311 Dudas y revelaciones

Debe haber algo muy satisfactorio en ser un Mago de Fuego si así es como se sienten luego de provocar una explosión.” Pensó Bryan sonriendo tras el estruendo que provocó: “¡Es una pena que el costo de Esencia Mágica sea tan elevado, porque me encantaría hacer bombardeos como este más a menudo!

Lo cierto es que la gran bola de fuego que había enviado provocó un daño significativo sobre el territorio en el que impactó y valió la pena todo el poder que tuvo que emplear para reunirla y luego mantenerla. Pero también ayudó que el terreno hubiese sido previamente sacudido por el Zombi Élite de Tierra, ya que inmediatamente después se produjo un auténtico derrumbe, el cual fue tan fuerte que Bryan tuvo que enviar a sus Zombis Elementales de regreso al inframundo rápidamente, para después alejarse volando y evitar quedar atrapado.

Una vez a salvo, confirmó que ni los Sardukar ni los Paladines del Batallón Sagrado se habían salvado. Quizá los primeros aún estuviesen vivos de alguna manera, pero los que más le interesaba matar definitivamente estaban muertos.

Aun así, Bryan sentía que su victoria era pírrica en el mejor de los casos, porque había perdido a dos Espectros Oscuros y tuvo que usar una gota de la preciosa Esencia de Sangre que involucraba años de su vida, la cual acababa de recuperar tras su última transformación y no podría reponer, a no ser que dominase un nuevo reino de la Magia Demoníaca o se encontrase con otra Orquídea Vital Centenaria, lo cual era muy poco probable

Además, terminó gastando una preciosa gema alquímica que le costó muchas horas de trabajo y joyas preciosas para refinar. Pero lo peor de todo fue cuando finalmente pudo tomar de vuelta al Desgarrador Sombrío y al examinarlo confirmó que gran parte de su superficie estaba cubierta con varias grietas, las cuales no estaba seguro de poder arreglar, al menos no de momento.

Ese maldito Fragmento de lo-que-sea no era del todo un artefacto ofensivo, pero realmente debía ser de origen divino, porque dejó así a mi arma pese a todos los refuerzos que le hice anteriormente.” Pensó Bryan suspirando tristemente mientras guardaba su espada en su Anillo Espacial: “Y hablando de esa cosa…

Bryan levantó el Fragmento de Khilani-Veda, que ahora tenía una enorme rotura justo en el medio de los eslabones, donde el ataque del Desgarrador Sombrío le había impactado. Pero cuando trató de examinarlo descubrió que el artefacto estaba deshaciéndose en partículas y sin importar lo que Bryan intentase, en pocos minutos se había convertido en polvo.

Reprimiendo un grito de impotencia, Bryan examinó la extraña brújula que el difunto Sakala utilizó para rastrearlo, pero también estaba rota por culpa del impacto. Tal vez si se la llevase a un alquimista podría tener algún modo de repararla, pero lo veía poco probable ya que apenas le quedaban algunas partes intactas.

- Quizá pueda aprender algo de este artefacto si lo examino en el laboratorio del Cementerio de la Muerte, pero salvo esa posibilidad no he ganado prácticamente nada de esta maldita pelea.

En cambio, perdí dos Espectros Oscuros y mi mejor arma esta temporalmente inutilizada. Eso sí puedo arreglarla. Y además la barrera… - Dijo mirando la esfera de luz que flotaba a su lado y que todavía destellaba energía protectora inútilmente, pero que ya daba signos de estar perdiendo poder: - Si tan sólo esos Sardukar hubiesen atacado unos segundos antes me hubiese ahorrado el tener que usar esta barrera purificadora que me costó una fortuna. ¡Pero qué desperdicio! ¡Ahora solo me queda una joya!

¡Si tuviese tiempo regresaría para buscar sus cadáveres y los levantaría como Muertos Vivientes, solamente para darme el gusto de volverlos a destruir! - Despotricó Bryan en voz alta, pero entonces se fijó en algo y dijo suspirando resignado: - Bueno, por lo menos he resuelto un misterio. -

Una pequeña cápsula de cristal contenía en su interior una minúscula gota de sangre.

Justo en la punta de la flecha del artefacto se encontraba una pequeña cápsula de cristal que contenía en su interior una minúscula gota de sangre. Esta cápsula también estaba dañada como el resto del artefacto y un poco del olor se filtraba por las grietas. Gracias a esto Bryan se dio cuenta de que se trataba de su propia sangre, que de algún modo estaba siendo usada como medio para encontrarlo.

Pero ¿cómo consiguieron mi sangre? No recuerdo haberles dado la oportunidad en ningún momento, excepto… Ah, ese maldito de Marcus.” Concluyó Bryan recordando al Gran Maestro de Espadas del que tuvo que escapar cuando se infiltró en la Fortaleza de Kerlan: “Ese desgraciado llegó a cortarme la mejilla en aquella ocasión y también tiene vínculos con el Templo de Idramón. Lo más probable es que fuese él quien se las proporcionó.

En cualquier caso, saber esto era tranquilizador en cierto modo, porque significaba que no necesariamente todos los grupos del Templo de Idramón con los que se encontrase podrían rastrearlo con tanta facilidad. Después de todo, no les quedarían más que unas cuantas gotas. Pero tampoco era imposible que aquellos asignados a destruirlo tuviesen más de estos artefactos y debía tenerlo en cuenta desde ahora, sobre todo cuando volviese a salir en solitario como ocurrió esta vez.

Afortunadamente, también había otro aspecto positivo. Y es que en el interior de su cuerpo todavía se encontraban las tres Auras de Batalla de los Paladines que lo atravesaron con sus lanzas y la Esencia Mágica las estaba conteniendo. Hacía mucho que no podía asimilar este tipo de energía porque las circunstancias no lo permitían: Sus oponentes eran demasiado poderosos como para que pudiese asumir el riesgo de recibir un golpe directo o muy débiles para que valiese la pena. Pero esta vez se trataba de los poderes de tres Caballeros de la Tierra, así que el esfuerzo podría darle algunos beneficios.

De modo que comenzó a buscar hasta que encontró un claro deshabitado y se sentó con los ojos cerrados para absorber la energía, mientras que el Pequeño Esqueleto ejercía el papel de centinela. Le tomó el resto del día, pero al anochecer había incrementado un poco sus poderes.

Bueno, es mejor que nada.” Pensó Bryan levantándose y mirando al cielo.

