167 Capturando a la Alquimista

Mientras tanto el Espadachín Mágico había terminado de derrotar a los Guerreros Zombis que se le venían encima. Más cuando miró a su alrededor enfurecido en busca de Bryan este le arrojó rápidamente un conjuro de Niebla Negra para dejarlo ciego.

- ¡Maldito Necromante! - Gritó furioso el espadachín, pero no tuvo tiempo de decir mucho más, porque sintió que algo venía hacia él por su espalda e inmediatamente se agachó para esquivar tres lanzas de hueso. Luego rodó por el suelo evitando a duras penas que una Agonía del Alma lo alcanzase. Entonces recuperó la visión.

- Eres rápido. - Lo alabó Bryan aplaudiendo mientras una nueva docena de Guerreros Zombi aparecían a su alrededor: - Pero eso ya lo sabía. -

- ¡¿Acaso no te atreves a enfrentarme tu solo?! - Le espetó con desprecio el espadachín, pero únicamente recibió una carcajada por respuesta.

- ¿Esperas que luche con honor contra un miembro del Culto de Caelos? - Se burló Bryan con muchas ganas: - Todos ustedes no son más que unos malditos degenerados. Pero los proverbios dicen que una serpiente herida muerde con más fuerza e inocula un veneno más peligroso. Eso es precisamente lo que tú eres, una maldita serpiente rastrera. Así que muchas gracias por la propuesta, pero me guardaré muy bien de atacarte yo solo. -

Entonces sus Zombis cargaron a toda velocidad. La estrategia que Bryan estaba usando era bastante sencilla y también efectiva: DESGASTE. El Espadachín Mágico era demasiado rápido y experimentado como para que quisiera enfrentarse a él en un combate cuerpo a cuerpo. Tampoco era probable que pudiera sorprenderlo distraído como a su hermano. Por eso pensaba aprovecharse de sus Criaturas Oscuras para hostigar a su enemigo hasta que se agotase, cometiese un error o no tuviese otra opción que volver a emplear esa técnica resplandeciente que lo dejaría muy mermado.

Si el Espadachín Mágico llegaba a acercarse, simplemente se alejaría usando el Arte del Noveno Diagrama Celeste.

Si intentaba escapar hacia los prisioneros inconscientes para usarlos como como rehenes, usaría su hechizo de Niebla Negra mientras lo atacaba por la espalda con maldiciones o Lanzas de Hueso.

No lo dejaría descansar ni un solo momento.

Esta estrategia era perfecta porque se enfrentaba a un solo oponente al que ya había estudiado atentamente y del que conocía gran parte de sus fortalezas o debilidades. Si hubieran sido dos o si no tuviese alguna idea de sus habilidades, Bryan no se atrevería a intentar este enfoque.

El plan le funcionó muy bien. La gran capacidad de Fuerza Mental que Bryan poseía le permitía enviar rápidamente varias oleadas de Guerreros Zombis a quienes fortalecía con sus poderes para que fuesen más certeros y ágiles. Cuando el Espadachín Mágico acababa de destruirlos inmediatamente tenía que lidiar con una nueva oleada. Bryan comenzó a experimentar y descubrió que era mucho más eficiente invocar a los Guerreros Zombis en pequeños grupos de seis miembros para hacerlos atacar de forma sucesiva en lugar de simplemente enviarlos por montones. Conforme pasaba el tiempo sus habilidades controlando a los Guerreros Zombis mejoraban en gran medida.

El Espadachín Mágico se daba cuenta de que su enemigo estaba haciéndose mucho más fuerte durante la batalla. La tensión que sentía por sobrevivir se veía incrementaba al saber que estaba siendo utilizado como piedra de afilar. Finalmente, el sentimiento de impotencia le ganó y utilizó su sobrecarga mágica para matar a todas las Criaturas Oscuras con la esperanza de poder cambiar las tornas. Pero cuando buscó a Bryan con la mirada no lo encontró en ningún sitio.

