119 ¡No seas tan cruel Adalid!

La Archimaga lo miró con una expresión desesperada y comenzó a murmurar unas palabras. Bryan se acercó a ella para escucharla mejor, pero entonces Emily hizo un rápido movimiento para besarlo en la mejilla, dejando una marca roja que correspondía con sus hermosos labios.

Era evidente que había estado fingiendo agotamiento.

Bryan no alcanzó a reaccionar y se maldijo a si mismo por haberse confiado en el último momento. De inmediato sintió que una magia misteriosa ingresaba a su cuerpo a través del beso, pero cuando quiso contener el poder o investigarlo, descubrió que este se había desvanecido sin dejar rastro.

- ¡Has caído en mi maldición, Necromante! ¡Atrévete a matarme y se activará! ¡Tu cuerpo comenzará a pudrirse lenta e inexorablemente, hasta que termines igual que esas criaturas oscuras que tanto te gusta controlar! -  Proclamó la Archimaga con una mirada feroz.

¡Maldita sea mi estupidez!” Gritó Bryan en su interior, pero no permitió que el pánico llegase a verse en su expresión. “¡Cálmate! ¡Los Troll no deben verte débil o descubrirán que no eres ningún enviado de su deidad! Ahora bien… Magia Oscura.  ¿Había una maldición como esa en su repertorio? Recuerdo varias, pero no recuerdo los métodos. ¡Piensa! Debe haber un modo de revertirla, pero no sé cuál es, así que tengo que regresar a la Academia e investigarlo o conseguir que esta mujer me diga la fórmula.

La Magia Oscura era una de las ramas especialistas en maldiciones y tenía una amplia variedad cuyos orígenes podían remontarse a tiempos legendarios e inmemoriales. Los efectos e intensidad dependían de las habilidades del mago que las ejecutase, pero usualmente eran bastante aterradores.

Mirando la expresión indómita de Emily, los ojos de Bryan desprendieron un brillo siniestro, mientras pensaba a toda velocidad: “Quizá deba matarla ahora mismo y regresar a la Academia. El poder de mi magia demoníaca ha podido contrarrestar casi todos los efectos negativos en mi cuerpo, así que seguramente podrá neutralizar esta maldición también o por lo menos retrasar sus efectos. ¿Pero valdrá la pena correr el riesgo?

Trunks notó la preocupación de Bryan y se adelantó para susurrarle: - La Magia Oscura es peligrosa. Es mejor ser precavidos. Mantén a esta furcia viva por el momento hasta que encontremos un modo de romper su maldición. -

Bryan asintió ligeramente con la cabeza, mientras apretaba los dientes para contener su ira. Para tratar de distraerse paseó su mirada por el desarrollado y curvilíneo cuerpo de la Archimaga. Realmente se trataba de una mujer hermosísima, muy bien dotada, con proporciones bastante sensuales; sobre todo en el busto, donde lucía un par de firmes y prominentes pechos que parecían querer escaparse de sus ropas. Seguramente no existía un hombre que no desease perderse a sí mismo en las fantasías que representaba el cuerpo de Emily, volviéndose adicto al calor de su piel, al sabor de sus labios, la textura de sus senos o al tacto de sus caderas.

- ¡Bien hecho! ¡Muy bien hecho, Archimaga! Realmente me atrapaste con la guardia baja. Seguramente los hombres no somos nada más que idiotas balbuceantes frente a tu belleza, ¿no es así? Yo definitivamente lo he sido hoy, así que puedes estar segura de que no voy a matarte todavía, porque no quiero descomponerme, pero… ¿Sabes una cosa? Los hombres también podemos ser verdaderos monstruos malnacidos, unos bastardos miserables. Y creo que no me equivoco al decir que soy el más malnacido en las proximidades. - Dijo Bryan mirando a Emily con una sonrisa terriblemente peligrosa que presagiaba cosas bastante funestas. - Ahora voy a enseñarte algo en lo que seguramente no habías pensado: Que hay destinos mucho peores que la muerte. Por ejemplo, ser el alivio para la lujuria de TODOS los Troll del Bosque. Creo que aún nos quedan unos 500 voluntarios. ¿Cuántos tendrán que profanarte antes de que te rindas a la locura? -

Cualquier rastro de arrogancia o ferocidad se desvaneció de inmediato del rostro de Emily cuando escuchó estas palabras. De inmediato comenzó a gritar: - ¡No! ¡No te atreverías! -