La luna estaba en su cenit y triunfaba sobre las nubes, brillando con tanta intensidad que uno podía ver el entorno con inusitada claridad. Y más aún si uno poseía los ojos sobrenaturales de Bryan. Casi no había viento, pero el olor de las coníferas lo envolvía todo, provocando una fragancia bastante agradable. Todo el entorno se veía hermoso e invitaba a quedarse ahí mismo, contemplando el paisaje nocturno.

- Que pena que no tenga alma de poeta. - Susurró Bryan irónicamente: - Es mejor que regrese de inmediato antes de que a Silano se le ocurra enviar un grupo de búsqueda. -

- ¿Tan pronto? Si fuese posible me gustaría tener una conversación contigo, joven Necromante. - Dijo una voz rasposa, antigua y temblorosa, que parecía venir desde muy lejos, pero al mismo tiempo se sentía cerca.

Bryan reaccionó de inmediato. En ese delicado momento en que su Desgarrador Sombrío estaba inutilizado y sólo le quedaban dos Espectros Oscuros, un individuo desconocido había conseguido acercarse sin que lo percibiese. Escapar y darle la espalda a esa persona podía ser bastante peligroso, así que su mejor opción era enfrentarlo directamente.

De modo que invocó la mejor arma que tenía, el Báculo Necromántico, para incrementar al máximo su velocidad de conjuración. Y al mismo tiempo dio una orden mental al Pequeño Esqueleto, que retrocedió rápidamente para esconderse entre los árboles, desde donde podría lanzar un ataque sorpresa.

- No hay necesidad de estar en guardia. - Dijo la voz: - Te aseguro que vengo en paz. -

- Y yo te aseguro que si intentas algo sospechoso voy a hacer mi mejor esfuerzo para destruirte, seas quien seas. - Respondió Bryan con ironía: - ¡Ahora muéstrate! -

En los árboles cercanos apareció una especie de distorsión. Era en cierto modo similar a la que había visto usar a Dean Emma, pero se notaba que su naturaleza era muy diferente. De su interior emergió levitando una figura bastante alta, cubierta casi por completo con distintas ropas negras que lo hacían ver como un espectro… No, en realidad esa palabra era la mejor para describirlo.

- Saludos, joven Bryan. Yo soy… -

- Eres un Liche. - Lo interrumpió Bryan.

Su mirada alerta ahora tenía un pequeño brillo de miedo. Un Liche era un ser de leyenda que teóricamente ya no debería existir.

En los documentos del Cementerio de la Muerte había referencias a nigromantes extremadamente poderosos que se habían obsesionado con una idea: la de alcanzar la inmortalidad.

Y es que sin importar lo poderoso que fuese un mago, mientras fuese humano uno no podía escapar al paso del tiempo y la muerte. Luego el espíritu marchaba a enfrentar el juicio divino, pero los remanentes del alma junto con la energía restante del cuerpo acaban formando energía negativa, que finalmente se transformaba en las Criaturas Oscuras que poblaban el inframundo. Tal era el inevitable destino de todas las cosas mortales.

Ahora bien, casi todas las escuelas de magia afirmaban como principio fundamental que el mayor deseo detrás de sus investigaciones no era el poder per se, sino el conocimiento. Pero la realidad era que, cuanto más una persona se acercaba a la supremacía, menos dispuesta estaba a ver como la edad acababa mermando sus capacidades. Era un poco más fácil aceptar que sus increíbles descubrimientos terminarían siendo alimento para el estudio de aquellos que los sucederían y que de algún modo los logros de su vida perdurarían en las futuras generaciones. Pero para muchos ese consuelo no era suficiente.

Y en el caso de los necromantes este dilema podía ser más fuerte, porque ellos eran conocidos como los amos de la muerte. Eran los que comandaban a las Criaturas Oscuras del Inframundo. Eran los que supuestamente estaban más cerca de los secretos del esplendor del final… Pero no podían evitar su propia muerte. Y sabían que, eventualmente, llegaría el día en que ellos mismos, o por lo menos algunos restos de lo que ellos fueron, terminarían convirtiéndose en herramientas para que otros los controlasen.

Algunos necromantes del pasado fueron tan grandes en orgullo como en poder, por lo que la idea de escapar de ese destino se afianzó con fuerza en sus corazones. Además, una buena cantidad de ellos habían cometido actos espantosos durante sus vidas y sabían que tendrían que responder por ello ante los dioses eventualmente. Así que la posibilidad de escapar del juicio divino o por lo menos posponerlo, se convirtió en una obsesión para ellos.

Naturalmente estos no fueron sus argumentos iniciales. Comenzaron diciendo mentiras razonables con las que podían engañarse ellos mismos tanto como a los demás: Había muchas cosas importantes que debían hacer por el bien del conocimiento mágico y el tiempo de vida simplemente no era suficiente.

Estos magos repitieron y repitieron estas mentiras hasta que parecieron tener sentido para muchos y finalmente una facción entera se dedicó a desarrollar el espantoso ritual necromántico que permitió la creación de un Liche.

La información que encontró Bryan decía que el proceso se dividía en dos partes. Por un lado, el necromante debía preparar y consumir un veneno especial que lo mataría de un modo lento, para darle tiempo de separar el alma de su cuerpo. Pero lo más importante era crear un objeto fetiche, que sería el depósito de su alma una vez que comenzase el ritual.

El paso final era que el mago usase su necromancia para reanimar su propio cadáver, al que trasladaba su conciencia, de manera que mantuviese todo el poder y las habilidades que tuvo en vida. Era en ese momento que el Liche estaba creado.

El cuerpo de un Liche se volvía capaz de resistir cualquier ataque mortal, pues, aunque este fuese destruido, simplemente volvería a levantarse eventualmente, porque su verdadera esencia residía en el objeto ritual y solamente podía morir si este era destruido. Su energía y poderes estaban realmente en el objeto, así que el Liche no tenía necesidad de comer, dormir o descansar, como cualquier otro no muerto.

Y al principio esta existencia fue considerada algo atractiva para muchos necromantes poderosos… hasta que el tiempo pasó y se apreciaron las consecuencias.

Ciertamente los liches tenían una cantidad de magia sorprendente y un cuerpo inmortal, pero que tampoco crecía o adquiría nueva vida. Cosas que inicialmente habían despreciado como innecesarias, tales como la bebida, comida o la buena compañía les estaban completamente negadas. Aunque sus cuerpos parecían seres humanos al principio, con el pasar del tiempo comenzaron a darse cuenta de que la bebida ya no los saciaba, que la comida se volvía cenizas en sus bocas y que ni todas las putas del mundo eran capaces de aliviar su lujuria.