- Muy bien, comencemos con el último partido. - Susurró Bryan que se había elevado hacía mucho tiempo a varios metros por encima del espadachín: - Primer tiempo. -

Entonces arrojó su conjuro de Niebla Negra sobre su resplandeciente enemigo. Esperó un tiempo y luego arrojó otro, luego otro y así se mantuvo durante un minuto entero. El Espadachín Mágico estaba desesperado, porque dentro de esa maldita neblina oscura no podía ver nada ni encontrar a su enemigo. De nada servía haberse vuelto temporalmente más fuerte y rápido si no podía golpear a su oponente, así que trató de correr para salir de la nube mientras cortaba hacia todos lados, pero Bryan lo siguió volando tranquilamente y lo mantuvo en la oscuridad hasta que finalmente el resplandor desapareció y el Espadachín comenzó a respirar agotado.

- Segundo tiempo: el cambio de jugadores. - Dijo Bryan continuando con su metáfora deportiva e invocó a su Pequeño Esqueleto.

Ya para estas alturas la Criatura Oscura se veía tan malvada y ominosa, que nadie podía considerarla inofensiva. El Espadachín Mágico inmediatamente se puso en guardia y gracias a eso consiguió sobrevivir al primer ataque extremadamente veloz del Pequeño Esqueleto que corría como un guepardo hacia él, blandiendo su pequeña daga en lo alto y usando sus aterradoras extremidades afiladas para lanzar estocadas a diestra y siniestra. Toda la criatura parecía ser un arma, una que podía aguantar incluso el filo del Bracamarte del Espadachín Mágico. El hecho de que fuese un no-muerto también lo volvía insensible al dolor y cualquier daño secundario que la electricidad pudiera hacerle.

Como estaba cansado tanto física como psicológicamente, el Espadachín Mágico comenzó a cometer errores e inevitablemente su cuerpo terminó cubierto por una gran cantidad de heridas. Pero aun así se negaba a rendirse y seguía peleando como un auténtico León.

- Y ahora finalmente, la parte que disfruto más. - Susurró Bryan cruelmente mientras extendía su mano para invocar al Desgarrador Sombrío: - La MUERTE SÚBITA. -

Tras decir esas palaras arrojó su arma velozmente desde las alturas hacia el Espadachín Mágico. El Pequeño Esqueleto saltó al mismo tiempo para atacar, pero en realidad era la distracción que Bryan necesitaba. El Guerrero solamente supo que estaba esquivando por muy poco las púas afiladas de la criatura cuando de pronto su mirada se desenfocó y el mundo entero pareció darle vueltas… solo para terminar viendo su propio cuerpo decapitado.

Luego no supo nada más.

- Juego, set y partido. - Murmuró Bryan mientras veía caer al espadachín, entonces descendió a los suelos para dirigirse hacia donde estaba Emily y Caspian.

- ¡Ten cuidado! - Gritó Emily en cuanto lo vio acercarse.

Fue bueno que le advirtiera, porque en ese momento una roca gigantesca salió disparada accidentalmente en su dirección y si Bryan no se hubiese agachado a tiempo podría haber perdido la cabeza, justo como su última víctima. El atronador sonido de los colosos peleando se había incrementado y la polvareda resultante impedía ver bien lo que ocurría, incluso a alguien tan perceptivo como él. Pero el temblor de la tierra era suficiente para hacerse una buena idea del espantoso combate que continuaba desarrollándose.

- Gracias por tu ayuda, joven. - Dijo Caspian cuando lo vio venir: - Si no hubieras intervenido mi vida y la de mi estudiante podrían haberse perdido para siempre. ¡El Culto de Caelos es demasiado despiadado en su actuar! -

Bryan se aproximó al anciano druida e inmediatamente realizó una reverencia, no solamente por cortesía sino por la sincera admiración que sentía por Caspian tras haberlo visto luchar contra tantos oponentes al mismo tiempo: - No es necesario agradecer, Venerable. Si no fuera por usted habría perdido a alguien irremplazable para mí. -

Sus palabras hicieron que Emily se sonrojase ahí mismo, pues se dio cuenta claramente de que Bryan se refería a ella. Al mismo tiempo el Druida lo miró con curiosidad porque, aunque no podía reconocer sus facciones, su voz le sonaba familiar.

