183 Persecución vertiginosa

Demasiado cerca.” Pensó Bryan mientras corría a toda velocidad sin apenas abrir los ojos debido al calor y el humo. Su excelente memoria era lo único que le permitía no perderse en medio de ese laberinto de llamas. Nada le encantaría más que irse volando en ese mismo momento, pero no podía arriesgarse a que lo vieran desde las murallas y tenía que guardar algo de energía, pues el ultimo combate había mermado mucho sus poderes. El Infante Sangriento ya estaba trabajando en reponer la energía perdida, pero le tomaría un día entero recuperarse por completo.

Hacía mucho tiempo que no sufría de un modo tan miserable en una pelea. Su objetivo desde un principio había sido desviar a Marcus y lo había conseguido, así que técnicamente no era una derrota. Pero no pensaba engañarse a sí mismo: Si no hubiese sido por el incendio y porque se había guardado los poderes de su arma hasta el final, seguramente ese último enfrentamiento habría terminado con su muerte.

Sin embargo, en ese momento no podía darse el lujo de quedarse pensando en ello. Así que Bryan sacudió la cabeza para despejarla y dio un último pisotón para acelerar aún más. Finalmente emergió de entre los edificios en llamas, pero se topó con un grave problema.

Se encontraba en un lugar muy amplio donde las legiones se reunían para pasar lista, así que había espacio descubierto en donde cabían por lo menos cuarenta mil personas. Al otro lado de este campo estaba la puerta principal y el último obstáculo que debían sortear para poder escapar.

Algunos guardias habían conseguido subirse a la muralla e intentaban recuperar el control de la puerta. Si lo conseguían, cerrarían el rastrillo metálico dejándolos encerrados dentro.

Para empeorar las cosas, Bryan podía ver a los lejos unas figuras que se aproximaban volando. ¡Eran más de cincuenta Grifos! ¡Finalmente estaban regresando! Aún no estaban ahí, pero llegarían en cualquier momento. ¡Así que tenían que salir ahora!

El problema era que una centuria se había reunido de algún modo en frente de la puerta y estaban firmemente posicionados, bloqueando el único camino hacia la libertad. Podían volar por encima de ellos, pero se harían muy vulnerables al tiro de las ballestas y mecanismos defensivos de la muralla. De hecho, en ese momento Emily estaba manteniendo una barrera para bloquear los disparos que venían desde el muro mientras luchaba ella sola magistralmente contra más de veinte legionarios usando la Enredadera de la Oscuridad a gran velocidad. Caspian por su parte había invocado algunas de sus raíces y juntos mantenían a raya a los soldados. Finalmente, Gilberto interceptaba a cualquiera que lograse sortear las defensas de ambos magos.

- ¡Bryan ya estás aquí! ¡¿Te encuentras bien?! - Exclamó Emily emocionada al verlo y usando sus poderes para regresar a su lado sin que sus sombras dejasen de atacar. La hermosa mujer había estado extremadamente preocupada de que le pasara algo.

- Viviré - Respondió Bryan: - Pero estoy herido y no creo poder pelear demasiado bien por ahora. ¡Tenemos que abrirnos paso! -

- Ya tenemos un plan para eso. - Respondió Emily: - Pero te estábamos esperando. ¡Por favor venerable Caspian! -

- Esta es la última gran magia que podré desatar el día de hoy, así que asegúrense de aprovecharlo. - Advirtió el Druida seriamente. Luego se arrodilló y también colocó sus palmas en el suelo mientras gritaba: - ¡Vives en mí, pero te soy ajeno! ¡Los dioses de la tierra escuchan mi llamado! ¡El salvajismo se libera, el monstruo se revela!... ¡Vean a La Bestia! -

Cuando terminó el conjuro el sonido de su grito se trasformó en el de un animal salvaje y el cuerpo entero del Druida comenzó a transformarse frente a sus ojos. De pronto se convirtió en un gigantesco oso con el pelaje verdoso de más de cuatro metros de altura, cuya cabeza estaba coronada con su cresta característica.

