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Había mucho por hacer para alojar al grupo de trabajadores. Era crucial garantizar la seguridad a estos hombres, ya que serían responsables de reconstruir la fortaleza en su totalidad y mejorar diversos aspectos de la infraestructura. Además, debían asumir la ardua tarea de reparar los caminos de toda la provincia, comenzando por el que conectaba con la ciudad y, por extensión, con la futura sucursal del Gremio Mercante de Bootz.
Era inevitable que estos trabajos se extendieran durante varias jornadas. Ni siquiera combinando los esfuerzos de los Legionarios, las Criaturas Oscuras y la mano de obra esclava se podría acelerar significativamente el proceso. El trabajo de calidad demandaba tiempo. Bryan tampoco podía abusar constantemente de la Sincronización Paranormal para acelerar las reconstrucciones, pues tenía otros deberes igual de apremiantes: planificar la estrategia defensiva contra la Liga Etolia y entrenar a los futuros Triarios. Además, el invierno estaba a punto de llegar, añadiendo una nueva capa de dificultad a la tarea de asegurar el bienestar de todos los involucrados.
Para enfrentar este desafío, Bryan y sus Tribunos decidieron desmantelar por completo el campamento original de las Legiones Malditas y construir dos nuevos castros junto al muro de la fortaleza. Uno alojaría a los legionarios y el otro al personal civil. De este modo, se eliminaría la necesidad de desplazarse hasta la zona de obra, optimizando el tiempo y los recursos. Por seguridad, ya se había excavado un pequeño foso y levantado un muro de madera para proteger el perímetro de ataques de lobos. Sin embargo, Bryan esperaba que eventualmente fueran reemplazados por muros de piedra, ampliando significativamente la fortaleza original, que en ese momento consistía únicamente en un patio de armas con una torre.
Cuando la caravana llegó, los alojamientos ya estaban listos, aunque aún quedaban muchas tareas por organizar antes de que Bryan pudiera delegarlas por completo a sus oficiales. Por esa razón, necesitó varias horas antes de poder reunirse a solas con su amigo Jack en una habitación cerrada.
- ¡Por los divinos, Jack! ¿Qué demonios haces aquí? - Preguntó Bryan entrecerrando la mirada.
La pregunta no llevaba malicia, al menos no hacia su amigo. En realidad, lo que lo inquietaba era la posibilidad de que algo malo le hubiera sucedido.
El gordito Jack había sido el primer amigo del esclavo Bryan, incluso desde antes de que Han Shuo transmigrase a su cuerpo. Compartieron muchos sufrimientos y dolores cuando trabajaban como recaderos en la Escuela Necromántica. A pesar de que Bryan era originalmente un esclavo, Jack nunca lo trató mal; al contrario, se jugó el cuello por él en varias ocasiones. Por eso, cuando Bryan obtuvo su libertad, decidió recompensarlo entregándole una bolsa con cien monedas de oro, una suma más que suficiente para que un plebeyo viviera el resto de su vida sin necesidad de trabajar. Solo debía ser modesto si decidía quedarse en la ciudad o, si prefería, podía mudarse al campo, donde el costo de vida era mucho más bajo y podría llevar una vida más acomodada.
Jack eligió la segunda opción y regresó a su pueblo natal para ayudar a su padre, un carnicero de oficio. Antes de separarse, Bryan le advirtió repetidas veces que ocultara la existencia de su pequeña fortuna para evitar que algún bandido o personas de baja moral intentaran robarle todo. Sin embargo, Jack, con su corazón bondadoso, no pudo resistir ayudar cuando vio que el negocio de su padre estaba en apuros. Así, empezó a dejar dinero en la caja de ahorros familiar de manera discreta.
El carnicero, sin embargo, no tardó en notar el aumento inusual en sus fondos. Eventualmente, consiguió que Jack le contara la verdad sobre el origen de las monedas y cómo había llegado a tenerlas.
La situación podría haber terminado mal. Legalmente, los hijos estaban bajo la autoridad del padre hasta que este falleciera, y nada impedía al carnicero reclamar aquella fortuna como suya. Pero sería raro que alguien tan leal y de buen corazón como Jack tuviera un padre de valores opuestos. El carnicero no solamente le dejó quedarse con su fortuna, sino que insistió en que utilizara esa riqueza para mejorar su posición social y asegurar su futuro.
Si Jack no hubiera tenido el dinero, la única forma de ascender en la jerarquía imperial habría sido alistarse en el ejército y confiar en su suerte para sobrevivir mientras se arriesgaba para obtener méritos militares. Sin embargo, el gordito no era hombre de armas, y lo más probable era que no hubiera sobrevivido ni siquiera a los meses de formación.
Afortunadamente, ahora contaba con una base económica sólida. Por eso su padre decidió enviarlo a aprender el oficio de comerciante en el Gremio Mercante de Bootz, donde trabajaba su tío Fabián.
En el Imperio, la única manera de adquirir un oficio especializado y contar con su aprobación oficial era formándose en un gremio. Sin embargo, unirse a uno requería pagar una cuota inicial, cuyo costo dependía del prestigio del gremio. Esa cuota daba derecho únicamente a una plaza como aprendiz durante tres años. Al final de ese período, el gremio decidiría si el aprendiz continuaba su formación como miembro pleno o era despedido sin contemplaciones.
Las cien monedas de oro de Jack eran una buena suma para cubrir una cuota de aprendizaje en la mayoría de los gremios. Pero el Gremio Mercante de Bootz era el más prestigioso de todos, y aun con esa cantidad, resultaba arriesgado intentar asegurar un lugar para Jack. No obstante, su padre confiaba en que, si lograba ser reconocido, el futuro de su hijo estaría garantizado. Además, tenía la tranquilidad de que Fabián, su hermano, estaría ahí para cuidarlo.
Fue entonces cuando el destino de Jack dio un giro inesperado. Sin que su padre lo supiera, su tío Fabián había hecho la apuesta más arriesgada de su vida: apoyar a Phoebe en su lucha por el control del gremio contra su tío Grover, quien aparentemente tenía todas las probabilidades a su favor. Sin embargo, gracias a la intervención de Bryan y otros factores determinantes, la hermosa heredera logró imponerse. Este giro inesperado transformó la situación de Fabián, quien pasó de ser un simple asistente a convertirse en la mano derecha de la nueva lideresa del Gremio Mercante de Bootz. Así, cuando Jack llegó, ya contaba con un aliado poderoso y dispuesto a garantizarle un futuro prometedor.
Las cosas ya eran muy buenas para Jack, pero lo que ocurrió después volvió su situación inmejorable. Aunque Fabián estaba dispuesto a favorecer a su sobrino, no quería hacerlo de manera demasiado evidente, así que decidió que Jack tendría que pasar por algunas pruebas. En el gremio, cuando un aprendiz completaba su formación básica, normalmente era enviado a ganar experiencia en provincias imperiales remotas, donde las condiciones eran difíciles. Solo acumulando méritos y ascendiendo en la jerarquía podrían aspirar a ser transferidos a sucursales más prestigiosas, donde les pagaban un mejor salario.
