de tinieblas

Una oleada de energía necromántica se expandió como un torrente imparable, devorando la luz del sol en unos instantes y sumiendo la tierra en una penumbra aterradora. Nubes negras se congregaron en el cielo, espesas y agitadas como un mar embravecido, surcadas por relámpagos anormalmente silentes. El Monte Ida fue el primero en ser envuelto, pero el área de efecto siguió extendiéndose hasta abarcar gran parte del Campo de Sangre.

Debido a su cercanía, los Lictores fueron los primeros en experimentar el terror de este conjuro antiguo. Lo único que podían hacer era encogerse en sus posiciones, incapaces de moverse. Y es que, si bien el efecto debilitante del conjuro no los afectaba directamente debido a la voluntad de Bryan, la oscuridad y los relámpagos confusos hacían casi imposible que pudiesen avanzar en medio de aquella confusión, más aún en el bosque montañoso.

Las Legiones Malditas, instintivamente, se volvieron hacia la montaña para observar el fenómeno. Desde lejos, aquella cúpula de penumbras se asemejaba a una gigantesca esfera que se extendía hacia ellos. Inmediatamente los Tribunos comenzaron a gritar órdenes, instando a los legionarios a organizarse en formación Manipular y retirarse ordenadamente hacia los campamentos de Micénica. Marcio, Druso y Silano, sin saberlo, salvaron muchas vidas con esa decisión. Porque, aunque Bryan ahora era mucho más poderoso y había mejorado en el control de su Dominio Necromántico, podía ser bastante complicado evitar que afectase a tantos hombres a la vez. Además, continuar con la masacre de los sobrevivientes se convirtió en algo completamente innecesario, pues aquellos que aún respiraban murieron rápidamente al inhalar el aire helado que les robó lo poco que les quedaba de vitalidad. Solo algunos afortunados consiguieron refugiarse a tiempo en el campamento de Ilión, justo en el límite del área de efecto del conjuro, ya que el de Helénica, con sus murallas quemadas, no ofrecía protección.

Elena Teia no experimentó directamente los efectos debido a que su cuerpo estaba envuelto en el calor protector que le otorgaba su fusión con la Fénix, pero aun así sintió una gran perturbación en el aire. Nunca había conocido a un Gran Mago y no entendía lo que estaba sucediendo, pero era consciente de que la temperatura estaba descendiendo violentamente. Aunque no lo admitiría en voz alta, estaba asustada.

- ¿Qué es todo esto? - Preguntó con voz temblorosa

- ¡Ten cuidado, hermana menor! - Gritó la Fénix desde su interior: - ¡Es una magia de clase Dominio que solo los Grandes Magos pueden usar! -

- ¡Pero si se supone que es un Archimago…! -

La réplica de Elena se interrumpió cuando vio a Bryan agitar su mano para activar su Anillo Espacial, del cual extrajo un majestuoso báculo con tres calaveras misteriosas en el cabezal. Después Bryan giró el báculo a su alrededor una vez y el cielo se llenó de un enjambre de criaturas que formaban un gigantesco torbellino compuesto por entidades.

Eran miles de Gárgolas.

Las Criaturas Oscuras rugieron y comenzaron a volar hacia Elena. Sus movimientos eran tan coordinados que el enjambre en su conjunto se asemejaba a una enorme mano con dedos alargados que buscaban capturarla. La Archimaga se preparó para responder con sus conjuros defensivos, pero una serie de luces púrpuras resplandecieron en el suelo y el Conjuro de Fuego Glacial Místico comenzó a cancelarlos tan pronto los formaba. Al final, Elena tuvo que usar sus alas de Fénix para alejarse rápidamente del alcance de Bryan y, solo así, consiguió generar cuatro poderosos tornados de fuego que consumían a las Gárgolas que se le acercaban.

- ¿Por qué te defiendes tanto? - Preguntó la Fénix - Nuestra aura de fuego es lo bastante fuerte como para matar a esas criaturas antes de que se acerquen. ¡No era necesario usar conjuros tan poderosos solo para mantenerlas a raya! -

- ¡Es por la Explosión de Cadáveres! - Respondió Elena de inmediato - Tú no estabas despierta para verlo, pero ese maldito hizo estallar a todo un ejército de Guerreros Zombis. ¡Estoy segura de que ahora está planeando algo similar! -

- ¡¿Qué?! -

Mientras tanto, el enjambre de Gárgolas seguía intentando atacar. Lo más sorprendente era la forma en que volaban, buscando siempre los puntos débiles en la defensa de Elena Teia, obligándola a controlar sus tornados constantemente. A veces, Elena distinguía la mirada de alguna de esas criaturas y sentía una gran agresividad, junto con destellos de inteligencia nunca vistos en invocaciones elementales de otros magos.