El Oso-Caspian volvió a rugir y esta vez el estruendo fue tan fuerte que Bryan cayó al suelo ahí mismo con las manos en los oídos, sintiendo que un temor inesperado le inundaba el corazón. Se trataba de una magia sonora muy antigua que infundía terror y que le había afectado incluso si no era él a quien estaba dirigida la ira del druida.

Hechizo "La Bestia" del Druida Caspian

Los legionarios en cambio estaban desesperados, pues sus cascos no los podían proteger del efecto del rugido bestial. Muchos soltaron los escudos y por un momento se quedaron indefensos, confundidos y sin saber que hacer o decir. En el muro los ballesteros se quedaron paralizados por el efecto mágico e incluso hubo quienes cayeron al suelo o soltaron sus ballestas. Finalmente, los Grifos que acaban de recuperarse del terror de la avalancha y regresaban a toda prisa para atrapar a los intrusos, se vieron aún más afectados por el rugido y volvieron a dispersarse temporalmente. La magia de los Druidas era especialmente efectiva sobre las criaturas mágicas.

El Oso-Caspian cargó entonces hacia delante contra los legionarios, apartando a la multitud confundida con el enorme volumen de su cuerpo. Bryan, Gilberto y Emily lo siguieron a toda prisa aprovechando el estado de confusión que se había apoderado de todos ellos y así finalmente atravesaron la puerta.

Rápidamente continuaron la marcha por el sendero que salía de la fortaleza con la intensión de alejarse, pero no pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a lloverles las primeras flechas de los defensores de las murallas, que ya estaban recuperándose del efecto del Rugido Bestial. Emily levantó una nueva barrera para protegerlos, pero no aguantaría demasiado.

- ¡Por aquí, vengan rápido! -

Una de las técnicas más curiosas de la Magia de Agua era la de crear un espejo tan perfecto como uno real con el objetivo de ocultarse a plena vista. Adela, una de los guardaespaldas de Lawrence, la había utilizado para esconder un gran carruaje tirado por nada menos que doce corceles. Los hombres de la familia Égadas habían trabajado a contrarreloj para blindarlo con placas de bronce y luego lo disfrazaron muy hábilmente como si fuese uno de los tantos coches fúnebres que asistirían al funeral, aunque nunca llegaron a ingresarlo. En ese momento el espejismo desapareció y Lawrence abrió la puerta para llamarlos al interior.

Rápidamente subieron todos y partieron, aunque el Druida Caspian no podía entrar en su forma de oso, así que se puso a correr al costado del carro. Las flechas y algunos conjuros constantemente impactaban contra el carruaje, pero no consiguieron atravesar el blindaje.

Las Ballistas

Pero aún no estaban fuera de peligro. Los muros estaban defendidos por algo más que por arqueros. Se trataba de unas máquinas enormes de madera y hierro, parecidas a ballestas que arrojaban proyectiles de ochocientos gramos a una distancia de cien metros. Se llamaban Balistas y en ese mismo momento estaban siendo preparadas para disparar.

La buena noticia para los que huían era que su poder era también un problema. Y es que esas Balistas arrojaban sus proyectiles con tanta fuerza, que literalmente la máquina entera se movía cuando disparaba, haciendo que fuese imposible conseguir que las piedras cayesen dos veces en el mismo sitio sin volver a calibrar el arma. Esto no era originalmente una dificultad porque solían usarse contra ejércitos enemigos o torres de asedio, así que un tiro perfecto no era necesario.

Sin embargo, los artilleros de la Legión Grifón entrenaban todo el tiempo y tenían la habilidad necesaria para aprovechar al máximo las capacidades de estas terribles armas. No había pasado ni un minuto cuando la primera roca cayó aterradoramente cerca del carruaje blindado en el que estaban escapando.

- ¡Más rápido y zigzaguea! - Ordenó Lawrence a Divac que hacía de conductor.