El premio mayor se encontraba en las sedes del gremio ubicadas en las ciudades más importantes. Allí no solo ganaban excelentes ingresos, sino que tenían la oportunidad de tratar directamente con familias aristocráticas influyentes e, incluso, convertirse en parte de un clan clientelar. Esto significaba no solo poder económico, sino también un grado de protección política. Naturalmente, solo los mejores podían aspirar a trabajar en la capital, que era la cereza del pastel.
Inicialmente, Fabián planeaba usar su influencia para que la primera asignación de Jack fuera en una provincia lejana, pero sin graves conflictos. Luego, en secreto, movería algunos hilos para que, en unos pocos años, su sobrino trabajara en una ciudad destacada. Con eso, el padre de Jack estaría eternamente agradecido, y cualquiera que supiera del ascenso de Jack elogiaría a Fabián por ser tan solidario con sus familiares a pesar de lo alto que había llegado a ascender en la sociedad.
Pero eso era antes de que se descubriese la relación de Jack con Bryan.
¿Quién era Bryan para el Gremio Mercante de Bootz? Para empezar, uno de los aliados más confiables de la Maestra Phoebe Bootz, del tipo de persona en quien se confía para guardar secretos turbios. Pertenecía a ese selecto grupo de individuos cuya lealtad se medía no en palabras, sino en actos, un círculo tan exclusivo que sus miembros podían contarse con los dedos de una mano.
Además, Bryan era el amante de la señorita Phoebe, el único hombre capaz de derribar las murallas de su corazón. Esta mujer, que parecía rechazar por defecto a cualquier pretendiente, mantenía con él una intensa relación carnal y emocional. Bryan era su primer amor, su mayor debilidad, la única persona por la que Phoebe estaba dispuesta a arriesgarlo todo, incluso su vida.
Por si eso fuera poco, Bryan era uno de los mejores clientes del Gremio. Siempre recurría a ellos para adquirir materiales de valor incalculable y confiaba exclusivamente en sus servicios para vender los tesoros más exclusivos que conseguía, generando enormes comisiones. Como todos los gremios mercantes, el de Bootz tenía su propio banco privado, y este era el más importante del Imperio. Dentro de sus bóvedas, la cuenta de Bryan destacaba como una de las más imponentes. Allí llegaban, mensualmente, las ganancias de sus numerosos negocios secundarios. Pero eso no era todo: Bryan había otorgado a Phoebe un poder notarial que le permitía sacar o invertir el oro de esa bóveda a su antojo, un gesto de confianza que reforzaba aún más su vínculo.
Y no era solo eso. En el último año, Bryan había ascendido a alturas inimaginables. Se convirtió en el Archimago más joven de la historia, recibió la autoridad estatal como Ejecutor Imperial, fue reconocido como héroe nacional por derrotar a Vlad Cerrón, y recientemente obtuvo el título de aristócrata y general militar por derecho propio.
¿Acaso existía un comerciante en todo el Imperio que no estaba dispuesto a vender su alma para conseguir a semejante cliente de manera exclusiva?
Cuando se supo que Jack era el mejor amigo de Bryan, se convirtió en el niño dorado del gremio. Nadie mencionó la formación básica ni las pruebas en provincias remotas: Jack fue asignado de inmediato a un puesto permanente en la capital, con acceso a la mejor educación y los maestros más destacados. En cualquier otro ámbito, ya fuera el ejército, la política o la Academia, muchos habrían sentido náuseas ante el extremo favoritismo que estaba recibiendo. Sin embargo, en el mundo de los comerciantes, las conexiones personales se consideran un mérito en sí mismas. Después de todo, gran parte del oficio consistía en cultivar relaciones y asegurar la fidelidad de clientes importantes.
Así pues, lejos de despertar envidias, Jack recibió la admiración de todos los funcionarios del gremio. Además, su carácter bondadoso y su disposición a aprender reforzaban esta percepción. No abusaba de su posición, era inteligente, destacaba en el manejo de números y jamás recurrió a la influencia de su tío o su mejor amigo para ir en contra de las políticas del gremio.
La vida de Jack era digna de ser considerada un triunfo rotundo. Si alguno de sus futuros hijos despertaba el Aura de Batalla, podría contratar a un espadachín afamado para que los entrenase y más adelante enviarlos a la Academia Babilonia para convertirse en Caballeros. También tenía la opción de vivir cómodamente de su fortuna sin necesidad de trabajar o dedicarse al arte por puro placer.
Sin embargo, por algún motivo, Jack se encontraba ahora en Valderán, una de las provincias más alejadas e inseguras del Imperio Itálico. Y, según lo que Bryan había entendido, parecía tener la intención de renunciar a su puesto en el Gremio Mercante de Bootz para convertirse en su asistente financiero. Nada de esto tenía el más mínimo sentido. En ese momento, Bryan temía que algo muy malo le hubiera ocurrido a su amigo para obligarlo a emprender ese viaje. Pero, por más que lo pensaba, no lograba imaginar un problema que ni Phoebe ni Fabián hubieran podido detener.
- Bryan, estoy aquí porque quiero unirme a tus fuerzas. - Explicó Jack con una sonrisa: - Ya pasó la edad para alistarme como legionario, y dudo que cualquier otro comandante quiera aceptarme. -
Bryan levantó una ceja, claramente desconcertado. Con un gesto, señaló una mesa en un rincón donde descansaban una jarra de vino y dos copas. Había también dos sillas que podrían usar, y lo invitó a sentarse.
- Jack, seguramente sabes qué tipo de lugar es este. - Replicó Bryan mientras servía una copa para su amigo: - No entiendo por qué querrías dejar tu vida de prosperidad asegurada como funcionario del gremio en Itálica para embarcarte en una arriesgada carrera militar. Pero incluso así, hay cientos de lugares que son mucho mejores que este: Mis enemigos me superan en número y recursos, acabo de limpiar la zona de bandidos, pero seguro que aún quedan reductos, incluso mis propios soldados solían ser criminales atroces, toda la provincia está sumida en la pobreza, los campos de cultivo están arruinados, la ciudad es casi una ruina… ¡todo es inseguro aquí! -
Bryan hizo una pausa, buscando en el rostro de su amigo alguna pista de lo que lo había llevado hasta allí: - Amigo, necesito saberlo. ¿Por qué arriesgarías tu vida para venir a este lugar? ¿Qué te ha sucedido? -
Jack tomó un sorbo de vino antes de responder.
- Recuerdas cuando limpiamos las esculturas de aquellos magos en la Academia y tú dijiste algo como: “¿No sería maravilloso que algún día hubiera una escultura de nosotros en este lugar?” - Jack soltó una ligera carcajada: - ¡Incluso hablabas como si quisieras dar a entender que nosotros éramos, o podríamos ser, alumnos egresados! -
Bryan también destacó al recordar y tomó un sorbo de vino.
- Sí que lo recuerdo. Ese día me miraste como si estuviera loco. -
- No fue solo ese día. ¡Durante meses creí que habías perdido la cordura! -
Ambos soltaron una carcajada.