¡¿Qué significa esto?!

Elena apretó los dientes, sintiendo la furia y la frustración arder dentro de ella. No soportaba la idea de ser superada o de parecer vulnerable. Con un brillo desafiante en sus ojos, gritó: - ¡No pienso dejar que ese imbécil me derrote! ¡Voy a demostrarle quién manda aquí! -

Y se lanzó con una energía renovada, sus tornados de fuego girando más intensamente, quemando a las Gárgolas con una ferocidad que reflejaba su determinación y orgullo.

Mientras tanto, Bryan estaba completamente inmerso en la tarea de invocar y posicionar miles de Apariciones. Estas débiles criaturas etéreas estaban vinculadas a su mente, permitiéndole ver lo que ellas veían. Aunque sus capacidades de observación palidecían en comparación con sus finados Espectros Oscuros y no podían volverse invisibles ni hacer otra cosa que intentar ataques leves, eran mejores que nada. Y aunque Elena comenzara a destruirlas, su gran número le aseguraba un relativo control del campo de batalla durante un buen tiempo.

Cuando terminó, se volvió para mirar a Elena, que ya había destruido casi tres cuartos de las Gárgolas que había invocado, manteniéndose siempre a una distancia segura.

- Supongo que no me dejará usar Explosión de Cadáveres. - Dijo, suspirando y luego sonrió con un ligero sentimiento de admiración: - Bueno, ya sabía que no eras una niña ingenua. Pero no importa. –

Entonces comenzó a elevarse lentamente hacia los cielos, observando atentamente las alas de Elena y confirmando sus sospechas. Vio que las últimas Gárgolas estaban siendo destruidas por una serie de llamaradas de fuego, así que decidió continuar.

- Ya que eres tan enérgica… ¡Voy a hacer que te esfuerces! -

Luego blandió su Báculo Necromántico e invocó otra nube de Gárgolas que se lanzaron al ataque. Aunque eran más fuertes que un Guerrero Zombi, el consumo de Fuerza Mental para conjurarlas no era excesivo, así que Bryan podía reunir muchas en poco tiempo, especialmente con sus enormes reservas de poder. En ese momento, tras haber consumido la vida de cuatro Caballeros de la Tierra, se sentía revitalizado. Además, gracias al Dominio Necromántico, todas las Gárgolas estaban fortalecidas y su inteligencia se había desarrollado hasta el punto en que sabían exactamente lo que su invocador esperaba de ellas sin necesidad de ser dirigidas.

Elena sabía que, si bajaba la guardia y permitía que un grupo numeroso se acercara lo suficiente, Bryan no dudaría en usar Explosión de Cadáveres. Aunque podía destruir a todas esas criaturas utilizando magia de amplio rango, necesitaría tiempo antes de poder volver a usarla, así que no era un recurso que pudiera emplear constantemente. Además, las Gárgolas se movían inteligentemente, haciendo difícil destruirlas a todas de una sola vez.

- ¡Necesitamos utilizar la Nova Purificadora! - Decidió Elena finalmente, aunque con cierto pesar, pues esta era una habilidad casi exclusiva de su hermana mayor, lo que implicaba reconocer que no tenía la habilidad necesaria. La Nova Purificadora era el primer ataque que la Fénix había utilizado para destruir a los Espectros Oscuros de Bryan, aunque en aquella ocasión todavía no estaba a plena potencia. Esta vez, en cambio, planeaba crear una esfera de fuego que envolviese toda la montaña, destruyendo a su enemigo, las Criaturas Oscuras y el Dominio Necromántico. Todo al mismo tiempo.

Sin embargo, su hermana le dio una respuesta inesperada.

- No podemos hacer eso, el consumo de Fuerza Mental sería demasiado grande. -

¿Por qué? - Preguntó Elena confundida: - Los Elementos Mágicos se reúnen instantáneamente y eso hace que el costo de Fuerza Mental… -

- ¿Aún no lo has notado? - Dijo la Fénix, suspirando: - Desde que ese necromante invocó su dominio, se ha interrumpido el flujo constante de Elementos Mágicos. -

Elena tragó saliva. Una de las mayores ventajas que le daba su transformación era que sus alas recibían constantemente una cantidad constante de Elementos Mágicos, lo que facilitaba en gran medida el uso de conjuros muy poderosos y complejos sin preocuparse demasiado por el consumo de Fuerza Mental. No era un gran problema a corto plazo, pero eso significaba que tendría que estar mucho más atenta a su gasto de energía.

