242 Fuerza del Caos

Mientras el Cíclope y el Dragón continuaban entregados a sus respectivos escándalos, Bryan se desentendió de ellos e intentó usar un conjuro necromántico, pero por más que lo intentó no sintió la magia reuniéndose en sus circuitos mágicos, como si estos estuviesen vacíos. Por fortuna no sufría los mareos que normalmente asociaba con el agotamiento de su Fuerza Mental, de modo que la supresión no consistía en un drenado de poder, sino más bien de algo que impedía que la magia funcionase como debía.

Espacio, Luz, Oscuridad, los 4 Elementos Naturales y el Poder de la Muerte… todos ellos se componen de Elementos Mágicos, pero aquí parecen haber desaparecido. De modo que no importa la Fuerza Mental que tenga, esta no logra conectar con ninguno. ¡Que supresión tan interesante!” Pensó Bryan: “Por suerte mi Magia Demoníaca no depende de ninguno de los Elementos Mágicos, sino que consume la Esencia Mágica en mi interior. Eso me da opciones. Pero quien sea que haya colocado esta barrera seguramente también habrá puesto algún tipo de seguro en contra de poderes desconocidos. El Cíclope mencionó que ninguna Criatura Mágica ha escapado de este lugar después de quedar atrapado, eso significa que seguramente hay otros mecanismos de defensa a parte de la supresión…

- Maestro Malvado ¿podemos irnos de este lugar deprimente? Quiero reunirme con la Hidra y contarle las grandes hazañas que he conseguido mientras disfruto de su cuerpo. - Dijo Gilberto que no parecía haber comprendido hasta ahora la magnitud de su predicamento.

- Guarda silencio por un momento. - Respondió Bryan sin mirarlo y más bien centró toda su atención en el cielo oscuro repleto de nubes negras: - Para lidiar con este tipo de barreras la lógica dicta que busquemos una debilidad… Y ya que el vuelo está restringido para los demás, quizá el punto más débil se encuentre en lo alto. -

Después de pronunciar esas palabras Bryan comenzó a volar hacia el cielo con toda su velocidad, mientras concentraba la Esencia Mágica para fortalecer su cuerpo al máximo. Pero cuando estaba a pocos metros de los oscuros nubarrones, sintió un peligro aún antes de verlo y tuvo el impulso de detenerse.

Fue bueno que lo hiciera, porque un poder invisible descendió para golpearlo con tanta fuerza, que su cuerpo impactó contra el suelo de piedra dejando un pequeño cráter en el lugar de su caída. Si hubiese seguido avanzando seguramente Bryan habría sufrido heridas de gravedad, pero (aunque ese golpe fue doloroso) solo le provocó un daño moderado.

- ¡Maldita sea! - Exclamó Bryan cuando se volvió a levantar mientras se limpiaba un poco de sangre que salía de su boca. Ahora comprobaba que no tenía sentido volver a intentar forzar la salida porque esta barrera se parecía un poco a la que había alrededor del Cementerio de la Muerte, lo cual significaba que realmente no tenía puntos débiles.

Gilberto llegó serpenteando junto a Bryan. Su actitud había vuelto a cambiar y ahora su voz estaba temblando de miedo cuando preguntó: - ¿Vamos a morir en este lugar? -

- No nos mates tan pronto, Dragón. - Respondió Bryan con una sonrisa intrépida: - Por más que el Cíclope hable de dioses, aquí hay un monumento hecho por humanos, así que bien podría haber algún método para salir de aquí. Sólo tenemos que descubrirlo. -

Entonces comenzó a caminar hacia los monstruos que durante todo este tiempo habían seguido inmersos en sus propios berrinches. El Dragón Dorado continuaba conversando con el aire sobre su orgullo perdido y el Cíclope seguía ensimismado como si sufriera depresión.

- ¡Hey, ustedes dos! ¡Ya paren con sus tonterías y escúchenme! - Gritó Bryan a los dos monstruos, quienes se volvieron a mirarlo por un segundo, pero después siguieron en lo suyo como si no existiese.