- ¿Joven acaso ya nos conocíamos? -

- Usted nos ayudó en el Bosque Oscuro, pero ahora mismo debemos concentrarnos en el obstáculo que tenemos en frente. - Respondió Bryan asintiendo una vez antes de volver a concentrar toda su atención en la batalla.

Caspian se mostró de acuerdo y cambió de tema: - El Culto de Caelos a creado una auténtica monstruosidad aquí. El Jentilak no es la invocación más poderosa que podemos usar los Druidas, pero aun así es casi una deidad menor. Sin embargo, ese Gólem Blindado puede igualarlo en fuerza y ahora, gracias a esos extraños símbolos resplandecientes, parece estar imponiéndose a pesar de la ayuda que esta Archimaga Oscura me ha dado. -

- El problema es que los Gólem nunca se quedan realmente sin energía a no ser que reciban un daño catastrófico. - Agregó Emily: - Si la batalla se prolonga podría causar daños terribles al entorno y la Legión Grifón acabará por notar nuestra presencia. Lo ideal sería retirarnos con los rehenes, pero el venerable Druida no puede moverse por sus heridas y yo tampoco debo si quiero mantener la coalescencia mágica. -

- Mis Criaturas Oscuras solamente se convertirán en papilla si se involucran en ese combate e incluso es posible que yo también. - Comentó Bryan: - Entonces la solución obvia es atacar directamente a Belinda. -

- Pero debes asegurarte de capturarla y no matarla. - Le advirtió Emily: - Los Gólem continuarán realizando la última acción que sus amos le hayan pedido. Si Belinda muere repentinamente, ese gigante seguirá luchando hasta que sea destruido. -

Bryan asintió y se puso en camino. Capturar a Belinda debería ser fácil ahora que no tenía a esos tres espadachines mágicos protegiéndola, pero sólo si la Alquimista no tenía algún otro malévolo artilugio escondido.

¡Que ridícula esperanza! A juzgar por todo lo que ha ocurrido, es muy improbable que tenga tanta suerte” Pensó Bryan suspirando.

*****

Belinda era una mujer llena de contradicciones.

Si bien pertenecía a un culto malvado que deseaba el advenimiento de los dioses del Caos y la completa destrucción del orden establecido, también era alguien demasiado acostumbrada a controlarlo todo. Nunca daba puntada sin hilo o se arriesgaba sin antes asegurarse un plan perfecto que garantizase su victoria.

A pesar de todo esto, también era sorprendentemente buena improvisando tácticas para adaptarse bien sin importar la situación. Por todos esos motivos el Culto de Caelos la valoraba mucho y a pesar de que los alquimistas típicamente se limitaban a trabajar en un laboratorio, Belinda tenía autorización para comandar directamente las misiones.

Siempre había sido una mujer extremadamente orgullosa, pero tenía sentido que lo fuese. Todas sus acciones en esta misión habían sido aterradoramente acertadas e incluso consiguió capturar a una de las personas más poderosas e inteligentes dentro de la Orden del Manto Oscuro, nada menos que a la gran Archimaga Emily Asturias (aunque todavía no lo sabía).

De modo que su juicio e inteligencia eran más que destacables y cualquiera que la conociera no dudaría en afirmar que era la definición de la palabra genio encarnada.

Sin embargo, como tantas veces en la historia de la humanidad, ni siquiera eso sería suficiente para garantizar el éxito y muchas veces las mismas cualidades que hacen a los genios tan superiores terminan siendo las causantes de su propia destrucción.

En esos momentos Belinda no podía ver mucho de lo que ocurría, en parte porque estaba concentrada en lo que sucedía con el Gólem Blindado y también porque la polvareda no la dejaba distinguir el entorno. Pero no había bajado la guardia. Por el contrario, a estas alturas entendía que los tres hermanos espadachines habían sido incapacitados o estaban muertos, pues de otro modo ya se habrían comunicado con ella, aunque eso no influía en su ánimo porque estaba acostumbrada a este tipo de situaciones. Lo que realmente le preocupaba a Belinda era la posibilidad de enfrentar a un enemigo desconocido.