- Podemos usar la Nova Purificadora y romper este Dominio de una sola vez, pero existe un riesgo de que tu cuerpo sufra un contragolpe. - Continuó explicando la Fénix: - Es mejor que primero intentemos matar al invocador. -

- ¡Que así sea! - Exclamó Elena e inmediatamente redujo el número de los Tornados de Fuego que controlaba a dos para disminuir el gasto de magia. Luego invocó seis esferas de Ígneo Concatenado, que comenzaron a disparar contra los grupos de Gárgolas más aglomerados. Los estruendos y destellos de las explosiones resonaron por toda la montaña conforme Elena exterminaba oleada tras oleada de Criaturas Oscuras.

******

“Un humano es un ser que es parte material y parte espiritual. Tu cuerpo es la materia y tu voluntad es el Espíritu. ¿Y sabes qué cosa es lo que une a tu cuerpo con tu espíritu? ¿Qué es lo que diferencia a un ser vivo de una cosa muerta, Bryan?”

“Eh… ¿Que puede respirar?”

“No tonto, el Alma o Ánima. Eso es lo que hace que algo esté vivo, porque es la articulación entre la materia y el espíritu. A través del Alma es que tu Voluntad puede controlar tu Cuerpo y tu Cuerpo puede ayudar a crecer a tu Voluntad.

Lo que necesitas entender es que el alma tiene partes. Si seguimos usando la metáfora del puente, entonces las partes del alma que estén más cerca de (digámosle) la orilla del cuerpo, o sea la materia, son las Facultades Inferiores de tu alma. Esas son las emociones, los sentimientos, la inteligencia, la memoria y las pasiones.” 

Bryan esbozó una sonrisa al evocar la conversación con el Niño Misterioso en el Monumento de Ascanio. En aquel entonces, el miedo nublaba su mente, pero ahora, esas palabras brillaban con claridad reveladora.

La extraña fusión de Elena con la Fénix, que le estaba causando tantos problemas, debía ser interrumpida para asegurar su victoria. Pero para hacerlo, era crucial entender cómo funcionaba ese vínculo.

Al principio, creyó que se trataba de un cambio meramente físico, así que su estrategia inicial fue alargar el combate, esperando que ese estado tuviese un límite temporal. Sabía por experiencia que un aumento de poder tan drástico debía tener un costo. En su caso, al consumir la Esencia de Sangre, sacrificaba años de vida a cambio de triplicar su poder por cada gota que gastaba.

Sin embargo, el hecho de que Elena no hubiese mostrado ninguna vacilación cuando la Fénix le propuso realizar la fusión, dejando de lado su ego herido, era un claro indicio de que esa no era la clave. Aun así, Bryan tuvo que intentarlo. En ese momento, sus acciones estaban limitadas por la falta de poder, y esa estrategia, aunque incierta, le brindaba la posibilidad de analizar a su enemiga.

Y ahora que podía observarla luchando contra las Criaturas Oscuras, muchas de sus conjeturas comenzaron a confirmarse, especialmente al verla mover la cabeza constantemente para disparar apropiadamente a los grupos de Gárgolas sin perderlas de vista. Además, el hecho de que claramente estaba ahorrando su energía, a pesar de que aún poseía una gran cantidad de Fuerza Mental, le reveló muchas cosas.

"Lo más seguro es que la naturaleza de esta fusión no ocurra directamente en el cuerpo, sino en el alma. Desde ahí, la transformación se manifiesta físicamente." Concluyó Bryan finalmente: "Entonces, es el alma lo que tengo que atacar para obtener la victoria. Sé exactamente lo que tengo que hacer." Una carcajada maligna brotó de sus labios: "Después de todo, la mente es el punto de conexión más fuerte entre el alma y el cuerpo."

Inmediatamente, Bryan volvió a blandir su Báculo Necromántico e invocó una última oleada de Gárgolas que se lanzaron al vuelo contra Elena Teia. Acto seguido, activó su Anillo Espacial para guardar el báculo y lo reemplazó por un par de espadas cortas. Luego voló rápidamente con el Arte del Noveno Diagrama Celeste y se introdujo en una de las bandadas de criaturas para camuflarse hasta llegar a la espalda de la Archimaga. Desde esa posición, arrojó ambas armas imbuidas con el conjuro de Fuego Glacial púrpura.

Las espadas emergieron desde la nube de criaturas, dirigiéndose hacia su objetivo. Si hubieran acertado, la combinación de la fuerza contundente de las armas con el poder mágico de las llamas habría podido atravesar la defensa calórica de Elena y quizás matarla. Sin embargo, cuando las Gárgolas se hicieron a un lado para dejar que su amo disparase, la Archimaga lo notó de inmediato y generó un hechizo poderoso para desintegrar las espadas, todo esto sin dejar de destruir a las nuevas Gárgolas que intentaban aprovechar su distracción para atacarla.

Bryan disparó varias bolas de fuego congelante, aunque solo quería usarlas como cobertura para volver a volar rápidamente entre los enjambres de criaturas y desaparecer de la vista.