No, por supuesto que no. Aunque soy lujurioso, todavía no llego al punto de ser un maldito enfermo. Pero todo irá bien mientras que ella lo crea y si no lo hace, se me ocurren varias formas de tortura que son más aceptables para mi estómago.” Pensó Bryan de inmediato, pero su expresión no vaciló en lo más mínimo, mientras que acentuaba su sonrisa macabra: - ¿Por qué no me atrevería? ¿Crees que soy como esos aristócratas que les preocupa la opinión de los dioses? ¡Oh, pero no te preocupes! Me aseguraré de que los troles tengan cuidado contigo, no van a matarte. Vas a pasar horas y horas, tal vez días, sufriendo la peor de las humillaciones. Tu mente y tu cuerpo se volverán repugnantes, pero no morirás. ¡Seguirás así hasta que me supliques que te mate!! -

Emily estaba aterrada. Su cuerpo comenzó a templar por el pánico mientras luchaba por contener los gritos horrorizados que pugnaban por salir de su garganta. Inconscientemente miró a los troles a su alrededor y sintió ganas de vomitar ahí mismo. Sus pieles deformes, sus extremidades grotescas, la suciedad que parecía pegada a cada centímetro de sus asquerosos cuerpos; todo eso paso por su mente en segundos, haciéndole sentirse mareada. ¡Y el olor! El asqueroso olor corporal de esas criaturas, tan semejante al que los puercos producen… Emily casi se quiebra en ese momento, pero entonces su educación aristócrata entró en juego y consiguió recuperar su valor. ¡Una mujer de noble cuna puede ser deshonrada, pero nunca destruida! Una furiosa determinación regresó a su mirada por unos momentos.

Bryan notó la lucha interna que se desarrollaba en el interior de la Archimaga y no pudo más que sentirse admirado por el valor de la mujer. Una parte de él volvió a sentirse intrigado por descubrir sus misterios, hasta el punto de olvidar lo que estaba haciendo.

En ese preciso momento el Viejo Chamán se acercó y cayó de rodillas para suplicar con voz temblorosa: - ¡Oh Adalid! Por favor no nos obligues eso. Esta hembra tan asquerosa… fea… podrida… ¡nuestros hombres tendrán pesadillas! Todos seguir a Gran Datara, pero si tocamos esta cosa… ¡Nunca poder volver a estar con nuestras hembras en tribu! ¡No puedes ser tan cruel! -

Fue como si alguien hubiese derramado un balde de agua fría en medio de los dos. El comentario del Viejo Chamán pareció tan fuera de lugar, que destruyó por completo todo el ambiente serio que se había formado entre Bryan y Emily. Por un segundo ambos perdieron la capacidad de hablar, pero después dejaron escapar exactamente lo que pensaban.

- ¡Viejo imbécil! ¡Tiene que haber un límite para lo ridícula que es tu especie! - Murmuró Bryan mientras se llevaba una mano los ojos y miraba al cielo.

Por suerte sus palabras fueron completamente ahogadas por el grito iracundo de Emily, que paso de temblar por el miedo a forcejear salvajemente contras sus ataduras:

- ¡Monstruo repugnante! ¡Tú especie no merece respirar el mismo aire que yo! ¡Menos aún hablar sobre mi belleza! ¡Voy a matarte! ¡Los mataré a todos! ¡¿Se creen valientes atándome?! ¡Voy a matarlos a todos! -

¡Vaya una tigresa!” Pensó Bryan, divertido por la reacción de Emily. ¿Quién diría que ese comentario estúpido conseguiría afectarla más que mis amenazas? Pero supongo que el absurdo de esta situación es demasiado para cualquiera. No puedo creer que los Troles la consideren tan fea. Para cualquier hombre esta mujer sería el trofeo más codiciado. Muchos estarían dispuestos a sacrificar la mitad de su vida con tal de yacer una noche con ella. ¡Pero la sola idea parece ser una tortura psicológica y mental para estas bestias!

Trunks también volvió su rostro para que no lo viesen reírse. Cuando finalmente recuperó la compostura, se acercó de nuevo a Bryan para decir: - Tal vez deberíamos volver a ocuparnos de asuntos más serios. -

- Si. Todo mi ánimo se ha ido y no siento ganas de seguir con esto. - Respondió Bryan con una expresión agotada. - ¡Que los guerreros lleven el botín a la tribu! ¡Amordacen bien a la mujer para que no pueda recitar conjuros y cubran sus ojos! Vamos a llevarla con nosotros por ahora. ¡Que nadie le haga daño hasta que decida qué hacer con ella! -

El Viejo Chamán se levantó con alegría y comenzó a gritar órdenes en su grotesco lenguaje. Parecía realmente aliviado de no tener que hacer “copular” a sus guerreros con una mujer humana. Bryan luchó una vez más con la necesidad de soltar una sonora carcajada e hizo una señal a Trunks para que lo acompañase un momento. El Pequeño Esqueleto se quedó cerca de Emily, vigilándola atentamente y con la daga preparada para matarla a la menor señal de peligro.