Bryan entonces suspiró y dijo mirando al Dragón Dorado: - ¿Acaso no es cierto que los Dragones son la raza más noble que existe? -

- ¿Qué dices? Por supuesto que lo somos. - Respondió el Dragón Dorado volviéndose para mirarlo: - Todos los demás no son más que gusanos inmundos que no merecen compartir este mundo con nosotros. -

- Entonces. - Dijo Bryan después de tomarse un segundo para recuperarse de la impresión que le provocó ese ego desmesurado: - ¿Realmente es posible que te hayas deshonrado? -

- ¿Qué? -

- Creíste que estabas frente a una deidad e hiciste lo que se esperaba en esa circunstancia. ¿Acaso hay algo de malo en eso? Luego te diste cuenta de que no estabas ante un dios y dejaste de inclinarte. ¿Dónde está la deshonra? -

El Dragón Dorado se quedó en silencio durante un momento, pero luego dijo con un tono tembloroso: - ¿Qué dices? ¡Pero, me vieron suplicando…! -

- Un humano, un cíclope y un Dragón Negro… ¡¿Qué más da?! ¿Acaso realmente podemos hacer algo para deshonrarte, noble Dragón Dorado? - Lo interrumpió Bryan encogiéndose de hombros: - Quizá si alguien igual a ti hubiese visto podría realmente ser bochornoso. Pero nosotros no lo somos. ¿Acaso al lobo le importa la opinión de las ovejas? -

- No… pero. -

- Exacto, tú mismo lo has dicho. No hay vergüenza alguna. -

- ¿No… hay… vergüenza? - Preguntó el Dragón Dorado confundido y con dudas.

- Ninguna. ¿O acaso un noble dragón puede equivocarse? -

- No, pero… -

- Entonces está solucionado, no hay motivo para que te sientas avergonzado. - Lo cortó Bryan antes de que pudiese seguir argumentando y entonces se volvió hacia el Cíclope deprimido para decirle: - El padre de tu raza es un dios del mar ¿verdad? El Señor de los Océanos y Terremotos. Creo que él nunca se rendiría. ¿Y tú vas a rendirte? -

- ¿Qué? - Dijo Ciclope mirándolo como si no entendiese.

- Te doy un consejo de un humano: “No hay nada imposible para el que lo intenta”. - Exclamó Bryan con una sonrisa de vendedor.

- Pero los humanos solo son comida. ¿Por qué seguiría su consejo? -

Por un momento Bryan casi lo insultó, pero recordó que los Cíclopes eran antropófagos y cambió su enfoque: - Porque la comida siempre es buena. ¿Acaso no te llenas después de comer? -

- Si, pero… - Intentó responder el Cíclope parpadeando confundido.

- ¿Y acaso el hambre no es mala? - Intervino Bryan rápidamente.

- ¿Eso que tiene que ver…? -

- Entonces la comida es buena, lo cual me hace bueno y tengo que tener razón. ¿No es cierto? - Lo volvió a interrumpir Bryan sin dejar de sonreír: - Ahora cuéntame lo que sepas sobre este sitio. -

- No entiendo lo que dijiste… - Comenzó a decir el Cíclope algo mareado porque no podía seguir los argumentos sin ningún sentido que le habían soltado uno detrás de otro.

- ¿Los dioses estuvieron aquí hace cuánto? - Preguntó Bryan cambiando de tema abruptamente.

El ciclope parpadeó confundido por un momento y entonces respondió: - Hace muchas lunas… -

Gilberto observaba todo lo que sucedía y tuvo que hacer grandes esfuerzos para no reírse. Frente a sus ojos Bryan acababa de manipular esos dos monstruos como si fuesen idiotas: Al Dragón Dorado le devolvió una sensación falsa de orgullo con simples falacias y luego reanimó al Cíclope usando frases tan incongruentes en sucesión, que lo distrajo por completo de su depresión. No pudo evitar sentir admiración con la habilitad que tenía Bryan para jugar con estas criaturas que tan cerca habían estado de matarlo, pero que ahora estaban discutiendo con su Maestro acerca de este misterioso lugar o el modo en que podrían salir.

- ¿Realmente no hubo ninguno? -

- Ninguna criatura que haya entrado en la niebla ha vuelto a salir en los últimos siglos. -

- Entonces eso quiere decir… - Dijo Bryan entornando los ojos: - Que lo mejor es olvidarnos de intentar romper la barrera para salir. Más bien nos conviene buscar un modo de desactivarla. -

- ¿Desactivarla? - Se extrañó el Cíclope

- Piensen en este lugar como una pared que, ya sabemos, no puede ser sorteada. Entonces la única solución es quitar algunas piedras de la base para que se derrumbe. -

- ¿Puedes hacer eso? - Preguntó el Dragón Dorado.