Sospecha confirmada, ella puede ver el calor.” Se dijo Bryan sonriendo.

Si estuviese peleando contra un Archimago como Duke, capaz de detectar hasta los sonidos más ínfimos utilizando el viento, Bryan no se molestaría en preguntarse cómo Elena Teia había conseguido seguirlo durante la primera fase de su combate pesar de sus esfuerzos por perderse de vista utilizando la espesura de los árboles, aún antes de fusionarse con el Fénix. Incluso Emily, que era increíblemente talentosa, necesitaría utilizar barreras de detección previamente colocadas para poder detectar a Bryan cuando se acercaba sigilosamente, y definitivamente no sería capaz de perseguirlo si él se empeñase en escapar. Por eso sabía que Elena debía tener algún tipo de magia especial para poder encontrarlo, pero también sabía que ella no era muy buena con los aspectos sutiles de la Magia de Fuego, así que dedujo que esa magia no debía ser demasiado difícil de entender.

Cuando la vio mirando de un lado a otro rápidamente para defenderse de las Gárgolas, Bryan prácticamente ya lo había confirmado. Las Criaturas Oscuras no tenían calor corporal, así que ella no podía apoyarse en su magia de detección para encontrarlas en medio de la penumbra que provocaba el Dominio Necromántico. Supo que podría pasar desapercibido si se mantenía escondido detrás de varios cientos de esas criaturas. Y cuando arrojó sus espadas, lo que más le interesaba era estimar a qué distancia Elena podía responder a los ataques sorpresa en esas condiciones.

Ahora que tenía toda la información necesaria, era el momento de actuar. Bryan comenzó a escudarse detrás de las Gárgolas, volando en círculos alrededor de Elena Teia y disparando bolas de Fuego Glacial Místico púrpura de vez en cuando. No pasó mucho tiempo antes de que notara los primeros signos del profundo estrés al que estaba sometida la Archimaga. Elena no solo tenía que mantener los tornados de fuego para defenderse de los enjambres de Criaturas Oscuras que la rodeaban y disparar ráfagas de Ígneo Concatenado para reducir su número, sino que ahora también debía preocuparse por los ataques furtivos de Bryan.

- ¡Maldita sea! - Exclamó Elena, furiosa: - ¿Cómo es posible que pueda controlar a tantas Gárgolas y al mismo tiempo realizar ataques encubiertos? -

- Tal vez no las esté controlando. - Sugirió la Fénix: - Quizás sea una propiedad de este Dominio. -

- Sea lo que sea, es una molestia. - Espetó Elena furiosa, mientras usaba su hechizo de Clarividencia Ígnea.

Aquella orgullosa joven se negaba a retroceder y no dejó de pelear con una eficiencia asombrosa. También se había dado cuenta de que Bryan ya comprendía cómo funcionaba su detección de calor, lo cual era otro incordio. Pero al final, siempre que Bryan quisiera atacar, tenía que hacerlo entre los huecos de sus enjambres de gárgolas, y en ese momento su figura se hacía claramente visible para ella. Si él pensaba que volvería a sorprenderla, estaba a punto de decepcionarse.

Elena Teia determinada

Además, aunque luchaba por mantener una expresión neutral, de vez en cuando una sonrisa inteligente asomaba en su semblante.

Después de todo este tiempo, entiendo un poco cómo piensa este hombre.” Reflexionó Elena para sí misma: “Igual que antes, está pensando en distraerme, acostumbrándome a un ritmo de sus ataques, para luego realizar su auténtico movimiento asesino. ¡Pero no lo conseguirás! Dentro de poco el número de gárgolas se habrá reducido de nuevo y no tendrá muchos lugares donde ocultarse. ¡Ese será el momento en que él atacará!

Las sospechas de Elena se confirmaron cuando Bryan pareció desaparecer repentinamente entre las bandadas de Gárgolas que la rodeaban. De inmediato, activó su Clarividencia Ígnea al máximo, enfocándose para detectar lo que seguramente sería un inminente ataque. Sin embargo, pasaron varios segundos sin que ocurriera nada. Elena comenzó a impacientarse, pero entonces escuchó el sonido de algo ascendiendo rápidamente desde abajo, superando en un instante su propia posición en el aire. Rápidamente alzó la mirada y ahí estaba la figura de Bryan, destacándose en el cielo tormentoso como un dibujo de tonalidades naranjas.

- ¡Te tengo! - Gritó Elena, eufórica, mientras levantaba una mano para desatar el conjuro que había estado preparando de antemano, por si Bryan intentaba cancelarlo. Aunque tales precauciones parecían innecesarias, pues él estaba demasiado arriba como para que su disparo llegara a tiempo.