Naturalmente al ser no muertos todas estas necesidades estaban minimizadas y reducidas a una vaga sensación. Pero seguían ahí o por lo menos sus cuerpos recordaban que debían tenerlas. Eran molestias eternas, como el constante zumbido de un zancudo en el oído, que no puede amenazar la vida, pero no permite descansar en paz.

Estaban malditos. Ya no estaban entre los vivos, así que no podían morir. Pero tampoco estaban muertos. No sentían nada. Ni la brisa del viento en el rostro, ni el sabor de la comida o el calor de la carne femenina. Algunos comenzaron a pensar seriamente en destruir sus objetos fetiches para finalmente desaparecer… pero el miedo a las consecuencias del juicio divino siempre los detenía.

El deseo de evitar su propia muerte era lo que había motivado la existencia de los Liches, pero de pronto descubrieron que estaban consumidos por este deseo.

Atrapados en esta existencia, comenzaron a odiar a aquellos que no lo estaban. Sentían una tremenda envidia cuando veían a otros comer, amar o hasta envejecer. Uno a uno todos ellos fueron cayendo en una profunda locura que los convirtió en verdaderos monstruos que deseaban matar a todos los que estuviesen vivos. Solamente para no verlos. Para que nada les recordase lo que alguna vez tuvieron y en lo que se habían convertido. Finalmente, su propia apariencia fue degradándose para coincidir con el estado de su alma desgastada, adquiriendo un aspecto decrépito y putrefacto que los caracterizaba.

Los documentos del Cementerio de la Muerte no explicaban lo que sucedió con ellos. Pero el ritual necesario para la creación de los Liches no se encontraba en la biblioteca, como si deliberadamente lo hubiesen retirado. Y las propias criaturas solamente eran descritas con sus características principales, sin entrar en demasiados detalles, y haciendo mucho énfasis en el hecho de que tales seres no deberían existir. Además, en el resto del mundo se les consideraba seres de fantasía o leyenda.

Bryan tenía tres teorías respecto a esta falta de información.

La primera era que solamente aquellos que se convirtieron en liches conocían el método de transformación y decidieron guardárselo para sí mismos.

La segunda era que los propios necromantes del pasado hicieron una purga con estos peligrosos liches y fueron ellos quienes borraron la información de cómo transformarse en estos seres.

La tercera, un poco más oscura, era que la gran tragedia que provocó la caída de los necromantes en desgracia estuviese relacionada de algún modo con los liches y que quizá el método para su creación estuviese vinculado… a los dioses del caos.

Hace mucho tiempo los Antiguos Necromantes, siempre ávidos de incrementar su poder sin ningún tipo de mesura o precaución, descubrieron un libro que no pudieron identificar.” Le había explicado el Niño Misterioso aquella vez, justo cuando regresó de la dimensión de Nécora: “En el interior alguien había registrado muchos encantamientos desconocidos de incalculable poder, que los llevó a convertirse en los magos más poderosos de su tiempo.

Cegados por su codicia, continuaron profundizando en estas artes mágicas que se volvían cada vez más complicadas con el paso del tiempo. Y tal era su anhelo de poder que incluso comenzaron a realizar magias cuyo propósito ni siquiera comprendían.

Así es precisamente como funciona esa trampa.

Sea como fuere, Bryan sabía lo suficiente de estos seres como para reconocer a un Liche y también entendía lo peligrosos que podían ser, pues no solamente eran virtualmente invencibles (salvo que uno obtuviese su objeto fetiche), sino que además tenían siglos de experiencia en el control de la magia.

El Liche

- De modo que lo sabes… - Dijo el Liche mientras su cuerpo dejaba escapar un leve pulso de magia y las ondas hicieron que las telas que cubrían su cuerpo desapareciesen, mostrando a un ser cadavérico hasta el punto de parecer momificado, con restos de sus barbas envejecidas y unos ojos con cuencas vacías en las que brillaban unas luces verdosas. Sin embargo, vestía unas prendas increíblemente lujosas, que, si bien tenía algunas partes desgastadas, principalmente las telas, tenía accesorios metálicos en perfecto estado, los cuales seguramente eran mágicos.

Aquella mínima muestra de su poder hizo que las alertas en el corazón de Bryan se disparasen, pues a través de su sexto sentido pudo ver claramente como los espíritus alrededor del Liche eran expulsados y hasta el entorno mismo parecía cambiar. Eso, sumado a sus habilidades para percibir la magia, le permitieron darse cuenta de que esta entidad era como mínimo un Gran Mago y uno más poderoso que Egon.

O quizá fuese todavía más terrible que un Gran Mago.

¿Será un Supremo?

- Tranquilo, lo último que quisiera es que te sucediese algún mal y menos aún pelear contigo, joven prodigio. - Dijo el Liche.

- No soy tan estúpido como para creer eso luego de que he matado a tantos de tus miembros. - Objetó Bryan sonriendo con indiferencia, pero en secreto estaba planificando a toda prisa lo que podía hacer.

- Si alguien toca a uno de los nuestros, esa persona y toda su familia será exterminada. Si son más de uno, destruiremos su ciudad o incluso su país. - Admitió el Liche: - Pero tú puedes matar a todos los que desees sin que obtengas otra cosa de nuestra parte que alabanzas. Incluso esos Sardukar que enterraste vivos hace poco estaban ahí precisamente para protegerte del Batallón Sagrado. Lejos de culparte por ello, debo elogiarte por utilizarlos de un modo tan apropiado. ¡Bien hecho! -

- ¡Vaya que interesante! ¿Y a qué debo tanta generosidad? -

- A que eres el Necromante más superdotado que jamás haya visto en todos los siglos que tengo de vida. - Respondió el Liche: - Y si nos lo permites, podemos ayudarte a alcanzar todo tu potencial. -

- ¿Has venido hasta aquí sólo para aconsejarme? - Se burló Bryan.

- Tú no necesitas consejos, Bryan. - Respondió el Liche: - Con el tiempo, aprenderás a confiar en tus propios instintos. Entonces, serás invencible. -

- Pues muchas gracias por el cumplido. Pero aún no me has dicho lo que quieres. -

- Quería conocerte en persona para entender cómo era posible que fueses tan poderoso, pero ahora entiendo el motivo. -

- ¿Y cuál es el motivo? -

- Egon ha sido un iluso. Todo este tiempo ha estado pensando en cómo reclutarte para nuestro culto… cuando en realidad siempre has sido uno de nosotros. -

- No comprendo. - Dijo Bryan.

Y esta vez decía la verdad.

El Liche señaló con un dedo huesudo el báculo que llevaba en su mano.