En ese momento sus ojos distinguieron una docena de siluetas que se acercaban a ella desde todas direcciones a gran velocidad. Supuso que se trataba de un grupo de guerreros muy ágiles, porque casi no hacían ruido al desplazarse y parecían muy buenos ocultando su presencia, pero Belinda no estaba para nada preocupada. De hecho, sonrió ufana porque finalmente creía entender quiénes la amenazaban y tenía una contramedida para defenderse de grupos de atacantes.

- Mueran todos. -  Susurró mientras chasqueaba los dedos para activar una de sus armas secretas más crueles y despreciables.

Del interior de la tierra emergieron una veintena de seres mecánicos del tamaño aproximado a un conejo, aunque su apariencia era todo menos adorable. En realidad, se asemejaban más a garrapatas recién alimentadas, porque sus abdómenes estaban abultados y resplandecían con un tono verdoso. Los artefactos retrajeron sus patas y comenzaron a rodar sobre si mismos a una velocidad inconcebible en dirección a las figuras.

Gólem garrapata

Los misteriosos guerreros demostraron tener una gran capacidad para coordinarse, porque rápidamente se separaron e intentaron escapar en varias direcciones. La propia Belinda se sintió impresionada por lo rápido que habían reaccionado sin emitir el más mínimo sonido o un grito de advertencia para avisar a sus compañeros. Pero a pesar de todo, las garrapatas rodantes los alcanzaron y entonces los grandes bultos de sus cuerpos estallaron liberando una sustancia corrosiva lo bastante potente como derretir el hierro y que naturalmente podía convertir en gelatina a una persona de carne.

Belinda sonrió segura de que incluso si no hubiera matado a sus atacantes estos seguramente estarían incapacitados, pero su alegría se trasformó rápidamente en ira cuando avanzó unos pasos y vio que los que suponía un escuadrón de guerreros no eran sino unos Gules. Estas Criaturas Oscuras eran bastante rápidas y letales cuando realizaban ataques sorpresa, pero su resistencia al daño era mínima.

¡Desperdicié a veinte de mis mejores gólems en estos malditos engendros!” Maldijo Belinda furiosa.

En ese momento escuchó unos pasos que se acercaban de frente.

De entre la polvareda emergió una persona vestida con una armadura ligera de color negro. Su rostro estaba parcialmente cubierto con una capucha y llevaba puesta una máscara.

- Maldito Necromante. - Espetó Belinda al verlo.

- Lo tomaré como un cumplido. - Respondió el individuo con una voz de hombre joven en sus veinte: - Eres la primera alquimista que he conocido, pero estoy seguro de no debe haber muchos capaces de medirse contigo, señorita Belinda. ¡Si ese ácido me hubiera alcanzado ahora sería piel y huesos! -

- ¡¿Quién eres tú?! ¡¿Cómo sabes mi nombre?! -

- Soy el factor imprevisto. - Respondió el desconocido bromeando: - Ese que está siempre a la espera para arruinar incluso el plan más elaborado. Y un excelente señuelo también. -

- ¡¿Te atreves a oponerte al Culto de Caelos?! -

- Para ser justos ni siquiera los conocía hace unos meses. Son ustedes los que no dejan de cruzarse en mi camino. - Continuó Bryan con un tono de bromista despreocupado, como si simplemente estuviese conversando con un viejo amigo: - Aunque a juzgar por tus palabras, da igual que uno se oponga a tu culto o decida no hacerlo, porque igual planeabas asesinar a todos. Eso hace que mi elección se vuelva muy simple. ¿no te parece? -

Inmediatamente una docena de Guerreros Zombi se materializó detrás de Bryan y avanzaron ordenadamente como un ejército en formación. Belinda reaccionó con una mirada de desprecio mientras agitaba su mano y extraía cuatro espadas enormes de su Anillo Espacial. Por un instante pareció que la Alquimista iba a luchar con brazos, pero entonces las espadas comenzaron a levitar alrededor, cortando despiadadamente a todos los zombis. Luego los artefactos se lanzaron violentamente hacia Bryan, pero este reaccionó dando un salto de tres metros hacia un costado con una velocidad asombrosa y luego desató una ráfaga de Fuego Glacial Místico púrpura que congeló completamente las espadas hasta que estas cayeron al suelo, partiéndose en pedazos.