- El caso es. - Continuó Jack: - Que, con el tiempo, lograste que tu sueño se volviera realidad. Has llegado increíblemente lejos, Bryan, e incluso me has ayudado a mí. ¡No sabes cuántas puertas cerradas se abrieron en mi vida solo porque la gente sabe que soy tu amigo! ¡Ni siquiera hice nada, pero también me estoy beneficiando de tu sueño! -
- No es que no hicieses nada. - Lo corrigió Bryan con un tono serio: - Eres la única persona que estuvo a mi lado cuando todo estaba en mi contra, incluso cuando no creías en mis planes. Ese pan duro que compartías conmigo cuando tenía hambre nunca lo olvidaré. ¿Cuántos hombres ilustres compartirían su comida con un esclavo? -
Jack apartó la mirada, jugueteando con la copa en sus manos. Ni dijo nada, pero era evidente que la gratitud de Bryan lo conmovía bastante. Había tantos casos de personas que, apenas tenían éxito, se olvidaban completamente de agradecer a quienes los apoyaron en su momento de necesidad, así que era muy singular que el vínculo de los dos amigos permaneciese fuerte.
- Sabes - Dijo tras una pausa: - Nunca imaginé que llegaría el día en que tuvieras razón sobre algo tan descabellado. Lo de las esculturas, quiero decir. Pero aquí estamos, y es innegable que lograste méritos suficientes para que un día de estos erijan una en tu nombre. -
Bryan lo observaba con curiosidad, notando un cambio sutil en el tono de su amigo. Parecía que estaban acercándose al verdadero motivo de su presencia en Valderán. Sin decir nada, llenó de nuevo ambas copas y fingió concentrarse en la suya. Entre hombres, mirarse a los ojos podía resultar incómodo, especialmente cuando se trataba de temas serios; por eso, las conversaciones importantes solían darse mientras se realizaba alguna otra actividad.
Por ejemplo, al tratar asuntos importantes, su padre solía llevar a Han Shuo a reparar el carro. Mientras el viejo ajustaba piezas, él se quedaba sosteniendo una linterna, y eventualmente la conversación derivaba hacia el tema en cuestión. Con sus amigos, en cambio, era más sencillo. Generalmente hablaban mientras jugaban videojuegos o iban a comprar algo en coche. Mientras Han Shuo manejaba, ambos miraban los culos de las mujeres que caminaban por la acera camino a la tienda, hasta que, casi sin darse cuenta, sacaban a relucir el verdadero asunto.
Bueno, ahora mismo no tenía una PlayStation ni un Volkswagen Lavida, así que el poder del alcohol tendría que bastar. Si la espera se alargaba, sacaría la baraja que le regaló Lawrence y jugaría un par de rondas con su amigo, a ver si así lograba hacerlo hablar.
- ¿Eso quiere decir que ahora crees que estoy cuerdo? - Preguntó Bryan con una sonrisa, retomando el tema de las esculturas para tantear la situación.
- Digamos que ya no me atrevo a dudar de ti. Pero… - Jack hizo una pausa, como si eligiera las palabras con cuidado: - Bueno, hay algo que… me gustaría preguntarte… Ah… ¡No sé si sea buena idea decirlo! -
- Jack soy yo. - Repuso Bryan, mirándolo de reojo mientras se señalaba a sí mismo: - ¿Qué podrías decirme que me sorprendiera? -
- ¡Te reirás de mí! -
- Te recuerdo que estás hablando con alguien cuya tarea fue vaciar los orinales de cientos de estudiantes. - Señaló Bryan con ironía: - Literalmente me arrojabas cubos de agua para ayudarme quitarme el olor a heces. ¡Creo que hemos superado cualquier umbral de vergüenza mutua! -
Jack soltó una carcajada y, finalmente, dijo:
- ¿Alguna vez has sentido angustia? -
- ¿Angustia? ¿Qué tipo de angustia? - Preguntó Bryan, frunciendo el ceño.
- Del tipo… esa sensación de saber que, aunque te esfuerces, hay caminos que no puedes recorrer. Lugares donde no perteneces. -
Bryan dejó la copa sobre la mesa y lo observó con atención.
- Eso suena a algo más que un simple comentario, Jack. ¿A qué te refieres? -
Jack soltó una risa nerviosa y negó con la cabeza.
- Nada, olvídalo. No vine aquí para hablar de eso. -
- No, no. - Bryan se recostó en la silla, cruzando los brazos con aire relajado, aunque su mirada seguía fija en Jack: - Ahora quiero saberlo. Si no me lo cuentas, tendré que adivinar, y sabes que soy muy bueno en eso. -
Jack suspiró, sabiendo que su amigo no lo dejaría escapar tan fácilmente.
- Es un problema complicado, Bryan. -
- Oh, vamos, ¿complicado? ¡Eso solo significa que no es imposible de resolver! - Dijo Bryan, con una sonrisa divertida: - Pasando el muro tengo a toda la Liga Etolia preparándose para matarme, de este lado está la facción de Tiberio Claudio conspirando contra mí. Te lo repito: ¿crees que puedes sorprenderme con algo? Vamos, dilo de una vez. ¿Te has hecho enemigo de alguien peligroso? ¿Cometiste un error y necesitas ayuda para arreglarlo? ¿Necesitas dinero? ¡Solo dilo, Jack! Incluso si el cielo se cae, tu hermano te ayudará a sostenerlo. -
Jack enrojeció y bajó la mirada.
- No se trata de eso… -
Bryan levantó una ceja, y su sonrisa burlona desapareció lentamente mientras lo estudiaba.
- Entonces no tiene que ver con el gremio ni con tus negocios. Es algo más personal. Es alguien, ¿verdad? -
Jack apretó los labios, su incomodidad era evidente. Bryan continuó, como si el silencio de su amigo fuese una invitación.
- ¿Alguien del gremio? ¿O alguien que conociste aquí en Valderán? -
Jack sacudió la cabeza rápidamente, pero su vacilación no pasó desapercibida.
- Oh, interesante… - Dijo Bryan, apoyando un codo en la mesa mientras se sostenía la barbilla con la mano: - Déjame adivinar: es una mujer. -
Jack no respondió, pero su rostro lo delataba con claridad.
- Así que es una mujer. - Bryan se recostó hacia atrás, con una sonrisa casi paternal: - Y no cualquier mujer. Si fuera algo simple, no habrías dejado todo atrás para venir a este rincón olvidado del Imperio. -
Jack suspiró, llevándose una mano al rostro. La verdad era evidente, pero aún le costaba admitirla.
- Está bien, sí. Es una mujer. Pero no es lo que crees. -
- ¿No? - Bryan se inclinó hacia adelante, con un brillo curioso en los ojos: Entonces explícate. ¿Es alguien a quien conociste hace poco o lleva rondando tu cabeza desde hace tiempo? -
De pronto, su expresión se tornó seria y su voz bajó peligrosamente.
- No será Phoebe, ¿verdad? -
Jack casi escupió el vino al escuchar el nombre, provocando una carcajada en Bryan.
- ¡No, claro que no! - Exclamó asustado: - ¡No soy ningún traidor! ¡Aunque fuese mil veces más valiente no me atrevería a ir en esa dirección! -
- Muy bien, pues. - Dijo Bryan recuperando su sonrisa inmediatamente: - Entonces, si no es alguien del gremio, ¿quién es? ¿Alguien de Valderán? -
Jack guardó silencio por unos segundos antes de murmurar:
- La conocí en la capital, Bryan. Fue... pura casualidad. Bueno, tal vez no tanta. La primera vez que la vi estaba sentada en un rincón del salón principal del gremio, justo donde la luz del sol entra por los ventanales. Parecía ajena a todo lo que ocurría a su alrededor. Tenía una mirada triste, perdida, como si estuviera esperando algo que jamás llegaría. Ella se veía como si fuera obra de un maestro artesano. Y su cabello… - Jack hizo una pausa con su mirada perdida en algún punto distante: - Es de un celeste cálido, como el cielo de primavera al amanecer. -
Bryan no pudo evitar rodar los ojos, pero no interrumpió.