- Ese sagrado artefacto te identifica como el representante de nuestros dioses. -

Bryan miró el Báculo Necromántico confundido, pero entonces el Liche descendió al suelo y se puso de rodillas, mientras comenzaba a entonar una serie de encantamientos inentendibles, pero de un gran poder, mientras trazaba una serie de símbolos misteriosos en el suelo, con sus manos temblorosas.

Aterrorizado, Bryan trató de alejarse, pero antes de que pudiese formular el pensamiento hubo un extraño viento negro que los envolvió a ambos. Y de una de las cabezas en el Báculo Necromántico salió una especie de aliento verdoso, el cual se dirigió directamente hacia la boca del Liche, quien se sacudió violentamente al principio, pero después soltó un grito lleno de euforia.

Segundos después, frente a los ojos asombrados de Bryan, el cuerpo decrépito del No Muerto comenzó a regenerarse, rejuvenecer y llenarse de vida. El proceso fue tan rápido e impactante que Bryan se quedó quieto por la impresión. Cuando todo terminó, había un hombre de unos cuarenta años, con cabellos negros relucientes y una piel tan pálida que parecía nunca haber visto un rayo de sol. La única prueba de su identidad como Liche sería que aún conservaba aquel extraño brillo en sus pupilas.

La única prueba de su identidad como Liche sería que aún conservaba aquel extraño brillo en sus pupilas.

- ¡Ah, mi propia carne y sangre! - Exclamó el Liche con una voz juvenil y una sonrisa llena de alegría: - Han pasado siglos desde que sentí mis venas funcionando. -

- ¿Cómo es posible? - Preguntó Bryan sin poder evitar expresarse en voz alta: - Se supone que recuperar la juventud del cuerpo de un Liche es imposible. Todos los documentos que leí decían que no se podía hacer… -

- El Báculo divino de los dioses del caos. - Respondió el Liche señalando el objeto en las manos de Bryan: - Es la prueba de que eres el elegido de nuestro culto. -

- No soy nada de tu culto. - Objetó Bryan: - Y nunca lo seré. -

Pero el Liche simplemente soltó una carcajada y lo miró con una expresión divertida: - Oh, pero lo serás. Es inevitable. -

- ¿Y por qué lo dices? -

- ¿Cómo has llegado tan lejos? Porque comprendes que el resto del mundo son un montón de esclavos encerrados en una ridícula ilusión llamada “sentido”. No existe tal cosa. No hay justicia. Y tampoco hay nadie ante quien justificarse. Solo existe el poder y personas que son demasiado débiles para buscarlo.

Tú quieres lo mismo que nosotros: un poder tan grande que nos permita hacer todo lo que queramos. ¿Por qué deberíamos seguir las reglas que nos imponen unos dioses ridículos? ¿Por qué deberíamos ser esclavos de su moralidad? -

- Ese discurso ya lo he escuchado antes. - Respondió Bryan suspirando: - No puedo creer que me hayas buscado sólo para cansarme los oídos. -

- Lo que no sabes es el objetivo final. - Comenzó a decir el Liche.

- Traer a dioses del caos a este mundo. - Lo interrumpió Bryan: - Vi con mis propios ojos como ese Necromante llamado Fausto lo intentaba. - Luego agregó con una mirada sombría: - No me impresiona. Hablas de libertad, pero al final sólo son esclavos de esos dioses de la locura en lugar de los dioses del orden. -

Contrario a lo que Bryan esperaba, su comentario no provocó indignación en el rejuvenecido Liche, sino que más bien soltó una carcajada.

- ¡¿Eso es lo que crees que sucede? - Exclamó el Liche finalmente: - Es todo lo contrario, joven Bryan. Todo lo contrario.

No tienes idea del poder que la Fuerza del Caos otorga a quienes dominan sus secretos. Y una vez que lo obtengas comprenderás que incluso esas entidades conocidas como dioses, incluso los del caos, no son más que herramientas para que nosotros podamos cumplir nuestros deseos. -

¿Está loco?” Pensó Bryan mientras el recuerdo de Nécora aparecía en su mente: “¿Cree en verdad que puede manipular a… eso?

- Estás pensando que es una locura, pero te aseguro que es muy real. - Dijo el Liche sin dejar de reír: - Los dioses locos, como bien los llamaste, tienen el factor común de que solamente quieren destruir. Y ese simple deseo los hace perfectamente utilizables para las personas lo bastante poderosas, que tengan la determinación de mirar hacia el abismo de la magia. -

- Si, pero cuando miras al abismo, el abismo puede devolverte la mirada. - Respondió Bryan sonriendo también: - ¿De verdad puedes ver hacia los horrores que están encerrados en el vacío y regresar con tu mente intacta? -

- El mundo con dos soles en estado de eclipse perpetuo. - Dijo entonces el Liche sonriendo maléficamente: - La ciudad maldita de pesadilla con el palacio en forma piramidal… Si, lo he visto muchas veces. Y te aseguro que conservo mi cordura. -

Bryan se tragó lo que quería decir. Estaba genuinamente asombrado de que alguien pudiese ver aquello y aun así seguir pensando que realmente era posible manipular a los dioses del caos. ¿Era realmente el delirio del Liche por haber vivido tanto tiempo?

O quizá…

“¿Realmente tienen un modo de aprovechar ese poder?” Por primera vez comenzó a pensar que quizá ese Liche no estaba desvariando del todo.

- Si te unes a nosotros… no, cuando te unas a nosotros, te enseñaremos a usar poderes que están más allá de tu imaginación - Continuó el Liche.

- Das por hecho que me uniré a ustedes. -

- Es inevitable desde que tienes ese báculo. - Insistió el Liche sin dejar de sonreír, algo que realmente estaba irritando a Bryan: - Estás destinado a unirte a nosotros por el simple hecho de que deseas tanto la libertad para hacer lo que quieres. Hasta el punto de romper las mismísimas reglas de este mundo con tal de obtener más poder. -

- Es verdad que me gusta fortalecerme. - Admitió Bryan: - Pero no estoy dispuesto a hacer los horribles rituales por los que ustedes son famosos. -

- Todavía no estás dispuesto, joven Bryan. - Objetó el Liche mirando hacia la distancia, como si estuviese viendo el futuro: - Tu camino ya comenzó. He vivido mucho tiempo y visto todo tipo de cosas. Pero incluso sin toda esa experiencia me podría dar cuenta de que hay algo más en ti además de la necromancia. Me refiero a un poder desconocido. - Y volvió a mirar directamente a Bryan, solo que esta vez lo hacía como si observase una joya especialmente valiosa: - Y este poder que tienes no pertenece a este mundo. ¿No es verdad? -

- Ahora vuelves a decir tonterías. - Dijo Bryan encogiéndose de hombros y con una expresión perfectamente indiferente, pero por dentro estaba luchando para contener el profundo nerviosismo que sentía. Sin embargo, ahora entendía una parte del razonamiento del Liche, pues este debía creer que Bryan había obtenido la Magia Demoníaca mediante algún tipo de ceremonia o proceso de este mundo y no sabía que en realidad todo fue culpa de otro individuo llamado Chu Can Lan, y además en otra dimensión.