- Tus Gólems parecen ser malos contra la magia congelante. - Comentó Bryan: - Aunque supongo que no era posible que cubrieras todas sus debilidades, por eso te enfocaste en protegerlos del fuego o el relámpago. ¿No es verdad? -

- ¡Quién demonios eres tú?! - Gritó Belinda enfurecida pero también visiblemente asustada: - ¡¿Es posible que un necromante se mueva tan rápido como un espadachín?! ¡¿Y cómo es que esa llama púrpura puede congelar?!... -

- Ya te lo dije. - La cortó Bryan burlándose: - Soy el factor imprevisto. La piedra que se mete en el zapato cuando estás a punto de salir a correr. La visita que llega justo cuando estás a punto de desayunar. Y sobre todo… ¡Soy el señuelo! -

Hasta ese momento las palabras de Bryan habían sido bastante amenas y burlonas, pero sobre todo tranquilas, como si no estuviera en una pelea con su vida en juego sino caminando por el parque o conversando con un amigo. Esta actitud contrastaba demasiado con la situación y tuvo un efecto en Belinda.

La Alquimista era una auténtica genio, pero precisamente por eso tenía una curiosidad excesiva y cuando veía algo que no podía comprender muy bien, no dejaba de examinarlo hasta encontrarle sentido.

El enemigo desconocido, los poderes desconocidos y la forma en que se comportaba… ¡no parecían tener una relación lógica! Y mientras Belinda intentaba deducir sus misterios, no se dio cuenta de que un depredador oculto había conseguido colocarse detrás suyo. Cuando Bryan pronunció “Soy el señuelo” por última vez, su tono se había trasformado en uno cargado de una fuerte intención asesina y sólo entonces Belinda comprendió el peligro en que se encontraba, pero fue demasiado tarde.

Belinda intentó mirar a su espalda, pero justo entonces algo la golpeó con tanta fuerza que la hizo impactar contra el suelo. Antes de la Alquimista pudiese comprender lo que ocurría, sintió un dolor espantoso en sus brazos y sus piernas. Cuando logró mirar hacia atrás descubrió con horror que una criatura desconocida estaba firmemente aferrada a su espalda. Tenía la forma de un pequeño esqueleto de color negro como la tinta y parecía pintado con unas extrañas marcas resplandecientes. De su espalda brotaban unas extremidades punzantes como las patas de una araña y en ese momento estaba usando cuatro de ellas para atravesar sus brazos y sus piernas.

¡Estaba completamente inmovilizada!

- ¡Desgraciado! -

- Cierra la boca. - Le contestó Bryan mirándola con asco: - Ahora mismo vas a detener a ese maldito Gólem Blindado. -

- ¡Ja! ¡Si te atreves a matarme mi Gólem simplemente seguirá peleando hasta el final! Además, cuando el Culto de Caelos sepa lo que has hecho… ¡Ten la seguridad de que vendrán por ti y todos los que amas! - Respondió Belinda con odio.

Sin embargo, la alquimista no pudo decir nada más, porque en ese momento Bryan la pateó en el estómago sin la menor pizca de piedad para obligarla a callarse. Después la sujetó por el cuello con una sola mano y la levantó hasta la altura de sus ojos.

Belinda estaba muy asustada en ese momento, pues nunca antes se había encontrado en una situación tan desesperada. Sin querer evitó la mirada de Bryan y por eso no vio que el Pequeño Esqueleto movía una de las púas enterradas en su brazo para obligarla a levantar una de sus manos a la altura del pecho de su amo. Entonces Bryan sujetó el dedo índice que Belinda… y con un solo movimiento lo dislocó.