- Tendré que poder, porque la otra opción es que muramos aquí. - Respondió Bryan mirando a su alrededor: - De momento busquemos cualquier pista que nos dé algún indicio sobre el funcionamiento o propósito de este lugar. Hasta entonces… ¿Qué les parece si enterramos el hacha de la guerra? -

El Dragón Dorado y el Cíclope se dieron cuenta en ese momento que se habían olvidado del odio que sentían entre ellos y también por Gilberto, a quien miraron con intensiones asesinas por un momento. Pero al final asintieron de mala gana y se pusieron a explorar los alrededores en busca de pistas.

- No puedo creer lo fácil que los has engañado, Maestro Malvado. - Susurró Gilberto.

- Son estúpidos y están asustados, esto pan comido. - Respondió Bryan ocultando una sonrisa diabólica mientras pensaba con ironía al verlos: “Y por esto es que los humanos somos la verdadera raza superior, par de imbéciles.

Lo cierto era que tanto el Cíclope como el Dragón Dorado no tenían muchos enemigos capaces de ponerlos en serios aprietos salvo otros de su propia especie, los cuales tampoco eran muy abundantes. Por eso no estaban acostumbrados a estar en situaciones de debilidad que no pudiesen resolver con fuerza bruta.

En cambio, como humano, Bryan estaba más que preparado para salir adelante teniéndolo todo en contra y sabía comprender la psicología de otros en base a simples gestos o actitudes. Manipular a estas criaturas cuando estaban agotadas, heridas y confundidas no era un reto para alguien con sus habilidades.

Se encontraban en medio de eso cuando de repente los cuatro sintieron un cambio en el entorno y sus instintos de supervivencia comenzaron a gritar peligro. De inmediato el Cíclope, los dos Dragones y Bryan se pusieron a mirar a todos lados en busca de la fuente, pero no parecía haber ninguna amenaza.

Hasta que finalmente Bryan levantó la vista con brusquedad y se dio cuenta de que las nubes negras sobre sus cabezas estaban tan agitadas que parecían espuma danzando sobre un mar caótico. Poco después una red de destellos azules, similares a relámpagos anormalmente silenciosos iluminaron el cielo sombrío y un terrible poder maligno se desató sobre sus cabezas. La energía era tan intensa que estremeció los corazones de todos, llegando al punto de dificultarles la respiración, como si de pronto una montaña increíblemente pesada se hubiese derrumbado encima suyo.

El Cíclope y el Dragón Dorado rugieron asustados, pues incluso estos seres tan terribles parecían impotentes ante esta presión tan aterradora. Gilberto era el más débil entre los presentes, así que fue el más afectado y su cuerpo se derrumbó en el suelo como una serpiente derrotada, incapaz de levantar la cabeza.

Pero en ese lugar donde toda magia había sido reducida a su mínima expresión, existía una persona que todavía tenía poderes a su alcance. Esta vez la Esencia Mágica en el interior de Bryan sí reconoció a esta oleada de energía como un peligro y reaccionó para defenderlo generando lo que parecía una especie de barrera protectora de color carmesí, como una serie de capas superpuestas que se generaban conforme la presión las rompía. Algo como esto habría sido imposible anteriormente, pero gracias al Infante Sanguinario ahora Bryan poseía una gran cantidad de Esencia Mágica en su estado más puro, que podía transformar en poder, suficiente como para protegerse durante un tiempo.

Sin embargo, era una medida desesperada. Bryan luchaba furiosamente para resistir la inmensa presión y consiguió así mantenerse de pie, pero era solo cuestión de tiempo para que esta última defensa cediese, pues era el equivalente a expulsar toda su energía de golpe de un modo similar a la Estocada del Dragón Cautivo que una vez usó Trunks en su contra.

Bryan recurrió a toda su sangre fría para analizar el ataque, sabiendo que ahí era donde tenía que encontrar alguna solución. Tenía que hacerlo o morir en el intento.

Este lugar puede anular toda la magia, incluso la de criaturas como el Dragón o el Cíclope. Pero eso no debería ser posible. Anular uno o dos elementos, quizá… ¡¿Pero todos?! No, tiene que haber un truco.” Pensó mientras forzaba al máximo sus procesos mentales: “¿Cuándo antes he sentido algo como esto?¡Cuándo alguien ha podido presionarme de este modo…?

Fue en ese momento que la imagen del dios Nécora el Putrefacto vino a su memoria, junto con el recuerdo del Ojo Púrpura del Demonio que intentó poseerlo a través del Pequeño Esqueleto.