Aun así, la capacidad de análisis del Liche era aterradora. ¡Solo tenía minutos conociéndolo y ya había deducido tanto!

- Podemos enseñarte muchas cosas más. Poderes que están más allá de la imaginación del resto de mortales e incluso algunos inmortales. - Continuó el Liche: - ¿Te preocupa que la sociedad se entere? Podemos mantener fácilmente la fachada de que no tienes nada que ver con nosotros, como hacemos con miles de miembros. ¿Deseas ascender en la jerarquía del Imperio Itálico? Hay muchas formas en que podemos arreglarlo. O quizá… - hizo una pequeña pausa, pero que estaba llena de significados: - ¿Deseas tener a alguien contigo? Podemos arreglar que poseas a cualquier mujer que desees, ya sea aquí o en cualquier otra nación. - Entonces su sonrisa se pronunció: - Controlamos a muchas naciones diferentes, donde podemos dejarte hacer lo que quieras. Algunas están muy lejos de aquí, y ahí nadie sabrá nunca quién eres. Puedes llevarte contigo a las mujeres o amigos que quieras y vivir como quieras con ellas, mientras dominas poderes que ningún otro tiene. ¡Puedes vivir sin preocupaciones en completa y absoluta libertad! -

- Todo eso que ofreces, lo puedo obtener yo mismo y sin la ayuda de nadie. - Objetó Bryan con tono desdeñoso.

- Quizá… Pero ¿en cuánto tiempo? - Preguntó el Liche con una mirada astuta: - ¿Por cuánto tiempo tendrás que soportar las intrigas de los nobles de Itálica como Tiberio Claudio? ¿Cuántos años te tomará convertirte en un poder capaz de hacer tú voluntad en la sociedad noble? Y con esos cobardes de las Legiones Malditas, por encima de todo… -

- Cuidado Liche. - Lo interrumpió Bryan con una mirada peligrosa: - Para bien o para mal siguen siendo mis hombres. Y como su general en jefe no permitiré que nadie les falte el respeto. Ni siquiera el Culto de Caelos. -

- Como desees. - Respondió el Liche asintiendo: - Como te dije, estamos dispuestos a concederte cualquier cosa con tal de que te unas a nosotros. O como ya dije, cuando te unas a nosotros. - El Liche se dio la vuelta y comenzó a caminar: - Ya te di mi mensaje, así que no abusaré más de tu tiempo. - Por favor considera nuestra propuesta. En el Culto de Caelos te daremos la bienvenida en el momento que lo desees. -

Poco después hubo una distorsión y el Liche desapareció, pero aún mientras lo hacía Bryan sintió de pronto que había otras criaturas voluminosas en los árboles circundantes, las cuales no había podido detectar hasta ese mismo instante. Y todas ellas desaparecieron junto con el Liche.

¡Todo el tiempo estuvieron rodeándome!” Entendió Bryan asombrado: “Pero no hay ninguna magia necromántica de ocultamiento semejante. Eso más bien es potestad de la Magia Oscura… Entonces ¿cómo lo hizo ese Liche? Realmente tienen poderes únicos.

El Pequeño Esqueleto llegó corriendo a su lado, pero ni siquiera la presencia de su criatura reconfortaba el corazón de Bryan, que en ese momento se sentía lleno de dudas. Necesitaba pensar, así que envió a su criatura de regreso y comenzó a caminar hacia la fortaleza de Valderán en lugar de volar, mientras trataba de organizar sus ideas.

Cuando finalmente regresó fue recibido por Silano, quien ya estaba a punto de salir personalmente liderando a un grupo de exploradores. Bryan lo reprendió brevemente por pensar en dejar su puesto cuando estaba sirviendo como segundo al mando, pero no se entretuvo demasiado en eso y en su lugar se retiró a dormir a su tienda, no sin antes decir: - Espero ver los resultados de los trabajos de hoy a primera hora. ¡Más vale que haya progresos! -

Luego de eso el cansancio de aquella jornada lo venció finalmente y se quedó dormido.

*****

Nuevamente se encontraba en ese mundo rodeado por la neblina, con el Niño Misterioso sentado en frente suyo.

“¡Vaya! ¡Tu cabeza parece tan alborotada como un gallinero en el que se metió un zorro!” Dijo el niño riéndose con ganas.

“Escuché cosas que me hicieron pensar mucho.” Respondió Bryan.

“Ciertamente.” Le dijo el niño y luego sonrió mientras le decía con un dejo de ironía: “Tú mismo experimentaste el terrible poder corruptor que tiene la Fuerza del Caos, hasta el punto en que literalmente destrozaste tu alma. Tú viste en persona el horror del Palacio de Nécora el Putrefacto. Y ahí te enfrentaste con una versión alternativa tuya, esclavizada a su poder… Pero bastaron unas palabras bien formuladas de parte de un pobre mago atrapado en el tiempo para hacerte considerar el unirte al Culto de Caelos y aprender lo que ellos saben, con tal de hacerte más poderoso.

¡Eso es algo tan estúpido y al mismo tiempo tan típico de la condición humana!”

“Entonces ¿no debo considerarlo siquiera?” Preguntó Bryan con tono hosco, tratando de contener su impaciencia.

“Creo que hubo un genio de tu mundo que definió la locura como: Hacer exactamente lo mismo una y otra vez, esperando un resultado diferente. Es verdad que se veía y vestía como alguien que estaba en el extremo contrario de la sanidad. Pero su frase era buena.”

“¿Puedo o no puedo unirme al Culto de Caelos?”

“¿Es en serio?”

“¡Por favor dime!”

La sonrisa del niño desapareció y se quedó mirando a Bryan en silencio durante un tiempo antes de decir: “No necesitas mi permiso, Bryan. Puedes hacer lo que te dé la gana. Es tu vida y tu destino también es tuyo. Pero te pido que por favor no me uses como excusa.”

“¿A qué te refieres?”

“En este momento eres como un chiquillo que quiere usar a sus padres para justificar su comportamiento. Ya sea pensando que <<ellos me lo dijeron>> o <<Haré lo que yo quiera, porque ellos no son mis dueños>>. No encontrarás nada de eso en mí. Yo no te pienso permitir ni prohibir nada. Simplemente doy advertencias y allá tú si quieres escucharlas.”