- Yo iba camino a mi oficina, como siempre. Pero, por alguna razón, no pude seguir adelante. Me quedé ahí, mirándola desde lejos, como un tonto. Parecía tan frágil, pero había algo en ella que no sé cómo describir. Quizás fue cómo la luz jugaba con su cabello o el modo en que sostenía un pequeño pañuelo bordado. Sentí que, si no hacía algo en ese momento, lo lamentaría para siempre. -
Jack río suavemente, como burlándose de sí mismo.
- Así que fui al mostrador, pedí una taza de café y se la llevé. Fue lo más sencillo del mundo, pero, en mi cabeza, era como si estuviera entregando el regalo más importante de mi vida. Me acerqué y dije algo como: “Esto es cortesía del gremio, señorita. Tal vez le anime un poco el día.” Claro, lo dije tartamudeando como un idiota. Pero ella me miró, sorprendida, y luego sonrió. ¡Bryan, no era una sonrisa cualquiera! Era de esas sonrisas que te hacen olvidar que el mundo puede ser un lugar terrible. -
“Vaya, nunca lo había oído hablar de forma tan cursi. ¡Le pegó fuerte!” Pensó Bryan arqueando una ceja, pero no dijo nada y lo animó a continuar.
- No hablamos mucho ese día, pero su sonrisa se quedó conmigo. - Jack hizo una pausa, como si reviviera cada instante: - La siguiente vez que nos encontramos fue en la fuente de la plaza frente al gremio. Había tenido un día largo, lleno de números y discusiones con clientes. Me senté ahí, sin fijarme en nada, solo queriendo descansar. Entonces, de repente, escuché su voz. Resultó que ella estaba a mi lado, mirando el agua como si fuera la primera vez que veía algo tan simple y hermoso. -
“Hay más de diez mil fuentes públicas operativas en la capital. Y si ella viene de una familia rica no sería extraño que tuviese algunas en su propiedad. No es posible que estuviese viendo una fuente por <<primera vez>>.” Se dijo Bryan tratando de no revelar sus pensamientos, mientras se preocupaba por el grado de embelesamiento que parecía tener Jack. Era evidente que su enamoramiento era profundo.
- Fue raro al principio. Ninguno sabía qué decir, pero acabamos hablando. No recuerdo cómo empezó, pero lo siguiente que supe fue que el sol ya se había puesto y las estrellas brillaban. Me contó que su familia la llevaba al gremio porque querían que aprendiera de los negocios que hacen las personas comunes. Hablaba con tanto entusiasmo, como si el mundo entero la estuviera esperando, pero también con cierta inseguridad. Como si temiera no estar a la altura de las expectativas. -
“Aquí hay algo de información importante. No dijo <<los negocios de su familia>> sino de las <<personas comunes>>. Debe ser una noble con familias clientelares que son quienes se dedican a los acuerdos comerciales. Eso significa que, como mínimo, pertenece a la Aristocracia Media. ¡Eso podría ser un problema para concretar el amor de mi hermano!”
Jack miró a Bryan, como esperando que su amigo entendiera algo que él mismo aún no podía explicar.
- Después de eso, me encontré memorizando los días en que su familia venía al gremio. No podía evitarlo, Bryan. Era como si todo lo demás perdiera importancia. Si sabía que iba a verla, mi día mejoraba, incluso si solo hablábamos un momento. Y bueno, aquí estoy. Un gordo sin remedio, pero uno que sabe que ha encontrado algo que nunca pensó que merecería. -
Bryan soltó una carcajada, sirviéndose otra copa.
- Eres un romántico empedernido, Jack. Y, francamente, no sé si eso es algo bueno o malo. Pero al menos ahora entiendo por qué dejaste todo para venir aquí. Déjame adivinar: su familia nunca aprobaría que una noble se relacione con un plebeyo, así que buscas obtener estatus para tener una oportunidad de cortejarla. -
Jack suspiró, encogiéndose de hombros.
- No soy como tú, Bryan. No tengo tu confianza ni tu… experiencia con las mujeres. Pero lo que siento por ella es algo que no puedo ignorar. Por eso estoy aquí. Quiero hacer algo digno de ella, demostrar que puedo ser alguien que esté a su altura. -
Bryan dejó su copa en la mesa, su sonrisa tornándose más seria.
- Jack, viejo amigo… tal vez estás pensando demasiado. A veces, lo único que necesitas para conquistar a una mujer es ser sincero. Eso, y tal vez otro café. -
Ambos se rieron, aunque Jack seguía con esa mirada soñadora en los ojos, como si ya estuviera planeando su próximo encuentro con ella.
- Naturalmente, pienso dar lo mejor de mí para ayudarte. - Dijo Bryan, convencido de que su amigo estaba completamente prendado de esta chica: - Pero, así como en Valderán hay oportunidades, estas siempre vienen con algo de peligro. A mayor riesgo, mayor recompensa. Necesito saber quién es esa mujer y cuál es su situación para diseñar un plan factible. -
- ¡Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por Irene! - Exclamó Jack, con un gesto decidido. Pero inmediatamente abrió los ojos con un gesto de alarma y se llevó una mano rápidamente a los labios como si hubiese dicho algo que no quería decir.
- Sí, sí, estoy seguro. Pero primero necesito saber si Irene… espera. -
De pronto Bryan se detuvo, su expresión cambió mientras su mente procesaba lo que acababa de escuchar:
- … ¿Dijiste Irene? -
“Aristócrata, posee familias clientelares, brilla a su alrededor cuando sonríe, cabello celeste, se llama Irene.”
La mente de Bryan comenzó a conectar puntos a toda velocidad, y una serie de recuerdos llegaron como un torrente. Entre ellos, la imagen de un salón repleto de nobles y, especialmente, una molesta voz altiva y orgullosa que era imposible olvidar.
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“¡Hey Lisa! ¿Cuándo fue que los estudiantes de necromancia se volvieron tan atrevidos? ¿Cómo te atreves a soltar esta inmunda criatura en medio de la Facultad de la Luz? ¿Acaso te duele tanto el recuerdo de la completa derrota que sufriste ante mí y por eso has querido exhibir las habilidades de tu esqueleto?”
“¡Hmph! A las sucias Criaturas Oscuras se les prohíbe mancillar los territorios de los Magos de la Luz. Y como parece que ni siquiera eres capaz de enviar a esa cosa lejos de aquí, me ocuparé yo misma de eso.”
“¡Claude, consentiré en comer contigo si destruyes a esa asquerosa Criatura Oscura!”
“Sí, los sirvientes pueden irse. ¡Pero tú Lisa, me debes una explicación! ¿Por qué invocaste a ese sucio guerrero esquelético y arruinaste mi ropa? ¡Exijo una satisfacción!”