Y entonces lo comprendió.

De los muchos conocimientos y principios que se enseñaba en la Academia Babilonia, ninguno era más básico y elemental la diferencia entre los poderes del Caos y el Orden. Ambas eran las fuerzas fundamentales que regían la realidad.

El mundo entero estaba compuesto entorno al Orden, ya fuese natural, físico o espiritual. Los dioses de la creación se ocupaban de mantener este equilibrio mediante sus interacciones y cada uno aportaba una parte de su poder divino para mantener la existencia.

La magia era la habilidad de interferir en este complejo equilibrio de reglas, modificándolas muy poco para producir fenómenos nuevos que iban más allá de la naturaleza. Pero incluso este poder tenía que seguir las leyes del mundo para funcionar o de otro modo se producían violentos contragolpes y consecuencias de una realidad que constantemente tratada de recuperar el balance.

La Fuerza del Caos que se le atribuían principalmente a los dioses del vacío se oponía completamente a esto. Era un poder que interfería con el balance por completo y lo llevaba a la destrucción, ya fuese lenta o rápidamente. Por eso, aunque las bendiciones de dioses como Nécora otorgaban un gran poder a quienes se atrevían buscarlos, este siempre terminaba autodestruyendo al usuario y también a su entorno. Era por esto que estaba terminantemente prohibido utilizar magias o rituales que tuviesen su origen en los dioses malignos, pues muchos terminarían sufriendo inevitablemente y al final quien intentase controlarlos siempre fracasaba.

Porque el Caos era de por sí imposible de controlar.

Sin embargo, no faltaban los locos o desesperados en el mundo de la magia que se atrevían a buscar el poder de los dioses del vacío y realizaban los espantosos rituales que estos demandaban para ganar su favor. Cuando lo conseguían, las deidades del vacío les otorgaban un gran poder al permitir la Fuerza del Caos se combinase con su magia de un modo que nadie realmente entendía.

El resultado era que para estos magos se volvía más sencillo alterar la realidad en apariencia, porque no estaban realmente modificándola sino destruyéndola. Y a largo plazo, sus actividades siempre terminaban trayendo terribles consecuencias, tanto para ellos como para el resto de mortales.

La barrera mágica que los atrapaba funcionaba emitiendo un poder muy parecido a la Fuerza del Caos. Bryan no tenía idea de cómo estaba construida, pero entendió claramente que se trataba de una imitación porque había experimentado el poder de los dioses malignos en persona, aunque fuese una pisca. Aun así, esta copia era lo bastante buena como para afectar a todas las formas de magia, evitando que se pudieran construir las secuencias necesarias para su uso e impidiendo la formación natural de Elementos Mágicos. Por eso su Fuerza Mental no estaba funcionando, no porque no estuviese ahí, sino porque no tenía medios para conectarse con la realidad.

Quién fuese el responsable, realmente sabía lo que hacía.

Pero ni el creador de la barrera podría haber imaginado que alguna vez vendría una persona con un poder que no pertenecía a este mundo. Porque la Esencia Mágica Demoniaca funcionaba de una forma diferente y con reglas distintas.

La Fuerza del Caos puede ser considerado el poder más maligno de este mundo, porque cuando toca algo de la realidad, lo corroe hasta destruirlo. La Esencia Mágica es también un poder maligno, sólo que de otro mundo. Pero al final ambos son malvados en su más profunda esencia… ¿Qué pasaría si soy YO quien la asimila?

La mente mejorada de Bryan había procesado toda la información que tenía en menos de una fracción de segundo. Repentinamente sus ojos se abrieron emocionados cuando una idea osada vino a su mente. Si fuese cualquier otro jamás se habría atrevido a intentar algo así, porque estaba seguro de que absorber la Fuerza del Caos solamente podía acabar destruyendo a quien la usase. Pero él tenía la Esencia Mágica y lo que ahora estaba atacándolo solamente era una imitación.

Es una mala idea” Dijo la voz de un niño en su interior con un tono de advertencia.

¿Qué?” Bryan se sentía sorprendido al escucharlo pues, aunque no recordaba del todo sus conversaciones, sentía que era la primera vez que el niño sonaba tan serio.

Estás tratando de retorcer lo retorcido para tu beneficio. No funcionará como esperas.