- ¡Arre! - Gritó el Espadachín Veterano mientras fustigaba violentamente a los caballos y los llevaba al límite de su capacidad.

Los ejes de la carroza chirreaban, las ruedas resonaban estruendosamente al golpear el suelo y la madera crujía cada vez que hacían un furioso viraje para dificultar que los defensores apuntaran. Los cascos de los caballos resonaban como truenos en ese momento, pero muy pronto esos sonidos fueron opacados por otro peor: el de decenas de proyectiles hechos de roca tallada estrellándose a pocos metros de distancia. El tiempo que demoraron en sobrepasar los cien metros del rango de las Balistas fue uno de los más aterradores en la vida de Bryan.

Finalmente, la silueta de los muros comenzó a quedar atrás conforme el carruaje se alejaba. El camino ahora serpenteaba alrededor de la montaña, con un precipicio a un costado y un muro de roca natural del otro. Les hubiese gustado reducir la velocidad, pero no podían hacerlo.

Un chillido agudo encontró eco en las montañas cuando tres caballeros montados en grifos los alcanzaron volando. Solo eran la avanzadilla de una patrulla compuesta por veinte de estas criaturas. El Oso-Caspian volvió a lanzar un rugido que llenó de miedo los corazones de las bestias voladoras y los obligó a alejarse, pero unos minutos después se habían calmado y reanudaron la persecución. Bryan notó entonces que después de ese último rugido la respiración del Oso-Caspian se había vuelto un poco irregular. Era evidente que no podía hacerlo varias veces sin agotar su energía mágica.

Así que Bryan abrió una de las ventanillas del carro y gritó: - ¡Ahorre sus fuerzas, Venerable! ¡Nosotros los repeleremos todo lo que podamos! -

Luego miró a todos en el interior y comenzó a dar instrucciones: - Emily conoce el camino mejor que nadie, así que debes guiar al conductor por la ruta designada. Además, puedes proteger el carro con una barrera, pero sólo cuando no quede otra opción. ¡No debes agotar tu Fuerza Mental aquí!

Lawrence también se quedará en el interior en caso de que alguno de ellos se las arregle para subir. También le darás instrucciones a ese oso gigante de ahí afuera, que es en realidad el Druida Caspian. El anciano no conoce la ruta.

Gilberto, tú eres nuestra arma secreta, no quiero que hagas nada hasta el último momento. También te quedarás aquí. Cada cierto tiempo te arrojaré unas ballestas para que las recargues inmediatamente.

Adela me apoyará con su magia defensiva. -

Tras decir esto, Bryan accionó una palanca que habría una claraboya y con un solo salto logró salir el exterior. La vibración era demasiado intensa, pero consiguió mantenerse parado sobre el techo del carruaje.

En ese momento tres Grifos estaban, así que Bryan invocó dos ballestas de su Anillo Espacial y disparó rápidamente hacia las bestias voladoras. A pesar de las terribles condiciones, logró darle en el pecho a uno de los Grifos con sus dardos envenenados, pero falló el segundo debido a que la herida en su muñeca derecha todavía no había sanado del todo.

Uno de los grifos llegó volando al costado, el caballero que lo montaba ya estaba con su lanza en ristre. De inmediato descargó un poderoso golpe con su Aura de Batalla que casi hace volcar el carruaje, pero el blindaje logró aguantar. El segundo Grifo llegó volando con sus enormes garras preparadas para atrapar a Bryan, pero entonces un látigo de agua se materializó a su alrededor y lanzó un golpe que atinó a las alas de la criatura.

Adela había conseguido seguirlo finalmente, demostrando en ese momento el motivo por el cuál era una de los guardaespaldas de un príncipe imperial. Apenas consiguió mantener el equilibrio puso en marcha un encantamiento poderoso que materializó varios tentáculos de agua alrededor del carruaje que lanzaban terribles azotes a cualquier cosa que entraba dentro de su alcance.