“¡¿Esperas que crea eso?!¡Pues si no fuiste tú, ¿entonces quién fue?! ¡Tiene que ser alguien de tu escuela necromántica! ¡Quienquiera que sea, tarde o temprano lo encontraré y le haré pagar!”
******
- Jack… ¿Acaso has dicho el nombre de Irene? - Preguntó Bryan, tanteando el terreno con una sonrisa nerviosa, como si no quisiera creer lo que acababa de escuchar.
Jack seguía con una mano tapando su boca, pero intentó negar con la cabeza.
- ¿Estabas hablando de Irene Kamplin? -
- Si… - Musitó finalmente su amigo.
- ¿Te refieres a esa Irene Kamplin? ¿La Maga de la Luz que trataba a todos los nigromantes como basura? -
- ¡Así que la recuerdas! - Respondió Jack, forzando una sonrisa, aunque evitaba que sus miradas se cruzaran.
- Recuerdo el dolor de sus patadas. - Aclaró Bryan, con un dejo de ironía: - ¡Y creo que tú también deberías recordarlas! -
- Eso fue hace mucho tiempo… -
- ¿Estás hablando en serio? - Bryan lo miraba atónito: - ¿De verdad hablas de esa mujer que era cortejada por Claude? -
- Ese hombre fue una mala persona que nunca la trató bien, Bryan. ¡Incluso le fue infiel con una prostituta! - Espetó Jack, olvidando por un instante su nerviosismo y haciendo un gesto como si quisiera sermonear al difunto caballero.
- Sí, y por eso ella lo destrozó con varios conjuros dolorosos antes de que el profesor Beacher pudiera salvarlo. - Bryan se llevó una mano a la cabeza, como si sintiera una migraña inminente: - Amigo, dije que te ayudaría. ¡Pero estás mordiendo mucho más de lo que puedes masticar! -
- ¡Pero Bryan! - Jack lo miró con desesperación.
- Primero que nada. - Dijo Bryan, levantando un dedo como si estuviera a punto de dar una conferencia: - Ella es una aristócrata con un rango lo bastante elevado como para que el segundo hijo de un Duque haya sido su novio. ¡Están en ligas completamente distintas! -
- ¡Dices eso cuando llevas tanto tiempo intentando ganarte el corazón de la Maestra Fanny, a pesar de que ella es una aristócrata y profesora! - Protestó Jack, encendido.
- ¡Porque ella no era así de arrogante! - Replicó Bryan de inmediato, y luego habló con pragmatismo: - Es imposible que esa mujer dragón te corresponda. ¡Estoy completamente convencido de que todos esos encuentros que me has descrito están embellecidos! Seguro que lo único que hizo fue darte órdenes en cada ocasión. -
- ¡No es verdad! ¡Ella ha cambiado! - Objetó Jack con determinación.
- Estoy seguro de que ha madurado. - Concedió Bryan, encogiéndose de hombros, pero luego añadió con un tono grave: - Sin embargo, los instintos de las personas no cambian. Fanny ya era una mujer tolerante desde antes de que la conociera. Eso ayudó a que me viera como un hombre y no como un esclavo, aunque no fue de la noche a la mañana. Del mismo modo, Irene es alguien que, instintivamente, marca las diferencias entre clases. -
- Por favor, no me digas eso… - Jack bajó la mirada, como si sus palabras lo hubieran golpeado directamente en el pecho: - ¡Ella es mi primer amor! -
- Está bien, Jack - Dijo Bryan, colocando ambas manos en los hombros de su amigo con un gesto solidario que lo conmovió por un instante. Pero la ilusión se rompió cuando Bryan agregó con toda seriedad: - Hay una maldición sobre el Primer Amor que hace que nunca se cumpla. -
- ¡Tu primer amor fue la Maestra Fanny! - Rebatió Jack, indignado, señalándolo con el dedo como si lo estuviera acusando de un crimen: - Y aunque nunca llegaron a ser amantes conseguiste que te trate diferente. -
“En realidad sí que somos amantes, pero parece que la noticia no ha salido de la Academia todavía.” Pensó Bryan, aliviado.
- Es solo la excepción que confirma la regla. - Dijo con una sonrisa ladina: - Además, ya sabes cómo es Irene. ¡Ya la conoces! Incluso si por algún accidente cósmico logras casarte con ella, ¡¿De verdad puedes soportar la relación que te espera?! -
Jack frunció el ceño, temiendo lo que estaba por venir.
- ¿Qué quieres decir? - Preguntó con cautela.
- Vamos, amigo. - Dijo Bryan, agitando una mano como si fuera algo evidente: - ¡Tendrías que vivir con una mujer que probablemente querrá corregir todo lo que haces! -
Su amigo se quedó en silencio por unos momentos, pero luego lo miró con reproche.
- ¿Cómo es eso diferente de lo que tú tienes con Lisa? -
- ¿Qué tengo con Lisa? - Preguntó Bryan, mirando a otro lado.
- Vamos, Bryan. Está completamente enamorada de ti. -
- No sé a qué te refieres. -
- Si, como no. - Se burló Jack: - ¿Sabes que desafió a Filipo Terencio frente a toda la Facultad Oscura? Era un tema candente entre mucha gente importante en el gremio, así que averigüé todo lo que podía al respecto. -
- ¿Qué dices de un duelo? - Preguntó Bryan asombrado.
- Todavía converso con algunos de los sirvientes de la Academia cuando me los cruzo ocasionalmente en el mercado y ellos me cuentan algunas cosas. - Explicó Jack mientras se acomodaba plácidamente en la silla, dejando de lado su anterior nerviosismo: - Parece que, como te fuiste, Filipo estuvo acosándola bastante. -
Por un segundo, la expresión de Bryan se volvió bastante despiadada mientras susurraba:
- ¡Esa pequeña mierda! ¡Juro que le cortaré las manos! -
- Pero dicen que Lisa lo aguantó todo… hasta que un día Filipo se puso a insultarte. Entonces lo desafió frente a todos los estudiantes y lo derrotó, incluso frente a un enviado de su familia. ¡El Decano Deo estaba furioso! Pero ahora Filipo ha tenido que abandonar la Academia y está recluido en su casa. -
- Ya veo, así que eso sucedió mientras estuve fuera. - Comentó Bryan, impresionado, haciendo una nota mental de pedir un informe a Chester sobre los eventos recientes. También recordó su asunto pendiente con el Conde Mondego. ¡Tantas cosas que debía hacer, pero no podía hasta terminar el asunto en Valderán!
- En cualquier caso, me alegra saber que Lisa se ha vuelto más fuerte. - Dijo Bryan sin poder reprimir una ligera sonrisa de alivio: - Ella ya ha sufrido demasiado, y realmente espero que sea muy feliz. -
- ¿Ves cómo estás enamorado? - Señaló Jack con una sonrisa socarrona.
- No entiendo tu proceso de pensamiento, amigo. ¿Cómo pasaste de “espero que sea feliz” a “enamorado”? - Objetó Bryan.