¡Pero si cada vez que lo he intentado, obtuve una mayor cantidad de fuerza!¡¿Por qué no debería arriesgarme?!¡La Necromancia y la Magia Demoníaca se combinaron perfectamente! ¡¿Por qué no lo haría la Fuerza del Caos?!” Objetó Bryan, sintiéndose extrañamente incómodo y un poco irritado por la interrupción.

Esa fuerza no es algo que puedas entender todavía. No lo intentes.

¿Era realmente que el niño estaba hablándole de un modo irritante o era el propio Bryan quien repentinamente se estaba volviendo irritable? En cualquier caso, su siguiente respuesta comenzó a reflejar que ya no sentía mucha paciencia ni deseo de escuchar los consejos de este misterioso consejero.

¿Entonces cómo quieres que salga de esta cárcel? ¿Prefieres que muera?

No lo intentes. Piensa en otra cosa. Tal vez sea una imitación, pero en este momento te supera mucho más de lo que crees. Estás advertido.

¡No hay otra opción! ¡La presión me matará! ¡Yo sé lo que hago!” Objetó Bryan irritado.

Es tu libertad.” Respondió la voz del niño y guardó silencio.

Entonces Bryan bajó los brazos y el escudo que lo protegía desapareció. La fuerza que los presionaba inmediatamente comenzó a actuar, pero esta vez, en lugar de resistirla, Bryan la dejó ingresar en su interior. Todo su cuerpo comenzó a sentir los terribles efectos de esta energía que intentaba aplastarlo, pero al mismo tiempo la Esencia Mágica circulaba por sus venas a toda velocidad, devorándola lo más rápidamente posible.

Así fue como Bryan confirmó que este poder podía ser absorbido, aunque a costa de sufrir dolor. Y con esta revelación el Infante Sanguinario se despertó por completo para consumir esta fuerza con las mismas ansias que un tiburón hambriento.

La condición para hacer avances en el Reino Sanguinario era matar. El mago demoníaco tenía que acabar con la mayor cantidad posible de vidas, realizando auténticas masacres para absorber un poder que solo despertaba con la locura de la carnicería. Pero esta energía que imitaba la Fuerza del Caos, podía servir como una especie de suplemento. No era tan efectivo como una masacre, pero había una mayor cantidad disponible y encima ingresaba en el cuerpo de Bryan directamente.

Antes de darse cuenta sintió que estaba progresando a pasos agigantados, aunque el dolor y la tensión que sufría en su cuerpo era intenso. Pero con la ayuda del Infante Sanguinario era posible que Bryan se desentendiera de controlar el proceso, así que únicamente se enfocó en soportar.

Pero Bryan había subestimado al creador de esta barrera de aislamiento, porque la supresión de la magia y la fuerza de presión no eran las únicas defensas que protegían este lugar. Las nubes negras volvieron a agitarse violentamente y una sombra horrenda pareció surgir de ellas, más oscura que la propia oscuridad.

Los corazones de todos se llenaron de temor, sin importar si era el Cíclope, Bryan o los dos Dragones. Entonces la sombra adoptó la forma de un monstruoso cráneo, el cual abrió sus fauces para soltar un grito que resonó a su alrededor como un trueno que corre por las nubes. La sombra volvió a gritar con una voz espantosa, pero esta vez estaba pronunciando extrañas palabras en alguna lengua olvidada, llenas de poder y terror, destinadas a lacerar los corazones e incluso a las mismas las piedras.

Calavera espectral en las nubes

Como sirviendo al conjuro de algún maleficio siniestro, un relámpago enceguecedor estalló y voló por el aire en dirección hacia Bryan, quien a duras penas pudo resistir el dolor. Los daños fueron serios esta vez y comprendió que un segundo relámpago lo mataría al instante. Más por fortuna este no llegó a ocurrir.

El enorme cráneo sombrío abrió sus fauces y esta vez descendió lentamente hacia ellos, como si quisiese devorarlos. El Cíclope consiguió sobreponerse a la terrible presión para arrojar su enorme roca como un proyectil, empleando de una sola vez toda su terrible fuerza, pero esta atravesó a la sombra limpiamente sin provocarle ningún daño. El Dragón Dorado no podía usar su aliento, pero con un rugido blandió su poderosa cola como un látigo, mandando a volar varias rocas hacia el rostro fantasmal que se aproximaba, aunque estos tampoco tuvieron el más mínimo efecto.

- ¡Es un espectro! - Exclamó Bryan con una expresión de euforia que contrastaba con el aterrador ambiente imperante. Y es que con esos dos únicos ataques había entendido la naturaleza de este nuevo peligro gracias a sus conocimientos sobre necromancia.

