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Garondolf Baskerville es un personaje que solo aparece en DunBrave II. Aparte de su aspecto en general, no sé mucho sobre él, ya que apenas interviene en unas cuantas cinemáticas, donde intercambia algunas palabras con Zenón.
Sin embargo, su infamia es ampliamente conocida por todos los habitantes de este país. Y esto no se limita únicamente a la nobleza; hasta los plebeyos más pobres han escuchado algunos de los horribles rumores que existen acerca de él: Dicen que tiene bajo su control a más de mil jefes criminales, que secuestra personas inocentes para venderlas como esclavas, y que es un maestro asesino que lidera un grupo secreto de los peores sicarios, con los que se deshace de cualquiera que intente desafiarlo.
Una historia particularmente sórdida de la juventud del Marqués, cuando aún tenía rivales en el mundo del crimen, relata cómo en cierta ocasión un grupo de mercenarios atacó su mansión en su ausencia, secuestrando a su primera amante y a sus tres hijos. Al regresar, Garondolf los encontró maniatados, con espadas apuntando a sus cuellos. Conscientes de su reputación, los mercenarios degollaron a uno de sus hijos como advertencia, amenazando con matar al resto si no entregaba el control de su organización. Por aquel entonces, Garondolf no tendría más de veinte años, pero en lugar de ceder a sus demandas, les mostró lo que realmente era tener sangre fría: Usó su Magia Oscura para matar él mismo a todos sus seres queridos. Luego asesinó a todos los estupefactos secuestradores, menos a uno, al que dejó vivo para que contara lo sucedido aquel día.
Eso habría ocurrido unos quince o veinte años antes del nacimiento de Zenón.
Garondolf mataba regularmente a docenas de personas, principalmente a criminales que intentaban operar fuera de su control. Pero no se detenía ahí; rastreaba a sus familiares, amigos e incluso a quienes habían hecho negocios con ellos. Solo entonces destruiría sus hogares y negocios. Aunque todos sabían que él era el responsable, de alguna manera el Marqués Baskerville siempre lograba mantenerse en la sombra, y muchos de sus propios esbirros ignoraban para quién trabajaban.
A pesar de toda su crueldad, Garondolf Baskerville parecía tener un peculiar sentido del honor. Cuando algún criminal le robaba sin saber a quién había ofendido, solía darle una única oportunidad de disculparse, pero solo si aceptaba cumplir una misión extremadamente peligrosa. Si lograba sobrevivir, su ofensa era perdonada.
En resumen, el Marqués Baskerville es un criminal con una reputación casi mítica. A lo largo de los años, su imperio criminal floreció a la par de su leyenda. Hoy en día, es el protagonista de las historias de terror que los criminales cuentan a sus hijos: “Cómete tu comida, o el Marqués Baskerville podría llevarte durante la noche”.
Al menos, eso es lo que decía la biografía del personaje en la historia del juego.
“Este realmente es un día de mierda.” Pensé mientras caminaba de mal humor hacia el estudio: “Me despierto en otro mundo, con el cuerpo de un sádico loco; me desprecian en la academia sin motivo; el héroe me declara la guerra y, para colmo, parece que el mundo entero podría estar en peligro por mi llegada. Ahora, para colmo, parece que tengo que conocer al maldito Keyser Söze. ¿Qué sigue? ¿Una cena con Hannibal Lecter?”
Obviamente, lo último que quería era encontrarme con Garondolf Baskerville. Pero ¿qué otra opción tenía? Era el padre de Zenón. Mi padre. No podía simplemente desentenderme y esperar que nada sucediera.
Finalmente, me encontré frente a una oscura puerta de madera, tallada minuciosamente para parecerse a las fauces abiertas de un perro monstruoso. Parecía más la entrada a la guarida de una criatura aterradora que un despacho. Tuve que armarme de valor antes de atreverme a tocar la puerta.
Una respuesta breve llegó desde el interior, con una voz grave y austera:
- Pasa. -
Dejé escapar un profundo suspiro y giré el pomo de la puerta.