- ¡Vamos, Bryan! ¡Soy yo! - Dijo Jack, empleando el mismo tono que su amigo había utilizado antes: - ¿Crees que no he aprendido algo después de todos estos años trabajando juntos? -
- No digas tonterías, Jack. Yo no amo a Lisa, y ella no siente por mí nada más que un encaprichamiento mezclado con gratitud. -
- Lisa aguantó todo tipo de insultos, pero luchó valientemente cuando te insultaron a ti. Incluso yo puedo conectar esos puntos, Bryan. - Dijo Jack, sonriendo: - Y estamos hablando de esa Lisa, la maga más temperamental de toda la Academia. ¿Qué diferencia hay entre ella e Irene? ¿Ya olvidaste cuando te dejó medio muerto? -
- En realidad, técnicamente sí me mató… - Murmuró Bryan, inconscientemente.
- ¿Qué dijiste? - Preguntó Jack, curioso.
- ¡Nada! - Replicó Bryan de inmediato: - Quiero decir… No hay nada entre Lisa y yo. -
- ¡Vamos! - Exclamó Jack incrédulo: - Es evidente que ella se preocupa mucho por ti, y tú también por ella. Pues bien, si esa Lisa puede cambiar de ese modo por amor, ¿por qué Irene no puede hacer lo mismo? -
- No nos amamos. - Insistió Bryan.
- Muy bien, si tu lo dices. - Asintió Jack, pero su sonrisa dejaba claro que no le creía ni una palabra: - Pero eso no quita que lograste cosas increíbles. Conseguir que la Maestra Fanny te ayude con tu libertad, por ejemplo. Además, según lo que escuché en el gremio, la señorita Phoebe era considerada una diosa inalcanzable, fría como el hielo, que despreciaba a todo hombre que intentaba cortejarla. ¡Pero incluso ella terminó enamorándose de ti! En el gremio nos dejaron claro que provocar a Bryan es como declararle la guerra a ella. -
Jack parecía debatirse entre la alegría de ganar terreno en la conversación y la admiración por los logros amorosos de su amigo. Con entusiasmo creciente, comenzó a enumerar:
- Primero lograste que Lisa, la maga más temperamental de la Academia, se volviera loca por ti. Luego, la Maestra Fanny, quien es la mujer más respetada en el mundo académico, no solo te tiene en gran estima, sino que te convirtió en su estudiante personal. Después, la distante señorita Phoebe te protege como una leona a sus cachorros.
¡Vamos, Bryan! No me digas que debo rendirme. ¡Tú has logrado que tres de las mujeres más difíciles de conquistar te abran su corazón! ¡Cuatro, si contamos a Helena Teia! Y si lo que escuché de camino aquí es cierto, entonces es la más difícil de todas. Pero igual… conseguiste someterla en la cama. -
La mención de Helena hizo que Bryan se tensara al instante, pero Jack continuó sin notar su reacción:
Bryan lo miró, completamente atónito, mientras Jack continuaba, entusiasmado:
- Seguramente sabes algún modo para que yo también pueda conmover el corazón de mi diosa Irene. Por favor, te pido que…
- ¡Detente ahí mismo! - Gritó Bryan, poniéndose de pie de golpe: - ¿Qué fue eso último que dijiste? -
- No te preocupes hermano. - Respondió Jack, con un ademán despreocupado: - Mi intención no es criticarte. Eres un héroe sin igual, así que es natural que muchas mujeres hermosas quieran compartir tu amor. ¡Solo quiero decir que te admiro mucho y también creo que puedes ayudarme a conmover el corazón de mi diosa Irene! -
La mirada de Bryan se endureció.
- Me refiero a lo que dijiste de Helena Teia. - aclaró con voz imperiosa: - ¿Por qué crees que somos amantes? ¡Nunca la he tocado! -
- ¿Qué? - Jack parpadeó, desconcertado: - Pero durante el viaje aquí, todos los legionarios hablaban de cómo derrotaste y sometiste a la Arconte de Helénica, tomando su virginidad en pleno campo de batalla. -
Hizo una pausa al notar cómo el rostro de Bryan se endurecía, su expresión volviéndose cada vez más aterradora con cada palabra que pronunciaba. Pero este, sin decir nada, le indicó con un gesto que continuara.
Jack tragó saliva, pero ya había perdido el freno.
- Otros aseguraban que la poseíste en presencia de un tal Ilo… o algo así. Decían que obligaste a su prometido a mirar mientras la penetrabas una y otra vez, hasta que ella misma te suplicó que siguieras y juró que sería tu mujer. ¡Ah, y que todas las noches se escuchan ruidos de intenso… combate de amor entre ambos en su habitación! -
- ¡¿Acaso creen que soy el protagonista de una maldita película porno?! - Rugió Bryan, con los ojos encendidos de furia, mientras lanzaba su copa al suelo con un estruendo. Luego tomó aire, visiblemente agitado, y comenzó a pasearse de un lado a otro en la habitación: - ¡Cálmate! ¡Piensa! Esto es malo. Esto es MUY malo. -
Las tropas que acompañaron a Jack eran legionarios voluntarios, cuidadosamente seleccionados por Silano. Estos hombres habían partido desde la propia Itálica, movidos por la lealtad y admiración hacia él, especialmente por lo que había hecho durante su tiempo como Ejecutor Imperial. Si ellos, que en teoría representaban a los soldados más disciplinados de su ejército, ya estaban contando historias tan absurdas y escandalosas, Bryan no quería ni pensar en los obscenos delirios que habrían inventado los criminales en proceso de reforma, los de las Legiones V y VI.
Un sudor frío recorrió su espalda cuando una posibilidad aún más preocupante cruzó su mente. ¿Y si esos rumores salían de Valderán y llegaban a Etolia?
Todos sabían que Ilo Tros era el fervoroso pretendiente de Helena Teia, y aunque Bryan despreciaba al hombre, también entendía el peligro que representaba. Si los rumores lo dejaban como el más grande de los cornudos, ningún líder que se preciara podría permitirse semejante humillación. Después de todo, en aquel mundo, el respeto y el miedo eran los pilares del poder. Y la risa, pensó Bryan, era el veneno del miedo.
Tal vez Ilo Tros estaría dispuesto a forjar una alianza con su odiado rival, Atreo Mikel. No, incluso si esos dos no llegaban a aliarse formalmente, un simple alto al fuego entre ellos ya sería catastrófico para Valderán. Peor aún, muchos en Helénica no querían a Helena Teia como su lideresa, pero no dudarían en utilizarla como causa común para declarar la guerra a Itálica, junto con el resto de la Liga Etolia. La excusa sería clara: Bryan de Valderán no solo mantenía cautiva a su Arconte, sino que la sometía a las peores vejaciones y lo hacía, además, como una burla deliberada hacia su pueblo.
Bryan apretó los puños mientras una mezcla de rabia y ansiedad lo invadía. “¿Cómo dejé que esto sucediera? ¿Cómo no me enteré antes?” Reflexionó, reprendiéndose mentalmente. Rápidamente, llegó a una conclusión:
“Mis Espectros Oscuros ya no están, y he estado demasiado ocupado entrenando a los Triarios. ¡Pero necesito recuperar esa ventaja! No solo eso, debo comprobar el estado del Desgarrador Sombrío y el Zombi Élite de Fuego. Debo aprovechar la más mínima oportunidad para ir al Cementerio de la Muerte.”
Sin embargo, Bryan sabía que antes debía resolver un problema más urgente.
“Tengo que deshacerme de Helena.”