Bryan entonces volvió a convocar su Desgarrador Sombrío y lo imbuyó con el poder de su Esencia Mágica para que girase a gran velocidad sobre sí mismo como una sierra. Luego lo hizo volar hacia el Grifo más cercano y consiguió cercenarle una de las alas, pues ni el jinete ni su bestia habían visto jamás un arma semejante.

Después arrojó certeramente sus dos ballestas por el agujero del techo y le gritó a Gilberto: - ¡Recárgalas! -

De ese modo Bryan actuaba como la lanza, concentrado en atacar con su Desgarrador Sombrío que revoloteaba alrededor, cercenando cada vez que podía las alas de las criaturas. Sin embargo, no era sencillo, pues con el tiempo los jinetes se acostumbraron a la velocidad del arma mágica. Y aunque no entendían muy bien lo que era, tenían mucha experiencia combatiendo en el aire. Así que comenzaron a realizar maniobras para cambiar de dirección en el último momento. Pero Bryan complementaba sus ataques con los disparos de Ballestas y así logró matar a varios enemigos.

Adela en cambio actuaba como el escudo, atacando a cualquiera que se acercase al alcance de sus tentáculos de agua. Sus latigazos no podían matar directamente, pero siempre intentaba lastimar las alas de los grifos y conseguía que tuviesen miedo de acercarse.

Pero a pesar de que ambos combatían muy hábilmente, la multitud de Grifos que los seguían no hacía sino incrementarse. Para entonces ya eran más de cincuenta perseguidores y de vez en cuando alguno lograba sortear las defensas para descargar una serie de terribles golpes hacia el carruaje con la intensión de destrozarlo. El blindaje resistió, aunque con varias abolladuras.

Gracias la protección de alguna deidad ninguno de esos golpes logró atinarles a las ruedas del carruaje, pero aun así ocasionaron daños considerables y todo el coche se hubiese destrozado de no ser porque Emily convocó una poderosa barrera de sombras para reforzar la estructura. Cuando estaba a punto de romperse, el Oso-Caspian (que corría pegado al carruaje) rugía y la bandada de Grifos se dispersaba dándoles un respiro, aunque esto naturalmente agotaba las fuerzas del Druida.

Justo en ese momento Bryan escuchó algo y notó dos figuras encapuchadas que saltaban desde lo alto de un risco donde esperaban encaramadas. Rápidamente se volvió para recibirlas con tiros de ballesta, pero entonces se dio cuenta de algo y sonrió alegremente mientras gritaba: - ¡Adela, no ataques a esas personas! -

Las recién llegadas lograron aferrarse con sus manos al borde del carruaje para luego subirse hasta el techo con gran agilidad. Se trataba de Phoebe y Candice, quienes después de provocar la avalancha habían descendido de la montaña por otro camino para esperarlos en un lugar previamente acordado por donde su carruaje debía pasar. A pesar de su velocidad aumentada, no había sido un recorrido nada fácil debido a la cantidad de riscos que había en su camino y apenas habían descansado unos quince minutos cuando escucharon el estruendo del carruaje blindado escapando.

- ¡Bryan, eres un maldito loco! ¡Ese derrumbe casi nos mata! - Protestó Candice apenas pudo hablarle: - ¡¿Y se puede saber qué diablos es esa criatura que corre al lado?! -

- ¡Menos charla y más pelea! - Respondió Bryan sin mirarla y dirigiendo su Desgarrador Sombrío contra otra montura alada: - Si estás enojada mejor desahógate con esos tipos. ¡Y no vayas a atacar al oso! -

- ¡Ya me las pagarás! - Respondió Candice malhumorada e inmediatamente desenvainó su espada mágica para luego hacer un corte horizontal que envió una llamarada hacia el grupo de Grifos más cercano. El Aura de Batalla podía proteger al jinete y parcialmente a la bestia que montaba, pero no por completo. Las llamas de Candice llegaron a prenderle fuego a algunas de las plumas y los hubiesen quemado de no ser por la gran resistencia mágica que esas bestias tenían naturalmente. Sin embargo, psicológicamente el fuego siempre tenía un efecto considerable, tanto en bestias como en hombres. Más aún porque Candice comenzó a enviar más y más llamaradas hacia ellos sin detenerse.