Sin embargo, en ese momento, la visión entera de Elena se convirtió en una mancha roja. Bryan había utilizado el Fuego Glacial Místico para formar una enorme llamarada a su alrededor, pero no era la variante púrpura congelante, sino la llama carmesí de inmensa temperatura. Esto confundió la visión calorífica de Elena por unos instantes, obligándola a deshacer el hechizo. Luego miró con sus ojos normales y ahí estaba Bryan, ardiendo como una antorcha humana a cientos de metros de altura.

¡¿Qué está haciendo?!” Se preguntó Elena, confundida. Incluso se olvidó de arrojar su conjuro ofensivo, porque las acciones sin sentido de Bryan eran demasiado desconcertantes.

- ¡Cuidado, hermana! - Advirtió la Fénix repentinamente, cuando un enorme ser, con la apariencia de un largo gusano acorazado, sin ojos, nariz ni oídos, nada excepto una boca redonda repleta de dientes afilados como los de una sanguijuela, se lanzó al ataque contra ella desde el suelo.

Bryan había descendido primero para invocar a la Sierpe del Abismo más poderosa que pudo y luego utilizó el Paso Sombrío para elevarse rápidamente por encima de la Archimaga. No fue nada sencillo de hacer, ya que no contaba con la guía de sus Espectros Oscuros, pero afortunadamente su maniobra no requería cambiar de dirección. Pese a todo, le tomó unos segundos recuperarse de la deformación visual por moverse tan rápido, pero lo consiguió justo a tiempo para sorprender a su oponente.

Elena Teia no podía creerlo. Bryan había pensado dos pasos por delante y se había utilizado a sí mismo como señuelo para distraerla, mientras que el verdadero ataque venía de aquella misteriosa criatura que parecía nadar en el aire, moviéndose rápidamente hasta ser casi imperceptible, sobre todo en aquel lúgubre ambiente que la fortalecía.

No pasó mucho tiempo antes de que Elena entendiese que, en comparación a esta criatura, las Gárgolas no eran ninguna amenaza. La Sierpe del Abismo no solo era increíblemente peligrosa e impredecible, sino que además poseía unas habilidades de regeneración espantosas. La Archimaga la encerró en un torbellino de fuego, la hizo explotar varias veces e incluso convirtió en lanzas de fuego todos los orbes de sus Ígneos Concatenados para tratar de destruirla.

Pero nada de eso sirvió.

Solo había dos formas de destruir a una Sierpe del Abismo. La primera era congelarla desde adentro y luego calentarla rápidamente, algo que Elena no podía hacer. El otro método era el que utilizó Vlad Cerrón: pulverizarla hasta que no quedara ninguna partícula de cuerpo que pudiera reconstruirse.

Al final de un arduo combate, Elena no tuvo más remedio que utilizar un conjuro de alto rango tan poderoso que destruyó un flanco del Monte Ida para acabar con la criatura, lo cual naturalmente consumió gran parte de sus reservas de Fuerza Mental. Esto se debía en gran parte a que nunca antes había visto una Criatura Oscura semejante y no tenía idea de cómo defenderse de ella, así que terminó gastando más poder del necesario.

Cuando finalmente lo consiguió, Elena Teia estaba hecha una furia y levantó la mirada violentamente para atacar a Bryan. En ese momento, no le interesaba nada más que acabar con este astuto y despreciable necromante de una vez por todas. Sin embargo, su expresión se contrajo con consternación primero, luego se llenó de indignación y finalmente todo su cuerpo comenzó a temblar de rabia.

Bryan había desaparecido y no se le veía por ningún lado. Había vuelto a escaparse, ignorándola por completo, como en su primer encuentro.

- ¡Es un maldito! - Gritó Elena llena de frustración e inmediatamente comenzó a buscarlo.

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Bryan descendió lentamente en el Campo de Sangre, sonriendo pícaramente al imaginar la expresión de frustración que seguramente estaría haciendo Elena al darse cuenta de que la había vuelto a dejar botada. Para su sorpresa, los arrebatos de ira de esa joven le resultaban inesperadamente divertidos, adorables incluso. Definitivamente, las mujeres hermosas tenían una ventaja natural sobre todos los demás miembros de la raza humana. Porque si Elena fuese una mujer ordinaria, Bryan probablemente la descartaría como una histérica y la mataría sin pensarlo dos veces.

"En cualquier caso, es necesario acabar con ella." Se dijo Bryan, dejando de sonreír: "Y si ella consigue sobrevivir a esa Sierpe del Abismo, más vale que aproveche el tiempo haciendo preparativos, porque seguramente vendrá dispuesta a desatar un infierno sobre mí."

Bryan adoptó una actitud seria mientras caminaba entre los cuerpos de los soldados caídos, tratando de localizar a los suyos. Cuando se topaba con algún legionario muerto, inmediatamente utilizaba Llamada del Vacío para desaparecer su cadáver, pues no deseaba que sus hombres sufrieran ninguna clase de denigración. Al mismo tiempo, trataba de concentrarse, porque era la primera vez que intentaba utilizar el conjuro que tenía en mente a una escala tan grande, sin la ayuda del Desgarrador Sombrío.