Ambos se alejaron caminando hasta un lugar lo bastante alejado como para poder hablar sin ser escuchados. Ahí comenzó a explicarle varias cosas al Cazador de Monstruos, aunque se aseguró de omitir detalles como el Cementerio de la Muerte y la refinación del Pequeño Esqueleto con magia demoníaca.

- O sea que eres un Necromante, también practicas una magia desconocida que tú mismo inventaste, puedes ver enemigos ocultos a kilómetros de distancia y blandes un arma mágica capaz de volar a gran velocidad… ¿No tendrás también el secreto de la inmortalidad o un elixir de eterna juventud en uno de tus bolsillos? - Preguntó Trunks exasperado después de recuperarse de la impresión. - ¡¿Exactamente cuántos secretos estás ocultando?! - 

Bryan sonrió encogiéndose de hombros: - Te puedo contar mis secretos si tú me cuentas los tuyos. ¿Trato? -

- Vete a la mierda. -

- Sabía que entenderías. -

- En cualquier caso. ¿Qué diablos pasa con estos troles? - Preguntó Trunks hablando en serio.

- Pura casualidad. - Explicó Bryan con una sonrisa irónica: - Estaba siendo atacado por ellos cuando descubrí que mi Pequeño Esqueleto se parece mucho a la imagen de su deidad. Por culpa de mis experimentos, algunas criaturas que invoco resultan un poco extrañas, pero esa vez tuve una suerte increíble o podría no estar vivo. Y ya que resultaron tan dispuestos a obedecer… Entonces, ¿por qué no aprovechar para encausarlos en una dirección que me convenga? -

- Si puedes usarlos bien te serán bastante útiles, en eso tengo que estar de acuerdo. - Comentó Trunks encogiéndose de hombros. Luego estiró un poco sus agotados brazos antes de decir: - Creo que ya hice demasiadas preguntas. Es hora de que me vaya, pues tengo varios asuntos pendientes que requieren mi atención. Espero que no olvides tú promesa y que me des una mano cuando llegue el momento. -

- No te preocupes, pienso mantener mi palabra. Ahora tengo que hacer muchas cosas, pero estaré volviendo al Bosque Oscuro para aumentar mis poderes, creo que entonces no será muy difícil que nos volvamos a encontrar. -

Ambos habían luchado hombro con hombro como verdaderos camaradas, pero también tenían sus propios secretos pesando en su interior. Bryan comenzó a repasar todos sus asuntos pendientes: El Cementerio de la Muerte todavía ocultaba grandes misterios, la Orden del Manto Oscuro debía ser informada, su investigación sobre Necromancia no podía detenerse y aún tenía que obtener más raciones para sus amigos Enanos.

Ya era hora de dejar el Bosque Oscuro y regresar al Imperio. Aunque era algo deprimente despedirse de un socio tan confiable, Bryan convocó a sus Espectros Originales y se marchó sin decir nada más. Trunks hizo lo mismo. Entre sujetos así, las palabras no eran necesarias.

Los Troll del Bosque habían traído muchos sacos para realizar su saqueo, así que no les tomó demasiado tiempo apoderarse de todos los despojos dejados por el gremio McGrady. El botín contenía valiosos productos: Sedas resplandecientes, alfombras de muchos colores, ornamentos de oro y plata, así como otros artículos que solo los hombres de riqueza podían permitirse. Pero también había enormes cajas que eran bastante difíciles de abrir. En su interior encontraron extraños pedazos de maderas y metales diferentes, bastante desconcertantes.

Bryan los examinó detenidamente durante un buen rato, antes de notar que se trataba de piezas separadas de artefactos. Luego de un análisis minucioso, descubrió con asombro que estaba ante Carros de Guerra Falcados, Onagros, Catapultas y otras demasiado complicadas para identificarlas.