Además, Phoebe era una Maestra de Espadas y rápidamente usó su terrible estoque para combinar esfuerzos con Adela e interceptar a los atacantes. Varios recibieron dolorosas heridas punzantes. Esto le permitió a Bryan tener más libertad para concentrarse en dirigir a su Desgarrador Sombrío.

Gracias a los refuerzos, el carruaje pudo continuar su marcha vertiginosa, alejándose cada vez más de la Fortaleza de Kerlan en dirección a la parte más tortuosa de la cordillera y desde ahí había muchas rutas que podían tomar para llegar hasta la seguridad de los bosques. Los Jinetes Grifos continuaban persiguiéndolos, pero cada vez parecían menos deseosos de atacar y se limitaban a no perderlos de vista.

Quizá esperando que los caballos se cansen.” Pensó Bryan.

Pero muy pronto descubrió que estaba siendo muy ingenuo. Una oleada de poder plateado resplandeció en el horizonte y las bestias voladoras se dispersaron para dar paso a un grifo particularmente grande, de plumaje blanco. Sobre su lomo montaba un caballero vistiendo una capa negra sobre su armadura de gala y blandiendo una terrible alabarda.

 “Lo que me faltaba. ¡Creí que el Culto de Caelos podría retrasarlo más tiempo!” Pensó Bryan irritado mientras gritaba para advertir: 

- ¡Es Odón Ascher! -

El Grifo de Odón Ascher

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú donde el 90 % de la población vive en grandes ciudades.

Hoy en día estaba caminando y me encontré nuevamente con mis viejas amigas, las “chicas progres”. Honestamente me había olvidado de ellas porque no las veía desde la pandemia y me sentí un poco feliz de verlas. Parece que no han pasado muchas dificultades porque tienen dinero y la aplicación de Tik tok. En cuanto me vieron me insultaron como viejas amigas y luego trataron de convencerme una vez más de unirme a la oleada feminista.

Me sorprende que tengan tanto tiempo libre.

Les respondí alegremente que ninguna de sus posturas de “igualdad de género” tiene alguna clase de aproximación científica y que antes preferiría comer vidrio molido que ir a una de sus reuniones. Ellas me gritaron, pero creo que en el fondo también se alegran de verme. ¡Ah, la juventud!

Bueno este capítulo también salió completamente de mi imaginación y me basé para ello en una de mis películas favoritas, Van Hellsing interpretado por Hugh Jackman (ya saben, el que hace de Guepardo en las pelis de X-Men). En esa película hay una escena de persecución en un carruaje que me pareció muy apropiada para esta parte. También me esforcé bastante para hacer que todos los personajes tuviesen algún tipo de intervención, pero al final no conseguí que Lawrence hiciese algo importante.

La forma del oso de Caspian se basó específicamente en la imagen que encontré en internet y es un invento mío.

Las Balistas son en realidad máquinas reales tanto de asedio como para defensa. Se inventaron en el periodo helenístico y eran muy usadas hasta la invención del cañón.

Finalmente modifiqué la forma en que Odón Ascher se presenta, justo al final, para hacerlo más épico.

Espero que les haya gustado este capítulo que se escribió al mismo tiempo que el anterior para que tuviesen coherencia. Por favor ayúdenme a encontrar cualquier error ortográfico para corregirlo.

Espero leer sus opiniones en los comentarios. ¿Cuál fue su parte favorita? ¿Se entendió todo? ¿Cómo debería terminar esta persecución? Además, no dejen de compartir este trabajo con todos los que puedan para hacernos más conocidos y si es posible patrocínenme para poder pagar la luz.

Nos vemos en el siguiente capítulo.