- Con su permiso, padre… -
- Cadena Sangrienta. -
Ni siquiera había atravesado el umbral, cuando sentí que una terrible fuerza tiraba de mí violentamente, provocando que mi visión se desenfocara por completo, dejándome sin ningún sentido de orientación. No tengo idea de cómo realmente sería, pero me imagino que así se sienten las víctimas del ataque de un cocodrilo gigante. Hago esta analogía porque, casi al mismo tiempo que era arrastrado al interior del despacho, experimenté un espantoso dolor en mis extremidades, como si alguien estuviese arrancándome la carne de las muñecas y tobillos.
- Querido hijo, cuanto tiempo sin verte. - Dijo una voz fría, desprovista de toda emoción.
Al principio, no pude hacer nada más que gritar por el intenso dolor. Sin embargo, cuando finalmente me acostumbré, me di cuenta de que unas cadenas mágicas resplandecientes me suspendían en el aire. Parecían brotar del suelo como raíces, y al seguirlas con la mirada, descubrí que se originaban en la sombra de un hombre maduro, de físico robusto y musculoso, vestido con ropas negras. Su cabello, oscuro y peinado hacia atrás, dejaba al descubierto un rostro de rasgos tan marcados que lo hacían parecer más un demonio que un humano. Su mirada era gélida, desprovista de cualquier emoción. Sobre uno de sus ojos, se distinguía claramente la cicatriz de un tajo vertical, como si lo hubiesen cortado con una espada y hubiese retrocedido justo a tiempo para salvar el ojo.
En realidad, si uno lo observaba con detenimiento, su cuello, junto con la camisa medio abierta, revelaba un cuerpo plagado de cicatrices, evidencia de una vida vivida en constante combate. Aunque todo en él resultaba intimidante, mi atención se centraba más en el conjuro que me mantenía inmóvil. En DunBrave, Cadenas Ensangrentadas era un hechizo que bloqueaba temporalmente los movimientos del objetivo, infligiendo daño constante. Lo había usado muchas veces para ganar tiempo mientras mi equipo se reposicionaba para atacar mejor. Nunca pensé mucho en ello. Pero ahora, experimentando ese dolor lacerante en carne propia, no podía evitar sentirme aterrorizado por ese poder oscuro que se había vuelto una realidad.
- ¡Padre…! ¡Por favor, detén esto! - Supliqué con dificultad.
- Hoy ha sido un día bastante curioso. - Comentó Marqués de Baskerville, sentado en su silla, contemplando el paisaje tras una ventana, sin siquiera responder a mis ruegos o dirigirme una mirada: - Por la mañana estaba muy ocupado luchando y organizando todo tipo de estrategias para incrementar el poder de nuestra familia, aquella que algún día, hipotéticamente hablando, tú liderarás. -
En respuesta, Garondolf Baskerville apretó los dedos de su mano izquierda, y más cadenas se sumaron a las que ya me sujetaban, multiplicando el dolor y provocando que gritara nuevamente.
- Entonces escuché que hoy fue la ceremonia de ingreso en la Academia de Artes Arcanas y Bélicas. - Continuó el Marqués: - Imagina mi sorpresa cuando supe que mi hijo, en quien he invertido una inmensa cantidad de recursos, educación de primera categoría y entrenamiento especializado desde que pudo ponerse en pie, no obtuvo el primer lugar entre los seleccionados... sino el segundo. -
- ¡Te lo ruego! - Logré decir una vez más, mientras buscaba inútilmente alguna forma de liberarme.
Garondolf no me respondió, sino que se limitó a hace un gesto con la mano. No liberó el conjuro, pero las cadenas se movieron violentamente, lanzándome contra el suelo de la habitación con tal fuerza que me habría roto algunos huesos de no ser por la gruesa alfombra.
- Ahora intenta deducir lo que sentí cuando me enteré de que el estudiante que te superó no fue un miembro de la alta aristocracia. - Continuó Garondolf, levantándose de su asiento y caminando lentamente hacia mí: - Sino un simple campesino. -
Con cada paso, su tono se volvía más pesado.