Inmediatamente el Desgarrador Sombrío apareció frente a él y comenzó a girar sobre sí mismo con una velocidad asombrosa, ejecutando el encantamiento Deimos a su máxima capacidad. Pues Bryan había sentido que este espectro conjurado estaba compuesto en gran parte por todos esos sentimientos negativos que lo atacaron en un principio, siendo probablemente la fuente de donde provenían. Así que invocó su arma mágica y esta arrojó rayos de energía carmesí que se abalanzaron igual que serpientes contra el terrible cráneo sombrío y lo atraparon como si fuesen tentáculos. Y así como una planta parasitaria consume a su víctima, los rayos comenzaron a absorber el poder de esta entidad.

Naturalmente el misterioso cráneo gritó e intentó liberarse, pero Desgarrador Sombrío no dejó de sujetarlo y parecía un depredador aferrándose con todas sus fuerzas a una víctima largo tiempo acechada.

Ahora mismo Bryan estaba absorbiendo con su cuerpo el poder que imitaba la Fuerza del Caos y además el Desgarrador Sombrío le transmitía toda la energía sobrante proveniente del espectro. Nunca antes había tenido tanto poder en su interior y sentía que su fuerza se incrementaba por momentos a pasos agigantados. Sus ojos se volvieron rojos, sus dientes sobresalían como si fuesen colmillos y una aterradora transformación comenzaba a desarrollarse con una velocidad sin precedentes.

¡Tal vez pueda conseguirlo! ¡Con este poder podría acelerar mi transformación y superar varios reinos de una sola vez!¡Tiene sentido que tantos magos hayan preferido usar la Fuerza Caótica para fortalecerse, pues incluso esta imitación es mejor que cualquier otro alimento para mi Esencia Mágica!” Pensó emocionado ante la posibilidad de romper varios límites al mismo tiempo, saltándose todo un Reino para ir directamente al Reino de los Demonios Separados o quizá incluso al Reino del Presagio.

No saldrá como piensas.” Volvió a decir la voz del niño, pero ahora sonaba un poco lejana.

Mira, no sé quién eres o por qué decidiste ser mi consejero. ¡Pero esta es una oportunidad única para ahorrarme años de sacrificios y dolor! ¿Tienes idea de cuánto me cuesta avanzar en cada reino?” Le respondió Bryan irritado por la intervención del niño, porque sentía que se estaban interponiendo entre él y un premio tan ansiado.

Te lo repito una vez más: Estás cometiendo un grave error.

¡Hacerme más fuerte no puede ser un error! Replicó Bryan al mismo tiempo que aumentaba aún más el ritmo del drenado de Fuerza Caótica: “¡Lo entenderías si estuvieses en mi lugar! ¡Mi vida y mi futuro dependen del poder!¡Es lo mismo para cualquiera de los mortales en este mundo! ¡Todos luchamos para perfeccionar nuestras habilidades con el objetivo de ser incluso un poco más poderosos!¡Es lo que significa vivir!

También te equivocas en esto. En realidad, el poder y el perfeccionamiento están terriblemente sobreestimados. Hacerte más fuerte… no necesariamente es lo mejor.

Bryan replicó ya con algo de furia: “Hacerme más fuerte es lo único que me ha permitido obtener lo que amo y también lo que me permitirá mantenerlo a mi lado.

Cuando la voz del niño volvió a sonar, Bryan se dio cuenta con cierta sorpresa de que no estaba enojado, sino más bien ligeramente divertido. En ese momento no podía ver su rostro, pero su susurro era el que tendría un niño riéndose al ver algo gracioso que sabe que saldrá mal.

Pero las palabras que pronunció, le dolieron como si fueran el peor de los augurios.

Chu Can Lan tenía mucho más poder que tú, Bryan. Y sin embargo acabó perdiéndolo todo. Pero adelante. Haz con tu libertad lo que quieras.

Mientras Bryan discutía las nubes negras volvieron a sacudirse y otros 3 espectros con un tamaño ligeramente inferior, aunque iguales en apariencia, comenzaron a descender. Aparentemente su objetivo era atacar a los dragones y el Cíclope respectivamente, pero se detuvieron repentinamente al contemplar lo que estaba sucediendo con el primero de ellos, que era mucho más poderoso. Entonces, de forma sorprendente todos los espectros dieron media vuelta y comenzaron a escapar sin vacilación, como si supieran que encontrarían un espantoso final si los atrapaban.