- ¡Arrrg! -

- ¿Matarte dijiste? - Le respondió Bryan con un tono gélido: - No voy a matarte. Pero me pregunto… ¿Qué pasaría si te arranco los dedos de tu mano, uno por uno? -

Al escuchar esas palabras, los ojos de Belinda casi se desencajaron por el terror. Bryan supo entonces que había encontrado su punto débil y comenzó a explotarlo.

- ¿Crees que el Culto de Caelos todavía querrá a una Alquimista lisiada? - Preguntó con un tono extremadamente cruel: - Porque sin tus manos, ya no podrás construirles nada. Entonces te volverás inútil. Todos los que te admiraban te dejarán. Y finalmente estarás completamente sola, sin propósito ni rumbo. Cómo esos plebeyos brutos que siempre has despreciado por su corta inteligencia… Solo que, pensándolo bien, ellos al menos servirían para algo y probablemente podrían sacarte la mierda si los enojas. -

El discurso de Bryan fue pronunciado de un modo bastante gráfico y el brillo de sus ojos era tan malévolo e intenso que a Belinda le pareció ver ese futuro que le estaban describiendo. Nunca, ni en sus más oscuros sueños, había considerado la posibilidad de quedar lisiada e impotente, sin las habilidades para construir artefactos que tanto la enorgullecía. ¿De qué le serviría todo su conocimiento si no podía utilizarlo? Sabía algo de magia, pero se había especializado demasiado en los encantamientos y la transmutación de elementos. ¿Empezar a aprender desde cero? ¡Imposible!

Durante todo ese tiempo Bryan había estado examinando los ojos de Belinda y escuchando su respiración para saber su estado de ánimo. No se atrevió a quitarle el velo por miedo a distraerla de su miedo, pero lo que veía era suficiente para saber que estaba teniendo éxito. Entonces dio la estocada final: - ¿Matarte, dijiste? ¿Por qué haría eso? ¡Hay destinos peores que la muerte! -

Luego de esas palabras, Bryan sujetó firmemente el siguiente dedo.

Belinda lo miró con odio contenido y lo maldijo a pesar de estar siendo parcialmente ahorcada: - ¡Te arrepentirás de habernos provocado! - Pero aun así hizo un movimiento con su mano libre.

A varios metros de distancia, el cuerpo del Gólem Blindado volvió a resplandecer, pero el color de sus runas era otro. Poco después desapareció como si nunca hubiese estado ahí.

- Muchas gracias. - Dijo Bryan a Belinda, quien parecía querer decirle algo, pero Bryan la noqueó con un certero golpe en la nuca antes de que pudiera hacer nada más. Entonces acarició la cabeza de su Pequeño Esqueleto como agradecimiento por toda su ayuda antes de enviarlo nuevamente al Inframundo.

Luego usó un poco de su Esencia Mágica para curar las heridas de Belinda, pues no le interesaba que muriese desangrada antes de poder interrogarla un poco. También volvió a colocar en su sitio el dedo que le había dislocado. Finalmente la cargó con un brazo para llevársela al hombro, como si fuera un saco de papas, y regresó donde estaban Caspian y Emily, quienes ya podían moverse tras haber disipado sus respectivas magias.

- Maravilloso trabajo, joven amigo. - Comentó el Druida en cuanto lo vio llegar.

- Nunca lo hubiese conseguido de no ser por usted, Venerable. - Respondió Bryan con respeto y luego señaló a los rehenes que todavía dormían: - La fragancia que usó esta alquimista para dormirlos debería dejar de hacer efecto dentro de un día como máximo. Todos son inocentes que se vieron involucrados, incluso los que están armados, pues se trata de simples mercenarios que fueron engañados para escoltar a esta mujer sin saber realmente de quién se trataba. Con su permiso quisiera tener la osadía de suplicarle que ayude a estas personas hasta entonces. Nosotros debemos retirarnos ahora mismo para interrogar a esta persona. -

- No puedes hacer eso, joven. - Dijo Caspian arrugando las cejas con un gesto severo: - Esta persona es miembro del maldito Culto de Caelos, infames en todo el mundo por su malevolencia y crueldad. El aire que esta mujer respira es un insulto para todos los dioses y seguramente resultará ser mucho más peligrosa de lo que puedes imaginar. ¡Debes matarla ahora mismo o por lo menos dejar que yo me la lleve a la nación élfica para que sea juzgada por nuestros ancestrales! -