- Mi hijo, descendiente de una familia guerrera de marqueses, dejó que lo superara un plebeyo de clase baja, formado, quién sabe, ¿dónde crees? Dímelo, Zenón, ¿dónde habrá adquirido ese joven unas habilidades mejores que las tuyas?... -
Finalmente, su furia estalló con un grito:
- ¡¿En una granja?! -
Entonces, Garondolf prácticamente se convirtió en una bestia y comenzó a patearme en el suelo, como si quisiera romperme todos los huesos del cuerpo. Lo peor era que, con cada golpe, las Cadenas Ensangrentadas se aferraban aún más a mi carne, multiplicando el sufrimiento. Mi visión se volvió blanca, y por un segundo pensé que me desmayaría. Desesperado, volteé la cabeza y mordí la alfombra con todas mis fuerzas, evitando que mis dientes cortaran mi propia lengua.
El Marqués no parecía prestarme atención; seguía pateándome mientras gritaba cosas como: "¡Maldito inútil!", "¡Dejaste que un granjero te superara!", "¿Para qué sigues vivo si no puedes hacer algo tan simple?". Pero yo no le prestaba atención; me concentraba únicamente en soportar el dolor.
No sé cuánto tiempo duró esta tortura, pero eventualmente Garondolf dejó de patearme, y mi cuerpo se vio liberado del conjuro. No podía mover ni siquiera un dedo; permanecía ahí, acostado, incapaz de hacer o decir nada.
- No quiero volver a tener esta conversación contigo, hijo. - Dijo el Marqués, sentándose tranquilamente, como si nada hubiese ocurrido: - Eres el heredero de la familia Baskerville, eso significa que tienes que ser el más fuerte y el mejor. Siempre. ¿Entendido? No me interesan tus excusas ni tus circunstancias. Lo único que quiero es obediencia y que mis órdenes se cumplan perfectamente. -
Traté de decir algo, pero apenas lograba moverme un poco sobre la alfombra.
- ¿Ni siquiera puedes hablar después de un pequeño castigo? ¡Patético! Los hombres débiles no tienen cabida en nuestra familia, ¿lo has olvidado? - Se burló mi padre, mirándome con desprecio antes de sonreír: - ¿No te gusta cómo hago las cosas? Pues es bastante simple: hazte más fuerte. Solo los hombres fuertes tienen derecho a tomar decisiones. Solo los duros tienen derecho a forjar su destino. Los débiles como tú terminan siendo escalones para los demás. Así que hazte fuerte, Zenón. De lo contrario, te descartaré y buscaré a otro sucesor. -
Garondolf se levantó de su asiento nuevamente, como si ya hubiese dicho todo lo que quería decir, y parecía a punto de marcharse. Sin embargo, se detuvo en el umbral de la puerta por unos segundos y dijo:
- Hoy, tu desempeño solo me ha irritado un poco. Pero eventualmente habrá otro examen. Así que más te vale obtener el primer puesto entre todos los estudiantes si no quieres... contrariarme - Hizo una pausa, dejando que asimilara la amenaza implícita en su tono, y luego agregó: - Estaré fuera del país por un tiempo, ocupado con algunos negocios, pero dejaré a mi mayordomo a cargo de vigilar tu entrenamiento. Espero que le hagas caso y muestres los resultados esperados. -
Tras esas palabras, el Marqués de Baskerville se marchó.
Yo estaba acurrucado en el suelo, temblando de dolor y miedo. En mi cabeza, gritaba “¡Levántate!” una y otra vez, pero simplemente no tenía las fuerzas ni el valor. Nunca en mi vida había experimentado algo tan aterrador.