¡¿Qué demonios?! ¡Son armas de asedio! No solo la ley imperial… ¡Todas las legislaciones prohíben estrictamente vender y comprar armas fuera del país! ¡Menos aún las máquinas de asedio! ¡Esto está más allá de simple contrabando! ¡Es traición en la más pura de sus formas! ¡¿El Gremio McGrady puede atreverse a tanto?! No lo creo… al menos no sin la ayuda de alguien bastante poderoso. ¿Pero quién puede ser tan influyente en el Imperio Itálico como para permitir semejante osadía? ¿Acaso el Emperador en persona? Pero él es dueño y señor de todos los talleres e ingenieros de las Legiones, no tiene la necesidad de comprar máquinas de asedio cuando puede mandarlas a hacer en sus propios dominios. Entonces ¿quién diablos está traficando con estas cosas? ¿Y quién podría lograr que esta carga pase por las aduanas sin despertar sospechas?

Bryan comprendió que se había topado con un misterio bastante jugoso y del tipo que seguramente valdría muchos puntos en el Manto Oscuro. De pronto lamentaba no haber dejado vivos a algunos comerciantes para poder torturarlos un poco y obtener el nombre del cliente, pero ya era demasiado tarde. Quizá la Archimaga sabría, pero era poco probable que una escolta fuera informada del destino final de la caravana, además, era otra la información que necesitaba de ella.

Con un suspiro decidió dejar de pensar en ello para concentrarse en el resto del botín. Los cadáveres de los mercaderes más opulentos todavía tenían bolsillos secretos en sus ropas, donde guardaban joyas y piedras preciosas mucho más valiosas que el resto de la carga.

Al final del día habían conseguido juntar cinco enormes montículos de tesoros, sin contar las armas de asedio. Bryan no estaba seguro de cómo manejar la situación, porque su propio anillo ya estaba repleto hasta más no poder con los tesoros que se llevó del altar de Datara.

- ¿Qué suelen hacer con los tesoros, Viejo Chamán? - Preguntó Bryan intrigado. Los Troles eran una especie de naturaleza vil, pero aún no acababa de entenderlos por completo y estaba muy curioso acerca de lo que hacían con los frutos de sus robos.

- Alguien viajar para intercambiar alimentos, armas y cosas importantes por tesoros. Cosas que no nos sirven, sirven a otros. Invierno frío viene, tenemos que tener comida. ¡Gracias a Gran Datara tenemos oro! ¡Tendremos comida! ¡Gran Datara nos dio gran tesoro! - Respondió el Anciano Trol.

Bryan asintió con desinterés, pero por dentro estaba pensando. Seguramente habría mercaderes lo bastante ruines como para negociar con los troles y que ofrecían armas, medicinas o alimentos a cambio de obtener objetos valiosos a bajo precio. Los Troles eran ignorantes, así que seguramente ni siquiera entendían lo invaluables que podían ser algunos artículos que entregaban a los comerciantes, pero en cambio valoraban más la comida y otros suministros que eran muy baratos dentro del Imperio. Finalmente entendía el motivo de que hubiera tantos negocios cerca del Bosque Oscuro a pesar del peligro constante que los amenazaba.

Cuando el invierno llegase, las cosechas se detendrían y la agricultura sería imposible. Como resultado habría una gran escasez de alimento en los sitios donde no pudieran almacenar suficiente comida; además la nieve bloquearía muchos caminos, así que las caravanas no podrían viajar, los aventureros tampoco tendrían ganas de arriesgarse a internarse en el Bosque Oscuro cuando los animales en su interior estuviesen hambrientos por la falta de presas. Ese era el motivo de que sus amigos Enanos estuviesen preocupados y que los ataques de los Troles se multiplicasen tanto en esta época del año.

Pero había un problema para él en todo esto.

Precisamente por el invierno que se avecinaba, las autoridades estarían particularmente atentas a cualquier gran transacción que se hiciese durante las siguientes semanas para evitar que los mercaderes incrementaran los precios de los alimentos. El Gremio McGrady estaba transportando una carga demasiado peligrosa, seguramente gracias al respaldo de alguna persona poderosa. Pero si los ignorantes troles intentaban vender por si mismos estas las máquinas de asedio, sin duda iban a ser descubiertos o por lo menos atraerían la atención del ejército imperial. Un solo error y podría terminar involucrándose con entidades demasiado poderosas como para manejarlo él solo.

- El Gran Datara todavía no quiere que vendas este botín. - Dijo Bryan después de pensarlo un poco. - Vas a guardarlo con cuidado en un sitio seguro, sobre todo las partes de madera y hierro. Hazlo así hasta que recibas nuevas indicaciones. -

El Viejo Chamán parecía desconcertado por la orden, pero era un ser acostumbrado a dar instrucciones y recibirlas, así que no preguntó nada. Simplemente asintió.