- El Manto Oscuro ya ha lidiado muchas veces con el Culto de Caelos y sabemos cómo tratar con ellos. Tienes nuestra gratitud por tu ayuda, venerable Druida ¡Pero no te equivoques! - Interrumpió Emily ligeramente enojada: - Este es el Imperio Itálico y aquí no hay otra ley que la promulgada por el Senado. Los elfos del bosque siempre han exigido el respeto de los hombres cuando se acercan a sus fronteras. ¡Espero que ahora respetes el hecho de que te encuentras en nuestros dominios! -

Las palabras de Emily estaban cargadas del porte y dignidad de una auténtica aristócrata. Al escucharla Caspian se sobresaltó un momento, pero luego hizo una reverencia cortés antes de decir: - Lleva usted la razón, noble señora. Parece que en el furor de la reciente batalla olvidé por un momento en dónde me encuentro. El nombre de la Orden del Manto Oscuro es conocido, respetado y temido en todas partes, así que no me cabe la menor duda de que sabrán cómo resolver este asunto.

Además, dicen que los he ayudado, pero lo cierto es que sin ustedes probablemente habría muerto también. Por eso les estoy enormemente agradecido.

Pueden dejarme a estas personas a mí, pues no me costará mucho regresarlos con seguridad a la posada de Pequeño Valen. -

- Muchas gracias por esto, Venerable. - Dijo Bryan despidiéndose con amabilidad.

 Entonces él y Emily se alejaron a donde estaban los cadáveres de los espadachines. Como siempre Bryan se tomó su tiempo registrando hasta el último bolsillo de los difuntos, en busca de cualquier tesoro.

- Ya deja de estar revisándolos. ¿O acaso quieres llevarte su ropa también? - Dijo Emily en parte exasperada y en parte divertida por la codicia de su amante.

Bryan tuvo que contentarse con llevarse las espadas mágicas. Luego invocó a un par de Guerreros Zombi para que cargasen a Belinda y se fue con Emily a toda velocidad para llegar a la posada mucho antes que Caspian, pues, aunque el Druida los había ayudado, no querían que nadie supiera dónde se encontraba el escondite secreto del Manto Oscuro.

Los poderes de Caspian el Druida

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú, hogar del perro sin pelo más bonito del mundo y que por su calor corporal elevado es perfecto para ciertas terapias medicinales.

Este capítulo fue el final de una de mis modificaciones más importantes hasta la fecha. El original era demasiado aburrido, pues si lo han leído sabrán que el protagonista simplemente invoca a su esqueleto y mata a todos los espadachines. Luego le arroja el arma voladora a Belinda y esta se rinde... Así de simple. Muy aburrido.

En su lugar decidí presentarlo como un capítulo dividido en tres actos. El primero estuvo muy influenciado por algunas series y videojuegos, pero la frase que el protagonista dice está inspirada en los diálogos de uno de mis villanos favoritos de la infancia: Hades del Hércules de Disney 1997.

Durante el segundo acto me inspiré en ciertos Zerg del juego Starcraft II que son como minas de ácido que ruedan. Las espadas voladoras las saqué de Devil May Cry 4, los demonios Gladius. Como nota aparte odié con todas mis fuerzas al personaje de Nero, pero el diseño en general estaba bien.

Finalmente, la frase de Han Shuo es en realidad una mezcla de varias escenas relativas a la mafia, una en particular era de unos gánsteres que querían coaccionar a un guitarrista, pero este se resistía, entonces el criminal propuso cortarle los dedos para que no pudiese volver a tocar nunca más y finalmente cedió.

En fin, espero que este trabajo haya sido de su agrado, por favor patrocínenme usando el enlace de Patreon si pueden y compartan este trabajo con todos aquellos que pudieran disfrutarlo. Les suplico que dejen su opinión en los comentarios para saber si hubo algo equivocado o que pudiera mejorar.

Nos vemos en el siguiente capítulo.