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Para cuando me di cuenta de lo que había hecho, ya era tarde. Un silencio incómodo invadió el lugar. En mi mundo original, con las videoconferencias y el trabajo a distancia, se me había olvidado cómo era meter la pata en medio de un salón lleno de gente, y que todos se quedaran mirándote. Ahora, esto me estaba pasando en un sitio que parecía del tamaño de un maldito anfiteatro. "Incómodo" no era suficiente para describir cómo me sentía.
Lo peor de todo era que mi memoria ya se estaba poniendo al día, y por eso supe lo que estaba por venir. En efecto, no pasó mucho tiempo antes de que comenzasen los murmullos. Al principio, no todos sabían quién era ese "Zenón Baskerville" que había mencionado el profesor, pero no tardaron en encontrarme. No les resultó difícil porque sentado en centro de un cuadrado de asientos vacíos, lo que me convirtió rápidamente en el centro de las miradas. Y al igual que una ola crece lentamente antes de romper contra la orilla, los susurros de los estudiantes se intensificaron hasta transformarse en un cotorreo espantoso.
- ¿Baskerville...? ¿Esa malvada familia de marqueses? -
- Sí, se rumorea que asesinaron al rey anterior... -
- ¿Controlan el mundo criminal...? Ah, ya veo... -
- Escuché que tienen contactos ilegales con un país vecino... -
Yo intentaba sacudirme el estupor que me provocaba la vergüenza, pero las voces seguían atacándome con todo tipo de comentarios negativos y miradas de temor o desagrado. No podía creer lo que estaba ocurriéndome. Quiero decir, se supone que los Baskerville son una familia criminal, pero justamente por eso uno pensaría que sus actividades malvadas estarían ocultas en su mayoría. ¿No es algo implícito en el concepto de crimen organizado? ¿Cómo han evitado ser castigados cuando todo el mundo parece saber sobre su estado criminal?
Diablos, creo que incluso escuché a alguien mencionar cosas que no eran parte del lore de la familia en la segunda entrega del juego.
"¡Carajo! ¿Qué hago aquí perdido en mis pensamientos? ¡Tengo que levantarme!", pensé, mientras sacudía la cabeza e intentaba ponerme de pie.
Pero antes de que lograra hacerlo, el anciano profesor que dirigía la ceremonia dio un fuerte suspiro y se acomodó el monóculo mientras murmuraba:
- Ah, supongo que era inevitable. -
Entonces me miró directamente.
- Zenón Baskerville, puedo entender que estés frustrado por los resultados del examen de ingreso. Como sucesor de una familia de tan ilustre ascendencia, es natural que aspires a estar siempre en la cima y te incomode estar en el segundo lugar, incluso en nuestra noble institución. - Dijo el profesor, con una leve nota irónica al pronunciar la palabra “ilustre”. Después, su mirada se tornó severa: - Sin embargo, te recuerdo que ahora te encuentras en la Academia de Artes Arcanas y Bélicas, que desde su fundación ha seguido el principio de tratar justamente tanto a nobles como a plebeyos, siempre que cumplan con nuestros estándares de excelencia. No daremos un trato especial a nadie, incluso si eres descendiente de un marqués. -
Hizo una breve pausa y me miró con manifiesto desagrado:
- Así que, por favor, te pido que te abstengas de cualquier comportamiento irrespetuoso. -
“Que hijo de…”
Yo no me había levantado por puro descuido. ¿Por qué tomaría como algo personal el resultado de un examen que ni siquiera he hecho? Pero este viejo, con su tono condescendiente y su falsa cortesía, estaba tratando de hacerme pasar por un rebelde.
Ahora me enfrento a un dilema. Claro, podría levantarme rápidamente y disculparme frente a todos, pero si me rindo con demasiada facilidad y me dejo humillar, todos pensarán que soy fácil de intimidar. Después, es posible que me acosen en el futuro. Además, la sonrisa de suficiencia de este vejestorio me llega altamente, así que creo que no haré eso.
- Gracias por la aclaración... eh, ¿profesor? - Respondí, inclinándome ligeramente en mi silla con una sonrisa que dejaba claro que ni siquiera recordaba el nombre del maestro. Lo cual era cierto, porque en el juego este viejo no era más que un NPC sin nombre. Pero además, quería dejarlo en evidencia: - Tomaré sus palabras en serio. -
Los aristócratas detestan que no se les trate con los títulos que merecen, y es aún peor cuando no recuerdan sus nombres. Tal como esperaba, vi cómo la cara del profesor, que hace un momento pregonaba sobre tratar a todos por igual sin importar su origen o posición social, se ponía roja de ira por la forma en que le respondí.
