191 El grito de Auxilio del Pequeño Esqueleto (+18)

Ambas mujeres estaban durmiendo tranquilamente cuando sintieron lo que al principio fue una cálida sensación, pero que fue aumentando gradualmente en ciertas zonas en particular. Cuando finalmente abrieron los ojos, Emily se dio cuenta de que la mano de Bryan estaba acariciando su muslo muy sugestivamente, deslizándose lentamente hacia su entrepierna. En el caso de Phoebe era más difícil, porque la espadachina llevaba pantalones y armadura ligera de cuero, pero naturalmente ella se las había aflojado un poco para poder dormir, de modo que la mano de Bryan consiguió abrirse paso en la correa de su cintura para acariciar suave pero firmemente su nalga derecha, tan dulce y deliciosa al tacto como una fruta perfecta.

- ¡Mmm!... -

Avergonzada, Emily trató de retirar sus piernas, pero el espacio no la dejaba maniobrar. Sus gruesas prendas de maga ofrecían poca resistencia a los traviesos avances de su amante. Phoebe también lo pasaba mal debido a que sus ropas no eran tan gruesas y no pudo evitar soltar un adorable gemido de pánico cuando entendió lo que estaba sucediendo.

En medio de una oscuridad tan profunda, únicamente los ojos de Bryan podían contemplar perfectamente lo que ocurría y vio con una pícara sonrisa cómo las mejillas de ambas mujeres se ruborizaban intensamente. Eso lo incitó aún más, así que introdujo su mano con más fuerza para aferrar el trasero de Phoebe, manteniéndola bien pegada contra él; mientras que por otro lado sujetaba la entrepierna de Emily firmemente, masajeándola de un modo bastante placentero.

Phoebe quería gritar y protestar, pero la idea de que la Dama Emily supiese lo que estaba pasando en ese momento la aterrorizaba. También estaba luchando contra los latidos de su propio corazón que parecía galopar a mil por hora.

“¡Cómo se atreve este pervertido a hacerme estas cosas en este lugar!¡Malvado demonio!” Pensó Phoebe con furia, pero lo único que alcanzó a hacer fue dirigirle una mirada iracunda a Bryan, aunque lo único que podía ver era el negro de la noche. En cambio, él sí que la veía muy claramente, pero fingió no hacerlo y continuó con su osado comportamiento.

El tacto de la piel de Phoebe era simplemente maravilloso. Ya lo había sentido anteriormente aquella noche cuando confirmaron su amor, pero hacerlo en esta situación en que la joven no podía resistirse le agregaba un sabor inusual. No pudo evitar usar cada vez más fuerza para disfrutar de la sensación, hasta que sus dedos comenzaron a llegar más lejos de lo que pretendía inicialmente. Antes de darse cuenta había encontrado la fina capa de ropa interior que protegía el área más privada de la joven espadachina e inmediatamente comenzó a tratar de abrirse paso.

Phoebe era una señorita de clase alta y jamás la habían tratado de un modo tan obsceno en toda su vida. Su temperatura comenzó a incrementarse rápidamente y su aliento llegó a ser evidente gracias al frío de la noche. La joven trató de resistirse y alejarse, pero Bryan la tenía muy bien sujeta de modo que ella no podía liberarse si usar bastante fuerza como para llamar la atención. Toda la voluntad de Phoebe luchaba en ese momento para contener sus jadeos, así que no se le ocurría ninguna idea para salir de ese embrollo. Finalmente, no pudo más y comenzó a dejar escapar unos gemidos muy suaves y adorables.

Cuando Bryan estaba divirtiéndose de lo lindo con las reacciones de Phoebe, sintió que alguien lo pellizcaba en la cintura y escuchó a Emily toser suavemente para advertirle que se detuviera.

Y si hubiese estado con cualquier otra persona, probablemente se habría detenido por la vergüenza. Pero ninguna mujer se había entregado a él con tanta pasión como Emily, de modo que Bryan no tenía ningún reparo con respecto a ella. Rápidamente se volvió para mirarla y maniobró hábilmente para acomodar silenciosamente a la hermosa Archimaga de tal modo que esta acabó sentada sobre su pierna izquierda. Luego se inclinó para besarla mientras que su mano libre se introducía todavía más entre sus muslos para acariciar de una forma suave pero inexorable a ese lugar tan delicioso que sólo él conocía.

Emily Asturias era una Archimaga de la Oscuridad así que podía ver mucho mejor que otros en la penumbra. Naturalmente se daba cuenta de lo que sucedía en ese momento y jamás en su vida había estado tan irritada. Su amado no solamente estaba violando a otra mujer en su presencia, sino que incluso le estaba haciendo lo mismo a ella.

Y aunque una parte de su vientre se estremecía como si quisiera dar la bienvenida a sus avances, la otra parte quería venganza. Así que tomó su decisión y aprovechó que Bryan estaba detraído besándola en los labios, para llevar una mano hacia el miembro viril … ¡y darle buen un golpe con todas sus fuerzas!

- ¡Au! - Gritó Bryan sin poder evitarlo.