Mientras ella permaneciera en Valderán, los estúpidos rumores seguirían creciendo, y eventualmente se convertirían en un estandarte que atraería a todos sus enemigos. Los malditos usarían la excusa de venir a "rescatarla", pero Bryan conocía sus verdaderas intenciones: asesinarla, matarlo a él y saquear toda la provincia para congraciarse con el pueblo.
En cambio, si la liberaba, las cosas podrían tomar un giro más favorable. Helena se convertiría en el blanco de las críticas y enfrentaría el odio de su propio pueblo. Lo más importante, no habría una excusa inmediata para que la Liga Etolia uniera todos sus ejércitos en su contra.
- Pero primero… voy a sacar el máximo provecho de ella. Jeje. - Susurró Bryan, esbozando una sonrisa malévola: - Después de todo, ¿no fue ella quien me ofreció el secreto para perfeccionar mi magia? -
- ¿Bryan? ¿Por qué pones esa expresión tan aterradora? - Preguntó, Jack retrocediendo alarmado.
- No es nada. - Respondió Bryan, recuperando su semblante tranquilo casi de inmediato. Luego, miró a su amigo seriamente durante un largo minuto, guardando silencio mientras reflexionaba sobre su situación.
- ¿Estás completamente seguro de que quieres a esta chica, Jack? - Preguntó finalmente y luego agregó: - Sabes que puedo usar mi influencia y poder para conseguirte a muchas otras mujeres menos complicadas, aunque igual de hermosas. Tampoco tiene que ser sólo una. -
Su amigo parpadeó varias veces antes de que su expresión se volviera solemne.
- Nunca estuve más seguro de algo en toda mi vida. Amo a Irene y prefiero quedarme solo, añorándola, antes de estar con cualquier otra mujer. -
- Entiendes que no será nada fácil, ¿verdad? - Replicó Bryan con gravedad: - Te hablo por experiencia propia. Con este tipo de mujeres, incluso si arriesgas la vida, lo mejor que puedes conseguir es una mínima oportunidad. -
No estaba mintiendo. Él lo sabía mejor que nadie.
Había arriesgado la vida al menos tres veces antes de que Fanny comenzara a verlo como un miembro del sexo opuesto, y eso fue solo después de salvar a todos de una terrible horda de Jinetes Wargos.
Con Emily tuvo que participar en un combate a muerte junto a los troles del bosque contra el peligroso Gremio McGraddy. De no ser porque su Pequeño Esqueleto era inmune a la Magia Oscura, probablemente habría muerto.
Con Phoebe, soportó innumerables intentos de asesinato y vivió al filo de la navaja hasta que ella logró tomar el control del Gremio Mercante de Bootz. A pesar de todo, pasó mucho tiempo antes de que ella aceptara sus sentimientos.
Cada uno de esos logros no habría sido posible sin sus habilidades excepcionales, su físico sobrehumano y, sin lugar a dudas, una gran dosis de suerte.
- ¿De verdad estás listo para enfrentarte a algo así? - Preguntó Bryan con seriedad.
Jack se detuvo un momento antes de responder.
- Si… -
- Muy bien. - Asintió Bryan, asumiendo formalmente la petición de su amigo: - Entonces comenzamos con lo básico. Y tienes que decirme la verdad, ¿entendido? Sin filtros románticos. Primera pregunta: ¿Irene sabe que estás interesado en ella? -
- Oh no. - Respondió Jack de inmediato.
“Ni siquiera vaciló en admitirlo.” Pensó Bryan, sintiéndose mal por su amigo, pero decidió continuar con las preguntas.
- ¿Al menos es consciente de que existes? -
Jack miró al suelo, claramente incómodo, y finalmente admitió:
- Bueno, como ya te expliqué, estuvo esa vez que le llevé un café. Y también la escuché hablar en la fuente. -
Bryan arqueó las cejas. Era tan típico que uno embelleciese un poco de más los encuentros románticos, sobre todo con el primer amor. Pero sospechaba que Jack se pasaba un poco.
- Y cuando ella te habló en la fuente, ¿realmente lo hacía mirándote a los ojos? -
Jack se puso rojo y murmuró:
- Quizá la conversación fue más corta de lo que di a entender. -
- ¿Y…? -
- Y quizás... ella estaba hablando con su padre y yo coincidí sentándome a su lado. -
- Mierda. - Exclamó Bryan, llevándose una mano al rostro.
Jack se encogió de hombros, tratando de justificar su situación:
- Bueno, soy consciente de que no soy exactamente la clase de hombre con la que Irene normalmente tendría un romance. -
- Ya lo creo. El padre de su último novio era dueño de un ducado, una fortaleza, varias legiones y tenía una facción en el Senado. -
Jack protestó con un poco más de valor, aunque seguía evitando mirarlo directamente:
- Sí, pero Claude nunca me pareció una persona agradable. ¿Recuerdas cómo casi te mató una vez? -
- Bueno, reconozco que tienes metas grandes, hermano. - Suspiró Bryan, cruzando los brazos con resignación.
- Mira, ¿crees que no he tratado de disuadirme de esto? - Exclamó Jack de repente, fijando por fin su mirada directamente en su amigo: - Quiero decir, ¿crees que no sé lo ridículo que es lo que siento? Lo sé, ¿de acuerdo? Solo pensé que quizás, con tu ayuda... -
Su voz se quebró, y tuvo que toser para despejar su garganta. Respiró hondo antes de continuar con más determinación:
- ¿Sabes lo que es levantarte cada mañana sintiendo desesperación, sabiendo que uno de estos días el amor de tu vida despertará en la cama del hombre equivocado, pero aun así desear de corazón que encuentre la felicidad, aunque nunca sea contigo? -
Bryan lo observó en silencio, y luego respondió con una calma inquietante:
- Jack, estás completamente loco. ¿Sabías? -
Los ojos de Jack se ensombrecieron de inmediato. Pensó que su amigo había perdido la paciencia y estaba a punto de disculparse cuando Bryan continuó:
- Eso es bueno. -
Jack abrió los ojos, incrédulo pero lleno de esperanza.
- ¿Lo es? - Preguntó con cautela, como si no se atreviese a creerlo.
- Es exactamente lo que necesitas para tener éxito en esta misión. - Sentenció Bryan sonriendo con confianza: - El amor y la guerra son muy parecidos: no puedes vencer si no tienes un corazón valiente. Y tú tienes un corazón muy grande ahí dentro, amigo. -
“Mucho más grande que el mío.” Pensó Bryan con tristeza, recordando a las mujeres que lo amaban. Sabía que lo correcto habría sido dejarlas ir y permitirles ser felices. Pero siempre había sido demasiado cobarde. Antes respetaba a Jack, pero ahora lo veía como un auténtico gigante. Su amigo no tenía los poderes mágicos ni la posición de Bryan, pero estaba dispuesto a arriesgarlo todo por amor.
- Déjamelo a mí, amigo. - Dijo Bryan, pasando un brazo sobre los hombros de Jack e invitándolo a acompañarlo: - Primero, comenzarás a trabajar como Cuestor Militar de manera no oficial. Eso te ayudará a familiarizarte con el ejército y, de paso, me echarás una mano cuando el verdadero cuestor (que seguramente enviarán mis enemigos del Senado) intente auditarme. Así yo me beneficio. Por tu parte, serás nombrado centurión y ganarás todos los méritos militares que yo pueda darte sin que entres en combate real. -
- ¿Y luego? - Preguntó Jack, todavía algo confundido.