¿Ves? Eso te pasa por creerte un gran pendejo. Soy de la gran ciudad, viejito. ¿Sabes cuántos jefes de mierda he tenido que soportar en mi vida, sin poder decirles lo que realmente pensaba? ¡Hablar mal de otros sin que luego puedan acusarnos es nuestro deporte olímpico! Tengo cientos de formas indirectas de insultarte sin usar una sola grosería.” Pensé, sintiéndome muy satisfecho conmigo mismo.
(Aclaración: En Perú, la palabra "pendejo" puede usarse para describir a alguien astuto o hábil para lograr sus objetivos, aunque también puede tener una connotación negativa si se refiere a alguien que se aprovecha de los demás o actúa de manera egoísta, como es el caso del viejo profesor que se las da de vivo. Como la persona que traduce esta novela es peruana, piensa usar algunos peruanismos. Se agradece su comprensión)
Lamentablemente las cosas no salieron exactamente como pensaba.
- Ya veo. ¿Quieres decir que no tienes intención de reprimir tu actitud rebelde? - Dijo entonces al profesor apretando los dientes como si estuviese masticando un insecto amargo.
- ¿Eh…? -
“¿Qué le pasa a este viejo imbécil? ¿Acaso se ha vuelto senil? Lo único que dije fue que aceptaría su consejo. Es verdad que fui un poco insidioso, pero no hasta el punto de contradecirlo directamente. ¿No puede leer el contexto y dejarlo pasar?”
Un silencio aún más profundo que el anterior se apoderó de la sala, y las miradas de todos parecían llenas de miedo. ¿Qué les pasaba? ¿Es por mi cara de villano? ¿O estoy emitiendo algún tipo de aura maligna sin darme cuenta? Empecé a pensar que quizá me había excedido con mis palabras, pero no iba a retractarme en ese punto, así que simplemente permanecí en silencio, esperando que la ceremonia continuara.
Por fin, el profesor soltó un suspiro y dijo:
- Está bien, no seguiremos con este asunto. Después de todo, hoy es un día de celebración para todos los estudiantes. Pero te lo advierto, si no muestras ninguna mejora en tu actitud, lo único que te espera es un destino trágico. -
- … -
- Ahora continuemos con la ceremonia. -
Este anciano prácticamente me había amenazado al final. Lo único que hice fue demorarme en levantarme de mi asiento, pero el viejo senil me estaba aleccionando como si me hubiese visto destruyendo propiedad pública o asaltando a otros estudiantes. Tenía muchas ganas de protestar, pero me tragué las palabras, porque sabía que ese no era el mejor momento para buscar justicia.
- Ahora demos la bienvenida al primer puesto del examen de ingreso: ¡León Brave! -
- ¡Sí! -
Un joven atractivo se levantó de inmediato con una actitud enérgica, y al hacerlo, su sola presencia pareció disipar por completo la atmósfera de incomodidad anterior. Ahí estaba él, finalmente, con su característico cabello rubio y una sonrisa intrépida. Era el protagonista de la primera entrega de DunBrave y el descendiente directo del héroe legendario que originalmente derrotó al Rey Demonio: León Brave.
En este capítulo, realicé cambios fundamentales en los diálogos para actualizarlos y alejarlos de la estructura rígida que generalmente caracteriza a las novelas ligeras japonesas. Mi objetivo era que la narración fuera más fluida. Además, ajusté la actitud del protagonista para que fuera más desafiante, ya que en la versión original es un poco torpe en esta sección. No es que esto sea algo negativo, pero creo que no corresponde, dado que el protagonista ya ha tenido tiempo para adaptarse a ese mundo. Por eso, en lugar de hacer una reverencia como en el original, hice que se defendiera sutilmente del ataque del profesor.
Una de las cosas que más me sorprendió fue descubrir que en otros países la palabra “pendejo” tiende a significar “tonto” o “estúpido”. Aquí en Perú la usamos mucho, pero siempre para referirnos a una persona “astuta” en el sentido de ser ladino, como un estafador o alguien que se aprovecha de los demás. Por ejemplo, si un grupo de amigos va a cenar y uno de ellos desaparece misteriosamente justo antes de que llegue la cuenta, ese sería el “amigo pendejo”.
Espero que hayan disfrutado de este capítulo corto.