220 Un Pequeño Gran Salón

Se trataba por supuesto de un Salón, perfecto para que todos en el pueblo se reunieran cuando quisiesen celebrar de noche, protegerse del frío o la lluvia. Algunas partes todavía estaban proceso de construcción y Bryan pudo ver a algunos enanos que, a pesar del viento helado, estaban usando cuerdas para colgarse de las paredes y así completar las partes faltantes. Por primera vez vio lo increíblemente rápidas, fuertes y certeras que eran las manos de estos legendarios artesanos cuando trabajaban.

“Sobrehumano, definitivamente sobrehumano.” Pensó Bryan asombrado: “Si no lo estuviese viendo yo mismo, creería que se trata de un vídeo reproducido a alta velocidad.”

El trabajo más duro de todos parecía ser tan simple como respirar para los enanos. Pero definitivamente lo más valioso que poseía esta pequeña raza era la grandeza de su corazón. Porque cuando Bryan preguntó por qué habían decidido construir tan altas las paredes de esta estructura, a pesar del riesgo y el trabajo extra que esto implicaba, le respondieron de inmediato:

- ¡Para que nuestro gran amigo Han se sienta cómodo cuando nos visite! -

“¡Carajo! ¡Les prometo que les traeré comida cada año antes del invierno, para que nunca más pasen hambre!” Se juró Bryan a si mismo conmovido, pero intentando mantener una expresión estoica. Sin embargo, algo debió ser visible en su expresión, porque sus amigos sonrieron más mientras lo invitaban a entrar.

En el interior había mesas rusticas de madera, todas alrededor de la hoguera de piedra sobre la cual se habían colocado varias parrillas. De inmediato los enanos se reunieron para saludarlo, mientras las mujeres comenzaban a cocinar carnes y los hombres agregaban más leña al fuego, para iluminar la estancia.

- ¡Tío Han! ¡Tío Han! ¡Este es para ti! - Dijo un pequeñísimo niño enano de cabellos rizados, mientras le alcanzaba un gran plato de madera con varias carnes asadas. Las letras “Tío Han” habían sido tallaras en el borde.

- ¡Yo mismo lo hice! - Dijo el niño sonriendo con orgullo.

- ¡Gracias, pequeño maestro! - Respondió Bryan mientras se inclinaba y acariciaba los cabellos del pequeño, que apenas medía medio metro de altura, mientras sujetaba el plato con su mano libre.

Los enanos adultos sonrieron amablemente y el ambiente se puso todavía más animado. En ese momento el Patriarca Calvin se acercó para saludarlo con mucha efusividad y Bryan contestó de la misma manera. El anciano se veía bastante saludable a pesar de su avanzada edad, como si el peso de las muchas preocupaciones que lo atormentaban hubiese desaparecido por completo.

- Noble Patriarca. ¡Me alegra verte tan bien y sano! -

- Amigo, Han. ¿Cómo no sería feliz? Has hecho que todo el sufrimiento del invierno desaparezca y ahora todos mis hijos e hijas tienen comida en sus casas y visten ropa mullida. ¡Este año nadie morirá gracias a tu ayuda! - Dijo el Patriarca Calvin con efusividad.

- Mientras pueda, no escatimaré esfuerzos para ayudarlos. ¡Por favor no dudes en pedirme cualquier cosa que necesites! Mañana mismo estaré de regreso en las naciones de mi pueblo y puedo traerte cualquier cosa que necesites. - Respondió Bryan sinceramente.

Calvin agitó las manos, conmovido: - No es necesario amigo, porque nos has dado más que suficiente para sobrevivir con facilidad este invierno. En cuanto llegue la primavera no escatimaremos esfuerzos para pagar tu generosidad, pues somos una especie trabajadora y sería malo que los niños se acostumbren a recibir mucho sin dar nada a cambio. ¡No sea que el mal de la pereza encuentre arraigo en sus corazones! -

- Como siempre tu sabiduría me asombra, noble patriarca. - Respondió Bryan haciendo una reverencia: - No mencionaré más este asunto, pero nunca olvides que mi mano siempre estará dispuesta a prestarles ayuda en cualquier momento.