- Tu auténtico objetivo será otro: darte de baja en unos meses para apuntar al cargo de edil y, después, al de propretor. -
- Pero ninguna ciudad me aceptará… - Comenzó a decir Jack con dudas.
- La ventaja de Valderán. - Canturreó Bryan con una sonrisa astuta: - Es que las reglas no se aplican demasiado. De hecho, generalmente no se aplican para nada. Usaremos la informalidad a nuestro favor para convertirte en un funcionario civil respetable y, eventualmente, en un noble. -
Bryan recordaba lo mucho que había tenido que luchar para obtener el rango de barón. Sin embargo, su caso había sido especialmente complicado por la oposición de Tiberio Claudio y por haber sido esclavo. Jack, en cambio, era un ciudadano libre y desconocido en la política, lo que eliminaba gran parte de los obstáculos.
- Ese será tu trabajo de día. - Puntualizó Bryan: - Pero de noche harás otra cosa. -
- ¿De qué se trata? -
- Sabes que fui Ejecutor Imperial, así que usaré mis contactos para obtener información sobre Irene y su familia: sus gustos, problemas, preocupaciones, anhelos, relaciones pasadas, vínculos familiares, todo lo que pueda averiguar. Tu deber será memorizarlo. -
- ¡Ya comprendo! ¿Y luego? -
- Paciencia, amigo. Primero hay que convertirte en la mejor versión de ti mismo. - Respondió Bryan astutamente: - Después veremos cómo están las aguas antes de intentar pescar. -
Con una chispa de determinación en los ojos y las sombras del crepúsculo envolviéndolos, los dos amigos se marcharon con pasos firmes. Sus voces resonaban como un pacto entre guerreros, cargadas de sueños imposibles y desafíos por conquistar. Para Jack, era el inicio de una batalla por el corazón de Irene. Para Bryan, una oportunidad de pagar todo lo que le debía a su amigo. Ambos sabían que el camino sería largo y peligroso, pero mientras caminaban juntos, el mundo parecía un poco más pequeño frente a su resolución.
Irene Kamplin, el objetivo final
Hola amigos. Soy Acabcor de Perú, y hoy es miércoles 04 de Diciembre del 2024.
Antes que nada, quiero agradecer al lector Diego Alfonso por su generosa donación a través de mi cuenta Yape. Aunque no lo creas, tu aporte llegó en un momento crítico. Estaba enfrentando una situación complicada y no veía salida, pero justo en ese instante recibí la notificación de tu ayuda. ¡Muchas gracias por salvarme el día!
En cuanto al capítulo de hoy, quiero compartirles el proceso detrás de algunas decisiones creativas. En la obra original de Ni Can Tian, Jack visita a Bryan con la excusa de querer ganar méritos para cortejar a una mujer. Sin embargo, nunca se especifica quién es esa mujer. Al principio, pensé descartar completamente esta idea y convertir a Jack en un personaje cuyo objetivo principal fuera acumular riquezas para destacar en la vida. Algo más cercano al típico amigo obeso de las novelas chinas: adinerado, con pocos escrúpulos, pero sorprendentemente leal.
No obstante, este enfoque chocaba con la caracterización de Jack en los primeros libros, donde se nos muestra como alguien que utilizó su fortuna para apoyar el negocio familiar. Esto planteó una pregunta clave: ¿por qué alguien como Jack viajaría hasta Valderán? No podía ser únicamente para ayudar a Bryan, ya que este no lo necesita tanto. De hecho, su apoyo sería más útil en la capital, trabajando junto a Chester en la construcción de la red de espionaje privado de Bryan. Incluso llegué a considerar crear episodios centrados en las aventuras de Jack y Chester, pero finalmente decidí que la historia no debía tomar ese rumbo.
Volví entonces al diseño original de Ni Can Tian: Jack enamorándose de una chica humilde y bondadosa, dispuesta a quererlo pese a su apariencia. Sin embargo, este enfoque tenía un problema: ya contamos con Gloria ocupando ese papel. No quería repetir el arquetipo ni dar la impresión de que Gloria es el modelo base para todas las mujeres, convirtiendo al resto en simples variantes. Gloria debía seguir siendo un personaje único.
Otro aspecto a considerar era el grado de dificultad que debía tener la chica. Necesitaba una razón convincente para que Jack buscara la ayuda de Bryan para conquistarla. Siendo miembro del Gremio Mercante de Bootz, no sería extraño que Jack pudiera casarse con una noble de la baja aristocracia. Pero la alta aristocracia estaba fuera de su alcance, incluso con el apoyo de Bryan, ya que estas familias no mezclan su sangre con plebeyos salvo en casos de extrema necesidad, lo cual no era el caso aquí.
La opción lógica era una chica de la aristocracia media, justo en el límite para que Jack tuviera una oportunidad con la ayuda de Bryan. Sin embargo, diseñar un nuevo personaje con un trasfondo interesante y único implicaba mucho trabajo para un interés amoroso secundario. Pensé en seguir el esquema de "Romeo y Julieta", con la familia como principal obstáculo, pero entonces recordé que ya tengo a Eumenes de Cardia enfrentándose a una situación similar. No podía repetir esta dinámica sin caer en redundancias.
Con eso en mente, decidí borrar todo e ir a por otro concepto: la mayor dificultad no sería la familia, sino la chica misma. Esta idea surgió mientras veía la comedia romántica Hitch: Especialista en Seducción (2005). Me inspiré en esa película para construir el conflicto de este capítulo. El reto fue justificar por qué un hombre tan tranquilo como Jack se enamoraría de una mujer difícil y decidiría conquistarla. La solución que encontré fue que ya la conociera del pasado. Por suerte, grabé un personaje que apareció brevemente en los primeros libros y que Ni Can Tian dejó en el olvido.
Después de todo este proceso, seguramente comprenderán por qué este capítulo fue mucho más complicado de escribir de lo que inicialmente pensé. Lo que debía ser un tercio de un capítulo terminó convirtiéndose en 22 páginas, requiriendo horas de ajustes, diálogos y adiciones. Admito que quedé agotado, y actualmente me siento sin ideas para el próximo capítulo. Espero que pueda entender si me tomo un pequeño descanso y hay algún retraso.
Otro aspecto quizás un poco menos significativo, pero con su propia importancia fue elegir las imágenes Las escenas parecen simples, pero tuve que generar al mismo personaje para dos contextos distintos. Ni Jack ni Irene tienen un diseño base como Bryan y Elena, lo que complicó la consistencia. Incluso notarán que el color de cabello de Jack varía entre las imágenes debido a este problema. Pero la mayor dificultad fue la del personaje de Irene, no solamente por el modelo, sino también porque quería que tuviese la expresión correcta. Me refiero, por supuesto a la de una Ojou-sama.
Si disfrutaron este capítulo, los invitamos a apoyarme en mi cuenta de Patreon o mediante Yape o BCP. La Navidad se acerca, y con ella, los precios de todo suben. Su apoyo hace una gran diferencia. También pueden señalar errores ortográficos o de contexto que haya pasado por alto, y no olviden compartir la historia con más lectores.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!