Deimos era una Magia Demoníaca que absorbía los sentimientos y emociones relacionados con la ira, el miedo o el pánico, para luego transformarlos en energía pura. Muchos remanentes de estos sentimientos aún se mantenían alrededor de los cuerpos de los guerreros muertos, especialmente en donde habían combatido los micénicos. El problema era que, sin su arma mágica, a Bryan no le quedaba más remedio que consumirlos directamente, lo que implicaba tener que experimentarlos en cierta medida.

Así que, mientras caminaba lentamente en aquel campo de hierba carmesí, una energía similar a soplos de brisa roja comenzó a emerger del suelo y fue absorbida por su cuerpo. Pero junto con el poder, también podía sentir las esperanzas de victoria rotas, la ira por la traición, así como la desesperación de los caídos. Su pulso se aceleró y, aunque luchó contra ello, sus ojos comenzaron a derramar algunas lágrimas. En cierto momento tuvo que concentrarse al máximo para mantenerse consciente y no confundir como suyos aquellos sentimientos, pues de otro modo podría haberse perdido o incluso caer en el Estado Mental Tenebroso agresivo.

Al final Bryan consiguió mantenerse bajo control, pero fue más consciente que nunca de lo que sus acciones habían provocado. Aunque las tres ciudades iban a luchar de todas formas, esta devastación de vidas humanas sucedió en gran parte gracias a las órdenes que él dio. Ciertamente, fue necesario hacerlo y seguramente lo volvería a hacer si el tiempo se rebobinase, pero no por eso dejaba de ser doloroso experimentar de un modo tan íntimo toda la furia y el horror de la guerra.

"Cierra tu corazón a esto." Se mentalizaba Bryan mientras absorbía más y más energía, que era devorada con avidez por el Infante Sanguinario. "Cierra tu corazón a la desesperación del enemigo. Cierra tu corazón a su dolor. Cierra tu corazón a su ira. No tengas ninguna compasión por ellos, ya que ellos no tendrán ninguna compasión contigo."

Bryan caminando en el Campo de Sangre

"¿Pero eso es verdad?", parecía preguntarle una voz en su interior. "¿De verdad no había una forma mejor? ¿De verdad es correcto no sentir nada por ellos?"

- Da igual, ya no hay vuelta atrás. - Respondió Bryan, abriendo los ojos cuando sintió que estaba listo. De inmediato, se limpió rápidamente los rastros de lágrimas en el rostro mientras levantaba la mano para desatar el conjuro de Resurrección de Cadáveres.

Las oleadas de gárgolas no habían sido un problema, pero mantener tanto tiempo el Dominio Necromántico e invocar a la enorme Sierpe del Abismo le habían costado una gran cantidad de magia. Necesitaba más energía si quería asegurar su victoria contra una Cuasi Suprema y ahora acababa de obtenerla, así que podía permitirse otro conjuro de alto rango.

Fue entonces cuando notó un destello que llamó su atención en medio de la oscuridad que lo rodeaba. Como tenía algo de tiempo, Bryan se acercó para investigar y descubrió una espada larga bastante elegante, tal vez excesivamente decorada, pero aun así muy bien balanceada. La hoja de Mithril era perfecta para resistir ataques mágicos, y los gavilanes tallados en la empuñadura le conferían un aspecto majestuoso.

"Es un poco pretenciosa." Pensó Bryan mientras probaba la espada. "Pero ahora mismo podría serme bastante útil."

Detrás suyo, el torbellino de energía mágica verdosa comenzó a dividirse en miles de pequeños vahos, que se introducían en los casi tres mil cuatrocientos caídos en el Campo de Sangre.

******

- ¡¿Dónde estás, miserable cobarde?! - Gritaba Elena Teia enfurecida, esforzándose por detectar algún rastro de calor con su Clarividencia Ígnea. Ya había revisado gran parte del bosque, incluidas cuevas, quebradas y barrancos del Monte Ida, donde pensó que el necromante podría esconderse. Finalmente, perdió la paciencia y comenzó a lanzar disparos de magia de fuego en direcciones aleatorias, con la esperanza de provocar a su enemigo para que saliera de su escondite.

- ¡Detente, hermana menor! - Le advirtió la Fénix: - ¡No gastes tu poder inútilmente! -

Elena casi soltó una maldición, pero se contuvo. Miró a su alrededor, preocupada.