“Por favor adviérteme, entonces.” Insistió Bryan, aunque su ánimo se había calmado un poco.

“Ese Nestoriano, que es el nombre de ese Liche, no te ha mentido del todo, Bryan.” Dijo el niño poniendo los ojos en blanco por un momento, como si estuviese aburrido de explicar algo obvio: “Si te unes a ellos acelerarás muchísimo el fortalecimiento de tus poderes y aprenderás muchos trucos interesantes. También obtendrás aliados de gran importancia e incluso un nuevo par de hermosas amantes, las cuales realmente se enamorarán de ti con pasión. Por supuesto que conocerás enemigos terribles, pero nada de eso es algo nuevo para ti.

Sin embargo… una vez que seas uno de ellos, tu destino y el del Culto de Caelos estarán unidos para siempre. Y el único desenlace será un interminable sufrimiento y tragedia para ti y también para todos aquellos que te amen. Sin importar lo que hagas o no hagas.”

“¿Por qué?” Preguntó Bryan intrigado: “Me he librado de muchos peligros gracias a mis habilidades. Y tú mismo me dijiste que mi sola presencia cambió el destino de muchas personas que deberían haber muerto.

¿Por qué no puedo acabar cambiando el destino si me uno al Culto de Caelos?”

“¿Conoces la fábula de la rana y el escorpión?”

“Nunca la he oído…”

“Había una vez una rana, que vivía flotando alegremente en un río tranquilo. Un día un escorpión llegó a la orilla y le pidió amablemente que lo ayudase a cruzar las aguas, llevándolo en su espalda. La rana se negó al principio, porque tenía miedo de que el escorpión la picase con su aguijón venenoso. Pero este la tranquilizó explicándole que aquello nunca sucedería, porque si el escorpión la atacaba mientras estaban cruzando el río, ambos morirían ahogados.

Al oír este argumento perfectamente lógico y racional, la rana aceptó llevar al escorpión en su espalda. Pero cuando estaba nadando sobre la parte más peligrosa del río, la rana sintió un doloroso piquete sobre su lomo y poco después el veneno mortal se extendió por su cuerpo.

Mientras agonizaba, la rana preguntó al escorpión el por qué había hecho eso, ya que la única consecuencia era que ambos morirían irremediablemente.

¿Sabes lo que le contestó el escorpión?”

“¿Qué le contestó?” Preguntó Bryan intrigado.

“El escorpión dijo: Lo lamento mucho… pero esa es mi naturaleza.”

“¡..!”

“Es precisamente por eso, que cualquier tipo de alianza entre tú y el Culto de Caelos solo puede terminar en un desastre. No importa las elecciones que tomes o cómo resulten las cosas en el futuro. Es simplemente inevitable.”

“¿Por su naturaleza?”

“Exactamente.” Asintió el niño mirándolo con mucha intensidad y declaró:

“Esta vez puede que ellos cumplan sus promesas.

Esta vez puede que te protejan.

Esta vez puede que ellos no te mientan.

Esta vez puede que realmente te consideren uno de los suyos.

Esta vez puede ser que estén dispuestos a morir luchando a tu lado.

Pero al final te traicionarán y causarán tu destrucción.

No sabría decirte cómo, cuándo o de qué modo. Sólo sé que es algo inevitable.

Porque la naturaleza de quienes abrazan la Fuerza del Caos voluntariamente es la traición, la mentira y por encima de todo, la autodestrucción.

Puede que tarde días o tal vez milenios. Pero ya sea que ellos te arruinen o que te arruines tú con ellos, al final será lo mismo. Sin importar lo que suceda.”

“Es su naturaleza…” Repitió Bryan pensando profundamente y luego de un rato suspiró aliviado: “Entonces no vale la pena considerarlo.”

“Es tu elección, pero te lo recomiendo encarecidamente.”

“Me alegra escucharlo.” Dijo Bryan sonriendo aliviado, aunque luego frunció el ceño: “Pero me sorprendió lo que dijo ese Liche acerca de la dimensión de Nécora.”

“Ese ridículo hombre es tan solo una mota de polvo en medio de este universo.” Contestó el niño haciendo un gesto desdeñoso con la mano: “Pero está seguro de que sabe todo acerca de los dioses y cómo funcionan las reglas que rigen la existencia. ¡Es tan divertido escucharlo!”

“Pero tú si lo sabes…” Respondió Bryan sarcásticamente: “Sin embargo, cada vez que te pregunto sobre los dioses me respondes con un <<no estás listo>> como si fuese un simple…”

 “Las deidades de este mundo pueden dividirse en dos grandes clases: Los dioses del Orden, que buscan mantener el equilibrio del mundo, y los dioses del Caos, que desean destruirlo.” Lo interrumpió el niño sonriendo: “Pero en cada uno de estos grupos hay jerarquías, tanto de poder como de autoridad.”

Bryan abrió mucho los ojos por la sorpresa, ya que no esperaba que de repente aquel Niño Misterioso comenzase a parlotear sobre ese tema que tanto le interesaba y que hasta entonces se negaba a discutir. Pero rápidamente se recuperó y preguntó, apenas conteniendo su curiosidad: “¡Si, mencionaste algo sobre las generaciones de dioses una vez! ¿Quiénes son exactamente…?”

“Esa es una historia para otro día. “Lo cortó el niño sonriendo con picardía: “Por ahora basta con que entiendas que actualmente hay varias generaciones de dioses, cada una menos poderosa que la anterior.

Ahora bien, los dioses del Orden son los que más se involucran con la realidad para mantenerla funcionando. Pero, aunque muchos son increíblemente virtuosos y racionales, también están aquellos que son algo irracionales… y unos verdaderos miserables.”

“Espera… no comprendo. ¿Cómo puede una deidad del <<orden>> ser irracional?”

“La diferencia entre el Orden y el Caos no es la misma que existe entre el Bien y el Mal, Bryan. El Caos desea destruir todo para recrearlo de nuevo según su capricho, en cambio el Orden desea proteger el Statu Quo de la existencia a cualquier precio. No faltan algunas deidades que creen sinceramente que, para mantener el “orden”, es necesario ejercer un “control” (muchas veces tiránico) de todos los aspectos de la vida mortal.

Idramón es un caso textual de ello. Esa reliquia que destruiste es tan sólo una de muchas que repartió entre sus adeptos, sin pensar en las consecuencias que esto podría tener en el destino de los mortales, todo para asegurarse de eliminar lo que considera como corrupción del orden cósmico.

Otro ejemplo sería el caso de Deseo.”

“¿Deseo?”