Phoebe estaba tan excitada en ese momento, que prácticamente había perdido la compostura. Pero la recupero de inmediato en cuanto escuchó el grito y con un empujón se liberó de Bryan mientras preguntaba con una voz que todavía temblaba por la avalancha de sensaciones que acababa de sentir: - ¡¿Qué ocurre?! ¡¿Nos atacan?! -

Emily fue quien respondió con un tono bastante calmado, aunque con un ligero dejo de regocijo: - Creo que vi la sombra de una ardilla escapando hace un momento. Seguramente le han dado un mordisco. -

“¡Malvada! ¡Te atreviste a golpearme ahí! ¡Ya verás cómo te haré suplicarme cuando estemos a solas en la cama!” Pensó Bryan medio enojado y medio divertido por la osadía de Emily, rumiando su futura venganza.

- ¿Tengo razón o no tengo razón, joven Bryan? - Preguntó Emily alegremente mientras lo miraba con malicia.

- Eh… sí. Creo que me mordió una ardillita traviesa. ¡Ya le haré pagar cuando la atrape más tarde! - Respondió finalmente Bryan tragándose el orgullo, pero dándole una muy suave palmada en el trasero a Emily para darle a entender que esto no había terminado.

- Fuimos nosotros quienes nos metimos en su hogar. - Dijo Phoebe recuperando su natural seriedad: - No deberías estar pensando en vengarte por cada pequeña cosa. -

Pero Emily justo acaba de sentir que Bryan la azotaba. Y esto hizo que la rabia que había desahogado volviese a encenderse en su interior. De modo que sonrió maliciosamente y comenzó a hablar con un tono muy tranquilo en apariencia, pero que revelaba una pizca de ironía que todos podían notar.

- Señorita Phoebe, su voz suena un poco temblorosa y también me parece haberla escuchado respirar muy fuerte. ¿Quizá se ha resfriado por todo el frío que pasamos estos últimos días? -

- Eh… Tal vez. ¡Supongo que sí! - Respondió Phoebe nerviosa y sus mejillas volvieron a encenderse por el rubor.

- Bryan ¿cómo has podido permitir que la señorita se resfriase? ¿Por qué no la abrazas un poco más fuerte para calentarla? - Dijo Emily sonriendo entre dientes y luego remató su insidioso comentario: - Pero no vayas a aprovecharte de ella. Eso no sería caballeroso. -

La diosa de la vergüenza manifestó su presencia enseguida. Phoebe dedujo inmediatamente que Emily había notado el embarazoso comportamiento entre ambos, así que miró con ira a Bryan, que era el culpable de todo. Emily por su parte se sentó con una pierna cruzada sobre la otra, observando a ambos como una reina dispuesta a proclamar una sentencia de muerte.

Bryan tuvo que aceptar entonces que había llevado las cosas demasiado lejos esta vez, así que levantó sus manos en un gesto de rendición que ambas sintieron, aunque no podían verlo y anunció: - Voy vigilar la situación afuera. Por favor esperen aquí. -

“No estoy huyendo.” Se dijo a sí mismo para consolarse: “Es una retirada estratégica.”

Y así salió antes de que ninguna de ellas pudiese decir algo más. Luego dio un breve rodeo alrededor del árbol para confirmar que no hubiese ningún peligro cerca y finalmente se sentó sobre un montículo de nieve para meditar.

*****

Pasaron un par de horas y las primeras luces de un nuevo amanecer ya podían adivinarse en el horizonte. Bryan estaba en pleno estado de meditación cuando sintió un terror repentino. Era como experimentar al mismo tiempo la sensación de ser bañado en agua helada estando dormido junto con el retorcijón típico de quienes tienen un calambre. Pero esta sensación no se dio en su cuerpo físico, sino en su alma. Era como si algo le estuviese alertando de una emergencia desconocida.

Bryan despertó y se levantó de inmediato mientras desenvainaba su espada, creyendo que quizá algún enemigo había burlado su vigilancia y ahora se encontraba cerca suyo. Pero por más que miró y miró, no encontró a nadie más. No obstante, la incómoda sensación no se iba, de modo que cerró los ojos e intentó localizar el origen del problema.

Segundos después volvió a abrirlos por la sorpresa: ¡Era su Pequeño Esqueleto!

De algún modo la criatura intentaba comunicarse con él desde el mismísimo Inframundo. No había palabras en su mensaje, pero si una sensación de miedo omnipresente. Era miedo por su seguridad. El Pequeño Esqueleto estaba graves problemas y suplicaba por ayuda de un modo misterioso.

Inmediatamente Bryan recitó el conjuro de invocación, pero su criatura no pareció de inmediato como otras veces. En esta ocasión apareció primero una especie de agujero dimensional y luego la pequeña criatura saltó a toda prisa desde el otro lado, hasta que cayó en el suelo.

Cuando el Pequeño Esqueleto se levantó frente Bryan, sus huesos crujieron sonoramente. Un vistazo bastaba para deducir que estaba bastante maltrecho, pues podían verse grietas o rajaduras en toda la superficie de su cuerpo. Incluso las siete púas en su espalda parecían bastante desafiladas, como si hubiese estado golpeándolas excesivamente contra una superficie muy dura.

“¡¿Acaso este pequeño ha estado peleándose con la mitad de los habitantes en el inframundo?!” Pensó Bryan sorprendido: “¡Pero diablos está pasando!”

FIN DEL LIBRO IV