Pero te contaré que acabo de iniciar una cierta empresa con la que podrían ayudarme y yo estaría más que dispuesto a retribuirles justamente, por medio de productos de las naciones humanas. -

- ¿Oh? Cuéntanos sobre ello Han. -

- Por diversos motivos terminé patrocinando a un grupo de mercenarios en un lugar muy lejano, por lo menos del Bosque Oscuro. - Dijo Bryan con honestidad, mientras comía con los enanos: - Es un grupo pequeño, pero podría terminar creciendo eventualmente. Y sin duda necesitarán armas, armaduras o incluso piezas de repuestos, tanto en metal como en madera. Además, recién estamos construyendo nuestra base, así que podrían requerir piezas delicadas, como bisagras, clavos y otras similares, que son caros en todas partes.

Yo ya tengo una forma de surtirlos con armamento y materiales de construcción, pero podría necesitar más. En particular me preocupan las puntas de flecha, pues si bien no requieren tanto metal, se necesitan de manos hábiles que sepan forjarlas bien.

Ustedes saben cuánto valor tienen las obras que producen. Y hasta los productos secundarios hechos con metales sobrantes de otras obras pueden resultar de incalculable valor para nosotros los humanos, porque la artesanía enana no tiene igual en el mundo. Además, unos mercenarios necesitan buenas armas, pero no armas lujosas. Y en este punto debo ser bastante claro, porque si unos humildes guerreros de las fronteras de pronto aparecen blandiendo armas de increíble calidad… podrían terminar atrayendo la atención de personas maliciosas que quieran robarlas.

Imagino que los elfos y otras razas similares tendrán peticiones para ustedes. Pero si después de satisfacer estos pedidos aún tienen materiales de sobra, con los que puedan hacer algunas armas secundarias que mis mercenarios puedan usar, yo estaría feliz de intercambiarlas por comida, productos, medicinas o cualquier cosa que les parezca útil. ¿Qué opinan? No necesito que sean de Mithril u Oricalco. ¡El simple hierro fundido ya será bastante bueno si ha sido forjado por sus manos! -

En un principio Bryan se había acercado a los enanos de forma traicionera, con el único propósito de manipularlos para que forjasen el Desgarrador Sombrío. Pero al final terminó considerándolos verdaderos amigos, que no solo valoraba, sino que también respetaba.

Ahora conocía el carácter que tenían y sabía que no recibirían sus regalos, porque sentirían que se estaban aprovechando de un amigo y la sola idea les parecía despreciable. Además, eran orgullosos y no aceptarían limosnas ni caridad de nadie, aunque esto implicase un riesgo para su vida. ¡Cuánto costó que aceptaran la comida que les trajo!

El otro problema era que, si Bryan les pedía que fabricasen armas a cambio de comida, ellos seguramente le entregarían sus mejores obras, como ya habían hecho en el pasado. Y eso sería terriblemente injusto, porque el precio que él había pagado por todas las provisiones no alcanzaba para costear ni siquiera la daga más pequeña que le habían entregado de haberla comprado en una tienda. Así de buenas eran las obras que los enanos producían.

Era por eso, que Bryan había hecho hincapié en el uso “materiales reciclados” de las sobras de otros trabajos y enfatizó varias veces que tener armas demasiado buenas podía ser negativo para unos mercenarios. De ese modo, sus amigos podrían conservar para sí mismos sus mejores trabajos, ya sea que los usasen o los vendiesen. Y Bryan tendría una excusa para traerles cosas sin que los enanos se sintiesen en deuda.

La Esencia Mágica en su interior pareció retorcerse molesta, pero como Bryan no estaba combatiendo en ese momento y además ya estaba en guardia contra sus ataques, esta vez no tuvo problemas para mantenerla bajo control.  Ahora sabía que la “Sed de Sangre” también se disparaba en presencia de personas valiosas, con el objetivo de destruir sus lazos, sobre todo los positivos. Y a estas alturas no era posible negar que, de algún modo, los enanos sacaban las mejores cualidades de Bryan. Por ejemplo, en esta ocasión había sido completamente honesto con cada una de sus palabras y únicamente buscaba el bienestar de otras personas en lugar del suyo propio.

Algo totalmente atípico en él.

Naturalmente esto era incompatible con la magia demoníaca y la Esencia Mágica reaccionaba a ello, pero en esta ocasión no pudo hacer nada.

- ¡Por favor, Han! ¡Estás hablando como un extraño! ¿Por qué no estaríamos de acuerdo? La forja es algo que todos nosotros llevamos en nuestra sangre, hasta el punto en que únicamente hacemos otras cosas porque la necesidad nos obliga. ¡Claro que te ayudaremos proporcionándote armas! - Exclamo Calvin con alegría y sin asomo de duda.