- ¿La temperatura sigue bajando? -

- Es culpa de este Dominio. - Explicó la Fénix: - Parece que, además de fortalecer a las Criaturas Oscuras, tiene la capacidad de absorber energía vital de manera constante. Lo que ocurre es que apenas sientes sus efectos porque yo te protejo. -

- ¿Qué quieres decir? -

- Soy un ser inmortal, así que no importa cuánta vitalidad me quite. - Aclaró la Fénix tranquilamente: - Por eso he estado dejando que mi energía se consuma en tu lugar. Pero cada vez que atacas, una pequeña parte de tu vitalidad se filtra junto con la mía, y eventualmente el Dominio te afectará. -

- ¡Entonces debimos haber destruido el Dominio inmediatamente! - Se quejó Elena.

- Ya te expliqué que para hacerlo tendríamos que haber gastado mucho poder en un ataque devastador. Incluso si no sufres un contragolpe mágico, al final el consumo de energía terminaría siendo el mismo. Por eso debe ser nuestro último recurso. -

- ¿Cómo es posible que con el poder de un Cuasi Supremo no pueda destruir este conjuro de nivel Gran Mago? -

- Si fueses igual de buena en los aspectos más sutiles de la Magia de Fuego como en los destructivos, quizá podrías hacerlo. ¡Te falta pericia y, sobre todo, control! -

¡Control! ¡Control! ¡Control!” quería gritar Elena con furia. Estaba sumamente estresada, no solo por los efectos del Dominio Necromántico o la batalla contra la Sierpe del Abismo. Lo que más la perturbaba era Bryan, quien la había sorprendido al poseer un fuego que ella desconocía. Además, acababa de demostrar que era mucho más poderoso y talentoso de lo que jamás había imaginado. ¡Por los divinos, incluso había cancelado varias decenas de sus ataques únicamente con precisión mágica! Evidentemente, a él le sobraba el “control” que a ella le faltaba, y no lo podía soportar.

Encima, acababa de hacer un despliegue de poderes necrománticos que solo correspondían a un Gran Mago. ¡Algo que se suponía que ya no existía en este mundo desde los tiempos legendarios!

Y todo eso a una edad tan joven. ¿Cuántos años tendría? ¿Veinticinco? ¿Treinta? Su apariencia era la de un joven muy atractivo, pero en su semblante se notaba claramente que tenía mucha experiencia. No solo en combate. En cierto modo, le recordaba a los señores elfos, eternamente jóvenes y cargados con el peso de muchos años de vida.

¡No! El problema no es con mis habilidades. Yo soy diferente de todos. ¡Soy especial!” Se dijo Elena para darse confianza: “Lo que pasa es que no conocía el verdadero alcance de sus poderes. ¡Juro que mataré al estúpido informante que me contó que solo era un Necromante Archimago!

Trató de seguir buscando, pero por primera vez sintió que su respiración se enfriaba un poco. Los efectos del Dominio Necromántico se estaban manifestando, y parecían más fuertes en la altura. Decidió descender al suelo para recuperarse un poco.

Pero cuando lo encontrara, ¿podría vencerlo? Por primera vez Elena estaba comenzando a dudar de su victoria.

¡Tendría que estar muerto ya! ¡Tendría que poder vencerlo fácilmente luego de obtener este increíble aumento de poder! Pero cada vez que parece que ya lo tengo… ¡Se escapa de algún modo y me hace quedar en ridículo! ¡A mí!” Pensaba Elena furiosa, tratando de alejar de su mente el pensamiento que pugnaba por manifestarse: El de si ella sería igual de poderosa si ambos tuviesen la misma edad.

Elena cerró los ojos por un momento, buscando recuperar la confianza en medio del ambiente lúgubre y oscuro que la rodeaba. Sentía el peso de la batalla y el poder del Dominio Necromántico oprimiendo su espíritu. Aun así, no podía permitirse flaquear. Recordó las palabras de su maestro, su orgullo y su determinación. “Soy especial”, se repetía, intentando reafirmarse.

Respiró hondo, sintiendo el calor de su propia magia reconfortándola. La ira y la frustración burbujeaban en su interior, pero debía controlarlas, no dejar que la dominaran. “Control, Elena. Control” Se dijo, imaginando las burlas de Bryan si la viera en ese estado. No podía permitirle tener esa satisfacción. La idea de sus mofas la llenaba de una nueva determinación.

En ese momento, algo llamó su atención. Un resplandor sobrenatural emergió a lo lejos, en dirección oeste. Parecía un remolino de luz que cortaba la oscuridad. Elena entrecerró los ojos, enfocándose con su Clarividencia Ígnea.

- Ahí estás, maldito. - Murmuró para sí misma, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir con más fuerza.

Reconocía ese tipo de magia. Bryan estaba en el Campo de Sangre, desplegando algún poderoso conjuro. Era su oportunidad de enfrentarlo directamente, de acabar con ese arrogante necromante de una vez por todas.