“No sé cómo lo llaman ahora, pero es un dios que nació cuando la diosa de la pasión tuvo relaciones con el dios de la violencia. De la unión de esos dos imprudentes, nació este desgraciado que disfruta mucho fastidiar a mortales e inmortales por igual.”

“¡¿Qué clase de dios es ese?!” Preguntó Bryan asombrado.

“Generalmente se le identifica con el puro deseo sexual, porque es ahí cuando su presencia es más evidente.” Explicó el niño: “Pero Deseo es en realidad la Deidad de la <<Atracción Desmedida>>. Y puedes ver su influencia en cualquier cosa que esto involucre.

Imagina que estás durante dos meses comiendo nada más que frijoles y agua, pero entonces alguien coloca en frente tuyo una bandeja de carnes, frutas y manjares. Tu cuerpo no siente realmente hambre, pero igual querrías comer sin que te importe a quién pertenece la comida, de dónde proviene o si tienes permiso para comerla. Esa atracción desmedida que sentirías en ese momento es la influencia de Deseo.”

“Ya veo.”

“Pero precisamente por el ser el dios de la <<Atracción>>, también controla el poder directamente opuesto, que en este caso es la <<Repulsión>>.” Continuó el niño enfatizando esa última palabra: “Cuando ves algo que sin explicación te parece asqueroso o una persona que te desagrada sin que exista un motivo, eso también es potestad de Deseo. De hecho, su tortura favorita es hacer que alguien se enamore con locura de una persona, pero luego también se asegura de que el objetivo de esta pasión sienta un espantoso rechazo a sus avances, haciendo que ambos sufran horriblemente.”

“¿Lo ha hecho antes?”

“Si, incluso con algunos dioses, que hasta el día de hoy sufren por su culpa.” Asintió el Niño suspirando como si estuviese cansado: “Por eso Deseo es un ejemplo excelente de un dios del orden natural, del equilibrio entre opuestos… que nunca será alguien <<bueno>>, pero ni por accidente.

<<Amor>> y <<Deseo>> nunca serán lo mismo debido a esto.”

“¿Por qué existe un dios así?”

“Tiene que ver con un plan mucho mayor que permite la propia existencia del mundo que <<es>>, pero es demasiado complejo para poder explicártelo usando palabras. Quizá algún día lo entiendas, si estás listo.” Respondió el niño: “Pero como mortal, tu deber es asumir que siempre estarás bajo la influencia del poder de Deseo, incluso si no lo quieres. Si deseas sobrevivir y no volverte loco, debes mantenerte alejado de él lo más posible. Es por eso que la abstinencia es una virtud tan importante.”

Bryan apartó la mirada, avergonzado: El concepto de abstinencia estaba tan lejos de él que parecía hablar de otro continente.

El Niño sonrió y dijo: “Exactamente, Bryan. Deseo tiene mucha influencia sobre ti y ni siquiera lo has notado. Así de poderoso es un dios, sobre todo los de la Segunda Generación.

Ahora bien, por tus características únicas eres un ser muy problemático. Tienes un cuerpo de este mundo, un alma de otro y una Esencia Mágica que procede de un tercer mundo completamente diferente. Eres todo un cóctel de rarezas, pero los dioses del Orden todavía pueden afectarte bastante debido a tu cuerpo.

En cambio, los Dioses del Caos la tienen un poco más difícil porque, para influir sobre ti, primero tienen que luchar contras las barreras ancestrales que los mantienen atrapados fuera de la realidad y que mantienen limitada su autoridad sobre el Mundo Mortal. Es por eso que puedes usar ese Báculo Necromántico con un cierto margen de seguridad. Y también el motivo por el que pudiste blandir a Adelvard dos veces sin morir.”

“¿Qué es exactamente esa espada? Nunca llegaste a decírmelo.”

“Lo sabrás si es necesario. Por ahora tengo que advertirte de que tengas mucho cuidado con los dioses del Caos, pero también con aquellos del Orden que actúan de un modo excesivo. También, mucho ojo con esto, ten cuidado al enfrentarte con objetos o con los poderes de criaturas que contengan fragmentos de poder divino, porque la magia demoníaca que te proporciona muchas inmunidades dentro del mundo, no podrá protegerte bien de estos, precisamente porque no están atados a las propias leyes de este mundo, como todo aquello que tiene que ver con los dioses.”

“¿Superan las leyes del mundo?”

“Debes hablar con el Pontífice Máximo de tu Imperio Itálico, pues te dará mucha información importante al respecto.”

“Ni siquiera me planteé acercarme a esa persona.” Confesó Bryan: “Siempre me ha gustado la libertad y por eso no quería involucrarme con los religiosos.”

“¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?” Preguntó el Niño mirándolo con curiosidad.

“Toda mi vida sufrí por no haberme atrevido a hacer lo que quería.” Admitió Bryan: “En esta vida quiero ser libre sin reprimirme. No quiero desperdiciar las oportunidades. Por eso no quiero hablar con los sacerdotes, pues solo vienen con preceptos y dogmas.”

“¿De verdad crees que fuiste infeliz por haberte <<reprimido>>? ¿Crees que la libertad significa hacer lo que se te dé la gana?” El Niño lo estaba mirando con una mezcla de condescendencia e incredulidad: “¡Ay, Bryan! ¡Estás tan perdido!

Y en verdad te digo que si fueses más lento irías para atrás.”

“¡¿De qué estás hablando?!” Preguntó Bryan medio enfadado.

“Verás Bryan, jamás escuché nunca de nadie que se dirigiese a los templos y suplicase a los dioses algo como << ¡Ayúdenme a dejar de ser honesto! >> o << ¡No puedo evitar ser justo con los demás! >> Ni tampoco cosas como << ¡Tengo tanto miedo de seguir siendo fiel con mi pareja! >>.” Le dijo el niño con tono burlón: “¿Y sabes por qué? ¡Porque las virtudes solo pueden practicarse en libertad, so tonto!

No hay nada más representativo de la libertad que ser moral, justo y virtuoso.

Por eso es tan fácil dejar de ser virtuoso.

En cambio, el mal repetitivo se termina convirtiendo en un vicio, un vicio que te esclaviza y que luego no puedes dejar, por más que tú mismo lo intentes: Adicción, violencia, lujuria, codicia… la lista es interminable.

“Sabiendo todo esto, te pregunto: ¿Realmente es libre el que hace lo que le da la gana?”

“¿Qué quieres decir?”

“Estoy volviendo a mucho tiempo atrás.” Contestó el Niño girando uno de sus dedos como si rebobinase: “Creo que fue la primera pregunta que te hice alguna vez.”