Padres abusivos. Esa era una frase que muchos en mi mundo usaban, pero solo ahora comprendía con cuánta ligereza lo hacían. ¿Gritos en casa? ¿Insultos? ¿Un coscorrón ocasional? ¿Daño emocional y psicológico? ¡Nada de eso se comparaba con lo que Garondolf acababa de hacerme en apenas unos minutos! Yo ya era un adulto mentalmente, pero ahora me sentía traumatizado. Lo peor de todo era que, aunque había parecido un monstruo descontrolado cuando me pateaba, el maldito Marqués de Baskerville nunca estuvo realmente fuera de sí. Podía notarlo porque, aunque todo mi cuerpo dolía, no tenía ningún daño que amenazara mi vida… al menos, eso creo. Lo que quiero decir es que era plenamente consciente de que Garondolf pudo haberme matado fácilmente en cualquier momento. Le habría bastado con no contener uno solo de sus golpes. Así de grande era la diferencia entre ambos.
Y solo la idea de que, en el futuro, podría tener que enfrentarme a él me aterrorizaba tanto que estaba luchando por no llorar.
- ¡¿Joven Amo?! -
La criada Levienna había ingresado en el despacho y parecía estar sola. Traté de responderle, pero solo logré aumentar los espasmos de mi cuerpo. Entonces la vi correr hacia mí con los ojos llenos de lágrimas. Me levantó con suavidad, pero con firmeza, apoyando mi cabeza contra su amplio pecho con una mano, mientras con la otra sacaba un frasco de uno de sus bolsillos.
- ¡No temas, amo Zenón! ¡Te curaré de inmediato! -
No tenía fuerzas para resistir, así que permití que ella derramara el líquido en mis labios, e inmediatamente comencé a sentirme mejor. Me di cuenta de que me acababan de dar una poción curativa y que pronto estaría físicamente bien. Pero lo más importante en aquel momento fue sentir la ternura de aquella mujer mientras me abrazaba con tanta compasión, como si quisiera que parte del dolor que yo había experimentado se transmitiera a ella. Jamás alguien llegó tan lejos para consolarme, y no pude evitar sonreír irónicamente al pensar en cómo acababa de experimentar dos eventos tan contradictorios: terror y compasión.
Con ese último pensamiento, finalmente perdí la conciencia.
Levienna sosteniendo a Zenón
¿Qué tal amigos? Soy Acabcor de Perú y aquí estoy, avanzando con este proyecto de manera rápida. Desde niño, una de mis películas favoritas fue Los Sospechosos de Siempre y siempre estuve buscando la oportunidad de hacer referencia a ella. ¡Por fin lo logré! Básicamente, todo el lore de Garondolf es una copia del relato que narra Kevin Spacey, y espero que les haya gustado ese guiño.
Otra cosa importante que hice fue aumentar la sensación de dolor y terror en el protagonista, para incrementar la tensión y el contraste. Al fin y al cabo, él era originalmente una persona civilizada, así que tiene sentido que este nuevo mundo lo impacte. Este es un momento crucial para él, porque es cuando asume por completo su nueva realidad.
Los diálogos de Garondolf, en su versión original, eran muy similares a los de un típico Yakuza de anime. Sin embargo, los modifiqué para que se pareciera más a un villano intelectual, lo cual ayuda a que la trama mantenga su seriedad.
Últimamente he escuchado a algunas personas quejarse de lo "duros" que son sus padres por imponer lo que apenas puede considerarse disciplina básica. No me malinterpreten, sé que hay padres terribles que realmente cometen atrocidades, como quemar o maltratar gravemente a sus hijos. Pero, en la mayoría de los casos, lo que encontramos es lo opuesto: padres que tienen miedo de disciplinar a sus hijos o simplemente no les importa lo que hagan. Y, en mi opinión, eso es más dañino.
Una vez, alguien me dijo: "Hoy en día, hay demasiados tontos hipersensibles que no pueden recibir un insulto sin ponerse a llorar como doncellas en apuros. Todo aquel que crea que las palabras lastiman, seguramente jamás ha recibido un puñetazo en la cara". Eso es lo que tenía en mente mientras adaptaba este capítulo.
En fin, espero que les haya gustado.