- Esto se acaba aquí, Bryan el Necromante. - Dijo con determinación mientras sus ojos brillaban con fuego.

Sin más dilación, activó sus alas de Fénix. Una explosión de llamas rojas y doradas la envolvió mientras se elevaba del suelo, dirigiéndose hacia el resplandor en el horizonte. El calor de sus alas era reconfortante, un recordatorio de su poder y su destino.

- Voy por ti - Susurró con una sonrisa llena de desafío.

Mientras volaba a toda velocidad, el viento a su alrededor se llenaba del eco de su determinación. No importaba cuán oscuro o poderoso fuera el Dominio Necromántico de Bryan. Ella era Elena Teia, la Archimaga de Fuego, y estaba lista para demostrar que ningún necromante, por talentoso que fuera, podría igualar el poder de sus llamas.

Elena decidida a la confrontación final

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú y hoy es miércoles 12 de junio del 2024.

Voy a comenzar pidiendo su ayuda porque nuevamente este pobre escritor se encuentra atribulado, triste y necesitado de dinero. Desafortunadamente, uno de mis familiares tuvo problemas médicos serios, lo que me obligó a retrasar la publicación de este capítulo una semana. Tuve que gastar bastante y salir a buscar recursos desesperadamente. Y todos sabemos que cuando se trata de salud, todo siempre es caro, ya sea que tengas seguro o no. Alerta de spoiler: Yo no tengo seguro.

En este capítulo, volvemos a un enfrentamiento táctico, pero de una naturaleza diferente. Recordemos que nuestro protagonista, Bryan, estaba casi sin energía, pero gracias a la generosidad de cierto joven enamorado, ha podido absorber la energía vital de nada menos que cuatro Caballeros de la Tierra. Con el conjuro de Asimilación Vital, el mago consume la vida, no el poder de combate. Así que, cuando Bryan consumió a estos hoplitas, aunque estuvieran agotados, eso no implicó que recibiera menos poder.

Gracias a su fusión con la Fénix, Elena Teia estaba recolectando Elementos Mágicos casi automáticamente, minimizando su gasto de Fuerza Mental incluso para los conjuros más poderosos, porque no tenía que esforzarse en reunirlos. Quiero aclarar que, aunque Bryan canceló la mayoría de sus conjuros, el gasto de Fuerza Mental era el mismo, como cuando en un videojuego tipo Souls inicia un movimiento poderoso y el jefe te lo interrumpe, pero igual gastas la resistencia.

En la primera fase luego de su fusión, Elena no se preocupaba tanto por esto porque le costaba poco disparar su magia, pero ahora que el Dominio Necromántico ha "revuelto todo el entorno", el costo de la magia es mucho mayor, por lo que tiene que ser más cautelosa.

El resto del capítulo muestra a Bryan aprovechando todas las ventajas que tiene para acechar a su presa como un gato preparando el zarpazo. Una vez que confirma todo lo que necesita saber, deja a Elena con una Sierpe del Abismo y se va al campo de batalla para recolectar energía. En ese momento, vemos por primera vez los efectos de absorbente tanta energía de emociones negativas y violentas sin el Desgarrador Sombrío como filtro. Me pareció importante incluir esto para mostrar un momento de conciencia de Bryan sobre el horror de la guerra, y cómo los poderes de Chu Can Lan pueden afectar las mentes de las personas si no tienen un espíritu firme.

La parte final nos muestra a Elena dándose cuenta de que Bryan la ha vuelto a dejar, lo cual la enfurece. Desde su perspectiva, es como si el necromante la despreciara, ya que podría haberla atacado inmediatamente después de destruir a la Sierpe del Abismo. No se da cuenta de que el dominio necromántico funciona de un modo particular: cuanto más tiempo pasa dentro, más debilitado estás. Normalmente esto sería evidente, pero Elena ha estado protegida por el Fénix y no lo ha notado hasta ahora. El principal efecto que está sufriendo es psicológico, y esto está afectando su juicio.

Por favor, déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Qué opinas de la estrategia de Bryan? ¿Cómo te sentiste con la descripción de la confusión y el terror experimentados por los Lictores y la reacción de las Legiones Malditas al observar la cúpula de penumbras? ¿Te pareció convincente la descripción de la batalla mágica entre Bryan y Elena Teia, especialmente cuando Bryan invoca un enjambre de Gárgolas? ¿Crees que la lucha interna de Elena para mantener su energía y defenderse de las Gárgolas fue bien representada? ¿Qué opinas de la explicación sobre el vínculo entre el alma y el cuerpo en la conversación entre Bryan y el Niño Misterioso en el Monumento de Ascanio? ¿Cómo evalúas la resolución de Bryan de atacar el alma de Elena para asegurar su victoria? ¿Cómo crees que lo logrará?

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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!