- Por ahora la tribu debe regresar y permanecer oculta. El Gran Datara me enviará a explorar en los alrededores, hasta que encuentre una presa digna. No debes temer. Antes de que llegue el invierno voy a regresar con comida y suministros para que la tribu no pase hambre en el frío invierno. -

- ¡Gran Datara! - Dijo el Viejo Chamán arrodillándose ante el Pequeño Esqueleto. Luego preguntó antes de retirarse: - ¿Qué hacer con hembra horrible? -

¡Ah! ¡Qué dolor de cabeza! ¡Necesito un trago!” Bryan sentía que tenía demasiadas cosas en qué pensar e hizo una pausa antes de contestar: - Yo me la llevaré. -

Bryan invocó a dos fornidos Guerreros Zombis para que trasportasen a Emily y se alejó de los troles en cuanto estuvieron cerca de su guarida. Luego siguió lentamente sus pasos, esquivando todos los peligros con ayuda de sus Espectros Originales. Era un poco lamentable escuchar los quejidos iracundos de la Archimaga amordazada y vendada, pero tenía que asegurarse de que no pudiese reconocer el camino.

Finalmente, tras varios días de marcha llegó al río que marcaba el límite del área intermedia del Bosque Oscuro y el territorio exterior. Solo entonces pudo relajarse lo suficiente como para suspirar aliviado. A pesar de su resistencia física y mental, se sentía bastante estresado.

Supongo que un chapuzón me hará bien. Ya llevo varios días sin tomar un baño y realmente necesito lavar estas ropas.” Pensó Bryan. Luego ordenó a los Zombis arrojar su carga a un lado y los envió de vuelta al inframundo. El gemido adolorido de Emily le despejó un poco la mente. No pudo evitar sentir algo de pena por su situación, así que decidió quitarle la venda y la mordaza por un rato.

La Archimaga comenzó a maldecirlo en más de un idioma. Bryan ignoró sus quejas mientras arrojaba sus cosas a un lado y luego se desabrochó el cinturón, dejando al desnudo su fornido cuerpo de varón.

De repente Emily guardó silencio. Bryan la miró sorprendido y descubrió varios rastros de pánico en la expresión de la hermosa maga. De repente ella parecía un pequeño gatito asustado.

- ¡Que!… ¡Qué piensas hacer! - Murmuró asustada.

Bryan solamente había pensado en bañarse, pero al contemplar la hermosa fusión de vulnerabilidad y sensualidad que Emily mostraba en ese momento, no resistió las ganas de burlarse un poco de ella. Así que sonrió con malicia, mientras avanzaba lentamente hacia la indefensa mujer, devorando su curvilíneo cuerpo con una mirada lasciva.

- ¡¿Qué crees que quiero hacerte?! - Le preguntó. 

Emily y Bryan, encuentro destinado...

Nota del Traductor

Como están amigos, soy acabcor de Perú, es 8 de diciembre del 2018 y estamos a punto de tener un referéndum que en realidad no sirve para absolutamente nada, pero igual nos obligan a hacer los innecesarios viajes por el bien de la democracia.


Bueno, este capítulo fue corto, pero bastante divertido. Tuve que cambiar algunos diálogos para que tuviesen más sentido en nuestro idioma y también quitar la malvado redundancia que constantemente acecha en estas obras.


En la Edad Media realmente existía una prohibición para vender armas a otras naciones porque casi todos los países eran enemigos en el algún momento. ¿Te imaginas ser atacado por las mimas armas que tu mismo hiciste? Ellos eran más sabios que los norteamericanos actuales, pues ellos le venden armas a todo el mundo e indirectamente a los terroristas que luego los atacan, pero las ganancias que obtienen de este comercio son demasiado elevadas. En ese sentido, el loco asesino de Stalin tenía razón al decir “Los capitalistas nos venderán la cuerda con los que los ahorcaremos”.


Las armas de asedio eran un problema muy serio, porque no había muchas personas capaces de construirlas. Se necesitaba ser un maestro. Además, llegaron a ser tan grandes, que tenías que armarse en el mismo lugar de la batalla. Naturalmente costaban bastante y usualmente solo los reyes cuando reunían a sus ejércitos podían costearlas. Si un noble menor de repente tuviese algunas, sería evidente que habría recibido dinero de otra nación y que estaba por traicionar al reino. En esto me inspiré para crear la situación.


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Nos vemos en el siguiente capítulo.