Pero ya era tarde para ellos. Nuevos rayos de energía maligna brotaron del Desgarrador Sombrío y rápidamente se dirigieron hacia los espectros, atrapándolos a todos para comenzar a drenarlos. Los espectros se resistieron furiosamente, pero el arma mágica era como un remolino que los atraía inexorablemente hacia su centro.

Ninguno de ellos pudo escapar y el flujo de poder que Bryan estaba absorbiendo aumentó todavía más.

*****

Con el pasar de los minutos, el tamaño de los espectros atrapados fue reduciéndose. Una prueba de que sus poderes estaban siendo consumidos. Poco después la terrible fuerza de presión desapareció también, pero no porque sus efectos hubiesen terminado, sino porque la totalidad de esta energía estaba siendo completamente devorada por Bryan mucho más rápido de lo que la barrera lo producía.

El Dragón Dorado y el Ciclope consiguieron levantarse finalmente y Gilberto recuperó el conocimiento poco después. Entonces todos fijaron sus ojos en el increíble espectáculo que era ver a un humano consumiendo energía como un agujero sin fondo.

Gilberto, el Cíclope y el Dragón Dorado

- ¡¿Qué estás haciendo, Maestro Malvado?! - Susurró Gilberto asustado y confuso.

- ¡Por favor explícanos, Dragón Negro! - Exclamó el Dragón Dorado con una voz inusitadamente respetuosa: - ¡¿Quién es este humano?! Mejor dicho… ¡¿Qué es?! ¡¿Cómo es posible que esté absorbiendo de ese modo el terrible poder que hasta hace poco nos tenía a su merced?! -

Generalmente el resto de Dragones consideraban a la especie de Gilberto como la vergüenza de toda su raza. Esto era verdad sobre todo para los Rojos y los Dorados, quienes se tenían por la nobleza entre los propios Dragones. Pero tal era el asombro que la hazaña de Bryan había provocado en este Dragón Dorado, que ni siquiera él pudo evitar hablar con humildad.

Sin embargo, iba a decepcionarse. Porque Gilberto simplemente bufó antes de responder: - ¡¿Cómo podría comprender los secretos de mi Maestro?! ¡Su misterio es inconmensurable! ¿Acaso crees que le habría jurado lealtad de otro modo? -

- No importa quién o qué sea. - Intervino el Cíclope mirando a Bryan con respeto: - Estamos vivos porque él atrapó a esas calaveras fantasmales y eliminó la presión. Además, creo que la supresión mágica de este lugar se está reduciendo un poco, porque siento que mis heridas se regeneran lentamente. -

- ¡Es cierto! ¡Mis heridas también sanan! - Exclamó el Dragón Dorado y extendió sus alas para intentar elevarse, aunque no tuvo éxito: - ¡Maldición! ¡Todavía no puedo volar! -

- Tampoco he recuperado el poder de mi aliento. - Comentó Gilberto: - Pero volver a regenerarnos sigue siendo una mejora. -

- Quizá ese hombre no sea un dios, pero no sería extraño que algún día realmente se convierta en una deidad. - Dijo el Cíclope con seriedad y los demás no lo contradijeron. De hecho, el Dragón Dorado se dijo a sí mismo que lo mejor sería olvidarse de vengarse de Gilberto, porque con un Maestro tan poderoso detrás suyo, no convenía hacerlo su enemigo.

*****

Pasaron varias horas y las cráneos fantasmales se había reducido de tamaño hasta llegar a una escala que casi parecía humana, pues el Desgarrador Sombrío continuó consumiéndolos de modo inmisericorde hasta que finalmente desaparecieron y sus gritos nunca más fueron escuchados en el mundo.

Ahora toda la energía de la barrera estaba girando como un remolino oscuro alrededor de Bryan, quien no había pronunciado sonido alguno hasta el momento y continuaba con los ojos completamente enrojecidos. Cada cierto tiempo su cuerpo emitía pequeños relámpagos de color rojo, como si su forma física no fuese capaz de contener por completo todo el poder que estaba en su interior.

Finalmente, la energía contenida dentro de la barrera comenzó a menguar y el tornado de poder desapareció poco a poco. Tampoco quedaban rastros de los espectros. Lo único que se destacaban eran las tres criaturas enormes y el cuerpo de Bryan flotando en el aire.

- ¡Parece que finalmente terminó! - Comentó el Dragón Dorado, que estaba de mejor humor porque casi todas sus heridas ya se habían regenerado, incluidas sus invaluables escamas brillantes como el oro.