“¿Cuál?”

“¿Tu controlas el poder o el poder te controlará a ti?”

Lo siento... es mi naturaleza

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú. Hoy es miércoles 04 de Octubre del 2023.

Mis queridos amigos, aunque no lo crean este capítulo fue uno de los más difíciles para escribir, sobre todo la parte del Liche, porque no tenía casi ninguna referencia en el sentido de que no sabía bien cómo quería hacer esa parte. Deseaba que fuese una tentación al estilo de la seducción que hacen los Sith cuando te quieren convencer de que te vayas para el lado oscuro, y por eso usé muchos de los diálogos de Darth Sidious en Episodio III; pero también quería que fuese algo similar a lo que diría Lord Voldemort o algún villano similar, en el sentido profético: “Es inevitable que te nos unas”.

En cuanto a la apariencia del Liche me basé en los sacerdotes dragón del videojuego Skyrim, que es de donde proviene la imagen referencial. En cuanto al lore, es fue sencillo porque básicamente usé la plantilla de todos los liches en general. El Liche es un ser que no existe en la mitología, al menos no uno propiamente dicho, sino que es una invención de la fantasía moderna, en la que se mezclan el personaje de La Momia con un mago necromántico. Sin embargo, como la idea me gusta, decidí darle bastante texto.

La siguiente parte, la conversación con el niño, fue decisiva, pero mucho más sencilla porque ya la tenía preparada desde mucho tiempo atrás. El niño nos demuestra sus habilidades proféticas al decirnos el resultado de que Bryan hipotéticamente se vuelva miembro del Culto de Caelos. Y uno diría que este escenario es imposible luego del crecimiento interior que Brian ha demostrado. Pero, como todos aquellos que hemos tenido que luchar y superar con dificultad algún vicio sabemos, la lucha interna es similar a pelear contra la marea: No es una sola ola la que uno tiene que enfrentar, sino varias. Y más peligroso que salir del problema es el riesgo de la recaída que nos lleve a volver a entrar en el problema.

¿Conocen el chiste que dice “Dejar el cigarro es fácil… ¡yo lo he hecho 5 o 7 veces!”? Ese precisamente es el riesgo que Bryan siempre tendrá que estar enfrentando, debido a la naturaleza maligna de los poderes que está utilizando, los cuales constantemente van a estar afectando su conciencia y necesita de ayuda externa para poder superar estas tentaciones, porque por sí solo sería imposible. Yo recuerdo que la sinopsis original de esta novela decía algo como “¿Puede la bondad natural de un ser humano sobreponerse a la inclinación a la maldad?” Y recuerdo que cuando leí esa pregunta mi primer pensamiento fue… ¡No! ¡Claro que definitivamente no! ¡Absolutamente no! ¡Es imposible! ¡No! Es por eso que tenía que darle a Bryan algún tipo de ayuda sobrenatural, para que fuese creíble que pudiese realmente mantenerse cuerdo o con un mínimo de bondad, en un mundo tan violento como ese y al mismo tiempo teniendo él esas habilidades tan terroríficas.

Ahora bien, la fábula de la rana y el escorpión es una de origen griego que siempre me gustó bastante y la utilizan en muchas historias. Por eso estaba ansioso de poder utilizarla en algún momento dentro de esta novela.

En cuanto al discurso del niño cuando remarca el inevitable fatídico destino al que Brian se enfrentaría en el culto de Caelos si se les une, usando repetidamente la frase “esta vez”, en realidad proviene de una novela turca.

Recuerdo cuando estas salieron y se pusieron de moda por un tiempo en Perú, allá por el 2018. En ese entonces nunca faltaba algún vecino que tuviera la TV prendida y las voces resonaban. Creo que todas las novelas turcas utilizaban el mismo grupo de dobladores, cuyas voces sonaban bastante rimbombantes y era imposible no recordarlas.

Naturalmente en algún momento las miré, pero rápidamente me cansé de sus tramas de traiciones sobre traiciones sobre aún más traiciones, que resultaban ser repetitivas después de un tiempo. Sin embargo, cuando aún les tenía algo paciencia, recuerdo que había una llamada Ezel, donde un viejo que actuaba como su mentor repetía constantemente esta frase para advertirle al protagonista sobre la traición posible y segura de aquellos que alguna vez fueron sus amigos. Esa novela fue la que más recuerdo porque alguien me dijo que estaba basada en el Conde de Montecristo de Alejandro Dumas, y solo por eso aguanté varios capítulos antes de finalmente cansarme.

La forma en la que El Niño le escribe a los dioses a Bryan es en realidad la visión grecolatina de cómo se veían los dioses antiguos. Para los griegos los dioses podían ser los amos tanto de fuerzas naturales como las tormentas, cómo de conceptos abstractos, tal como la “victoria”. Para los griegos, los dioses se dividían también entre aquellos con cualidades ellos “deseaban”, como Zeus que representaba el “poder” y la “autoridad”, y aquellos que en realidad temían y deseaban alejar pero que les rendían culto por miedo a ofenderlos, cómo es el caso de Hades, el dios de la muerte. El mencionado dios “Deseo” es en realidad la descripción textual del dios Eros hijo de Afrodita y Ares el Dios de la guerra, y tal cómo explico representa al mismo tiempo la atracción desenfrenada por cosas como por ejemplo las mujeres o incluso las riquezas, y al mismo tiempo la repulsión irracional hacia ciertas cosas.

Aquí hago un paréntesis para hablar precisamente de lo difícil que es entender el griego antiguo, porque hoy en día muchos textos mal traducidos utilizan la palabra “eros” como si esta fuese un sinónimo de “amor”, pero esto no es así. En el mejor de los casos puede representar un intenso apasionamiento por alguien. E incluso así esto depende mucho del contexto.

Pero generalmente la palabra “eros” siempre se entiende como una atracción negativa, incontrolable, algo que uno debe evitar de ser posible, porque los griegos se enorgullecían de su raciocinio y detestaban cualquier circunstancia en la cual ese raciocinio se perdiese, aunque también reconocían que a veces esto era inevitable.

En cualquier caso, el desenlace final lo explica todo: El punto de vista de que hacer tu voluntad por el simple hecho de cumplir tus caprichos no es liberador sino esclavizante. Esto es ética Aristotélica, que ha sido mejorada y renovada con un poco de teología cristiana.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios. ¿Cuál fue tu parte favorita? ¿Qué té pareció el Liche? ¿Te gustó la conversación que tuvo con Bryan y el misterioso poder del báculo? ¿Qué piensas de la conversación con el niño? ¿Te gustó como se desarrollaron los eventos?

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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!