- Hemos estado pensando una y otra vez en cómo pagar tu generosidad. - Comentó Bennet con una sonrisa: - ¡Si podemos hacerlo forjando, no será un esfuerzo sino un gusto! -

- Entonces la próxima vez les traeré una serie de metales en bruto y otras cosas que encuentre por ahí. - Dijo Bryan sonriendo con alegría.

La celebración con sus amigos continuó. De repente Calvin le dijo que habían preparado un regalo para él, pero le advirtió que no se lo podría llevar fuera de la aldea. Esto naturalmente despertó la curiosidad de Bryan.

Resultó que el presente era una enorme jarra para beber cerveza, hecha a su medida, con su nombre gravado en los bordes de plata. Cada enano poseía uno de estos cuencos personalizados y la tradición era dejarlos en el Salón, para usarlas solo durante las reuniones como símbolo de unión fraterna. La jarra de Bryan ya tenía un lugar designado entre la de Bennet y la del Patriarca Calvin, para que celebrase con ellos cada vez que viniese.

Bryan estaba bastante conmovido e inmediatamente pidió que llenasen la jarra a rebosar con el preciado licor, que bebió sin detenerse a respirar y no derramó ni una sola gota, tal cual mandaba la tradición. Esto arrancó vítores de la multitud, que ya sentían a Bryan como uno de ellos.

La cerveza, las canciones y las historias comenzaron a abundar por todo el salón. Los enanos tenían la costumbre de no recordar cosas tristes, pero Bryan consiguió deducir por las descripciones vagas de sus amigos, que originalmente no provenían del Bosque Oscuro, sino que habían tenido que abandonar su hogar ancestral por algún motivo y por eso sufrieron tantas dificultades hasta que encontraron este pequeño valle, donde finalmente se asentaron. Bryan no ahondó en el tema por respeto a su privacidad, pero dejó entrever de forma sutil, que siempre los ayudaría si estaban en problemas.

Descubrió que su versión del Dominio Necromántico todavía era bastante primitiva e incompleta, pues de otro modo el Gran Mago Costel no lo habría destruido a la primera, ni siquiera con propia magia de Dominio.

Las magias tipo Dominio ayudaban al mago a controlar el entorno y en algunos casos incluso podían modificarlo. Además, servían como apoyo a otras magias de su propia clase, fortaleciendo sus efectos, y de algún modo compensaban las debilidades naturales que poseían los poderes del mago en cuestión.

Por ejemplo, la Magia Oscura solía demandar más tiempo de concentración por cada conjuro y no tenía tanta potencia al inicio, pero el Dominio de las Sombras le otorgó a Egon una velocidad de ataque casi automática y mucha potencia. Del mismo modo, aunque la Magia de la Luz usualmente solo funcionaba en un sentido, a no ser que el mago emplease una gran cantidad de Fuerza Mental; pero gracias al Dominio Radiante, Costel adquirió la capacidad de irradiar una cantidad de daño constante que abarcaba un radio de 360° y no dejaba de incrementarse.

Dominio Necromántico funcionaba del mismo modo, fortaleciendo a las Criaturas Oscuras, debilitando a los enemigos y liberando al necromante de tener que controlar a cada una de sus invocaciones. En esencia, se volvía el amo de un ejército inagotable, que no sentía miedo o debilidad, y que se fortalecía por momentos, mientras que sus enemigos eran los que se debilitaban. Bryan tendría que haber podido desatar muchas magias necrománticas poderosísimas en ese momento y también aumentado la variedad de Criaturas Oscuras que podía conjurar.

Pero su ejecución fue un poco imperfecta y también le costó demasiada Fuerza Mental. Además, ni siquiera en los recuerdos del difunto Fausto había alguna magia parecía al Dominio Necromántico y por eso no tenía referencias. Estaba obligado a aprender mediante el Ensayo y Error.

“Parece que el Culto de Caelos tampoco sabe nada de Reanimación de Cadáveres.” Pensó Bryan mientras navegaba entre los recuerdos de su enemigo vencido, contento de que nadie excepto él tuviese acceso a estas poderosas magias antiguas, perdidas hasta el momento. Aun así, los recuerdos del Necromante Archimago fueron basten útiles para que comprendiera muchos de los aspectos fundamentales para ejecutar Dominio Necromántico, aunque fuese imperfecto. Por lo menos ya no era imperativo que buscase a la Maestre Fanny para completar los agujeros en su conocimiento.

Bryan se pasó la noche entera estudiando y continuó haciéndolo hasta que el reloj de arena le informó que en el exterior ya había amanecido. Entonces guardó los pergaminos en sus estantes con mucho cuidado y regresó al Valle del Sol.