- ¡Ese es mi Maestro! ¡Sabía que nada podía detenerle! -

- Pero no parece haber despertado. - Dijo el Cíclope de repente, pues a pesar de tener un único ojo era capaz de ver mejor y más lejos que otras criaturas.

En efecto, Bryan seguía quieto en el aire con los ojos enrojecidos bien abiertos y ni siquiera parpadeaba. La sonrisa macabra continuaba adornando su rostro, llenando de terror al gigante cuando lo veía.

Repentinamente un humo negro comenzó a brotar del cuerpo de Bryan, aumentando en cantidad hasta el punto en que uno podría pensar que se estaba incendiando sin que hubiese fuego de por medio. Su piel adoptó una coloración oscura como la tinta negra y sus músculos comenzaron a abultarse.

Los dragones y el gigante contemplaron asustados como el cuerpo de Bryan aumentaba de tamaño, hasta alcanzar una altura de casi 3 metros. Sus músculos se habían endurecido tanto que ya no parecían los de un humano, sino alguna especie de insecto humanoide con placas de exoesqueleto cubriéndolo en lugar de piel. Sobre sus brazos y torso destacaba una serie de surcos brillantes, como tatuajes dorados, que resplandecían como si debajo no hubiese carne, sino pura energía. Además, sus dientes también crecieron y volvieron afilados como los de una bestia, al mismo tiempo que las uñas de sus dedos se alargaban para convertirse en garras afiladas.

Pero lo peor de todo eran sus ojos. No había pupilas, iris o cualquier otro rasgo reconocible. Simplemente se habían vuelto completamente rojos como la sangre y brillantes como linternas. Solo que en lugar de luz irradiaban furia, odio y sed de sangre.

Bryan se había transformado en un auténtico demonio que lentamente volvió su mirada hacia Gilberto, el Dragón Dorado y el Cíclope, quienes se estremecieron de miedo al ser observados con esos ojos, que parecían demandar sangre fresca.

Entonces, Bryan abrió sus fauces y rugió.

Bryan en forma demoníaca

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú y hoy es miércoles 11 de mayo del 2022. Lamentablemente debo comenzar esta nota pidiendo donaciones voluntarias a cualquier posible Mecenas, porque la situación por aquí se está poniendo bastante complicada y la verdad podría tener bastantes problemas. Me ayudarían muchísimo si compartiesen este trabajo con más lectores, así podríamos incrementar el número y también los donativos.

Les pido disculpas por esto, porque sé que es molesto.

La primera parte de este capítulo nos muestra a Bryan convenciendo al Dragón Dorado y al Cíclope. Esto es una continuación de la situación cómica en que terminó el capítulo anterior, pero en realidad no estaba muy seguro de los diálogos. Creo que quedaron bien, pero la comedia no es precisamente mi fuerte.

La siguiente parte, que habla de la Fuerza del Caos es un invento mío. Esto sirve para explicar algunas cosas que no quedan claro, como el poder del Culto de Caelos, que parece ser demasiado elevado a pesar de no tener el apoyo de naciones, sin que se explique muy bien cómo. La explicación que propongo es que los dones de los dioses (del orden o el caos) fortalecen a los magos, siendo los malvados más poderosos, pero también perniciosos para el usuario. Es algo inspirado en el “Lado Oscuro de la Fuerza” de Star Wars.

En este capítulo quiero presentar a un Bryan que tiene serenidad ante la adversidad, pero también comete el defecto de la ambición. Eso se debe las limitaciones que inevitablemente tiene porque ha crecido de forma más empírica que racionalista, lo cual es admirable, pero también viene con faltas de desarrollo en ciertos lugares.

También quise poner un diálogo de la Serie Avatar The Last Air Bender que me gustó mucho. Así como algunos otros de la novela El Ángel de la Noche de Brent Weeks.

Esta vez realmente tuve que usar el Photoshop para retocar casi todas las imágenes, algunas de las cuales fueron construidas casi por completo. La última es del videojuego “Príncipe de Persia: Los dos Tronos” de PS2, que me pareció perfecta para esta parte.

Espero que les haya gustado, que los diálogos estén bien y que el resultado final sea bueno. Pero como siempre ustedes serán los jueces, estimados lectores.

Nos vemos en el siguiente capítulo.

PD: Si hay errores de ortografía, por favor señálenlos y yo los corregiré. Gracias.